Capítulo 28: Emboscada
Daegon
Transcurría la mañana en Castle Black y era otro día de trabajo para la Guardia Nocturna. Algunos de sus miembros estaban entrenando en el patio principal mientras que Daegon, junto a Sam Tarly, estaban cargando algunos barriles hasta el ascensor que llevaba a la cima del muro. Estos eran macizos y estaban llenos a rebosar de aceite, por lo que pesaban mucho más de lo que aparentaban. Sam había recibido como tarea llevarlos hasta la cima del muro, donde se estaban agrupando para ser usados en caso de un posible ataque de los salvajes. Y el Targaryen se había ofrecido a ayudarlo con ese arduo trabajo.
-Gracias por ayudarme con esto. Estas cosas de verdad pesan.-
-No hay de que, al menos esto es mejor a que me vean sin hacer nada y envíen a limpiar las cocinas o los baños Y si que pesan, aunque parecen pequeñas. No quisiera ser el salvaje desgraciado a quien le caiga esto encima para luego explotar.-
Respondió Daegon, divertido. Con esfuerzo llegó hasta el ascensor, cargando uno de los barriles y lo dejó dentro de este, mientras que Sam hacía lo mismo con otro. Dentro, ya habían 4 barriles que habían cargado hasta ahí minutos atrás.
-Hay espacio para 2 barriles más, además de nosotros. Un viaje más y luego subimos al muro.-
Dijo Sam y Daegon asintió, mientras lo seguía a buscar 1 barril más cada uno. Sam le había agradado al ser una de las pocas personas decentes en ese lugar. Le había dicho que su padre lo había obligado a unirse a la Guardia Nocturna, debido a su naturaleza blanda y cobarde, para que su hermano menor Dickon fuera el heredero de su padre en su lugar. Eso a Daegon le había parecido bastante cruel, pero tenía sentido por lo que recordaba de la personalidad de Randyll Tarly. Firme, frío y un guerrero formidable, según le había dicho Mace Tyrell. Todo lo contrario a como era Sam. El Targaryen había querido decirle a Sam que había conocido brevemente a su padre y que empatizaba con su situación, pero eso hubiera conllevado revelar que formó parte de la corte de Highgarden al vivir ahí por varios años, y no podía arriesgarse haciendo eso.
Había pasado cerca de 1 semana desde su reunión con el maestre Aemon Targaryen y de que hubiera recordado aquella extraña noche casi 20 años atrás. Noche que, por algún motivo, tanto su hermano como aquella misteriosa mujer llamada Quaithe, le habían hecho olvidar a la fuerza. Había estado los primeros días siguientes dando vueltas en su cabeza una y otra vez a lo que había ocurrido esa noche y seguía igual de confundido que al principio. No entendía como tal vez él podía encajar en una extraña profecía de miles de años de antigüedad y le seguía doliendo el hecho de que su hermano Rhaegar se lo hubiera ocultado y le hubiera mentido toda su vida. Aún no le había relatado al maestre sobre ese recuerdo, pero sabía que en algún momento debía hacerlo, debía hablar al respecto con alguien que pudiera entenderlo y no tratarlo como un loco. Pero de momento, decidió dejar de lado los pensamientos fantasiosos sobre profecías y leyendas y enfocarse en su realidad actual.
Había llegado con Sam hacia donde estaban agrupados los barriles y estaban por llevar otro par hacia el ascensor, cuando escucharon al vigía de turno gritar.
-Llegan prisioneros!, desde la capital!.-
Las puertas de Castle Black comenzaron a abrirse, dando paso a una caravana de unos 15 hombres que ingresaban al lugar, liderados por uno que portaba el uniforme de la Guardia Nocturna, con barba y cabello marrón. Detrás de estos entraba una carreta con una jaula y dentro de esta 2 hombres que Daegon no pudo ver bien.
El hombre que lideraba aquel grupo. Hizo que los prisioneros se formaran en una línea frente a la entrada, mientras la carreta con la jaula se detenía. Minutos después, Ser Alliser Thorne salió de uno de los edificios y se acercó a él.
-Yoren, por fin llegas.-
El llamado Yoren se acercó seriamente y le estrechó la mano al hombre.
-Ser Alliser, traigo a los nuevos reclutas. Hubiera venido antes, pero la capital está hecha un puto desastre. Algunos prisioneros se fugaron pero los guardias lograron recapturar a la mayoría.-
Ambos continuaron hablando pero Daegon no pudo escuchar lo que decían, sin embargo al dirigir su mirada hacia los prisioneros, vio que los 2 hombres en la jaula lo estaban mirando y él también pudo verlos mejor: Ambos desaliñados y de aspecto amenazante, uno de ellos con media nariz cortada y el otro mucho más alto que él, fornido, calvo y luciendo casi como un animal salvaje. El primero golpeó el hombro de su compañero y lo señaló, mientras ambos clavaban una mirada amenazadora en él. El Targaryen, no pudo evitar sentirse incómodo ante esto, y por acto reflejo dirigió una mano hacia atrás, donde normalmente estaría su capucha. Sin embargo su mano se cerró en el aire, recordando que ya no usaba la capucha para ocultar su cabello blanco, desde su llegada a Los Gemelos casi 1 mes atrás.
-Parece que ya tienes admiradores. Se supone que todos son prisioneros ¿Porqué encerraron solo a esos 2?.-
Preguntó Sam, mientras miraba asustado a esos hombres.
-Supongo que de todos los prisioneros que trajeron, ellos son los más peligrosos.-
Dedujo Daegon, preguntándose que crimen habrían cometido para que tomaran esa precaución con ellos. Además de tomar nota mental de intentar mantenerse alejado de esos 2. Iba a levantar uno de los barriles, para continuar con el trabajo, cuando escuchó una voz a sus espaldas.-
-Oye!.-
Dándose vuelta junto con Sam, vio como el tal Yoren se acercaba a él. Al detenerse este lo miró da arriba hacia abajo unos segundos.
-Te conozco.-
Daegon tuvo que contenerse de no reír entre dientes. Parecía que la noticia de que él se encontraba en el Norte, ya se había extendido por Westeros.
-Mucha gente parece hacerlo, en los días que corren.-
Respondió con sarcasmo, el cual Yoren ignoró.
-Estaba en la capital viendo el juicio de Stark cuando tu apareciste de la nada y mataste al verdugo. Gracias a todo el escándalo que tu y tu gente hicieron, casi todos mis prisioneros escaparon y me retuvieron casi 1 mes en la capital mientras los intentaban recapturar....Aunque al menos lograste liberar a Ned Stark, era deprimente verlo arrodillado ahí arriba mientras todo el mundo lo abucheaba.-
Daegon asintió, aliviado de que al menos el hombre viera algo bueno en lo que había hecho.
-Lamento que tu viaje haya sido demorado por lo ocurrido, pero hice lo que tenía que hacer. Sobre los hombres que me acompañaban.....¿sabes algo de ellos?.-
Preguntó preocupado, refiriéndose a si habían atrapado al grupo de Steffon o no. Ya que no había tenido noticias sobre la Guardia Pura, desde su apresurada despedida y huida de la capital. Yoren hizo silencio por unos segundos, antes de responder.
