Capítulo Único
Eres mi Víctima y no lo Sabes.
Yo soy tu Casador y a la vez tu Amante.
En la Oscuridad te voy a Vigilar.
Y como Demonio te voy a Matar.
•••
Sereno, ocuro y vacío. Así eran las condiciones en las que se encontraban aquel bosque virgen que nadie se había atrevido a profanar sus múltiples entradas. Y los que se atrevían; jamás salían. Múltiples rumores se decían sobre dicho laberinto natural. Muchos decían que el bosque estaba maldito y todo aqueo que se atreviera a entrar en el sería tragado por la tierra. Otros decían que en el bosque vivía un hada muy hermosa y su voz angelical te guiaba a lo profundo de un pantano oscuro y te devoraba dentro de el. Otros decían que ninguno de los rumores anteriores era cierto. La verdad que escondía el bosque era que un demonio amante de la carne humana vivía en el. Y qué, víctima tras víctima, no dejaba con vida.
El rumor se fue expandiendo y enriqueciendo su contenido por lo largo de los años hasta llegar a los oídos de una niña humana de la aldea cercana al bosque.
Kagome era una pequeña inocente de solo cuatro años. Y de solo escuchar la historia el miedo se hizo presente en su rostro. Lágrimas salieron de los orbes azules y recorrieron las mejillas rosadas y regordetas de la niña, haciéndola temblar de miedo. El padre, satisfecho de lo que había conseguido, pudo creer que el posible peligro que habría corrido su hija al adentrarse al bosque en un fururo sería sellado gracias a la terrorífica historia que le había contado.
La madre miró enojada al señor de la casa y se arrodilló frente a su hija. Tratando de calmar su llanto. El padre dio media vuelta y se fue a la habitación, dispuesto a descansar sin importarle que su mujer o hija pudieran dormir esa noche.
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Mientras que en la aldea todos dormían en paz un inquilino con mala suerte era finalmente devorado por un ser superior a los humanos. Un demonio. La luna menguante brillaba sobre los cabellos plateados y deslumbraba su cara llena de sangre humana; distinguiéndose una luna menguante morada en su frente. Satisfecho, se levantó y trepó el árbol más alto y volvió a dirigirle la mirada a la aldea cercana a su boscoso hogar.
—¿Quién será mi siguiente víctima?. — se preguntó en voz baja y se dispuso a dormir plácidamente con el estómago lleno de su platillo favorito.
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Pasaron once años después de que aquel ser oculto en la oscuridad del bosque probara la carne humana. Pero poco le importaba. Pues sabía que pronto su siguiente mártir aparecería.
Pero el demonio nunca imaginó que esa víctima tan esperada fuera una chica, y una muy joven y bella.
•••
—Kagome ve por algunas hierbas medicinales para Sōta. — pide la madre a su hija mayor.
—Si, madre. — dicho así con una de sus manos toma una canasta y sale de la casa. Recorriendo casi todo el valle y los límites de su aldea.
Nada. No encontró ninguna hierba capás de bajarle la temperatura a su hermano menor. Volvió a caminar en dirección a su aldea pero se detuvo frente a aquel bosque tenebroso. Lo miró de arriba abajo. Temerosa de entrar pero ¡¿Qué importaba eso ahora?!. Su hermano ardía en fiebre y si no encontraba alguna hierba moriría pronto. Apretó fuertemente sus puños, asintió con la cabeza, cerró los ojos y se adentró en el espeso bosque.
—Puedo hacerlo. No hay ningún demonio en este bosque. Papá me mintió. Todos los rumores sobre este bosque son mentiras. Nada es... —
Cuando volvió a abrir los ojos se dio cuenta de que se había alejado mucho de la anteada. Un escalofrío sintió y le echó la culpa a la fuerte brisa que soplaba dentro del laberinto. Inmediatamente se puso a buscar hierbas para su hermano, encontrando varios tipos de ellas.
«Te tengo.»
