Capítulo 27: Los Secretos de un Hermano
NOTA IMPORTANTE: Buenas!. Como algunas personas me estuvieron preguntando dentro de que años se está manejando la historia. Y además en este mismo capítulo hago mención de un año específico por primera vez. Voy a aclarar algunos puntos sobre ese asunto, a continuación, antes de que lean el capítulo:
1) Daegon nació en el año 277 DC (Después de la Conquista)
2) La historia comienza en el año 298 DC en el capítulo 1 con la llegada de Robert a Winterfell
3) Como la rebelión de Robert terminó en el 283, Daegon estuvo criándose en Highgarden durante 15 años (en capítulos anteriores dije 17, pero es un pequeño error que voy a ir corrigiendo).
4) Actualmente en la historia se está aproximadamente por la mitad del año 299, por lo que Daegon tiene 22 años de edad (también en capítulos anteriores dije 23, pero también es otro pequeño error).
Pido disculpas por cualquier confusión que pudiera surgir con la línea temporal, si tienen alguna otra duda pueden comentarla sin miedo XD.
Otra cosa que me gustaría comentar es que en mi opinión este capítulo es bastante importante. Ya que introduzco una subtrama que va a ir tomando bastante importancia a medida que siga avanzando la historia. Por lo que agradecería cualquier opinión o crítica de que les pareció una vez lo hayan leído, así que los estaré leyendo.
Finalmente me gustaría agradecer de corazón todo el apoyo que le están dando al fanfic, que lo aprecio mucho. También me gustaría invitarlos a que voten, comenten y promocionen la historia si es que pueden. Dicho esto, no los aburro más con mis biblias y los dejo con el capítulo XD, espero lo disfruten!.
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Daegon
-Juro por todos los dioses en los que no creo, que si ese imbécil vuelve a mirarme así, voy a arrancarle un ojo con esta cuchara.-
Dijo el Targaryen, mientras se llevaba otra cucharada de aquella insípida pero reconfortante sopa a la boca.
-Si lo hicieras probablemente serías el héroe de muchos hermanos y reclutas.....al menos por 5 minutos, antes de que te cuelguen o te lancen desde la cima del muro por dejar tuerto al maestro de armas. Aún así, creo que Thorne se vería bien con un parche.-
Dijo Pyp, en su usual tono bromista, mientras que Jon reía entre dientes y Grenn se limitaba a comer en silencio. Daegon simplemente rodó los ojos en respuesta y mantuvo su mirada clavada en Ser Alliser Thorne, quien se encontraba sentado en otra de las mesas junto con un grupo de hombres leales a él. El Targaryen no necesitaba ser psíquico para saber de que estaban hablando, ya que podía ver miradas burlescas y amenazantes en su dirección, las cuales lo estaban empezando a hartar.
En esos momentos se encontraba cenando en el salón principal de Castle Black, luego de otro duro día de trabajo. Jon le había presentado a los únicos 3 amigos que tenía en ese lugar: Grenn Pyp y Samwell Tarly. El Targaryen todavía no entendía como es que ese último había sido enviado al muro siendo hijo de Randyll Tarly. Sabía que la casa Tarly era una de las más poderosas de El Dominio, además de que el mismo Randyll era uno de los mejores comandantes de Westeros y uno de los más leales vasallos de Mace Tyrell. Daegon lo había visto varias veces en Highgarden durante los 15 años que pasó ahí y lo recordaba como un hombre frío, pero también valiente y feroz. Todo lo contrario a su hijo Sam quien, aunque a Daegon le había caído bien y parecía alguien agradable, no encajaba en absoluto con el resto de miembros de la Guardia Nocturna, quienes en su mayoría eran asesinos, violadores o alguna otra clase de criminal.
Habían pasado ya unos 4 días desde su llegada a Castle Black. Robb se había marchado al día siguiente, luego de entregar las provisiones, los reclutas y de tener unas palabras con el Lord Comandante en nombre de su padre. Se había despedido de Jon y Daegon y había regresado a Winterfell junto con los demás soldados. Y ese mismo día Daegon había comenzado con sus tareas ayudando en Castle Black:
Cada día debía despertarse a primera hora y reportarse junto con los hermanos de la Guardia a que le asignaran una tarea, las cuales variaban: Podían ordenarle ayudar en la herrería afilando espadas o lanzas, entregar mensajes de una zona a otra del asentamiento, ayudar en las cocinas con la comida, montar guardia en distintos lugares, etc. Aunque intentaba evitar a Ser Alliser cada vez que le asignaban una tarea, en muchas ocasiones no tuvo suerte y el hombre se las arreglaba para enviarlo a lavar vajilla de la cocina, los baños u horas de guardia en alguna de las zonas más frías de Castle Black. Daegon sabía que era el precio a pagar por su estadía temporal allí y tal vez obtener la información que buscaba, pero la actitud arrogante y abusiva de aquel hombre estaban amenazando con hacerlo estallar.
Había supuesto que la vida en el muro era dura, pero ahora lo estaba experimentando en carne propia. Trabajando igual que un miembro de la Guardia Nocturna y aún sin acostumbrarse al intenso frío que hacía en esa zona del norte. Y para colmo, aún seguía esperando el poder hablar con su pariente, Aemon Targaryen. Sabía que el hombre tenía ya unos 100 años de edad por lo que incluso un simple resfriado debía tratarse con suma delicadeza. Sin embargo había viajado hasta allí desde Highgarden y el estar ya en la misma fortaleza, pero teniendo que esperar días para verlo, requería de toda su paciencia.
-No entiendo como ustedes aguantan vivir así....sin ofender, claro.-
Dijo Daegon, mientras estiraba un poco su espalda hacia atrás intentando aliviar un poco el dolor que sentía en esta. Justo antes de la cena, Ser Alliser le había ordenado transportar varios barriles llenos de aceite a distintos puestos de vigilancia a lo largo del muro. Para cuando había acabado y bajaba en el ascensor para la cena, sentía que los brazos se le caerían del cuerpo.
-En lugar de quejarte deberías agradecer que estás aquí sin haber jurado los malditos votos. El resto de nosotros estaremos congelándonos aquí de por vida, sin poseer tierras ni familia. Y todos vinimos aquí obligados y en cadenas....bueno, todos salvo Lord Snow, aquí presente.-
Dijo Grenn y Jon soltó un leve gruñido, como era usual en él cada vez que sus amigos bromeaban con el apodo que Ser Alliser le había puesto. Pyp rió entre dientes y agregó.
-Y solo podemos escaparnos al pueblo para estar entre los brazos y piernas de una mujer muy de vez en cuando y con el riesgo de que nos cuelguen por deserción. Si quisieras tu podrías hacerlo cada noche.-
Daegon se encogió de hombros y continuó comiendo en silencio, reconociendo que tenían un buen punto, pero no pensaba hacer eso. A pesar de las necesidades carnales que tenía un hombre, él solo tenía ojos para una mujer y recordaba la promesa que le había hecho en su última noche juntos en Highgarden. Jon terminó de comer y miró a Grenn y Pyp.
-Si tan solo pensaran con la cabeza, en lugar de con la que tienen entre las piernas, entonces tal vez yo no les patearía el trasero en cada entrenamiento.-
Les dijo, en venganza por su broma de antes. Daegon rió entre dientes y continuó comiendo en silencio. Había pensado que tal vez habría algo de acción en Castle Black, durante el tiempo que se quedara, pero de momento todos los días habían sido muy rutinarios, solo alzando su espada para practicar por su cuenta. Había escuchado que de vez en cuando los salvajes al norte del muro intentaban atacar Castle Black para cruzar hacia el sur. Pero ninguno de esos ataques había tenido éxito, por lo que el Targaryen no sabía si atacarían de nuevo mientras él estuviera ahí.
De pronto escucharon una fuerte risotada proveniente de la mesa de Ser Alliser: Uno de sus hombres estaba haciendo la mímica de golpear a otro una y otra vez con lo que parecía ser un martillo gigante, mientras el otro fingía retorcerse de dolor y suplicar piedad llorando. Toda la mesa estalló en carcajadas y Ser Alliser clavó una dura y burlona mirada de provocación en Daegon. Al deducir de que y de quien se estaban burlando, el Targaryen apretó ambos puños con furia y Jon le dirigió una mirada de precaución.
-No hagas nada estúpido....-
Le advirtió, notando su ira. Daegon tardó en responderle, mientras apartaba su mirada del hombre y apuraba lo que le quedaba de sopa y de la jarra con cerveza que tenía al lado.
-Entonces creo que mejor salgo a tomar aire. Porque si esos idiotas siguen con su actuación, creo que definitivamente voy a hacer algo estúpido.-
Se despidió de Jon, Grenn y Pyp con un gesto de su cabeza y se puso de pie. Pasó por delante de la mesa de Ser Alliser sin mirar a ninguno de los presentes. Cuando escuchó la voz grave del hombre detrás de él llamándolo, lo ignoró y siguió caminando hacia la puerta.
-Ah, Su Alteza!, antes de que se vaya creo que nos puede quitar la duda sobre algo....aquí el bueno de Argus estaba recreando la muerte de su valiente hermano a manos de Robert Baratheon.....ninguno de nosotros estuvo presente en El Tridente, por lo que tuvimos que improvisar un poco. Quizás Su Alteza pueda ayudarnos con los detalles sobre la muerte del traidor. Ese martillo debió haberle dado una buena paliza antes de matarlo.-
Esta vez Daegon se detuvo en seco. A medio camino entre la puerta y la mesa de Ser Alliser, de espaldas a este. Finalmente no pudo resistir más y le respondió mientras le daba la espalda.
-Una pésima interpretación, ya veo porqué el hombre está aquí en lugar de en un circo. Y por cierto Ser Alliser....dice que mi hermano fue un traidor, pero tengo entendido que en su momento usted luchó por su causa....¿Eso no lo hace a usted también un traidor?.-
Dando un fuerte golpe en la mesa con un puño, Ser Alliser se puso de pie al instante, al igual que todos sus hombres. Daegon se giró bruscamente, mientras el hombre se acercaba a él hasta que sus rostros estuvieron a solo centímetros de distancia. El Targaryen no retrocedió en ningún momento y le mantuvo la mirada a Ser Alliser, cuya sonrisa burlona había desaparecido.
