(2)
No tuvo más remedio que aceptar su destino. Con impotencia dejó salir varias lágrimas que transcurrieron como dos serpientes por sus mejillas. La reina se percató de su dolor, no obstante, Aela sabía con certeza que su madre no le daría ánimos o le proporcionaría una salida hacia la libertad de elección.
—Worken será un buen esposo niña. —le reprimió Asan frunciendo el ceño.
—Lo sé, sé que lo será.
—¿Entonces por qué lloras? ¿Por que siempre intentas escapar de tu destino?
—De la emoción, tenía tantas ganas de contraer matrimonio.— comentó intentando que la reina se tragara el teatro.
Al principio parecía que no cedía pero acto seguido le dedico su más hipócrita sonrisa. La princesa de cabellos cenicientos odiaba a su madre, todo el día tenía que obedecer sus órdenes, toda su vida estaba controlada por sus normas. Se sentía como la muñeca que podía estrangular la gran estrella cuando a esta le viniera en gana.
—Me alegro que sea así por que vendrá mañana al alba. Su madre Alis Worken vendrá junto tu futuro esposo. Asín podréis conoceros mejor.— dio media vuelta para aproximarse con elegancia y sutileza a su oscuro trono de piedra.
"¡Mañana! Madre eso es muy poco tiempo." le hubiera gustado decirle.
Se mordió la lengua mientras miraba lo poderosa que se sentía Asan al estar sentada en su trono. Algún día ella reinaría en su lugar y tenía por seguro que no le amargaría a su hija con estúpidos compromisos.
Los más viejos criados contaban que Asan Questark se había convertido en una auténtica réplica de Catia Questark la antigua señora de Starwhite, su forma de hablar, su forma de comportarse e incluso en su forma de ser insoportable. Su personalidad fría y vulnerable la coronaba como la reina indicada del Norstelin donde el hielo dominaba cada rincón.
La princesa apretó con tal fuerza sus labios que empezó a resbalarse sangre por el. Soltó un quejido de dolor y la sirvienta que la culpo antes le limpio con un pañuelo de encajes la reciente herida.
—Vamos majestad.— la agarró de los hombros y la arrastro hacia las afueras de la sala del trono. Cuando salieron la joven se paró.
Contener su rabia solo haría que tuviera problemas. Gritó dando una patada a la pared de piedra. Se dobló los dedos por el impacto y se calló dramáticamente al suelo. Se le había olvidado que estaba sin zapatos. Amelia se agachó a ayudarla.
La chica la apartó con un empujón. No aceptaba tocar a una traidora como Amelia, segun recordaba bien ella fue la que le delato ante su madre. Se levantó apoyándose en la pared y le dedico una mirada de odio.
—¡Eres... Eres una traidora!— su cara se puso roja.
—Majestad no se a lo que te refieres...
—Tu se lo dijiste sin mi consentimiento, eres mi mejor amiga ¿Como puedes hacerme esto?— lloró decepcionada.
—Pues precisamente por eso mismo me deberías a ver contado que no te agradaba en absoluto que esta noticia llegara a los oídos de tu madre.— subió el tono al igual que Aela.
La joven estrella abrió los ojos como platos ¿Le estaba echando la culpa?
—¡Tu te fuiste corriendo!— se abalanzó contra su amiga y ambas cayeron al suelo tirándose de los pelos.
La reina se asomo a mirar de donde provenía aquel alboroto y miró asombrada a las chicas tiradas en el suelo cual niñas pequeñas. Seria carraspeó mirándolas desde arriba, cuando las chicas se dieron cuenta de su presencia, esta levanto una ceja.
Aela sonrió.
—Tenia un bicho en el pelo.—mintió Aela.
—Majestad.— se irguió y se sacudió el vestido. —Tu hija...
—¿Eso es motivo de golpear a mi pequeña?
—No mi señora.—enlazo sus manos nerviosa y le dedico una mirada abundante en pavor al suelo.
—Mamá fue culpa mía. Yo fui la que ataque primero.— la voz cortante de Asan la interrumpió.
