Capítulo 35: La Batalla de Mereen Parte 2
NOTA IMPORTANTE: En cierto punto de este capítulo, podrán escuchar música de ambientación que no es de mi propiedad. Es propiedad pura y exclusiva de su autor, el cual pueden encontrar en el mismo video de Youtube asociado a la música. Por lo que todos los créditos van completamente hacia él.
Daenerys
"Algo no está bien......"
No pudo evitar pensar, teniendo un mal presentimiento, mientras miraba las grandes murallas de la ciudad de Mereen. Su ejército había arribado finalmente a la gran ciudad, luego de un largo viaje. El camino que habían estado siguiendo desde Astapor terminaba a las puertas de la gran ciudad y a ambos lados del terreno se alzaban empinadas colinas, dejando 1 solo camino tanto de entrada como de salida. Habían logrado tomar Yunkai sin derramamiento de sangre, ya que la ciudad se había rendido al verse superados en número. Sin embargo ella no podía evitar pensar que había sido demasiado fácil, aunque tal vez solo fueran imaginaciones suyas y se alegraba de no haber perdido hombres.
Permanecieron en esa ciudad un par de días, poniendo las cosas en orden, asegurándose de liberar a todos los esclavos y que los Amos fueran castigados. Luego de eso continuaron su marcha hacia Mereen, dejando el control de Yunkai a un consejo de hombres sabios, como había hecho con Astapor. Sin embargo sabía que Mereen sería el verdadero reto en su cruzada por liberar a todos los esclavos de Essos. La ciudad era 3 veces más grande que Astapor o Yunkai y albergaba a la mayor cantidad de Amos y soldados de la región. Sin embargo, Daario Naharis conocía un estimado de la cantidad de soldados dentro de la ciudad y había estado presente en sus reuniones de estrategia, previo al asedio, aportando dicha información. Calculaban que tendrían al menos el doble de soldados que Mereen, por lo que en caso de una batalla tenían muchas posibilidades de ganar. A pesar de eso Ser Jorah había sugerido que, en caso de verse superados en la batalla, usaran sus 3 dragones como último recurso, pero ella se había negado a ese plan:
A pesar de que Drogon había sido clave en la obtención de los 3000 soldados inmaculados y en su conquista de Astapor, tanto él como sus hermanos Viserion y Rhaegal aún eran pequeños y débiles para tratarse de dragones. Si bien podían volar libremente y lanzar fuego para atacar, sus escamas aún eran débiles y gran parte de su piel aún estaba al descubierto. Bastaría solo un golpe de mala suerte y 1 ballestero con buena puntería en las murallas de Mereen, para asesinar a alguno de ellos en el aire. Quería protegerlos, pues para ella no eran armas si no sus propios hijos. Además de que Daenerys aún no estaba segura de poder controlarlos bien y temía que en el caos de la batalla, ellos se desviaran hacia la ciudad y comenzaran a hacerla arder en llamas, sembrando caos y destrucción. De ocurrir eso, ella estaría asesinando a las mismas personas que intentaba liberar del yugo de los Amos y no podía permitir eso.
Por ese motivo, tenía a sus 3 dragones enjaulados y la jaula se encontraba dentro de una carreta cercana. La carreta estaba tapada con una lona, ya que no quería que los dragones vieran el fragor de la batalla y se alteraran. Sabía que si ponían el empeño suficiente, incluso con su tamaño pequeño, existía la posibilidad de que pudieran romper la jaula y liberarse, por lo que no quería darles motivos para hacerlo.
En esos momentos se encontraban a solo metros de las grandes murallas de Mereen. Fuera de estas y frente a ellos, se encontraba en formación un pequeño ejército, como aparente última línea de defensa de la ciudad. Todos vestían el mismo uniforme de color negro oscuro, por lo que era, para Daenerys, era sencillo distinguirlos de sus propios hombres. En el fondo, la chica tenía la vaga esperanza de que también podría tomar la ciudad sin derramamiento de sangre, como en Yunkai, pero sabía que era demasiado inocente pensar eso. Ese era el último bastión de los Amos, quienes torturaban a sus esclavos de las peores formas posibles solo por diversión. Estaba claro que no iban a caer sin pelear. Aunque en el fondo seguía teniendo un mal presentimiento, ¿porqué pondrían a un ejército tan pequeño a la defensa de la ciudad más importante para ellos?.
-Parece que no esta vez no podrá tomar Mereen de forma pacífica, Khaleesi.-
Le dijo Ser Jorah Mormont, confirmando sus propios pensamientos, estando de pie a su derecha. La chica suspiró levemente, aunque esperaba ese desenlace.
-Eso parece, pues si esos soldados deciden morir protegiendo a hombres crueles y tiranos que no levantarían ni un dedo por ellos.....entonces que así sea.-
A su izquierda se encontraban Daario Naharis, comandante de los Segundos Hijos y Gusano Gris, comandante de los Inmaculados. En los días previos a su llegada se había reunido con ambos y con Ser Jorah varias veces, para planear una posible batalla a las puertas de Mereen. Habían decidido que los Inmaculados irían primero, siendo la fuerza principal de ataque. Seguidos por los Segundos Hijos. Los Dothraki serían una fuerza de apoyo, ya que quedaban pocos a su lado, luego del infierno por el cual habían tenido que pasar para llegar a Qarth. Ella permanecería allí, cerca de la carreta con sus dragones, custodiada por Ser Jorah y por los Dothraki que serían la fuerza de reserva de su ejército. A su lado también estarían sus doncellas Dothraki, Irri y Jhiqui y Missandei. Su nueva doncella y traductora, que había salvado de los abusos de su Amo en Qarth y a quien había dado la bienvenida a su servicio. A pesar de llevar poco tiempo juntas, ella ya le había tomado cariño a la pobre chica y se alegraba de haberla conocido y salvado.
Finalmente Daenerys se volvió hacia ambos comandantes de su ejército.
-Comiencen. Denles muertes rápidas y sin dolor, pues esos hombres solo siguen órdenes de los Amos.-
Ambos asintieron y Daario le guiñó un ojo, dirigiéndole una de su típicas sonrisas socarronas.
-Le avisaré cuando la ciudad sea suya.-
Gusano Gris volteó hacia los inmaculados que estaban formados de forma impecable.
"Dovaogēdy! (Inmaculados!)"
Los 3000 soldados respondieron al unísono y en perfecta sincronía, alzando sus lanzas con un grito. Y liderados por Gusano Gris, se lanzaron al encuentro del ejército enemigo. A su vez, Daario miró a los Segundos Hijos, que ahora estaban todos a su mando.
-ATAQUEN!!!!-
Gritó y ellos también corrieron tras los inmaculados, aunque con más desorden y menos elegancia. Segundos después la batalla había comenzado, pudiéndose escuchar los gritos y sonidos de acero chocando frente a las puertas de Mereen. Durante los minutos siguientes, la batalla transcurrió con brutalidad. Daenerys no podía ver todo su progreso desde su posición, pero notaba como sus fuerzas poco a poco avanzaban más hacia las puertas de la ciudad.
-Parece que terminará pronto.....-
Dijo Ser Jorah, aunque ella no respondió. Por algún motivo seguía teniendo una corazonada de que algo no estaba bien y de que esa batalla estaba lejos de terminar.......minutos después, eso se cumplió.
De pronto, las grandes puertas de Mereen, comenzaron a abrirse. Al principio Daenerys pensó que al ver a su línea de defensa siendo masacrada, la ciudad finalmente había decidido rendirse. Pero esas esperanzas fueron aplastadas minutos después, al ver como otra hilera de soldados vestidos de negro, llegaba corriendo a través de ellas:
Cientos y cientos de soldados salían desde Mereen para reforzar la línea de defensa, haciendo frente a los Inmaculados y Segundos Hijos. Además, desde las altas murallas de la capital, comenzaron a surgir ballesteros y a disparar contra el ejército de Daenerys.
-Aquel grupo era solo carnada.....querían atraerlos hacia las puertas, para emboscarlos ahí.-
Dijo Daenerys, maldiciéndose internamente por no haber hecho caso de su corazonada de antes. Ser Jorah, quien había estado observando la batalla con preocupación, se volvió hacia ella.
-Khaleesi, hay que sacarlos de ahí. Si continúan en esa posición, pronto serán rodeados.-
Sin embargo, parecía que Daario había tenido el mismo pensamiento. Ya que, instantes después, escucharon su voz gritando órdenes a la distancia, alzándose por encima de los gritos de la batalla.
-REPLIÉGUENSE!!, REPLIÉGUENSE!!-
Segundos después, el ejército volvía corriendo hacia ellos. A pesar del caos de la batalla, los Inmaculados mantenían su formación y disciplina impecable, mientras que los Segundos Hijos corrían con desorden. A simple vista Daenerys pudo ver a algunos heridos leves, pero de momento ninguno de gravedad. Buscó a Daario con la mirada, hasta que lo encontró. Tenía la ropa y rostro manchados de sangre, pero no lucía herido y la fiebre de la batalla brillaba con ferocidad en su mirada.
-¿Que ocurrió?.-
Le preguntó Daenerys y Daario confirmó sus sospechas.
-Fue una emboscada, los bastardos nos estaban esperando tras los muros y los ballesteros nos emboscaron desde arriba, aunque los escudos de los inmaculados nos cubrieron a la mayoría a tiempo. Perdimos algunos hombres antes de poder replegarnos, pero si nos reagrupamos con los Dothraki y mantenemos nuestra posición, podremos con ellos.-
Luego el hombre, intercambió una rápida mirada con Gusano Gris, quien asintió y miró a Daenerys.
-Los Inmaculados defenderemos nuestra posición hasta la muerte, mi reina.-
Daenerys no pudo evitar esbozar una triste sonrisa, notando una vez más la característica lealtad de los Inmaculados, a pesar de que la seguían voluntariamente por primera vez en sus vidas.
-Cuento con ustedes, pero tampoco arriesgaré sus vidas en vano, por lo que ordenaré la retirada si la situación se vuelve más peligrosa. A diferencia de los Amos, no enviaré a mis hombres a morir por el ego de no perder una batalla.-
Ambos asintieron y luego ella se volvió hacia su ejército completo, comenzando a dar órdenes.
-Mantengan la formación!, los Inmaculados delante y los Segundos Hijos tras ellos, mi Khalasar serán la línea de apoyo. Ataquen a distancia con arco y lanzas a todos los enemigos que se acerquen!.-
Todo su ejército gritó en entendimiento y se formaron en pocos segundos. Quedando detrás ella, junto con Irri, Jhiqui y Missandei. Ser Jorah lideraría a los Dothraki, al ser la única persona además de ella a quien respetaban.
Daenerys había esperado que el ejército enemigo hubiera perseguido al suyo hasta allí, sin embargo al ponerse en posición, pudieron ver donde estaba este. Por algún motivo se habían detenido a mitad de camino entre ellos y las puertas de Mereen, aunque permanecían en formación.
-¿Que ocurre?......¿están esperando que nosotros carguemos hacia ellos?.-
Preguntó Daenerys, confundida. Daario los observó a la distancia, mientras se mantenía alerta.
-No, planean algo. Primero nos atraen a las puertas para mermar nuestras fuerzas y luego al reagruparnos se mantienen a la distancia. Es como si.....como si estuvieran esperando algo......-
Dijo esto último, casi para sus adentros. Miró a ambos lados del terreno y luego al único camino de entrada o salida, con su experiencia militar trabajando en su mente. De pronto, su expresión se ensombreció, al ser el primero en darse cuenta de lo que realmente ocurría.
-Debemos irnos.....-
Murmuró, para luego volverse hacia Daenerys y gritar.
-Debemos salir de aquí, ahora!!.-
Sin embargo, antes de que ella pudiera responder o ordenar la retirada, comenzaron a escuchar algo en la lejanía. Varios gritos y sonidos de una gran multitud a sus espaldas, pero que se acercaban cada vez más. Todos se dieron vuelta rápidamente, mirando hacia el camino a sus espaldas.......y entonces lo vieron.
