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Capítulo 31: Quaithe

Daegon

Nuevamente tenía la misma pesadilla:

Volvía a estar en el campo de batalla de El Tridente, reviviendo una batalla en la que él ni siquiera había estado presente. Corría por el campo de batalla, entre el fragor de la lucha, esquivando soldados luchando o cadáveres en el suelo, hasta que llegó a la orilla de un río donde contempló la misma escena que lo había estado persiguiendo durante años: Su hermano mayor Rhaegar, enfrascado en lucha contra Robert Baratheon, pero perdiendo esta lentamente. Hasta que finalmente fue derribado por el imponente guerrero que portaba un gran martillo y una armadura en forma de ciervo. Normalmente esa pesadilla habría concluido con Daegon paralizándose, y luego doblándose de dolor ante cada golpe que Robert infligía a su hermano. Sin poder acercarse más y observando impotente como la vida se escapaba de sus ojos.......pero esta vez algo cambió: Su cuerpo no se paralizó y observó como Robert Baratheon estaba alzando su martillo, a punto de golpear con fuerza a su hermano en el suelo y darle el golpe mortal.

-NOOOOO!!!-

Gritó y de un salto se abalanzó sobre Robert, logrando derribarlo al suelo. Ambos rodaron unos metros debido al peso de la armadura de Robert y Daegon sintió el roce de una daga atada a su cintura. Por lo que la tomó y antes de que el hombre pudiera ponerse de pie, la clavó con un grito en el hueco que había entre su cuello y la armadura. La sangre comenzó a brotar a chorros mientras Daegon apuñaló a Robert otra vez.

Y otra

Y otra

Y otra

Enceguecido por el miedo y odio que había acumulado durante 15 años, el Targaryen continuó apuñalando al hombre responsable de la muerte de su hermano. Sintiendo sus manos manchadas con sangre espesa y el sabor metálico de esta en la boca al salpicarle al rostro.....pero finalmente algo lo hizo detenerse.

El clima comenzó a cambiar abruptamente. Aquel cielo despejado había desaparecido y solo habían nubes por doquier, de las cuales comenzaba a caer una fina nevada. Daegon volteó la mirada hacia donde segundos atrás había estado Rhaegar.....pero ya no estaba, al igual que el resto del campo de batalla, parecía que todos sus alrededores habían cambiado de un segundo a otro. Incluso el cadáver de Robert Baratheon que había estado apuñalando, había desaparecido, al igual que la sangre en el rostro y ropas de Daegon. El Targaryen, miró alrededor confuso y entonces reconoció el lugar donde estaba:

Se trataba de el mismo claro de un bosque en el Norte, donde había sido emboscado por los espectros junto a la Guardia Nocturna. Estaba nevando y podía sentir el ambiente volverse cada vez más gélido. Dándose vuelta pudo ver la imponente imagen del gran muro de hielo alzándose a la distancia. Permaneció unos segundos contemplándolo e intentando comprender que acababa de pasar.....y entonces sucedió.

Primero escuchó un crujido lejano, luego el suelo comenzó a temblar.....y el muro comenzó a derrumbarse. Ante sus propios ojos vio como la gran muralla de miles de años de antigüedad,  caía de forma imposible. Trozos gigantescos de hielo se desprendían desde la cima y caían hacia el vacío. De pronto, una gigantesca nube de polvo y hielo, producto del derrumbe, comenzó a avanzar hacia el claro donde él estaba, como si fuera una inmensa tormenta helada. Daegon intentó correr pero se dio cuenta que no podía mover su cuerpo ni un centímetro. Mientras el suelo temblaba y aquella nube helada se acercaba, el Targaryen solo pudo cerrar los ojos mientras esperaba el impacto.......pero este nunca llegó.

Unos segundos después, abrió los ojos y comprobó confuso, que nuevamente se encontraba en otro sitio. Estaba pisando un suelo completamente congelado, al igual que los muros y columnas que se alzaban desde este. Al mirar alrededor, amplió los ojos al reconocer el lugar donde se hallaba, lo hizo casi enseguida por más de no haber pisado ese lugar en casi 20 años: Se hallaba al comienzo del salón del trono de la Fortaleza Roja, pero este estaba completamente congelado y cubierto de nieve. Como si el peor de los inviernos hubiera pasado por allí y arrasado con todo el lugar. Al adentrarse en el amplio salón, Daegon alzó la vista hacia el frente.......y entonces lo vio.

El Trono de Hierro se alzaba al fondo del salón. A pesar de que sus alrededores estaban cubiertos de nieve y hielo, el trono se encontraba impoluto y los filos de sus cientos de espadas relucían levemente ante la mirada de Daegon, quien comenzó a acercarse a este. Finalmente llegó frente al trono y luego de unos segundos, estiró una mano lentamente hacia uno de sus brazos para tocarlo. Sin embargo, antes de que pudiera hacer eso, un sonido a sus espaldas lo interrumpió. Dándose vuelta, vio que otra persona más había ingresado al lugar por una entrada lateral. Una chica muy hermosa de pelo plateado que parecía ser unos años menor que él. Ella se internó en el salón, mirando alrededor con la misma expresión confusa que Daegon. De pronto, el muchacho amplió los ojos al reconocerla.....la había visto en la visión que tuvo sobre la muerte de su hermano Viserys, meses atrás.

Daenerys Targaryen llegó caminando hacia el centro del salón, cuando de pronto alzó la mirada hacia el fondo de este. Primero sus ojos se posaron sobre el Trono de Hierro......y finalmente en los de Daegon, sobresaltándose,  como si acabara de notar su presencia ahí. Ambos se miraron fijamente durante unos segundos sin decir nada, clavándose las miradas mutuamente sin uno saber porque él otro estaba ahí. Finalmente Daegon decidió acercarse a ella, pero apenas había dado 1 paso en su dirección cuando de pronto todo se oscureció.

Despertó sobresaltado entre jadeos y se incorporó en la hamaca que le servía de cama, con la frente empapada en sudor. Luego de unos segundos, comenzó a calmarse, reconociendo el lugar donde se encontraba. La bodega del barco donde dormía no era muy grande ni cómoda, estaba llena de cajas o barriles con provisiones y se respiraba un aire algo denso de encierro y a polvo, pero Daegon se conformaba con poder dormir ahí. Ya llevaba unos 2 meses de viaje en barco y para ese entonces ya se había acostumbrado al movimiento de este al ser mecido por la corriente marina, aunque los primeros días se había sentido mareado ya que era su primera vez en un barco.

Se incorporó, sentándose en su hamaca y pensando en el extraño sueño que había tenido. Había comenzado con la pesadilla habitual que de vez en cuando tenía desde la muerte de Rhaegar. Sin embargo esta vez no se había detenido en el momento habitual y había visto más cosas. La caída del muro, la Fortaleza Roja arrasada y congelada, el Trono de Hierro......y su hermana menor, Daenerys Targaryen.

-Solo fue un sueño.....aunque uno extraño.-

Murmuró para si mismo. Estaba por levantarse de la hamaca para subir a la cubierta del barco, cuando de pronto se sobresaltó al escuchar otra voz en esa misma habitación.

-No deberías subestimar los sueños, Daegon Targaryen.-

El muchacho amplió los ojos y giró la cabeza hacia un rincón oscuro de la bodega. En este pudo ver una silueta envuelta en las sombras, sentada sobre una caja. Por instinto, rápidamente tomó a Lekia, que estaba apoyada a un lado de la hamaca y la desenvainó, apuntando hacia la silueta.

