(13)
—No voy a confiar en una chivata.— le sacó la lengua y acto seguido abrió una trampilla.
—Como tu quieras.—le comentó encogiéndose de hombros.
Subió como pudo hasta la superficie exterior, lo primero que vió fueron los pies de una armadura brillante. Levantó el semblante un poco más y se enfrento contra la mirada de uno de los servidores mas fieles de la reina. Le sonreí.
—Si tu dices que no me has visto, yo te...—buscó una respuesta convincente.— Ehhh, adios.
Cuando intentó bajar a la trampilla de nuevo el hombre la agarró del brazo y la atrajo hasta él, con expresión seria y fría la llevo hasta la reina.
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