Daenerys comprendió finalmente que había caído en una trampa. Y llevado a todos sus hombres con ella:
En el camino, comenzó a surgir un gran ejército que marchaba hacia ellos como un mar de color negro. Hileras e hileras de soldados a caballo y a pie, que se extendían hacia los lados, todos vistiendo el mismo uniforme de color negro oscuro, que los soldados que se encontraban defendiendo Mereen frente a ellos. Desde su posición, Daenerys no podía ver completamente todo el recién llegado ejército. Pero por las miles de filas de soldados que se seguían viendo, perfectamente podrían tener al menos el doble de soldados que ella.
Durante los primeros segundos todos permanecieron congelados. Asimilando la emboscada en la que habían caído y la mortal gravedad del giro que había dado la situación al estar ahora atrapados entre 2 ejércitos. Sin embargo, pronto sus comandantes volvieron en sí, y comenzaron a gritar órdenes para organizar a sus tropas.
-YUNQUE Y MARTILLO!!!, PROTEJAN A LA REINA!!!.-
Rugió Daario, mientras que Gusano Gris golpeó su escudo con su lanza.
-Dovaogēdy!, ezīmagon bē! (Inmaculados!, divídanse!)-
Ser Jorah, se volvió hacia su Khalasar y habló en marcada lengua Dothraki.
-Surron te Khaleesi!, prote mae! (Rodeen a la Khaleesi!, protéjanla!).-
Al instante todo su ejército se movió al unísono, adoptando posiciones defensivas: Los Inmaculados la rodearon por completo, creando un círculo como primera línea de defensa con varias capas de soldados en torno a este. Tras ellos los siguieron los segundos hijos, reforzando aún más el perímetro y engrosando la barrera circular. Finalmente los Dothraki se formaron en la última capa del círculo, aferrando sus arakhs y arcos para atacar a distancia, mientras los Inmaculados y Segundos hijos los cubrían. En segundos, todo el ejército de Daenerys estuvo formado en un robusto círculo, dejándola a ella en el centro, junto con sus 3 doncellas y la carreta con sus dragones. Daenerys notó a Irri, Jhiqui abrazadas entre ellas y a Missandei un poco más apartada, todas la miraban asustadas y temblaban ligeramente. Por lo que intentó esbozar una pequeña sonrisa tranquilizadora.
-Tranquilas......estaremos bien. No podrán entrar al círculo y nuestro ejército ganará....-
En ese momento escuchó el grito de Ser Jorah.
"AQUÍ VIENEN!, MANTENGAN SUS POSICIONES!."
Apenas dijo eso, Daenerys pudo ver que, tanto el ejército que bloqueaba el camino, como el que estaba a las puertas de Mereen, cargaban contra ellos. Los inmaculados alzaron sus lanzas y escudos, los Segundos Hijos alzaron sus espadas y los Dothraki comenzaron a disparar sus flechas contra ambos ejércitos que se avecinaban.
Segundos después, ambos ejércitos chocaron contra el círculo defensivo, y el caos comenzó: Gritos y el sonido de acero chocando se escuchaban por todas partes, además del zumbido de las certeras flechas de los Dothraki surcando el cielo hasta clavarse en algún soldado enemigo. Al principio parecía que la fuerza combinada de los Inmaculados, los Segundos Hijos y los Dothraki, sería suficiente para resistir aquel ataque.
Sin embargo, minutos después, Daenerys comenzó a ver la cruda realidad. La desventaja numérica era evidente y por cada soldado enemigo que asesinaban, otro tomaba su lugar en el asedio contra el muro de Inmaculados. Además, de que estaban atacando el círculo desde todos los lados y Daenerys podía sentir los gritos de varios Inmaculados al ser asesinados y morir, haciendo poco a poco más débil la primera línea de defensa.
-Khaleesi, quédese en el centro del círculo y no se mueva!.-
Le gritó Ser Jorah, con alarma en su rostro, mientras sacaba su propia espada y se lanzaba a defender su posición. Daenerys ya había perdido de vista a Daario y Gusano Gris, pero esperaba que siguieran con vida. Aunque minutos después se dio cuenta de algo más alarmante......sus hombres estaban retrocediendo:
Al verse superados por la cantidad de enemigos y ataques simultáneos, se veían obligados a retroceder, haciendo el espacio dentro del círculo cada vez más pequeño. Sin embargo ella sabía que era solo cuestión de tiempo, para que todos los soldados que estaban alrededor del círculo chocaran entre si y también las aplastaran a ellas, quedando inmovilizados ante el enemigo.......por lo que debía hacer algo.
Dirigió su mirada hacia la carreta donde yacían sus dragones enjaulados. Estaba en el otro extremo del círculo, peligrosamente cerca de uno de los bordes. Daenerys se dio cuenta, con horror, que si el enemigo llegaba a romper la barrera y atacar la carreta, entonces matarían a sus hijos.
"Tengo que liberarlos, si puedo controlarlos y atacan a los soldados correctos, entonces aún podremos ganar esta batalla. Y si no......entonces al menos podrán volar lejos de aquí a salvo, aunque yo muera hoy....."
Pensó decidida y decidió actuar. Sin embargo, apenas había dado unos pasos en dirección a la carreta, cuando muchas cosas pasaron casi al mismo tiempo:
Primero escuchó la voz de Daario, rugiendo desde algún lugar de la batalla.
"ESCUDOS!!!."
Segundos después la cubrieron las sombras de los Inmaculados y Segundos Hijos alzando sus escudos para cubrirse de una lluvia de flechas que comenzaron a impactar contra estos. Daenerys aún intentó llegar hasta la carreta, cubierta por los escudos de su ejército, sin embargo casi enseguida escuchó 2 voces distintas, gritarle con marcado acento Dothraki.
-Khaleesi!!-
-Cuidado!!-
Antes de poder ver que ocurría, fue empujada con brusquedad y cayó al suelo de bruces. Aturdida por el golpe, tardó varios segundos en reponerse y se alarmó al ver sangre en su vestido azul. Sin embargo, al mirar hacia arriba, amplió los ojos con horror ante lo que estaba viendo y darse cuenta de que la sangre no era suya:
Irri y Jhiqui se habían lanzado sobre ella protegiéndola de algunas flechas que habían logrado colarse por los huecos entre los escudos. Irri tenía una flecha atravesando por completo su cuello, mientras que otra flecha atravesaba el pecho de Jhiqui.
-No.......no, no NO!!!-
Gritó Daenerys, mientras ambas colapsaban al suelo. Sentándose, la muchacha colocó las cabezas de ambas sobre su regazo, e intento detener la hemorragia de cada herida, con desesperación. Pero solo consiguió mancharse las manos de sangre, mientras esta seguía manando a chorros.
Tosiendo y entre estertores, las miradas de ambas se clavaron en Daenerys. Irri intentó hablar, pero solo consiguió toser más sangre que salió por su boca y herida en el cuello. Sin embargo, Jhiqui logró murmurar algunas palabras, con voz agonizante.
-Khaleesi........-
Daenerys intentó detenerla, con lágrimas surcando sus mejillas.
-No hables......estarás bien......les dije que estaremos bien.......-
Sin embargo Jhiqui continuó.
-Lo siento.......Khaleesi. Me hubiera gustado......cruzar el Mar Angosto con usted. Me....me alegro mucho de haberla conocido y servido........-
Finalmente sus ojos se cerraron y dejó de existir. Al no poder hablar, los ojos de Irri se clavaron en los de la muchacha, intentando hablarle con la mirada. Segundos después, los ojos de ella también se cerraron y dejó de moverse, también muriendo.
Daenerys permaneció varios minutos sollozando y abrazando los cuerpos sin vida de sus leales doncellas, que habían muerto para protegerla. Mientras que, a su alrededor, la cruenta batalla continuaba teniendo lugar fuera del círculo, que cada vez se hacía más pequeño. Sin embargo al finalmente alzar la cabeza, vio a Missandei, paralizada a pocos metros de distancia. La chica tenía la mirada clavada en las 2 doncellas muertas y temblaba con miedo, al ver como el ejército enemigo estaba cada vez más cerca de ellas.
Daenerys volvió a mirar hacia la carreta con sus dragones, pero ya era demasiado tarde para que pudiera llegar a ella. Aunque la línea de defensa no se había roto, los Dothraki que luchaban y retrocedían, casi habían llegado a ese lugar y si ella corría hacia la carreta podría caer víctima de alguna lanza o espada antes de poder abrir las jaulas y liberar a sus dragones. Además de que sus propios soldados seguían retrocediendo y parecía que la última línea de defensa de su ejército estaba a punto de caer. Si eso sucedía, el ejército enemigo ingresaría en el círculo, separando completamente al suyo, y entonces sería el fin. Tampoco podía ver a Ser Jorah, Daario o Gusano Gris entre todo el caos, por lo que según ella incluso ya podrían haber muerto en la batalla......estaba sola.
Sin embargo, a pesar de todo, ella aún quería hacer algo bueno antes de morir. Dejó de llorar y, apartando con cuidado, los cuerpos de Irri y Jhiqui de su regazo, se puso de pie nuevamente. Luego, camino hasta Missandei y la abrazó, intentando apartar la mirada de la chica, de los soldados que arremetían contra el muro de su ejército.
-Lamento haberte arrastrado hasta todo esto. Lo siento.......solo cierra los ojos.....-
Pudo notar como, a pesar de que Missandei seguía sollozando, esta pareció calmarse un poco, como si también se hubiera resignado a su destino. Mientras que en la zona de la barrera frente a ellas, los soldados enemigos ya casi habían logrado ingresar al círculo donde estaban ambas, con sed de sangre en sus miradas. Finalmente, Daenerys dirigió una triste y desesperada mirada a la carreta con sus dragones enjaulados y un último pensamiento surgió en su mente.
"Mis hijos.......por favor perdónenme, intenté protegerlos......lo siento.......lo siento......."
Una única lágrima volvió a deslizarse por el rostro de Daenerys Targaryen, mientras esta cerraba los ojos, lista para el fin......
Pero de pronto escuchó sonar un cuerno. Al principio se sintió como un sonido lejano, sin embargo con cada segundo fue cobrando más fuerza. Como si quien estuviera soplando el cuerno, lo hiciera con mucha intensidad. Al escucharlo, los sonidos de la batalla fueron disminuyendo, hasta detenerse por completo.
Confundida, Daenerys abrió los ojos y notó que todos los soldados estaban mirando hacia la dirección de aquel sonido, por lo que ella también lo hizo. Sin embargo al girarse, la chica amplió los ojos, sin poder creer lo que estaba viendo:
Descendiendo por la colina a su derecha, un pequeño ejército cargaba hacia ellos con gran ferocidad. Todos iban a caballo pero portaban diversas armas, desde arcos y ballestas, hasta espadas, hachas y arakhs Dothraki. Sin embargo esto no fue lo que dejó a Daenerys atónita, si no 2 cosas.
La primera, era que uno de estos jinetes, cabalgaba alzando un estandarte Targaryen, que podía verse con claridad desde su posición.
Y la segunda, era que este ejército estaba siendo liderado por un misterioso caballero, que vestía una armadura completa de color rojo. El sol se reflejaba en esta haciéndola brillar ligeramente, y fue entonces cuando Daenerys notó que la armadura tenía la forma de un dragón....
Daegon
Minutos antes.....
"¿Acaso esto fue lo que sentiste justo antes del Tridente, Rhaegar......?"
No pudo evitar pensar. Dirigiendo una silenciosa pregunta a su difunto hermano mayor, a pesar de que sabía que no podía responderle. Mirando aquella carnicería desde la cima de la colina, pensaba que tal vez este habría tenido una vista similar antes de cargar en la Batalla del Tridente.