—Crees que no lo se.—respiro para sus adentros con repugnancia.— Me decepcionas. Criada Sushi acata la orden que le dí a Amelia.
Sushi apareció tras Asan y la agarró del hombro con fuerza dejando, atrás a Amelia con su madre. Aela se sentía mal por su amiga, su madre era severa y con seguridad no tendría piedad a la hora de otorgarle algún que otro duro castigo. "Es culpa mía, soy una tonta y una inmadura" sentenció.
La gordita criada de ojos oscuros y de tez blanca cumplió las ordenes de la reina. La baño en un cubo vigoroso de piedra, abundante en agua que hervía hasta producir tal vapor que era imposible ver entre aquella espesa cantidad. Cuando termino de limpiarla, agarró una pequeña botella de esencias a flores de Surstelin y se echó unas gotas en sus dedos, luego acarició todas las partes de su cuerpo: debajo de los brazos, en el cuello, por las orejas, por el ombligo e incluso en sus pezones.
El baño termino y mas de siete criadas la rodearon en la sala de costura para probarle todos los vestidos que mandó a encargar su madre. El día estaba siendo agotador y muy aburrido. Mientras se mantenía firme mirando la puesta de sol pensaba en escribirle a su amiga en secreto, quería saber donde estaba y como se encontraba.
La pesadilla terminó y la princesa se encerró en su habitación. Se acercó a su escritorio y entre sus cajones busco papel y algo de tinta, tenia que hallarlo antes de diez minutos, no le quedaba mucho tiempo, debía comenzar su clase de costura. Obtuvo al rato la hoja y la pluma y escribió lo siguiente:
"Espero que estés bien. Como no me queda mucho tiempo, resumiré el mensaje en pocas palabras: Al anochecer te espero en los jardines quiero pedirte unas disculpas" terminó y espero que las ultimas palabras que aun estaban húmedas se secaran.
—Vamos, vamos...—acercó la hoja a la vela.
El papel ardió al rozar la llama y Aela alarmada bailo un buen rato con ella sin saber que hacer. A lo lejos vió la chimenea y lo tiró allí. Abatida vió su mensaje arder.
Alguien abrió la puerta.
—Mi señora la...
—La clase de costura me esta esperando lo se.—bufó con semblante inexpresivo y derrotado.
Al fin terminó el día, practicó la costura, canto y finalmente tuvo una pequeña reunión con su madre, que le explicó el tipo de charla que tenia que darle a su futuro marido, si, hasta para eso la controlaba. Le habló sobre que tenia que callarse ante todo lo que este le ordenara, que tenia que obedecer a sus ordenes y que no debía discutir sus ideales, ni tampoco intervenir en conversaciones importantes como en la política y lo que de verdad estaba prohibido era importar nuevas ideas.
—Mañana hazme el favor de estar despierta antes del amanecer.—ordenó Asan.
—Claro majestad madre.— sonrió feliz.
Si no podía escapar de su destino, lo sabotearía. Iba a comportarse de la peor forma posible. Iba a ser todo lo que su madre temía que fuera.
La noche como de costumbre se le hizo muy corta, algo que la deprimía, le encantaba dormir, sobre todo por que esperaba que alguna noche pudiera soñar con su chico soñado.
—Ay... Walter Black quiero casarme contigo.—susurró aún dormida.
—¿Esta es la prometida de mi hijo?— preguntó la mujer señalándola desilusionada. A lo mejor esperaban que Aela estuviera lista para recibir a su "amado", sin embargo le daba tanta pereza salir de su habita de confort que ni diez criadas, ni los cuatro soldados mas fuertes de su madre la pudieron despertar o levantar.
—Debí de haberme dado cuenta. Siempre cuando miente dice: "Majestad madre", fuí una ilusa.— dijo entredientes la rubia reina.
—¿Quien es Walter Black?— siguió preguntando la mujer.
—Que jovencita tan poco educada.—comentó el chico.
