NOCHE DE SANGRE - II PARTE
NOCHE DE SANGRE
PARTE II
Luciano
Cuando naces eres una hoja en blanco en este mundo, tu hoja comienza a escribirse en el momento que vas aprendiendo de lo que te enseñan, observas, o te lo inculcan a la fuerza.
Lo peor que puede hacer las personas son reproducirse y más cuando traen a monstruos en sus vientres como una mala profecía para este mundo, siempre he dicho que cuando nací alguien allá arriba se equivocó de familia o mejor... corrijo, se equivocó de padre.
Mi madre era todo lo contrario a él, era un ser lleno de luz que se equivocó cuando eligió enamorarse de un hombre que estaba tan podrido por dentro como su alma.
Ella nunca mereció lo que le hicieron, a pesar de que ella siempre me mantuvo lejos de este mundo, su muerte fue como la llave que me trajo al inframundo sacando a la verdadera bestia que hay dentro de mí.
A pesar de que muchos me critican y dicen que soy como "El primer monstruo" que es un rey con máximo poder que nació del sufrimiento y traición, no oculta su bestia, sino que la deja salir cada vez que tiene la oportunidad. Según la leyenda que está bien escrita en letras grandes en la pared de la sala de este hotel.
Y es porque tengo tanto poder como legal e ilegalmente que hacen que este donde estoy, no le temo a nada. No le temo a la muerte cuando vaya y toque a mi puerta, como estoy esperando ese día que llegue, porque suficiente me está dejando vivir en este mundo.
Pero mientras tanto todavía caminé en la tierra, joderé a todos aquellos que me joden. Por eso mis cuchillos se entierran en un pecho, dos, cuatro y ya he perdido la cuenta de cuantos hombres se me vienen encima, pero lo esquivo.
No soy de esconderme, no uso la estúpida túnica que la mayoría aquí lo usan, ni la máscara. Quiero que vean mi cara, aquel al quién se enfrenta y aquel que le arrebatara la vida.
Mi puño choca con una mandíbula y a pesar de que veo todo rojo, la sangre salpica de aquí y allá no me detengo, nunca lo hago hasta que sienta sus corazones en mi mano y deje de latir. Ahí poder parar, pero ahora no.
Ahora lo que estoy es eufórico y con una cosa en mente que no me deja dormir, mi rabia crece cada vez que pienso en eso.
Un crujido de hueso hace que sonría con el grito de dolor que se escucha, suelto los cuchillos y me lanzo hacia él haciéndole una llave que hace que sostenga su brazo por detrás de él, pero en el proceso se lo rompo en dos. Mi pie envuelto por las botas pesadas golpea su muslo desde atrás que hace que su grito de dolor crezca más y caiga de rodillas. No lo pienso cuando también voy por ellas. No me detengo cuando mi cabeza lo golpea en la cara y lo deja más aturdido.
— ¡Ayuda por favor!—escucho el grito de una chica, pero estoy tan eufórico que solo logro ver un pelo rojizo que sube las escaleras corriendo como si cojeara.
Ni me molesto en ir, cuando algo golpea mi espalda y hace que mi respiración se vuelva como un toro furioso que se voltea dejando caer la escoria que tenía en mano.
— No... no...
—Regla número 2—ni para qué lo digo, si nadie aquí respecta las reglas.
Antes que subiera al tercer piso vi muchas cabezas cortadas en el primer piso, al igual que cuerpos cortados y un charco de sangre.
Sus rostros los había visto en algún lado, pero sabía que no eran presas, eran cazadores que se volvieron a meter con otro. Ya que este día ciega a muchos, este día hace que todos nos olvidemos de que somos personas y nos volvemos algo diferente.
Él da un paso atrás, pero es interrumpido cuando mi mano va hacia su garganta, elevándolo del suelo. Sus manos intenta quitar las mías cuando la respiración se le va cortando, pero le abro la garganta con mis manos robándole la vida. El reloj ya llegó a su fin diciendo que el eclipse ya paso hace horas, pero todavía hay presas y los que se quedan aquí es porque todavía quieren seguir dejando que su naturaleza salga antes que vuelvan al mundo humano.
La sangre gotea entre mis dedos y dejo caer el cuerpo, salgo de ese piso y todavía se escucha los gritos y gente pidiendo piedad. Alguien pasa por frente de mi directo hacia una puerta de escape, pero algo se enreda en sus pies haciendo como un grillete que no lo deja avanzar.
—¡Es mío!—me avisan alguien con la túnica llegando a mí.
Blanqueo los ojos antes de pisarle la mano a su presa y bajar las escaleras, llego a la puerta principal y la abro con mi tarjeta de código.
La brisa fresca de la noche cala por todo mi cuerpo y la neblina se hace presenten en la noche sangrienta, alguien pasa por mi lado corriendo como si estuviera esperando esto todo el tiempo. Pero se detiene a la mitad de la entrada cuando nota que hay alrededor.
Bosque.
Y no solo eso, más allá hay una muralla que mantiene este sitio encerrado como una cárcel.
—¿Pero qué?—dice aturdido.