-¿Quien eres?!.-

Preguntó alarmado. La silueta permaneció en silencio por unos segundos, pero finalmente le respondió.

-No tu enemiga. Aunque comprendo tu desconfianza.-

Era una voz de mujer, suave pero a la vez peligrosa y que le resultaba extrañamente familiar. Finalmente la silueta se puso de pie y dando un paso fue iluminada por la luz del día que se colaba por un ojo de buey, entonces Daegon pudo verla: Vestía una túnica completamente roja como la sangre, con capucha pero que en esos momentos estaba descubierta, revelando su rostro. O al menos lo que debería ser su rostro, ya que este estaba completamente cubierto con una máscara, a excepción de los ojos. Esta era de madera y estaba hecha de pequeñas figuras simétricas también de color rojo. Al reconocer a la misteriosa mujer Daegon amplió los ojos.

-Tu!.....te conozco......Quaithe.-

La mujer asintió levemente, estando solo a unos pasos de la hamaca donde él estaba sentado.

-Es el nombre que uso actualmente, de los muchos que e usado a lo largo de mi vida. Ha pasado mucho tiempo, Daegon Targaryen. Aunque creo que a sido mucho más tiempo para mi que para ti.-

El muchacho se preguntó si se refería a cuando la vio en su recuerdo unos meses atrás. Rápidamente se puso de pie y aunque bajó su espada, no la soltó por si acaso.

-Tu.....tu estuviste esa noche en la capital hace 20 años. Conmigo y con.....Rhaegar.-

Quaithe lo observó, impasible.

-Así es, le dije a tu hermano que debía verte para comprobar si mis sospechas eran correctas.-

En medio de toda la nube de preguntas, que comenzaban a surgirle. De pronto, Daegon recordó su extraño sueño donde incluso había visto a su hermana Daenerys. Con la aparición de Quaithe instantes después de despertar, no creía que fuera una coincidencia.

-Acabo de tener un sueño muy extraño, lo que veía era imposible pero se sentía muy real.....¿Fuiste tu?.-

Aunque no podía verle el rostro por culpa de la máscara, Daegon tuvo la impresión de que bajo esta Quaithe había sonreído levemente.

-¿Yo?, no soy tan poderosa como para controlar los sueños, Daegon Targaryen, aunque si sabía que pasaría. dicho sueño fue obra de la voluntad de mi señor......al igual que tus visiones funestas de el pasado.-

Al oír esto, Daegon amplió los ojos impactado, pero segundos después su expresión cambió a una de ira. Aferró con fuerza la empuñadura de Lekia y poco faltó para que se abalanzara sobre la mujer. Quaithe pareció notar esto, por lo que antes de que el Targaryen pudiera gritarle, agregó.

-De nada te servirá dirigir tu ira hacia mi, salvo para alertar a los demás tripulantes del barco y que esta conversación termine mucho antes de lo que nos gustaría a ambos. Además.......-

La mujer extendió una de sus manos hacia delante, hasta que los rayos de sol que entraban por el ojo de buey iluminaron su palma. Ante esto, Daegon pudo notar como la mano de Quaithe perdía nitidez y los rayos de sol comenzaban a pasar a través de esta. Notando su sorpresa, esta continuó.

-Como puedes ver, no estoy realmente aquí y el poder que me permite comunicarme contigo es limitado. Estoy aquí porque debo decirte algo, pero antes de eso me imagino que tienes muchas preguntas. Estoy dispuesta a responder las que pueda, pero como no tenemos mucho tiempo, deberás elegirlas con mucho cuidado....-

Aquellas palabras bastaron para que Daegon terminara de despejar su mente de la bruma del sueño. Finalmente tenía la oportunidad de obtener algunas respuestas.

-Bien......mis visiones, este sueño. Dijiste que son obra de "tu señor". ¿A quien sirves y que mierda quiere él conmigo?.-

Preguntó con un tono severo, aunque Quaithe no se inmutó ante este.

-Mi orden sirve al señor de la luz, también conocido como R'hllor. El dios de la vida y el calor, opuesto a toda la oscuridad existente en este mundo.-

Al escucharla Daegon recordó los rumores que había escuchado sobre Stannis Baratheon mientras viajaba por Westeros.

-¿Y a tu dios le gustan los sacrificios humanos?. Escuché que alguien de tu orden acompaña a Stannis Baratheon en su guerra por el Trono de Hierro. Una sacerdotiza roja que quema prisioneros vivos como sacrificio para su dios. ¿Ese es tu gran y benevolente dios de la vida?.-

Le espetó el Targaryen con sarcasmo, mostrando una vez más la indiferencia e incluso desprecio que sentía hacia los dioses.

-En mi orden hay quienes deciden honrar a nuestro señor a su propia manera. No es una practica que yo lleve a cabo ni que apruebe pero tampoco una que pueda detener. Así se a hecho durante siglos y se seguirá haciendo, mi señor no elige como otros deciden honrarlo.-

Respondió Quaithe con calma, a lo que Daegon rió entre dientes.

-Pero tampoco parece molestarle o les enviaría a esos seguidores alguna "señal" para que se detuvieran....-

Comentó, pero decidió cambiar de tema. No gastaría su poco tiempo para respuestas en una discusión sin sentido.

-Y te faltó responder mi segunda pregunta.....¿Que quiere este "señor de la luz" conmigo?.-

Quaithe hizo silencio por unos segundos antes de responder.

-Tus visiones sobre las muertes de tu familia fueron un mal necesario. Después de todo estas te mantuvieron sobre tu camino, tu pena, luto y deseo por vengar esas muertes es lo que te llevó a comenzar el camino y viaje que estás transitando ahora.....¿Acaso me equivoco, Daegon Targaryen?.-

Daegon frunció la mirada, aquella mujer básicamente le estaba diciendo que alguien o algo estaba jugando con su destino, forzándolo por un único e ineludible camino, y odiaba esa idea.

-Mi viaje es para encontrar a mi hermana.....-

Dijo apretando los dientes y nuevamente, tuvo la impresión de que Quaithe sonreía bajo su máscara.

-Quieres encontrarla porque te preocupa su seguridad, ¿y acaso esa preocupación no fue motivada por presenciar de primera mano las muertes de toda tu familia quedando solo ella?.-

Ante esto, Daegon no pudo responder y solo permaneció en silencio. Sujetando con fuerza el pomo de Lekia y conteniéndose de apuñalar a la mujer ahí mismo, aunque solo fuera algún tipo de ilusión mágica al no estar realmente ahí. Quaithe aprovechó el silencio del Targaryen y continuó.

-Quieres encontrar a tu hermana y luego regresar a tu hogar Westeros para recuperar el Trono de Hierro que fue arrebatado a tu familia, pero no lo quieres para ti......Es curioso, teniendo en cuenta la ambición y arrogancia de la mayoría de hombres hoy día.-

-La ambición y arrogancia es justamente lo que casi extingue a mi familia del mundo. No se cuantas veces debo decirlo pero no quiero sentarme en esa maldita silla.-

Respondió Daegon con sequedad y Quaithe asintió.

-Y aunque te sorprenda, creo que seré una de las pocas personas en este mundo que no te juzgarán por tomar esa decisión. Aunque poco importa quien se siente en ese trono, si no se detiene a la principal amenaza de este mundo......-

El Targaryen recordó lo que había vivido más allá del muro y los demonios imposibles de ojos azules que había visto.

