⊱𝔘𝔫𝔡𝔢𝔠𝔦𝔪⊰
El tiempo pareció encerrarlos en una cápsula hermética donde nada ni nadie les importunaría. Su alrededor se convirtió en una cortina de humo llena del aroma a flores infernales, tan dulce, tan embriagante, tan de ellos, podían sentirse los propios dueños de su propia creación, siendo el mismo Diablo el artífice de tan bella condena.
Yoongi besó de manera profunda los labios del ángel que parecía derretirse entre sus garras, jadeando por aire, mareado entre la falta de aire y el exceso de placer del cual estaba siendo víctima. El fuego del infierno se quedaba corto ante la ebullición que estaba ocasionaban la mano del demonio en las curvas delineadas de la figura de Jimin.
Las garras del demonio le rasgaron las vestiduras dejando trozos de tela cubriendo
apenas su cuerpo, la vista majestuosa del ángel le hizo estremecer de gusto a Yoongi quien sin esperar más pasó sus manos por toda esa piel blanquecina, tan desprovista de cicatrices, completamente contraria de la propia que poseía heridas profundas las cuales cada cierto tiempo se abrían, haciendo doler su interior.
- Eres verdaderamente majestuoso - murmuró apenas, mientras pasaba su lengua bífida por el pecho del ángel quien jadeó, arqueando la espalda en respuesta al estímulo húmedo, dando pasó a que las garras del demonio se acoplaron a esa curva, para sostenerlo, empuñando las plumas de las alas, haciéndolo quejarse - tan bonito, amo tus ojos brillantes por el dolor.
- Señor-
- Sí, sí, sí... ruega por mí, Jimin. Hazlo... dime que necesitas sentirme así de cerca de ti.
Un grito ahogado hizo doler la garganta de Jimin, pues las garras de Yoongi de nuevo estaba enterrándose entre sus costillas, no era de manera intención, el ángel sabía que no estaba buscando lastimarlo, al menos no del todo. Era imposible que aquel ángel caído que le veía con tanta adoración y ternura buscara hacerle algún daño, fue capaz de notar la frustración en la mirada ajena, podía ver claramente la angustia creciendo en los ojos negros de Yoongi.
El calor de la sangre derramándose desde las costillas del ángel hicieron reaccionar al demonio, alejando de manera brusca sus manos del lugar al que buscaba hacer su hogar. Un quejido salió de los labios de Jimin, quien se aferró al cuello ajeno, evitando caer en la superficie que ahora estaba siendo bañada por su líquido sagrado.
- S-señor Lucifer - lloriqueó Jimin al verse envuelto en un insoportable dolor, juró ser fuerte, quería poder tocar a Yoongi, que este no le diera esa mirada que justo ahora le brindaba, llena de lástima - me duele... puede ser un poco más gentil.
¿Qué había dicho? ¿Gentil? ¿Eso acaso podía ser capaz él de hacerlo? Definitivamente no. En el momento que intentó cumplir ese pedido todo pareció volcarse en su contra, su misma sangre hirvió en el anhelo de destruir lo que tenía entres manos, que aquel brillo se absorbiera en su ser hasta dejar vacío aquel recipiente del cual se alimentaría, definitivamente no lo haría.
Comenzó a aborrecer la idea de su propia existencia, tomando el dolor y sufrimiento de otros con tal de sentirse vivo de nuevo. Fueron suficientes algunos siglos de castigo, la infernal separación entre su esencia y la aceptación de sus consecuencias para comprender que no deseaba tener más de aquello para ser un poco más libre. En especial ahora, teniendo una mano gentil acariciando su rostro. Se trataba de Jimin, ese ángel que le robaba existencia en cada inhalación que debía saberle a sulfuro era reemplazado con dulces sensaciones.
Intentó manipular el cuerpo ajeno de tal manera que no lo lastimaría, pero no importaba cuan cuidadoso fuera, o si se movía demasiado lento, siempre lograba el cometido erróneo, todo lo contrario de lo que estaba buscando. Jimin seguía sollozando, con la cara arrugada en muecas dolorosas, tragando duro como si con eso lograra evitar que el dolor lo destruyera de adentro hacia afuera, manifestándose en lágrimas, saliendo sin reparo.