Su pequeño ejército había estado cabalgando casi sin parar durante toda la tarde y noche anterior. Deteniéndose únicamente para comer algo rápido y dormir un par de horas, para luego continuar sin pausa el camino hacia Mereen. Durante todo ese largo trayecto de kilómetros y kilómetros, Daegon estuvo con el miedo constante de tener alguna visión sobre la muerte de su hermana. Sabía que en cualquier momento podría ocurrir y, aunque estaba más cerca que nunca, aún estaría demasiado lejos para lograr salvarla y todo su viaje y esfuerzo habría sido en vano. A pesar de eso, intentaba estar lo más calmado y centrado posible. Sabía que antes, en el primer campamento de mercenarios, había perdido el control, torturando a un prisionero por información sobre el ataque contra su hermana. No se sentía orgulloso de eso, pero sabía que no tuvo otra opción al tener el tiempo en contra. Había visto morir a tantos familiares en el pasado, sin poder hacer nada, que no pensaba dejar que volviera a ocurrir lo mismo con Daenerys, ahora que si podía evitarlo.
Cuando casi llegaban a su destino, vieron los rastros de la marcha de un gran ejército, que supuso era el de Tazal. Por lo que había dado la orden de rodear el camino para inspeccionar la zona, desde una de las colinas. Al hacerlo, se habían encontrado con que habían llegado justo en medio de la batalla.
En ese momento, llevaba puesta nuevamente su armadura roja en forma de dragón. Sin embargo esta vez, planeaba usar la armadura completa en batalla, por lo que cargaba bajo un brazo su casco en forma de cabeza de dragón.
Desde su posición podían ver todo el campo de batalla y este era un mar de soldados que Daegon reconoció como los mercenarios de Tazal. Ya que vestían el mismo uniforme de color negro oscuro que los mercenarios que habían combatido el día anterior. Estos estaban rodeando y atacando desde cada lado un círculo defensivo de otro ejército que supuso era el de su hermana. Desde la distancia se veían muy pequeños en comparación con las fuerzas de Tazal y parecía que en cualquier momento iban a ser superados.
Al ver esta escena, Amaya le recalcó justamente eso, con su usual actitud indiferente e irónica.
-Parece que la fiesta comenzó sin nosotros. Si tu hermana está ahí abajo dragón, entonces está muy jodida.-
Al escucharla, Daegon la fulminó con la mirada y gruñó, sin humor para ese tipo de comentarios.
-Si ya terminaste de decir lo obvio, mejor has algo útil y ve si los Guerreros de la Fosa están listos, cargaremos enseguida.-
Amaya dejaba que muy pocas personas le hablaran así. Pero parecía que el Targaryen era una de ellas, al haberse ganado su respeto en Astapor y en la batalla del día anterior, además del pago que le había prometido. Por lo que simplemente se encogió de hombros y se alejó hacia sus hombres, comenzando a gritarles órdenes.
Habían hecho un campamento improvisado a 1 kilómetro de distancia, dejando atrás todas las provisiones que no quisieran llevar a la batalla. De allí, Daegon se había traído el ojo myriense por lo que lo sacó para explorar el terreno. A pesar de que parte de él quisiera no perder más tiempo y simplemente cargar hacia el ejército enemigo, sabía que hacerlo a ciegas sería un suicidio. Por lo que usó el cristal para ver el campo de batalla.
Pasó su mirada por el mar de soldados mercenarios y hasta el final de sus filas. Allí, logró ver a un hombre de cabello corto, a caballo y con el mismo uniforme de color negro que los demás mercenarios, pero había algo diferente y que sobresalía en él. Su expresión era feroz e imponente, tenía varias cicatrices en el rostro y un parche que cubría donde debería estar su ojo izquierdo. Por todo esto se notaba que el hombre era un veterano de muchas guerras y batallas. Este se encontraba en silencio, observando el desarrollo de la batalla, pero sin intervenir en esta aún.
-Tazal, supongo.....-
Murmuró, ya que Amaya le había hablado sobre ese mercenario, durante su viaje desde Astapor: Al parecer el hombre tenía una gran reputación en toda la región y estaba en la nómina de los amos desde hace años, haciendo su trabajo sucio cuando lo requerían. Fue entrenado desde niño por una compañía mercenaria, para luego asesinar al líder de esta y tomar el mando, consiguiendo luego más y más hombres que entrenaba personalmente. Luego de eso comenzó haciéndose un nombre propio y fue especialmente conocido por llegar al rescate de Qarth cuando un Khalasar Dothraki intentó atacar la ciudad, décadas atrás. Sus hombres fueron contratados por un mensaje que envió un único jinete que logró salir de la ciudad por la noche. A la mañana siguiente el ejército de Tazal llegó y luchó brutalmente con los Dothraki hasta que estos tuvieron que retirarse. En dicha batalla fue que Tazal perdió su ojo izquierdo, aunque, según Amaya, lo que le hizo al Dothraki que se lo quitó, fue mucho peor. Ahora ese mercenario había sido contratado por los Amos, para llevarles la cabeza de su hermana y él no pensaba dejar que eso pasara.
Estaba por buscar a su hermana usando el ojo myriense, cuando escuchó la voz de La Bestia, quien se hallaba en su caballo.
-Hay muchos tipos de negro, ¿y porqué tengo que cargar yo esta cosa?.-
Se quejó, mostrado una improvisada bandera que habían hecho, usando el estandarte Targaryen que Daegon se llevó desde Astapor. La Bestia tenía una mano ocupada con las riendas del caballo y la otra con el estandarte, aunque era claro que prefería llevar su arma en su lugar. También, en su caballo había un cuerno de guerra que habían encontrado en el primer campamento de mercenarios. Daegon le había dicho que lo llevara consigo para usarlo cuando llegaran al campo de batalla.
Al escucharlo, el muchacho suspiró y rodó los ojos. A veces olvidaba que, salvo por Amaya, la mayoría de sus nuevos hombres tenía nula mente estratégica y solo pensaban en luchar y asesinar a su enemigo.
-Si hay muchos, pero piensa como que tienes muchos más para matar tu solo. Y el estandarte es para que mi hermana y su ejército lo vean y sepan que no somos sus enemigos, o que al menos no tengo intenciones de serlo....-
Dijo eso último, ya que no sabía como resultaría la reunión con su hermana en caso de conseguir salvarla. Él no quería el trono de hierro, pero desconocía las intenciones de ella al respecto o si lo vería como una amenaza. Pero decidió pensar en eso luego, si sobrevivía a la batalla en la que estaba por involucrarse. Luego agregó, mirando a La Bestia.
-Solo cárgala mientras bajamos por la colina, lo suficiente para que pueda verse desde donde está ella. Luego puedes soltarla y hacer lo que mejor sabes......masacrar a esos bastardos.-
Al escucharlo, La Bestia sonrió con sed de sangre en su mirada y ya no hizo objeciones. Luego, Daegon volvió a llevarse el cristal al ojo derecho, para buscar a Daenerys con el cristal, apuntando este hacia el círculo defensivo que había formado su ejército. Al mirar dentro del círculo de soldados, finalmente vio a su hermana en persona, por primera vez en su vida:
Era muy hermosa y el color de su cabello era similar al suyo, aunque un poco más rubio, sin embargo tanto este como su atuendo de color azul destacaban a la distancia. Sin embargo supo que era ella al ver su rostro, el cual reconoció por el extraño sueño que había tenido en su viaje en barco, antes de que Quaithe se le apareciera. Según la sacerdotiza, Daenerys también habría tenido el mismo sueño, por lo que Daegon se preguntó si ella lo reconocería cuando lo viera sin el casco de su armadura. Dentro del círculo se encontraban ella y a su lado una chica de tez morena y gran melena como cabello, que lucía muy temerosa por el ataque que estaban sufriendo. Además pudo ver que, cerca del borde opuesto del círculo, había una carreta cubierta con una lona, por lo que supuso que contendrían provisiones o armas de su ejército.
Al fijarse mejor en su hermana, pudo ver que esta estaba arrodillada y llorando, mientras abrazaba los cuerpos sin vida de 2 chicas con vestimentas Dothraki. Si ellas habían muerto, su hermana podría ser la siguiente, por lo que rápidamente bajó el cristal, se dirigió hacia su ejército y gritó sus órdenes.
-Muy bien todos, llegó la hora!. Esta es la batalla para la cual los recluté, por lo que piensen en ella como la más importante de sus malditas vidas y prepárense para cargar!. Lo haremos igual que ayer: Yo lideraré, con Ser Barristan y La Bestia detrás. Amaya, tu y Bloodsong dirigirán la retaguardia y a los arqueros, quiero que disparen todo lo que tenemos contra esos bastardos para debilitar sus defensas antes de que los choquemos de frente!. Nuestra prioridad es destruir el bloqueo al ejército de mi hermana, liberando a sus hombres del círculo defensivo. Si lo hacen y nuestros 2 ejércitos unen fuerzas, entonces podremos acabar con el de Tazal y enviar sus cabezas en picas a los Amos cobardes que se ocultan detrás de ellos!.-
Alzó el puño y todos los Guerreros de la Fosa rugieron, ansiosos de entrar en combate una vez más. Mientras que Ser Barristan, Amaya, La Bestia y Bloodsong se ponían en posición liderando cada grupo. Satisfecho con esa estrategia de batalla, Daegon hizo una última cosa. Lo mismo que había hecho en King'sLanding, antes del peligroso rescate de Ned Stark, como si fuera un pequeño ritual:
Desenvainó a Lekia y presionando levemente el rubí de su hermano contra sus labios, cerró los ojos y dijo para sus adentros:
"Rhaegar, nuestra hermana está ahí abajo. Dame fuerzas para poder salvarla. Que nuestra familia no termine hoy así....."
Luego guardó a Lekia y estaba por subir nuevamente a su caballo, cuando un pensamiento cruzó por su mente. Dirigió su mirada nuevamente hacia el único camino de entrada o salida, donde se encontraba Tazal. Si en medio del caos, lograba llegar hasta él y matarlo, entonces ya no habría nadie para dirigir al ejército mercenario. Probablemente incluso muchos huyeran si se propagaba el rumor de que su gran líder guerrero había caído.
-¿En que piensa, Alteza?.-
Le preguntó, Ser Barristan quien se acercó, al notarlo pensativo.
-Creo que encontré una forma de ganar esta batalla más rápido. Si ustedes se encargan de liberar a los hombres de mi hermana, mientras yo voy por la cabeza de la serpiente, entonces....-
Sin embargo, se detuvo en seco al comenzar a sentirse mareado de pronto. Sentía náuseas, como las piernas le comenzaban a temblar y su vista a tornarse borrosa. Por instinto, se llevó una mano a la nariz, para darse cuenta de que esta estaba sangrando. Y con horror, palideció al darse cuenta enseguida de lo que le estaba ocurriendo, una vez más.
-No.....No, no no!.... Ahora no!. Estoy aquí.......puedo verla!.-
Gritó, mientras Ser Barristan y Amaya lo miraban confusos, además de los guerreros más cercanos.
-Alteza!, ¿que le ocurre?.-
Exclamó alarmado, Ser Barristan, pero su voz ya le comenzaba a llegar lejana a Daegon. Finalmente, las piernas le fallaron y cayó al suelo de rodillas, mientras su visión terminaba de oscurecerse.
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Cuando recuperó la visión, se encontraba ocupando el lugar de Daenerys y su punto de vista. Se encontraba en el mismo campo de batalla que había estado mirando minutos antes, solo que esta vez lucía diferente: El círculo defensivo de soldados ya no estaba y ambos ejércitos se encontraban luchando dispersos por todo el campo de batalla. Donde fuera que mirara veía sangre y cadáveres al caer bajo un golpe mortal. Incluso, pareció reconocer a algunos de sus Guerreros de la Fosa, peleando a su alrededor.