-Cuida tus palabras, chico. O dormirás fuera de aquí en la nieve y morirás igual que tu maldito hermano.....Si, serví al demente de tu padre y defendí la capital mientras el cobarde solo se sentaba en ese trono a lanzar órdenes y quemar prisioneros vivos. Cuando el traidor de Ned Stark llegó con sus tropas a King'sLanding, se me envió a Castle Black por culpa de que ustedes perdieron la guerra.-
Daegon mantenía los puños apretados mientras lo escuchaba hablar así de su hermano y su padre. Aunque pudo notar como al responderle, el hombre no lo había llamado por su apodo burlesco y lucía más furioso que prepotente, definitivamente había tocado un nervio con sus palabras.
A esas alturas, en todo el salón había caído un fuerte silencio y todo el mundo estaba pendiente del enfrentamiento de ambos. Por el rabillo del ojo pudo distinguir a Jon, quien desde su mesa lo miraba alerta y este negó una vez con la cabeza en silencio, intentando disuadir a Daegon de continuar con eso. Parte de él quería hacerle caso, simplemente darse la vuelta y marcharse, dejando a Ser Alliser con las palabras en la boca. Pero su lado impulsivo terminó ganando, por lo que esbozó una fría sonrisa de lado.
-Usted mismo lo dijo cuando llegué Ser Alliser....esa decisión corresponde al Lord Comandante, no a usted. Y es curioso ¿no lo cree?: Yo soy un traidor, mi hermano es un traidor, Ned Stark es un traidor. Parece que todos somos traidores menos usted.....que mala excusa para cubrir su propio fracaso.-
Luego todo ocurrió muy rápido: Ser Alliser llevó una mano hacia su espada de golpe y la desenvainó a medias. Mientras sus hombres también tomaban sus espadas detrás de él. Daegon hizo lo mismo, desenvainando a Lekia por la mitad mientras la tensión aumentaba muchísimo dentro de ese salón. El Targaryen pudo ver como Jon se ponía de pie de golpe, luciendo indeciso de si intervenir o no.
-¿Como......te atreves?!.-
Le dijo, alzando la voz y arrastrando cada palabra con rabia. Toda expresión de burla y arrogancia había desaparecido de su rostro, el cual ahora estaba enrojecido de ira, mientras parecía debatirse entre si atacar a Daegon o contenerse. Mientras que el Targaryen le mantenía la mirada sin retroceder ni un paso y no dudaría en defenderse si el maestro de armas o sus hombres lo atacaban. Definitivamente no parecía que eso fuera a terminar bien.
Sin embargo, de pronto se escuchó la puerta del salón abrirse, dando paso a un muchacho regordete y de mirada nerviosa que Daegon reconoció como Samwell Tarly. Sam ingresó al salón y al ver la tensa escena frente a él amplió los ojos y palideció un poco.
-Yo....me....me envía el maestre Aemon. Acaba de cenar y dice que está listo para recibirte en su estancia, Daegon.-
Dijo, algo asustado por la situación y mirando a Daegon. Este lo escuchó sin quitarle la mirada de encima a Ser Alliser, pero sin poder evitar sentir alivio. Ya que no sabría que hubiera hecho si Sam no intervenía y la situación escalaba.
-Gracias Sam....iré enseguida.-
Respondió sin mirarlo. Unos tensos segundos después, volvió a envainar a Lekia y le dio la espalda a Ser Alliser, continuando su camino hacia la puerta.
-Esto no a terminado......Alteza.-
Dijo Ser Alliser a sus espaldas, escupiendo las palabras, pero Daegon lo ignoró. Pasó junto a Sam, dándole una leve palmada en el hombro a modo de agradecimiento y salió al frío exterior.
Una vez allí, se detuvo unos segundos y con un suspiro, liberó el aire que había estado conteniendo durante todo ese momento. Tal vez había ido demasiado lejos, había actuado de forma impulsiva, y sabía que seguramente habrían consecuencias por desafiar de esa manera a Ser Alliser frente a sus hombres, pero en ese momento no le importaba. Estaba harto de ese hombre insultando a su familia y echando la culpa de sus fracasos a todo aquel que no fuera si mismo. Sabía que Ser Alliser no dejaría pasar lo que él hizo, pero decidió poner esos pensamientos de lado, de momento. Ya que al parecer finalmente podría ver y hablar con el único pariente vivo que tenía en Westeros. Por lo que se dirigió hacia la estancia del maestre, esperando por fin obtener algunas respuestas.
Al llegar abrió la puerta e ingresó, cerrándola detrás de él. Avanzó un poco, ya en la habitación y finalmente vio a Aemon Targaryen: El anciano estaba sentado de espaldas a él frente a una mesa e iluminado por unas pocas velas, pero lo primero que pudo notar fue su cabello blanco. Al verlo no pudo evitar sentir un leve escalofrío, ya que la última persona a quien había visto con el cabello característico de los Targaryen había sido a Rhaegar 16 años atrás y le resultó tanto extraño como nostálgico verlo de nuevo. Estaba por hablar para hacer notar su presencia, cuando escuchó la voz del anciano.
-Daegon Targaryen.....-
Era una voz suave y profunda. Que denotaba no solo la sabiduría de aquel hombre, sino también todos los años que había vivido y todo por lo que había pasado. Daegon asintió, mientras se acercaba lentamente.
-Lo soy, y tu eres Aemon......Aemon Targaryen.-
El hombre hizo un largo silencio y finalmente volteó hacia Daegon en su silla. Ahí pudo ver sus ojos abiertos pero inexpresivos, sin mirar hacia ningún lugar debido a su ceguera.
-Alguna vez lo fui.......es un nombre que no e usado desde hace más años de los que puedo recordar. Pero ahora soy un simple maestro de la ciudadela....toma asiento, por favor.-
Daegon asintió y movió una silla libre para colocarla frente a la mesa y junto al maestre, quien agregó.-
-Me disculpo por no poder mirarte a los ojos, pero lamentablemente mi vista ya no es la que era antes. Si me permites.....-
Dijo, sin terminar la frase pero extendiendo una mano hacia su rostro. Daegon, comprendiendo el gesto asintió en silencio. Conocía la ceguera de la que padecía el hombre y suponía que durante todos esos años, se habría acostumbrado a ver el mundo mediante sus otros sentidos como el tacto. El anciano apoyó una mano con cuidado en una de las mejillas de Daegon, para luego subir por esta hacia su cabello blanco y mantenerla allí unos segundos. Cuando la apartó, Daegon pudo notar como el labio inferior de el maestre, temblaba ligeramente en un gesto de emoción.
-Puedo notar que llevas mi sangre y que eres quien dices ser. Oh muchacho......no puedo ni imaginar todo por lo que habrás pasado en los últimos años.....-
Dijo, con el tono de su voz más suave que antes y amenazando por quebrarse, al estar frente a un miembro de su familia por primera vez en décadas. Daegon notó esto y suspiró levemente.
-De hecho los últimos años no estuvieron tan mal.....los peores fueron durante la rebelión del usurpador. Yo era solo un niño cuando todo mi mundo se vino abajo y......bueno, de algún modo logré sobrevivir.-
Aemon asintió lentamente, mientras las arrugas de su rostro se contraían aún mas, en una expresión de pena y compasión.
-¿Podrías contarme lo que ocurrió?.-
Daegon había esperado esa pregunta, que había tenido que responder demasiadas veces para su gusto en los últimos meses: Primero a Ser Steffon en King'sLanding, luego al resto de la Guardia Pura y finalmente a Ned Stark en Winterfell. Pero sabía que el maestre tenía más derecho que nadie a saberlo, por lo que respiró profundo y comenzó a relatar: Le habló del verdadero motivo por el cual su hermano Rhaegar había llevado a Lyanna Stark a Dorne, como el había vivido con ellos allí un tiempo, atestiguando su amor. Como Rhaegar lo había llevado con él en secreto fingiendo enviarlo a la capital cuando la guerra había escalado demasiado. Y finalmente como su hermano lo había enviado lejos un par de noches antes de la batalla de El Tridente. Por los mismos motivos que antes no mencionó ni a Highgarden ni a los Tyrell que lo protegieron y criaron. Únicamente dijo que había estado escondido todos esos años en un lugar seguro que su hermano preparó y Aemon no lo interrogó al respecto.
Cuando terminó de hablar, hubo un largo silencio durante el cual el maestre parecía estar pensando para sus adentros. Hasta que finalmente habló con un leve suspiro.-
-Lamento mucho que hayas tenido que pasar por todo eso a tan corta edad, Daegon.....yo estuve aquí todo el tiempo, cumpliendo con mis deberes durante todo ese tiempo y como seguramente ya sepas, las noticias del sur tardan mucho en llegar a este rincón congelado de Westeros. Sin embargo cuando finalmente llegaron las noticias de la ruina de nuestra familia. De las muertes de Aerys el hijo de mi hermano Egg, su primogénito Rhaegar, y los niños pequeños........yo estaba impotente de hacer nada. Mi cuerpo ya era frágil y estaba y estoy bajo juramento de servir como maestre de la Guardia Nocturna hasta el fin de mis días. También creía que tu habías muerto Daegon......pero créeme que alegra mucho el corazón de este anciano el saber que estás vivo.-
Daegon escuchó las tristes palabras del anciano, comprendiendo su dolor. Con solo 6 años de edad él había visto en visiones la muerte de su familia sin poder hacer nada al respecto al ser muy joven. Mientras que Aemon había recibido la tardía noticia de aquellas muertes, sin poder hacer nada al ser ya muy viejo.
-Gracias......a mi también me alegra saber que no soy el único de nuestra casa que sigue con vida en Westeros.-
El anciano sonrió suavemente.
-Tengo que admitir que, cuando al principio llegó el cuervo desde la capital de que Daegon Targaryen estaba vivo y había liberado a Ned Stark, al principio me costó creerlo. Un maestre no debe tomar partido en conflictos ajenos a su deber, por lo que no puedo decirte si lo que hiciste estuvo bien o mal.....pero si puedo decirte que fuiste muy valiente al arriesgar tu vida de esa forma. Y con lo que me revelaste sobre la relación entre tu hermano Rhaegar y Lyanna Stark, ahora entiendo el motivo.-
Daegon asintió, con tristeza.