Una de esas gotas cristalinas rodaron por las mejillas regordetas del ángel hasta que cayó en el antebrazo de Yoongi, hiriéndolo casi en el mismo instante en el que se convirtió en un afilado diamante en bruto, clavándose perfectamente en la piel lisa, atravesando sin problema la extremidad de un lado al otro, y de esa siguiendo otras tres.
- ¡Mierda! - se quejó Yoongi al sentirse frustrado y estar siendo torturado por las lágrimas sagradas, agua bendita de la más pura.
Intentó alejarse del ángel, su tacto de piel con piel podía soportarlo, pero el castigo de estar viendo el dolor en esos ojos bonitos lo carcomía peor que esas lágrimas asesinas que ahora le habían provocado agujeros en los brazos. Jimin se aguantó el dolor de aquello, aferrando su agarre en los espacios abiertos, procurando que con eso comenzaran a sanar, lográndolo de una forma demasiado dolorosa para Yoongi y para él mismo.
- Aléjate - gruñó entre dientes, queriendo de una manera absurda salvarlos a ambos de su propia ira, la cual fue creciendo con la negación frenética del ángel - ¡Jimin, suéltame!
- ¡No! - más lágrimas le nublaron la vista, pero en un rápido movimiento evitó que cayeran de nuevo en el demonio, quien parecía estar rindiéndose ante una batalla interna - me dejará solo. Puedo soportar cualquier tortura, pero no el hecho de que se aleje.
La voz temblorosa de Jimin provocó que Yoongi ampliara sus ojos, abalanzándose sobre el cuerpo ajeno, envolviéndolo entre sus brazos, con sus alas desplegándose, y como si aquello hubiera sido un llamado, las del ángel también se mostraron en todo su esplendor, cubriendo ambos cuerpos.
Los huesos de los que estaban formadas las alas negras de Yoongi, hicieron sonidos espeluznantes, crujiendo, como si se estuvieran quebrando, para los oídos de Jimin era horroroso, mientras que para el demonio era el sonido de su intento de rodearlos completamente mientras que los envolvía entre llamas oscuras.
Su vista se desvió hacia sus brazos, los cuales tenían quemaduras cicatrizadas donde habían estado aferrados los pulgares de Jimin curando lo que había causado. Él también debería hacerse cargo del daño que provocó, así que buscó el rostro ajeno que seguía queriendo estar oculto entre su pecho, notando lo encogido que se encontraba el ángel, dándole una clara vista del caos que dejó a su paso el arrebato que tuvo segundos antes.
- Jimin lo lamento... no quise.
- Está bien - la voz ahogada del ángel lo hizo tragar duro, veía esa acumulación de lágrimas que tanto amaba provocar en otros, ahora haciendo horrores en esos bonitos ojos - no me lastimó. Me encuentro perfecto.
- No mientas - le acusó sin medir su reproche hacia el actuar contrario, no sabiendo muy bien dónde colocar sus manos, mientras que iba enderezando ambos cuerpos, dejando al ángel sentado sobre sus piernas, este dejándose arrastrar con facilidad, plegando poco a poco sus alas - ¿te lastimé mucho? Sé sincero, no me molestaré si lo eres. Tampoco te castigaré por decirme lo que piensas, por el contrario, soy afecto a eso.
- ¿Usted? - Yoongi sonrió de lado, mientras asentía lentamente, llevando su mano hacia el cabello sedoso del ángel, dudando un poco de sus acciones, sin embargo, sus deseos lo invadieron para terminar acariciando las hebras rubias -. Pensé que los demonios eran los reyes de la mentira y el fraude.
- Eso nos hace valora aún más la sinceridad - la punta de su garra hizo un recorrido delicado por el rostro del ángel, hasta llegar a la barbilla y así hacer que sus miradas se conectara - disculpa por mi arrebato, ¿te asuste? - una negación fue su única respuesta - ¿te lastimé? Dime la verdad.
