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Capítulo 33: Sangre en la Fosa

NOTAS IMPORTANTES: 

1) Gran parte de la situación. escenario y de los personajes introducidos en este capítulo, son sacados del videojuego de Game of Thrones de la empresa Telltale Games, específicamente del episodio 5 del juego. Lo jugué hace ya un tiempo y esa escena me gustó mucho para lo que ya tenía planeado con esta historia por lo que quise usarla. Si les interesa saber aproximadamente como lucen los personajes introducidos en este capítulo, pueden buscar en Google "Game of Thrones Telltale Games [nombre del personaje]" y les saldrá enseguida. No incluyo las imágenes en el capítulo porque al ser estilo animado desentonaría con el resto de apariencias de personajes en la historia.  Absolutamente todos los créditos de esas partes del capítulo van para el equipo de Telltale Games.

También aprovecho para recomendar dicho juego a quien no lo conozca. La historia está muy bien hecha y como en cualquier juego de Telltale Games, muchas de las decisiones que tomes influyen en esta de una forma u otra. Además cuenta con las voces de muchos de los actores oficiales como Kit Harrington o Peter Dinklage. Tenía planeada una secuela pero lamentablemente se canceló por la quiebra de Telltale Games, pero igual se sustenta muy bien por si solo. Por este mismo motivo creo que el juego ya no está disponible para ser comprado, pero puede descargarse.

2) En cierto punto de este capítulo van a poder escuchar música de ambientación que nuevamente no es mía. Es propiedad pura y exclusiva de su compositor Ramin Djawadi, de la serie de GOT y de HBO (Home Box Office).

Ahora sin más preámbulos, disfruten del capítulo.


Daegon

-Con todo respeto, mi Príncipe. Esta es una pésima idea.-

-Lo tengo claro luego de que me lo dijera 3 veces desde que salimos del campamento, Ser Barristan. Pero según veo no tenemos muchas más opciones.-

Le respondió Daegon al hombre, mientras avanzaban por una calle desierta del actualmente llamado "Barrio Bajo" de Astapor. Según le había dicho este, era la zona más peligrosa de Astapor que incluso el Rey Carnicero y sus hombres aún no habían podido dominar: Al parecer antes ese había sido el barrio noble de la ciudad, donde muchos Amos vivían junto con los esclavos a su servicio, a quienes torturaban y abusaban de todas las formas posibles. Sin embargo, luego de que Daenerys hubiera liberado la ciudad, todos los esclavos se rebelaron asesinando brutalmente a sus amos o encerrándolos para tortura como ellos mismos habían sufrido en el pasado. Ahora ese barrio estaba bajo su control y hacían lo que querían, asesinando, robando y violando como se les antojara. Daegon sabía que meterse a ese lugar sin ley para reclutar hombres para pelear a su lado era suicida, pero tampoco era que tuviera otra opción. No podía contar con una compañía mercenaria ya que localizar una y esperar a que aceptaran su propuesta tomaría tiempo del cual no disponían. Además de que podían traicionarlo ante la primera mejor oferta que los Amos les ofrecieran para hacerlo. Necesitaba guerreros despiadados y que tuvieran suficientes motivos para odiar a los Amos igual o más que su hermana. Por lo que antiguos esclavos que pudieran pelear encajaba con esas necesidades.

Al hablarle de su plan a Ser Barristan, este a regañadientes le había dicho que sabía donde podía encontrar personas así. Durante los 3 días que el hombre estuvo en Astapor esperando su llegada, se había informado mucho sobre el estado de la ciudad y por lo tanto conocía la situación en el Barrio Bajo. Muchos de los esclavos de tanto Astapor como Yunkai, eran enviados cada cierto tiempo a Mereen para participar en su gran arena de combate. Un esclavo luchaba contra otro hasta matarlo y el amo del ganador recibía todas las ganancias de las apuestas que hiciera el público. Sin embargo, para muchos Amos esto no era suficiente, por eso algunos habían construido sus propias fosas de combate privadas en sus hogares, donde ellos ponían las reglas. Invitaban a sus asociados y hacían pelear a sus esclavos como animales manejando astronómicas sumas de dinero en el proceso. Al parecer ahora todos los esclavos del Barrio Bajo se reunían en una de estas fosas de combate, haciendo pelear a su propia gente contra los Amos que tenían como prisioneros, en forma de una cruel justicia poética. O también peleando entre ellos hasta la muerte, mientras los demás miraban como entretenimiento. Este grupo era dirigido por una mujer guerrera llamada Amaya, quien al parecer había sido una esclava en esa misma fosa y la mejor peleadora de este, hasta que comenzaron las revueltas. Según lo que Ser Barristan había escuchado, las cosas se ponían realmente sangrientas dentro de esa fosa, mientras los antiguos esclavos disfrutaban de su nueva libertad haciendo correr la sangre de los Amos.

También, aquella mañana había escrito la carta para Illyrio Mopatis, agradeciendo su apoyo pero negándose a aceptar su invitación a Pentos, mientras su hermana corría peligro. También finalmente se decidió por pedirle 2 cofres llenos de oro en lugar de 1, ya que según Ser Barristan, la fosa de combate era frecuentada por muchos guerreros y tal vez no fuera suficiente para todos.

Por lo que en esos momentos, poco después del amanecer, ambos se dirigían hacia ese lugar, mientras Daegon esperaba no morir en el intento de conseguir su ejército. Aunque Ser Barristan le había dicho que los hombres del Rey Carnicero no ingresaban a ese lugar, intimidados por los guerreros. De todas formas llevaba su cabello oculto bajo su capucha negra, por si acaso. Las calles estaban desiertas y casi todas las casas habían sido saqueadas y completamente arrasadas por la horda de esclavos. En muchos muros habían manchas rojas de sangre seca e incluso el Targaryen llegó a ver en un callejón, una pila de cadáveres en descomposición que eran alimento de las aves carroñeras.

-Me sentiría más tranquilo si al menos hubiera traído su armadura.-

Le dijo Ser Barristan, luciendo alerta ante cada esquina por la que pasaban. Daegon negó con la cabeza.

-Se supone que quiero ganarme el respeto de esta gente, por lo que al menos debo intentar lucir un poco como ellos para demostrar que no soy como estos Amos. Si me aparezco con una armadura brillante y costosa a dar órdenes, solo pensarán que soy otro idiota rico que quiere comprarlos y probablemente me maten antes de que siquiera pueda decirles mi oferta.-

El hombre se mantuvo en silencio, reconociendo que tenía sentido. Luego Daegon preguntó.

-Entonces.....¿con quien estaré tratando exactamente, Ser Barristan?.-

-Son luchadores de las fosas, solo 1 regla: 2 entran y 1 sale. Lo que pase en el medio queda a la brutal creatividad de los combatientes. Son personas salvajes y sin honor que fueron entrenadas desde niños para asesinar y sobrevivir a base de torturas. Cualquier hombre que pueda sobrevivir a ese infierno, es capaz de lo que sea. Durante mi segundo día en Astapor me infiltré en este barrio por si usted había llegado hasta aquí y contemplé algunas de las peleas en esas fosas. Puedo decirle con seguridad que 1 de estos guerreros, equivale a 10 mercenarios bien entrenados.-

Daegon lo escuchó, impresionado. Aunque pudo notar algo de desdén en el tono de Ser Barristan al mencionar que asesinaban sin honor o moral alguna. Supuso que era porque el hombre había sido criado y entrenado para ser un caballero, por lo que sus ideales chocaban duramente con los de esa gente. También sabía que sería difícil hacer que personas así así lo escucharan, en lugar de simplemente asesinarlo por diversión.

-Suena genial......si es que logro hacer que luchen conmigo.-

-Por lo que pude ver, respetan solo la fuerza. Por lo que probablemente tendrá que pelear para ganar su atención y luego convencerlos de luchar a su lado.-

Daegon asintió, afortunadamente la herida en su hombro que había recibido de los asesinos de Cersei Lannister en Castle Black, había terminado de curarse durante su viaje en barco. Como el maestre Aemon había supuesto, le había quedado una cicatriz con forma de la punta de la lanza, que bajaba desde el centro del hombro hasta el pectoral izquierdo, pero podría vivir con eso.

Luego de unos minutos más, se detuvieron frente a la fachada de una casa de 2 pisos. A simple vista lucía como una vivienda normal, fuera del desorden y rastros de saqueo. Pero podían escucharse gritos y silbidos provenientes de el fondo del lugar. Ser Barristan se detuvo y señaló la entrada con la cabeza.

-Aquí es, la fosa está en un espacio abierto al fondo de la casa y todos los luchadores se concentran ahí.-

Daegon asintió, pero antes de entrar quiso aclarar algo.