Sonrió con gracias dando un paso al frente, él se da cuenta y prefiere corre al bosque oscuro.
Este año se decidió que se iba a hacer dentro del hotel, pero los otros años siempre se hicieron en el bosque por petición de un dueño desconocido que aún no sé quién es.
He intentado averiguar de todo, pero es como si no existiera.
Sigo caminado con las manos en mi bolsillo disfrutando la noche cuando veo unos faros de un auto que se detiene frente de mí. Jeremy sale del él y otro guardia para abrirme la puerta.
—¿Dónde está?—pregunto entrando al auto, de una voy por mi puro encendiéndolo.
Él arranca y no hace falta escuchar a lo lejos como se escucha un disparo.
Si alguien que no está permitido a este sitio, se acerca a la muralla por los dos lados es eliminado por un francotirador.
—El nuevo la está cuidando, pero envió esto, señor.
Me pasa un celular y veo la foto que envió, es Mía. Lleva una sudadera con capucha mientras intenta salir de su apartamento escondida como si fuera una prófuga de la justicia.
Tengo tres hombres que la vigilan desde la distancia sin intervenir en su vida privada o que ella se entere, pero me jode que haga esta clase de estupideces cuando yo no estoy en la ciudad o en el país.
Hoy no debía estar a su lado, es un mal día para que lo esté. Todos aquí lo saben, por eso este día todos nos reunimos en un solo sitio, apaciguar un poco nuestra sed de sangre. Y que los crímenes de asesinatos bajen en medio mundo.
—¿Alguno de los federales sabe de ella?
Jeremy se encargó de buscarla en un auto diferente, y meterla en mi edificio por el elevador privado que uso cuando quiero salir y que nadie me vea.
Los federales están tras de mí desde que mi padre murió, si sales a la calle están ahí vigilante desde los transeúntes. Si vas a mi oficina, están afuera intentando meter un infiltrado, si vas a cagar también están ahí.
Siempre me anda respirando la nuca, pero yo a ellos ni caso le hago, me gusta jugar más con ellos que ellos piensen que siguen tras de mí.
—Creo que sí, señor. Porque el nuevo dio un reporte hace horas que cuando ella estaba intentando entrar a su edificio se acercó el agente Lee vestido de civil.
Ese es otro problema.
La guerra que no tengo con Adriel, la tengo con este.
Me hice amigo de Adriel porque su papá fue el único con cojones de enfrentarse a mi padre y arrestarlo, no tuvo miedo como los demás policías o agentes. Este sí, por eso lo admiro mucho. Además, cuando asesinaron a mi secretaria, él llevó su caso y vi como alguien que parece que no le importara nada de la humanidad sabia unir puntos y descubrir quién era el que la mato.
A pesar de que Adriel también obtuvo información valiosa para revelar a la luz que no soy tan santo como le hago creer en el mundo, me mostró que no lo quiero de enemigo. Por eso le ofrecí la bandera de paz con su padre y ahora tenemos una amistad un poco rara, se podría decir.
Yo no me meto en su trabajo y él no se mete en los míos.
Pero el agente Lee, Uff ese agente está suplicando que le arranque el corazón mientras aún sigue vivo.
Dejo que el humo salga de mi sistema cuando de mala gana apago el puro, el auto sigue moviéndose a pesar de que ya salimos de aquí. Nos dirigimos a la pista privada donde mi jet privado espera por mí.
— Averigua que quería Lee y a donde fue ella.—le digo justo cuando entro a mi jet.
Ni me molesto en saludar a nadie o decirle nada, solo me voy a la habitación que tiene y me encierro con ganas de matar a alguien.
Sé que ya mate más personas y que mis nudillos reclaman descanso, pero ella. Ella hace que quiera que ningún otro hombre esté respirando el mismo aire que ella respirar.
Recuerdo que el día siguiente se quedó conmigo, porque estaba tan adolorida para salir de la cama ese día. Además, su cuerpo era un mapa de mis mordidas y mis ganas de que soltara la palabra, pero era difícil si ella no lo hacía.
Por la noche tuve que soltarla porque dijo que tenía un examen que presentar en la universidad y yo porque tenía que ver el edificio en Brooklyn, pero si por mí fuera todavía la tuviera en mi cama haciéndola gritar y gemir.
Pero no, ella prefirió esconderse de mí desde ese día que salió de mi edificio y como que está provocando al diablo. Porque cuando vuelva a pisar de nuevo la ciudad no podrá huir de mí otra vez.
Tengo planes que no pienso posponer y uno de esos esmatar al imbécil que llama novio.
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Holiiiiis, ¿Me extrañaron? Porque yo si lo extrañe mucho, extrañe mucho leer sus comentarios y escribir esta historia.
Pero le traigo una nueva noticia y es que ya tengo varios días libre y los usaré para escribir mucho y estar siempre presente.
Spoiler del siguiente capítulo porque se lo merecen por esperar mucho:
<<Por eso no encuentro mi voz cuando él suelta aquellas palabras.
—¿Tú eres mi papá?>>
No olviden de votar y comentar si le gusto mucho, me ayudaría en la historia.
Besos y abrazos 😘🤗
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