- S-solo un poco - admitió con un gesto triste. La sonrisa de Jimin le hacía evidente que estaba soportando lo poco o mucho dolor que sus garras habían provocado. Intentó pasar su tacto por esos labios carnosos que lo llamaban a tomarlos, pero el ángel le evitó moverse -. No tiene que contenerse, está bien, me acostumbraré... al dolor - murmuró escondiendo su rostro entre el cuello y hombro de Yoongi, dejándole la vista de la carne viva, abierta y derramando sangre - prometo que puedo soportarlo.
- Jimin - el cuerpo del ángel se aferró a él en un intento de consolarse a sí mismo al no encontrar las características muestras de afecto que esperaría recibir - déjame curar las heridas al menos.
- Así están bien, curarán...
- Lo harán más rápido si me dejas hacerlo.
En un ágil movimiento Jimin se encontraba dándole la espalda Yoongi mientras este
observaba con cierto recelo las heridas abiertas, observó sus garras que aún se encontraban bañadas en sangre divina, tan traslúcida como la propia luz que podía
irradiar el ángel. Las costillas se encontraban expuestas, la mitad de la columna
sobresalía entre la carne rasgada.
El desastre que había dejado a su paso se detenía en el inicio de la última marca de
Jimin la cual ahora se encontraba en un intenso rojo como si se encontrara en un
enfrentamiento entre la parte divina y la oscuridad que comenzaba a morar en el ser
angelical. Las heridas curaban al mismo tiempo que volvían a abrirse, provocando que se desprendieran pequeños trozos de carne, dejando a su paso la exposición de los huesos del ángel.
Eso no podía ser posible, ellos no tenían una estructura sólida que cubriera su interior para proteger algo inexistente; apenas el núcleo de su poder era refugiado entre sus propios poderes, de ahí la razón por la que las lanzas sagradas habían sido lanzadas a su propio cuerpo con el fin de atravesar su propio corazón, logrando atrapándolo entre cadenas divinas.
Jimin era algo que jamás había visto antes, quizá pasar tanto tiempo con los hombres lo había hecho desarrollar una apariencia verdaderamente más apegada a la de ellos, quizá esa era la misma razón para que sufriera tanto.
Yoongi se acercó lentamente, tragando duro, aspirando el aroma dulce de la sangre
ajena, la punta de su lengua se asomó apenas dándole un ápice del sabor que aquel líquido glorioso.
- Quédate quieto, puede doler.
Jimin regresó su mirada por sobre su hombro, para poder tener esos ojos oscuros a la vista. Yoongi se detuvo por algunos segundos al notar que los ojos ajenos estaban húmedos con las lágrimas amenazando con salir, con sus mejillas rosadas y su labio inferior atrapado entre sus dientes, asintiendo hacia él para hacerle saber que lo soportaría, que estaría bien después de lo que intentaría.
- Por favor resiste.
- ¿Puedo tomar su mano?
- Tengo una mejor idea.
Yoongi acercó el cuerpo ajeno al propio, teniendo al ángel en el medio de sus piernas, su brazo rodeó la cintura ajena, haciendo estremecer el cuerpo contrario al tener el contacto que quemaba aún por sobre la túnica que estaba usando. Jimin aún consideraba que era mejor cuando el ángel caído era quien lo vestía con esas extrañas ropas, ya que la tela de la que estaba hecha actuaba como un perfecto escudo, tenía esa barrera protectora, no podía hacerle daño si tenía algo de él.
Su mano buscó el refugio que le brindaba la garra afilada, no importaba que con el simple contacto su piel comenzara a quemarse, sacándole brotes llenos de agua, una manera extrema de repeler cualquier exposición al contacto con un demonio, pero con Yoongi... Él era diferente, era el señor de todo el infierno, aun así su naturaleza lo hacía mantenerse en un limbo, pues no se trataba del primer demonio, aquellos denominados seres infernales nacían de los pecados, se formaban de las almas consumidas por sus acciones.
Yoongi seguía siendo un ángel caído con el poder más grande jamás otorgado. A pesar de ser castigado con el destierro había conservado sus poderes, los cultivó de manera que los utilizó para hacer crecer su reino, con fieles seguidores quienes le tenían respeto por el ser místico que era; tan déspota, lleno de rencor por las acciones de los hombres, a los cuales prefería privar de su libertad para así él consumirlos lentamente.
