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(7)

—Escapare ya.— le dijo decisiva.

—Esta bien. Diré que te vi en los pasillos subterráneos de la fortaleza, para que dejen de buscarte por un tiempo.—rió nervioso.— Lo que tengo que hacer por ti, mocosa.

—Mak... no puedes mentir, si te pillan te echaran. Tu saldrías perdiendo en toda esta... locura.

Su amigo podía perder el puesto por su culpa. Maldita sea, por que las cosas tenían que llegar hasta ese punto, todo era tan difícil, cuando era niña los juegos de escapes no era tan complicados, aunque esta vez aquello no era un juego, había gente que podía perder realmente cosas importantes.

—Prefiero perder lo que alimenta mi estomago, que perder lo que alimenta mi corazón.— confesó.

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(Elija jugador, como reaccionar, comenta cual eliges y no leas la que no has optado. Ten cuidado con lo que eliges, las decisiones que tomas podrán hacer que tu camino sea mas fácil o no.)

A) Besar.

B) Agradecer.

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A) Aquello la hizo reír. Makaleo era el chico mas dulce que jamas había conocido. Antes lo veía como un simple inmaduro, pero después de tantos años, el pelirrojo había crecido tanto mental y físicamente que no lo lograba reconocer con quien estaba hablando.

Sus hombros eran anchos, sus ojos fríos, sus pecas adorables. "Aela no te lo pienses más imbécil." Le agarró del rostro y le ofreció su primer beso. El se sonrojo a tal punto que sus mejillas se colorearon del mismo color que sus cabellos. Él sin dudarlo la correspondió.

Fue largo y cómodo. Los labios del chico eran blanditos y su aliento olía a menta - a su amigo le encantaba comer hojas de lluvia-. Ojala pudiese terminar su historia así, sin embargo tenía que huir. Huir para poder encontrarse de nuevo con su nuevo amor. Aunque sabia que no volvería verlo. Él también lo tenia por seguro, por eso se emociono derramando dolorosas lagrimas por sus rosadas mejillas.

















B) Sonrió agradecida. Makaleo era el chico mas dulce que jamas había conocido. Antes lo veía como un simple inmaduro, pero después de tantos años, el pelirrojo había crecido tanto mental y físicamente que no lo lograba reconocer con quien estaba hablando.

—Gracias de nuevo Makaleo.— lo abrazo apoyando su cabeza en su tonificado pecho.

Él la correspondió. No sabia el por que pero estar rodeada por los brazos de su amigo la hacia sentir protegida de todo lo malo. La calidez que transmitía la tranquilizo unos instantes. Sabia que no volvería verlo. Él también lo tenia por seguro, por eso se emociono derramando dolorosas lagrimas por sus rosadas mejillas.

.......

Preparó rápidamente una maleta de viaje, busco  su túnica y salió de su habitación con ambas cosas. Makaleo cogió un camino y ella otro. Fue sutil por los pasillos del castillo, no quería alarmar a nadie. 

Pasos se iban acercando mas hasta ella. Aela se escondió detrás de un mueble que se hallaba en una esquina del lugar. La oscuridad le oculto gran parte del cuerpo. Cuando se alejo lo suficiente se separó de entre las tinieblas para escabullirse. Atenta miro a ambos lados antes de bajar las escaleras.

En parte inferior de la fortaleza estaba todo muy movidito. Las criadas corrían de un lado para otro buscándola. Su amigo solo distrajo a los guardias. Asomo un poco la cabeza y con decisión la capucha de la túnica. Seguramente una capa no la ocultaría o haría que pasara desapercibida por eso optó por correr. Una de las criadas la detecto y le gritaron para que se detuviera. 

Mierda la iban a pillar, de pronto algo le cogió del tobillo y la hizo caer hasta una estancia oscura llena de paja. Sin saber a donde había caído se relajo al pensar que ya nadie la seguía. Tocó todo lo de su alrededor buscando orientarse. Una luz la cegó. Apartó la mirada y se frotó los ojos. Volvió a mirar a la luz y comprobó que Estela se encontraba frente a ella, con su mirada de odio y su expresión de disgusto de siempre. 

Estela era su mayo enemiga, todo lo que hacia se lo chivateaba a su madre, una vez engaño a sus amigas y otra vez fue a sacar su mascota al bosque y dijo que este había tenido un accidente.

—Cuanto ruido provoca usted sola, majestad.—comentó con sorna. No dijo nada.— Veo que te siguen.

—No me siguen.— mintió poniendo una mueca de superioridad.

—Lo se Aela, sé que tu madre te busca. Escuche los gritos—  la princesa trago saliva ante su confesión.— Te puedo ayudar.

—¿Que?— dijo sorprendida.— Espera ¿No te interesa la recompensa, ni nada?

Según el tiempo que habia pasado con ella la chica solo se preocupaba por su bien estar.

—Mira, yo te odio, tu te quieres ir. —sonrió.— Nada me hace mas feliz que no volver a verte jamás por estos lares.

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(6)= Confiar en enemiga.

(13)= No confiar.

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