Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

01| UN CURIOSO SUEÑO

En algún momento de la noche con el imaginario, pero estrepitoso sonido de un vidrio cayendo al suelo, Taehyung se despertó, abrió los ojos de golpe y se levantó de un salto para limpiarse las lágrimas que entre sueños derramó. Desconsolado y en absoluta soledad, lloró por la nítida imagen de aquel horrible sueño que comenzó a atormentarlo noches atrás, donde se veía a sí mismo perdiéndolo todo por su impertinente curiosidad, por un deseo que iba más allá de lo estrictamente permitido en su vida marital, y la fraternal relación que había mantenido por años con Jungkook. Su gran amigo Jungkook.

Ante tanto escándalo, HyeIn, la mujer con la que unió su vida en matrimonio un par de meses atrás, aquella que al igual que Jungkook, fue una gran amiga durante la universidad, entró despavorida a su habitación, con el pijama puesto y el cabello escondido en un gorro de seda; luciendo tan hermosa que ni siquiera su rostro desfigurado por la angustia que le provocó verlo en tan desolado estado pudo opacar su brillo.

—¿Qué sucedió? —le preguntó ella, acercándose rápidamente a limpiarle el rostro y ayudarlo a tomar asiento al borde de la cama—. ¿Estás bien? ¿Tuviste una pesadilla?

Su dulce rostro y el arrullo de su melódica voz, devolvieron a Taehyung a la dolorosa realidad. Entre suspiros y aún con la vista nublada por la sal acumulada en sus ojos, la miró con cariño, pero al mismo tiempo, con cierto recelo. En su pesadilla de antaño, HyeIn era una sensata y gentil señorita de buena familia, la mujer más deseada entre los hombres, y el más grande amor de su querido amigo Jungkook; un hecho irrefutable incluso en la actualidad y sin los matices creados por la ficción de su inconsciente. Sin embargo, su historia seguía inconclusa, y tomó ese repetitivo sueño como un mal augurio del que le era casi imposible escapar, pero que estaba dispuesto a modificar, incluso si con ello lastimaba el blando corazón de su no tan amada cónyuge.

—Creo que me equivoqué, —admitió Taehyung en un susurro, descolocado a su esposa por completo—. Me equivoqué, HyeIn. Perdóname.

—No te entiendo, —respondió mordiéndose los labios, ahogando el sollozo que tenía semanas enteras retenido en su pecho—. ¿A qué te refieres?

—A todo, —dijo exasperado, enredando sus cabellos húmedos por el sudor entre sus dedos—. Yo… Yo me equivoqué, fui imprudente e impulsivo. Nos casamos hace meses y no hemos podido dormir juntos ni una sola vez. ¿Por qué?

—¿Es lo normal, no? —, suspiró. Se sentó a su lado y lo atrajo a su pecho y comenzó a acariciar su rostro—. Es natural que un matrimonio joven se tome su tiempo para conocerse. No te has equivocado, esposo, sólo no es el momento. ¿Te parece si lo hablamos por la mañana con más calma? Es muy tarde ya, intenta dormir un poco.

Al no recibir más respuesta que el desvanecimiento de su agarre y el notorio cambio en su respiración, HyeIn le dejó un sonoro beso en la mejilla, una melancólica caricia que expresó el apabullante dolor en su corazón y una sonrisa fingida antes de dejarlo solo nuevamente.

Con la cálida sensación de sus labios en su rostro, Taehyung levantó la mirada y la vio salir de la habitación, la vio alejarse lentamente hasta que su figura se perdió en la oscuridad y el silencio volvió a invadirlo. En ese momento sus pensamientos lo atacaron con brutalidad y el cosquilleo en sus manos fue el principio de lo que parecía sería una noche más en vela, valiosos minutos desperdiciados de sueño, de calidez y tranquilidad que pudo haber pasado con la persona a la que realmente amaba, pero que recientemente había aceptado.

Atrapado en el torbellino de sus emociones, pero decidido a emplear un plan de acción para evitar vivir un fatídico destino, se debatió una y otra vez el porqué de su sentir, la incomodidad de verse tan confundido ante los sucesos de su vida, el silencio de su amigo y la indiferencia de la fue víctima.

Genuina y sinceramente se preguntó si Jungkook estaba tan enamorado de ella como para alejarse de su vida sin decir nada, para romper su palabra a cambio de un honor que no quería; o si quizás su amistad siempre fue tan frágil como para permitir que se romperse con tanta facilidad.