-¿Hablas de los caminantes blancos?.-

-Exacto, un ejército olvidado con el pasaje de los siglos. Que incluso mientras hablamos sigue creciendo y fortaleciéndose, mientras los hombres que antaño los enfrentaron ahora luchan entre ellos, cegados por su hambre de poder. Si esa guerra no concluye pronto y los lores de Westeros no se enfocan en la verdadera amenaza, entonces temo que La Larga Noche volverá a ocurrir.-

Daegon recordaba que el maestre Aemon Targaryen le había hablado sobre La Larga Noche. Según las leyendas fueron los tiempos previos a la gran guerra, cuando los hombres se levantaron contra los caminantes blancos y los vencieron, para luego crear el gran muro para protegerse. El muchacho no dijo nada, por lo que Quaithe continuó.

-Durante esa época funesta, la luz venció a la oscuridad gracias a 2 hombres. Brandon el constructor, creador de la gran muralla de hielo al norte de Westeros y el Príncipe Prometido.....o también llamado Azor Ahai. Quien lideró la batalla contra la gran oscuridad, desterrando ese gran mal durante siglos.....hasta ahora.-

Ante esto, Daegon no pudo evitar reír entre dientes, escéptico y ya suponiendo a que quería llegar la mujer.

-Bonita historia, aunque ya la escuché antes. También sé que le metiste a Rhaegar en la cabeza que yo soy este príncipe renacido o algo así, gracias a una profecía que algún loco escribió hace muchos años. Lamento decepcionarte pero tanto mi hermano como tu están equivocados.-

Quaithe se apoyó contra una de las paredes de la bodega, a Daegon no pudo evitar darle curiosidad el como podía hacer eso si ella supuestamente no estaba allí físicamente.

-Estoy segura de que te lo han dicho antes, pero te pareces mucho a tu hermano......Cuando conocí a Rhaegar Targaryen este tenía alrededor de tu edad y tuvo la misma reacción escéptica que tú al hablarle sobre la profecía. Incluso me amenazó con encerrarme si llegaba a acercarme a ti. Para convencerlo hizo falta darle tiempo a su curiosidad de investigar la profecía por su cuenta.......y también ayudo ver que pasaras la prueba.-

Ante esas últimas palabras Daegon la miró confuso, sin embargo unos segundos después pareció entender.

-Hablas de lo que ocurrió aquella noche en la playa: El ave muerta y el fuego que la trajo de nuevo a la vida......¿Entonces eso era una prueba?, ¿Para saber si soy este dichoso príncipe?.-

Para su sorpresa, Quaithe negó con la cabeza.

-Me temo que no es tan sencillo. Si eres el príncipe o no, eso lo demostrarás tu mismo según como recorras el camino que tienes por delante. La prueba no fue para saber si eres el príncipe, sino para saber si eres digno de serlo según mi señor: El fuego es su arma principal, destruye y aniquila pero también puede purificar y dar vida. Aquella noche el ave muerta volvió a la vida gracias al poder que me otorgó R'hllor....pero canalicé ese poder a través de ti, por eso debías sujetar el cadáver. Si no hubieras sido digno, el ave hubiera seguido muerta, por más veces que lo hubiéramos intentado.-

Daegon no comprendía por completo la explicación de la mujer, pero seguía odiando la idea de que algún "poder superior" supuestamente tuviera un destino fijado para él.

-Eso fue hace 20 malditos años......y ahora estás aquí de nuevo hablándome de la misma mierda religiosa. ¿Acaso soy el único "digno" para tu señor?.-

Preguntó Daegon con sarcasmo y molestia. Lejos de ofenderse por sus palabras, Quaithe se mantuvo en calma y respondió.

-No, no lo eres. En su momento también le dije a tu hermano que mi orden lleva mucho tiempo buscando al posible príncipe, aunque no todos llevan a cabo esta prueba como yo. Algunos deciden buscar las respuestas en el fuego mismo, teniendo visiones al contemplarlo en profundidad. Aunque en mi opinión esta práctica puede ser imprecisa o engañosa, pues en ocasiones la mente humana solo ve lo que quiere ver. Años atrás mi orden envió a 2 sacerdotes a Westeros: Thoros de Myr y Melisandre de Asshai, enviados para evaluar a Robert Baratheon y a Stannis Baratheon respectivamente.-

Aunque sonara infantil, Daegon no pudo evitar sentir algo de rabia al ser comparado bajo la misma balanza que el asesino de su hermano mayor. Sin embargo, uno de los nombres de esos sacerdotes le sonaba.

-Thoros de Myr......dicen que fue un héroe en el Asedio de Pyke durante la rebelión de los Greyjoy. Que fue el primero en cargar a través de la entrada de Pyke con una espada en llamas....-

Quaithe asintió.

-Una hazaña necesaria para ganarse la confianza de Robert Baratheon y un puesto en su corte. Sin embargo Robert Baratheon ya está muerto, por lo que no es el príncipe.-

Mace Tyrell le había comentado una vez que luego del Asedio de Pyke Thoros siempre acompañaba a Robert en sus banquetes, emborrachándose juntos en concursos de bebida.

-Como dijiste el usurpador está muerto, un jabalí se encargó de eso y si no lo habría hecho yo mismo. Pero Stannis Baratheon sigue vivo y tu compañera pirómana está con él. ¿No podría ser él este príncipe?.-

Preguntó, deseando que lo dejaran fuera de aquella historia surrealista.

-Tu lo dijiste, podría ser, supongo que eso lo decidirá el futuro....pero yo no creo que sea él. Tu hermano me habló del extraño y único fenómeno que ocurrió la noche en que naciste. Una tormenta tan fuerte e inmensa que cubrió todo Westeros, desde el sur hasta el norte del continente. Y un rayo que cayó justo en el árbol más grande de un sitio sagrado de la Fortaleza Roja, incendiándolo. Creo que eso fue una señal de mi señor. También, la profecía dice que la reencarnación de Azhor Ahai nacerá del humo y de la sal. La sangre Targaryen en tus venas y la historia de toda tu casa concuerdan con lo primero, y con lo segundo concuerda el hecho de que hayas nacido en la ciudad costera que es King'sLanding, en medio de una tormenta de tal magnitud.-

Daegon frunció la mirada, comenzando a hartarse de nuevo de la insistencia de la mujer con su papel en esa profecía.

-Pero Stannis Baratheon nació en Storm's End, su nombre literalmente se relaciona con una tormenta. Además de que también se encuentra a orillas del mar.-

Quaithe negó con la cabeza.

-Puede ser, pero la profecía también dice que debe ser nacido del hu.......-

-ESTOY HARTO DE ESA MALDITA PROFECÍA!.-

Explotó finalmente el Targaryen con un grito y golpe de puño en una pared, que segundos después lamentó. Hizo silencio unos segundos, en caso de que alguien fuera de la bodega lo hubiera escuchado. Pero fuera solo se sentían los sonidos de la rutina matutina de trabajo en el barco, por lo que suspiró levemente y volvió a mirar a Quaithe.