De pronto, escuchó un rugido en Alto Valyrio, aunque no logró entender lo que decía, y se volteó. A varios metros de distancia vio a Tazal, aún montado en su caballo, pero esta vez apuntando una lanza hacia su hermana, con sed de sangre en la mirada. Luego, cargó con su caballo hacia ella, sin que hubiera cerca ninguno de sus soldados para salvarla a tiempo.
Al verlo, Daenerys se volteó y comenzó a correr en dirección opuesta. Al principio, Daegon creyó que simplemente estaba corriendo sin dirección fija, buscando escapar de Tazal. Pero luego notó que su hermana estaba corriendo directo hacia la carreta cubierta con una lona, mientras los ojos de ella estaban clavados en esta. Podía sentir las emociones de su hermana y en ese momento pudo sentir desesperación y miedo, pero no por salvar su propia vida......si no por lo que estaba en aquella carreta. Daegon no sabía que habría bajo esa lona, pero podía sentir con fuerza la desesperación de su hermana por protegerlo, por no dejar que los mercenarios lo tuvieran, que no les hicieran daño.....
Daenerys estaba a unos pocos pasos de la carreta, cuando de pronto el muchacho sintió un intenso dolor en su espalda y luego en su pecho, para finalmente recorrer todo su cuerpo. Escuchó a su hermana gritar de dolor y cuando ella bajó la cabeza, vio como la punta de la lanza sobresalía de su pecho, llenando su atuendo azul de sangre además de el suelo a su alrededor. Pudo sentir como el aire le comenzaba a faltar y sus piernas a fallarle, para luego caer al suelo tendida de lado. Desde la perspectiva de su hermana, Daegon la vio toser sangre y luego clavar su mirada en la carreta, mientras esta se oscurecía. En ese momento, pudo escuchar lo último que pensaba Daenerys Targaryen, antes de morir.
"Mis......mis hijos......."
Daegon pudo jurar, que había escuchado un chillido muy agudo, proveniente de bajo la lona de la carreta. Luego, su hermana finalmente murió y todo volvió a oscurecerse.
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Recomendación: Escuchar a partir de este punto:
https://youtu.be/PrpQCtZrR6o
Cuando volvió en sí, había caído al suelo de rodillas y la voz alarmada de Ser Barristan comenzó a llegarle de forma lejana. Mientras sentía su mano con firmeza en su hombro sacudiéndolo.
-Príncipe Daegon!......Alteza!.-
Se sentía como si hubiera pasado horas inconsciente, pero para los demás solo parecían haber sido unos segundos. Amaya lo miraba confusa, pero la mayoría de los Guerreros de la Fosa no parecían haberse dado cuenta de lo ocurrido, al estar ocupados alistándose y formándose para atacar, cuando diera la orden.
-¿Que le pasa?.-
Preguntó la mujer, pero no obtuvo respuesta. Al recobrarse y procesar lo que acababa de ver, Daegon rápidamente apartó a Ser Barristan a un lado y se puso de pie. Sujetó el ojo Myriense con desesperación y lo apuntó nuevamente hacia donde estaba el ejército de su hermana con el gran miedo de encontrar su cadáver tendido en el suelo tal como en su visión.....
Sin embargo, luego de unos segundos finalmente la vio: Viva y aún dentro del círculo de soldados que continuaba completo, protegiéndola y resistiendo los ataques de los mercenarios. Ya no estaba arrodillada junto a los cadáveres de las 2 Dothraki, en su lugar estaba abrazando a la chica de gran melena que Daegon había visto antes. Al verla viva, el nudo en la garganta de Daegon se liberó y este exhaló todo el aire que había estado conteniendo. Aunque aún Daenerys seguía en grave peligro. La chica parecía estar resignada a su muerte, mientras desde la colina podían verse cada vez más de sus soldados caer ante los mercenarios. Parecía que sus defensas estaban a punto de romperse.
En ese momento crucial, la mente de Daegon trabajó a toda velocidad, aún confundido por lo que acababa de ver:
Claramente su visión no había ocurrido aún y tampoco estaba ocurriendo en ese momento. Las defensas del ejército de su hermana seguían resistiendo, aunque apenas y estaban mermando a gran velocidad. Además de que en su visión, había reconocido a algunos de sus propios guerreros en el campo de batalla. Entonces si la muerte de su hermana que había presenciado, no ocurría en el pasado, pero tampoco ocurría en el presente, eso solo podía significar que.......
"Aún hay tiempo.......aún puedo salvarla. No dejaré que ocurra de nuevo......"
-No dejaré que ocurra de nuevo!!-
Dijo con un grito y hablando en voz alta, por primera vez desde que había vuelto en sí. Ser Barristan y Amaya se sobresaltaron y lo miraron confusos, pero él ya se encontraba corriendo hacia su caballo. Olvidándose por completo de su anterior idea de atacar directamente a Tazal, ya no había tiempo para eso.
-Prepárense todos!!.-
Dijo, mientras subía de un salto al caballo, para luego ponerse el casco de su armadura, cubriendo completamente su cabello, pero dejando parte de su rostro al descubierto por el hueco que tenía en el medio. Ser Barristan y Amaya aún lucían confundidos por su exabrupto, pero obedecieron al instante, montando junto con el resto de su ejército. Luego Daegon señaló a La Bestia.
-Sóplalo!.-
El hombre sacó el cuerno de su alforja y haciendo uso de sus grandes pulmones lo sopló con todas sus fuerzas. El sonido grave resonó con potencia por todo el campo de batalla, haciendo incluso que ambos ejércitos se detuvieran, a los pocos segundos.
Mientras el cuerno sonaba, el muchacho desenvainó a Lekia, con determinación y fuego en su mirada. Teniendo el sol a sus espaldas, este se reflejó en la hoja de la espada, en su armadura y en la cabeza de dragón que formaba su casco, haciéndolos brillar incluso a la distancia y dándole un aire imponente.
Daegon alzó su espada.
-Rūsīr issa!!!! (CONMIGO!!!!)-
Gritó en Alto Valyrio y cargó hacia el campo de batalla. Los Guerreros de la Fosa rugieron al unísono y se lanzaron tras él.
Su ejército descendió por la colina, cargando a gran velocidad. Al verlos surgir de improviso, las tropas de Tazal comenzaron a reorganizarse, formando un muro de escudos frente a la colina. Sin embargo, lo hicieron con torpeza y en poco tiempo al haber sido tomados por sorpresa. Además, el sol que se alzaba sobre la colina, también se reflejaba en las armas de los Guerreros de la Fosa, provocando un fuerte brillo que los cegó temporalmente.
-Arqueros!!.-
Gritó Daegon, cuando se encontraban ya a mitad de camino. Ante su orden, Amaya gritó a sus hombres y segundos después una lluvia de flechas voló por sobre su cabeza, hacia los mercenarios que los esperaban debajo. El muro de escudos bloqueó la mayoría de las flechas, pero varias lograron colarse dentro, alcanzando mercenarios que cayeron muertos en el acto. Segundos después, su ejército impactó contra el enemigo con brutalidad. La primera hilera de escudos fue destruida en el acto, con sus soldados muertos por el impacto de los caballos o por las armas de los guerreros. Desde su caballo, el muchacho atacaba a diestra y siniestra con Lekia, hiriendo a un mercenario tras otro, e intentando crear un camino para que sus guerreros pudieran avanzar tras él. Poco a poco comenzaron a abrirse paso, rompiendo las filas de los mercenarios y liberando parte del círculo defensivo del ejército de Daenerys.
Al ocurrir esto, las tropas de Daenerys comenzaron a luchar con más fuerza, abriéndose paso a su vez fuera del círculo, quedando ahora parte de los hombres de Tazal, atrapados entre ambos ejércitos. Al ver a varios de los Inmaculados de su hermana, salir del círculo atravesando mercenarios con sus lanzas, Daegon se giró hacia sus guerreros.
-Terminen de rodear el círculo y luego dispérsense!.-
Gritó sus órdenes, cortas pero precisas, por encima del rugido de la batalla, mientras continuaba acabando con mercenarios a su paso. Su caballo los arrollaba tan rápido, que estos apenas podían intentar lanzar una estocada hacia él, antes de ser impactados. Minutos después, todo el círculo defensivo de Daenerys fue liberado y estos se sumaron al ataque con fuerzas y moral renovadas, desplegándose por todo el campo de batalla. Además, parecía que habían entendido que Daegon y su gente no eran enemigos, ya que solo se concentraban en atacar a los mercenarios de Tazal y no a los Guerreros de la Fosa. Sin embargo, tras haberse repuesto de la sorpresiva llegada de refuerzos, las tropas de Tazal contraatacaron, rompiendo la hilera de marcha de los Guerreros de la Fosa y dividiéndolos. Daegon ya había previsto que, debido a la inferioridad numérica, no tardaría mucho para que su hilera de carga fuera rota y los mercenarios intentaran rodearlos. Por eso había dado la orden de dispersarse por todo el campo de batalla y colaborar con las tropas de Daenerys en acabar con los ellos por separado.
Por lo que en esos momentos, se encontraba solo y en medio del gran campo de batalla. Había visto a sus guerreros pelear lo suficiente como para saber que estarían bien por su cuenta y más si el ejército de Daenerys los apoyaba. Pero ahora mismo Daegon tenía otra preocupación en mente.....debía encontrar a su hermana. El campo de batalla se había convertido en algo muy similar a lo que había visto en su visión, por lo que esta podría ocurrir en cualquier momento. Por algún motivo, había tenido esa visión antes de tiempo y por primera vez en su vida, pensaba evitar que se cumpliera.
"Aún puedo salvarla......debo encontrarla...."
Con ese pensamiento, dirigió a su caballo y se internó aún más en el campo de batalla, intentando orientarse hacia donde había visto a Daenerys por última vez. A su paso continuaba atacando mercenarios a un lado y el otro de su caballo con Lekia. Mientras lo hacía, miraba alrededor buscando atisbar el cabello rubio o el atuendo azul de su hermana, pero sin éxito.
Si pudo ver a varios de sus guerreros luchando ferozmente, algunos aún a caballo u otros que habían sido desmontados pero continuaban luchando con garras y dientes en el suelo. Uno de estos era La Bestia, quien tenía una flecha clavada en uno de sus anchos hombros, pero aún así rugía y cargaba contra los soldados como si nada. Quebrando sus cuerpos y cubriendo su propio rostro y ropas de sangre en el proceso. Definitivamente le seguía sorprendiendo la gran resistencia y ferocidad que tenía ese hombre.
A quien, también pudo ver fue a Amaya. Esta también había sido desmontada de su caballo y se encontraba rodeada por 3 mercenarios, mientras blandía su hacha hacia ellos con ferocidad. Con un solo y rápido movimiento circular, la mujer rajó las gargantas de los 2 que tenía frente a ella, pero el tercero se le acercaba por detrás. Daegon apuró su caballo y al llegar junto a ellos, atravesó la espalda de este con Lekia, haciéndole caer al suelo, para luego morir en segundos.
-Lo tenía controlado!.-
Gruñó ella, mientras sacaba su hacha de uno de los cadáveres. Daegon sonrió de lado.
-De nada, ¿viste a mi hermana?, tengo que sacarla de esta locura antes de que la maten!.-
Gritó para hacerse oír en medio del caos de la batalla. Amaya esquivó el ataque de otro mercenario, para luego sujetar su brazo. Lo dobló hasta quebrarselo, haciéndole soltar su arma y lo empujó hacia el caballo de Daegon, quien lo mató con una estocada de Lekia.
-Apenas puedo ver a nuestros hombres en medio de todo esto, menos a la chica dragón!-
Daegon maldijo mentalmente, pero sabía que debía mantener la mente fría o no la encontraría.
-Bien, seguiré buscando. Tu intenta encontrar a Ser Barristan y reúnan a todos los de nuestra gente que puedan! Debemos alejarlos lo más posible de las puertas de la ciudad y que el ejército de mi hermana haga el resto!-
Amaya asintió en silencio. Daegon dirigió a su caballo para intentar llegar hasta el centro del campo de batalla. Sin embargo antes, se giró una vez más hacia la guerrera.