Ante tantas preguntas con respuestas inconclusas, y en un acto característico de imprudencia, tomó su teléfono y marcó su número, sin importarle que eran horas poco prudentes para atender una llamada, pero también, sintiéndose ansioso por escuchar su voz.

Un par de timbres después en los que el tiempo corrió con excelsa lentitud, Jungkook finalmente atendió la llamada. Su voz adormilada lo sacudió, tanto que, la piel desnuda de su torso y brazos se erizó y sus dientes apresaron su pulgar con fuerza.

—¿Te desperté? —le preguntó Taehyung, aun cuando sabía cuál sería su respuesta.

Lo hiciste, —le dijo entre bostezos, pero bastante atento por la extraña actitud de su amigo—. No sé si no te has dado cuenta, pero pasa de la medianoche. ¿Estás bien?

—Jungkook… —musitó al ponerse de pie, caminando en círculos por un buen rato hasta que finalmente decidió salir a tomar un poco de aire al pequeño balcón, donde el cielo nocturno lo saludó—. Amigo, creo que me equivoqué.

¿De número? —se burló Jungkook desde la otra línea—. En serio, amigo, ¿estás bien? ¿Le sucedió algo a HyeIn?

Los labios de Taehyung se torcieron ante la mención de su esposa. Apretó los puños sobre el barandal y miró hacia el cielo para evitar que sus lágrimas cayeran por sus mejillas. Antes de poder responder apropiadamente, se tomó la libertad de recordar los más bellos momentos que había pasado junto a Jungkook; entre tantos que tenía marcados como sus favoritos, eligió el día que lo conoció, el momento exacto en el que el un pequeño de cabello tan negro como azabache apareció frente al portón de la casa de sus padres a pedir que le devolviera la pelota que había volado desde el otro lado de calle. Con una de sus características y singulares sonrisas, Taehyung prometió devolverla, únicamente si aceptaba jugar con él. Desde aquel verano, veinticinco años habían pasado, y aunque compartieron hermosas vivencias, en ese momento no eran más que desconocidos compartiendo amenos recuerdos.

—¿Por qué me preguntas por ella cuando soy yo quién te llamó? —inquirió con molestia, arrancándose furioso el pellejo antes mordisqueado de su dedo—. ¿Es verdad que la amas? ¿La amas más que a mí?

Hubo un silencio escalofriante, tan sofocante que Taehyung temió escuchar una afirmación a su pregunta.

No, —respondió Jungkook en un murmullo que fue apenas perceptible para el castaño—. No la amo más que a ti.

—¿Entonces por qué no llamas? —Aunque sonrió por su respuesta, su voz salió quebrada y sus lágrimas retenidas brotaron silenciosas por sus mejillas irritadas— ¿Por qué no me visitas? Antes éramos inseparables…

Antes no estabas casado, —lo interrumpió tajantemente—. Ya te lo he explicado. ¿Cómo nos vería la gente si te visito con la misma frecuencia que antes estando tu esposa presente? Te cuido de las habladurías. Nos cuido a ambos.

—¡Al carajo la gente! ¡Al carajo HyeIn! —, exclamó furioso, soltando un puñetazo al aire—. De haber sabido que casarme con ella significaba alejarme de ti, jamás lo hubiera hecho.

No estás pensando con claridad, amigo, y lo entiendo, son las dos de la mañana, —recalcó el azabache mientras bostezaba— ¿Por qué no vuelves a la cama y duermes un poco? Quizás mañana podamos hablar con más calma…

—¿Puedo ir a verte ahora? —prefirió preguntar Taehyung, sintiendo un pinchazo recorrerle el pecho por escuchar de sus labios exactamente las mismas palabras que le dijo HyeIn minutos atrás—. Te echo de menos.

—¡Por supuesto que no puedes! Taehyung, ahora tienes una esposa, pasa tus noches con ella, campeón. Te prometo que en las próximas fiestas nos tomaremos una copa.

—No te creo, —le recriminó mordaz, dándose la vuelta en busca de alguna prenda decente para cubrirse del clima húmedo de su ciudad—. Prometiste visitarme dos veces por semana y comer aquí en las fiestas, ¿lo hiciste? ¡Por supuesto que no lo hiciste!