Oyó decir. El viento soplaba cada vez más fuerte.
«Ya es imposible que escapes de mí ahora.»
Volvió a oír y rápidamente se puso a correr y gritar a la misma vez. Tarde. Aquel demonio de ojos dorados y cabello blanco; poseedor de una gran espada y una lustrosa armadura le impidió continuar su huida. Calló arrodillada al piso y lágrimas comenzaron a salir de sus ojos, se tapó el rostro con ambas manos.
—Si vas a matarme por favor que sea rápido. No quiero sentir dolor. — pidió. Ninguna de sus víctimas anteriores había dicho algo así.
Sus víctimas anteriores rogaban por que no matarlas. Diciendo que le darían todo el dinero que quisiera y muchas mujeres y ron para divertirse. Él pensaba que todo eso era un verdsder asco. Pero esta víctima era completamente diferente. Tenía un característico olor a vainilla mezclado con el olor del miedo, dolor, temor y tristeza. Se preguntaba: ¿Por qué ella era diferente?. Se acercó a ella a paso lento y terminó arrodilla frente a la joven de cabellos negros.
—¿No me ofrecerás nada a cambio de tu vida?. — preguntó. La chica lo miró confundida.
—Nada vale más que la vida misma, debes saber eso. — respondió con ironía. Una cara de enojo le mostró a su verdugo.
—¿Por qué eres diferente a mis anteriores víctimas? ¿Acaso crees que no vales nada?.
—Yo valgo más que el oro y menos que este bosque. El bosque me permite respirar su aire y con su madera puedo construir varios objetos útiles para mi supervivencia; mientras que el oro solo trata de sorprenderme con su brillo. Puede que sea un mineral muy caro pero nunca alcanzará el valor de mi vida. — dijo.
—¡Hmp!. Tienen sentido tus palabras, mujer. Lárgate si quieres pero te advierto: no me responsabilizo de que te pierdas y mueras de hambre o sed en este bosque. Le aseguro que solo encontrará los cadáveres de mis víctimas. — dicho así dio media vuelta y de un salto desapareció entre las ramas de los árboles.
Confundida del extraño comportamiento de aquel ser demoníaco se puso también en marcha y después de tanto caminar encontró la salida. Sus padres y algunos aldeanos con antorchas se encontraban rodeando casi todo el bosque tratando de encontrar señal de la chica en sus proximidades. Kagone salió corriendo de aquel laberinto y terminó en un cálido abrazo de sus padres.
—¡Kagome!. — grita la madre entre lágrimas.
—¡Serás tonta! ¡¿Cómo se te ocurre adentrarte al bosque?!. — grita también el padre entre lágrimas. Abrazando aún más a su hija.
—Lo lamento... De verdad lo lamento mucho, papá. — dice Kagome. Dejando que algunas lágrimas salieran de sus ojos color cielo.
La familia de tres se separa y secan todos sus lágrimas y sonríen. Una mujer joven junto con su marido se acercan a ellos.
—Disculpe... ¿Señorita Kagome?.
—Dime Akido.
—¿Acaso usted no vio a mi hijo Tsukasa en el bosque?. — preguntó la madre teniendo aún esperanzas de que su hijo perdido desde hace dos semanas en el bosque se encontrara con vida.
—Lo lamento, Señora Akido. Vi muchos huesos y cadáveres descomponiéndose en el bosque y puedo decirle que... — tragó seco. ¿Cómo podría decirle a una madre que su hijo ya estaba muerto por las garras de aquel demonio que le perdonó la vida. —Su hijo, Tsukasa, era uno de ellos. — dice al fin. La madre corrompe en llanto junto con su esposo.
—¡Tsukasa, hijo!. — grita para luego irse a su casa aún llorando.
•••
Luna Nueva.
Hora de Disfrasarce.
Y elegir...
¿Quién será el siguiente en mí Menú?.
Espero que sea sabroso porque...
El bosque no da
Segundas Oportunidades.