-Y esta SI es la guerra que les prometí!.-
Le gritó, en respuesta al diálogo que habían tenido durante la batalla del día anterior. Amaya sonrió de lado y volvió a internarse en la batalla. Corriendo y atacando a diestra y siniestra con su hacha. Mientras que Daegon hacía lo mismo con Lekia en dirección opuesta. Durante varios minutos cabalgó por el campo de batalla, atacando con ferocidad a los mercenarios que podía y esquivando a quienes intentaban desmontarlo fuera de su caballo. Para eso último, la armadura de dragón que le había regalado Illyrio Mopatis estaba siendo de gran ayuda. Haciendo que la mayoría de los ataques simplemente rebotaran en esta, dándole tiempo para contraatacar.
A pesar de esto, seguía sin ver rastro de su hermana en medio de la vorágine de la batalla. Pero pocos minutos después, vio a alguien más: La chica de gran melena que había visto abrazada a su hermana dentro del círculo. Desde donde estaba, pudo distinguirla a varios metros de distancia, pero estaba en grave peligro. Estaba siendo arrastrada de los brazos por uno de los mercenarios, fuera del campo de batalla. Daegon pudo ver, como ella pataleaba y se retorcía en vano, mientras el mercenario la arrastraba lejos, hasta que finalmente los perdió de vista en medio de los ejércitos que combatían.
El muchacho apuró su caballo y cabalgó en esa dirección, fuera del campo de batalla, mientras seguía esquivando o bloqueando con Lekia los ataques que llegaban hasta él. Cuando salió fuera de la zona de la batalla, los encontró nuevamente a ambos:
El mercenario había arrastrado a la chica al pie de una de las 2 colinas que flanqueaban el lugar. Semi-ocultos detrás de unas grandes rocas, la tenía inmovilizada contra el suelo, sujetándola con fuerza de ambos brazos. El estaba sobre ella e intentaba rasgar su atuendo, mientras ella se retorcía y gritaba con desesperación. Daegon comprendió enseguida las intenciones del mercenario y su expresión se tornó en una de asco.
"Desgraciado....."
Pensó y bajó de un salto de su caballo. Para luego sacar uno de sus cuchillos de su cintura y girarlo entre sus dedos mientras avanzaba hacia ellos. El mercenario aún no lo había visto, inmerso en su lujuria y en la chica indefensa que estaba a su merced.
-Oye, idiota!.-
Le gritó Daegon. El hombre se detuvo y apenas se giró hacia él, este le lanzó el cuchillo con agilidad. Este se clavó directo en su frente con precisión, haciendo que su mirada se tornara blanca y cayera, ya sin vida, al suelo con un golpe seco. El muchacho se acercó a la chica, quien continuaba llorando y gritando. Al verlo, ella retrocedió aún en el suelo e intentando alejarse, estando en shock al casi haber sido violada.
-Hey! tranquila.....tranquila. Ya estás a salvo, no te haré daño.....¿como te llamas?.-
Le preguntó Daegon, con un tono de voz gentil, pudiendo la chica ver su rostro por el hueco en su casco. Afortunadamente el mercenario no había podido terminar de rasgar la ropa de la chica, por lo que aún podía cubrirse con ella. Luego de unos segundos, la chica comenzó a tomar aire lentamente y logró hablar, al ver que aparentemente ese hombre no pensaba hacerle daño.
-Mi......Missandei.....-
Dijo con voz débil.
-Bien, Missandei, ¿estás herida?.-
Le preguntó aunque, según podía ver, había llegado a tiempo y ella se encontraba dentro de todo bien. Fuera de algunos moretones y cortes leves, no parecía mostrar ninguna herida de gravedad. Missandei negó con la cabeza y Daegon asintió aliviado, aunque no por mucho. Sabía que la chica seguramente aún siguiera en shock, pero debía encontrar a su hermana antes que Tazal, o sería demasiado tarde.
-Me alegra oír eso. Escucha, no hay tiempo para explicar, pero soy un aliado. ¿Donde está Daenerys Targaryen?, está en peligro y debo ayudarla.-
Ya más calmada, la chica lo miró fijamente por unos segundos. Notando por primera vez su llamativa armadura y recordando haberlo visto liderando la carga del ejército que los había salvado antes. Además de que acababa de seguramente salvarle la vida, por lo que decidió confiar en él.
-No.....no lo sé. Luego de que el círculo de sus soldados se rompió, la reina y yo quedamos solas e intentamos salir del campo de batalla para ponernos a salvo. Estaba con ella hace un momento, pero de pronto la perdí de vista. La estaba buscando cuando este......este hombre me atrapó.-
Dijo, con voz más calmada aunque aún débil y dando una patada al cuerpo sin vida del mercenario al decir lo último. Daegon miró al campo de batalla, pensativo.
"Si se separaron hace poco, ella podría seguir cerca...."
-Gracias, la encontraré. Tu quédate aquí y ocúltate detrás de las rocas hasta que la batalla halla terminado.-
Missandei asintió, poniéndose de pie con ligeros temblores y ocultándose un poco más, detrás de las grandes rocas.
-Lo haré, pero por favor ayúdela.....-
-Lo haré.-
Daegon le dijo e intentó ofrecerle una pequeña sonrisa tranquilizadora. Luego sacó el cuchillo del cadáver del mercenario y se lo guardó nuevamente, para luego girarse y regresar a su caballo. Montó en este de un salto y volvió a internarse en el campo de batalla, esta vez dirigiéndose hacia la zona en la que había visto a Missandei minutos atrás.
Esta vez se acercó un poco más a las puertas de Mereen, pero sin alejarse de la zona donde estaba buscando. Pudo ver a varios de sus guerreros que seguían luchando con ferocidad, además de los Inmaculados y Dothraki de su hermana. Incluso parecía que podrían ganar esa batalla, pero si Tazal la asesinaba, entonces todo habría sido en vano. El muchacho continuó buscando con desesperación entre el caos de la batalla.....hasta que finalmente la vió.
El cabello de Daenerys resaltaba incluso a la distancia. Ella se encontraba a varios metros de distancia de Daegon, en medio del campo de batalla. Frente a él pero en su diagonal derecha, mirando hacia la misma carreta que Daegon había visto antes, la cual se encontraba a varios pasos de distancia de ella. El muchacho estaba a punto de cabalgar hacia su hermana, cuando de pronto la vio tensarse y clavar su mirada en algo que estaba frente a ella. Este siguió su mirada hacia su lado izquierdo y entonces lo vio:
Tazal continuaba montado a caballo, pero al igual que Daegon ya tenía muchas manchas de sangre que resaltaban en su uniforme negro. Este apuntó con una lanza a Daenerys, gritó algo que no pudo escuchar y comenzó a cargar hacia ella con sed de sangre dibujada en su rostro. Al verlo, la chica comenzó a correr con desesperación hacia la carreta.
Daegon se dio cuenta de que todo estaba sucediendo exactamente igual que en su visión.
"No......"
Rápidamente envainó a Lekia en su cintura, para sujetar las riendas del caballo con ambas manos. Tirando con fuerza de estas, el animal salió despedido hacia ellos. Estaba a varios metros de distancia y apuraba su caballo todo lo que podía. Mientras veía en su esquina izquierda a Daenerys corriendo hacia la carreta, y en su esquina derecha a Tazal persiguiéndola con ferocidad. Mientras avanzaba, por la mente de Daegon comenzaron a pasar imágenes de las muertes de su padre, de Rhaegar y de Viserys. No podía dejar que ocurriera de nuevo, no pensaba hacerlo.
-Vamos chico!, vamos!!.-
Apuró a su caballo mientras se acercaba a ambos, a gran velocidad. Finalmente alcanzó a Tazal, justo cuando este estaba a solo unos pasos de Daenerys. La chica seguía corriendo hacia la carreta, pero no parecía que fuera a llegar a tiempo. Tazal sonrió con un brillo asesino en sus ojos y alzó su lanza hacia ella para atacar.....
-NO!!!-
Con un grito, Daegon hizo frenar a su caballo de golpe y de un salto salió despedido hacia adelante. Embistió a Tazal haciéndole soltar la lanza y lanzandolo fuera de su caballo. Ambos cayeron al suelo con un fuerte golpe y rodaron varios metros por una pendiente del terreno hasta detenerse. Al recuperar el aliento, Daegon miró hacia atrás y vio a su hermana. Esta se encontraba a salvo y lo miraba fijamente, impactada por su repentina aparición.
-SAL DE AQUÍ!!.-
Le gritó y se giró hacia Tazal, justo a tiempo para ver la hoja de una espada moviéndose hacia su cabeza. Se agachó, justo a tiempo para esquivarla y le dio una patada en el pecho al mercenario. Logrando que retrocediera unos pasos y aprovechando ese momento para volver a desenvainar a Lekia y ponerse en guardia. En ese momento pudo ver a Tazal más de cerca. Su rostro lucía curtido y tenía varias cicatrices, pero la más grande de estas era la que tenía en el ojo faltante. Un corte vertical con forma de una punta de lanza, que parecía extenderse por debajo de su parche atravesando toda su cuenca ocular.
Tazal debió ver su rostro por el hueco en su casco, además de escuchar su voz, y darse cuenta de que era alguien joven. Ya que clavó sus ojos en los suyos con rabia y habló, con voz rasposa y un marcado acento de Essos. Mientras alzaba su espada.
-Luego de lo del espía de Pentos, supuse que podrían llegar refuerzos. ¿Pero todo lo que pudieron enviar fue a un niño y un grupo de esclavos salvajes?, patético. Pero, lamentablemente para ti, yo siempre completo mi trabajo.-
-No esta vez.-
Le respondió Daegon, fríamente. Ambos permanecieron enfrentados y observándose unos segundos, hasta que finalmente se lanzaron al ataque. Sus aceros chocaron y comenzó la batalla entre ambos, mientras la batalla principal continuaba desarrollándose a su alrededor.
Al principio la pelea comenzó bastante pareja. Las espadas de ambos chocaban con ferocidad, mientras cada uno se encargaba de no dejar ninguna apertura a su oponente. Sin embargo, a medida que los segundos pasaban, Daegon podía notar la gran destreza en combate de Tazal, a pesar de ver con 1 único ojo. Si bien se notaba que ambos poseían mucho entrenamiento y habilidad con la espada, eran muy diferentes en cuanto a experiencia:
Aquella era la primera batalla a gran escala de Daegon. Se estaba acostumbrando a portar esa armadura y agudizado sus sentidos ante el abrumador caos producido por los 3 ejércitos combatiendo a su alrededor. Sin embargo carecía de experiencia, cosa que Tazal tenía en creces por todas sus batallas pasadas. El hombre movía su espada con destreza, poniéndose cada vez más a la ofensiva, mientras que Daegon se mantenía a la defensiva, pero sin poder atacarlo.
Finalmente el Targaryen logró encontrar una apertura. Al bloquear y desviar un golpe vertical de la espada de Tazal. Logró acercarse lo suficiente como para tomarlo por detrás de la cabeza con una mano y darle un fuerte golpe con su rodilla en el rostro. Sin embargo, debido a su experiencia en batallas, Tazal había adquirido bastante resistencia al dolor. Ya que, a pesar de haber recibido un golpe directo en el rostro, aprovechó la cercanía para darle un fuerte puñetazo vertical en la barbilla. Daegon se tambaleó para atrás, aturdido por unos segundos y su casco salió volando hasta caer al suelo a algunos metros de distancia.
El mercenario, también retrocedió unos pasos para recuperar el aliento y al alzar la vista de nuevo, se pudo ver como su nariz estaba rota y chorreando sangre profusamente. A pesar de esto, Tazal se concentró en su oponente y fue entonces cuando pudo ver el cabello blanco del muchacho al descubierto, ya sin el casco. Sin embargo, en lugar de mostrarse sorprendido, simplemente soltó una risa fría y seca.
