CAPITULO 2: 𝐿𝑒𝑜𝓃𝒶𝓇
Para Leonar el desierto era un baile. Una danza entre la tierra y el viento, dos elementos muy importantes para poder mover las cegadoras brisas del desierto.
En el carromato de Querk el pescadero había echo que su olor corporal fuera un fétido aroma a tripas y a podrido. Las moscas se le acercaban a la cara y no lo dejaban dormir con sus zumbidos. Tenía los ojos cerrados, los brazos cruzados y con una mueca molesta. La capucha lo ocultaba de los rayos del sol, su semblante se consumía en un vacío oscuro como si te adentrarás en una cueva sin antorcha.
El hombre tarareaba una canción, una melodia que había escuchado antes, pero no recordaba en donde, de pronto cuando tarareo la estrofa pudo reconocer de donde procedía. Sin duda su autor era el bardo Barrion, uno de los bardos más famosos de su época. Un día fue a escuchar su más famosa canción a la taberna con más vino del mundo "El paraíso de Atires" dios de los placeres. El relato se llamaba "Saltando por encima de cuatro coronas" era una canción un poco peligrosa de cantar, por que no todos se burlaban de la realeza saliendo de una pieza. Sin embargo, el artista era tan bueno haciendo lo que debía que no se molestaron en cortarle la lengua o a decapitarlo.
Una mosca se le metió por la oreja. Dio un sobresalto y se metió el dedo meñique en ella para sacarla.
-¿No puedes dormir?. -dijo el pescadero al notar que estaba despierto.
El comemundos no contestó se dedico en ponerse la bufanda y dejar que las palabras de aquel hombre se marcharán con el viento.
-Te advertí que sería un viaje brusco.-bebio un poco de su vino. - Aunque tu tienes pintas de haber vivido experiencias muy bruscas.
Peores que bruscas, él había echo cosas que hasta Los Castigadores temblarian el verlo pasar.
-En dos días habrá una tormenta de arena por este desierto.- siguio hablando. Miro los pescados que habían junto a este. Agarró uno por la cola y lo enseño. - Esto es un pescado de arena, forastero. Ellos huyen de las tormentas, por eso es bueno cazarlos cuando una se acerca, por que vienen en bandas.
Leonar retiro un poco las sabanas y observó como había cazado una cantidad considerable de aquellos peces. Realmente debía ser un buen pescador, aquellos bichos si te atacaban en conjunto podrían matarte.
-¿Como los cazaste? - dijo por primera vez en toda la noche. - ¿Hierro del cuervo?
-Hierro de la cobra. Sólo necesite una buena red con ese material para obtenerlos, hijo.
-Pero aún así. Debiste de matar a muchos en defensa propia.- dijo sorprendido.
Querk se giro con una sonrisa. Lo inspeccionó de arriba a abajo y luego se volvió a voltear. Soltó fuerte risotadas sin todavía decir respuesta. Leonar no se molesto en preguntar que le hacía tanta gracia.
Se entretuvo en mirar al cielo vacío de nubes, a quitarse el sudor que le provocaba la bola de fuego que los Denkistas llamaban sol y a controlar las absurdas ilusiones que te hacían ver placeres en donde solo estaba la muerte, esperando a que la abrazaras. Los reflejos inexistentes era uno de los peores enemigos cuando cruzabas los desiertos. Por eso siempre tenías que mantener la cabeza fría, por eso siempre había que comprar "Narkarita" una poción que mataba tus deseos, ambiciones, un remedio para dejar de ser humano. Aunque solo se compraban en mercados oscuros, ya sabéis en los lugares donde se venden cosas ilegales como órganos.
Abrió la Narkarita y bebió un poco de ella. La necesitaba. Ya
estaba empezando a ver cosas irreales, también es por que no podía soportar oír más a Querk.
De pronto su compañero más leal, Wespir, salió de su bolsillo pidiendo comida. Su cabezita y sus patitas se asomaban por el bolsillo. Le olisqueo la mano.
-"No tengo Wisper." - le susurroen idioma Erinaceinae. El como respuesta le puso ojitos, creyendo tal vez que le estaba mintiendo.
Miró a su alrededor y cogió un trozito minúsculo de pescado sin que el hombre que conducía el carromato se diera cuenta. Se lo dio a Wisper y el erizo con sus patas lo agarró y empezó a morderlo.
-Que suerte tienes amigo mío.- le dijo.
-Lo se, no se caza tantos peces todos los días. Podría abrirme un mercado. -orgulloso Querk le sonrió.
Leonar dejo que el hombre pensara que se le había dicho a él, así todos éramos felices.
El camino se hizo cansino y duradero pero al fin llego a su destino, la jungla Ungla.
-Vivo en una casa un poco alejada de la jungla. Solo estamos yo y mi hija. Si quieres puedes quedarte el tiempo que quieras, siempre es bueno tener visitas y además todo este pescado se pudre en tres días hay que consumirlo rápido. - soltó una pequeña risa. - Te lo digo... Por que no tienes muy buena pinta hijo.
Estaba cansado y no había dormido nada, era imposible pegar ojo en un carromato. Pero tenía que seguir su camino antes del amanecer del día siguiente. Alguien le esperaba al otro lado de la jungla y no era alguien con quien se pudiera tratar estando furioso.
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(2)= Aceptar la invitación.
(3)= Decirle que te deje hay mismo.
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