-Escucha.....lamento decirte que tienes a la persona equivocada. No soy ningún héroe reencarnado ni formo parte de ninguna profecía antigua, no soy a quien buscas......Solamente quiero encontrar a mi hermana y eso es lo que voy a hacer.-

Le respondió con más calma que antes, pero con firmeza y determinación. Lejos de lucir molesta o tensa, la mujer se mantuvo calmada. Como si hubiera esperado esa respuesta.

-Solo quieres encontrar a tu hermana......bien, porque eso es exactamente lo que quiero que hagas, Daegon Targaryen. Esa confianza, desafío y determinación en tus ojos, debo decir que ya las e visto antes......en la mirada de tu hermana.-

Daegon amplió un poco los ojos.

-¿Conociste a mi hermana?, ¿donde?.-

Preguntó al instante, queriendo aferrarse a cualquier indicio sobre su paradero actual.

-No la conocí en persona, pero la vi, hace unos meses en Qarth. Tenía la misma expresión que tú en el rostro, cuando se paró frente al Rey de las Especias de la ciudad y le pidió barcos y suministros para viajar a Westeros a recuperar el trono de su familia. Aunque claramente no le concedieron el pedido, sin ninguna garantía de que fuera a lograrlo. Tiene un buen corazón y su objetivo claro de volver a Westeros, pero no los medios para conseguirlo.-

Daegon frunció la mirada, intentando conectar las piezas de el camino que había seguido su hermana, finalmente habló.

-Se que hace unos meses estuvo en Astapor, parece que liberó a los esclavos y causó un gran revuelo en la ciudad. Y supongo que antes de eso pasó por Qarth donde tu la viste, ¿Pero como llegó hasta ahí?. Lo último que supe de ella fue antes de eso debido a mis.......mis visiones, y era que ella estaba junto a una tribu de Dothrakis.-

-En Qarth se habló mucho de ella luego de su llegada. Al parecer ella era la Khaleesi de la tribu Dothraki, casada con Khal Drogo. Sin embargo Drogo enfermó y murió, lo cual causó la división de la tribu en distintos clanes, dejándolos solos a ella y a un pequeño grupo que se le mantuvo leal. Estuvieron vagando por el desierto durante días casi sin comida ni agua, hasta que cuando estaban pasando por su peor momento finalmente llegaron a la ciudad de Qarth. Normalmente la habrían tomado por una mendiga y no la habrían dejado pasar, pero muchos de quienes gobiernan en la ciudad se interesaron mucho en sus 3 dragones.-

Al oír esto, Daegon amplió los ojos con sorpresa. Había leído sobre esos 3 Dragones en la carta que le había enviado Ned Stark hacia Castle Black 1 mes atrás. Pero le había parecido imposible, hacia más de 1 siglo que no se veían dragones en el mundo.

-¿Entonces toda esa historia de los 3 dragones es cierta?.-

Preguntó incrédulo y Quaithe asintió.

-Así es, los vi con mis propios ojos. Aún son pequeños pero siguen siendo criaturas fascinantes, peligrosas y llenas de poder. Aparentemente nacieron de 3 huevos gracias a ella y por eso es llamada "Madre de Dragones", ella los considera sus hijos. Por la codicia y el deseo de poseerlos, Daenerys Targaryen fue traicionada en Qarth y sus dragones fueron robados por los brujos de la Casa de los Eternos. A pesar del peligro ella fue sola hacia allí a buscarlos y se enfrentó a los brujos. Pero estos subestimaron el poder de un dragón y fueron abrasados por el mismo fuego que pretendían controlar.-

Al enterarse de todo por lo que su hermana tuvo que pasar, Daegon no pudo evitar sentir culpa de nuevo. Mientras ella casi muere en el desierto para luego ser tratada como una mendiga y posteriormente traicionada. El vivía cómodamente con los Tyrell y luego fue huésped de los Stark, antes de su llegada a Castle Black. Ante esto, una expresión decidida volvió a aparecer en su rostro.

-Voy a encontrarla.....en unos meses llegaré a Astapor y encontraré alguna forma de seguirle el rastro hasta donde sea que esté ahora.-

-Pues parece que el señor de la luz quiere que la encuentres. Pues el último momento de tu sueño de hace unos minutos fue compartido entre ambos.-

Quaithe dijo eso de forma muy natural, como si estuviera hablando sobre el clima que hacía fuera. Sin embargo al escucharla, Daegon amplió los ojos recordando haber visto a su hermana por unos instantes en aquel salón del trono congelado y arrasado.

-¿Que?!. ¿Daenerys soñó lo mismo que yo?, ¿y que era ese sueño?.....explícate!.-

Le preguntó con insistencia, harto de la actitud evasiva y acertijos de la mujer.

-Lo que viste en tu sueño es lo que podría ser el futuro de todo Westeros si el inminente mal no es detenido. El muro, única protección y garantía contra la gran tormenta, derribado. Y King'sLanding, junto con el tan codiciado Trono de Hierro, convertidos en un páramo yermo y congelado. Tu hermana tuvo esa misma visión meses atrás en Qarth, cuando ingresó a la Casa de los Eternos para recuperar a sus dragones. Pero donde ella esté ahora, mi señor hizo que minutos atrás ella volviera a soñar con esa escena, solo que esta vez conectó los sueños de ambos, logrando que cada uno fuera consciente de la presencia del otro por unos segundos.-

Había despertado hacia unos minutos, pero a Daegon ya le estaba doliendo la cabeza de tanto pensar en magia, dragones y profecías.

-¿Entonces tu dios puede hacer eso pero no puede simplemente decirme donde está mi hermana o llevarme directamente a ella con alguna supuesta mierda mágica?.-

Si a Quaithe le ofendió el tono despectivo de Daegon hacia su dios, no lo demostró y conservó su misma postura dura pero calmada de siempre.

-El señor de la luz obra de maneras misteriosas Daegon Targaryen, yo solo soy su fiel sirviente y no está ni en mi poder ni en el tuyo cuestionarlo.-

El Targaryen frunció la mirada, recordando que la mujer le había respondido algo similar a su hermano Rhaegar aquella noche casi 20 años atrás. Estaba por insistir al respecto, cuando de pronto Quaithe se dobló hacia adelante, soltando un muy leve, pero perceptible, quejido de dolor.

-¿Estás bien?.-

Preguntó Daegon, sin poder evitar preocuparse, la mujer se recompuso a los pocos segundos y asintió.

-Si......como dije, mi tiempo aquí es limitado, y parece que se me está terminando. Pero antes de eso hay algo más que debo decirte que es de crucial importancia: Debes encontrar a tu hermana Daegon Targaryen y luego llegará un momento en el que deberás regresar a Westeros con ella. Tu y Daenerys Targaryen tienen una conexión especial y no hablo solo de compartir sangre. También por ese motivo es que mi señor pudo conectar sus sueños: Ambos son parte de las 3 cabezas del dragón y deberás encontrar a la tercera y reunirlas......Antes de que la verdadera oscuridad llegue y arrase con todo y con todos.-

Por varios segundos Daegon se quedó sin habla, habiendo entendido apenas la mitad de lo que dijo la misteriosa mujer.

-¿Las 3 cabezas del dragón?, ¿de que estás hablando?.-

El Targaryen juraría que pudo escuchar un jadeo de dolor contenido y esfuerzo proveniente de bajo la máscara de Quaithe, sin embargo cuando la mujer le habló volvía a lucir firme e impasible como durante toda su conversación.