-¿Entonces hay otro más de ustedes?. Debí suponer que este ataque suicida era cosa de familia. Quien sabe.....tal vez incluso me paguen el doble cuando regrese con 2 cabezas de Targaryen!.-
Gritó, mientras giraba su espada en su mano, listo para volver al ataque. Daegon escupió sangre por el golpe en su barbilla, sintiendo su sabor cálido y metálico en la boca y se puso en guardia nuevamente.
-Nadie va a pagarte. Porque no me importa cuantas batallas hayas peleado, esta será la última!.-
Daegon podía ver la determinación en los ojos del mercenario, lo cual indicaba que no pensaba rendirse y que aquella era una batalla hasta la muerte. O él moría, o lo hacía Tazal, y había llegado demasiado lejos como para permitirse caer ahora. Ambos combatientes estaban listos para volver a lanzarse al ataque, cuando de pronto algo sucedió.
Primero se escuchó 1 único chillido. Un sonido más agudo y poderoso que cualquier otra cosa que Daegon hubiera escuchado en su vida. Luego le siguieron 2 chillidos más, muy similares pero que podía notar distintos entre si. Sin bajar la guardia hacia el otro, tanto él como Tazal dirigieron su mirada hacia donde provenían aquellos sonidos, en el extremo opuesto del campo de batalla.
Fue entonces cuando Daegon Targaryen vio algo que lo dejó sin palabras por primera vez en su vida. Algo con lo que apenas había soñado ver cuando era niño: Dragones.
3 Dragones se encontraban sobrevolando el campo de batalla. A pesar de verlos a cierta distancia, el muchacho pudo notar como estos eran de un tamaño mediano, casi tan grandes como un caballo. Uno de ellos era un poco más grande que los demás, mientras que los otros 2 eran del mismo tamaño. El Targaryen los miró por varios segundos, maravillado. A pesar que, desde su estadía en Castle Black había escuchado sobre los dragones de su hermana, claramente le había costado creerlo. Sin embargo allí estaban frente a él, tanto aterradores como hermosos.
Los dragones se encontraban volando en círculos, alrededor de algo. Al bajar la vista hacia el suelo, Daegon pudo ver a Daenerys. Esta avanzaba lentamente por el campo de batalla, ya no luciendo como la chica asustada que había salvado minutos atrás. Tanto su expresión de severidad, como los dragones volando a su paso, le daban un aspecto imponente. Ella se encontraba a varios metros de distancia de él y parecía estar concentrada en sus dragones, tal vez incluso dirigiéndolos. Por lo que en esos momentos no podía verlo a él ni su rostro descubierto.
El muchacho, pudo ver como Daenerys movía los labios hacia sus dragones. Como si les estuviera dando órdenes, pero sin que pudiera escuchar lo que decía. De pronto, los 3 dragones se separaron y se dispersaron al vuelo por todo el campo de batalla. Muchos mercenarios acobardados intentaron huir, pero fueron tomados por sorpresa y asesinados por los hombres de ella o los de Daegon.
Finalmente, Daenerys gritó una única orden, una única palabra en Alto Valyrio que Daegon pudo comprender. La voz de la chica pareció resonar por todo el campo de batalla, fuerte y temible:
-DRACARYS!.-
Ante esa única palabra, los 3 dragones al mismo tiempo lanzaron fuego contra los mercenarios. En pocos segundos, el ejército enemigo cayó en caos. Intensos gritos de dolor por todas partes y mercenarios ardiendo en llamas e intentando escapar para caer sin vida al suelo en cuestión de segundos. Al principio, Daegon se preocupó porque sus guerreros fueran alcanzados por el fuego. Pero los dragones parecían solo atacar a los mercenarios que vestían el mismo uniforme de color negro. Tal vez eso tuviera algo que ver con las palabras que Daenerys les había dicho antes.
-NOOOOO!!!.-
Al escuchar el rugido de furia de Tazal, Daegon apenas pudo darse vuelta y alzar a Lekia por mero acto reflejo para bloquear un rápido y fuerte ataque. El fuerte impacto de la espada de Tazal y su peso, lo hicieron tambalearse hacia atrás, pero logró apoyarse con un pie en el suelo y hacerle frente. El mercenario había perdido su expresión confiada, ante la aparición de los dragones. Sus ojos estaban desencajados con furia y locura. Daegon logró darle un puñetazo en el costado del rostro para apartarlo y rápidamente volvieron a trenzarse en combate con sus espadas, mientras los dragones continuaban la matanza a su alrededor.
-¿Que ocurre?, creí que tenías un trabajo que terminar!.-
Le gritó el Targaryen. Buscando provocarlo, para que perdiera la concentración, cometiera algún error y poder encontrar otra apertura para acabarlo. Sin embargo subestimó la determinación y entrenamiento de Tazal. Ya que sus ataques seguían siendo precisos y enfocados, solo que más violentos que antes.
Daegon se agachó, esquivando un golpe de la espada de Tazal y luego se lanzó hacia él. Tomó su brazo y, dándole un golpe, intentó quebrarselo para que soltara el arma. Pero, al igual que él, Tazal tenía buenos reflejos. Soltó su espada y con esa mano libre le dio un fuerte golpe en la espalda, que lo dejó sin aliento, para luego taclearlo y hacerlo caer al suelo de espaldas. El muchacho cayó con un golpe seco pero logró mantener a Lekia en su mano. Al levantar la mirada apenas tuvo tiempo de ver la espada de Tazal bajando hacia el con un ataque vertical.
Antepuso a Lekia de forma horizontal frente a su rostro y logró bloquear el ataque. Sin embargo todo el peso de Tazal se encontraba sobre él, presionando con la espada para llegar a su rostro. Mientras sujetaba la empuñadura de Lekia con una mano, Daegon puso su otra mano, protegida por su armadura, directo sobre la hoja de la espada y empujó con fuerza. Sin embargo, la posición lo tenía en desventaja y el peso y fuerza con los que presionaba Tazal eran muy grandes, por lo que tampoco podía quitárselo de encima con facilidad. Si esto continuaba, pronto sus brazos se cansarían y la espada del mercenario alcanzaría su rostro. Mientras tanto, Tazal lo miraba con furia y los ojos desencajados, en una expresión de locura.
-Tienes talento niño, es una lástima. Podrías haber sido un buen mercenario, pero decidiste meterte en lo que no te incumbe. Ahora solo serás otra cabeza más que pondré en una pica luego de mi victoria. Morirás protegiendo a una zorra westerosi que se hace llamar reina y a quien luego también mataré. Bajaré a sus dragones del cielo y los volveré a encerrar donde pertenecen......YO SIEMPRE TERMINO MI TRABAJO!!!!.-
Podía notarse, tanto en la expresión de Tazal como en sus palabras, la locura que lo había invadido, pero eso solo lo hacía aún más peligroso. Su espada bajó unos centímetros más, empujando también a Lekia la cual casi estaba rozando el cuello de Daegon y los brazos del Targaryen comenzaban a temblar por el esfuerzo. No creía que pudiera resistir mucho tiempo más.
De pronto ambos escucharon un chillido bastante cerca y la silueta de uno de los 3 dragones pasó volando sobre ellos como una ráfaga de viento. Este nuevamente abrió fuego por el campo de batalla, dejando una gran columna de llamas a su paso. Al pasar por sobre donde Daegon y Tazal peleaban, la columna de fuego surgió a pocos pasos de ellos y tanto la fuerza como el intenso calor los golpeó a ambos. A pesar del intenso golpe de calor, desde su posición inmovilizado en el suelo, Daegon no podía moverse demasiado. Sin embargo Tazal gruñó y se movió un poco, perdiendo la concentración por unos segundos y aflojando la presión de su espada. Aprovechando ese momento Daegon soltó su mano de la hoja de Lekia y llevándola al suelo, le arrojó un puñado de tierra y arena al rostro.
-Ahhhg!!-
Gruñó el hombre, maldiciendo. El muchacho le dio un golpe con la cabeza y luego con la rodilla, logrando quitárselo de encima y ponerse de pie, alejándose unos pasos. Tazal ahora se retorcía y parpadeaba sin cesar por el dolor en sus ojos, mientras daba golpes a ciegas con su espada. Daegon alzó nuevamente a Lekia y al ver la gran columna de fuego de dragón detrás de él, tuvo una idea.
-¿Dijiste que querías sus dragones?.....-
Le dijo, mientras se mantenía en guardia ante los ataques del mercenario, que eran cada vez más agresivos y menos precisos. Tazal dio 2 estocadas más a ciegas, que Daegon logró evitar para luego darle una estocada con Lekia en el pecho, haciéndole un profundo corte en este. Tazal soltó un grito de dolor y retrocedió algunos pasos, a lo que el muchacho vio su oportunidad.
-Pues ve por ellos!!.-
Gritó y luego le dio una fuerte patada, justo en la herida del pecho. Tazal atravesó la intensa columna de fuego, cayendo al otro lado, envuelto en llamas. Al instante, el mercenario comenzó a proferir agonizantes gritos de dolor mientras se retorcía. Daegon ya no lo podía ver a través del fuego, pero escuchaba sus gritos mientras las llamas abrasaban su cuerpo. Estaba por guardar a Lekia, cuando los gritos de dolor se convirtieron en un rugido de furia y Daegon volvió a alzar su espada por reflejo.
-TE MATARE!!!!!!!!!!!!.-
Tras ese grito, de pronto, de entre las llamas, surgió atravesándolas de un salto el cuerpo de Tazal, o lo que quedaba de él. En tan solo segundos el fuego del dragón había destrozado su cuerpo casi por completo, el cual aún estaba envuelto en llamas, dándole un aspecto grotesco: Casi toda su ropa estaba hecha cenizas, y la parte que no lo estaba, se había fundido con su piel carbonizada y de un color tan negro como lo había sido antes su uniforme. Podían verse parte de sus órganos y la poca piel que le quedaba la tenía en carne viva. En su cabeza, su cabello había desaparecido por completo y la piel bajo este estaba ennegrecida por completo. El hombre tenía los ojos inyectados en sangre y una expresión de completa furia, mientras se lanzaba hacia Daegon. Aunque supiera que estaba a segundos de morir, parecía determinado a llevarse al Targaryen con él.
Sin embargo, al estar en guardia, este logró esquivar la caída del cuerpo en llamas. Con un grito y un rápido movimiento de Lekia, cortó la piel débil y carbonizada de su cuello como si fuera papel y lo decapitó. Aún en el aire, la cabeza de Tazal fue cercenada de su cuerpo y giró sobre si misma como si fuera una pelota en llamas. Finalmente cayó al suelo, a unos metros del resto de su cuerpo, mientras las llamas continuaban consumiendo ambos, aún sin apagarse.
Daegon contempló por unos segundos, el cuerpo sin vida de su oponente muerto, mientras jadeaba por la intensa pelea. Finalmente, recuperó el aliento e iba a unirse a sus guerreros en el resto de la batalla, sin embargo algo más ocurrió antes:
El mismo dragón que había creado la columna de fuego antes, voló de regreso hacia él y se detuvo en el aire a solo unos metros de distancia. Al estar cara a cara con un dragón, Daegon solo pudo permanecer paralizado, sintiendo tanto miedo como fascinación, ante la impresionante criatura. Esta era de color verde esmeralda y, aunque no era el más grande de los 3, su tamaño era considerable. Además de que el muchacho había visto lo que los dragones le habían hecho al ejército enemigo, y no quería correr esa misma suerte. Suspendido en el aire frente a este, el dragón emitió otro estridente chillido, enseñando su boca llena de colmillos. Además que de su garganta comenzaba a poder verse una luz naranja, como si se estuviera preparando para lanzar fuego sobre el Targaryen.
Ante esto y en ese preciso momento, Daegon solo pudo salir de su trance y cubrirse el rostro con ambos brazos. A pesar de saber que esa defensa sería inútil ante el fuego de un dragón y que este podría matarlo cuando quisiera. Por lo que simplemente se preparó para el final......
Pero el fuego nunca llegó. Luego de unos segundos, Daegon bajó los brazos y vio como el dragón había cerrado su boca y simplemente lo observaba fijamente. Incluso el muchacho pudo jurar como el dragón ladeó la cabeza lentamente, en actitud curiosa. Atraído por la imponente criatura, este comenzó a estirar su mano hacia el, pero de pronto, el dragón volvió a moverse de golpe. Dejando de mirar a Daegon, chilló hacia donde volaban sus 2 hermanos y emprendió el vuelo hacia ellos, volviendo a lanzar fuego contra el ejército mercenario. El muchacho lo contempló alejarse por unos segundos, aún confundido por lo que acababa de pasar. Pero también aliviado de haber sobrevivido a un encuentro cara a cara con un dragón, algo que no muchas personas podrían decir. Finalmente volvió en si, recogió su casco del suelo para volvérselo a colocar, y alzando a Lekia se lanzó hacia la batalla que continuaba a su alrededor. Ahora que su hermana estaba a salvo y rodeada por sus dragones, solo bastaba acabar con lo que quedara del ejército de Tazal.
Su caballo había huido luego de que embistiera a Tazal, por lo que ahora se encontraba a pie y en medio de todo el caos del campo de batalla. Rodeado por soldados, tanto mercenarios, como de su hermana, como de sus guerreros. Nuevamente atacaba a diestra y siniestra con Lekia, bloqueando y evadiendo ataques, mientras la adrenalina, los sonidos y el aroma de la sangre intensificaban sus sentidos. Podía ver como varios de sus guerreros luchaban con la misma gran ferocidad con la que los había visto pelear en Astapor, asesinando a un enemigo para luego pasar al otro como si nada. También podía ver el contraste con el estilo de pelea de los Inmaculados de su hermana, elegante y preciso, pero igual de mortal que el de sus guerreros. Al poco tiempo de que continuara la batalla, pareció que los rumores sobre la muerte de Tazal se habían extendido en sus filas. Ya que, al saber de la muerte de su comandante y comenzar a verse superados, los mercenarios comenzaron a retirarse y huir. Los que seguían con vida corrían hacia las empinadas colinas y un pequeño grupo a caballo se alejó cabalgando a toda velocidad por el mismo camino por el cual habían entrado.....La Batalla de Mereen había terminado.
Con los mercenarios huyendo, el campo de batalla quedó más despejado y Daegon pudo ver de nuevo a Amaya. Ella y varios de sus hombres se estaban encargando de los últimos mercenarios que quedaban y que habían tenido la mala suerte de cruzarse en su camino al intentar escapar. La ropa y cuerpo de la mujer estaban cubiertos de sangre y tierra y tenía algunas pequeñas heridas, pero lucían superficiales, por lo que fuera de eso estaba bien. En algún momento de la batalla había perdido su hacha, por lo que en ese momento estaba usando una espada, con la cual le abrió el pecho a uno de los 2 mercenarios que quedaban vivos. Su compañero, aterrado intentó escapar hacia el lado opuesto, por donde se acercaba Daegon. El soldado alzó su espada hacia el, pero el muchacho logró bloquearla con Lekia y girando hacia su derecha le hizo perder el equilibrio, para luego atravesarle el pecho.
Con todos los mercenarios muertos o huyendo y al ver la llegada de Daegon, Amaya miró a sus hombres y alzó el puño al cielo, dando un grito de victoria.
-ESTÁN HUYENDO!!!!.-
Los Guerreros de la Fosa que estaban presentes rugieron y gritaron al igual que ella, ante aquella victoria. Sin embargo, para Daegon, la batalla aún no había acabado, por lo que se acercó a la mujer.
-Si simplemente los dejamos escapar, entonces podrían volver con refuerzos. Tenemos que enviar un mensaje a los Amos que los contrataron. Reúne a los jinetes más rápidos que tengas que no estén heridos para montar. Que vayan tras ellos y que maten a los que puedan antes de que los bastardos vuelvan a su campamento. Pero que dejen a algunos vivos, para que regresen a las Ciudades Libres y cuenten a sus Amos lo que pasó aquí hoy. Que sepan porqué no es buena idea intentar algo así de nuevo.-
Amaya asintió en silencio, estando de acuerdo con el pensamiento del Targaryen. Luego se giró hacia los guerreros que estaban con ellos y llamó a 4 de ellos que solo tenían heridas leves y parecía que podían seguir peleando.
-Ustedes, ya lo oyeron, muévanse!.-
Estos asintieron y se alejaron para reunir a los caballos que quedaran por el campo de batalla. Pocos minutos después, salieron disparados por el camino, en pos de los mercenarios en retirada. Luego, Amaya se volvió hacia Daegon.
-Estás hecho un asco.-
Daegon alzó una ceja, aunque sabía que seguramente fuera cierto. Además de tener sangre en casi todo su rostro y armadura, también sentía el agotamiento de la batalla y los golpes y heridas que le había infligido Tazal y le dolía todo el cuerpo. Por lo que no creía que luciera muy bien.
-Me e sentido mejor. Pero, considerando que acabamos de ganar una batalla casi imposible, tengo suerte de no estar peor. Según vi tu te lo estabas pasando bien con tu hacha, parece que si es cierto eso de que no mueres fácilmente.-
Amaya rió entre dientes, ante eso último.
-Fue divertido, aunque parece que la perdí en algún momento de la pelea. Ya que cuando me di cuenta estaba asesinando a uno de esos idiotas con mis propias manos. Luego encontré esta espada tirada por ahí por lo que continué el trabajo con ella. Mientras los mercenarios huían escuché que gritaban que Tazal está muerto, ¿fuiste tu?.-
Daegon asintió, mientras miraba alrededor del campo de batalla, buscando soldados rezagados. Pero solo veía a más de sus guerreros o a soldados de su hermana. Estos últimos se dirigían hacia las puertas de Mereen.
-No fue fácil, dio mucha pelea y por algún motivo parecía estar de muy mal humor. Además tuve ayuda, uno de los dragones de mi hermana me salvó el trasero. Gracias también a ellos es que se volteó la batalla.-
Amaya chasqueó la lengua.
-Esas bestias aparecieron de la nada convirtiendo todo en un puto infierno, ordené a mis hombres cubrirse del fuego. Pero afortunadamente solo lo lanzaban contra los mercenarios y no contra nosotros. Aún así, debo decir que me impresiona que hayas logrado acabar con Tazal, dragón. Incluso desde el agujero en el que me tenían los Amos escuchaba los rumores sobre la reputación de ese bastardo como su perro rabioso.-
Durante varios minutos siguientes, ambos estuvieron recorriendo el campo de batalla y viendo el estado de los demás Guerreros de la Fosa. Todos tenían alguna que otra herida producto de la intensa batalla, sin embargo, la gran mayoría estaba en buenas condiciones. Entre estos se encontraba La Bestia. Quien, a pesar de haber recibido varias heridas de espada y tener flechas clavadas en sus anchos hombros, estaba de pie y celebrando la victoria junto a los demás guerreros. Sus ropas y cuerpo estaban cubiertos de sangre, la cual el Targaryen prefirió no preguntarse como habría llegado ahí. Otro de los sobrevivientes era Bloodsong, este no participaba de las celebraciones y en su lugar se encontraba apartado, atendiendo sus heridas, pero ninguna lucía grave. Además, a diferencia de Amaya parecía no haber perdido su arma de preferencia, ya que su lanza estaba apoyada a su lado, con la punta manchada de sangre.
Lamentablemente, luego con Amaya descubrieron que 5 de los Guerreros de la Fosa habían muerto durante el combate. Varios de los sobrevivientes estaban cargando y apilando sus cuerpos. Todos tenían múltiples heridas de espada o de flechas, lo cual demostraba que habían dado una gran pelea y luchado hasta sus últimos momentos de vida. Daegon observó los cuerpos, con una mezcla de tristeza y culpa en su mirada. Sentía lo mismo que al enterarse de la muerte de algunos de los miembros de la Guardia Pura, que lo habían seguido en batalla en King'sLanding.
-Traten sus cuerpos con respeto y tendremos un funeral para ellos más tarde hoy. Murieron como guerreros, luchando hasta el final y serán honrados como tales.-
Los hombres asintieron y continuaron cargando los cuerpos hasta un lugar apartado. Amaya pareció notar el animo del Targaryen, ya que le dijo.
-No llores sus muertes, dragón. No los conocí a todos ya que pertenecíamos a distintos amos en Astapor. Pero si lo suficiente como para saber que habrían escupido en la cara de cualquiera que los llorara. Tuvieron una muerte digna como guerreros, llevándose a varios de sus enemigos con ellos.-
Daegon miró a Amaya, algo sorprendido por su comentario.
-Gracias, debo decir que no esperaba algo tan sentimental de tu parte.-
-Además, con ellos muertos a mi y al resto nos toca más cantidad de los 2 cofres con oro que nos prometiste.-
Esta vez Daegon no pudo evitar reír entre dientes.
-De acuerdo, eso si suena como la Amaya que conozco.-
Sin embargo, luego de unos segundos, la sonrisa de lado de Amaya se borró y su expresión se tornó seria.
-Aunque hablo en serio. Nos convenciste, te seguimos en batalla y ganamos. Espero que nos pagues el oro prometido.-
Daegon sabía que además del respeto ganado, el oro había sido el gran incentivo para lograr reclutar a los Guerreros de la Fosa. Por lo que no se molestó por el ambicioso recordatorio de Amaya, ya que en efecto, se lo habían ganado.
-Les di mi palabra y pienso cumplirla, tendrán ese oro. Si todo sale bien hoy con mi hermana, mañana mismo enviaré un mensaje indicando que traigan el oro aquí. Pero primero debo hablar con ella, decirle quien soy, y evitar que me encierre en algún calabozo o me lance a sus dragones.-
-Sería estúpido por su parte hacer eso. Considerando que acabamos de salvarle el trasero a ella y a toda su gente.-
Daegon asintió, reconociendo que tenía razón, pero no podía evitar sentirse incierto al respecto.
-Mi familia es......complicada, por decirlo de alguna forma.-
-Eso escuché, incluso aquí se hablaba sobre tu padre, el rey westerosi. Dicen que era un demente que quemaba vivo a cualquiera que no le agradara, ¿es cierto?.-
Daegon suspiró levemente, no tenía sentido negar lo que incluso él sabía que era cierto.
-Lo es, y probablemente haya hecho cosas peores en sus últimos días. Al principio fue un buen rey, pero en sus últimos años su mente se fue enfermando y destruyendo, hasta que terminó como ya se conoce.-
En el fondo, al no conocer a su hermana, a Daegon le preocupaba que su hermana hubiera heredado algo de aquella enfermedad. Casi todo lo que sabía sobre ella parecía indicar lo contrario: Se había involucrado en una guerra que no era asunto suyo y llevado a cabo una campaña por todo Essos solo para liberar de la esclavitud a los oprimidos por los Amos. Además, lo que había escuchado sobre ella al pasar por Astapor, hablaba de una persona fuerte y decidida, pero también compasiva y gentil.
Sin embargo, por otro lado, le seguía inquietando lo que había presenciado en la visión de la muerte de su hermano Viserys: Lo había visto de rodillas y rogando por su vida, mientras que ella solo se limitaba a observarlo morir, sin emoción alguna en el rostro. Daegon no podía quitarse esa imagen de la cabeza y eso lo inquietaba. Sin embargo, había decidido primero escuchar la versión de su hermana sobre lo ocurrido. Antes de juzgarla, quería comprobar que clase de persona era.