La princesa eructo mientras se hacia la dormida. Todos los de la sala gritaron. Asan avergonzada tiró del brazo la chiquilla, alzándola y atraiéndola hasta ella. Aela le dedico una sonrisa ya con los ojos bien abiertos. La empujo y la niña calló al colchón riendo a los cuatro vientos mientras pataleaba gozada en la cama.
—Encima de mal educada, esta loca.—cometo Lady Worken.
—Dejemosle que se preparé.— torció una sonrisa nerviosa llevándolos a las afueras de los aposentos, le echo un ultimo vistazo por encima de su hombro, matándola con la mirada.
Ella siguió riendose hasta tal punto de mearse encima.
A la hora del almuerzo, Aela se preparó con un bonito vestido verde lleno de encajes e hilos de plata que se cruzaban con joyas blanquecinas, su cabello estaba recogido por una cuerda fina plateada, cubierta de lagrimas de cristal. A su derecha esaba el atractivo Lord Worken, con su piel limpia y blanca, su barbilla brillante y bien perfilada, y sus ojos de color avellana.
Ah si y en frente estaba la esquelética de su suegra.
—Cariño, conoceras al menos las reglas que debe seguir una dama ¿No?— cogió un terrón de azucar con una cucharilla y lo lanzó al té.
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(Elija jugador, como contestar, comenta cual eliges y no leas la que no has optado. Ten cuidado con lo que eliges, las decisiones que tomes harán que la gente tenga confianza o no en ti.)
A) Rebelde.
B)Exagerada.
C) Inmadura.
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A)—Pues la verdad es que sí. Me han enseñado a ser una chica de pensamientos libres, únicos, sin necesidad de que ningún hombre me guié en ello. No me callo, hablo, comparto mis pensamientos con mi pareja y si es necesario puedo coger con facilidad una espada y luchar junto a él, a lo mejor no con la misma fuerza, pero si con el mismo valor.
—¡Que mocosa! ¡Que demonios estas diciendo! ¿Estas hablando de que quieres hechizar a uno de mis preciosos hijos?— se levantó de la mesa indignada.
—Si, eso he dicho. Cuidado si no quieres que le eche una maldición.
Su prometido la miro aterrorizado y ella con educación sorbió de su taza.
B)—¡Oh! ¿Que disparates me preguntas Lady Worken? ¿Acaso cuestiona mis exqusitos modales?— miró a su prometido.— ¡Esposo yo no puedo opinar ante esta situación! ¡Tienes que hacerlo tu! ¿No defiendes a tu mujer? ¿No eres capaz de defenderme de tu madre? Oh de mi.— chocó su frente a la mesa y empezó a llorar dramáticamente.
—¡Esta mujer esta loca madre! — dijo el chico apartándose un poco de ella.
C)—¡Mama!— chilló mientras daba puñetazos a la mesa.—¡Mira, mira que me ha dicho mami! ¡La bruja mala cuestiona mi inteligencia!
—Mamá esta chica es retrasada.— comentó su prometido.
—¡Inaudito si parece una niña pequeña! Y yo que buscaba a una mujer hecha y derecha. ¿Esto es una broma?
Se chupa el dedo pulgar.
...........
Asan se alzó ante los comensales y ensombrecida golpeo a su hija en la cara.
—Suficiente.—termino la mujer enfurecida.— Ya fue suficiente. Perdóname Lady Worken. Perdóname Lord Worken. Mi hija esta muy nerviosa por vuestra visita, eso hace que se presente de esa manera tan... salvaje.
La princesa se tocó la parte en donde su madre le aserto el golpe, había caído de la silla en donde estaba sentada y se encontraba en el suelo, sin poder creer lo que hizo su madre solo para aparentar parecer que su hija era lo suficiente buena para contraer matrimonio.
"Solo... Fue una broma." quiso decir.
Lord Worken la ayudo a levantarse.
—¿Estas bien señorita?— sus miradas se cruzaron y Aela de verdad sintió la chispa que encendía la vela de su corazón. Sus ojos eran dos perlas azules, tan claros como el cielo despejado y tan brillantes como las estrellas en la noche. Era él, su caballero de armadura brillante.