-Ser Barristan, entiendo que estas personas le desagraden y por lo tanto mi plan de reclutarlas también, pero imagino que también sabe que no tenemos otra opción. Por lo que una vez dentro déjeme hablar a mi y es una orden. Si alguno de estos guerreros lo provoca o viceversa y comenzamos una pelea en su refugio, entonces el plan se irá al demonio.-

El hombre no parecía muy convencido, pero ante una orden directa de Daegon, asintió.

-Como ordene, mi príncipe, pero le ruego que tenga cuidado. Esta mujer Amaya, supervisa las peleas desde la silla de su antiguo Amo, pero tiene un guardia cuidando la entrada a la fosa. Un bruto gigantesco y con medio cerebro al que llaman La Bestia. Tendremos que pasar por él primero y no le recomiendo que intente razonar con él. Tiene órdenes de no dejar pasar a nadie que no conozca o que no le agrade.-

El Targaryen suspiró levemente, sabiendo que llegar hasta Amaya podría ser complicado y aún más el convencerla de seguirlo.

-Bueno, me han dicho que cuando quiero puedo ser encantador........terminemos con esto.-

Respondió Daegon y abrió la puerta de la casa, entrando seguido por Ser Barristan. Se encontraban en un amplio vestíbulo que meses atrás debió de haber sido muy lujoso, donde el Amo que vivía ahí recibía a sus invitados. Sin embargo ahora el lugar era deprimente, estaba completamente saqueado y arrasado. Muebles y artesanías caros, destruidos y desperdigados por el lugar, manchas de sangre en las paredes y en el suelo y un aroma nauseabundo en el aire. Al avanzar y mirar alrededor, Daegon pronto encontró el origen de aquel olor: Varios cadáveres ensangrentados y en estado de descomposición, completamente desnudos y apilados en un rincón de la habitación.

-Bueno, esto se ve prometedor.-

Dijo Daegon, con sarcasmo y Ser Barristan, dirigió una mirada de disgusto a los cuerpos.

-Son todos los Amos que han asesinado en la fosa, supongo que simplemente los lanzan aquí como un aviso.-

Daegon estaba por responderle, cuando de pronto quedó congelado y mirando fijamente la pared frente a él, más precisamente algo que colgaba de esta. Se trataba de un estandarte de la casa Targaryen, se encontraba algo raído y con algunas manchas de sangre seca en los bordes, pero el emblema podía verse rojo y reluciente. A pesar de ser un estandarte de su casa, normal y corriente, era la primera vez que Daegon veía uno desde hace más de 15 años, cuando viajó escondido junto a las tropas que iban hacia El Tridente. Esa visión le trajo algo de nostalgia y Ser Barristan pareció notar eso.

-Debe de haber quedado aquí de cuando las tropas de su hermana liberaron la ciudad. ¿Trae recuerdos, cierto?.-

Daegon asintió, pero luego apartó su mirada del estandarte, recuperando la concentración.

-Demasiados......pero no vinimos aquí para recordar el pasado, vamos.-

El hombre asintió y ambos avanzaron por el vestíbulo, guiándose por el sonido de los gritos y abucheos de una gran multitud. Finalmente llegaron hasta la entrada de un patio exterior, donde parecía estar la fosa de combate y la multitud estaba aglomerada alrededor de esta. Sin embargo había un hombre vigilando la puerta. Este doblaba a Daegon en tamaño y era muy musculoso, calvo pero con barba y el cuerpo cubierto por extraños tatuajes, además tenía una mirada salvaje en su rostro. Al muchacho le recordó un poco a Mordedor, uno de los asesinos que lo había emboscado en Castle Black, aunque sospechaba que este hombre podría barrer el suelo con él.

"Supongo que esta es La Bestia, si que hace honor a su nombre......bien, hagamos esto."

Pensó y se acercó hacia él, junto con Ser Barristan. Al verlos, La Bestia soltó un bufido y se plantó en la entrada, bloqueándoles el paso.

-Venimos a ver a Amaya.-

Dijo Daegon, manteniendo un tono calmado pero sin bajar la guardia. El gigante clavó una mirada asesina y se le acercó, dejando su rostro a solo centímetros del suyo. Ante esta expresión intimidante, muchos hombres hubieran retrocedido, pero Daegon recordó la advertencia de Ser Barristan. Sabía que si mostraba debilidad nunca podría ganar el respeto de esa gente, por lo que simplemente le mantuvo la mirada a La Bestia, hasta que el hombre habló con una voz grave y marcada por el acento de esa región.

-Westerosi.......no te conozco y Amaya no quiere perder el tiempo con extraños. Así que tienes 3 segundos para darte la vuelta e irte, o te lanzaré a la fosa y veré como te destrozan.-

Daegon frunció levemente la mirada al sentir el mal aliento de La Bestia y pudo ver por el rabillo del ojo, como Ser Barristan sujetaba el pomo de su espada pero con un leve gesto de su mano lo hizo detenerse. Sabía que lo que estaba por hacer era suicida, pero no veía otra opción y claramente no pensaba huir. Mientras tanto, La Bestia había empezado a contar, ya con un enorme puño cerrado.

-Uno......dos.......Ahhgg!.-

Antes de que pudiera terminar, Daegon lo interrumpió, dándole un fuerte golpe en el rostro con su cabeza. Se sintió como golpear una piedra, pero pudo ver como La Bestia se tambaleó hacia atrás sujetándose la nariz sangrante. Este soltó un fuerte gruñido y el muchacho pensó que estaba por lanzarse hacia él, pero en su lugar el gigante soltó una carcajada, mientras gotas de sangre caían de su nariz hacia el suelo.

-Je je, me agradas.....Oye, Amaya!, tienes visitas!.-

Gritó y se dirigió hacia el exterior, desapareciendo entre la multitud. Daegon le lanzó una mirada confusa a Ser Barristan, quien simplemente se encogió de hombros.

-Jugada arriesgada, pero parece que en efecto estos salvajes solo respetan la fuerza.-

El Targaryen asintió.

-Al menos conseguimos audiencia con Amaya, ahora viene la parte interesante....-

Ambos ingresaron al patio de la fosa, siguiendo a La Bestia.

El lugar estaba lleno de esclavos, a simple vista Daegon calculó que habría entre 100 y 200. Todos se encontraban alrededor de la Fosa, gritando vitoreando e insultando tanto en Alto Valyrio como en la lengua común, alentando alguien que estaba peleando dentro, pero que Daegon aún no podía ver. Comenzó a avanzar entre la multitud, hasta que finalmente pudo ver algo de lo que pasaba abajo.

En la fosa podía verse a un hombre de piel pálida y facciones afiladas, cuyo rostro terminaba con una prolija barba de chivo. Este portaba una lanza en sus manos la cual movía con gran habilidad, haciéndola girar primero en sus manos y luego por detrás de él, además de lanzarla al aire para atraparla al vuelo. Esto le hacía ganarse los vítores y aplausos del publico ante los cuales posaba de manera teatral. A simple vista parecía más un bailarín que un guerrero, pero Daegon pudo notar su gran habilidad, alguien así podría serle útil en el ejército que buscaba reunir.

Al principio, no pudo ver contra quien estaba luchando el hombre, pero al acercarse un poco más al borde de la fosa pudo ver a otra persona tendida en el suelo y sangrando. Vestía una túnica azul y dorada que, si bien antes habría sido muy costosa y elegante, ahora estaba sucia y hecha jirones. El hombre estaba desarmado y lejos de intentar defenderse, temblaba y gimoteaba, mientras su oponente le daba una fuerte patada en el rostro, haciéndolo caer de espaldas mientras escupía sangre y algunos dientes.

-Por los dioses......aunque ya estuve aquí antes, este espectáculo no deja de ser una atrocidad barbárica.-

Dijo Ser Barristan, mientras Daegon miraba la escena con el rostro inexpresivo.

-Supongo que es uno de los Amos que mencionaste.......debería sentir pena por él, pero probablemente se lo haya hecho pasar igual o peor a esta gente.-

Antes de que Ser Barristan pudiera responder, fueron ensordecidos por la multitud. Esta comenzó a insultar con más fuerza al Amo, y a vitorear con igual intensidad al hombre pálido. Llegando a corear una sola palabra al unísono, una y otra vez.

-MATA!, MATA!, MATA! MATA!, MATA!.......-

Ante esto, el hombre pálido corrió hacia su víctima y de un salto le enterró la punta de la lanza en el pecho. Este escupió sangre y murió con un grito ahogado de dolor, al mismo tiempo que la multitud de antiguos esclavos, estallaba en gritos de emoción y carcajadas. Luego el hombre pálido hizo una reverencia teatral ante el público que lo ovacionaba.

-Sigamos avanzando......-

Daegon dijo simplemente a Ser Barristan y continuaron siguiendo a La Bestia, cuyo gran tamaño destacaba entre la multitud. Aunque mientras caminaba, no podía evitar pensar.