-No queda tiempo, cuando llegue el momento lo entenderás, ahora debo irme. Temo que la próxima vez que nos veamos muchas cosas habrán cambiado en Westeros.....y tu también habrás cambiado. Te deseo buena fortuna en las batallas por venir y que R'hllor ilumine tu camino, Daegon Targaryen.-

-Espera!, todavía tengo más pregun....-

Fue interrumpido al escuchar pasos cerca de la puerta de la bodega, por lo que dirigió una mirada sobresaltada hacia la puerta e hizo silencio. Pero estos comenzaron a alejarse, por lo que supuso que solo era alguien pasando por el pasillo. Sin embargo, al regresar la vista hacia Quaithe......esta había desaparecido. Sin ningún rastro de que se hubiera escondido o huido con prisa, la misteriosa sacerdotiza solo se había esfumado de la misma forma en que llegó. La única prueba de su presencia en ese barco era el recuerdo de su voz, hermosa y temible, aún resonando en los oídos de Daegon.

-Mierda.....Rhaegar dijo que ella hablaba con acertijos pero esto es ridículo.-

Murmuró con fastidio. Apenas habían hablado unos minutos pero la cabeza ya le estaba dando vueltas al Targaryen: Al parecer las extrañas visiones que tuvo durante toda su vida sobre la muerte de miembros de su familia, fueron orquestadas por el supuesto dios al que Quaithe y su orden sirven. Todo esto, aparentemente para impulsarlo a encontrar a su hermana y transitar un camino que ni él terminaba de entender ni la sacerdotiza roja le había revelado mucho más al respecto.

Tampoco entendía a que se refería Quaithe con que debía reunir a "Las 3 Cabezas Del Dragón" que al parecer serían cruciales para cumplir la profecía con la que tanto la mujer como su hermano Rhaegar se habían obsesionado. Al parecer 2 de esas cabezas eran él y su hermana Daenerys, por lo que siguiendo la lógica Daegon supuso que la tercer cabeza era otro Targaryen......pero eso era imposible. Aemon Targaryen por su avanzada edad y ceguera, quedaba descartado a ojos de Daegon de encajar con las palabras de Quaithe.

"Pero fuera del Maestre, Daenerys y yo somos los últimos Targaryen vivos en el mundo.....¿Entonces a quien se refiere?."

Daegon continuó pensando al respecto durante varios minutos pero sin llegar a nada en concreto, hasta que finalmente decidió intentar olvidarse de todo ese asunto por el momento. A pesar de lo que había presenciado más allá del muro, todavía no creía que los dioses fueran reales. Y suponiendo que el señor de la luz del cual hablaba Quaithe existiera, Daegon no creía deberle nada. Por lo que se concentraría en su propia misión: Encontrar a Daenerys, siguiendo el que consideraba era su propio camino y no el impuesto por alguien más.

Luego de alistarse, se mojó un poco el rostro con agua para refrescarse y abriendo la puerta de la bodega salió a la cubierta del barco, donde ya hace rato habían comenzado las actividades matutinas. Desde que había abordado el barco, había dejado de usar su capucha, dejando su cabello blanco al descubierto. Ya que claramente sería sospechoso usar capucha todo el tiempo durante los meses que durara su viaje, por lo que no tenía otra opción que arriesgarse bajo su vieja identidad falsa del bastardo Axell Storm.

Aunque el barco no tenía demasiados tripulantes, la cubierta siempre estaba ajetreada. Aunque era la primera vez que Daegon recordaba estar en un barco, durante ese mes de viaje ya comenzaba a valorar el duro trabajo que conllevaba. Desde quienes trabajaban en las cocinas o trapeando los suelos hasta quienes se encargaban de mantener las velas izadas trabajaban durante todo el día. Afortunadamente para Daegon, el hecho de que Ned Stark hubiera pagado por su pasaje lo eximía de tener que hacerlo con trabajos a bordo, aunque no hubiera tenido problema con hacerlo mientras hubiera podido viajar a Essos.

El resto de la mañana transcurrió con normalidad. Hasta que, luego de un breve almuerzo, Daegon escuchó al vigía decir que estaban por pasar cerca de las ruinas de la antigua Valyria. El capitán había ordenado hacer un desvío para no pasar a través de estas, debido a todos los rumores y supersticiones sobre la maldición que supuestamente había caído sobre ese lugar. Pero si pasarían lo suficientemente cerca para que pudiera avistarse a la lejanía. Por lo que Daegon se dirigió rápidamente hacia el costado de babor, sin querer perderse la breve pero única vista.

Se apoyó con los brazos sobre el borde del barco y aguardó unos minutos, hasta que finalmente pudo verla en el horizonte: Incluso desde lejos las ruinas de la antigua Valyria se veían en un estado deplorable, completamente grises y descoloridas. Daegon incluso pudo vislumbrar algunas manchas negras de antiguos incendios, producto del gran cataclismo que la destruyó. Mientras el barco pasaba lentamente por la zona, un gran silencio cubrió el navío. Todos los tripulantes estaban callados o murmurando apenas entre ellos, como si se notara el miedo y respeto que tenían a ese lugar. Daegon había leído sobre el antiguo imperio Valyrio durante su crianza tanto junto a Rhaegar como con los Tyrell, sin embargo, al ver esos restos carentes de vida, el Targaryen pensó en cuanto habría que desconocía sobre ese lugar. ¿Que secretos se esconderían bajo esas ruinas?, ¿Que historias podrían contar sus fantasmas?.

Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando el capitán del barco se le acercó. A pesar de que, como primera impresión podía lucir como alguien severo, a Daegon le pareció un buen hombre. Curtido por el mar, siempre tenía alguna historia sobre sus viajes, que contaba a quien quisiera escucharlo de su tripulación durante las horas de la comida y parecía siempre dispuesto a una buena charla.

-La vista impacta, ¿no es así?.-

Le preguntó el hombre y Daegon respondió con la mirada clavada en las ruinas.

-Definitivamente, pero creo que es triste, según la historia hace siglos fue el imperio más hermoso e imponente en todo el mundo. Hoy día es solo......nada, ¿Como terminó así?.-

Preguntó, claramente fingiendo conocer menos de lo que en realidad sabía sobre Valyria. El capitán se encogió de hombros.

-Quien sabe.....la guerra de los hombres, la ira de los dioses, o incluso la maldita casualidad que hizo que la naturaleza desatara su furia sobre la ciudad. Desde entonces parece que casi todos los capitanes que conocemos estas aguas hicimos un pacto silencioso de nunca pasar por allí. Fantasmas, hombres de piedra, brujería.....en fin, se dice que el lugar está maldito y que así se quedará para siempre.-

Esta vez Daegon apartó su mirada de las inertes ruinas y miró al capitán.

-¿Usted en serio cree que todo eso de la maldición es real?.-

Preguntó, ya que con la experiencia en el mar que parecía tener el hombre, a Daegon le extrañaba que creyera en esas supersticiones.