Estuve ocupado…

—Claro… —murmuró entre suspiros. En ese momento estuvo a punto de rendirse, de quitarse la camisa blanca que había elegido y cortar la llamada cuando recordó un dato importante de su sueño, y aunque a consciencia le parecía una ridícula idea, no encontró mejor solución para acercarse nuevamente a él— ¿Qué pasaría si te contara la sospecha que me atormenta desde hace días? ¿Me creerías si te dijera que HyeIn me es infiel? —indagó curioso. Por su silencio, supuso que su amigo había mordido el anzuelo, así que se colocó el primer abrigo que encontró entre sus trajes finos y salió de su habitación con las llaves en sus manos— ¿Aun así despreciarás a tu amigo?

En ese caso… —suspiró rendido—. Te estaré esperando con un vaso de tequila.

Con una alegre sonrisa Taehyung asintió pese a saber que no podía verlo.

—Preferiría que me recibieras con un beso.

A sabiendas del sermón que se aproximaba por bromear de aquella forma, el castaño cortó la llamada antes de que pudiera decir algo. Guardó su teléfono en el bolsillo de sus pantalones, se aseguró de llevar su billetera y tomó la manija de la puerta dispuesto a salir, pero antes de hacerlo se giró para mirar la habitación de su esposa y caminó con cautela hacia esta. Se adentró a hurtadillas, agradeciendo por esa lámpara de noche que siempre permanecía encendida, y sonrió. Fue un gesto genuino que brotó al verla dormir tranquilamente, respirando pausada, con ese brillo excepcional que exudaba su simple existencia.

Sus manos picaban por acariciarle el rostro, pero, y como venía siendo desde su unión, se abstuvo de hacerlo. Suspiró una vez más, invadido de cobardía y remordimiento a sí mismo, apretando las manos y mordiéndose los labios cuando se encaminó hacia la salida con el mismo cuidado de antes, sin saber que HyeIn abrió los ojos en cuanto cerró la puerta y se sumió en un llanto desgarrador por su constante ausencia, por las promesas rotas y el evidente cariño que le tenía a Jeon Jungkook.

≪≪≪≪≪≪ °❀° ≫≫≫≫≫≫

Un par de minutos andando por las románticas, pero desoladas calles de Florencia, la casa en la que Jungkook creció lo recibió con las luces encendidas; lo que provocó en él una calidez inigualable, una esperanza y valentía que difícilmente lograrían salir de su cuerpo. Sin ser consciente de ello, se miró en el espejo retrovisor, peinó su cabello enmarañado y acomodó su ropa cuando por fin decidió salir del vehículo.

Por la confianza y frecuencia con la visitaba su casa antes de su matrimonio, Jungkook le indicó donde escondía las llaves de emergencia, así que, con esa idea en mente, rebuscó entre las plantas que adornaban el portón las llaves de la casa; encontrándolas fácilmente, por supuesto,  pero antes de que pudiera hacer uso de ellas, Jungkook abrió la puerta para él, mirándolo dudoso, examinado su aspecto un tanto exagerado para la hora que era, pero que, sin lugar a dudas, le robó el aliento.

—¿Quieres pasar? —preguntó el azabache desde el interior de la casa, asomado por la abertura de la puerta. Notándose avergonzado por el pijama azul que llevaba puesto, pero haciéndose a un lado para abrir la madera de par en par para dejarlo ver la mesa servida a sus espaldas—. Conseguí el tequila que te prometí.

—¿No me darás un beso? —inquirió Taehyung con una sonrisa socarrona, encantado por lo lindo que se veía su amigo con el rostro hinchado y las mejillas sonrojadas por su presencia—. No estaba bromeando, querido amigo. Yo nunca bromeo cuando se trata de besos.

Jungkook arqueó una ceja ante su comentario, rodó los ojos hasta dejarlos en blanco y palmeó su hombro para hacerlo entrar.

Tras quitarse el abrigo, ambos amigos ya sentados y con su bebida en las manos, se miraron con melancolía, uno un tanto más contrariado que el otro por lo evidente que era el cambio en sus vidas, y, por supuesto, en su larga relación, pues el silencio que los envolvió estaba lejos de parecer reconfortante.

—¿Por qué has venido? —preguntó el azabache en un suspiro, queriendo llegar directamente a lo que le interesaba saber— ¿Es verdad lo que dijiste de tu esposa?

—Te lo dije, te echo de menos, —evadió con audacia, mirando los cuadros renovados a su alrededor, aquellos que tenían la firma del hombre sentado frente a él.

—Taehyung, —le recriminó cuando noto su nerviosismo.