-Todavía me cuesta creerlo.....que todo el mundo se fuera al demonio, la caída de nuestra familia y todas las tragedias que nos trajeron a este día, todo eso......solo porque mi hermano se enamoró de otra mujer.-
Aemon esbozó una triste sonrisa.
-El amor es la muerte del deber......puede nublar el juicio de un hombre y llevarlo por caminos desesperados. Podrá haber sido tu querido hermano mayor.....pero también era solo un hombre y un ser humano, con las debilidades que eso conlleva.-
El muchacho suspiró, reconociendo que tenía razón.
-El amor es la muerte del deber....-
Repitió, murmurando para sus adentros. Pensando en que antes en Highgarden, probablemente habría abandonado toda su búsqueda y misión de reunir a su familia.....tan solo si Margaery le hubiera pedido quedarse allí con ella.
-Aún así, no creo que hayas viajado hasta aquí, únicamente para ponerme al día con el pasado.-
Dijo el maestre y Daegon asintió.
-Así es, estoy haciendo un viaje y me serviría toda la información que me pudieras proporcionar......estoy buscando a mi hermana Daenerys.-
A continuación le explicó sobre la muerte de su hermano Viserys y la poca información que tenía acerca del paradero de Daenerys.
-Lo último que supe de Daenerys es que está en algún lugar en Essos con una tribu de Dothraki.....me gustaría encontrarla.-
Concluyó, mientras Aemon lo había escuchado todo el tiempo, sin interrumpirlo.
-Me entristece saber sobre la muerte de Viserys. Otro miembro más de nuestra casa que deja de existir. Pero me pregunto.....¿como fue que te enteraste de dicha muerte estando escondido al sur de Westeros?.-
La pregunta tomó por sorpresa a Daegon durante unos segundos, ya que no había esperado que el anciano se fijara en ese detalle.
-Me....me enteré por un comerciante que vino a Westeros desde Essos. Allí se dio a conocer la muerte del príncipe Viserys Targaryen.-
Mintió, para no decirle que lo había visto en una visión. Aemon permaneció en silencio varios segundos y aunque era ciego, Daegon casi pudo imaginar sus ojos clavados en los suyos, como buscando algún atisbo de mentira. Pero finalmente habló.
-Pues es una tragedia.....me aseguraré de rezar a los 7 por su alma. Y sobre la niña, Daenerys......me temo que tienes más información que yo, muchacho. Sé que tanto ella como Viserys fueron sacados de Dragonstone por un valiente y leal caballero que arriesgó su vida para protegerlos. Pero no sé mucho más que eso.-
Daegon se había estado preparando para esa posible respuesta, ya que el maestre había pasado las últimas décadas en el rincón más aislado de Westeros. Pero a pesar de eso, no pudo evitar sentirse algo decepcionado.
-Si....Ser Willem Darry los llevó con él, cruzando el Mar Angosto para protegerlos de la rebelión. De algún modo sobrevivieron por 17 años pero ahora solo queda mi hermana. Ned Stark me prometió intentar averiguar en los puertos norteños algo acerca de su paradero y cuando tenga esa información planeo viajar a Essos a buscarla. Pero me gustaría no viajar a ciegas y saber todo lo que pueda sobre ese continente antes de hacerlo.-
El maestre asintió, comprendiendo lo que Daegon le estaba pidiendo.
-Nunca puse pie en Essos, ya que luego de King'sLanding estuve forjando mi cadena de maestre en la ciudadela en Oldtown y luego fui enviado a servir aquí. Pero conozco bastante por libros y testimonios de viajeros que han cruzado el Mar Angosto. Me temo que es una tierra peligrosa, de temperatura cálida en su mayor parte y se dice que su territorio es mucho más extenso que Westeros: Desde la ciudad libre de Braavos, pasando por las demás ciudades libres y otras tierras inhóspitas, las tierras sombrías y extrañas de Asshai, hasta llegar finalmente a los límites del Mar de Jade con el desolado y extenso Desierto Rojo y la ciudad de Qarth. En resumen, no es recomendable vagar por esas tierras sin un plan ni preparación y menos siendo 1 sola persona.-
-Suena como un lugar encantador.-
Respondió, Daegon con sarcasmo y se pasó una mano por el cabello, tomando nota mental de lo dicho por el maestre. Era claro que tendría que tener un plan para cuando pisara tierra en Essos para poder sobrevivir allí y para eso quería tener la mayor cantidad de información posible.
-Lo último que supe de mi hermana es que está junto a una tribu de Dothraki.....¿sabes donde podría encontrarlos?.-
Aemon asintió lentamente, recordando lo que sabía sobre esa tribu.
-Son bastante sedentarios en lo que respecta a su región en Essos. Abarca todo el territorio de lo que se conoce como el Mar Dothraki y allí se encuentra su capital Vaes Dothrak. Pero no te recomiendo acercarte a ellos, muchacho. Son una tribu salvaje, sanguinaria y violenta que tiene sus propias reglas y leyes y como es normal con ese tipo de gente, no les agradan los forasteros.-
Al escucharlo decir eso, Daegon recordó la visión que tuvo de la muerte de su hermano Viserys. Donde rodeado por varios Dothraki, fue quemado vivo con lo que parecía ser oro fundido. Definitivamente no quería terminar como él, pero en esos momentos no veía otra alternativa.
-Entonces parece que será una misión aún más peligrosa y suicida de lo que pensaba......pero de todas formas tengo que hacerlo.-
El anciano se pasó una mano por la barbilla suavemente, con expresión pensativa y curiosa.
-Veo que sigues enfocado en tu misión de encontrar a tu hermana, pero si me permites una pregunta: Eres el último hijo varón del Rey Aerys y el mayor después de Rhaegar, por lo que en teoría el Trono de Hierro es tuyo por derecho. Es claro que tienes algo de apoyo en la capital y creo que si te lo propones, podrías conseguir algunos aliados de casas que no estén felices con los Lannister. Antes de que habláramos incluso pensé en que intentarías reclutarme como consejero para tu causa y que yo tendría que negarme amablemente......Pero no has dicho ni 1 palabra sobre tu reclamo al trono desde que te sentaste aquí y solo mencionaste tu deseo de encontrar a tu hermana.....¿porqué?.-
Daegon suspiró levemente. Sabía lo que algunas personas esperaban de él y no iba a negar que si había pensado en eso durante su viaje hasta Castle Black, pero hasta ese momento seguía llegando a la misma conclusión.
-Por extraño que pueda sonar.....yo no quiero el trono, maestre. Soy consciente de las atrocidades que cometió mi padre que en parte nos llevaron a la situación actual de nuestra casa. No quiero asumir el trono con esa mancha de sangre tan grande y ser recordado por intentar enmendar los errores de mi padre.....y tal vez fallar en el intento. Rhaegar es quien debía ser Rey, no yo: Era un gran líder, un gran guerrero y el pueblo llano lo adoraba. Todavía recuerdo cuando bajaba conmigo a la ciudad a cantar y las personas se reunían a su alrededor.....Yo no me veo capaz de poder llegar a su nivel, por lo que pienso intentar hacer algo de lo que si me veo capaz......y es reunir a mi familia.-
Hizo una breve pausa en la cual Aemon no lo interrumpió y continuó.
-Lo que sé de mi hermana ahora mismo es que se encuentra en una tierra extraña, sola y rodeada de una tribu de salvajes asesinos. Quiero encontrarla y si me es posible protegerla y ayudarla para que no termine como nuestro padre. No sé que clase de persona sea ni si ella quiere el trono o no. Pero si veo que podría ser una buena Reina y salvar Westeros del maldito caos en el que está metido ahora, entonces tendrá mi apoyo y mi consejo si ella así lo desea. Pero no quiero el trono para cometer los mismos errores de mi padre y ver a nuestra casa desmoronarse......no de nuevo.-
Terminó de hablar, con un tono frustrado y triste. El maestre se pasó una mano por la barbilla, nuevamente y se mantuvo en silencio por varios segundos, con expresión pensativa. Hasta que finalmente habló.
-Eres muy interesante, muchacho.....e inusual me atrevería a decir. Un heredero al trono con uno de los linajes más antiguos de todo Westeros.....pero que no quiere ser Rey. Y en su lugar se preocupa por la seguridad de su familia y prefiere ayudar a que uno de ellos llegue al trono. Puede que tu no lo veas y no pretendo influenciarte con mis palabras de anciano, pero noto en ti cualidades que serían buenas en un Rey: Pareces ser enfocado y terco con lo que decides, pero también compasivo y por lo que me has dicho noto que sientes empatía por los demás......veo que sigues siendo tal cual tu hermano Rhaegar te describió, años atrás.-
Aquello último descolocó un poco a Daegon, quien amplió los ojos.
-¿Tu......tu conociste a Rhaegar?.-
Le preguntó, confundido. Ya que el maestre le había confirmado antes que llevaba décadas sirviendo en Castle Black. Para su sorpresa, el anciano hizo un largo silencio, donde parecía estar pensando para sus adentros, más que prestándole atención a él. Daegon estaba por repetir la pregunta, cuando el maestre sonrió suavemente.
-No en persona, pero si nos enviamos correspondencia varias veces, cuando entonces mi vista funcionaba mucho mejor. Como dije, llevo muchas décadas aquí en Castle Black, durante las cuales e mantenido contacto por carta con varios Reyes y Príncipes que pedían mi consejo en diversos asuntos. Desde mi querido hermano Egg y muchos otros que le sucedieron en el trono, y tu hermano no fue la excepción. Comenzó a escribirme cuando era un joven príncipe de alrededor de tu edad.-
Esto sorprendió un poco a Daegon, ya que nunca se había enterado de que Rhaegar había estado en contacto con su pariente en Castle Black, desde mucho tiempo antes de que él naciera.
-Ya veo.....¿y de que hablaban?.-
Le preguntó con curiosidad. En ese momento el rostro de Aemon se giró completamente hacia él y Daegon pudo jurar que a pesar de su ceguera, el anciano tenía su mirada clavada en la suya.
-Al principio eran temas bastante triviales. Cartas solicitando consejo sobre diversos asuntos del reino, en la preparación de Rhaegar para ser Rey, o a veces simples cartas amistosas, informándome de las novedades que habían en el Sur. Pero eso cambió poco después de que tu nacieras. Cuando en sus últimas cartas Rhaegar comenzó a hacerme algunas consultas.....consultas sobre ti.-
Escuchar esto descolocó al muchacho, quien lo miró confuso, sin poder evitar que se le erizara levemente la piel. Tal vez por el frío o por la forma en la que el maestre había dicho eso.
-Consultas.....¿sobre mi?.-
El maestre asintió lentamente.
-Todo comenzó cuando, en una de sus cartas, Rhaegar me dijo que había estado leyendo un libro sobre leyendas antiguas de Westeros. Al parecer le apasionó bastante informarse sobre las antiguas creencias y relatos perdidos en el tiempo.-
Esto sorprendió a Daegon, ya que casualmente el también había estado leyendo sobre alguna de esas historias durante su estadía en Winterfell. Pero eran solo eso.....historias.
-¿Sabes para que fue que se creó el muro, Daegon?.-
Le preguntó el maestre de pronto, confundiendo un poco al muchacho.-
-Para proteger a las tierras del sur de la amenaza de los salvajes ¿no?.-
Respondió Daegon, recordando lo poco que sabía. Aemon esbozó una leve sonrisa, como si hubiera esperado esa respuesta.
-Eso es lo que se cree hoy en día. Pero lo cierto es que hay registros e historias antiguas que cuentan algo muy distinto.....Que el gran muro de hielo fue construido miles de años atrás, en la Edad de los Héroes. Erigido en muy poco tiempo y protegido con magia antigua por Brandon el constructor, el primer Lord de Winterfell. Se dice que junto a Brandon estaba un buen amigo suyo, un príncipe de linaje desconocido pero de valentía sin igual que portaba una poderosa espada en llamas. La leyenda dice que ambos defendieron el muro en contra de una gran oscuridad que amenazaba todo el mundo, hasta que lograron detenerla y traer consigo una paz que duraría por milenios, hasta la época actual. Según la historia los salvajes solo serían un daño colateral de esta hazaña, personas que solo estaban en el lado equivocado del muro cuando este fue construido.-
Durante su estadía en Winterfell, Daegon había leído algo sobre la Edad de los Héroes y recordaba algunas historias que le habían leído de niño, aunque la que le acababa de narrar el maestre era nueva para él. Aún así, no entendía porqué le estaba contando eso.
-Es una bonita historia, pero con todo respeto.....¿porqué me la cuenta?. Esas son solo leyendas. Cuentos que se narran a los niños antes de irse a dormir.-
El maestre sonrió en una línea.
-En todas las leyendas hay algo de verdad, Daegon Targaryen. Y con todo el tiempo que yo e vivido aquí y las cosas que e visto, creo que si podría ser cierta, al menos parte de ella. No intento convencerte de que la creas, pero te hablé de la leyenda, porque tu hermano Rhaegar estaba muy interesado en ella.....específicamente en el misterioso príncipe del cual habla.-
El maestre hizo una breve pausa, por si Daegon quería decir algo, pero este solo lo observó expectante. Por lo que continuó.
-Tu hermano estuvo investigando esta historia en textos y libros antiguos y se encontró con algo muy interesante.....una profecía antigua. Algunos de esos textos hablaban de una profecía de miles de años de antigüedad, que los reyes Targaryen fueron pasando solo a sus herederos durante generaciones, hasta que lamentablemente se fue olvidando con el paso del tiempo. Al principio tu hermano solo encontraba fragmentos sueltos de esa profecía, que hablaban de "El Príncipe Prometido": El príncipe de la Edad de los Héroes, renacido en nuestra época. Un héroe nacido del humo y de la sal, en tiempos donde un gran mal resurgiría nuevamente en el mundo.-
Daegon parpadeó un par de veces, completamente perdido ante esa nueva información, pero sin entender todavía su significado o importancia.
-Rhaegar nunca me dijo que nuestro padre le haya hablado sobre esa supuesta profecía. Y suponiendo que esta sea real....¿Que tiene que ver conmigo?.-
Aemon volvió a hacer otro largo silencio, dudando en su mente si seguir hablando o si había dicho demasiado y debía parar. Pero finalmente se puso de pie con algo de dificultad.
-Como dije, hace mucho tiempo que esa profecía dejó de pasarse de padre a hijo. Tal vez luego del caos que hubo en la familia Targaryen tras la Danza de Dragones o de algún otro suceso, pero la profecía se perdió por mucho tiempo hasta que tu hermano encontró esos fragmentos. Luego, también encontró el libro antiguo sobre leyendas de Westeros que te mencioné antes y en uno de sus dibujos olvidados, encontró la profecía un poco más completa: Al parecer esta había sido grabada en una daga de Acero Valiryo, perteneciente a Aegon el conquistador. Me temo que dicha daga debe de haberse perdido en el tiempo, pero tu hermano encontró un dibujo bien detallado en aquel libro.....libro del cual yo tengo una copia.-
Avanzó hacia un estante lleno de libros y comenzó a rebuscar entre estos. A pesar de ser ciego, el anciano parecía conocer tan bien los libros que tenía, que sus manos se movían con agilidad entre estos, mientras buscaba el correcto.
-¿Necesitas ayuda?.-
Se ofreció Daegon, algo impresionado. Pero el maestre negó con la cabeza, al mismo tiempo que regresaba con un grueso y polvoriento libro.
-Gracias, pero no es necesario. Este anciano aún puede moverse dentro de estas paredes.....esta es la página, lee lo que dice la daga.-
Apoyó el libro en la mesa frente a Daegon y lo abrió en una página que estaba doblada en una esquina. La página estaba amarillenta y lucía muy antigua, pero en ella podía verse claramente el dibujo de una hermosa daga, que tenía una inscripción a lo largo de su filo. Con curiosidad por todo el secretismo del maestre, Daegon se inclinó un poco sobre el libro y leyó en voz alta aquella profecía:
De mi sangre nacerá el príncipe que fue prometido. Y suya será la canción de hielo y fuego.
Cuando levantó la vista del libro hacia el maestre, su expresión seguía igual de confusa que antes, toda aquella conversación de profecías antiguas y leyendas vivientes sonaba casi irreal.
-Sigo sin entender.....¿entonces Rhaegar creía que él era este supuesto príncipe de leyenda?.-
El maestre suspiró levemente, sin saber como reaccionaría Daegon ante lo que le estaba por decir.
-No exactamente. El príncipe Rhaegar no se interesó en estas leyendas hasta poco después de que tu naciste. Fue después de eso, que encontró el libro con la profecía y me consultó al respecto por carta. Y lo hizo porque......porque el creía que el Príncipe Prometido eras tu Daegon, su hermano menor.-
Al principio el muchacho creyó haber escuchado mal. Esa conversación parecía cada vez más absurda. ¿Como era posible que Rhaegar pensara que él era alguna especie de héroe antiguo renacido?.
-¿Yo?......Aemon, esto es absurdo. Estamos hablando de una leyenda que seguramente el escritor de este libro plasmó en él para darle un toque de misterio a su obra. Rhaegar era alguien inteligente y se basaba en hechos, no en leyendas. ¿Porqué el pensaría que yo soy este príncipe?.-
El anciano cerró los ojos por unos segundos y al abrirlos de nuevo, Daegon volvió a tener aquella imposible sensación de ser atravesado por su mirada.
-Lo cierto es que yo sé el porqué y el mismo Rhaegar me lo dijo en sus cartas, cuando tu eras demasiado pequeño para siquiera entenderlo. Daegon.....puede que te cueste creer lo que te voy a decir, pero te juro por los dioses que es la verdad.-
El muchacho volvió a tener un mal presentimiento. Parte de él le decía que no lo escuchara y se quedara con la versión de su hermano mayor que conocía y admiraba.....pero debía saberlo.
-Lo comprendo.....por favor dímelo todo.-
El maestre asintió en silencio, y luego de unos segundos comenzó a relatar con voz pausada y suave:
-Todo lo que te voy a decir a continuación me lo dijo el príncipe Rhaegar en sus cartas: La noche en que tu naciste ocurrió un hecho único. Una gran e intensa tormenta, la más fuerte en décadas según varios maestres. Pero lo más impresionante fue que esa tormenta se sintió en todo Westeros. Yo estaba aquí en Castle Black y recuerdo lo fuerte que fue, llegando a durar toda la noche. E investigando, tengo reportes con fecha y hora exacta de que la misma tormenta ocurrió en distintos puntos de Westeros, algo muy inusual, pero eso no fue todo. Tu hermano me dijo que durante esa noche y mientras tu madre estaba en labor de parto, un fuerte rayo cayó haciendo retumbar toda la Fortaleza Roja justo en el momento en que te dio a luz. Y a la mañana siguiente se descubrió que el roble principal que estaba en el Bosque de los Dioses de la fortaleza había sido alcanzado por el rayo y se había incendiado. Muchas personas podrían interpretar esto como un designio de algún tipo....-
Hizo una breve pausa pero Daegon se mantuvo en silencio, escuchando sus palabras con confusión. El muchacho sabía que había nacido en medio de una fuerte tormenta, pero nunca supo que hubiera sido tan intensa como el maestre la describía y tampoco que había alcanzado un árbol específico de uno de los lugares sagrados de la Fortaleza Roja. Luego de unos segundos, el maestre prosiguió.
-Tiempo después, en el año 279 después de la conquista. Cuando tenías casi 2 años de edad, hubo un torneo de justas en Storm's End organizado por Lord Steffon Baratheon y tu hermano obviamente participó en él. El torneo transcurrió con normalidad, pero, durante la última noche antes de que tu hermano regresara a King'sLanding, alguien se le acercó: Me temo que no conozco todos los detalles, pero en su carta Rhaegar la describió como "Una misteriosa mujer vestida de rojo". De algún modo logró burlar a la Guardia Real y llegar hasta la carpa del príncipe para hablar con él.....sobre ti. La mujer no habló mucho sobre ella pero se presentó como una sacerdotisa proveniente de las tierras de Asshai. Fue ella quien le habló de la leyenda de el Príncipe Prometido y dijo que ella estaba segura de que este príncipe o ya había nacido o nacería entre nosotros pronto ya que ella decía tener visiones en el fuego. Dijo que estaba buscando a ese príncipe.....y que cabía la posibilidad de que fueras tu. Al principio Rhaegar no creyó una palabra sobre esto, creyéndola loca y diciendo que no pondría en peligro a su hermano menor, por lo que la mujer simplemente le dijo que lo contactaría de nuevo dentro de un tiempo y saliendo de la tienda se esfumó del campamento con el mismo sigilo y misterio con el que había llegado. A pesar de su claro escepticismo, tu hermano no pudo evitar darle vueltas en su cabeza a las palabras de esta sacerdotisa y relacionarlas con la tormenta en la noche de tu nacimiento. Eso fue lo que lo llevó a investigar esta leyenda y encontrar la profecía que había sido grabada en la daga de Aegon el Conquistador. Su confusión al respecto fue lo que le llevó a consultar conmigo.....y ahora tu ya conoces el resto de la historia. Rhaegar también me dijo que durante los años siguientes estuvo un par de veces en contacto con esta extraña mujer, pero desconozco cuantas ni de que hablaron. Pero en las últimas cartas que me envió, lucía bastante seguro de que tu eras el príncipe de la profecía, Daegon.-
Hubo un largo silencio, durante el cual Daegon se sintió paralizado, sin poder mover un músculo de su cuerpo. Por algún motivo la mención de esa mujer vestida de rojo le provocó una extraña sensación de Deja Vu, junto con un fuerte escalofrío que recorrió su columna. Pero en esos momentos su mente estaba más ocupada, intentando procesar todo lo que le acababa de decir el maestre: Rhaegar Targaryen, su querido hermano mayor, su compañero y la persona en la que más había confiado en todo el mundo.....aparentemente había estado actuando a sus espaldas sobre su futuro.
-¿Esperas que crea......que mi hermano se reunió en secreto con una.......con una bruja. Pensando que yo soy......un supuesto héroe legendario renacido?. ¿Tienes idea de lo absurdo que suena eso?!!.-
Dijo, gritándole al maestre, acto del cual se arrepintió enseguida debido a la avanzada edad del anciano. Pero en esos momentos estaba en negación de esa historia, intentando aferrarse lo más posible a la imagen del hermano mayor cariñoso y honesto que recordaba. Aemon no se inmutó ante el exabrupto de Daegon y simplemente suspiró con suavidad.
-Es entendible que te sientas.....abrumado al enterarte de todo esto. Y lamento mucho ser yo quien te cuente esto y no Rhaegar, dadas las trágicas circunstancias que llevaron a la muerte de tu hermano. No tengo las cartas conmigo porque en cada carta, tu hermano me pedía que luego de leerlas las quemara, por seguridad. Pero espero que puedas aceptar la palabra de este anciano de que todo lo que te dije es la verdad, Daegon.-
Con un brusco movimiento Daegon se levantó de su silla y comenzó a pasearse por la habitación inquieto, mientras se apoyaba una mano en la frente, intentando calmar la jaqueca que estaba comenzando a tener. Cuando decidió visitar a su pariente Aemon Targaryen había esperado algún consejo o información útil para su viaje a Essos......no descubrir que al parecer podría formar parte de una profecía de miles de años de antigüedad.
-Es que es ridículo. No creo en profecías ni en leyendas infantiles. Pero supongamos por un segundo que ese....."Príncipe Prometido" existe....¿porqué sería yo?. Ahora mismo no soy nadie, mi casa está casi extinta, mi título de príncipe es un chiste y no destaco en nada fuera de lo normal. ¿Y tengo que creer que soy una especie de héroe legendario que va a salvar el mundo?. No tengo ningún "poder" o habilidad especi......-
Se detuvo en seco antes de terminar la frase, con los ojos abiertos ampliamente y se llevó ambas manos al rostro, en realización, cosa que Aemon notó.
-¿Que ocurre?.-
Le preguntó el anciano, con calma y Daegon dudó si decir la verdad o no. Durante los últimos años había estado buscando una respuesta a ese misterio sin éxito, manteniendo lo que le ocurría oculto de casi todo el mundo por miedo a que lo trataran de loco. Pero sabía que si había 1 persona en todo Westeros que podría creerle e intentar ayudarlo.....ese era el maestre Aemon. Por lo que apartó sus manos de su rostro y respondió con calma.
-Creo que.....te debo una disculpa. Mentí sobre como me enteré de la muerte de mi hermano Viserys, porque no me lo dijo ningún navegante. Yo.....lo vi morir con mis propios ojos.....o más bien lo sentí morir.....en una visión.-
A continuación le relató todo sobre su sombría y misteriosa condición. Como con tan solo 6 años de edad había visto y sentido las muertes de su hermano Rhaegar, su padre Aerys, sus sobrinos Aegon y Rhaenys y recientemente de su hermano Viserys.
-Cuando estas visiones comienzan....siento un fuerte mareo y punzada en la cabeza y luego me desmayo y todo se vuelve oscuro. Presencio la muerte desde la perspectiva de esa persona.....luego todo vuelve a la normalidad.-
Concluyó, con un tono de voz sombrío. Aemon lo escuchó con suma atención y al terminar, su expresión era una de compasión.
-Oh muchacho.....siento mucho que hayas tenido que soportar todo eso siendo tan joven.....ningún niño debería pasar por ese tipo de experiencias.-
Daegon asintió con expresión triste.
-Gracias, maestre. Llevo años investigando en libros de todo tipo, pero no puedo encontrar ningún registro o siquiera historia de que alguien haya sufrido algo similar.-
El maestre se llevó una mano a la barbilla, pensativo.
-Dejando de lado lo trágico de esa condición. Es fascinante.....existen algunos antecedentes de personas con habilidades inusuales en leyendas antiguas. Como los Verdevidentes, que dicen poder ver fragmentos del futuro, o los Cambiapieles que dicen poder poseer animales y ver el mundo a través de sus ojos. Sin embargo es la primera vez que escucho de alguien teniendo visiones sobre la muerte de alguien. ¿Solo te a ocurrido con familiares y no con otra persona que conozcas que haya fallecido?.-
Daegon negó con la cabeza, en silencio.
-Entonces podría ser correcto asumir que solo puedes presenciar la muerte de personas con quienes compartas sangre. Interesante.....-
-Entonces tu tampoco tienes respuestas.....-
Dijo el muchacho, luciendo decepcionado. Una y otra vez volvía al mismo lugar en su búsqueda de respuestas.
-Lo siento, me temo que no. Podría ser tanto algo del destino o incluso alguna señal de los dioses respecto a la profecía que investigaba tu hermano.-
Esta vez, Daegon rió entre dientes con frialdad.
-Si lo dioses me hicieron esto entonces me dan una razón más para odiarlos y no sé como podría esto estar relacionado con esa maldita profecía. Suponiendo que sea cierta.....me dijiste que lo que Rhaegar descubrió hablaba de "un héroe nacido del humo y de la sal". ¿Como se relaciona eso conmigo?.-
Aemon volvió a sonreír con calma.
-Generalmente las profecías tienen diversas interpretaciones. En cuanto al humo....eres un Targaryen, la sangre del dragón corre por tus venas, tienes el linaje de la antigua Valyria que fue destruida en un cataclismo volcánico.....el asentamiento de tu casa es Dragonstone, construida sobre un volcán inactivo. Podría ser cualquiera de esas interpretaciones o ninguna.-
Daegon suspiró, reconociendo que eso tenía sentido.
-De acuerdo, ¿pero que hay de la sal?. No nací en el mar ni soy un gran fanático de navegar. Recuerdo marearme varias veces de niño al navegar hacia Dragonstone.-
El maestre se mantuvo pensativo por varios segundos.
-Naciste en King'sLanding en la Fortaleza Roja que se alza sobre el mar. Durante la mayor tormenta que a tenido Westeros en muchas décadas....podría referirse a eso......O también podría referirse a algo más simbólico, como por ejemplo la sal de las lágrimas. De una forma u otra todo el dolor que sufriste durante la rebelión, todas las lágrimas que derramaste te hicieron quien eres ahora mismo. Eso podría considerarse con una forma de "renacer".....aunque repito que esto simplemente puede ser el desvarío de un anciano.-
Daegon negó con la cabeza.
-Suponiendo que esa profecía sea cierta, debo admitir que tiene sentido.....pero la daga de Aegon el Conquistador decía "de mi sangre nacerá", ¿cierto?, por lo que podría no ser yo.-
Aemon comprendió lo que Daegon quería decir.
-En efecto. Parece que el conquistador creía que el príncipe vendría de su propia sangre, es decir un Targaryen.....eso los deja a ti, o a tu hermana Daenerys. Por que un anciano ciego no será el salvador del mundo.-
Dijo, esbozando una triste sonrisa para esas últimas palabras. Daegon permaneció varios segundos pensativo. En efecto, él y su hermana eran los últimos Targaryen vivos además del maestre, por lo que de ser cierta, esa profecía podría referirse a cualquiera de los 2. En esos momentos amplió un poco los ojos, al recordar algo más.
-Cuando estaba de camino hacia aquí, antes de llegar a Los Gemelos.....tuve otra visión, pero esta fue diferente ya que no sentí que nadie hubiera muerto. Veía todo desde la perspectiva de mi hermana Daenerys. Estaba de pie en medio de lo que parecía ser una pira funeraria.....pero ella estaba dentro de las llamas, sin sufrir ningún daño. Estaba cargando 3 huevos de gran tamaño y lo último que escuché antes de que la visión desapareciera fue un chillido agudo como de algún tipo de animal.....no se parecía a nada que hubiera escuchado antes.-
El maestre lo escuchó con atención, y luego se llevó una mano hacia la barbilla, pensativo.
-¿Entonces el fuego no le hizo ningún daño?, fascinante....eso también es claramente inusual. ¿Y dices que cargaba 3 huevos y luego escuchaste el chillido de un animal?. Interesante, ¿acaso podría ser.....?.-
El anciano parecía perdido en conversación, hablando consigo mismo en lugar de con Daegon, por lo que al darse cuenta de esto, negó con la cabeza.
-No, disculpa. Solo mi mente divagando......entonces creo que podemos estar de acuerdo en que esta profecía del Príncipe Prometido, puede referirse a ti o a tu hermana.-
Daegon suspiró, ya cansado de toda esa charla sobre mitos, leyendas y profecías.
-Podría ser, suponiendo que esa profecía sea cierta, y con todo respeto maestre no creo en la magia ni nada parecido. Tal vez Rhaegar creía en esa profecía o en que puedo llegar a convertirme en alguna especie de héroe legendario....Pero lo cierto es que no lo soy y en los casi 17 años desde la muerte de mi hermano, nunca conocí a ninguna bruja de rojo. Por lo que en lugar de perder el tiempo con mitos y profecías, prefiero centrarme en los hechos: Mi hermana está en Essos sola y tal vez en peligro, por lo que pienso viajar para ayudarla y no me distraeré con historias del pasado.-
Luego de unos segundos, Aemon asintió, notando la seriedad y convicción en el tono de Daegon.
-Muy bien, aunque como recomendación personal muchacho, no seas tan cerrado a la existencia de cosas que no puedes explicar.....Hechos extraños están ocurriendo más allá del muro, hemos escuchado a exploradores regresar aterrados con historias que años atrás solo eran leyendas para asustar niños, por lo que creo que el mundo lentamente está cambiando.....Ahora si me disculpas, me gustaría descansar para continuar con mis deberes por la mañana.-
Daegon escuchó el sombrío mensaje del maestre, y ante lo último que le dijo asintió.
-Por supuesto.....muchas gracias por tu tiempo, Aemon. Esta conversación fue muy......reveladora.-
Dijo, sin saber de que otra forma referirse a lo que había descubierto sobre su hermano Rhaegar. El anciano esbozó una sonrisa triste, notando eso.
-No seas muy duro con tu hermano, Daegon. A pesar de los errores que pudo haber cometido, pude ver por sus cartas que el en serio te amaba y estoy seguro de que hizo todo lo que pudo para mantenerte a salvo.-
El muchacho soltó un leve suspiro triste y asintió en silencio. Aunque eso era cierto, ya no sabía que pensar de su hermano mayor. Aemon agregó.
-También te recomiendo que tengas cuidado. Seguramente ya lo sepas, pero 2 meses atrás llegó incluso hasta aquí una carta desde la capital, poniendo un alto precio a tu cabeza. Puede que el Lord Comandante haya sido indulgente al respecto, pero la mayoría de los hermanos de la Guardia Nocturna en su tiempo fueron criminales, traidores y asesinos. Si se les presenta la oportunidad, muchos no dudarán en asesinarte y llevar tu cabeza a la capital buscando obtener un indulto real y recompensa.-
Daegon lo sabía bien. En Winterfell estuvo seguro por un tiempo, pero ahora no podía bajar la guardia en ningún momento mientras estuviera en Castle Black. Incluso se había fijado la costumbre de, durante la noche, dormir sujetando uno de sus cuchillos bajo su almohada, en caso de que alguien intentara asesinarlo mientras dormía.
-Gracias maestre, lo tendré......-
Se dio vuelta para retirarse, pero apenas había avanzado unos pocos pasos cuando escuchó la voz del maestre llamándolo.
-Daegon......-
El muchacho se volteó, expectante.
-Ya lo dije antes.....pero en serio me alegra verte. Si durante tu estadía aquí necesitas mi consejo sobre algo o simplemente un par de oídos que te escuchen, entonces sabes donde encontrarme.-
Daegon sonrió, agradecido.
-Muchas gracias, lo mismo digo.-
Y abriendo la puerta salió nuevamente al frío exterior de Castle Black. Desde afuera del salón principal se veían sus luces apagadas y Daegon supuso que había pasado algunas horas hablando con el maestre y que ya todo el mundo estaría durmiendo. Por lo que se dirigió a la torre del rey para hacer lo mismo, ya que suponía que al día siguiente lo esperaban más horas de trabajo como mula de carga o de limpiar en las cocinas.
Ya en la torre, sacó a Lekia de su cinturón y la dejó apoyada contra su cama. Luego se dispuso a prepararse para dormir, pero su mente seguía enfrascada en lo que Aemon le había dicho sobre Rhaegar y en como su hermano mayor le había ocultado todo aquello. Por algún motivo no podía quitarse a esa misteriosa mujer de rojo de la cabeza. Desde que el maestre la mencionó se le hizo extrañamente familiar, pero eso era absurdo. Nunca había conocido a una sacerdotisa en su vida y claramente recordaría si lo hubiera hecho. Pero por algún motivo su mente volvía una y otra vez a la mención de esa mujer, como si su subconsciente le intentara decir algo.
"¿Por qué demonios se me hace tan familiar?. ¿De donde podría conocerla que no lo recuerde?. Una sacerdotisa de rojo.....Una sacerdotisa de rojo.....una sacerdotisa de....-"
-AHHHG!.-
De pronto su pensamiento fue interrumpido y se llevó ambas manos a su cabeza al sentir una punzada de dolor. Por unos segundos creyó, con horror, que estaba por tener otra visión....pero no, aquello se sentía distinto. Poco a poco en su mente comenzaron a aparecer fragmentos de un suceso que no recordaba haber vivido nunca. Como si acabara de abrir una puerta sellada en su mente y de esta brotaran esas imágenes como un torrente.
-Una.....una noche......en King'sLanding......una playa......la mujer de rojo......-
Comenzó a murmurar para si mismo, hasta que se sintió abrumado por tantas imágenes y decidió intentar ordenarlas en su cabeza. Se tumbó en la cama y cerró los ojos, concentrándose y rindiéndose ante ese torrente de imágenes. Al hacer eso, estas se hicieron cada vez más y más nítidas, hasta que comenzó a recordar......a recordar una noche en la capital hace casi ya 20 años:
FLASHBACK:
Año 281 DC
Ya había pasado la medianoche en King'sLanding y casi todos en la Fortaleza Roja estaban durmiendo, salvo los guardias.....y 2 personas más.
En las mazmorras bajo la fortaleza se veía a 2 siluetas caminando en la penumbra: Un niño pequeño de 4 años de edad, con cabello blanco y expresión dulce e inocente. Y un joven de unos 22 años de edad, apuesto y con el mismo color de cabello, que lucía alerta y serio. El mayor caminaba presuroso y llevaba de la mano al menor, que hacía todo lo posible por seguirle el ritmo.
-Rhaegaaaar!. ¿A donde vamos?. Tengo sueño.....-
Le preguntó el pequeño Daegon Targaryen a su hermano mayor, con voz adormilada y reprimiendo un bostezo. Su hermano lo había despertado a la mitad de la noche con urgencia. Lo había ayudado a vestirse y le había pedido que lo acompañara, sin decirle mucho más. Luego se habían escabullido por los pasillos de la Fortaleza Roja hasta las mazmorras en donde estaban en ese momento.
-Ya te lo dije, vamos a ver a una amiga que quiere conocerte, Daegon. Te prometo que será rápido y luego podrás volver a dormir.-
Le respondió Rhaegar Targaryen, dejando por unos segundos su expresión seria para regalarle una pequeña sonrisa a su hermano menor. En ese momento pasaron por delante del inmenso cráneo del dragón Balerion, el Terror Negro, y Daegon se detuvo unos segundos para verlo asombrado, como siempre hacía cuando jugaba al escondite en las mazmorras. Sin importar cuantas veces pasara por ahí no podía evitar fascinarse con el antaño dragón más grande del mundo. Desde que su hermano había comenzado a contarle historias sobre los dragones de la casa Targaryen, siempre había soñado con tener su propio dragón. Aunque sabía con tristeza que eso era imposible, pues se habían extinguido más de 1 siglo atrás.
-Daegon, no te demores.-
Lo reprendió Rhaegar, viendo el ensimismamiento del pequeño.
-Perdón!.-
Respondió este y continuó caminando junto a su hermano mayor. Transitaron por varias galerías rocosas que parecían de un laberinto, pero Rhaegar parecía saber exactamente en que esquina doblar y hacia donde dirigirse. Unos minutos después salieron de las mazmorras a una pequeña playa, justo debajo de la Fortaleza Roja. Daegon miró alrededor con mucha curiosidad y asombro.
-Woooah.....es como un pasadizo secreto!.-
Rhaegar sonrió levemente, divertido ante el asombro del pequeño. Luego inspeccionó con la mirada la playa, hasta que su mirada se posó en la orilla. Allí a la distancia había un pequeño bote y junto a este a la silueta de una mujer esperándolos. Esta se veía calmada y estaba completamente envuelta en una capa color rojo sangre que le daba un aire de misterio. Antes de acercarse a ella, Rhaegar dirigió su mirada a Daegon.
-Hermanito, escúchame bien. Esa de ahí es mi amiga y quiere conocerte. No quiero que hagas ningún sobre su aspecto, compórtate con educación como el príncipe de los 7 reinos que eres......y debes hacer todo lo que ella te pida, ¿de acuerdo? confía en mi, será divertido, como un juego.....-
El pequeño miró a esa misteriosa mujer que comenzaba a acercarse a ellos y luego a Rhaegar. No entendía porqué haría algún comentario acerca de su aspecto. Pero sabía que debía obedecer a su hermano mayor.
-Si!, un juego!. Claro hermano, lo haré.-
Dijo en un tono alegre e inocente. Tal vez a otro niño, incluso de su edad, le habría resultado extraño que su hermano mayor lo sacara a escondidas a la mitad de la noche y le pidiera obedecer a una misteriosa mujer desconocida. Pero era tal el cariño y adoración que sentía por Rhaegar, que confiaba ciegamente en su hermano.
Al escuchar su respuesta Rhaegar sonrió, complacido y le alborotó el cabello suavemente, haciendo reír al niño como en todas las demás veces que lo hacía.
-Ese es mi pequeño dragón, entonces no la hagamos esperar.-
Volvió a tomar al pequeño de la mano y caminó con él hasta que ambos estuvieron frente a esta misteriosa mujer. Al llegar también junto a ellos, esta se retiró la capucha de su capa hacia atrás y al ver su rostro Daegon amplió grandes los ojos, comprendiendo la advertencia de su hermano: El rostro de la mujer estaba completamente cubierto por una especie de máscara, compuesta de pequeñas forma simétricas de color rojo y hechas de madera, dejando únicamente huecos para sus ojos y nariz. En ella y en el aura que irradiaba había algo que era a la vez hermoso y aterrador.
-Rhaegar Targaryen.....Valar Morghulis.-
Saludó la mujer con una voz pausada, elegante y suave como la seda. El mayor príncipe saludó con un gesto de su cabeza.
-Valar Dohaeris.....Vine y traje a mi hermano Daegon, como querías.-
Dijo con seriedad y luego le dirigió una mirada a Daegon, el pequeño comprendió el gesto y miró a la mujer.
-Soy Daegon Targaryen, es un placer conocerla!.-
La saludó con tono alegre e inocente. La mujer lo observó por varios segundos, y finalmente se la vio esbozar una leve sonrisa, por debajo de su máscara.
-El placer es mío pequeño príncipe. Gracias por venir, esto no tardará mucho.-
Rhaegar dirigió una mirada nerviosa hacia la Fortaleza Roja que se alzaba sobre el acantilado.
-Eso espero, porque no tenemos mucho tiempo. Me costó mucho distraer a los guardias para poder sacarlo a escondidas y traerlo aquí. Temo que la paranoia de mi padre, el Rey, crece cada día más y con ella la seguridad de la fortaleza.-
La mujer asintió levemente.
-Se lo que se arriesgó para traerlo aquí y lo agradezco. Te pedí hacerlo porque debo comprobarlo ahora, cuanto más antes lo sepamos, más tiempo tendremos para prepararnos.-
Luego clavó su mirada en Daegon. El pequeño pudo sentir como, incluso a través de su máscara, los ojos de la mujer parecían ver dentro de él.
-Por favor acércate, Daegon Targaryen.-
Le pidió, con el mismo tono suave que antes y extendiendo una mano hacia él. El niño, recordando las palabras de su hermano mayor, se acercó a la misteriosa mujer y esta apoyó su mano en la mejilla izquierda de Daegon y cerró los ojos. A pesar de que hacía algo de frío afuera y el viento proveniente del mar los rozaba, la mano de aquella mujer se sentía extrañamente cálida y muy suave. De hecho, era como si aquella mujer emanara calor de todo su cuerpo, cuanto más cerca de ella estaba Daegon, más cálida y agradable era la temperatura. La mujer estaba con los ojos cerrados y una expresión de pura concentración en su rostro, mientras mantenía su mano en la mejilla del pequeño. Estuvo así por varios minutos hasta que finalmente la retiró y abrió los ojos.
-Noto la inocencia y pureza de alma que generalmente rodean a los niños. Tienes un buen corazón, Daegon Targaryen, procura mantenerlo así en el futuro y alejarlo de las tentaciones de la oscuridad.-
El niño no había entendido nada de lo que dijo la mujer, pero asintió en silencio, con curiosidad de que era todo aquello.
-Ahora viene lo más importante.....-
Dijo la mujer y desde dentro de su capa sacó algo pequeño envuelto en una tela negra.
-Me dijiste que si esto no funciona, entonces Daegon no es él......¿pero y si funciona?.-
Preguntó Rhaegar, esta vez sin poder evitar lucir algo nervioso y dubitativo. Cosa que Daegon notó y se sintió algo inquieto.
-Si funciona, entonces aún así no podremos confirmar nada aún. Pero debo comprobarlo para saber si debo seguirle la pista a tu hermano en el futuro o no....-
Respondió con calma la mujer y retiró lentamente la tela que cubría aquel objeto.......que resultó ser un ave muerta de color marrón. Al ver esto, la inocente sonrisa se borró de los labios de Daegon, quien amplió los ojos y retrocedió unos pasos, asustado. Sin embargo, su espalda chocó contra la mano de Rhaegar, quien le apoyó una mano en el hombro de forma tranquilizadora. Podía verse en los ojos del mismo Rhaegar, como parte de él parecía estarse arrepintiendo de hacer pasar a su hermano por esa situación.
-Confía en mi, Daegon, solo será un momento.....por favor haz lo que te dice.....-
Por un lado, la imagen del ave muerta lo había asustado y no quería acercarse a eso. Pero por otro lado la voz y agarre de su hermano mayor sonaban tranquilizadores. Por lo que finalmente el niño tomó valor y se acercó nuevamente a la mujer, quien había estado esperando pacientemente todo ese tiempo.
-Por favor, extiende ambas manos, pequeño príncipe y toma al ave sin dejarla caer.-
Las manos del niño estaban algo temblorosas, pero intentó mantenerlas firmes y sujetó al ave, esforzándose por no soltar aquel animal muerto. La misteriosa mujer se agachó a su nivel, colocó ambas manos de la misma forma que él pero a centímetros debajo de las suyas y comenzó a cantar en una lengua extraña que Daegon no conocía. Apenas estaba comenzando con sus clases de Alto Valyrio con el maestre, pero sabía que ese lenguaje no lo era y no pudo evitar sentir un escalofrío ya que sonaba algo tétrico. El cántico de la mujer se mantuvo por varios minutos sin que ocurriera nada. Tras algunos minutos más así, Rhaegar soltó un suspiro que Daegon no supo interpretar si era de decepción o de alivio y comenzó a acercarse a ellos.
-De acuerdo, suficiente. No ocurrió nada, así que no es él, ahora apártate de mi.....-
-Espera!. Siento....siento algo......-
Dijo de pronto Daegon, haciendo que Rhaegar se detuviera en seco, confundido, mientras aquel cántico continuaba. El niño había comenzado a sentir calor, proveniente de las manos de la mujer bajo las suyas. A medida que ella continuaba cantando en ese idioma desconocido, el calor que producían sus manos aumentaba y este calor subía hacia las manos del pequeño que ya comenzaban a sudar de lo cálidas que se sentían......hasta que de pronto el ave en las manos de Daegon estalló en llamas.
Con un leve grito, Rhaegar maldijo entre dientes e iba a sacar a su hermano de ahí, pero se detuvo a media acción, al darse cuenta de que aquellas llamas parecían no estarle afectando. El niño observaba fascinado las llamas que brotaban del ave muerta en sus manos, con sus ojitos iluminados por el asombro y curiosidad. Podía sentir el calor del fuego que rozaba su piel, pero no le quemaba ni le estaba haciendo daño de ningún tipo. Aquel extraño espectáculo visual duró cerca de un minuto, hasta que finalmente las llamas se disiparon y de estas surgió el ave.....que había vuelto a la vida. El animal revivido caminó un poco por la mano del niño, orientándose y finalmente con un gorjeo voló y se perdió en la oscuridad de la noche, volando en dirección de la ciudad.
Hubo un largo silencio, durante el cual Daegon se veía entre asustado y maravillado, Rhaegar lucía serio y preocupado y la mujer estaba nuevamente de pie y tenía la mirada clavada en el niño, siendo su expresión indescifrable, aunque un leve brillo podía adivinarse en sus ojos, a través de la máscara. Finalmente Rhaegar salió de su trance y miró a la mujer con furia.
-Por los dioses......¿Como hiciste.....?. Es un truco.....tiene que ser un truco.....¿Que fue lo que hiciste?!.-
Daegon observó a su hermano, asustado de verlo tan alterado. Pero la mujer se mantuvo impasible ante el arrebato de Rhaegar.
-No es un truco, Rhaegar Targaryen y creo que en el fondo tu lo sabes.....aunque no quieras aceptarlo.-
Por unos segundos, pareció que Rhaegar iba a sacar su espada, pero finalmente se contuvo y calmó un poco, mirando a su hermano. El niño, lucía intimidado por el intercambio entre su hermano y aquella mujer. Aunque lo que había pasado con aquel ave le daba mucha curiosidad, aquella especie de bruja lo estaba comenzando a asustar un poco.
-Rhaegar......ya no quiero estar aquí......¿puedo volver a la cama?.-
Le preguntó a su hermano mayor, con ojos suplicantes. Al verlo, la expresión de Rhaegar se suavizó y volvió a alborotar suavemente el cabello blanco del pequeño.
-En un momento hermanito.......Solo debo hacer algo más.-
Respondió, pero su expresión se ensombreció al decir eso último. Luego dirigió su mirada hacia la misteriosa mujer.
-¿Lo trajiste?.-
Esta asintió levemente.
-Lo hice, y traje algo más, vuelvo enseguida.......y si quieres decirle algo a tu hermano, este es el momento.-
Dijo con calma y se dirigió hacia su bote, sin que Daegon comprendiera de que estaban hablando ambos adultos. Estaba por preguntarle a su hermano al respecto, cuando rápidamente este se agachó a su nivel y lo sujetó suavemente por los hombros.
-Escúchame bien Daegon: Siento mucho haberte arrastrado a todo esto y no sé si en algún momento escucharás estas palabras.....pero estoy muy orgulloso de ti. No sé que te depare el destino pero eres un buen niño, tienes un gran corazón y sé que tomarás las decisiones correctas. Como dije, no sé si en algún momento escucharás todo esto. Pero si lo haces, espero que entiendas porqué hice todo esto.......y puedas perdonarme. Te quiero, hermanito.-
Por un segundo a Daegon le pareció que los ojos de su hermano mayor se habían cristalizado, mientras le hablaba, y lo miró confundido.
-¿Hermano, que....?. Yo también te quiero, pero.....no entiendo. ¿si voy a escuchar?, pero te estoy escuchando ahora.....-
Le preguntó, comenzando a asustarse por tanto misterio y la actitud de su hermano. Pero este simplemente forzó una sonrisa y lo besó en la frente por varios segundos, hasta apartarse y volver a ponerse de pie, volteando su mirada hacia el mar, mientras se limpiaba los ojos con el dorso de una mano. En ese momento regresaba la mujer, cargando una copa de plata en una mano y una espada en la otra. Esta se veía como una espada normal y corriente, salvo que su mango era muy bonito y parecía estar tallado a mano.
-Antes de que sigamos......esta espada es para el niño. Pero no tienes que dársela ahora, puedes guardarla, o quedártela y usarla como propia si así lo prefieres. Pero cuando llegue el momento deberás dársela.-
Dijo, la mujer. Rhaegar tomó la espada y la observó con detenimiento por varios segundos, pasando un dedo por el filo con mucho cuidado y evaluándola.
-No es acero Valyrio ni se ve como un arma especial.....¿cuando sé que habrá llegado ese momento que dices?.-
-El acero Valyrio no es el único poder que existe, Rhaegar Targaryen. Digamos que esa arma es un intento de emular un arma legendaria, perdida en las leyendas del pasado......es una reproducción mucho menor que la real en todos los aspectos, pero aún así es más especial que una espada ordinaria. En cuanto al momento.....ojalá nunca ocurra, pero si lo hace lo sabrás. ¿Está todo listo?.-
Le respondió a Rhaegar y dijo lo último, dirigiendo una rápida mirada a Daegon. El Targaryen mayor también le lanzó a su hermano una mirada, pero de tristeza y asintió con la cabeza en silencio, para luego guardarse aquella espada en su cintura. La mujer comprendió el gesto y acercándose a Daegon, le extendió aquella copa.
-Por favor bebe, pequeño príncipe. Te ayudará a dormir, luego de lo que has visto hoy.-
El muchacho sujetó la copa con recelo y vio que estaba llena de una infusión de color rojo. El líquido estaba tibio al tacto y despedía un aroma agradable, sin embargo el niño miró a su hermano inquieto. Rhaegar cambió su mirada triste para forzar una pequeña sonrisa y lo alentó con un gesto de su cabeza.
-Bébelo todo hermanito, luego podremos volver a la fortaleza a dormir.-
Al ver que su hermano mayor lo aprobaba, Daegon asintió y en unos pocos sorbos se bebió todo el contenido de esa copa. Segundos después comenzó a sentir un pequeño calor en su pecho, mientras sentía su cuerpo adormecido y ligero. Su vista comenzó a nublarse y a dar vueltas, y se tambaleó para luego sentir que caía en una suavidad infinita, cerrando los ojos. Estando casi totalmente dormido, notó como su hermano mayor lo sujetaba y cargaba en brazos antes de que cayera al suelo. Su vista ya estaba completamente oscura, pero aún podía escuchar, como un débil eco, la conversación de Rhaegar con aquella extraña mujer.
-¿Me garantizas que ese brebaje tendrá el efecto que dijiste y que no le hará daño?.-
Escuchó, lejana pero clara, la voz de su hermano mayor.
-Tienes mi palabra, príncipe Rhaegar. El niño no recordará nada de lo ocurrido en las últimas horas. Si lo llevas a su cama despertará con normalidad en la mañana como si hubiera dormido plácidamente toda la noche. No tendrá recuerdo alguno de lo que ocurrió aquí hoy.....hasta que sea el momento.-
Escuchó con la misma lejanía la voz suave y lenta de la mujer.
-Hablas con evasivas y poca claridad. ¿Cuando será ese momento?.....¿Cuando es que mi hermano descubrirá que estoy jugando con su futuro y que al parecer forma parte de........de ni siquiera yo se que?.-
-Eso no puedo saberlo, tal vez pronto, o dentro de muchos años.....o incluso tal vez nunca tenga que saberlo. Sé que sientes arrepentimiento por mentirle a tu hermano y traerlo hoy aquí, pero me temo que no tengo muchas más respuestas que ofrecerte. Solo soy una humilde sirvienta siguiendo las órdenes de mi señor.-
Rhaegar soltó una fría risa entre dientes.
-¿Y como se relaciona mi hermano exactamente con.....tu señor?.-
Podía notarse como el tono de voz de Rhaegar era de enojo y arrepentimiento, mientras que el de la otra mujer era calmado y suave.
-Tampoco lo sé de momento. Solo sé que mi señor tiene de alguna forma su mirada puesta en Daegon Targaryen. Así como estoy segura de que en los años venideros la tendrá puesta en más personas que tendré que visitar para comprobarlo. La misión de mi orden es encontrar al príncipe de la profecía y tomar las precauciones necesarias para combatir un inminente regreso de la oscuridad. Pues solo el Príncipe Prometido traerá el amanecer.-
Daegon escuchó a Rhaegar soltar un leve bufido.
-Todo eso suena muy poético y fantasioso, pero no dice nada sobre que le ocurrirá a mi hermano.-
-Es todo lo que sé de momento. La vida de tu hermano continuará con normalidad, tal vez para siempre o tal vez por poco tiempo. La oscuridad de tiempos antiguos regresará a Westeros en algún momento y por lo que vimos hoy, tu hermano podría tener un papel que cumplir en todo esto. Si eso ocurre, entonces alguien deberá hablarle sobre la profecía del conquistador. Tal vez tu lo hagas, o yo, o incluso alguien más, pero cuanto más piense Daegon Targaryen acerca de la profecía, más recordará y finalmente los recuerdos de esta noche le serán revelados por su propio subconsciente. Pero el niño deberá recorrer su propio camino, sin ser influenciado por lo que ocurrió esta noche, por eso es que el niño debe olvidar. El Señor de la Luz trabaja en formas misteriosas y solo él sabe que nos depara el futuro. Como dije, la oscuridad regresará algún día a Westeros, tal vez en esta generación, o en la siguiente o en muchas más.....pero su regreso está escrito, y cuando regrese, se necesitará nuevamente al príncipe de la profecía para combatirla. Puede que Daegon Targaryen sea el Príncipe Prometido o puede que no. Pero reza, Rhaegar Targaryen, reza a tus 7 dioses por que nunca tengas que averiguarlo.....Ahora debo irme y creo que tu también deberías hacer lo mismo.-
Rhaegar suspiró levemente.
-Si.....no quiero levantar sospechas de mi padre y tener otra discusión con el.....supongo que estarás en contacto.-
-Si vuelvo a necesitar algo de tu hermano, así lo haré. Valar Morghulis, Rhaegar Targaryen.-
Dijo la mujer, a modo de despedida. Esta vez Rhaegar no le respondió y Daegon sintió como su hermano se giraba y comenzaba a caminar, cargándolo en brazos. Sin embargo, Rhaegar avanzó unos pasos, hasta que se detuvo y habló hacia donde estaba la mujer, quien ya regresaba hacia su bote.
-Ya van 2 años desde que me buscaste y nunca supe tu nombre.....si piensas regresar en algún momento, entonces me gustaría saber con quien estoy tratando.-
Hubo un largo silencio y lo último que escuchó Daegon fue la voz de la mujer. Justo antes de que la oscuridad total del sueño lo envolviera.
-Me separé de mi nombre real hace mucho tiempo y e sido llamada por muchos otros nombres a lo largo de mi vida. Sin embargo, hay uno que e usado en las últimas décadas......puedes llamarme Quaithe.-
FIN DEL FLASHBACK.
Daegon abrió los ojos y se incorporó de golpe en su cama. Tenía la frente sudorosa y las manos le temblaban, mientras procesaba todo lo que acababa de recordar de aquella noche imposible, casi 20 años atrás.
-Lo.....lo recuerdo......lo recuerdo todo.......Mierda!.-
Se levantó bruscamente y se tambaleó por unos segundos. La cabeza le daba vueltas y sentía nauseas, por lo que se apoyó contra una pared, intentando no vomitar, mientras respiraba hondo intentando ordenar sus pensamientos.
Al parecer lo que le había dicho el maestre Aemon era cierto. Rhaegar.....su querido hermano mayor, a quien había amado e idolatrado, le había mentido toda su vida y lo había llevado ante esa bruja para confirmar su teoría sobre aquella extraña profecía. Si bien era cierto que en su recuerdo, su hermano se veía renuente y arrepentido de todo eso, en esos momentos Daegon no sabía si podría perdonarlo.
Su mente aún se sentía abrumada por recordar toda esa noche de golpe, por lo que continuó inspirando y exhalando profundo, intentando calmarse.
"Todo este tiempo.....confié ciegamente en él.....¿Quien......quien demonios se supone que soy.....?. Esa bruja de rojo no lo sabía, Rhaegar no lo sabía....Viví casi 20 años con este recuerdo en mi cabeza, bloqueado de alguna forma hasta que me mencionaron nuevamente esa maldita profecía!. ¿Que demonios se supone que tengo que hacer con esto ahora?!!."
RAAAAAAHHHH!!!
Con un grito golpeó la jarra de agua que había junto a su cama y la lanzó hacia el otro extremo de la habitación. Esta golpeó la pared y cayó al suelo, con un fuerte estrépito, salpicando agua hacia todas direcciones. Jadeando levemente e intentando calmarse, luego de su exabrupto, Daegon dirigió su mirada hacia el borde de la cama, donde se encontraba apoyada Lekia.
"Lekia.......la espada de Rhaegar, el único recuerdo que tengo de mi hermano.....nunca fue del todo suya. Esa mujer dijo que la espada era para mi y que es especial.....¿pero porqué?. Ni siquiera es de Acero Valyrio, es un arma normal y corriente....."
De pronto, recordó la carta que Rhaegar le había escrito antes de enviarlo lejos, en donde mencionaba la espada. A pesar de saberse su contenido de memoria, de tantas veces que la había leído, necesitaba volver a leer esa parte de puño y letra de su hermano. Sin molestarse en recoger la jarra de agua, se dirigió hacia el baúl donde había guardado sus escasas pertenencias al llegar a Castle Black días atrás. Rápidamente encontró la carta y releyéndola llegó al penúltimo párrafo, el cual era el que estaba buscando. Lentamente lo leyó de nuevo, atentamente:
Conociéndote, seguramente sigas teniendo contigo mi espada, la cual pienso darte cuando nos separemos. Seguramente encuentres esto muy misterioso pero es crucial que no la pierdas y la tengas contigo. Me disculpo si no puedo darte más detalles al respecto pero en el futuro lo entenderás. Sé que te parecerá confuso y hay mucho que no puedo decirte ahora. Solo puedo pedirte que, por una última vez, confíes en mi......y espero que algún día puedas perdonarme, por todo.
Luego de revivir aquel recuerdo bloqueado de su infancia, las palabras de aquel párrafo cobraban un sentido muy diferente. Daegon se dejó caer sentado en la cama y se apoyó una mano en la frente. Se sentía confundido, frustrado, abrumado y traicionado por quien había sido una de las personas más queridas e importantes para él.
-Maldición Rhaegar.....¿Que más me ocultaste?.-
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