-Pues la psoriagrís es muy real y los hombres de piedra son uno de los motivos de su propagación. Se dice que habitan las ruinas de Valyria esperando para emboscar a quien sea tan idiota como para adentrarse sin estar preparado. Un simple toque de sus manos y quedarás contagiado y sin salvación. En cuanto a los fantasmas y la brujería.....hace 200 años ver un dragón era casi tan normal como ver un pez en el mar. Hoy día se suponía que estaban extintos hasta que, según los rumores, la Madre de Dragones apareció supuestamente con 3. Puede que las leyendas de hoy sean hechos reales del pasado....-

Daegon hizo silencio por unos segundos, reflexionando sobre las palabras del capitán y creyendo que tal vez este tenía razón. Después de todo, aparentemente los dragones ya habían regresado al mundo y en el último año él había presenciado varias cosas que desafiaban toda lógica. La parte más impulsiva de su ser llegó a considerar tomar uno de los botes del barco y remar hasta Valyria. Tentado por la curiosidad de explorarla y descubrir que ocultaban sus muros después de siglos y siglos de abandono. Pero sabía que su prioridad era llegar hasta Astapor cuanto antes y además, también tenía en cuenta la advertencia del capitán.

"Algún día......."

Se contentó con pensar, antes de responder al hombre.

-Es una idea interesante. Quien sabe que podría estar extinto en el mundo dentro de unos cientos de años.-

-Bueno, mientras no seamos las personas, creo que podré vivir con la duda.-

Dijo el capitán con una risa seca, antes de alejarse hacia la popa del barco, para continuar con sus labores. Ante las palabras del hombre, Daegon no pudo evitar volver a pensar en la ominosa advertencia de Quaithe sobre el futuro del mundo si aquel supuesto mal triunfaba y esperó que la mujer no tuviera razón. 

Poco a poco el barco fue dejando atrás las ruinas del gran imperio de Valyria, mientras los ojos de Daegon las seguían. Con una mezcla de nostalgia e incertidumbre en su mirada.


                         -------------------------------------------------------

1 Mes después, Daegon se despertó como todas las mañanas, pero esta vez sabiendo que finalmente llegarían a Astapor al mediodía. Cuando el momento llegó, este se encontraba en la cubierta del barco. Llevaba el fardo con su escaso equipaje atado al hombro y su mirada estaba fija en la masa de tierra a la cual el barco se acercaba lentamente. Podían ya vislumbrarse los muelles de un amplio puerto y las construcciones de una ciudad detrás de este.

"Astapor......finalmente."

Pensó, mientras el barco se acercaba al puerto. Una vez atracó, el capitán comenzó a gritar órdenes y los marineros comenzaron a bajar, asegurando el barco al muelle y preparándose para recibir cajas con productos a transportar. En el borde del puente, Daegon se despidió brevemente del capitán, quien estrechó su mano.

-Buena suerte muchacho, aunque yo que tu no me quedaría demasiado tiempo por aquí. Astapor no es la misma desde que la chica Targaryen pasó por aquí, tal vez otro Westerosi más no sea bien recibido.-

Daegon asintió, había pensado en esa posibilidad, pero claramente no iba a detenerlo a esas alturas.

-Lo tendré en cuenta, gracias y cuídese.-

Acto seguido se colocó nuevamente su capucha negra, cubriendo su cabello. Finalmente bajó del barco y comenzó a transitar por el puerto, internándose en la ciudad de Astapor.

A medida que avanzaba por la ciudad podía darse cuenta de lo diferente que ese lugar era a Westeros. Desde la forma de sus calles y construcciones, hasta su gente con tez de color ámbar y cabello con tonalidades rojizas y negras. Incluso por las conversaciones de los transeúntes, pudo notar algunos vestigios de Alto Valyrio. A pesar de hablarlo perfectamente gracias a su educación desde niño, Daegon decidió atenerse a la lengua común a menos que fuera estrictamente necesario. Definitivamente un Westerosi de cabello blanco y que hablara Alto Valyrio llamaría demasiado la atención.

Otra cosa que le pareció extraña era el no ver comerciantes por ningún sitio, que algunas calles lucieran algo lúgubres y casi desiertas. Supuso que no vería esclavos luego de que su hermana los liberara a todos, ¿pero que ocurrió con la ciudad en los meses siguientes?. 

Parte de esa pregunta fue respondida, cuando a medida que avanzaba pudo ver algunas zonas de ejecución: Cuerpos sin vida de hombres completamente desnudos, cubiertos de sangre y todo tipo de heridas que colgaban de postes para que la gente los viera. Incluso habían personas que les lanzaban piedras a los cadáveres al pasar, como si fuera algún deporte rutinario.

Supuso que deberían tratarse de los esclavistas asesinados luego de que Daenerys liberara Astapor. Aunque por el ambiente sangriento y lúgubre no sabía que tanto había mejorado la ciudad luego de eso. A pesar de eso, siguió avanzando por las calles, mientras pensaba en su siguiente movimiento.

"Bien, después de 3 meses ya estoy aquí.....¿Ahora que?."

Era la pregunta que se había hecho muchas veces en ese barco. Astapor era su única pista sobre el paradero de su hermana, ¿pero como seguía desde ahí?. Finalmente decidió que lo mejor era intentar buscar información sobre hacia donde se había dirigido Daenerys al dejar Astapor. El mejor lugar para intentar conseguir eso sería una taberna, después de todo sabía que el alcohol aflojaba muchas lenguas. Luego de eso necesitaría comprar un caballo, algunas provisiones ligeras y salir de Astapor tras el rastro de su hermana. Eso si le llegaban a aceptar el oro de Westeros que traía consigo.

Ya avanzaba la tarde, cuando llegó hasta la calle principal y no tardó mucho en encontrar la taberna más cercana al puerto. Por lo que ingresó al lugar aparentando ser solo un extranjero más. La taberna era bastante similar a cualquier taberna común de Westeros. Dentro no habían demasiadas personas, aunque hubieron algunas que a Daegon le llamaron la atención:

Habían 2 hombres sentados juntos, los cuales vestían algún tipo de uniforme y cascos de color negro idénticos. Estos se encontraban bebiendo y hablando entre ellos con un fuerte acento de Alto Valyrio, mientras que las demás personas procuraban mantenerse alejados de ellos, como si les temieran.

Luego, sentada en un rincón de la taberna, había una extraña figura. Envuelta en una capa de viaje y capucha similares a las de Daegon, salvo que estas eran de color verde oscuro en lugar de negro. Estaba inclinado sobre una cazuela con comida, por lo que el Targaryen no podía verle el rostro.

Observó a esos individuos por unos segundos pero no demasiado. Después de todo, acababa de llegar a Astapor y lo que menos necesitaba era llamar la atención creando problemas. Por lo que en su lugar se sentó en una mesa libre. Al estar la taberna ubicada cerca del puerto, el encargado comprendía la lengua común, por lo que pudo pedir y pagar sin problemas una cerveza y comenzó a beberla con calma.

Mientras lo hacía inspeccionó con cuidado la taberna y a los clientes. No habían demasiados y fuera de aquellos 3 individuos, los restantes no parecían muy dispuestos a comenzar una conversación. Con la mirada fija en sus mesas y expresiones lúgubres o de pocos amigos. Luego de varios minutos Daegon terminó su cerveza y pidió una segunda, mientras pensaba que hacer a continuación.

"No creo que tenga mucha suerte con esta gente. Pero tal vez si con el tabernero, podría comprarle un trago y comenzar preguntando por el saqueo de la ciudad de hace unos meses."

Pensó mientras bebía, decidido a hacer eso. Sin embargo, algo lo detuvo antes de que terminara su bebida:

Desde sus viajes por Westeros, Daegon se había vuelto muy vigilante de su entorno para intentar cuidarse de una posible emboscada. Y ahora que estaba solo en un continente extraño, no era la excepción. Por lo que, luego de unos minutos pudo notar como los 2 hombres uniformados que había visto al entrar lo vigilaban. De reojo, pudo notar como uno de ellos lo estaba mirando fijamente y hablaba en voz baja con su compañero frente a él. Y en determinado momento incluso vio como su compañero volteaba a verlo por unos segundos. El muchacho no sabía quienes eran esos hombres ni que querían, pero sabía que seguramente no fuera nada bueno. Pensando en porqué lo estaría mirando, decidió comprobar su apariencia en el reflejo de la cerveza que estaba bebiendo.....y al hacerlo se dio cuenta:

Incluso en el reflejo del líquido color ámbar, pudo verlo. Durante los 3 meses que estuvo viajando en barco, su cabello blanco había crecido un poco y actualmente 2 mechones estaban sobresaliendo fuera de su capucha. No demasiado, pero si lo suficiente como para que alguien lo notara si se fijaba en él. Al notar esto, también recordó la advertencia del capitán del barco.

"Mierda, no pensé en que me pudo haber crecido el cabello......de acuerdo, nuevo plan."

Sabía que si actuaba sobresaltado, aquellos hombres estarían sobre él antes de que siquiera pudiera salir de la taberna. Por lo que se acomodó esos 2 mechones de forma discreta, terminó la cerveza en algunos sorbos, se puso de pie y salió caminando del local aparentando normalidad.

Comenzó a alejarse de la taberna caminando por la calle. Al principio pensó que tal vez solo estaba siendo paranoico, pero unos segundos después vio a los 2 hombres salir del local y comenzar a seguirlo.

"Lo que me faltaba!."

Pensó Daegon, pero intentando no entrar en pánico. Habían algunas personas más en la calle que lo separaban de esos hombres, pero estos continuaban siguiéndolo a cierta distancia y el no conocer la ciudad o sus calles tampoco le ayudaba. Intentando perderlos de vista se metió en un callejón vacío, esperando que diera a una calle con más personas y poder mezclarse entre ellas para perder a sus perseguidores. Adentrándose en el callejón, rápidamente dobló por algunas esquinas y caminó por caminos estrechos, pasando frente a casas completamente saqueadas o en ruinas, mientras miraba sobre su hombro con nerviosismo. Finalmente llegó a otro callejón y a lo lejos pudo ver como este desembocaba en una calle.

Aliviado, comenzó a caminar hacia ahí.....hasta que uno de sus perseguidores surgió de la salida del callejón, bloqueándole el paso. Seguramente, al conocer la ciudad mucho mejor que él, habían conseguido rodearlo.

"Mierda!"

Pensó que tal vez podría girarse, volver sobre sus pasos y tomar otro camino. Pero antes de siquiera poder moverse, escuchó una voz a sus espaldas que gritó en claro Alto Valyrio:

-Keligon isse se brōzi hen botcher dārys! (Alto, en nombre del Rey Carnicero!).-

Al darse vuelta, vio al otro hombre uniformado, bloqueando la otra salida. El hombre comenzó a acercarse lentamente a Daegon, mientras desenvainaba su espada.

-Qilōni issi ao, skoros buisuness gaomagon ao emagon isse astapor? (¿Quien eres?. ¿Que asuntos tienes en Astapor?).-

A pesar de entender cada palabra, el Targaryen decidió que era mejor seguir haciéndose el tonto. Después de todo por su vestimenta y aspecto bajo su capucha, sería difícil que lo tomaran por un local. Por lo que bajó su rostro encapuchado, mirando al suelo y fingiendo estar asustado.

-Yo.....disculpe, no.....no entiendo, no quiero problemas......-

Habló usando la lengua común y fingiendo temblar levemente, mientras con cada palabra acercaba un milímetro más su mano hacia la empuñadura de Lekia, que estaba oculta bajo su capa y con la mirada intentaba buscar alguna abertura para escapar. Pero el hombre que tenía enfrente cubría muy bien su salida y parecía que el que tenía a sus espaldas, también lo estaba haciendo.

El hombre se detuvo a unos pasos de él e inclinando la cabeza lo observó fijamente bajo su casco. Seguramente buscando aquellos 2 mechones de cabello blanco que había visto en la taberna, antes de que Daegon los ocultara bajo su capucha. Luego de unos segundos el hombre lo apuntó con su espada mientras le dirigía una mirada amenazante.

-Westerosi.......quítate la capucha y muéstranos tu rostro......ahora!.-

Habló también en la lengua común, pero con un acento muy grave y arrastrado. El muchacho sabía que a esta altura sus únicas posibilidades que tenía de salir de ahí eran, capturado por quienes fueran esos hombres, o peleando. Se decidió por la segunda, por lo que dejando su actuación temblorosa, alzó el rostro y miró al hombre a los ojos desafiante. Luego, mientras su mano lograba cerrarse sobre la empuñadura de su espada le habló finalmente en Alto Valyrio.

-Jikagon naejot nopāzma! (Vete a la mierda!).-

Al mismo tiempo que dijo eso, desenvainó a Lekia haciendo que chocara contra la espada del hombre.

Luego todo ocurrió muy rápido: Daegon logró desviar un poco la espada del hombre que tenía frente a él y de reojo vio como el uniformado que tenía a sus espaldas corría para atacarlo. Por lo que se movió hacia la derecha, esquivando su espada y al mismo tiempo dándole una fuerte patada en el pecho. Al recibirla este trastabilló y cayó hacia atrás, dándole al Targaryen una ventana de unos segundos para lidiar con el oponente que tenía frente a él.

Moviendo a Lekia con agilidad, logró bloquear otro de sus ataques y luego corrió hacia la pared que estaba a su derecha. Saltó, impulsándose en esta con una patada y aterrizó sobre el hombre, haciéndolo caer al suelo al mismo tiempo que le clavaba a Lekia en el pecho, atravesando su uniforme y su carne. Este tosió sangre, mientras que el suelo de piedra se teñía con esta. Intentó decir algo pero segundos después murió. Enseguida, Daegon escuchó como el otro hombre se ponía de pie y le gritaba.

-Tresy hen nykeā aspo!, ao jāhor addemmagon isse ānogar syt bona! (Hijo de puta!, pagarás con tu sangre por eso!.)-

Comenzó a correr hacia él alzando su espada. Daegon, rápidamente sacó uno de sus cuchillos de su cintura y se lo lanzó al hombre con un ágil movimiento. Este giró sobre si mismo y se clavó en el cuello del hombre justo bajo su casco, haciéndole soltar su espada y caer al suelo de rodillas mientras la sangre comenzaba a manar de la herida. El hombre Intentaba parar la hemorragia con sus manos, pero la sangre seguía saliendo mientras comenzaba a agonizar lentamente entre estertores.

Daegon se puso de pie y miró al hombre moribundo, quien parecía estar comenzando a ahogarse con su propia sangre. Sabía que debía irse de ahí cuanto antes, pero no pudo evitar sentir piedad por aquel hombre, por lo que decidió terminar con su sufrimiento en lugar de dejarlo desangrarse hasta la muerte. Se acercó a él, alzó a Lekia nuevamente y le habló en claro Alto Valyrio, mientras este lo miraba desde el suelo, con una mezcla de furia y miedo.

-Nyke surrey (Lo lamento).-

Dijo y luego bajó su espada, decapitando al hombre de un tajo limpio. Luego recuperó el cuchillo y lo limpió con las ropas del cadáver, para luego guardárselo en su cintura.