-Algo escuché, pero no son muy buenas noticias. A los pocos días de que sacaras a Stark de la capital, algunos heraldos estuvieron recorriendo las calles, transportando exhibiendo varias cabezas clavadas en picas. Dijeron que 3 de ellas eran de algunos miembros del grupo rebelde que te ayudó, que fueron atrapados mientras huían del lugar. Mientras que la otra era de una pobre mujer que al parecer te escondió en su hogar momentos antes de que comenzara el juicio.-
Escuchar esto se sintió como un fuerte golpe en el pecho para el Targaryen. La culpa lo invadió al saber sobre el trágico destino de esos 3 miembros de la Guardia Pura. Quería creer que no se trataba ni de Steffon ni de Malik, porque suponía que se habría dado a conocer si alguno de esos muertos eran el líder del grupo rebelde o su segundo al mando, pero aún así se sentía culpable. Esos hombres lo habían seguido por voluntad propia, incluso cuando les dio la opción de echarse hacia atrás, habían creído en su causa y habían muerto por eso.
Con la mujer, supuso que Yoren se refería a la dueña de la casa cuyo tejado utilizó para aguardar el juicio y vigilar desde una posición ventajosa. Tampoco pudo evitar sentirse culpable por eso, ya que incluso le había pagado a la mujer para ingresar a su hogar y mezclarse con los demás espectadores. Pero ella nunca había conocido sus verdaderas intenciones, ni se había ofrecido a ayudarlo como querían dar a entender los Lannister. Pero dadas las circunstancias, imagino que se trataba del chivo expiatorio perfecto.
Yoren pareció notar su triste reacción, por lo que agregó.
-Nunca es fácil perder hombres. Aunque ellos acepten seguirte, es normal sentirse responsable por la seguridad de cada uno de ellos. Es parte de lo que conlleva el liderazgo.-
Daegon suspiró levemente.
-Si, supongo que eso es cierto. Al menos murieron luchando por lo que creían.....gracias por las noticias.-
Yoren asintió en silencio y se alejó, mientras que Ser Alliser, comenzaba a llevarse a los nuevos reclutas para su típico "discurso de bienvenida". Daegon dirigió su mirada a Sam, quien lo había estado mirando preocupado.
-¿Estás......?.-
Comenzó a preguntar este, pero el Targaryen lo interrumpió, prefiriendo no seguir pensando en eso.
-Estoy bien Sam, gracias, ahora sigamos con esto. Tenemos que llevar todos los barriles a la cima del muro, antes de que se nos congelen los traseros.-
Sin poder argumentar a eso, Sam asintió y ambos continuaron con su trabajo.
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El resto del día transcurrió sin mayores novedades. Daegon continuó con su trabajo en lo que fuera necesitado, hasta que calló la noche y se retiró hacia la torre a descansar. Sin embargo en esos últimos días, el Targaryen no estaba pudiendo encontrar paz ni siquiera en sus sueños.
Volvía a tener su pesadilla recurrente, estando en el campo de batalla de El Tridente, viendo como Robert Baratheon mataba a golpes a su hermano Rhaegar, sin que pudiera hacer nada para evitarlo. Sin embargo, ahora fragmentos de esa pesadilla se mezclaban con el recuerdo de aquella noche en las playas de King'sLanding: Aquel ave resucitando de entre las llamas en sus manos, la misteriosa mujer de rojo y Rhaegar despidiéndose de él antes de hacerle beber esa extraña infusión, que lo haría olvidarse de toda esa noche durante casi 20 años.
Despertó de golpe, con el corazón algo acelerado y empapado en sudor. Por la ventana podía verse la luna en lo alto del cielo, marcando que ya era entrada la madrugada. Se sentó en la cama, reconociendo sus alrededores como su habitación de la Torre del Rey en Castle Black y suspiró con frustración. Desde que había descubierto la verdad sobre su hermano y revivido aquella noche, que sus pesadillas, lejos de desaparecer, habían cambiado ligeramente. Suponía que aquello sería otra cosa más con la que tendría que lidiar en su vida de ese momento en adelante.
Estaba por intentar volver a dormir, cuando escuchó 2 golpes secos llamando a la puerta escaleras abajo. Por lo que luego de vestirse de forma apresurada bajó las escaleras y la abrió. Del otro lado estaba el hombre de la Guardia Nocturna, que casi 1 semana atrás había estado recreando la muerte de Rhaegar acompañado por las burlas de Alliser Thorne y otros de sus hombres. Daegon recordaba que Thorne lo había llamado Argus, justo antes de su pequeña confrontación. Frunciendo la mirada al ver de quien se trataba, el Targaryen esperó a que este hablara.
-El Lord Comandante quiere verte en el salón principal, de inmediato.-
Le dijo de forma seca y con expresión de pocos amigos, la cual Daegon le devolvió. Le sorprendió que Mormont lo llamara tan tarde, pero tampoco podía negarse dadas las condiciones de su estadía.
-Dile que estaré allí enseguida.-
Respondió con frialdad y le cerró la puerta en la cara al hombre, para luego volver a dirigirse escaleras arriba. Rápidamente se mojó el rostro para asearse y despejarse de la bruma del sueño, enfundó a Lekia en su cinturón y unos minutos después salió al frío exterior de la noche. Al ser de madrugada el lugar estaba desierto, pero vio algo de luz por las ventanas del salón principal donde, al parecer, lo estaba esperando el Viejo Oso, por lo que se dirigió hasta allí y abriendo las puertas dobles, ingresó.
Lo primero que notó fue que el lugar estaba débilmente iluminado por solo algunas velas, por lo que sus ojos tardaron un poco en acostumbrarse a la semi penumbra. Avanzó lentamente buscando al Lord Comandante con la mirada, sin poder evitar tener un mal presentimiento.
-¿Lord Comandante.....?.-
Preguntó, pero sin obtener respuesta alguna.....y entonces sucedió.
Escuchó algo moverse detrás de él y por acto reflejo desenvainó a Lekia, dándose vuelta rápidamente. Sin embargo, antes de poder hacer algo más fue sujetado con fuerza por un brazo y lanzado violentamente hacia una de las paredes, haciéndole soltar la espada. Daegon chocó con fuerza contra la pared y cayó al suelo, algo aturdido, mientras su atacante pateaba su espada fuera del salón principal y cerraba la puerta, encerrándolos a ambos dentro.
El Targaryen comenzó a levantarse, intentando enfocar su vista a pesar del aturdimiento y pudo ver a su atacante, alumbrado por la débil luz de unas velas: Se trataba de uno de los 2 nuevos reclutas de la jaula de aquella mañana. Era el que lo doblaba en tamaño y lucía como una bestia salvaje. Y al parecer también peleaba como una, ya que con un gruñido se lanzó hacia él. Esta vez Daegon estaba preparado y logró rodar hacia la derecha, al mismo tiempo que le daba una patada en la espinilla que se sintió como golpear una roca. Se alejó un poco para ganar terreno, al mismo tiempo que, con un gruñido, Mordedor le lanzaba una de las sillas del comedor. Daegon se agachó justo a tiempo, esta pasó rozando su cabeza y se estrelló contra otra pared lanzando trozos de madera por todos lados.
El muchacho se puso de pie, ya a unos pasos de distancia de ese bruto. Había sido tomado por sorpresa ya que no esperaba recibir un ataque en ese momento. Pero debía serenarse y enfocarse en su oponente. Sabía que en esos momentos Lekia se encontraba fuera del salón, probablemente en alguna parte patio principal, por lo que no podía contar con ella para hacer frente a su salvaje oponente. Sacó uno de los cuchillos del estuche en su cinturón y se colocó en guardia, sujetando el cuchillo con una mano de forma horizontal por delante de él.