—S-si.—se sonrojo a medida que la ayudaba a levantarse.
Alis Worken sintió esos sentimientos en el aire.
—Majestad, a la noche decidiremos el casamiento. Y también optaremos para ver lo que hacemos con este comportamiento vulgar de la princesa del Norte. Debería de tomar la personalidad de usted mi reina.—la miró de reojo.
—Estoy de acuerdo.—contesto su madre.
La enamorada no escuchaba nada, solo estaba pendiente al rostro de su prometido, llegando a conclusiones inexplicables como: que fue tallado por los mismos ángeles o que él en sí es inexplicable.
Llego la noche y Aela en el tocador cantaba una canción antes de irse a dormir. Era feliz, muy feliz de que su prometido sobrepasara su estereotipo de belleza. La vergüenza la invadió. "Me he comportado fatal." se pellizco. "Te lo mereces."
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(Elija jugador, que hacer, comenta cual eliges y no leas la que no has optado.)
A) Hacerse una coleta.
B) Hacerse dos trenzas.
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A) Se hizo una coleta baja y feliz observo lo bien que le quedaba. "Parezco mas madura de lo que aparento." sonrió. "Necesito ser mas madura para impresionar a Lord Worken.
B) Se hizo dos trenzas y feliz observo lo bien que le quedaba. "Este peinado me hace parecer aun mas niña de lo que aparento." sonrió. "Soy un poco inmadura, bueno si de verdad me ama debe amarme tal y como soy" (Confianza en ti misma +)
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Un chico entro sigilosamente a su habitación, se puso en pie inquieta. Lord Worken cerró la puerta a sus espaldas, estaba en sus aposentos, a estas horas de la noche, sonrojada apartó la mirada.
—¿Que hace aqui mi Lord?— se volvió a sentar en el taburete de madera.
—Queria tener tiempo para conocernos mejor.— se apoyo en la pared justo al lado del tocador.
—¿Co-conocernos mejor?— mal pensó.
—Empiezas tu. ¿De verdad eres tan inmadura?
—No.—mintió.
—¿De verdad eres tan desobediente? Sé honesta, por que sí lo eres tendremos que enseñarte a serlo. Verás no me a parecido correcto tu comportamiento hoy.—Aela no contesto por que tenia razón.— Si llegamos a casarnos quiero que no existas, solo me perteneces a mí para darme hijos y obedecerme, quiero que lo tengas claro.
—No.— dijo sin pensar.
—¿Disculpa?— se separó de la pared anonadado.
—No, no le tengo claro. ¿Que ocurrirá si tengo algo que decir? ¿Y si mis ideas a lo mejor son mas acertadas que las de vos? Las parejas no solo sirven como función para nuestro instinto, desde mi punto de vista, una pareja sirve para aprender, para ayudar, no para someter u obedecer, un enamorado lo único que obedecerá sera a su corazón. Y me temo que en el amor no existe el silencio.
—Esos pensamientos solo lo tienen los brujos. Estas poseída.—dijo asustado apartándose de al lado de ella.
Alea se levanto, lo tenia que calmar de alguna forma.
—Soy un ser vivo como tu, mira.— lo agarró de la mano y este como respuesta le abofeteo el rostro.
—Al parecer estas tan grave que habrá que educarte de esta forma.— grito el hombre.
La niña se tambaleo. Su príncipe se transformo en un demonio vigoroso.
—¡Pues si no me aceptas aléjate de mi! O si no te maldeciré con la peor de las maldiciones.— dijo con valor.
—¡Maldita bruja!—la cogió del cuello.
La presiono, débil se dejo caer a la cama notando que le faltaba el aire. Lucho con todas sus fuerzas para deshacerse del agarre. Cuando Lord Worken presencio que su rostro se coloreaba de un tono rojizo la soltó de inmediato.
—Lo siento, de verdad que lo siento. Yo... perdóname.— Aela se incorporo en la cama tocándose el cuello.— Por favor mi amor confía en mi, no volverá a pasar.
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(5) Confiar en tu futuro marido.
(4) No confiar.
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