"Genial, no llevo ni 1 maldita hora en este continente y ya hay personas que quieren matarme......para eso me hubiera quedado en Westeros."

Pensó, no sabía quienes eran esos hombres ni que querrían, pero sus uniformes daban a entender que no estaban solos. Por lo que debía salir de ahí e intentar mantener un perfil bajo. También en ese momento, al llevar una mano a su cabeza, se dio cuenta de que su capucha se había bajado durante la pelea, dejando su rostro y cabello al descubierto. Sin embargo, antes de poder siquiera cubrirse de nuevo, escuchó a alguien gritando detrás de él.

Keiler kesīr!!!!, ziry ossēntan ulik se tazal!!!!. (Un asesino por aquí!!!, mató a Ulik y a Barg!!!).

El Targaryen se dio vuelta sobresaltado y vio a otros 2 hombres que habían llegado corriendo a la salida del callejón. Estos vestían el mismo uniforme que los 2 que había asesinado, con la diferencia de que no llevaban casco ni espada. En su lugar cada uno portaba una ballesta, con la que le estaban apuntando.

Daegon maldijo para sus adentros, creía poder encargarse de al menos uno de ellos con el cuchillo pero el otro lo atacaría enseguida. Además, al estar en un callejón, no tenía mucho espacio para esquivar. 

Estaba pensando en un posible escape, cuando de pronto uno de los ballesteros fue atravesado por detrás por una espada que perforó su pecho. Su compañero se giró, pero rápidamente y con un habilidoso movimiento, recibió un corte vertical en el pecho, que lo hizo caer al suelo y morir en segundos. Cuando el segundo hombre cayó muerto, Daegon pudo ver a quien lo había salvado.

Se trataba de la figura encapuchada que había visto en la taberna, minutos atrás. La capucha era bastante profunda, por lo que no podía verle el rostro, pero si notar que se trataba de un hombre. Además el hecho de como sujetaba su espada y su postura, le daban a entender que tenía mucha habilidad con esta. El muchacho se le acercó, confundido pero aún sujetando a Lekia por si era alguna especie de trampa.

-Gracias, yo.....-

Fue interrumpido cuando escuchó a alguien gritando órdenes en Alto Valyrio no muy lejos de ahí y el ruido de varias personas corriendo por el callejón, acercándose hacia donde estaban ellos. El encapuchado también reaccionó.

-No hay tiempo para hablar, sígame si quiere escapar.-

Luego comenzó a correr por la salida del callejón. Daegon no sabía quien era ese hombre, pero lo cierto era que acababa de salvarle la vida y su otra opción era quedarse, ser capturado y probablemente asesinado por sus perseguidores. Por lo que se decidió y corrió detrás del encapuchado.

Lo siguió por una de las calles de la ciudad y luego se internaron por otro callejón, un poco más grande y profundo que el anterior. Aquella ciudad parecía un laberinto lleno de escondrijos y pasajes entre sus calles en forma de callejones. El encapuchado parecía saber hacia donde iban, ya que giraba en algunos cruces con seguridad o en otras ocasiones seguía de largo. Mientras lo seguía, Daegon no pudo evitar pensar en la voz de aquel hombre: Parecía ser de Westeros, ya que no había detectado ningún acento extraño. Y por algún motivo su voz también le resultaba ligeramente familiar.....

Luego de varios minutos de huida, las voces y corridas a sus espaldas se fueron haciendo cada vez más lejanas hasta desaparecer. Y el callejón por el que corrían desembocó en una amplia plaza. Al salir, Daegon y el encapuchado se detuvieron para recuperar el aliento. Al mirar alrededor donde estaban, el Targaryen no pudo evitar sentir un leve escalofrío:

En el centro de la plaza se encontraban apilados varios cadáveres en descomposición y que estaban siendo picoteados por varias aves carroñeras. Al igual que los que había visto cerca del puerto, estos estaban completamente desnudos y presentaban todo tipo de heridas y signos  de tortura en sus cuerpos.  Daegon supuso que se trataban de más esclavistas que fueron castigados cuando sus esclavos se rebelaron gracias a Daenerys. Supuso que probablemente se merecieran ese destino, pero aún así no pudo evitar sentir lástima por ellos.

El hombre encapuchado no parecía afectado por la truculenta vista y luego de recuperar el aliento se volteó hacia Daegon.

-Bien....parece que los perdimos pero deben de estar buscándonos por toda esta zona de la ciudad. Tengo un campamento y 2 caballos listos cerca de las afueras de la ciudad, ahí podremos hablar con más.....-

Daegon lo interrumpió, con su actitud desconfiada y alerta volviendo a manifestarse, una vez que pasó el peligro inicial.

-No. Me salvaste antes y te lo agradezco. Pero no iré a ningún lugar contigo hasta que me digas quien eres y porqué me estás ayudando.-

Hubo un breve silencio y el hombre encapuchado asintió.

-Claro, comprendo su desconfianza al no haberme presentado, acepte mis disculpas. Y no me agradezca por salvarlo, fue un honor.....Mi Rey.-

Escuchar como lo llamó aquel hombre disparó todas las alarmas para Daegon. Como había estado sujetando a Lekia durante toda la huida, rápidamente la alzó, apuntando hacia este.

-¿Quien......eres?.-

Le dijo en voz lenta y firme. A pesar de la espada y mirada fulminante del Targaryen, el hombre no se intimidó, al contrario. Envainó con cuidado su propia espada en su cintura y retiró su capucha, dejando finalmente su rostro al descubierto. Se trataba de un hombre de edad ya avanzada, aunque esta no se notaba en absoluto por su agilidad y manejo de la espada. Tenía cabello y barba canosos pero prolijamente recortados. Al verlo, Daegon amplió los ojos y se quedó congelado por unos segundos.....pues conocía a ese hombre:

Recordaba haberlo visto durante su temprana infancia, cuando era un niño en la capital. Y haber escuchado sobre las hazañas de ese hombre, que era conocido como uno de los mejores espadachines de todos los 7 reinos.

Aunque también recordó haberlo visto más recientemente en 2 ocasiones varios meses atrás: Durante el torneo de la mano del rey y durante el intento de ejecución de Ned Stark.

-Tu......tu eras el Lord Comandante de la Guardia Real de Robert Baratheon. Sirves al usurpador!-

Dijo con ira y aferrando a Lekia con más fuerza, listo para defenderse de un ataque. Pero este nunca llegó y el hombre solo asintió al mismo tiempo que suspiraba.

-Si la muerte es el precio que debo pagar por mis errores, entonces la aceptaré. Pero le ruego que antes de eso, al menos me escuche: Es cierto, serví a Robert Baratheon y ahora sé que fue un error. Pero el Rey Robert está muerto y desde entonces e estado buscándolo, Daegon Targaryen. Para rogar por su perdón.-

El hombre se acercó unos pasos quedando a solo centímetros de la punta de Lekia. Luego, para sorpresa de Daegon, se arrodilló frente a él y lo miró a los ojos, con solemnidad y arrepentimiento notorios en su mirada. Finalmente habló de nuevo, antes de inclinar su cabeza hacia el suelo.

-Mi nombre es Barristan Selmy, fui Guardia Real de su padre el Rey Aerys. Juré protegerlo con mi vida y le fallé. Permítame formar parte de su Guardia Real y juro que no le fallaré otra vez.-







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