-¿Quien te envió?!.-
Le preguntó seriamente. Mordedor solo sonrió, mostrando varios dientes podridos, y se lanzó nuevamente hacia él. Daegon le lanzó un golpe con el cuchillo hacia el pecho pero el hombre logró esquivarlo y lo empujó con fuerza, lanzandolo contra una mesa. El Targaryen logró equilibrarse y se puso nuevamente en guardia. Esta vez el muchacho decidió ser más astuto en su ataque y se lanzó hacia Mordedor apuntando nuevamente hacia su pecho. Este sonrió con burla y se preparó para esquivarlo de nuevo, pero en el último segundo Daegon expuso su amague. Antes de llegar al pecho movió con rapidez el cuchillo hacia arriba, hiriéndolo en el rostro con un fuerte tajo en su zona derecha. Con un gruñido de dolor, este se llevó las manos al rostro y al retirarlas Daegon vio que le había hecho un corte profundo y sangrante en la mejilla derecha, cerca de su ojo.
-¿Eso te gustó?.-
Le dijo el Targaryen, con una sonrisa burlona, mientras Mordedor le dirigía una mirada de cólera. En ningún momento le habló, solo gruñía y realizaba sonidos guturales como si fuera un animal salvaje y sus ataques no tenían nada de orden o disciplina, era pura fuerza bruta......pero era mucha fuerza y eso resultaba un problema para el Targaryen. De pronto, Mordedor volvió a gruñir y correr hacia él, por lo que Daegon intento bloquearlo con el cuchillo, sin embargo esta vez el hombre estaba preparado. Sujetó con firmeza su muñeca en el aire, y apretó con fuerza el nervio, provocando que Daegon soltara el cuchillo con un grito de dolor y luego le dio un fuerte golpe en el rostro con un puño. El muchacho sintió el fuerte golpe y su vista se nubló por varios segundos, mientras sentía como su nariz comenzaba a sangrar profusamente. Aturdido como estaba por el golpe, no pudo evitar que aquella mole le diera un golpe con la rodilla en el pecho, dejándolo sin aliento y que luego lo girara de espaldas a él, sujetando su cabeza con un brazo y aferrando su cuello con el otro.
Daegon no sabía si aquel bruto intentaba romperle el cuello o asfixiarlo o ambos, pero estaba logrando lo segundo ya que comenzaba a sentir que no podía respirar. Comenzó a sacudirse y dar cabezazos hacia atrás, intentando liberarse. A pesar del fuerte agarre de Mordedor, pudo golpearlo en el rostro con su cabeza un par de veces, pero era como golpear una piedra y el hombre no dejaba de asfixiarlo.
"Mierda!.......piensa, piensa!."
Comenzó a dar patadas en las piernas de aquel hombre, pero tenían el mismo efecto de antes. Su enemigo parecía poseído por una locura animal y dispuesto a matarlo sin importar nada. Comenzando a sentir la falta de aire, Daegon observó desesperado el comedor donde estaban.....y entonces tuvo una idea.
Levantó los pies del suelo lo más que pudo y, apoyándolos en la misma mesa contra la que había sido lanzado segundos antes, pateó y se impulsó hacia atrás con todas sus fuerzas. Con esto, logró que su atacante perdiera el equilibrio y también fuera lanzado con él hacia atrás, chocando contra las puertas del salón y abriéndolas de par en par. Debido a la fuerza del impulso de Daegon y lo corpulento que era su oponente al pasar por la puerta, este también rompió parte de el barandal de madera y ambos cayeron unos metros hacia el patio principal de Castle Black. Con Mordedor cayendo al suelo de espaldas y Daegon cayendo sobre él con un gruñido.
Estaba algo aturdido por la caída, pero suponía que su oponente lo estaría más, por lo que se dispuso a ponerse de pie para tomar distancia nuevamente. Sin embargo, antes de que pudiera hacerlo, Mordedor volvió a aferrar su cuello con rapidez y comenzó a asfixiarlo nuevamente. Esta vez rodeaba sus piernas con las suyas para no darle movimiento, y cubriendo en el proceso gran parte del estuche de cuchillos en su cintura, como si la caída apenas lo hubiera afectado.
"¿Acaso este idiota nunca se va a morir?!."
Intentó sacudirse de nuevo pero sin éxito. El agarre en su cuello era incluso más fuerte que antes y comenzó a sentir como le volvía a faltar el aire, mientras Mordedor comenzaba a reír frenéticamente mientras lo asfixiaba. Con las piernas inmovilizadas solo tenía los brazos libres, por lo que comenzó a golpear a ciegas el rostro de Mordedor, pero este solo continuaba riendo con un sonido gutural y apretaba aún más el agarre en el cuello del Targaryen. Girando la cabeza vio que Lekia se encontraba en el suelo a varios pasos de ellos, luego de que Mordedor la hubiera arrojado fuera del salón. Pero desde su distancia actual no podría alcanzarla. De pronto, comenzó a sentir como se había quedado sin aire, los pulmones le ardían y la vista se le comenzaba a nublar.
"No......no puedo morir aquí.....no voy a morir aquí!......"
En un último y desesperado intento, sacudió los brazos intentando liberarse.....y de pronto tocó algo afilado: Aquel cuchillo que había colocado en el hueco en la cima del estuche al partir de Winterfell. Las piernas de Mordedor no alcanzaban a cubrir esa zona del estuche y el cuchillo estaba libre. Rápidamente, Daegon lo tomó y con fuerza lo clavó a ciegas en algún punto de la cabeza de Mordedor. Acto seguido lo escuchó proferir un grito de dolor, que luego se transformó en un sonido gutural y finalmente en un débil suspiro. Los brazos y piernas del hombre se desplomaron al suelo y Daegon rápidamente rodó, quitándose de encima de este y tomando bocanadas de aire, mientras recuperaba el aliento. Unos segundos después bajó la mirada hacia su atacante: Mordedor yacía muerto en el suelo, con la mirada perdida en el cielo nocturno y el cuchillo enterrado justo en la sien en el costado derecho de su cabeza. De esta herida goteaba sangre que teñía de color carmesí la nieve bajo el cadáver.
Jadeando, Daegon se puso de pié y recogió a Lekia del suelo, sintiéndose más seguro teniendo la espada de su hermano nuevamente en sus manos y pensó en lo que acababa de pasar. De algún modo Jojen Reed le acababa de salvar la vida: El chico le había dicho que soñó que necesitaría colocar uno de sus cuchillos en ese hueco específico de su estuche, el único hueco que había quedado libre cuando Mordedor lo inmovilizó. De no haber puesto ese cuchillo ahí, habría muerto asfixiado y el cadáver en la nieve habría sido el suyo.
"Tengo que recordar agradecer al chico la próxima vez que lo vea....."
Pensó, comenzando a creer que tal vez la verdevidencia de Jojen no fuera tan absurda después de todo. Sin embargo sus pensamientos fueron interrumpidos al escuchar una voz ronca detrás de él.
-Bueno, parece que el buen Mordedor no pudo hacer el trabajo sucio.....al menos recibiremos su parte del oro y las gastaremos en su honor.-
Dándose vuelta, vio a 4 hombres detrás suyo en medio del patio principal. Estaban todos armados con espadas salvo uno que además portaba una lanza. Quien le había hablado se trataba de aquel hombre con media nariz cortada que había visto en la jaula junto con Mordedor esa mañana. A los otros 2 hombres no los conocía pero si reconoció al cuarto: se trataba de Argus, el miembro de la Guardia Nocturna que lo había enviado al salón principal y ahora Daegon veía que le habían tendido una elaborada trampa.