"¿En que mierda me estoy metiendo.....?"

Finalmente llegaron hacia el fondo del patio, donde sobre una pequeña plataforma, había colocada una única silla y sentada en ella una mujer. Tenía la tez negra y al igual que La Bestia era calva. Vestía una armadura liviana de color café y en su rostro podían verse algunas cicatrices como prueba de antiguas peleas. Entre estas destacaban 2 en forma de línea: Una sobre su ojo derecho y otra en su mejilla izquierda.

La mujer había estado observando la ejecución del amo con expresión algo aburrida, hasta que La Bestia se le acercó y le dijo algo que Daegon no llegó a escuchar. Recién entonces Amaya reparó en su presencia y le clavó una mirada, por lo que él se acercó a la plataforma.

-Supongo que eres Amaya, tengo una oferta que hacerte. Una que creo que podría interesarles a ti y a tu gente.-

Le dijo directamente, decidiendo que de nada le serviría andarse con rodeos con esa gente. Amaya lo evaluó con la mirada por unos segundos y luego habló.

-No cualquiera logra pasar por sobre La Bestia. O eres muy valiente o muy estúpido......di lo que quieres Westerosi, y luego decidiré que hacer contigo.-

Daegon asintió y se quitó su capucha, dejando su cabello blanco al descubierto. Aunque a esas alturas casi todos los presentes los estaban mirando, intrigados por su llegada, no hubo gran reacción ante su cabello, aunque Amaya lo observó fijamente por unos segundos.

-Mi nombre es Daegon Targaryen, y estoy aquí porque necesito los mejores guerreros para pelear a mi lado. Pelear contra los mismos hombres que los esclavizaron y torturaron por años, quienes se hacen llamar los Amos.-

Pudo escuchar algunos murmullos entre la multitud, aunque no pudo notar si eran de apoyo, rechazo o simple indiferencia. Al escucharlo, Amaya rió entre dientes.

-Así que eres familiar de la chica dragón, bien por ti. ¿Y acaso piensas que por eso te debemos algún tipo de lealtad?. No somos mercenarios niño, somos los Guerreros de la Fosa!. Artistas, que pintamos con la sangre de nuestros enemigos!.-

Dijo con un grito y alzando un puño, mientras la multitud comenzó a vitorearla, apoyando sus palabras. Luego los gritos cesaron, la mujer volvió a clavar su mirada en Daegon y agregó.

-Si viniste hasta aquí buscando comprarnos y comandarnos como un simple ejército Westerosi, entonces viniste al lugar equivocado, principito. Escuché sobre tu pariente, el Príncipe Mendigo años atrás, desesperado por encontrar apoyo en las ciudades libres. Parece que la desesperación viene de familia, ahora que tu casa está extinta.-

Al escucharla, Daegon apretó los puños levemente, logrando contener su ira, pero Ser Barristan no se lo tomó tan bien.

-Como se atreve.....-

Dijo entre dientes y llevó una mano a la empuñadura de su espada, a lo que Daegon reaccionó rápido.

-BARRISTAN, NO!.-

Rápidamente varios de los hombres en la multitud alzaron sus armas y se acercaron unos pasos con una mirada asesina en sus rostros. Incluso Amaya se puso de pié con brusquedad y le clavó la mirada a Ser Barristan, como retándolo a atacarla. Daegon notó que, fuera de una daga en su cintura, la mujer estaba completamente desarmada, sin embargo la confianza en su rostro de poder ganarle a un experimentado caballero como Ser Barristan era intimidante. Lucía como alguien que no temía a la muerte y Daegon se preguntó por que horrores habría pasado durante su vida como esclava. Amaya le mantuvo la mirada al hombre por unos segundos con frialdad, hasta que finalmente volvió a dirigirla hacia el Targaryen.

-Controla a tu perro, Westerosi. O yo misma lo dormiré.-

Por más que Daegon apreciara y agradeciera la lealtad de Ser Barristan para defender a su familia. Sabía que si comenzaban una pelea en ese lugar, entonces todo su plan se iría al demonio.

-Ser Barristan guarde su espada, es una orden.-

Le dijo con firmeza, mientras Amaya le dirigía una expresión burlona al hombre. Este finalmente apartó su mano de la empuñadura, a regañadientes e inclinó la cabeza hacia Daegon. Poco a poco los guerreros bajaron sus armas, mientras Amaya volvió a sentarse y a concentrarse en Daegon.

-Bien, ahora, ¿porqué debería seguir escuchando las palabras que escupe tu boca?. ¿Porqué no deberíamos cortarte en pedazos y darte de comer a La Bestia?!.-

Dijo lo último, alzando la voz y los brazos mientras su gente volvía a vitorearla a los gritos. La Bestia, quien se encontraba detrás de Daegon bufó con una sonrisa asesina, pudiendo llegar este a sentir su aliento en la nuca. Ignorando esto, volvió a mirar a Amaya.

-Por que creo que mi oferta puede beneficiarnos a ambos. Admiro y respeto a guerreros como ustedes: Fueron oprimidos y tratados como esclavos toda su vida y apenas tuvieron la oportunidad rompieron sus cadenas y se alzaron contra los Amos, tomando este lugar como suyo para vivir en libertad y hacer lo que les plazca. Pero ambos sabemos que no durará mucho, sus recursos no son eternos y tienen al Rey Carnicero y su nueva guardia como vecinos. Yo les ofrezco un nuevo propósito, peleen a mi lado para evitar que más personas sean esclavizadas como ustedes. Tengan la venganza que merecen contra los Amos que escaparon......y claramente también serán recompensados. No soy un imbécil rico como quienes los esclavizaron, pero si tengo 2 cofres llenos de oro para ustedes, esperando mi orden para ser enviados a donde yo desee. Esa es mi oferta para ustedes.-

Dijo con calma y firmeza, hablando no solo a Amaya sino a toda la multitud, aunque exagerando un poco al referirse al oro. Ya que la carta a Illyrio Mopatis aún no había sido enviada y no sabía si este accedería a su pedido, pero era un riesgo que debía correr. Escuchó como los murmullos entre la multitud regresaban ante su oferta, e incluso Amaya lucía pensativa como si lo estuviera considerando. Finalmente, luego de unos segundos volvió a clavar una mirada fría en él.

-Debes de estar muy desesperado si piensas que con entrar aquí y solo decirnos tu oferta te seguiremos a donde vayas. Si buscas liderar a los Guerreros de la Fosa, primero debes ganarte nuestro respeto, mostrándonos tu fuerza.-

Respondió la mujer y La Bestia sonrió desde detrás de Daegon, mostrando varios dientes caídos.

-No sabemos quien eres.....hasta que te vemos sangrar.-

Dijo el gigante y Daegon suspiró levemente, ya que había esperado algo así. Supuso que la promesa de gloria y oro no sería suficiente para convencer a guerreros como ellos. Debía mostrar que podía luchar tan bien como ellos o incluso mejor, solo así podría ganarse su respeto para que lo siguieran.

-Supongo que quieren verme pelear.-

Respondió el Targaryen y Amaya sonrió de lado.

-Vaya, parece que el principito tiene cerebro después de todo. Exactamente, pelearás en nuestra fosa, contra un guerrero de mi elección y bajo nuestras reglas y costumbres. Si ganas tendrás nuestro respeto, si pierdes, mueres. ¿Que decides, Westerosi?.-

Daegon podía notar la mirada de Ser Barristan fija en él, casi rogándole que no lo hiciera. Pero no veía otra opción para reunir un ejército rápidamente. Por lo que finalmente miró a Amaya a los ojos, decidido.

-Muy bien, lo haré. ¿Quien es el mejor que tienes?.-

Amaya sonrió de lado y por unos segundos, Daegon creyó que iba a desafiarlo ella misma, recordando las palabras de Ser Barristan sobre que era una guerrera formidable. Sin embargo, la mujer señaló con su cabeza al hombre pálido que se encontraba en la fosa. En esos momentos, este se encontraba dando satos ágiles y girando su lanza alrededor de su cuerpo con gran habilidad y precisión, ganándose los festejos del público. Mientras tanto, a sus espaldas, 3 hombres estaban sacando de la fosa a rastras el cadáver del Amo que había asesinado minutos atrás, dejando un nuevo rastro de sangre en uno de los muros. En algún momento después de su muerte, este había sido decapitado limpiamente y 2 hombres se encargaban de subir el cuerpo, mientras otro cargaba su cabeza.

-Su nombre es Bloodsong y nunca a sido vencido en la fosa ni ahora ni mientras era un esclavo. Era el mejor en la fosa privada de su amo, hasta que lo asesinó él mismo durante las revueltas, obligándolo a "luchar" contra él. Es fuerte, veloz y despiadado, míralo bien pequeño príncipe.....pues es quien acabará con tu vida.-

Al escucharse mencionado, Bloodsong dejó de entretener al público y alzó la mirada, evaluando a Daegon con esta.