Y que llore por piedad ya que...
Sin un Atípico Condimento
la carne sabe a Nada.
«Todos querían saber, nadie quería morir. El ser humano es así de vil. Y en toda la noche nadie quería saber que el próximo en morir serís alguien llamado Usted. Cuatro cabezas caerán. Y las otras cinco de alfombra servirán porque El Demonio de luto está. Capa negra, botas negras, cabellera negra, de luto está. Nadie quería salir, pocos querían saber ¿Quién era ese despreciable ser?.
El Demonio al amanecer se irá, pues el sol es su mayor adversidad. Pero en la noche paseará. Pues está en busca de un humano con tan mala desdicha.
Todos querían saber, nadie se excluye aquí ¿Acaso existe alguien que le pueda dar fin?. El Demonio pronto morirá. Su cabeza al fin caerá, y junto con ella... Una última cabeza que lo guiará, rumbo al infierno. Ambos pertenecen a allá.»
Cantos se escuchaban en la aldea vecina al bosque. Pues hoy había luna nueva después de diez largos años. Eso solo significaba una cosa: el demonio saldría de la comodidad de su oscuro y frío bosque en forma humana a la aldea; luego se iría con una nueva víctima. Las personas bailaban alrededor de la fogata mientras lanzaban sus mayores deseos para que aqueo despiadado ser muriera antes de que murieran más personas en sus garras. A nadie se le ocurría la forma o aspecto que tendría esta vez la bestia disfrazada. Solo sabían qué, a media noche, todos debían ocultarse en sus casas y por ningún motivo salir hasta que naciera el alba de un nuevo día.
La fogata cada vez se hacia más grande gracias a los papeles y troncos de madera que se le lanzaban. Este año, por desdicha de esas pobres personas, la ropa que todos debían usar tenía que ser de color negro. Debía mantenerse el legado de que cada diez años los aldeanos se vestían de negro igual que el demonio y al pasar otros diez años los humanos se vestían de rojo; distinguiendo entre ellos al demonio o a algún hilarante que quisiera salirse con las suyas, vistiéndose también de negro. Todos esos aldeanos tenían dos cosas claras: una era que cualquiera de ellos sería el desafortunado en irse con el demonio y la segunda era que esa noche sería la más larga de todas.
•••
Kagome se vestía tranquilamente en su recamara. Acomodando su vestido negro hasta las rodillas y adornado con un lazo pequeño de color blanco. Ese vestido se lo había comprado su madre para celebrar alguna ceremonia o fiesta que se realizara en la aldea. Pero de las muchas celebraciones que se realizaban en su aldea; la madre nunca deseó que ese lindo y encantador vestido de luto fuera extrenado en la que se celebraba esta noche. La opinión de la joven azabache era muy diferente a la de su madre. Pues para ella esta noche era la más indicada para extrenar su nuevo vestido.
Lució su vestido unas cuantas veces delante del espejo de cuerpo completo y bajó al comedor en donde se encontraban los demás integrantes de su pequeña familia.
—Buenas noches. — saludó al llegar. Su hermano de cinco años corrió a sus brazos alegre al verla.
—¿Cómo estas hija?. — pregunta el mayor de la casa. Acomodando su bigote no tan ostentoso.
—Bien padre.
—Ya que estamos listos podemos unirnos a la celebración ¿Verdad?. — pregunta la madre, esperando a que su esposo aceptara a irse.
—Vallan ustedes primero, los alcanzo después. — dijo.
—¡Sí! Te amo papá. — se les escuchó decir en conjunto ambos hermanos. Saliendo de la casa corriendo y seguidos por una madre demostrando una amplia sonrisa.
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A oídos del demonio se escuchaban los cantos y gritos de niños de la aldea. Sonrió de lado. Sabía que pronto saldría del bosque en su forma humana. La luna nueva se asomó al fin y el frío viento que soplaba dentro del bosque se fue con una ráfaga de aire; llevándose consigo la forma demoniaca del demonio y dejándolo en su forma humana.