-¿Y ustedes quienes mierda son?.-
Preguntó, poniéndose nuevamente en guardia y alzando a Lekia con ambas manos. Sentía en la boca el sabor de la sangre que goteaba de su nariz, pero no podía hacer nada al respecto en esos momentos. El hombre con media nariz cortada, sonrió con burla.
-Claro, ¿donde están mis modales?. Mi nombre es Rorge, para servirle mi príncipe.-
Dijo, haciendo una exagerada reverencia burlona. Luego, Daegon dirigió su mirada hacia Argus.
-Sabes que Mormont te colgará por esto, ¿cierto?.-
Este frunció la mirada y escupió al suelo.
-Para cuando se entere yo estaré muy lejos de aquí y en el peor caso, tu me atacaste y yo tuve que matarte en defensa propia. ¿A quien piensas que le va a creer?.-
Rorge luego se volteó a mirar a sus 3 cómplices.
-Ya saben que hacer, la Reina quiere su cabeza reconocible, así que no ataquen su rostro.-
Luego volvió a clavar su mirada en Daegon.
-Te lo pondré sencillo, príncipe. Apenas pudiste contra Mordedor, nosotros somos 4 y estás acorralado. Suelta esa bonita espada, ríndete y prometo que será rápido.-
Daegon sabía que su situación en esos momentos era muy complicada. Acababa de sobrevivir a una pelea con el bruto de antes, para ser abordado y arrinconado por 4 hombres armados, aparentemente enviados por Cersei Lannister para matarlo. Lo superaban en número, en armamento y le estaban ofreciendo la opción de rendirse y morir rápido o resistirse y morir dolorosamente. Por lo que, como la persona racional y para nada temeraria que era, decidió hacer lo más lógico: Alzando a Lekia, miró a la cara a cada uno de los 4 hombres y frunció la mirada con frialdad.
-¿Que están esperando, idiotas?.-
Y los 4 hombres se lanzaron hacia él. El primer golpe vino por parte de Rorge directo hacia su cuello, el cual bloqueó colocando a Lekia en horizontal. Ambos aceros chocaron y Daegon lo empujó hacia atrás, justo a tiempo para esquivar la espada de Argus que casi la roza la espalda. Cuando era niño y estaba siendo entrenado en Highgarden por Ser Arthur Dayne, este una vez le dijo que era posible enfrentarse a más de un oponente a la vez, incluso contando con solo 1 arma, siempre y cuando tuviera la concentración suficiente y no se dejara rodear.
Pues eso es lo que el Targaryen estaba intentando hacer en esos momentos. Acero chocaba contra acero mientras bloqueaba o esquivaba ataques y se movía o rodaba de un lado a otro del patio principal de Castle Black. Intentaba mantener contacto visual con sus 4 atacantes en todo momento, ya que si siquiera 1 de ellos se colocaba a sus espaldas y lo rodeaban, entonces al tener 1 sola espada sería su fin. Afortunadamente para Daegon, el notó que aunque los 4 hombres lo estaban atacando juntos, no había ningún tipo de coordinación en sus ataques. Sus movimientos eran desordenados y sin disciplina alguna, recibiendo solo 1 ataque a la vez de un hombre, segundos antes de que otro también lo atacara, dándole una muy pequeña ventana entre cada ataque.
De momento y gracias a la experiencia, conseguida por años de entrenamiento, Daegon estaba controlando aquella contienda. Sin embargo, el Targaryen sabía que no podría seguir así mucho más. Al ser superado en número, solo estaba pudiendo bloquear o esquivar ataques sin dar un golpe él. Si se mantenía así, eventualmente se cansaría y entonces sus atacantes tendrían la ventaja. Necesitaba crear una abertura para poder irse quitando a esos hombre de encima uno por uno. Afortunadamente dicha oportunidad surgió pronto, cuando Argus lanzó un golpe con su espada hacia su cuello el cual Daegon se agachó, logrando esquivarlo apenas. Con un fuerte golpe de su espada cerca de la empuñadura de la de Argus, logró hacer que este soltara su arma y aprovechando la oportunidad, con un rápido movimiento de Lekia, Daegon le rajó el cuello de lado a lado.
Con un sonido gutural, Argus se llevó ambas manos al cuello, intentando en vano detener la sangre que ya salía a chorros. Cayó de rodillas al suelo entre estertores y murió en segundos.
-Querías "interpretar" la muerte de mi hermano, ¿cierto?. Pues esa si fue una buena actuación.-
Le dijo con frialdad Daegon al ya cadáver de Argus y luego dirigió su mirada a los otros 3 atacantes, que lo miraban con furia. Poco a poco comenzaba a sentir la adrenalina del combate apoderándose de sus sentidos.
-¿Quien sigue?.-
Dijo y esta vez él se lanzó hacia ellos. El haber reducido el número de atacantes lo motivaba a seguir luchando con más fuerza. Esta vez el estaba logrando atacar a los 3 hombres, mientras ahora eran ellos quienes solo bloqueaban o retrocedían. Continuaron con esta danza de acero contra acero por varios minutos, donde Daegon parecía estar dominando el combate contra sus 3 atacantes. Haciéndolos retroceder y moviéndose él también en todo momento para evitar ser rodeado.
Sin embargo en un momento, bloqueó un ataque de Rorge y lo empujó hacia atrás con fuerza, haciendo que cayera al suelo de espaldas. Daegon alzó a Lekia para rematarlo, cuando de pronto Rorge cerró su puño sobre el suelo y le lanzó al Targaryen un puñado de nieve y tierra directo a los ojos. Daegon fue cegado temporalmente por esto y comenzó a mover a Lekia a ciegas, cortando el aire, mientras parpadeaba con los ojos en lágrimas, intentando quitarse la tierra de estos. Siendo consiente del grave peligro en el que se encontraba, comenzó a retroceder mientras intentaba atacar a ciegas con Lekia para defenderse. Sin embargo de pronto....
-AAAAAHHHHGGGG!!-
Gritó Daegon, sintiendo un punzante e intenso dolor en su hombro izquierdo al tiempo que su vista comenzaba a aclararse de nuevo y pudo ver lo que había pasado. El atacante que portaba una lanza se la había clavado en el hombro y su sangre comenzaba a caer sobre la nieve. No parecía ser demasiado profundo pero dolía como un infierno y podía sentirlo cada vez que se movía. Aprovechando su distracción por la herida, Rorge, quien se había puesto nuevamente de pie, le dio una fuerte patada en el pecho. Daegon cayó de espaldas en la nieve mientras Lekia se le escurría de los dedos deslizándose por el suelo y alejándose unos metros. Aturdido por el dolor y la caída y antes de poder levantarse, el muchacho vio que Rorge se alzaba sobre él y sacaba un cuchillo de cocina de su cintura.
-Los Lannister envían sus saludos!.-
Gritó y se lanzó sobre él con el cuchillo. Daegon solo alcanzó a sujetarlo por las manos, intentando evitar que clavara el cuchillo en su pecho. Sin embargo, cuanta más fuerza hacía, más intenso era el dolor que sentía de la lanza clavada en su hombro, era como si la herida estuviera al fuego vivo. Poco a poco ese dolor comenzó a volverse insoportable y los brazos del Targaryen comenzaron a temblar.
"Mier...da.........no!"