—Jungkook… —replicó el castaño empleando el mismo tono de voz, pero mirándolo con un brillo que el aludido no supo descifrar.

—¡Ya basta! —gritó exasperado, demostrando su frustración por medio del golpe que le dio a la mesa—. Ya basta, Taehyung. ¿Te arrepentiste de haberte casado con ella? ¿No crees que es un poco tarde para eso? Entiéndelo, amigo, piensa en ella como un bello armiño al que finalmente lograste cazar después de perseguirlo por años. Ella te ama, y tú estás siendo un imbécil egoísta.

—Tienes razón, —admitió el aludido, apretando los dientes hasta hacerlos rechinar—, soy un imbécil egoísta que creyó amar a la mujer con la que me casé. Lo soy por no haberme dado cuenta de lo mucho que iba a lastimarte el hecho de hacerla mi esposa aun cuando ya sospechaba que la amabas. Soy un asqueroso egoísta por quererte de vuelta en mi vida, pero lo soy aún más, porque deseo que la persona con la que despierte cada maldita mañana seas tú, Jungkook. Te amo a ti.

—No sigas, —le suplicó Jungkook mientras negaba.

—No quiero parar. —En un intento por mantener intacta su valentía, bebió de un trago el líquido de su vaso. Se levantó de su asiento y rodeó el pequeño comedor hasta que estuvo frente a él—. Tuve un sueño, éramos tan amigos como lo fuimos en el pasado, y aunque nuestra ropa era estúpidamente incomoda y anticuada, vi en ti lo mismo que puedo ver ahora. Durante todos estos años que hemos sido amigos, el sentimiento que me provoca rozar sus manos me resulta avasallante, tu sonrisa me llena de vitalidad y escuchar tu voz me motiva a continuar. Fui ciego, negué mis sentimientos, pero no estoy dispuesto a retroceder, no cometeré el mismo error que he cometido en mis sueños; incluso si la simple idea de nosotros siendo algo más que amigos te resulta repugnante, no me retractaré, aceptaré tu decisión y continuaré mi vida con el inmenso dolor de haberte perdido.

Jungkook no supo en qué momento de la inesperada confesión, Taehyung le tomó la mano, y realmente no se sorprendió de no querer apartarlo, y mucho menos, de que la idea de ellos juntos no le provocara repudio. Quizás se debía al par de tragos que bebió mientras lo esperaba, o tal vez, él también compartía el mismo sentimiento, el mismo cariño que iba más allá de lo fraternal, del melancólico recuerdo de su niñez y adolescencia.

Después de pensarlo un rato concluyó que era la segunda opción su oscura verdad, y se encontró deseando que su amigo comprendiera el significado detrás del brillo de sus ojos, el mensaje oculto en la pequeña sonrisa que se asomó, la verdad de su amor en cada lágrima derramada.

—¿Qué dices? —volvió a hablar Taehyung—. ¿Existe la posibilidad de un tú y yo? ¿Te parece si a parte hoy, comenzamos a formar un nosotros? —Ante un nuevo silencio la ansiedad se apoderó de sus sentidos. Sus piernas flaquearon y cayó de rodillas al suelo, dándole así la oportunidad perfecta para aferrarse a sus muslos, donde lloró con mucha más intensidad—. Dime algo, Jungkook, me muero de curiosidad por saber qué piensas.

—No es mi intención sugerir que esto pasará, pero si lo hiciera… —murmuró, sus manos se movieron por la espalda ajena y culminaron su viaje en sus cabellos—. Si yo sintiera lo mismo por ti, ¿qué pasaría con HyeIn?

Esperanzado por su respuesta, Taehyung se atrevió a besar el dorso de cada una de sus manos, sonrió pese al llanto que parecía no darle tregua y levantó la mirada para encararlo, para intentar descifrar si lo que acababa de escuchar era producto de su imaginación, o sí realmente estaba sucediendo..

—No invoques su nombre, —respondió—. Pero si tanto te preocupa quiero que sepas que haré las cosas bien, hablaré con ella y le contaré toda la verdad, le pediré el divorcio e iré con nuestras familias a disculparme por la vergüenza que les haré pasar. Estoy dispuesto a esto y muchas cosas más, por la promesa de tu amor.

—¿Todo esto lo dedujiste por un sueño? —le preguntó el azabache soltando la tensión acumulada en una pesada exhalación.