Ambos continuaron recorriendo el campo de batalla, viendo el estado y heridas de los demás guerreros. Cuando de pronto, Daegon escuchó una voz conocida que lo llamaba.
-Alteza!.-
Al darse vuelta, vio a Ser Barristan dirigirse hacia él, en relativamente buen estado. Al igual que los demás, tenía la ropa manchada de sangre y algunos golpes y cortes leves en el rostro, pero nada de suma gravedad.
-Vaya, el anciano sobrevivió....-
Dijo Amaya, mientras este llegaba hasta ellos. Daegon sonrió y colocó una mano sobre el hombro del caballero.
-Me alegra verlo a salvo, Ser Barristan.-
-Digo lo mismo, mi príncipe. Estaba en el otro extremo del campo de batalla cuando los mercenarios se retiraron, sin embargo me entretuve. Hubieron 2 de ellos que creyeron que sería buena idea matarme antes de huir con los demás, pero claramente no lo fue.-
Daegon sonrió de lado. No era la primera vez, y probablemente tampoco sería la última, que alguien subestimaba a Ser Barristan Selmy solo por su edad. Pero lo cierto es que ningún guerrero llegaba a hacerse mayor solo por suerte, sino por habilidad y experiencia. Luego, Ser Barristan agregó.
-También quería felicitarlo por su victoria. Lideró a los Guerreros de la Fosa como todo un comandante y logró adaptarse bien a la situación desfavorable de la batalla. Si me permite decirlo, creo que el príncipe Rhaegar estaría orgulloso de usted.-
Daegon no pudo evitar sonreír levemente ante las palabras del hombre. En verdad esperaba que fuera así y que desde donde fuera que estuviese, su hermano hubiera visto lo sucedido.
-Gracias, aunque también tuvimos ayuda. Los dragones si que fueron una sorpresa.-
-Si, su llegada fue oportuna, son bestias magníficas y también aterradoras, fue bueno que aparecieran en el momento justo......¿Y Tazal?.-
-Muerto. ¿Y mi hermana?.-
Una expresión de alivio pudo verse en el rostro de Ser Barristan, y este señaló con la cabeza las grandes murallas de Mereen, a sus espaldas.
-Está a salvo. La última vez que la vi fue cuando el enemigo comenzó a huir. Se dirigía hacia la ciudad junto a sus dragones y su gente. Seguramente para asegurar la entrada, en caso de que hubieran más mercenarios dentro.-
-Bien, entonces cuando termine con eso creo que será hora de una reunión familiar........Será interesante.-
Amaya chasqueó la lengua, al escucharlo.
-Pues irás solo, no pienso acercarme a uno de esos dragones. Con tenerlos volando sobre mi fue suficiente.-
Tal vez fuera por el alivio de haber sobrevivido a una batalla casi imposible. Pero, al escucharla, Daegon la miró con una sonrisa de lado, buscando provocarla.
-Entonces la gran Amaya, asesina profesional y líder de los Guerreros de la Fosa. ¿Le teme a acercarse a un dragón?.-
La mujer lo fulminó con una mirada asesina y apretó un puño.
-¿A una bestia con alas, colmillos, que escupe fuego y que se creía extinta hace 200 malditos años?. Solo un idiota no le temería a un dragón y e visto a muchos idiotas morir creyéndose valientes. Vuélveme a hablar así y te arrancaré las malditas pelotas, solo porque tienes que estar vivo hasta pagarme.-
Ante sus palabras, Daegon mantuvo su sonrisa de lado de forma conciliadora y alzó los brazos en señal de derrota. Era cierto, incluso él con sangre Targaryen no había podido moverse ante la presencia de uno de los dragones de su hermana. Si la bestia hubiese querido lanzar fuego sobre él, lo habría hecho y él hubiera muerto en segundos, al igual que Tazal. Le parecía increíble que su hermana pudiera controlar a los 3, algo que él no se creía capaz de poder hacer nunca.
-Está bien, tu ganas. Lidiaré yo solo con mi hermana y sus 3 dragones. Solo espero que luego de haberse comido a tantos de estos idiotas ya no tengan hambre.-
-Pues, creo que estamos por averiguarlo.......mire, Alteza.-
Dijo Ser Barristan, mientras señalaba nuevamente hacia las puertas de la ciudad, por lo que Daegon miró hacia allí. Por el camino que llevaba a estas, se acercaba su hermana y detrás de ellas 2 personas más la seguían. Los 3 dragones no se veían por ningún lado, por lo que tal vez estuvieran en la ciudad o nuevamente enjaulados. Daegon cerró los ojos unos segundos y suspiró levemente al verla acercarse.
-Pues llegó la hora de la verdad.....vengan conmigo.-
Les dijo a Ser Barristan y Amaya. Esta última, al ver que los dragones no estaban cerca, sonrió de lado.
-Esto va a estar bueno.....-
Ser Barristan, simplemente asintió en silencio, luciendo en guardia, y mirando a los 2 hombres que acompañaban a la chica. Finalmente, junto a ellos 2, Daegon fue al encuentro de Daenerys Targaryen.
Mientras se acercaban, pudo ver mejor a los 2 hombres que la acompañaban. Uno de ellos tenía aspecto fornido, barba corta en el rostro y por su aspecto parecía haber estado en varias batallas. A ese, Daegon no lo conocía, sin embargo, si reconoció al otro hombre que los acompañaba. El mismo que había visto junto a su hermana durante la muerte de Viserys, además de que Ned Stark le había hablado y advertido sobre él en Winterfell: Un Westerosi auto exiliado por crímenes de esclavismo. Que encontró a su hermana y fingió servirla, pero en realidad la estaba espiando para Robert Baratheon, a cambio de un indulto real.
"Ser Jorah Mormont......¿sabrá mi hermana que eres un traidor?....."
Se preguntó Daegon, mientras fulminaba al hombre con la mirada. Pero sabía que primero debía ganarse la confianza de su hermana, antes de hacer ninguna acusación contra él. Finalmente, ambos grupos se detuvieron a pocos pasos de distancia entre si: De un lado, Daenerys junto a Ser Jorah y el otro hombre desconocido, ambos detrás de ella. Y frente a ellos, Daegon junto a Ser Barristan y Amaya, en la misma posición. Daenerys observó fijamente a Daegon, enfocándose en lo que podía ver de su rostro debido al casco de su armadura. Finalmente, esbozó una pequeña pero gentil sonrisa.
-Valiente caballero. Gracias a su intervención y a la de sus valientes guerreros, fue que pudimos cambiar la situación de esta batalla y vencer al enemigo que nos emboscó. También me dio tiempo para poner a salvo a mis hijos y que nos ayudaran a terminar la batalla. Además, mi doncella y traductora Missandei también está a salvo y me dijo que es gracias a que usted salvó su vida. Por todo eso usted y su gente tienen mi eterna gratitud.-
Daegon también sonrió levemente e inclinó la cabeza por unos segundos.
-Fue un placer, milady. Me alegra haber llegado a tiempo y que esté bien.-
Sin embargo, al escucharlo, Ser Jorah lo fulminó con la mirada.
-Tu ejército porta el estandarte Targaryen, por lo que imagino que sabes quien es ella. Es tu reina, y te dirigirás a ella como tal.-
Dijo con brusquedad y expresión severa. La rabia comenzaba a bullir dentro de Daegon ante la hipocresía de ese hombre, pero sabía que aún no era tiempo de jugar sus cartas con la información que tenía sobre él. Por lo que en su lugar, le mantuvo la mirada.
-Me temo que está equivocado. Ella no es mi reina, al menos no aún. Y el que eso cambie depende en gran parte de ella, no de usted.....Jorah Mormont.-
El hombre no pudo evitar ampliar los ojos levemente, al ver que Daegon sabía quien era. Apretó ambos puños y el muchacho notó, por el rabillo del ojo, como Amaya rozaba discretamente la empuñadura de la espada en su cintura. Lista para atacar si era necesario, aunque Daegon quería evitar eso.
Ante la respuesta del muchacho, Daenerys frunció la mirada que seguía clavada en él y luego la dirigió hacia Ser Jorah.
-Ser Jorah, ¿conoce a este hombre?.-
El hombre mantuvo su mirada en Daegon, luego la pasó hacia Amaya y finalmente hacia Ser Barristan. Finalmente, con este último, su rostro mostró reconocimiento.
-No Khaleesi, aunque parece que él a mi si. Sin embargo si conozco a uno de sus acompañantes.....ese hombre de ahí es Ser Barristan Selmy. Antiguo miembro de la guardia real de su padre y uno de los mejores espadachines en todo Westeros. Sin embargo, también fue el comandante de la guardia real de Robert Baratheon durante los últimos 15 años, hasta su muerte.-
Al escuchar el nombre de Robert Baratheon, la expresión de Daenerys se ensombreció enseguida. Cambiando abruptamente de una amable y confusa a una severa y fría. Daegon, se preguntó si así se vería él cuando pensaba en el hombre que le había quitado todo.
La chica luego fulminó a Ser Barristan con la mirada.
-¿Es eso cierto?.-
Preguntó con voz gélida. Enseguida, Ser Barristan adoptó la misma expresión sincera de culpa y arrepentimiento, que Daegon había visto, cuando discutieron ese asunto.
-Me temo que lo es, mi princesa. El haber fallado a su hermano Rhaegar y a su padre son errores que me perseguirán durante el resto de mi vida.-
-Yo diría que es más de 1 error, Ser. No solo les falló, si no que luego protegió por 15 años al usurpador que causó las muertes de ambos.-
En sus ataques de ira, Daegon solía perder la compostura y actuar de forma impulsiva. Sin embargo, a diferencia de este, Daenerys los sobrellevaba con aparente calma. Aunque su expresión lucía tranquila e inmutable, sus palabras sonaban afiladas como cuchillas. Ser Barristan inclinó la cabeza una vez más e iba a responder. Sin embargo, Daegon lo interrumpió, intercediendo en su favor.
-A pesar de todo eso Ser Barristan es un buen hombre y uno honorable. Me buscó en Astapor, salvó mi vida y ya discutimos todo este asunto. Es cierto que cometió errores en el pasado, sin embargo los reconoce y está dispuesto a compensarlos al continuar sirviendo a nuestra casa.-
Daenerys lo miró nuevamente y estaba a punto de replicar. Sin embargo, se detuvo en seco al procesar sus palabras.
-¿Nuestra......casa?.-
Preguntó, con confusión y observó a Daegon por unos segundos, hasta que pareció darse cuenta de algo. Ya que su expresión volvió a tornarse severa y fulminó al muchacho con la mirada, mientras lo señalaba con un dedo.
-Soy Daenerys Stormborn, última heredera de la casa Targaryen, cuyo estandarte usted porta. Le ordeno decirme quien es y cuales son sus intenciones.-
A pesar del severo e imponente tono de voz de la chica, Daegon sonrió levemente. Sabiendo que ese era el momento de decir la verdad, a menos que quisiera ser comida de dragón.
-Pues lamento contradecirla......pero no es la última heredera de la casa Targaryen.....-
Dijo con calma y llevando ambas manos hacia su casco, finalmente se lo quitó. Quedando al descubierto todo su rostro y su cabello de un color similar al de ella. Al ver ambos, Daenerys amplió los ojos y permaneció paralizada, sin poder disimular su impacto y desconcierto. Aunque también había algo de reconocimiento en su mirada. Al ver su expresión, el muchacho confirmó que, en efecto, ella debía de haberlo visto en aquel sueño que ambos habían tenido más de 1 mes atrás, según las palabras de Quaithe. Daegon miró a Daenerys a los ojos y habló, sintiendo algo de alivio al ya no tener que esconderse.
-Mi nombre es Daegon Targaryen. Segundo hijo de Aerys Targaryen, el segundo de su nombre y quien fue el último legítimo rey de los 7 Reinos. Y e viajado desde muy lejos para encontrarte, Daenerys Stormborn.......mi hermana.-
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