Pensó desesperado, mientras sentía como los brazos se le comenzaban a dormir. Al notar esto, una expresión de victoria cruzó el rostro de Rorge, mientras el cuchillo comenzaba a bajar más y más. Ahora a solo centímetros de su pecho, mientras Daegon no podía contenerlo más......
De pronto vio de reojo como alguien saltaba uno de los barandales, aterrizando junto a ellos y Rorge recibía una fuerte patada en el rostro, haciéndole soltar el cuchillo. Daegon aprovechó esto para darle un fuerte puñetazo en la clavícula para quitárselo de encima y arrastrarse hacia un lado para alejarse.
Al reponerse y levantar la mirada, Daegon vio a Jon Snow de pie frente a él, extendiéndole una mano mientras sujetaba su espada con la otra. Tomando su mano, Daegon se puso de pie y le agradeció con un gesto silencioso de su cabeza. Luego recuperó a Lekia del suelo, con un gruñido, debido a la lanza que seguía clavada en su hombro. Sabía que el largo de esta le dificultaría seguir luchando, pero si la quitaba entonces podría comenzar a desangrarse. Por lo que, con un rápido movimiento circular de Lekia, cortó la mayor parte de la lanza, dejando solo un fragmento clavado en su hombro, que sabía que el maestre le tendría que curar si salían vivos de esta. Los 3 hombres los comenzaron a rodear, por lo que Daegon alzó a Lekia y se colocó junto a Jon, espalda contra espalda.
-El lord comandante tendrá sus cabezas por esto.-
Les dijo Jon y Rorge escupió sangre a sus pies, de la herida en su boca por la patada que había recibido de él.
-No debiste haberte metido en esto, bastardo. Ahora tu también morirás.-
Luego dirigió su mirada hacia los 2 hombres.
-Mátenlos!.-
Con un grito, los 3 volvieron a lanzarse contra ellos. Intercambiando una rápida mirada con la que parecieron entenderse, Daegon volvió a enfrentar a Rorge, mientras que Jon se encargaba de los otros 2 hombres.
A pesar de la herida sangrante el hombro de Daegon, la fiebre de la batalla ya estaba en él. Por lo que se enfocaba en atacar a Rorge, aprovechando que ahora si era una pelea pareja, intentando ignorar el dolor en su hombro. Podía notarse que Rorge no era un muy buen espadachín y que no había recibido entrenamiento adecuado con la espada. Teniendo que recurrir a luchar junto a otros y a trucos sucios el que usó antes al cegarlo lanzándole tierra al rostro. Por lo que al ser ahora un combate 1 contra 1, Daegon estaba logrando tener la delantera. Incluso con parte de una lanza incrustada en su hombro, estaba luchando por su vida y haciendo uso de todos sus años de entrenamiento. Finalmente, con un fuerte ataque en la espada de Rorge, logró hacer que este perdiera el equilibrio y con un tacle en una pierna lo hizo caer al suelo. Luego le dio una fuerte patada en una mano, alejando su espada de él y quebrandole la mano en el proceso, haciendo que Rorge soltara un grito de dolor que llenó de satisfacción al Targaryen.
-Ahora quédate en el suelo, maldita basura.-
Le dijo, apuntándole con Lekia y dirigió una mirada para ver como le estaba yendo a Jon. Vio que uno de los 2 atacantes yacía muerto en el suelo con una herida en el pecho y que ahora estaba enfrascado en combate contra el otro. El muchacho decidió ir a ayudarlo, pero apenas había dado un paso cuando algo blanco y borroso pasó a gran velocidad por su lado y se lanzó contra el oponente de Jon, emitiendo un fuerte gruñido. Este cayó al suelo gritando y segundos después muriendo en un charco de sangre mientras que un lobo huargo de color blanco, tenía hundidos sus dientes en su cuello.
-Gracias, Ghost....-
Dijo Jon a su mascota, jadeando levemente y luego se volvió hacia Daegon.
-¿Estás bien?.-
El Targaryen asintió, aunque, mientras la fiebre de la batalla y los efectos de la adrenalina comenzaban a pasar, volvía a sentir el dolor por la herida en su hombro.
-Sobreviviré.....-
De pronto por el rabillo del ojo vio moverse a Rorge y al girarse notó que este estaba poniéndose de pie. Le sangraba la boca, tenía una mano quebrada y una mirada de furia y locura clavada en Daegon. Parecía estar a punto de lanzarse sobre el Targaryen y este alzó a Lekia para defenderse.....
Cuando de pronto una flecha pasó por su lado, casi rozando su cabeza y se clavó en la pierna derecha de Rorge, haciéndolo caer al suelo nuevamente con un grito de dolor. Daegon y Jon se giraron y vieron, de pie en lo alto de las escaleras, al Lord Comandante Mormont cargando una ballesta. Sus ojos lucían adormilados, pero su expresión era severa y cargaba el arma con firmeza. Junto a él habían varios miembros de la Guardia que también se habían despertado con todo el alboroto de la pelea.
-¿Que significa esto?!.-
Bramó el Viejo Oso mientras bajaba las escaleras hacia ellos, pasando su mirada de Daegon a Jon y luego de los 4 muertos, a Rorge quien maldecía mientras sujetaba su pierna herida. Daegon rápidamente envainó a Lekia y Jon hizo lo mismo con su espada.
-Fui atacado, Lord Comandante. Por estos 5 hombres que me tendieron una trampa, haciéndome creer que usted quería hablar conmigo.
Respondió, Daegon y Jon asintió.
-Dice la verdad, milord. Ese de ahí estaba a punto de apuñalar a Daegon y yo intervine para ayudarlo, fue en defensa prop.....-
-Mentiras!.-
Dijo una voz que Daegon reconoció y rodó los ojos, mientras que Ghost comenzó a gruñir. Alliser Thorne llegó al patio principal por otro de los edificios, observando a los hombres muertos y luego a Daegon y Jon.
-Esos que están muertos son hombres de la Guardia Nocturna!. Lord Snow es el bastardo de un traidor y Su Alteza Targaryen es un criminal buscado en todo el reino que abusa de nuestra hospitalidad. Es obvio que ambos tuvieron algún altercado con ellos y decidieron resolverlo con la espada.-
Luego la mirada de Thorne se posó en el cadáver de Argus, quien yacía con la garganta rajada a pocos pasos de donde estaba Jon y su expresión se encolerizó aún más.
-Y por lo que veo Snow asesinó a Argus, con ayuda de su bestia. Asesinó a un hermano jurado de la Guardia Nocturna!. El castigo para eso es......-
Daegon se hartó de ese hombre y clavó su mirada en él.
-Jon no lo asesinó, maldito imbécil.....yo lo hice. Y yo no soy un hermano ni juré sus votos.-
Apenas dijo esto, sintió otra punzada de dolor del fragmento de lanza clavado en su hombro y las piernas comenzaron a temblarle. Estaba algo pálido y comenzaba a sentirse débil por la pérdida de sangre, finalmente las piernas le fallaron y casi cae al suelo de rodillas. Afortunadamente Jon notó esto y lo sujetó, colocando su brazo derecho alrededor de sus hombros, antes de que ocurriera. Una expresión de cruel satisfacción surgió en el rostro de Thorne al ver esto.
-Parece que el dragón también resultó herido en su crimen. Ambos deben ser encerrados e interrogados sobre.....-
-SUFICIENTE!!!.-
Gritó Mormont, acallando a la multitud que había estado todo el tiempo murmirando entre ellos sobre lo que había pasado. Imponiendo su voz sobre todas las demás, interrumpiendo a Thorne.
-Ser Alliser, le recuerdo quien es el Lord Comandante aquí y no es usted. Encárguese de entrenar a los reclutas y yo lo haré de dictar sentencia.-
El rostro de Thorne enrojeció levemente, pero recordando su lugar finalmente se calmó.
-Si....Lord Comandante.-
Dijo, casi apretando los dientes. Luego Mormont miró a Rorge, quien estaba tendido en el suelo, derrotado y sujetando su pierna herida.
-Enciérrenlo en una de las celdas de hielo. Luego iré a interrogarlo y tendré la verdad de lo ocurrido aquí.-
Les dijo a 2 guardias que rápidamente sujetaron a Rorge y se lo llevaron a rastras del patio hacia las celdas de hielo ubicadas en el mismo muro. Luego, el Viejo Oso dirigió su mirada a Daegon, quien estaba apoyado en Jon y luego a la herida sangrante de su hombro.
-Tu, ve con el maestre para que te cure eso. Snow, ve con él y quédate ahí. También los interrogaré a ustedes.-
-Si, milord.-
Respondió Jon y comenzó a avanzar, caminando con algo de esfuerzo por llevar a Daegon. Mientras este se apoyaba en el suelo para ayudarlo, a pesar del intenso dolor en su hombro, cada vez que se movía. Sin embargo habían avanzado unos pocos pasos cuando Sam se les acercó, en medio de la multitud que comenzaba a dispersarse.
-Déjenme ayudar, además tengo que despertar al maestre.-
Dijo con una sonrisa amable, levantando con cuidado el brazo izquierdo de Daegon y colocándolo también sobre sus hombros. Daegon gruñó por el movimiento en el hombro herido, pero apreció el gesto.
-Gracias, Sam.-
Luego dirigió su mirada a Jon.
-Y gracias también, Jon. Me salvaste la vida. ¿Pero como supiste que ocurría?.-
-Ahora estamos a mano, por lo que hiciste en la capital, y fue gracias a Ghost. Me despertó arañando la puerta desesperado y al salir te vi peleando contra esos tipos. Por cierto, ¿quienes eran?.-
Daegon suspiró levemente.
-Tengo una idea de quienes son, pero prefiero esperar a ver que consigue sonsacarle el Lord Comandante al tal Rorge. Y que con suerte no me eche de aquí después de esto....-
Luego, los 3 continuaron su camino hacia los aposentos del maestre.
Unos minutos después ya se encontraban los 3 ahí, mientras que Jon le había ordenado a Ghost esperar afuera. Sam había despertado al maestre Aemon y le había explicado toda la situación. El anciano rápidamente le había indicado a Daegon que se recostara en la cama de heridos y que se retirara la camisa. Este lo hizo, gruñendo por el dolor en su hombro y dejando su pecho al descubierto. Primero examinó con el tacto la herida en su hombro y luego la de su nariz, de igual forma. Lucía magullado, principalmente por su encuentro con Mordedor, tenía sangre seca que salía de su nariz y algunos otros hilos de sangre que bajaban de su hombro recorrían su piel. El maestre había puesto a hervir algo al fuego en una tetera y en esos momentos estaba rebuscando entre su armario de medicinas.
-Dentro de todo, parece que tuviste suerte: La nariz no está quebrada, solo recibiste un buen golpe en esta. En cuanto al hombro, la lanza no te atravesó por completo y parece que no rompió ningún hueso de tu hombro o brazo o ni siquiera lo podrías mover. Tendré que quitar el fragmento que sigue clavado y verter vino hirviendo en la herida para que no se infecte. No mentiré muchacho, será muy doloroso, pero es mejor a perder el brazo.-
Daegon gruñó al escucharlo, pero sabía que tenía razón.
-Ahora entiendo lo que dicen de los maestres sinceros, pero creo que ya me encariñé demasiado con este brazo como para perderlo. Haga lo que tenga que hacer, maestre.-
El anciano asintió, mientras comenzaba a verter un líquido blanco de un frasco, en una pequeña taza.
-Bien, también necesitaré tu ayuda, Samwell. Temo que mi pulso ya no es el que era antes.-
Sam, asintió algo nervioso en respuesta y el maestre se dirigió hasta la cama donde estaba Daegon.
-Antes de empezar bebe esto, es leche de amapola. Aliviará una parte del dolor, pero me temo que no todo. No puedo darte una dosis más grande o caerás dormido por varias horas y estoy seguro de que el Lord Comandante querrá interrogarte sobre lo ocurrido, antes de condenar al prisionero.-
Acercó la taza a los labios del Targaryen, quien bebió aquel líquido reconfortante. Rápidamente sintió como su cuerpo se relajaba y el dolor en su hombro disminuyó. Pero se preparó para el intenso dolor que sabía sentiría a continuación.
-Snow, sujeta sus piernas y Sam, sus brazos luego de que retires la lanza. No debe moverse mientras se desinfecta la herida o alguna parte de esta podría quedar al aire o incluso podría hacerse una quemadura grave en la piel.-
Le pidió el maestre a Jon, quien obedeció y se colocó a los pies de la cama, sujetando las piernas de Daegon. Luego, recogió la tetera del fuego con una mano y le entregó a Sam unas pinzas médicas con la otra.
-Empezarás tu, Samwell. A mi señal, retirarás la lanza y yo verteré el vino hirviendo en la herida. Cuando hallamos terminado necesito que me alcances el hilo de sutura y las vendas limpias de aquel estante.-
Dijo, señalando un estante con la cabeza. A pesar de su falta de visión, era sorprendente como el anciano podía moverse y trabajar sin problemas en su propio espacio de trabajo conocido. Sam asintió y tomó las pinzas, colocándose a un lado de Daegon, justo sobre la herida en su hombro.
-¿Listo, muchacho?.-
Le preguntó el maestre a Daegon. Este respiró profundo y estiró los brazos por encima de su cabeza para que Sam pudiera sujetarlo. Mientras se preparaba mentalmente para lo que pasaría.
-Hágalo.-
El maestre miró a Sam y le indicó con un gesto de la cabeza que comenzara. Este, usando las pinzas, retiró el fragmento de lanza que había incrustado en el hombro del Targaryen. Con mucho cuidado de no cortar nada más en el camino. En cuanto hubo terminado, rodeó la mesa y colocándose en la cabecera de la cama, sujetó los brazos de Daegon. Luego, el maestre comenzó a verter el vino hirviendo de la tetera, a la herida de Daegon.
Lo siguiente que sintió el Targaryen fue el dolor más intenso que había sentido en toda su vida. Apenas el vino hirviendo hizo contacto con su herida, sintió como le quemaba por dentro de su hombro como si este mismo se estuviera prendiendo fuego. El dolor producido por el contacto de ese líquido con la carne y tejidos internos de su piel era insoportable.
AAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGG!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Gritó mientras aferraba con fuerza ambos lados de la cama. Involuntariamente intentó sacudirse para quitarse al maestre de encima, pero con Jon teniéndolo bien sujeto por las piernas y Sam por los brazos, no podía moverse. No estaba del todo seguro, pero por algunas expresiones de confusión en los rostros de Jon y Sam, Daegon supuso que incluso había llegado a maldecir en Alto Valyrio durante la curación. El intenso dolor continuó por unos segundos más que a Daegon se le hicieron eternos. Hasta que finalmente el maestre terminó de verter el vino y le hizo una señal a Jon de que podía apartarse. Daegon permaneció acostado en la cama jadeando mientras se reponía. Tenía la frente empapada en sudor y aún sentía los vestigios de la quemazón en su hombro. Pero parecía que lo peor ya había pasado. Al parpadear un par de veces se dio cuenta de que tenía algunas lágrimas provocadas por el dolor, por lo que se las limpió rápidamente con el dorso de una mano.
-Intenta sentarte, necesitas que la sangre circule hacia abajo. Ahora hay que limpiar y suturar la herida y luego colocar las vendas. Sam puede encargarse de la sutura.-
Le dijo el maestre y Daegon se sentó en la cama con un leve gruñido. Primero el maestre le limpió toda la sangre de la zona del hombro con varios paños húmedos y también le limpió la sangre seca de la nariz. Luego, Sam se acercó con el hilo y, siguiendo sus indicaciones comenzó a suturar la herida. Al ser un agujero de lanza, no era muy grande, por lo que solo llevó unos minutos y un par de gruñidos de dolor de Daegon. Acto seguido Sam acercó las vendas y el maestre comenzó a vendar la herida, envolviendo completamente la zona de su hombro izquierdo, pasando la venda por su axila, hasta que quedó completamente vendada.
-Bien....el hombro se pondrá bien. Aunque es probable que quedes con una cicatriz.-
-Bueno, escuché que a las chicas les gustan las cicatrices.-
Respondió Daegon, bromeando para intentar restarle importancia. El maestre continuó.
-También tendrás que seguir con las vendas por 1 semana o 2 y te las cambiaré 1 vez al día para evitar una infección. ¿Es tu brazo dominante?.-
Le preguntó el maestre, recordando a Daegon una vez más sobre su ceguera al no saber eso.
-No, soy diestro.-
Respondió el Targaryen. Aunque en combate prefería usar a Lekia con ambas manos por comodidad, también podía usarla solo con el brazo derecho.
-Bien, entonces podrás seguir trabajando sin problemas e incluso entrenar con la espada pero sin excederte. Y si en algún momento los puntos de sutura se llegan a abrir y la herida queda al descubierto, debes volver aquí de inmediato. ¿De acuerdo?.-
Daegon asintió en silencio. No podía evitar notar algo de suavidad en el tono de voz del maestre, que parecía expresar una preocupación extra por él al ser su pariente. Estaba por recostarse de nuevo cuando la puerta de la habitación se abrió e ingresó el Lord Comandante.
-¿Como está la herida?.-
Le preguntó a Daegon al verlo ya vendado y los varios paños manchados de sangre que había sobre la mesa.
-Sigue doliendo como el infierno, pero parece que viviré, gracias.-
Respondió el Targaryen y luego el maestre le dio a Mormont, la misma explicación que minutos atrás sobre la herida y las medidas a tomar.
-Bien, ahora dejando eso de lado. Quiero hablar contigo y con Snow.....en privado.-
Dijo, dirigiendo una mirada a Sam, quien la entendió enrojeciendo levemente de vergüenza. Se despidió de Daegon, Jon y el maestre y con una inclinación de cabeza a Mormont, se retiró de la habitación.
-Bien.....primero quiero que ambos me digan exactamente que diablos ocurrió ahí fuera.-
Ambos procedieron a contarle todo: Primero Daegon, sobre como fue engañado por Argus a ir hacia el Salón Principal donde fue emboscado por Mordedor. Como después de apenas poder matarlo, Rorge, Argus y los otros 2 hombres aparecieron para terminar el trabajo y como luchó contra ellos matando a Argus en el proceso. Luego Jon relató como, gracias a Ghost, descubrió lo que ocurría e intervino para ayudar a Daegon.
-.....y supongo que usted ya conoce el resto, milord.-
Concluyó Jon. Mormont guardó silencio por unos segundos, antes de responder.
-Entonces eso es lo que ocurrió. Parece que tu bestia tiene buenos instintos, Snow. Primero interviene para salvarme a mi y ahora esto........En realidad, el prisionero ya confesó todo, pero quería ver si su versión coincidía......y por lo que veo si. Parece que su valentía se esfumó al estar encerrado y sin sus compañeros y me dijo todo lo que quería saber a cambio de que enviara el maestre a revisar y calmar el dolor de su pierna herida.-
-¿Entonces lo dejarán ir así nada más?.-
Preguntó Daegon indignado, ganándose una severa mirada del Lord Comandante.
-No te sobrepases muchacho, recuerda quien está a cargo aquí.....claro que no será perdonado. El hombre intentó un asesinato dentro de nuestros muros, según la ley de la Guardia Nocturna será colgado por la mañana. Pero parece que prefirió pasar sus últimas horas en paz que en agonía, desangrándose por la flecha en su pierna y por eso aceptó hablar.-
Daegon asintió en silencio, en señal de disculpa y satisfecho por que Rorge fuera a ser ejecutado. Luego de aclarar eso, Mormont continuó explicando lo que Rorge confesó:
-Parece que nuestro amigo Rorge tenía como compañero de celda a un tal Mordedor, que fue el grandote que te atacó en el salón. Ambos fueron encerrados juntos en las Celdas Negras de King'sLanding pero antes de partir hacia aquí con el grupo de Yoren, recibieron la visita de la reina Cersei Lannister. Aparentemente ella había recibido noticias de que viajabas hacia el Norte y les pidió a ambos hombres matarte y llevarle tu cabeza, imagino que por lo que hiciste al liberar a Ned Stark. A cambio les ofreció un perdón total por sus crímenes, tierras, un título de lord a cada uno y los 1500 dragones de oro que prometía la recompensa original por tu cabeza. Parece que en el camino hacia aquí reclutaron a otros 2 prisioneros para ese plan y una vez llegaron aquí también convencieron a Argus de ayudarlos. Él fue quien les proporcionó las armas y te engañó llevándote al Salón Principal para la emboscada. Si tu no lo hubieras matado, compartiría una soga junto con Rorge mañana por intento de asesinato y deserción.-
El tono de voz de Mormont al mencionar esto se endureció bastante. Pudiéndose notar su furia por que un hermano jurado de la Guardia Nocturna se hubiera prestado para algo así. Mientras tanto, Daegon estaba inmerso en sus pensamientos.
"Cersei Lannister......parece que sigue empeñada en cazarme por lo que hice en la capital y que mi cabeza sigue teniendo precio.....Lo mejor es que deje Westeros cuanto antes y parta hacia Essos. Sin embargo no es seguro que vaya a ciegas sin nada de información de donde comenzar a buscar a mi hermana. Pero aún así se me acaba el tiempo....."
Fue interrumpido cuando el Viejo Oso dirigió una mirada a su brazo recién vendado y agregó.
-El maestre dijo que el hombro sanará y por lo que e visto manejas la espada con el otro brazo......Por lo que parece que podrás seguir trabajando sin problemas.-
Esto desconcertó un poco a Daegon, quien miró confuso al hombre.
-¿Me permitirá quedarme después de esto?. Milord, los Lannister enviaron a esos hombres por mi y podrían venir más. Agradezco el que me permitieran quedarme, pero yo vine porque tenía un asunto que tratar con el maestre Aemon. Y creo que ese asunto.....ya está concluido.-
Dijo, intercambiando una breve mirada de entendimiento con el maestre. Refiriéndose claramente a su conversación casi 1 semana atrás.
-Si me quedo aquí podría generar problemas entre la actual corona y la Guardia Nocturna. Si prefiere que me vaya.....entonces yo lo entenderé.-
Agregó, asumiendo la responsabilidad por sus acciones. Hubiera preferido permanecer un poco más en Castle Black para conversar un poco más con su único pariente vivo en Westeros y también esperar noticias sobre su hermana para no viajar a Essos a ciegas. Pero en esos momentos parecía que eso no dependía de él. El Lord Comandante lo contempló en silencio por unos segundos y finalmente habló.
-Luego de escuchar la confesión de Rorge, Ser Alliser Thorne fue el primero en decir que debías irte. Que eres un criminal buscado y que solo traerás problemas. Además de pedir como por décima vez en esta noche la ejecución de Snow por involucrarse, siendo un hermano de la Guardia.......Pero no ocurrirá nada de eso: Durante miles de años la Guardia Nocturna se a mantenido neutral y al margen del resto de conflictos en Westeros. No apoyamos a ningún bando, tratamos a todos con la misma neutralidad y no nos afectan las leyes emitidas por la corona, como bien deberían saberlo los Lannister. No toleraremos un intento de asesinato bajo nuestro techo, aunque sea ordenado desde la capital. Por lo que no serás expulsado ni entregado a los Lannister y podrás quedarte si así lo deseas. De todas formas no es que la corona apoye mucho a la Guardia Nocturna últimamente. Para ellos somos más un chiste que otra cosa y lo único que hacen es deshacerse de la basura de sus calabozos, dándonosla a nosotros.-
Al escuchar esto, Daegon cerró los ojos por unos segundos, sintiendo que el nudo que había en su garganta desaparecía. Agradecía el poder quedarse en Castle Black un poco más, pero aún así no pensaba quedarse demasiado. Aquel recuerdo revivido hace casi 1 semana atrás con su hermano y aquella extraña mujer de rojo, solo habían incrementado su impaciencia de buscar respuestas y para eso debía ponerse nuevamente en movimiento cuanto antes. Solo esperaría un poco más por si Ned Stark recibía noticias de su hermana. Pero de lo contrario, tendría que ir a ciegas y trazar un plan en el camino.
-De acuerdo, entonces permaneceré aquí un poco más, mientras llegan las noticias que espero. Gracias, Lord Comandante.-
Dijo, inclinando levemente la cabeza. Luego de esto, Mormont se dirigió a Jon.
-Y en cuanto a ti, Snow. Parece que Ser Alliser se llevará otra decepción, por que no serás castigado. Teniendo en cuanta las 3 versiones de la historia que encajan, tu asesinaste a esos 2 hombres en defensa propia y como llegaron esta misma mañana todavía no habían hecho su juramento a la Guardia, por lo que no eran hermanos jurados y no hubo crimen en sus muertes. También parece que se confirma que la muerte de Argus fue obra de Daegon, pero como el bien dijo antes, no tomó los votos. Incluso Thorne tuvo que cerrar la boca sobre ese asunto al recordarle que Argus planeaba desertar luego de asesinarte.-
Jon suspiró aliviado al escuchar esto.
-Gracias, milord.-
Mormont asintió y llevó una mano hacia el interior de su abrigo y dirigió su mirada a Daegon.
-Ahora que ya aclaramos eso.....creo que esto te pertenece, los encontramos en el patio y en el Salón Principal.-
Sacó de su abrigo los 2 cuchillos que Daegon había usado en su combate. Ambos aún tenían sangre en el filo. Uno luego de habérselo enterrado en la sien a Mordedor y el otro por el corte que le había hecho en su rostro.
-Debo decir que estoy algo impresionado. Hiciste un buen trabajo resistiendo contra 5 hombres, usando solo 2 cuchillos y esa espada.-
Dijo el Viejo Oso y dejó ambos cuchillos sobre la mesa donde también estaban Lekia y la camisa de Daegon. Este solo sonrió levemente en silencio, aunque en el fondo no estaba tan convencido sobre sus palabras. Había hecho uso de toda la habilidad que tenía de años de entrenamiento. Pero aún así hubiera muerto de no ser por la oportuna llegada de Jon, y estuvo cerca de perder un brazo. Definitivamente tendría que continuar entrenando durante su viaje si quería salir vivo de este.
Con eso listo, Mormont comenzó a caminar hacia la puerta.
-Bien, ahora creo que ustedes 2 deben descansar porque mañana continuarán trabajando sin falta. Maestre, lo espero afuera para llevarlo con el prisionero. Tenga en cuenta que será ejecutado dentro de unas horas, por lo que solo calme el dolor de su pierna y no gaste más recursos que podemos usar en nuestros propios hombres.-
-Claro, milord.-
Respondió Aemon, quien había permanecido en silencio durante toda la conversación. Luego el Lord Comandante salió de la habitación y el maestre se dirigió a Daegon.
-Por esta noche deberías dormir aquí en lugar de subir nuevamente hacia la torre. No es recomendable que muevas el hombro herido en las primeras horas. Por la mañana te cambiaré las vendas, revisaré la herida y luego podrás irte.-
Daegon asintió en silencio y Jon suspiró levemente.
-Bueno, salvar tu trasero fue muy emocionante y todo, pero debo dormir algunas horas antes de soportar los gritos de Thorne mañana por haberme librado de un castigo.-
El Targaryen sonrió de lado.
-Al menos no te gritará a ti solo. Gracias de nuevo, Snow y también agradece a tu lobo de mi parte.-
Jon le palmeó el hombro sano, se despidió del maestre con un gesto de su cabeza y se retiró de la habitación dejándolo solo con Daegon.
Sabiendo que pasaría la noche ahí, el muchacho se acomodó y estiró un poco en la cama, soltando un leve gruñido por el dolor en el hombro.
-Ahora que lo pienso, creo que encontré algo positivo sobre el caso en que esos 5 idiotas hubieran tenido éxito en cortar mi cabeza.....Al menos eso habría probado que la profecía que Rhaegar y tu tanto adoran no es más que basura.-
Lejos de ofenderse por el comentario, el anciano sonrió levemente.
-El destino está cambiando constantemente Daegon, por lo que nunca sabremos realmente que hubiera ocurrido. Pero no creo que seas el tipo de persona que esté dispuesta a morir con tal de desmentir una profecía. Creo que eres más listo que eso.-
Daegon rió entre dientes, sin poder evitar quejarse nuevamente por el dolor. En eso recordó que aún no le había hablado al maestre sobre su recuerdo revivido de aquella noche casi 20 años atrás. Pero decidió que ese no era el momento para esa conversación.
-Si, supongo que tienes razón. Entonces parece que dormiré aquí mientras vas a curar al idiota que casi me mata. Al menos podré verlo colgado por la mañana.-
El maestre asintió, pero antes de irse volvió a servir leche de amapola en una taza más grande que la anterior.
-Esta es una dosis mayor que antes. Ahora que el interrogatorio concluyó, te ayudará a dormir sin dolor por varias horas. Yo volveré en terminar con el prisionero.-
-Gracias....-
Respondió Daegon y el maestre le acercó la taza a los labios. Bebió toda la taza de aquel líquido suave y reconfortante y al instante comenzó a sentirse ligero y despreocupado. Lo último que recordó fue al maestre irse cargando hilo de sutura y una pomada, antes de que todo se oscureciera y cayera en un sueño profundo. A pesar de todo y gracias a la leche de amapola, esa noche durmió plácidamente y sin sus recurrentes pesadillas, por primera vez en días.
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