Depresión.
Coloco mis audífonos y permito que la música haga el amor con la decepción que inunda mi corazón. Sus dedos dibujan la silueta del chelo que resuena en mi cerebro envenenado por mis propios pensamientos. Notas altas huyen entre la falda de Depresión, las manos esqueléticas del final corren bajo el sostén del dolor en mi pecho y rompen sus costillas derrumbando el edificio de mi cuerpo.
Soy la muerte
esperando su final.
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