•••
El nuevo humano se encontraba sentado a los pies de un árbol afilando su daga. Miró al frente y pudo saber que ya era hora de salir de su escondite. Salió con cautela del bosque y muchas luces, olores y colores golpearon sus sentidos del gusto y olfato. Estaba maravillado. Detuvo su andar, pues se había percatado de cierta joven de cabellos azabaches y ojos azules la cual no esperaba ver esa noche y mucho menos así de sonriente.
—Esa muchacha. — dijo en voz baja.
—Hermana... — llamó el menor. La mencionada se agacha a su altura y l acaricia la cabeza.
—¿Que pasa, Sōta?.
—Ese hombre de allí no deja de mirarte. — dice el niño refiriéndose al humano disfrazado. Kagome abre los ojos como platos.
El hombre salida con la mano; llamando aún más la intención de ambos hermanos. Kagome se levanta con el semblante serio y dirigido hacía el inquilino. Luego sonríe y voltea hacía su hermano menor.
—Sōta ve por unas manzanas acarameladas. A papá le encantan y no querrá perderse ni una de cada uno de los puestos de comida. — menciona, el niño sonríe y sale corriendo en busca del mencionado dulce.
A pasos lentos se dirige hacía el hombre que antes era un ser inaudito a la raza humana. Se detuvo frente a él y ahí fue cuando pudo percatarse que el joven de cabellos negros era, por lo menos, una cabeza más grande que ella, o tal vez dos. Su cabeza estaba a la altura de su pecho mientras que la de él sobrepasaba su altura. Se sentía pequeña y a la vez intimidada por su gran altura. Y su belleza era inconfundible. Habían desaparecido los ojos ámbar y el cabello blanco junto con la pesada armadura; ahora poseía un cabello largo y ojos como el carbón, un abrigo de mangas largas, una capa y botas un poco por debajo de sus rodillas y un cinturón alrededor su cintura con una daga. Quedó impresionada al ver que aunque traía la capa y el abrigo se notaban unos formidables pechos y piernas y brazos bien dotados; si hubiera tenido la boca abierta probablemente se habría babeado. Recordó el dicho que siempre decía su ya fallecida abuela: “Las apariencias engañan, Kagome”. No la mato en aquel momento pero: ¿Lo haría ahora? ¿Vino para matarla a ella?. No lo sabía; trataba de darle respuesta a sus interrogantes mirando los ojos de aquel hombre sin emoción alguna.
—¿Vienes por mí?. — preguntó.
—¿Por ti? ¡Bah! ¿Solo por haberte perdonado la vida en aqueo entonces te crees tan importante? Entonces es verdad que los humanos son muy creídos y se hacen los importantes. — dijo ebosando una media sonrisa.
—¿A quién te piensas llevar hoy?.
—¿Ves a ese anciano feo y arapiento de allá?. — señaló. La azabache asintió observando al anciano y luego posar su mirada en la del hombre. —Me lo llevaré a él, total, ya no sirve para nada en este pueblo.
—Al menos no es un niño.
—¿Qué quieres decir?.
—No mientas, devoraste a un niño hace dos semanas.
—Te equivocas. A ese niño también le perdoné la vida como lo hice contigo. Si se murió de hambre y sed no es mi culpa.
—Eso me tranquiliza un poco. — dice tocando suavemente su pecho.
—¿Que tienes?.
—Nada, solo tengo el corazón un poco acelerado.
—¿Acaso me tienes miedo?.
—Claro que te tengo miedo, eres un demomio.
—Ahora no lo soy. Soy humano ahora.
—Mañana serás otra vez un demonio.
—¿Y qué? ¿Qué importa eso ahora?. — dice acortando un poco la distancia entre ambos. — ¿Por que no aprovechamos que soy humano ahora para conocernos mejor?.
—¿Piensas que puedo enamorarme de ti? ¿Un demonio?.
—¡Quién sabe! Tal vez caigas en mis encantos y termines enamorada.
—Eso no puede...
—¿Ocurrir? ¿Quién lo dice? ¿Quién estableció la ley de que un demonio y una humana no puedan conocerse o enamorarse? Dime ¿Quién estableció esa ley tan absurda para matarlo ya mismo con mi daga?. — le preguntó y sin previo aviso besó con delicadeza el cuello femenino. Un suspiro se escucho proveniente de la boca de Kagome. —Ambos nos deseamos; no lo niegues.
—Para... Harás que pierda la cordura...
—¿Qué importa? Piérdela y así será mejor nuestros sentimientos lascivos. — dijo y volvió a besar su cuello pero esta vez le dio una pequeña mordida.
—Ah... Para... — gimoteo apretando los ojos.
—Voy a dejarte por ahora. — susurró en su oído. — Pero antes de la media noche te veré en un lugar apartado de la aldea; tú lo eliges y yo lo encontraré. — dicho así se apartó de su oído peor no sin antes darle un beso en el cuello. Se apartó de su cuerpo y se fue en dirección al anciano del cual antes estaban hablando.
—¿Qué me pasa? ¿De verdad me estoy enamorando de él? ¿Un demonio?. — sintió sus mejillas ruborizarse y su corazón volvió a latir con más fuerza. Sonrió para sus adentros y se fue dispuesta a buscar a sus familiares.
•••
¿Qué me has Hecho?.
Yo no lo Sé.
Tu Olor me Mata a lo igual que tú Piel.
¿Cuandó Podré volverte a Ver?.
Eres un Veneno necesario para todo mi Ser.
Voy a Profanarte quieras o no.
Porque Sé que eso es lo que Desea tu humano Corazón.
Estaba sola y a la vez un poco entusiasmada en aquella cabaña desolada. Acompañada con el brillo y calor del fuego de la fogata que recién había prendido. Estaba algo pensativa y concentrada en las llamas del fuego; tanto así que no notó la presencia de aqueo individuo disfrazado.
Sonrió de lado al ver que su "amiga" no lo había notado. ¿Tanta era la concentración en sus pensamientos?. Desabrochó el cinturón y también la capa y los dejó sobre una silla media rota detrás de una puerta vieja que conducía a la salida y a pasos lentos se sentó detrás de ella, abrazándola.
Kagome se sobresaltó al sentir cómo unas manos grades y tibias navegaban por sus brazos hasta llegar a su manos pequeñas y frías. Sintió cómo la boca de ese hombre le besaba el cuello sin ninguna rudeza, al contrario, sentía que esos besos la iban a hacer perder aún más la cabeza. Sesshomaru inhaló aqueo aroma a vainilla que desprendía la piel tersa de Kagome y luego exhaló; haciendo que la azabache suspirara.
—Kagome Higurashi ¿Cierto?. — dijo en un suave susurro en su cuello. — me llamo Sesshomaru Taisho; por si creías que no tenía nombre. — acarició la piel con la punta de su nariz y mordió gratamente el hombro derecho de la dama.
—¿Cómo sabes mi nombre?.
—Tengo buen oído. El día que te perdiste en el bosque desde la aldea se escuchaba un nombre y un apellido de la misma persona.
—Ya veo... Entonces si tienes nombre. Cuéntame... Qué significa tu nombre. — dijo en un largo suspiro. El de cabellos blancos dejó de besar su cuello para comenzar a desvestirla con suavidad y sin que a ella le molestase. —¿Quién te nombró?. — apretó los ojos y se dejó llevar. La curiosidad le carcomía cada célula de su ser.
—Cuando mi madre me dio a luz, en ese mismo momento, fue devorada por la bestia que antes vivía en el bosque. Yo solo era un pequeño demonio recién nacido que apenas sabía moverse y llorar. Los espíritus y otras criaturas del bosque se dieron cuenta de mi ingenuidad y me salvaron de la muerte. — observó la espalda desnuda de la mujer que tenía en los brazos y la acarició. Un gemido fue evocado por los labios de la chica. —Fueron los espíritus y demonios con almas de protección quienes me criaron y me dieron mi nombre. Según pude saber a través de uno de ellos mi nombre tiene dos significados. Significa temible, destructivo y voraz. Pero también significa protector, conservador y cariñoso; en cuánto a mi apellido, mi madre era una demonesa de apellido Taisho. ¿Qué más quieres saber de mí?. — dijo pasando su lengua por la suave espalda de Kagome.
—N-nada... más. — suspiró.
—Suspiras mucho y tu temperatura a subido. ¿Tendrás fiebre o... Deseas que te desnude?. — preguntó besando el inició de sus labios.
—Hazlo... — pidió en un débil susurro.
Y cómo si fuera una orden de vida lo hizo. Deslizó completamente el vestido por la mitad de su cuerpo hasta dejarlo en el piso. Observó las últimas prendas que cubría su cuerpo; les restó importancia pues sabía que ella sola se las quitaría.
La acostó debajo de él en el suelo, tratando de no aplastarla con su peso, comenzó nuevamente a besarla solo que esta vez fue un poco más salvaje. Los largos cabellos negros caían como una cascada hacía el piso de madera y algunos se queban sobre la espalda del hombre; el cual comenzaba a amasar uno de los pechos de la chica como si masa de pan se tratase. Suaves y placenteros gemidos se escuchaban de la boca de Kagome la cual ya había perdido la cordura y la cabeza.
La luna nueva se en un hueco del veía en uno de los huecos del techo, estaba casi en la cumbre del cielo. Pronto Sesshomaru dejaría de ser humano y se convertiría en un demonio nuevamente.
—Apúrate. — articula la azabache. —Falta poco para que te vuelvas a trasformar. — dijo. Para ese entonces ya ambos amantes estaban desnudos.
—No me voy sin antes sentir tu interior. — dijo en voz baja.
Kagome comprendió lo dicho y enredó las piernas en la cadera contraria; retrayéndolas hacía su intimidad y sintiendo como el miembro de Sesshomaru rozaba y reaccionaba en su entrada.
—¿Segura que quieres esto?. — le preguntó.
—Ya no puedo volver para atrás y arrepentirme. — sonrió para él.
—No me queda tiempo; tendré que hacerlo de una sola estocada. Puede que te duela.
—No me importa, hazlo.
—“Perdóname... Cariño”. — la profanó; entró en ella con la mayor de las rudezas.
—¡Ahh!... Sessho...maru. — gritó de dolor y placer. Su virginidad se había ido y por primera vez sentía la curiosidad de ser amada por ese demonio. —Te amo. — confesó.
—También te amo, pequeña. — salió de ella y como rayo se volvió a vestir.
—Tengo que irme, volveré a verte pronto. — dijo y la cubrió con su capa y besarla por ultima vez en los labios. Luego se fue.
Lo último que vio esa noche fue el cabello de Sesshomaru cambiar de negro a blanco. Cerró los ojos tranquila y se dispuso a dormir un rato; luego se iría a su casa.
•••
No quiero Perderte.
Pero Nuestro Destino es Morir.
¿Porqué Ambos tenemos que
Sufrir?.
Voy a Lamentarme cada noche haberte Conocido.
Porque si eso no hubiese Ocurrido.
Los Dos seguiríamos aún Vivos.
—¿Mm? ¿Luna roja? Que raro. — menciona el padre mirando la luna rojiza que se presentaba en el cielo.
—¿Qué pasa con eso?. — pregunta la madre.
—Cuenta la leyenda que solo hay luna roja una vez cada mil años y esto solo ocurre cuando un demonio o espíritu odiado muere.
—¿Crees que el demonio del bosque muera hoy?.
—Esperemos eso. — susurra y esta vez observa el bosque.
•••
—Oye Sessh. — llama una Kagome sonriente y curiosa.
—¿Qué pasa? ¿Tienes frío?.
—No, no es eso. Quería pregutarte el porqué solo sales cada diez años de este bosque y no todas las noches.
—Tú no lo sientes pero... La energía espiritual que rodea todo el bosque me impide salir todas las noches.
—¿Y porqué a mí me lo permite?.
—Porque eres una humana.
—Ahh... Ya veo.
—Mmm, ya ves. ¿Que tal si ves otra cosa? Cómo por ejemplo: yo desnudándose. — dice y comienza a besarle el cuello con sutileza.
—Me parece bien. — contesta pícara.
Mientras que ambos amantes se demostraban amor; la luna roja se iba asomando en el bosque. El viento empezó a soplar más fuerte y algunos árboles se iban quedando sin hojas.
«Sesshomaru déjala ir. ¡Es peligroso»
Se le escuchó decir a un espíritu que se hacercaba a los cuerpos enredados en lascivia y amor.
—¿Karan?. — se levantó alarmado el peliplata; mirando a todos lados en busca del espíritu mencionado.
«Déjala ir o morirá, Sesshomaru. Ambos morirán si ella no se va ahora.
—¿Karan donde estás? ¿Qué significa lo que dices?. — dijo comenzando a vestirse; Kagome también lo hacía.
«La luna roja. Ella tiene que irse lo la profecía se cumplirá»
«Déjala ir, Sesshomaru»
«Déjala ir»
«Déjala ir»
«Déjala ir»
—Sesshomaru...
—Kagome huye.
—Pero...
—No se de que demonios me advierten pero si tienen esa insistencia en que te vallas entonces debe de ser grave.
—Sesshomaru tus ojos...
—¿Qué pasa?.
—Se están volviendo rojos.
—¿Qué?.
¿En que momento me dejé Llevar por mis instintos de Cazador?.
Te Pido que Huyas pero No lo Haces.
Me Advierten que Moriré pero junto a Ti.
Huye mientras Puedas.
¿O prefieres Morir?.
¿Morirás al lado de este Demonio tan vil?.
«¡No mires la luz!»
—“¿Qué luz?. Karan ayúdame. Me duele el pecho, la cabeza me arde y no puedo controlar mi cuerpo”.
—¡Sesshomaru no!. — grita Kagome; recibiendo el ataque de las garras de Sesshomaru en su cuerpo. —“¿Por qué?... Sesshomaru... Recuérdame. — cae en el suelo sin vida.
—¿Kago...me?. Karan... ¿Qué hice?... ¿Qué me pasa? ¿Que estoy sintiendo? ¡¿Por qué la he matado, Karan?!. Karan...ayúdame.
«Lo lamento, Sesshomaru, esto se sabía que iba a pasar. Tu destino ahora es morir junto a ella»
—¿No puedo salvarla?.
«No, no puedes hacerlo. Sesshomaru te he dicho muchas veces que eres un demonio, no un dios»
—Kagome... Perdóname. — susurra y levanta su espada para luego clavarla en su pecho. Una mueca de dolor se hizo presente en su rostro. —Te amo, Kag. — dice y cae en el suelo mientras su alma se desprendía de su cuerpo.
•••
Después de tres días de búsqueda de la joven azabache; los aldeanos se adentraron al bosque y la encontraron muerta al lado del demonio que les arrebató la vida a muchos de ellos.
Los familiares de la joven lloraron frente al cuerpo de su hija y se preguntaban: ¿Por qué Kagome se entregó a aqueo demonio despiadado?. La respuesta... Nunca la tuvieron. Y mientras continuaban llorando ambos cuerpos muertos eran quemados por el fuego.
•••
Desde entonces nunca más ha habido un demonio que asechara en el bosque. Y también desde ese día se escuchan las risas de dos amantes en el viento.
Quién diría que una humana inocente podría amar a un cruel demonio.
•••
Fin.
By: Mary__🌸
Bye, bye.
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