-¿Y tu dices ser un guerrero?. Con tu cara bonita y actitud elegante, no sé si luchar contigo o hacerte mi mujer!.-

Gritó, mientras la multitud lo vitoreaba y reía. El Targaryen solo alzó una ceja.

-Gracias por notar la cara bonita.-

Le respondió, con sarcasmo y luego se volvió hacia Amaya.

-Si le gano, ¿pelearán junto a mi contra mis enemigos?.-

-Si ganas, tendrás nuestra atención y respeto. Luego dependerá de ti convencernos de que vale la pena seguirte. Pero Bloodsong nunca a perdido una pelea en la fosa.-

Daegon asintió.

-Siempre hay una primera vez......muy bien, lo haré.-

El Targaryen pudo jurar que escuchó a Ser Barristan maldecir entre dientes a sus espaldas, pero sabía que era la única forma de probar su valía ante esa gente. Amaya sonrió complacida e hizo un gesto con la cabeza a alguien a espaldas de Daegon, que este no pudo ver. De pronto, sintió pasos acercarse detrás de él y como un hombre sujetaba la empuñadura de Lekia en su cintura, para intentar llevársela.

Antes de darse cuenta de lo que hacía, El Targaryen ya se había girado con rapidez, manteniendo la espada en su cintura y con uno de sus cuchillos en sus manos. Empujó al hombre con fuerza contra una pared cercana y colocó el cuchillo en su cuello con firmeza.

-Toca esa espada una vez más y te arrancaré el maldito brazo.-

Le dijo fríamente, mientras a su alrededor el ambiente volvía a tensarse. Varios de los hombres de la multitud sujetaron su armas, avanzando unos pasos y Ser Barristan desenvainó su espada, listo para protegerlo. Amaya simplemente volvió a ponerse de pie y miró finamente a Daegon, frunciendo la mirada.

-No entrarás a la fosa con tu espada o cuchillos, lucharás con las armas que te demos, es la única regla.-

Dijo con firmeza y luego de varios segundos de tensión, Daegon finalmente asintió en silencio. Soltó al hombre, se apartó y guardó su cuchillo, mientras Ser Barristan volvía a envainar su arma. El muchacho sabía no le convenía iniciar una pelea en esos momentos, por lo que estaba dispuesto a respetar esa regla. Pero no pensaba dejarle la espada de su hermano Rhaegar a esas personas, por lo que descolgó a Lekia de su cintura, junto con su estuche de cuchillos y se los entregó ambos a Ser Barristan.

-Pase lo que pase ahí abajo, no interfiera Ser Barristan, es una orden. Y si muero......busque a mi hermana y protéjala. Sáquela de la emboscada, póngala a salvo como pueda y entréguele la espada. Dígale que esa arma es especial......y que lamento no haberla podido encontrar yo mismo.-

Aunque no tenía intenciones de morir en esa fosa, parte de él le hizo darle esa orden al caballero en caso de que ocurriera lo peor. Mencionando también el hecho de que Lekia era especial, recordando lo que había ocurrido en Westeros, más allá del muro y las palabras de la misteriosa sacerdotiza Quaithe.

Ser Barristan lucía a punto de protestar, pero pareció darse cuenta de que si Daegon no había cambiado su opinión antes, no lo haría en ese momento tampoco. Por lo que recibió ambas cosas y asintió decidido.

-Lo haré, mi príncipe, le doy mi palabra. Buena suerte.......y no muera.-

Daegon asintió, esbozando una leve sonrisa de lado, ante eso último.

-Créame, morir dentro de esa fosa grotesca no está en mi lista de como me gustaría dejar este mundo.-

Luego dirigió una mirada a Amaya, quien lucía aburrida viendo el intercambio entre ambos.

-Fuera de no poder usar nuestras propias armas, imagino que la única otra regla aquí es......-

Amaya sonrió de lado y terminó su frase.

-Que no hay reglas, 2 entran y 1 sale. Ahora baja ahí de una vez, príncipe. Antes de que pierda la paciencia y decida lanzar a tu perro faldero a la fosa contigo.-

Daegon asintió en silencio y avanzó unos pasos hacia el borde. Dentro lo esperaba Bloodsong quien había desechado su lanza y se encontraba igual de desarmado que él, probablemente debido a aquella única regla.

"Este debe ser el año en el que e hecho más locuras.......bueno, solo se vive 1 vez."

Pensó y de un salto bajó hacia el interior de la fosa.

Cayó de pie frente a Bloodsong, mientras este alzaba los brazos hacia la multitud.

-Vean a este perro Westerosi, quiere ordenarnos luchar sus batallas, como hacían los putos Amos. Pues yo digo que a la mierda con él!, no mato a un hombre porque otro me lo ordena, lo mato porque me da placer hacerlo!.-

Gritó mientras el público lo vitoreaba y Daegon alzó una ceja.

-Bonito discurso, ¿solo vas a hablar o vas a pelear?.-

Amaya alzó una mano para acallar los gritos del público y dar comenzada la pelea.

-Cada uno elegirá un arma para pelear y de los 2 solo 1 saldrá de la fosa con vida. Que el mejor guerrero sobreviva......comiencen!.-

Ante el grito de Amaya, Bloodsong se volteó y corrió hacia un muro de la fosa donde 3 personas entre la multitud le ofrecieron armas desde arriba. Imitándolo, Daegon corrió hacia el muro opuesto y vio las 3 armas a su disposición: Una lanza, un garrote macizo con filos incrustados y un Arakh Dothraki que lucía sumamente afilado.

A diferencia de su oponente, Daegon nunca se sintió cómodo manejando una lanza y el garrote se le hizo demasiado pesado para lo que estaba acostumbrado. Por lo que finalmente eligió el Arakh que era lo más parecido a una espada ligera de entre las 3 opciones. Al regresar al centro de la fosa, vio que Bloodsong había elegido 2 guanteletes extraños que llevaba en cada mano. Daegon desconocía esa arma, pero cada guantelete tenía 2 filos incrustados, por lo que sabía que debía cuidarse de ataques a corta distancia.

-¿Listo para morir, Westerosi?.-

Exclamó Bloodsong con sed de sangre en su mirada. Daegon giró el Arakh en su mano y se puso en guardia.

-Cuando quieras, idiota.-

Gritó y se lanzó hacia Bloodsong, quien alzó un guantelete para bloquear su ataque, mientras con el otro atacaba su pecho. Daegon logró moverse hacia atrás para esquivar ese ataque pero al bloquear otro ataque del primer guantelete, trastabilló y cayó al suelo de espaldas. Su oponente se acercó para atacarlo en el suelo, pero Daegon rápidamente movió su Arakh hacia adelante, enganchando la zona curva con la pierna derecha de Bloodsong y haciéndole caer al suelo, al mismo tiempo que algo de sangre salía de la herida.

Daegon iba a aprovechar para intentar inmovilizarlo, pero Bloodsong se recuperó enseguida y apoyando una mano en el suelo dio un ágil salto mortal hacia atrás, dándole una fuerte patada en el rostro al Targaryen y cayendo de pie algunos metros más atrás. Con un gruñido, Daegon escupió sangre y vio a su oponente, quien se encontraba nuevamente en guardia y sonriendo con burla, como si la herida en su pie derecho no existiera.

-Bien.....eres rápido, anotado.-

Dijo el muchacho y ambos volvieron a atacar. Durante los siguientes segundos, acero chocó contra acero mientras tanto Daegon como Bloodsong buscaban una abertura en los movimientos del otro y la multitud vitoreaba el espectáculo. Finalmente el Arakh de Daegon chocó contra uno de los guanteletes de Bloodsong, manteniéndose ambos en posición mientras forcejeaban. Bloodsong quiso aprovechar el segundo guantelete para atacar la cabeza del Targaryen, pero este logró sujetar con fuerza su otra mano por la muñeca, haciendo el forcejeo aún más intenso. La presión que ambas armas ejercían sobre la otra fue tanta, que el Arakh se partió en 2 y el guantelete salió volando hasta clavarse en uno de los muros de la fosa. Aprovechando el segundo de distracción, Bloodsong logró hacerle un corte a Daegon en el brazo de lado, usando el segundo guantelete. Con un gruñido y a pesar del dolor, el muchacho le dio un fuerte golpe con la cabeza en la suya en respuesta y le torció el brazo, provocando que el guantelete cayera al suelo a unos metros de distancia. Enfurecido, su oponente lo alejó con una patada en el pecho y dando otra ágil pirueta hacia atrás, quedando ambos separados nuevamente.