—No tienes idea de lo impertinente que puede llegar a ser mi curiosidad, incluso en mis sueños, — respondió entre risas—. Así que dime, por favor. ¿Pensarás en un nosotros?

Con una de sus manos acunando su rostro, Jungkook se tomó un tiempo para darle una respuesta, para jugar con la evidente y creciente ansiedad en el hombre arrodillado a sus pies. E igualmente tratando de adivinar si no era esto una sucia jugarreta creada por su imaginación.

Un par de pellizcos en sus piernas y los posibles escenarios a enfrentar, me dieron el valor suficiente para aceptar aquello que por años había deseado.

—Me has estado malinterpretado todo este tiempo, Taehyung, —comenzó a contarle—. Yo nunca miré a HyeIn como algo más que una amiga, admito que es la mujer más bella que he conocido, pero creo que desde siempre he estado enamorado de ti. Deje de frecuentarte porque me dolía verte con ella, me partía el corazón verte siendo feliz con alguien más que no fuera yo, así que, ahora que lo sabes, ¿estás dispuesto a perderlo todo por mí? ¿Puedes asegurarme que no cambiarás de parecer una vez que te diga un »sí«?

Taehyung asintió de inmediato. La pesadumbre del intoxicante secreto de su amor se desvaneció lentamente cual arena entre sus manos, y en cambio, su pecho se llenó de una dicha incontenible, una felicidad exorbitante que lo dejó volando alto.

—¿Cómo podría arrepentirme, mi amor, si eres tú lo único que necesito para poder vivir? No me creas tan poco honesto, pues te aseguro que mis acciones hablarán por mi, te demostraré que puedes confiar en mis sentimientos. Te he elegido consciente y libremente, y prometo que nos faltará vida para amarnos.

Enternecido por su apasionado monólogo, Jungkook no tuvo más remedio que acceder a su petición, se entregó en cuerpo y alma a esa promesa que parecía tan sólida y firme como el tronco en su jardín que tenía sus nombres gravados.

—Ahora, como tu novio, quiero hacerte una petición. —Taehyung accedió sin rechistar, y él se rió por su imprudencia—. Mañana mismo irás tú solo a enfrentar a HyeIn, y no permitirás bajo ninguna circunstancia que se atreva a poner un pie en esta casa. La aprecio muchísimo, y aunque no lo creas, estoy apenado por todo lo que estamos por hacer, sin embargo no voy a arriesgar mi integridad física. Lo que tiene de hermosa lo tiene de fiera.

Igualmente acongojado por la inevitable guerra que estaba por comenzar Taehyung le dio la razón, accedió a su petición y admitió abiertamente el miedo que le tenía a la noble mujer, no obstante y debido a la euforia del momento, hizo a un lado cualquier sentimiento ajeno a lo verdaderamente importante en ese preciso momento. Se levantó del suelo con una sonrisa preciosa adornando su varonil rostro, y tomó a su amado por la cintura para obligarlo a ponerse de pie, y posteriormente girar sobre su propio eje con él en brazos, besando sus mejillas con cariño y gratitud, regocijándose internamente por su victoria, por librarse de ese fatídico destino que tanto temió enfrentar.

Una vez más tranquilos, con la sangre volviendo a circular con normalidad por sus cuerpos, fueron conscientes del romanticismo y la sinceridad que danzaban alegres en la atmósfera. Ambos con los pies sobre el suelo, pero con sus brazos enredados en sus cuerpos, volvieron a mirarse a los ojos, y descubrieron lo cerca que estaban del otro. Pudieron sentir sus respiraciones mezclarse, sus corazones llamarse con palpitaciones sincronizadas y las parvadas revoltosas de aves multicolor sacudiendo su interior.

Taehyung, con un nuevo récord en valentía, se acercó lentamente a sus labios, dejando una sutil caricia que les arrebató el aliento y avivó las ardientes llamas del deseo.

—Te lo advertí, —susurró sobre sus labios—. Yo nunca bromeo cuando se trata de un beso.

En ese momento, con el alfabeto olvidado y la capacidad del habla enterrada en su subconsciente, sellaron su destino con un primer beso, tan lento y gentil que provocó a las aves planear con libertad por el vasto cielo, y saciar aquella impertinente curiosidad que tenían el uno por el otro.

Sus vidas no volvieron a ser las mismas, mejoraron de sobremanera, y finalmente dejaron de ser los más grandes amigos, para convertirse en excelentes amantes.

Fin.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro