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Capítulo 21. Mi canción favorita

Desde que era pequeño, siempre me preguntaba cuál sería mi canción favorita. A medida que me adentraba en el mundo de la música, descubría canciones que me encantaban por sus peculiaridades. Sin embargo, nunca lograba llegar a una conclusión sobre cuál me gustaba más. Siempre aparecía una nueva que superaba a la anterior, y así sucesivamente.

Y últimamente, una canción en particular había estado sonando constantemente en mi cabeza.

—Hoy te ves muy fresco —comentó Gwen a mi lado al tiempo que caminábamos por el pasillo de la escuela.

—¿Tú crees? Qué raro, no dormí muy bien.

Había llegado a casa tan feliz que no logré conciliar el sueño debido a que no podía dejar de pensar en lo sucedido.

—Me alegra que estés mejor. Sé que no me contaste lo que pasó con Theo, pero pude darme cuenta que te afectó.

Era verdad, pero no me afectaba de la manera en la que ella pensaba; estaba más molesto conmigo mismo por dejarme llevar por mis sentimientos y haber confiado en él. Una parte de mí quería creer tanto como él que había cambiado, porque pensé que si lograba aceptarlo a él, me aceptaba a mí.

—Sí, bueno, eso ya pasó, no tiene importancia —le resté importancia, ya que seguir hablando de ello arruinaría mi buen humor—. A propósito, no soy el único que ha estado extraño —insinué con una sonrisa ladina—. ¿Qué me dices tú?

Gwen entornó los ojos.

—Bien —exclamó—. Hay un chico... —jadeó—. Él y yo vamos despacio, pero creo que porque cree que a mí simplemente me gusta ir despacio, así que tengo miedo de decepcionarlo o que se aleje si se entera que soy ace.

—Creo que sería mejor si hablaras con él. Así no te engañas a ti misma ni a él. Es mejor hacerlo ahora que están empezando que esperar a que pase más tiempo; será más fácil para ambos.

Ella se mordió el labio.

—Pero realmente me gusta mucho —confesó—. ¿Y si yo no le gusto lo suficiente como para aceptarlo?

—Entonces te aliviará no haber perdido tu tiempo con alguien que no es para ti.

Gwen respingó, sonriente.

De pronto mi hombro se chocó contra el brazo de alguien, y al girarme, atisbé el rostro de Damon mirándome sorprendido, también de soslayo.

—Damon. —Mencioné.

—Ethan...

Gwen frunció el ceño,alternando la mirada entre ambos.

—Ah...Yo Gwen, ¿ustedes no se conocían ya?

—Amm —agité la cabeza, despegando la mirada de Damon, cuyos ojos me habían atrapado por un fragmento de segundo—. Gwen, ¿te alcanzo más tarde? —le sonreí con los labios apretados.

—Bien —se filtró la duda en su voz mientras observaba a Damon—. Pero no tardes —advirtió antes de marcharse.

Antes de que pudiera girarme, Damon me agarró de la mano, me condujo al cuarto de limpieza y con agilidad me subió a la mesa, tan rápido que no tuve oportunidad de protestar.

—Eh...Damon... —lo miré a ojos bien abiertos.

—Lo siento, pero es la única forma de que estemos a la misma altura. Si voy a decir esto, quiero mirarte a los ojos —su expresión seria me indicó que era algo importante, así que alcé las cejas, invitándolo a continuar—. Bueno, si me miras así, tampoco es como si pudiera decir mucho —desvió la mirada, agarrándose la nuca y rió nervioso.

Sonreí.

—No tenemos que hablar si no quieres —envolví mis brazos alrededor de su cuello, lo que hizo que sus ojos se abrieran desmesuradamente.

—¿P-pero a qué te refieres? —inquirió casi espantado, con el rubor subiendo a sus mejillas, lo que me hizo reír ante su reacción linda.

—No fui yo quien pensó mal —dije.

—Cuando haces esa cara, es imposible creerte. Te ves inocente, pero tienes una mente perversa —estrechó los ojos.

Extendí mis piernas para enredar mis pies y atrapar su cintura. Damon se puso rígido al instante.

Recosté mi frente en su pecho y contuvo la respiración.

—Solo quiero sentirte. Sentirte y saber que esto es real —susurré y mi respiración era calmada, me sentía aliviado de tenerlo aquí.

—Tú eres mi sueño ahora, Ethan —susurró y levanté la cabeza de su pecho para mirarlo a los ojos.

—Hablo en serio, Damon.

Tomó mi mano, la retiró de su cuello y me ofreció un suave beso en ella.

—Es real —sonrió.

—¿Qué tan real? —alcé una ceja de manera insinuante, dándole a entender lo que quería.

—Muy, muy real —me dio un beso en la frente, otro en la mejilla, y cuando estaba por alejarse, atrapé su corbata y lo hice inclinarse para capturar sus labios y besarlo.

Damon abrió los ojos sorprendido, sus manos cayeron sobre la mesa a los lados de mis caderas por la fuerza con la que lo empujé y sentí un cosquilleo en la nariz.

Al separarnos nuestras narices quedaron rozándose, y él aún parecía confundido.

—¿No te gustó? —pregunté ante su absoluto silencio.

—¡Sí me gustó! —exclamó exaltado, lo que me hizo brincar de igual manera—. Quiero decir, es que... —se acarició la barbilla con el dedo índice—. ¿Ahora somos más que amigos?

—Creo que ya quedó claro que los amigos no se besan —acerqué mi rostro al suyo, sonriendo socarronamente.

—¿E-entonces podemos volver a hacerlo? —inquirió y hubo un ligero temblor en su voz.

—Ahora no, tenemos clase —finalicé, bajándome de un salto de la mesa.

—Pero todavía hay tiempo...

—Me gusta llegar temprano. —dije, agarrando la manija y dedicándole una última mirada—. Además para lo que más se espera, más se disfruta —y salí de la habitación.

[...]

Miré la pantalla encendida en mi teléfono cuando recibí un mensaje de Damon, a lo que evité sonreír.

Damon: Que disfrutes tu comida :)

Alcé la mirada y lo encontré mirándome con una sonrisa en sus labios, hasta que Elai junto con otros chicos del equipo se le acercaron y guardó el celular, apartando la mirada. No almorzábamos juntos debido a que preferíamos dar espacio para estar con nuestros otros amigos, una dinámica que teníamos desde antes de ser pareja, pues no queríamos robar absolutamente todo el tiempo del otro.

—¿Tú y Damon están saliendo?

Pegué un brinco en mi sitio y abrí los ojos de par en par, dirigiéndome a mi amiga que parecía aburrida.

—¡¿Queeeeé?! ¿De dónde sacaste esa información sin fundamentos? —expresé con la mano en el pecho.

—Mmm, soy su prima y tú mi mejor amigo —movió el tenedor en el aire—, ¿creíste que no lo notaría?

Incliné la mirada—. Mmm, sí, bueno, supongo que Damon es muy obvio —murmuré y ella enarcó una ceja.

—Claro —exclamó, chasqueó la lengua y dejó el cubierto en la mesa—. ¿Y qué vas hacer?

—¿Qué voy hacer con qué? —me encogí de hombros y luego ella suspiró, reclinándose sobre el respaldo de la silla.

—No es que quiera desalentarte, tampoco me gustaba más que estuvieras con Theo, ¿pero Damon? Quiero decir —se lamió los labios—. Es un buen chico, es mi primo, pero también es muy emocional, algo que podría ser un problema para ti.

Fruncí el ceño.

—¿Qué quieres decir?

Se inclinó para quedar más cerca de mí.

—No trato de decir que no lo quieras, pero eres algo...¿rígido?

—¿Crees que voy a lastimarlo? —la interrumpí antes de que pudiera seguir, entiendo a dónde pretendía llegar.

Asintió y no tardó en dibujarse una sonrisa en mi rostro.

—Damon es...mi preciada caja musical —hablé en voz baja—. No podría hacerle eso.

Gwen unió las cejas conmovida, pero luego hizo una mueca.

—Ok, ya basta de esto, me está empalagando.

—Querías que expresara mis sentimientos, ¿no? Tu culpa.

—Ya...ya sé —sacudió la mano—. Pero para que se lo dijeras a él, no a mí.

Me reí, pero mis risas se detuvieron cuando pensé que si ella conocía mi pasado, probablemente querría alejarme de Damon.

—¿Hay algo más que necesites decirme? —me sonrió, tan brillante como Damon.

Me quedé callado por un momento, pero luego me recuperé.

—Estaba pensando en invitar a Damon a mi casa —dije—, pero no sé qué podríamos hacer, no es como que sea muy bueno divirtiéndome.

—Ey, no te preocupes, que para eso estoy yo —se señaló con el pulgar—. Te enviaré una lista con cosas que pueden hacer, ¿si?

[...]

Así que ese día decidí invitar a Damon a casa. Normalmente, mamá y papá no permitían visitas, por razones obvias. Pero quizás esta vez podría ser diferente.

—Ethan —Damon me abrazó en cuanto abrí la puerta, lo que me sorprendió, y no supe cómo reaccionar—. Traje a Damian, espero que no te moleste, pero tenía que cuidarlo. Mis padres, Elai e Isabel fueron a una cena.

—¿No te invitaron? —pregunté.

—Sí, pero preferí estar aquí —sonrió ampliamente, pareciéndome lindo.

—Está bien, también tengo que estar con Ellie. ¡Ellie, baja a conocer a un amigo!

Minutos después, mi hermana pequeña se asomó tímidamente por las escaleras. Cuando sus ojos se encontraron con los de Damián, sus mejillas se ruborizaron ligeramente.

—Ven, acércate, él es Damian.

—Damián, saluda —Damon le propinó un leve golpe en el hombro al chico, quien arrugó la nariz. No era muy diferente del niño que una vez me confesó que le gustaba su mejor amigo.

—Hola —murmuró él, desviando la mirada mientras extendía la mano. Ellie se acercó lentamente y dudó en tomarla, pero después de unos segundos lo hizo.

Ellie no había tenido amigos debido a que tuvimos que irnos, así que esta escena me conmovió profundamente.

Damon y yo miramos la escena con ternura, y cuando alzamos la vista nos encontramos con la misma expresión en el otro. Nos avergonzamos y retiramos la mirada rápidamente.

—¿Por qué no hacen algo juntos? —sugerí.

—¿Mientras ustedes hacen sus cosas de novios? —Damian alzó una ceja con amargura, lo que hizo que los dos nos paralizáramos. A diferencia de Damon, no me sonrojé—. Lo sabía —volvió los ojos—. Ellie, ¿tienes videojuegos? —le lanzó una mirada y ella se puso rígida.

—Emm, tenemos algunos, pero realmente no sé jugar —respondió ella.

—Está bien, te enseñaré —le sonrió de lado, provocando que las mejillas de mi hermana ardieran.

Ellos se retiraron a la sala, y Damon y yo seguimos al otro lado donde quedaba la cocina.

—No sé si mi hermano sea muy buena influencia para tu hermana —me susurró él a pesar de la distancia, mientras Ellie y Damián charlaban en la sala.

—¿Vende drogas? —Inquirí.

—No.

—¿Entonces cuál es el problema?

—Digamos que Damián no tiene la mejor reputación.

Si supiera de la mía, ¿qué diría?

—Sólo deben ser rumores —dije.

—En realidad son ciertos —musitó—. A veces intento ayudarlo, pero creo que no soy muy buen hermano mayor.

—¿Y qué hay de Isabel?, ¿no es ella tu hermana mayor? —inquirí, deteniendo el paso.

—Ah, sí, pero para Damián ella no cuenta mucho.

—No entiendo —parpadeé.

—Es algo confuso, pero para explicarte mejor, Damian y yo somos hijos de la misma madre, Elai tiene otra madre, igual que Isabel. Mi padre se casó primero y tuvo a Isabel con su madre. Luego conoció a la madre de Elai, pero nunca tuvieron nada formal, y de ahí nació él. Poco después se casó con mi madre y me tuvo a mí. Y luego nació Damián.

Eso fue tan confuso que no parpadeé durante la explicación. ¿Cómo es que apenas me enteraba de esto?

—Ya sé que no es lo más ejemplar, pero tampoco juzgo a mis padres por sus acciones. Además, su matrimonio es cosa aparte de la relación con sus hijos. Espero que tú no creas que soy una mala persona por eso, algunos me han dejado de hablar cuando lo saben.

—¿Qué? Ah, no —reaccioné—. Realmente eso no es...importante, no porque no importe, sino que no es importante para quién eres tú como persona, ¿me entiendes?

—Esos fueron muchos "importantes", pero sí, entiendo —sonrió.

—¿Entonces por eso Damian es rebelde? —pregunté.

—Eso creo... —murmuró—. He intentado hablar con él, pero no suele decirme mucho.

—Pues parece que Ellie sí logra hacerlo hablar —mencioné, mirando por encima de su hombro la charla que mantenía Damián con mi hermana. Aunque ella se veía tímida, se le veía feliz escuchando a Damián—. Y parece que a ella le agrada.

—¿Y ahora qué hacemos? —capturó mi atención con su sonrisa.

—Mis padres me dejaron la tarjeta de crédito, podemos pedir lo que queramos.

—¿Bromeas? Estoy en tu casa. Me he metido varias veces por tu ventana, ahora finalmente pude entrar por la puerta, ¿por qué no me la muestras?

Pasamos casi la mitad del tiempo explorando la casa, y cada vez que caminábamos por la planta baja, Damián nos miraba extrañamente, tal vez pensando que, como pareja, haríamos algo más.

En el comedor, Damon se detuvo repentinamente, me acerqué para ver lo que había llamado su atención.

—Nos la tomamos hace algunos años cuando todavía era pequeño —comenté. Había un gran cuadro enmarcado en la pared de mí con mis padres y Ellie cuando recién formamos esta familia. Elijah quiso hacerlo para afirmar que éramos su familia al habernos adoptado.

—No ha cambiado nada... —susurró.

—¿Qué? —giré la cabeza.

—Nada, solo pensaba que no tenemos una foto juntos. Cuando seamos viejos, ¿no te gustaría recordar lo guapo que era?

—Creo que primero deberíamos sobrevivir a tanto tiempo —contesté.

—Oye, voy a vivir mucho, tanto que te escucharé tocar por muchos años.

—No sé cuánto tiempo sea eso, ¿pero qué tal si me escuchas ahora? —sonreí.

—¿Qué quieres que toque? —pregunté finalmente sentado en el piano de mi habitación.

[...]

—¿Qué quieres que toque? —pregunté, finalmente sentado en el piano de mi habitación.

Toqué con las yemas de los dedos el teclado superficialmente, y luego escuché pasos detrás de mí. Sentí una presencia junto a mí, una respiración rozando mi cuello.

—Ese día...tocaste una canción que me gustó mucho — Damon acarició mi mano, provocando que mi respiración se detuviera y saliera entrecortada de mi pecho.

—Era para ti —susurré.

—¿De veras? —se emocionó, mirándome con entusiasmo, desvaneciendo toda la tensión anterior—. ¿Puedo oírla completa?

—Bueno, en realidad no la he terminado. Escúchala cuando esté lista, ¿si?

—Vamos, por favor.

Sacudí la cabeza entre risas.

—No.

—Está bien —refunfuñó con desgano—. Esperé dos años para saber qué sentías por mí, ¿qué son semanas comparado con eso? —farfulló y yo fruncí el ceño.

—¿Te lo cuestionaste todo este tiempo?, ¿por qué? —me giré, quedando frente a frente con él.

—Bueno...La verdad es que aunque no me hubieras hablado, me habría acercado a ti de cualquier forma. En realidad...lo del piano fue una excusa para acercarme a ti. No me gusta tocar, pero sí escucharte.

—¿Entonces no querías aprender a tocar? —de pronto me sentí ofendido.

—Sólo si tú me enseñabas. Mientras sea contigo sé que me gustará.

Miré sus ojos, ahora más pequeños debido a su sonrisa.

—Recuerdo haber intentado enseñarte algunas cosas —comenté.

—Creo que no lo recuerdo muy bien —arrugó la nariz—. Tal vez podrías recordármelas —me agarró la mano y mi corazón dio un vuelco.

Empezamos con las notas básicas, aunque él las recordaba bastante bien. Sin embargo, a pesar de su destreza, su toque seguía siendo desafinado.

—¿Cómo estuvo eso? —retiró las manos del piano.

—¿Del uno al diez? —él asintió—. Mmm, un dos.

—Oye, eso es...es tan malo incluso para mí. ¿Puedes ser un poco más amable conmigo?

Me reí.

—Es broma, no tengo una calificación exacta. Me gusta cómo suena, pero algo falta.

—Tal vez... —él se quedó pensando en la nada—. Escucha esta.

Colocó las manos en el teclado. Eran más grandes y maduras que antes. Recordé la primera vez que toqué sus manos...

Antes de que pudiera empezar, puse mis manos encima de las suyas, lo que provocó una mirada confundida por su parte.

—Me gustan tus manos —le dije.

Él se quedó pasmado unos segundos y no tardó en ponerse rojo, desde la cara hasta las orejas. Pasaron unos instantes antes de que reaccionara y sacudiera la cabeza.

—Déjame concentrarme —miró ceñudo al frente con suma atención el piano y sus dedos comenzaron a desplazarse por las teclas, dejándose llevar por cada una de estas. Seguí con la mirada sus movimientos y pensé que tenía enfrente la pieza musical más perfecta.

Cuando culminó, me miró como si esperara mi aprobación.

—Vaya, ¿quién te enseñó esa canción? —pregunté y él agachó la cabeza.

—Tú. Tú me la enseñaste —siseó tímidamente.

—¿Qué?

Fruncí el ceño porque no recordaba haberlo hecho, pero justo cuando estaba por preguntar cuándo, oí ruidos en la planta baja y la puerta de la casa.

Bajé con cuidado, aunque ya no tenía mucho sentido ocultarme. Ellie y Damian estaban abajo, pero en lugar de encontrar solo a Elijah sorprendido, mamá estaba a su lado, mostrándose molesta.

—Ethan, sabes que nadie puede venir —se acercó para imponer autoridad. Miré a mi hermana, que parecía triste como si la agradable atmósfera que habíamos construido se hubiera roto en un instante.

—Ya...ya sé, ¿ok? Sólo escúchame, no son como ellos. Estoy bien, Ellie también lo está, lo estás viendo —hablé con desesperación, no podía ocultarla.

—Pero no debes de confiar en nadie.

—¿Entonces de eso se trata? ¿Para eso nos mudamos?, ¿para ocultarme? —me exalté—. Por favor, mamá, quiero confiar en alguien sin pensar que va hacerme daño.

—¡¿Y crees que yo no?! —incrementó el tono de voz—. También temo por tu seguridad cada segundo.

—Lo sé, y lo siento, pero mamá...se supone que para esto Elijah me acogió, porque querías que viviera mi vida como cualquier chico de mi edad, porque él vió en mí un niño asustado, pero con esto solo alimentas ese miedo.

Damon deslizó su mano por mi hombro, sitio que mamá ubicó, ocasionando que sus ojos se abrieran con disimuladamente.

Descansé mis ojos agotados en los suyos, mi expresión había decaído. Fue como si se hubiera atorado un jadeo en su garganta y miró hacia arriba rápidamente antes de volver a mí. Apretó la mandíbula y pareció costarle decir lo siguiente, pero finalmente lo hizo.

—¿Cómo se llaman tus amigos?

[...]

—Oye, ¿en serio tu papá no sabe nada, pero nada de mí? —Damon me susurró al oído mientras yo ponía la mesa en lo que mamá calentaba la comida.

—Normalmente no hablo de nada.

—¿Entonces por qué me mira así?

Volteé y comprobé que Elijah no apartaba la mirada de nosotros. Era comprensible; después de lo sucedido, cualquiera podría ser considerado sospechoso, pero Damon no era cualquiera. Sabía que Elijah solo estaba cuidándome, al igual que a mamá y Ellie.

Por suerte para Ellie, mamá estaba interactuando con ella y Damian civilizadamente, a diferencia de Elijah, cuya presencia parecía intimidar a Damon. Aunque sabía que no era su intención.

El inicio de la cena fue algo extraño, ya que nadie emitió palabra ni se sirvió.

—¿Van a la escuela juntos? —preguntó Elijah, rompiendo el silencio.

—Sip, pero no vamos en las mismas clases —Damon pareció contento de tener finalmente su atención—. Aunque cuando llegó le mostré el salón de música, así que así nos conocimos. Y bueno, Damian es mi hermano, es dos años menor que yo.

—Así que tiene la misma edad de Ellie —mamá entrelazó las manos y Damon asintió—. ¿O sea que estás diciendo que solo porque tienen la misma edad deben llevarse bien?

—¿Qué? —él abrió mucho los ojos y supe que esto no iba a terminar bien—. Ah, bueno, siempre he pensado que las personas deberían estar con otras de su misma edad, ya que sus mentes van al mismo ritmo. Claro, en algunos casos no es así, pero en su mayoría es bueno compartir tu vida con alguien que está viviendo la misma etapa.

Algo parecido a una sonrisa se asomó en los labios de mamá, y finalmente llevó el tenedor de espagueti a su boca.

—¿Entonces también tocas, Damon? —Elijah se dirigió a él.

—Mm, no exactamente, no es lo mío, pero me gusta hacerlo porque a Ethan le gusta, y siento que con eso estoy más cerca de él —sonrió, bajando la mirada tímidamente.

Oh no.

Todos dejaron lo que estaban haciendo y centraron su atención en Damon, especialmente mamá, quien detuvo el tenedor antes de llevarse el bocado a la boca.

—Hermano, te acabas de delatar —le susurró Damian, y Damon tragó saliva.

—Eso es genial —Elijah juntó las manos, en un intento de cambiar el tema—, así que son compañeros de música.

—No, en realidad Adam es mi compañero —dije y Damon me lanzó una mirada confundida.

—¿Cómo? ¿O sea que él es el otro del triángulo amoroso? —Damian unió los dedos y yo abrí más los ojos.

—¿Estás en un triángulo amoroso? —preguntó Ellie, muy sorprendida.

—Ethan... —masculló mamá, apretando el cubierto en su mano, que sería mejor que alguien le quitara el tenedor.

—¿Esto es un triángulo amoroso? —Damon frunció el ceño—. Creí que sólo éramos tú y yo —murmuró algo dolido.

—¿Qué? Ah, oigan...

—Mm, recuerdo también estar en uno cuando era joven —Elijah se quedó mirando la mesa—. No pude decidirme...

—Elijah —regañó mamá.

—Yo ni siquiera le gusto a alguien —Ellie se encogió en su lugar.

—Oye, eso no es cierto —reclamó Damián y ella lo volteó a ver, provocando que él se sonrojara.

—Estupendo —Damon le dio un golpe a la mesa—. Ahora no solo es mi rival en la escuela, sino también de amores.

—¿Qué? —comencé a exasperarme por el ruido que estaban haciendo, me vi obligado a alzar el tono de voz—. ¿Pueden guardar silencio todos? Aquí las únicas personas que están juntas somos yo y Damon, ¿ok? Así que no se atrevan a decir lo contrario o pensar cosas raras. Ellie, eres muy pequeña para tener novio, y mamá, es algo normal que las personas se hagan pareja.

Todos en la mesa permanecieron mudos, pestañeando sorprendidos.

—Ah, Ethan... —mamá tuvo que parpadear un par de veces para procesar lo que había dicho—. Creíamos que podríamos mantenerte como estabas, pero quieres estar con alguien, eso es normal, yo...no me negaré, es solo que son muchas cosas y... —ella se levantó de su sitio, incluso parecía perdida, y caminó hacia las escaleras; Elijah la siguió y me miró por encima del hombro. Me puse de pie, poniendo las manos sobre la mesa.

—No te preocupes, tu madre está bien, solo tiene miedo. Coman todo, ¿sí? Y que no se vayan tarde, es peligroso —dijo y se retiró.

Papá no era el único asustado, yo también lo estaba, o incluso más, pero no permitiría que eso me consumiera. Era algo normal en todos los seres humanos, y además, no podía darme el lujo de tener miedo cuando tenía algo por lo que ser valiente.

—Ahora no sé si a tu madre le agrado o no —espetó Damon a mi lado, y me mofé.

—A mi mamá no le agrada nadie.

—¿Gracias?

—Lo que es raro, porque parece que tú sí.

—¿De veras?, ¿eso crees? ¿Crees que...? —se rió—. Quiero decir, genial.

Me reí al tiempo que él me seguía, y me sentí aliviado, feliz. Había tenido una cena con mi familia, y Damon. No podría estar en un mejor lugar.

Capítulo súper largo para reponer el tiempo perdido ╮(─▽─)╭

Y súper noticia! Si mis cuentas no fallan y todo sale bien, la historia llegará a su final en Junio! Ahhh, no estoy lista para dejarla ir, así que disfruten a Damon e Ethan tanto como puedan; ellos también disfrutarán su tiempo juntos, espera, qué?

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