De momento, la pelea lucía bastante pareja y ambos combatientes habían recibido heridas, siendo las más importantes las de el brazo de Daegon y la pierna de Bloodsong. Ambos volvían a estar desarmados, por lo que Bloodsong corrió hacia su borde de la fosa y Daegon hizo lo mismo en sentido opuesto, para conseguir un arma. De entre todas las que le ofrecían pudo ver una espada y la tomó sin dudarlo. Su peso y forma de manejar la hacían diferir mucho de Lekia a la cual ya estaba tan acostumbrado como mover su propio brazo, pero el muchacho sabía que eso tendría que bastar. Al volver hacia el centro de la arena, pudo ver como al parecer volvían a estar igualados con el arma de su preferencia, ya que Bloodsong volvía a sujetar una lanza, la cual giraba con gran habilidad sobre sus hombros mientras hacía ágiles piruetas para la multitud, retando a Daegon en silencio. El brazo sangrante le ardía y no creía poder moverlo mucho durante el combate, aunque afortunadamente no era su brazo hábil con la espada. Ambos volvieron a colocarse en guardia, mientras los gritos de la multitud aumentaban a cada minuto, demostrando sus ansias de ver más sangre derramada en ese combate. Bloodsong escupió algo de sangre que salía de su nariz y alzó su lanza hacia la multitud.

-¿Los escuchas pequeño príncipe?, vinieron a ver a uno de nosotros morir de forma hermosa y brutal. Vinieron a ver nuestro acero chocar y nuestra sangre correr. No hagamos esperar más al público, chico!.-

Gritó con sed de sangre en la mirada, esta vez él se lanzó hacia Daegon y ambos continuaron con el combate. A pesar de que podría ser riesgoso utilizar una lanza para pelear a corta distancia, Bloodsong manejaba la suya con agilidad, como si fuera una extensión de su propio cuerpo. Daegon lograba bloquear sus ataques pero no estaba teniendo una abertura para herirlo, debido a la gran velocidad con la que el antiguo esclavo maniobraba la lanza. De pronto, al bloquear un ataque con el extremo afilado, Bloodsong giró la lanza a gran velocidad y golpeó a Daegon con fuerza en la nuca usando el otro extremo. Daegon quedó aturdido por un segundo que Bloodsong aprovechó para volver a atacar con la lanza, haciéndole un rápido corte en la cintura.

El Targaryen soltó un quejido de dolor y miró a Bloodsong con furia, quien a su vez lo miraba de forma burlona.

-¿Que ocurre, Westerosi?!, ¿acaso eso es todo lo que......?-

Daegon lo interrumpió con un grito e ignorando el dolor punzante en su costado, hizo un rápido movimiento con su espada y partió en 2 la lanza de Bloodsong y luego lanzó un tajo hacia su cabeza, el cual su oponente logró esquivar por poco, con el filo de la espada casi rozando su cuello.

-Hijo de perra!!.-

Gritó Bloodsong con furia y le dio una fuerte patada en la herida de la cintura. Debido al impacto y al dolor, el muchacho perdió el equilibrio y cayó al suelo de espaldas, mientras la espada se le escurría de los dedos y se deslizaba por el suelo a varios metros de distancia. Antes de poder levantarse o esquivar vio como su oponente se lanzaba sobre él para apuñalarlo con la mitad de la lanza que contenía el filo. Logró sujetar sus manos deteniendo el filo a solo centímetros de su pecho y ambos comenzaron a forcejear. La expresión de burla y superioridad de Bloodsong se había borrado de su rostro y en su mirada solo había furia y sed de sangre.

-Hasta nunca, príncipe!!!.-

Le gritó, mientras acercaba un poco más la punta hacia el pecho de Daegon y mantenía sus piernas inmovilizadas con las suyas. Daegon sabía que si seguía así, pronto se cansaría y entonces sería su fin. Con un grito y haciendo uso de todas sus fuerzas, logró desviar la punta de la lanza, haciendo que se clavara en el suelo casi rozando su cuello. Aprovechó el segundo de distracción de Bloodsong, para darle un fuerte puñetazo en un costado del rostro y al liberarse sus piernas, le dio un rodillazo en el pecho, quitándoselo de encima.

Ambos combatientes se pusieron de pie con algo de dificultad y jadeando. A esas alturas ambos ya estaban sintiendo el agotamiento del combate y las heridas que sufrían les estaban comenzando a pasar factura: La pierna derecha de Bloodsong sangraba y temblaba, haciéndole difícil mantenerse en pie en ocasiones y algo similar ocurría con el brazo izquierdo de Daegon, además de que ambos tenían golpes en el cuerpo y cortes en el rostro. Sin embargo, según las reglas, el combate debía seguir hasta que al menos 1 de ellos muriera y la multitud de guerreros estaba aún más exaltada que antes, presintiendo que esto podría ocurrir pronto. Todas las miradas del público estaban puestas en ellos, mientras gritaban e insultaban tanto en Alto Valyrio como usando la lengua común.

Además, ambos estaban nuevamente desarmados. Daegon pensó que podrían elegir armas de nuevo, sin embargo, Amaya alzó una mano desde su asiento.

-No más armas salvo las que ya están dentro de la fosa. Terminen con esto rápido que el público se está impacientando!.-

Dijo, mientras la multitud gritaba, apoyando sus palabras. Por tercera vez, Daegon y Bloodsong se pusieron en guardia, listos para el que probablemente sería el último asalto antes de que uno de ellos perdiera la vida.

-Muy bien príncipe......acabemos con esto!.-

Dijo Bloodsong, logrando que su pierna sangrante dejara de temblar. Daegon logró ignorar el dolor punzante del corte en su cintura y brazo, mientras se concentraba únicamente en su oponente, ya habría tiempo para ocuparse de sus heridas si sobrevivía al combate.

-Ven por mi!.-

Daegon y Bloodsong se lanzaron hacia el otro por última vez. Esta vez peleaban cuerpo a cuerpo usando las últimas energías que tenían. Algunos golpes acertaban, manchando el suelo con algo de sangre, mientras que otros conseguían bloquearlos o esquivarlos. De pronto Daegon logró darle a Bloodsong un rodillazo en el pecho, dejándolo sin aliento por unos segundos y luego un fuerte puñetazo en el rostro, rompiendo su nariz y haciéndole caer al suelo de espaldas.

El Targaryen iba a abalanzarse sobre su oponente para inmovilizarlo y finalmente terminar con la pelea. Pero este se recuperó y ágilmente lo esquivó rodando hacia la derecha al mismo tiempo que le daba a Daegon una patada en un tobillo, haciéndole caer al suelo de rodillas. El antiguo esclavo aprovechó ese momento para recoger del suelo la mitad sin filo de la lanza que tenía cerca de él. Se colocó detrás de Daegon y antes de que este pudiera levantarse, le colocó la lanza en el cuello, comenzando a tirar de esta e intentando romperle el cuello.

-Muere.....de una vez......Westerosi!.-

Gritó Bloodsong, con la voz algo débil y pastosa debido a la sangre que chorreaba de su nariz rota. Daegon no podía apartar la lanza la cual apretaba su cuello con intensidad, amenazando con rompérselo mientras le faltaba el aire. Ante esto no pudo evitar pasar por su mente, la imagen de una situación similar durante su pelea contra Mordedor en Castle Black.

-No.....esta.....vez!.-

 Gritó Daegon entre jadeos y dio un fuerte cabezazo hacia atrás, golpeando a Bloodsong nuevamente en el rostro y haciendo que lo soltara. Este se llevó una mano al rostro aturdido por el golpe, y Daegon aprovechó para lanzarse sobre él y derribarlo al suelo con un grito y sujetando sus brazos con fuerza para que esta vez no escapara, sin embargo Bloodsong aún no estaba vencido.

Apenas Daegon lo derribó, Bloodsong uso la flexibilidad y agilidad de su cuerpo, aferrando su cuello con sus piernas, inmovilizándolo e intentando asfixiarlo con estas. Sintiendo nuevamente que le faltaba el aire, Daegon vio como a su derecha y a poca distancia de ellos se encontraba el guantelete de Bloodsong que había caído al suelo en el primer asalto. Por lo que soltó uno de los brazos de su oponente y estiró su brazo derecho, intentando agarrarlo. Apenas Bloodsong tuvo libre su brazo, su mano salió disparada hacia el rostro de Daegon, para luego comenzar a golpear y arañar este, intentando herir sus ojos, mientras lo seguía asfixiando. Daegon contuvo un grito por el dolor, intentando conservar el aire en sus pulmones, y a pesar del intenso dolor, concentró todos sus esfuerzos en únicamente sujetar esa arma. Estiró su brazo derecho lo más que pudo hasta que finalmente pudo rozar y sujetar la empuñadura del guantelete. Al tenerlo aferrado, rápidamente enterró el filo con fuerza en la pierna izquierda de Bloodsong.

-AAAAAHHHGGGGG!!-

Gritó de dolor y soltó a Daegon, cosa que el Targaryen aprovechó para darle un puñetazo bajo la barbilla y rodar hacia un costado, para luego ponerse de pie a duras penas, tambaleándose por el esfuerzo. Vio que Bloodsong ya no podía ponerse de pie debido a la profunda herida en su pierna, pero el guerrero aún no estaba dispuesto a rendirse. A duras penas, comenzó a arrastrarse hacia donde estaba la espada caída de Daegon. El Targaryen se acercó, llegando antes, pateó la espada hacia el otro extremo de la fosa y detuvo a su oponente dándole una fuerte patada en el pecho. Bloodsong tosió sangre y finalmente permaneció inmóvil, con su cuerpo temblando ligeramente, entre jadeos y maldiciones por el dolor. Daegon había vencido.

Tenía varios rasguños y golpes en el rostro, además de su labio inferior partido. También 2 cortes sangrantes, en su brazo izquierdo y cintura, además de golpes por varias zonas de su cuerpo. Pero a pesar de eso y de su victoria, parecía que el combate no terminaría ahí. Con este giro de eventos, el público parecía haberse olvidado de su afición por Bloodsong y ahora lo abucheaban mientras vitoreaban al Targaryen. Este incluso pudo vislumbrar la expresión de preocupación pero también alivio de Ser Barristan, quien se había estado conteniendo todo ese tiempo de no saltar en la fosa a ayudarlo, de no ser por su orden directa. Sin embargo, pronto todos los antiguos esclavos comenzaron a gritar en coro 1 única palabra, la misma que Daegon les había escuchado gritar a Bloodsong cuando llegó, minutos atrás.

-MATA!,MATA!,MATA!,MATA!,MATA!,MATA!.-

Y Daegon recordó las palabras de Amaya.

"2 entran y 1 sale......"

Como si leyera sus pensamientos, Amaya se puso de pie, acallando nuevamente todos los gritos con un gesto de su mano. Luego se quitó su daga de la cintura y con gran precisión la lanzó dentro de la fosa, cayendo clavada en el suelo a solo centímetros de los pies de Daegon. De no ser por sus reflejos tardíos al estar exhausto y débil por la pelea, el muchacho se habría sobresaltado un poco por esto.

-Termínalo.-

Dijo simplemente y con expresión insondable, dándole a Daegon vía libre para asesinar a Bloodsong y ganar correctamente la pelea. Viendo lo ocurrido y que su derrota era oficial, Bloodsong dejó de intentar moverse y simplemente permaneció tendido en el suelo, aceptando su destino y esperando por su muerte con sorprendente serenidad. El Targaryen recogió la daga del suelo y la aferró, de pie frente a su oponente, mientras toda la multitud retomaba sus gritos, exaltados por ver el desenlace final del combate.

-MATA!,MATA!,MATA!,MATA!,MATA!-

A Daegon no le hacía gracia asesinar a un oponente desarmado e inmovilizado que ya no era una amenaza para él. Tampoco tenía nada en contra de Bloodsong fuera de ese combate. Además su agilidad, resistencia y destreza para luchar eran impresionantes, por lo que le serviría tener a alguien así en el ejército que pensaba reunir. Pero por otro lado, sabía que si no lo asesinaba y ganaba el combate bajo las costumbres de esa gente, podría no ganarse su respeto y todo ese esfuerzo habría sido en vano.

Recomendación: Escuchar a partir de este punto:

https://youtu.be/MCC2CNS5lRQ

El muchacho permaneció en silencio varios segundos, mientras los gritos de los demás guerreros retumbaban en sus oídos, hasta que finalmente tomó una decisión.......y soltó la daga, para luego patearla lejos, hacia el otro extremo de la fosa. Luego, alzó la mirada hacia la multitud.

-Durante años, los Amos que los mantuvieron en cadenas decidían quienes de ustedes morían y quienes vivían.......pero yo no vine aquí a ser su Amo!. Y de donde vengo, no asesinamos por diversión, o por deporte!.-

Dijo, alzando la voz para hacerse escuchar por sobre los gritos de la multitud. Luego extendió una mano hacia Bloodsong, para ayudarlo a ponerse de pie. Este lo miró con una mezcla de furia y confusión en su mirada, pero finalmente aceptó su mano y se levantó con dificultad. Luego, a pesar de estar renqueando por la profunda herida en su pierna, y el resto de heridas en su cuerpo, logró caminar hacia uno de los muros de la fosa y salir trepando por este. Haciendo notar nuevamente, la gran resistencia al dolor que tenía esa gente, tras años de torturas y de luchar en esas condiciones.

Estando ya solo en la fosa, Daegon miró a Amaya y los demás guerreros. Varios lo observaban con decepción por no terminar el combate adecuadamente y otros con algo de curiosidad. Pero no podía leer la expresión de Amaya, quien solo lo miraba fijamente, aún de pie. Con toda la multitud guardando silencio, Daegon sabía que era ahora o nunca. Había probado su fuerza ante ellos como Amaya dijo, pero ahora debía ganárselos para que lucharan a su lado.

-Nyke daegon hen lentor targārien, rūsīr se ānogar hen uēpa valyrio. Onlaik issa mandia, nyke ȳdra daor emagon mirre pumpos taitles naejot jiōragon raqagon "muñnykeā zaldrīzoti" nykeā "pryjatys hen belma." se mērī mirre nyke emagon naejot jiōragon iksos nykeā arlie purpos syt ry hen ao. (Yo soy Daegon de la casa Targaryen, con la sangre de la Antigua Valyria. A diferencia de mi hermana, no poseo ningún título pomposo que ofrecer como "madre de dragones" o "rompedora de cadenas". Lo único que tengo para ofrecerles, es un nuevo propósito para todos ustedes.)-

Habló primero en claro Alto Valyrio, para demostrar que él también lo hablaba y esperando que eso hiciera que lo vieran menos como un forastero. Luego prosiguió, usando la lengua común.

-Lo que ustedes han hecho aquí es admirable. Se levantaron contra sus amos, rompieron sus cadenas y ahora viven en libertad haciendo lo que les plazca.......pero no podrán quedarse aquí para siempre. Los recursos que obtuvieron saqueando son limitados y tarde o temprano se acabarán. No pasará mucho tiempo para que el Rey Carnicero descubra esto y ordene a su nueva guardia sitiar todo el Barrio Bajo, haciendo que tarde o temprano mueran de hambre o matándose entre ustedes. ¿Quieren que eso pase?!.-

Poco a poco algunos murmullos de aprobación comenzaron a escucharse desde la multitud.

-Yo les ofrezco otro camino, otra vida. Ustedes merecen algo mejor que esto, merecen luchar por algo que de verdad importe en lugar de morir luchando por deporte y el entretenimiento de otros!. Mi hermana Daenerys luchó por ustedes cuando nadie nunca lo hizo, los liberó de sus cadenas e hizo lo mismo con los esclavos de Yunkai. Ahora está de camino a Mereen para terminar el trabajo, pero los Amos cobardes y opresores que escaparon piensan emboscarla de camino hacia allí y asesinarla. Quiero salvar a mi hermana, pero necesito su ayuda, la ayuda de valientes  y despiadados guerreros como ustedes. Guerreros que conocen en carne propia las atrocidades de las cuales los Amos son capaces y que tienen incluso más razones que ella para odiarlos. ¿Acaso no quieren vengarse ustedes mismos de ellos?. ¿Acaso no quieren hacer correr su sangre y que nunca vuelvan a esclavizar a nadie más?!!.-

Aquel murmullo de aprobación fue creciendo y varias personas entre la multitud comenzaron a hablar entre ellas y asentir levemente con la cabeza. Por lo que Daegon dijo, para concluir.

-Pero sé que merecen ser recompensados y no solo por obtener la venganza que muchos quieren. Como le dije antes a Amaya, tengo 2 cofres llenos de oro esperando mi orden para ser enviados a mi cuando hayamos ganado la batalla contra los Amos. Ese oro será todo para quienes elijan acompañarme y sobrevivan. Les estoy ofreciendo la oportunidad de luchar por algo más grande que ustedes mismos. De luchar por oro, gloria y por justicia de que nunca más un esclavo en Essos tenga que pasar por lo que pasaron ustedes. Eso es todo lo que yo tengo para decir, ahora la pregunta es.......¿PELEARÁN A MI LADO?!!!!-

Concluyó, alzando un puño al aire y toda la multitud estalló en vítores. Algunos alzando el puño o sus armas y otros simplemente gritando con emoción. A los pocos segundos todos comenzaron a gritar en coro la misma palabra.

-DRAGÓN!, DRAGÓN!, DRAGÓN!, DRAGÓN, DRAGÓN!-

Daegon permaneció algunos minutos en silencio, de pie en medio de la fosa y con el puño alzado, rodeado por las ovaciones y disfrutando de aquella sensación. Ya no veía a Ser Barristan en medio de la exaltada multitud, pero si distinguió a Amaya, quien continuaba con su expresión seria pero también lucía pensativa, como si considerara su oferta. Cerca de ella, La Bestia se había unido a los festejos, aunque Daegon dudaba si aquel bruto habría entendido la mitad de su discurso. Sin embargo, a pesar de que a simple vista parecía haber convencido a todos los guerreros del lugar. Sabía que era posible que una vez que el calor del momento desapareciera, habrían algunos que reconsiderarían el dejar ese lugar para acompañarlo. Por lo que finalmente volvió a alzar la voz, haciéndose escuchar por sobre los gritos.

-Para aquellos guerreros que sean lo suficientemente valientes como para acompañarme. Partiré dentro de 1 hora desde la Puerta Norte de la ciudad. Asegúrense de traer todas las provisiones y armas que puedan encontrar e incluso caballos si es que queda alguno vivo aquí. Pero se acabó el asesinar o violar a ciudadanos inocentes, si tan solo 1 de ustedes llega a hacerlo créanme que lo sabré......y lo mataré yo mismo.-

Aclaró con un tono firme y frío. Sabía que casi todos esos guerreros eran asesinos despiadados y también violadores, pero si iba a dirigirlos no los dejaría lastimar más a personas inocentes. En su lugar haría que enfocaran toda su ira y salvajismo en su verdadero enemigo: Los Amos.

-Y para aquellos que sean demasiado cobardes como para venir.......A la mierda con ustedes!.-

Gritó y escupió sangre al suelo, como una de las tantas secuelas de su combate contra Bloodsong. Los vítores se reanudaron mientras Daegon caminaba hacia uno de los muros de la fosa y también conseguía treparlo por si solo, para salir de esta. Al salir de la fosa y volver a ponerse de pie, no pudo evitar tambalearse un poco, estaba exhausto por la brutal pelea y algo débil por sus heridas. Pero logró ponerse de pie y avanzar hacia donde estaba Ser Barristan, en el camino incluso varios de los guerreros le palmearon la espalda entre los gritos de la multitud. Cuando llegó con el hombre, vio que este lo estaba mirando con una mezcla de alivio y orgullo.

-¿En que piensa, Ser Barristan?.-

-Pienso......en que su hermano Rhaegar habría estado muy orgulloso de usted, mi príncipe. Él también sabía cuando perdonar una vida y era bueno para inspirar a sus hombres.-

Le dijo, mientras le regresaba a Lekia y sus cuchillos. Daegon no pudo evitar sonreír levemente ante sus palabras, mientras volvía a equiparse sus armas.

-Gracias y eso espero, aunque creo que Rhaegar habría terminado esta pelea mucho antes que yo. Al menos espero haber convencido a la mayoría de seguirme. Ahora larguémonos de aquí, así puedo desmayarme en privado y no perder el respeto de esta gente.-

Bromeó el Targaryen y ambos salieron del amplio patio, nuevamente hacia la entrada de la casa. Sin embargo, antes de salir del vestíbulo, Daegon recordó algo.

-Espere.-

Le dijo a Ser Barristan y se dirigió hacia donde estaba colgado el estandarte Targaryen. Luego lo descolgó del muro, lo enrolló y se lo echó al hombro.

-Hace más de 15 años que no veo uno de estos y servirá para hacer ver a mi hermana que no somos sus enemigos, en caso de conseguir mi ejército.-

-Buena idea.-

Luego ambos salieron de la casa, nuevamente hacia las calles desiertas de los Barrios Bajos. Una vez nuevamente solos, Daegon resopló levemente.

-Y se supone que esta era la parte fácil del plan......aunque es mi plan así que supongo que no tengo derecho a quejarme. En fin, ahora que sigo vivo ya podemos enviar la carta a Illyrio Mopatis y esperar que si prepare ese oro.-

Ser Barristan asintió.

-Con su permiso, iré a ver al contacto de Illyrio en la ciudad. Él le hará llegar la carta y además, días atrás le pedí que intentara averiguar lo más que pudiera sobre los movimientos de las tropas de los Amos. Lo hice pensando en la posibilidad de que usted no aceptara la invitación de Illyrio y decidiera salvar a su hermana.-

-Muy bien, intente averiguar lo más que pueda para no viajar a ciegas......Mientras tanto yo volveré al campamento, curaré mis heridas y recogeré todo. Lo veré junto a los caballos en la Puerta Norte dentro de 1 hora. Entonces veremos realmente quienes de estos Guerreros de la Fosa realmente escucharon mis palabras.-

Al llegar a una bifurcación, ambos se separaron. Ser Barristan se internó en la ciudad, hacia los barrios controlados por el Rey Carnicero y Daegon se dirigió hacia su campamento en las afueras de esta.

1 hora después, el sol ya se alzaba en lo alto del cielo marcando el mediodía y Daegon se encontraba en la Puerta Norte de Astapor, junto a los 2 caballos y sus pocas provisiones. Apoyado con la espalda contra uno de los muros de la ciudad, esperaba a Ser Barristan mientras revisaba nuevamente los vendajes de sus heridas por si acaso. Para los rasguños en el rostro se había aplicado un ungüento que le había regalado el Maestre Aemon en Castle Black para su viaje. Además de aliviar el dolor evitaba que las heridas se infectaran. Finalmente para los cortes en su brazo y cintura, además del ungüento los había suturado como Aemon le había enseñado y después vendado. Ninguno de los cortes había sido demasiado profundo como para dañar mucho tejido o algún órgano por lo que deberían sanar dentro de algunas semanas, aunque probablemente le dejaran alguna cicatriz en esas zonas. La debilidad que había sentido hasta llegar al campamento se debía a la pérdida de sangre y cansancio por la pelea. Luego también había comido algo para recuperar energías, antes de recoger todo y volver a moverse hacia ese lugar.

Estaba terminando de comprobar que había hecho correctamente la sutura de la herida en su brazo, cuando vio llegar a Ser Barristan. Este echó una rápida mirada a sus vendas, luciendo preocupado.

-¿Como están sus heridas?.-

-Se sienten peor de como se ven. Ese sujeto Bloodsong dio mucha pelea así que supongo que agregaré alguna cicatriz más a la de la herida que tuve en Castle Black, pero al menos creo que ninguna se infectará. Deberían estar del todo curadas dentro de algunas semanas y según probé, puedo usar la espada sin muchos problemas. ¿Como te fue con el contacto de Mopatis?.-

El hombre lució aliviado ante lo primero y luego asintió ante la pregunta.

-Le entregué la carta y se pondrá en marcha esta noche hacia Pentos, debería llegar también dentro de un par de semanas. Si logramos reunirnos con el ejército de su hermana y ganar la batalla contra los Amos, para ese entonces ya deberíamos estar en Mereen y podrá pedirle que envíe los cofres con oro allí. Mi contacto también tenía más información sobre el plan de la emboscada que el ejército de los Amos piensa tender al de la princesa Daenerys.-

Daegon asintió, al menos eran buenas noticias que la carta ya fuera a ser entregada.

-Muy bien, lo escucho.-

Ser Barristan comenzó a decirle lo que sabía.

-Le dije antes que el ejército de los Amos está dividido en grupos más pequeños que partieron en distintos barcos desde una ciudad libre distinta, para luego reorganizarse en tierra. Pues ahora sabemos que mínimo son 5 grupos aunque podrían haber más. Al parecer cada grupo tiene entre 500 y 1000 soldados, los Amos buscan superar a su hermana por cantidad. Dado que ella tiene aproximadamente un poco más de 4000 hombres, entre los Inmaculados, los Dothraki y los Segundos Hijos, una compañía mercenaria que se le unió poco antes de la conquista de Yunkai. Además, el ejército completo de los Amos, tiene 1 único comandante: Un mercenario llamado Tazal, los Amos lo han tenido en su nomina desde hace años para hacerles el trabajo sucio o acabar con alguna revuelta que ha surgido. No lo conozco ni nunca escuché sobre él, pero según lo que el contacto sabía, es un asesino nato, despiadado y siempre completa el trabajo que su empleador le encarga.-

Daegon se llevó una mano a la frente y se la masajeó con 2 dedos, imaginaba que Ser Barristan no traería buenas noticias, pero esto era peor.

-Entonces en el peor de los casos estaríamos lidiando con un ejército de mínimo 5000 o 6000 soldados liderados por un gran mercenario. Genial, eso suena muy alentador......¿que más tienes?.-

Dijo con claro sarcasmo y esperando que no hubieran peores noticias.

-De hecho, mi príncipe, el contacto de Illyrio también me dijo algo con lo que podríamos ganar la ventaja. Como movilizar un ejército tan grande sin alertar a la princesa Daenerys sería casi imposible, Tazal planea mantenerlo separado hasta el último momento. Cada uno de los grupos tiene un campamento específico donde se reunieron luego de atracar y cada uno de estos campamentos está distribuido a lo largo del camino entre Mereen y poco antes de llegar a Yunkai. Al parecer cada campamento está coordinado con el de Tazal con mensajeros y planean marchar al mismo tiempo apenas él dé la orden. Ahora mismo las tropas de Daenerys deben de estar transitando el camino entre Yunkai y Mereen, pues cuando haya avanzado lo suficiente Tazal planea emboscarla con todos los grupos a la vez, formando al ejército completo. Los grupos que están más cercanos a Mereen la atacarán por el frente y los que están más cerca de Yunkai atacarán su retaguardia y costados, rodeándola por completo. Se dice que los Inmaculados son los mejores soldados de todo Essos, pero dudo que ni siquiera ellos puedan resistir si son superados en número y rodeados, serían acorralados entre ellos y perderían casi toda capacidad de movimiento para defenderse.-

Daegon maldijo entre dientes, aquella situación parecía no hacer más que complicarse. Sin embargo, pareció comprender como esa información podría darles la ventaja según Ser Barristan.

-Si ese gran ejército está disperso en los kilómetros y kilómetros de camino entre Yunkai y Mereen.....podría ayudar a Daenerys si atacamos cada grupo por separado. Reducir el ejército para que, cuando ocurra la emboscada, ella y sus Inmaculados puedan lidiar con el resto.-

-Eso mismo es lo que pensé yo. Le dije antes que cada uno de los Guerreros de la Fosa vale por 10 mercenarios entrenados, tanto en habilidad como en brutalidad. Suponiendo que logró convencer a los suficientes, podría encargarse de varios de estos campamentos, tomándolos por sorpresa. Según me dijo el contacto de Illyrio, el campamento más cercano se encuentra poco antes de llegar a Yunkai, a unos 5 kilómetros de la ciudad. Al parecer se instalaron allí luego de que su hermana pasara con su ejército, por lo que no fueron vistos. Si marchamos de forma constante y solo paramos 2 o 3 veces al día para comer y que los caballos descansen, podríamos llegar allí en pocos días.-

Daegon asintió, aliviado de al menos tener un plan decente en marcha, aunque seguía preocupado por un detalle importante.

-Bien, entonces eso es lo que haremos, arrasaremos con cada uno de esos campamentos antes de que puedan llegar hasta mi hermana. Esto podría funcionar y tal vez no muramos en el intento, pero depende de a cuantos de estos guerreros logré convencer de seguirme. Si es que alguno decide presentarse.....-

-Tenga fe, mi príncipe. Estoy seguro de que varios escucharon sus palabras.-

La respuesta a eso no se hizo esperar demasiado, algunos minutos después, la Puerta Norte de Astapor se abrió por completo y una hilera de personas comenzó a atravesarla. Daegon reconoció a varios de los guerreros que había visto antes y eran muchos más de los que esperaba. Algunos habían conseguido caballos y quienes no, se habían acomodado en carretas de las cuales estos tiraban. A la cabeza del grupo vio a Amaya, quien los estaba dirigiendo.

-Hijo de perra.....-

Murmuró Daegon, soltando un leve suspiro de alivio y acercándose hacia ella junto a Ser Barristan. Al verlo, el grupo se detuvo y Daegon le habló a Amaya.

-¿Cuantos son?.-

-120, fue un bonito discurso el que diste, dragón. Aunque algunos decidieron probar su suerte quedándose en la ciudad o siguiendo su propio camino en lugar de a alguien más. Es cierto que no podemos quedarnos aquí para siempre mientras el Rey Carnicero quiera controlar toda la ciudad. Aunque personalmente me atrajo más la idea de los 2 cofres con oro que prometiste. Espero que no hayas mentido al respecto o yo misma te mataré y daré de comer tus testículos a La Bestia.-

Daegon rió entre dientes, aunque en el fondo esperaba que Illyrio Mopatis realmente le consiguiera ese oro, o habrían problemas en el futuro.

-Cumpliré con mi palabra. Si ganamos la guerra contra los amos, yo consigo salvar a mi hermana y ustedes consiguen su venganza y su oro. Si perdemos......bueno, todos estaremos muertos así que el oro no les servirá de mucho.-

Amaya sonrió de lado.

-Tranquilo Westerosi, yo no muero tan fácilmente así que en el mejor de los casos solo yo quedaré viva y todo el oro será para mi.-

En eso Daegon se fijó en otro rostro conocido salir por la Puerta Norte. Al parecer, no habían encontrado un caballo capaz de cargar el cuerpo robusto de La Bestia, por lo que este iba tumbado en la carreta más grande de todas que también cargaba las provisiones del grupo. En esos momentos se encontraba bebiendo cerveza directamente de un barril, el cual alzaba en brazos como si no pesara nada. Al cruzar miradas con Daegon, sonrió de lado y alzó un poco más el barril a modo de saludo. El Targaryen alzó una ceja, sin saber bien que pensar al respecto, al menos era mejor tenerlo de su lado que en su contra.

-No estoy seguro de que sea buena idea tenerlo bebiendo desde ahora....-

Amaya rió en respuesta.

- Ni siquiera yo puedo alejar a La Bestia de la bebida una vez comienza, aunque te invito a intentarlo. De igual forma, te aseguro que estando tanto ebrio como sobrio, cualquier enemigo que se cruce en su camino es hombre muerto. Ahora, ¿hacia donde marchamos?.-

-Hacia Yunkai, les explicaré los detalles en el camino pero debemos marcharnos ahora y cabalgar casi sin parar para llegar a tiempo. Prepara a tu gente.-

Amaya asintió, sin embargo antes de irse dirigió una mirada fija y burlona hacia Ser Barristan. Parecía que aún recordaba su provocación de antes.

-Espero que no nos estorbes.....caballero.-

Dijo y luego se dirigió hacia donde su gente continuaba saliendo de la puerta. Ser Barristan apretó los puños pero una mirada de Daegon lo hizo contenerse.

-Estaré en mi caballo, mi príncipe.-

El hombre se alejó hacia su caballo y en eso Daegon vio, al final de la fila de guerreros, alguien a quien no esperaba ver.

-Seré honesto, no esperaba que vinieras.-

Le dijo a Bloodsong mientras se acercaba. Este también había vendado algunas de sus heridas, aunque tenía varios moretones y cortes en el rostro y la pierna herida aún le temblaba bastante al apoyarla. A pesar de eso lucía mucho mejor que 1 hora atrás y al parecer sus heridas no le impedían montar a caballo, ya que estaba llevando uno por las riendas. Al verlo, el hombre le dirigió una mirada dura y fría.

-Me humillaste frente a todos. Me habías vencido y estaba a tu merced, pero perdonaste mi vida, negándome una muerte honorable.......aunque también tienes razón y merezco algo mejor que esto, pelear en la fosa ya se estaba volviendo aburrido. Por lo que tal vez si te sigo pueda tener la muerte digna de un guerrero que tu me negaste.-

Era claro que la tensión por su pelea aún estaba alta y que él no le agradaba a Bloodsong. Sin embargo Daegon reconocía su gran habilidad y solo le bastaba que la usara en batalla.

-Creí que sería un desperdicio que alguien con tus habilidades muriera en esa fosa deprimente, aún así me alegra que vinieras. Partiremos enseguida.-

Le respondió el muchacho con calma. Bloodsong solo chasqueó la lengua y pasó por su lado, golpeando su hombro con el suyo, para luego subir a su caballo. 

Una vez que todo el grupo hubo cruzado la Puerta Norte, Daegon los evaluó rápidamente con la mirada. Aún con 120 guerreros, seguían estando en desventaja numérica ante el ejército de los Amos. Pero había visto de primera mano de lo que eran capaces y si todos luchaban con la misma brutalidad que en la fosa, entonces podrían tener una oportunidad.

Finalmente, Daegon montó en su caballo, con Ser Barristan a su derecha y Amaya a su izquierda, ambos también a caballo. El Targaryen miró hacia atrás a sus nuevos hombres, quienes estaban listos para partir.

-Muy bien señores, marchamos a la guerra!!.-

Todos los guerreros gritaron en aprobación y con sed de sangre en sus miradas, deseando tener la venganza que les había prometido. Ante la orden de Daegon, todos comenzaron a marchar hacia el norte, dejando Astapor atrás. Había llegado a la ciudad hacía 1 día solo y sin recursos, pero ahora el muchacho tenía a su ejército y un plan a seguir. Solo podía esperar que resultara y que eso fuera suficiente para poder salvar a Daenerys.

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