Los demonios nacidos de Lilith eran mestizos de sangre demoniaca y humana, los esbirros que custodiaban las puertas y castigos eran creaciones del señor de las tinieblas a partir de las perversiones de los hombres, el resto de súbditos habían nacido ahí mismo, multiplicándose entre ellos, siendo de menor rango, pero igual de peligrosos.
Su señor no pertenecía a nada de eso. Él era diferente, único entre el cielo y el infierno...
- Quédate muy quieto, pronto terminará - Jimin seguía mirándolo fijamente, sin titubear, sin dudar de sus palabras, nunca existió una sola gota de incertidumbre en esos bonitos ojos y, sin embargo, esta vez Yoongi se vio conmovido por aquel gesto - por favor no me veas así...
- ¿C-cómo? - su voz ahogada denotaba que estaba conteniéndose de soltar sollozos de dolor. Jimin jadeó sorprendido al sentir la saliva del demonio sobre la carne viva de su espalda, provocándole un estremecimiento, mientras que su cuerpo se tensó hasta hacerlo arquear ligeramente.
- Tus ojos... - se interrumpió a sí mismo cuando notó que Jimin arrugaba su ceño debido al contacto que mantenían, sus garras se estaban encargando de rasgar la carne dejando hilos de sangre como parte de la unión. Estaba funcionando, la marca roja con todos los sellos estaban completos, unidos por sangre, formando un entrelazado irrompible - sí, me siguen mirando de esa manera, juro que me harás caer en el peor de los pecados.
- ¿Y-yo lo haría pecar? - Yoongi asintió aún perdido en la sensación de unión con el ángel, dejándose llevar por el calor que iba tomando posesión de su pecho, esparciéndose desde las alas de Jimin las cuales parecían aceptar de mejor manera su cercanía - ¿cómo sería eso?
Algo latió en el interior de Yoongi mientras que su mirada se perdía en ese mar Mediterráneo que se reflejaba en los ojos ajenos. Quería aferrarse a ese cuerpo, fundirse de una manera en la cual jamás había experimentado, había sido testigo de eso, fue espectador de esos actos bestiales donde dejaban al cuerpo explayarse en miles de sensaciones, aunque él jamás lo sintió necesario.
Satisfacer necesidades inexistentes... con un cuerpo inerte que no le provocaba ningún sentimiento. Hoseok le había mencionado que el tener intimidad con alguien se sentía como experimentar y saborear el propio paraíso, jamás se vio atraído, ni con todas las provocaciones. ¿Qué clase de efecto causaba Jimin para despertar algo distinto?
Emociones iban y venían, memorias compartidas de ambos estando a escasos pasos de distancia, compartir miradas cómplices, para luego perderse en una esfera de dolor.
El siseo que salió de los labios de Jimin fue lo bastante efectivo como para que Yoongi desviara su atención hacia otra parte, sin poder o más bien sin tener la oportunidad de apartarse del contacto con el ángel, quien se aferró a su mano, la cual había vuelto a una apariencia menos aterradora.
- Señor Yoongi - la súplica implícita en ese llamado provocó que el ángel caído se estremeciera, recordando en algún espacio de sus confusas memorias ese mismo llamado, quizá con un nombre diferente, quizá con otros rostros - por favor no me deje solo. Lo prometió, que estaría a mi lado.
- Tienes razón - susurró, tragando duro, dejando suspendida una caricia en los cabellos dorados del ángel, quien cerró los ojos con fuerza como una acción inconsciente - ¿te gustaría que te lleve de nuevo a algún lugar? Sería una manera de disculpa.
- ¿Podemos salir de nuevo? - una murmuración afirmativa fue su respuesta, dejando más que encantando a Jimin de tener una oportunidad para salir al exterior acompañado de Yoongi - me encantaría, pero... - mordió su labio inferior, esta vez sintiendo la incertidumbre recorrerle el cuerpo en un molesto cosquilleo - me dejaría escoger esta vez el lugar.
- ¿Tú me mostrarás el mundo de los hombres? - mencionó con deje de burla y manteniéndose su ceja alzada. El ángel asintió, comenzando a girar en su sitio, percibiendo el escozor de su herida, cosa que le hizo fruncir el ceño, aun así no dejó que eso le impidiera mirar a los ojos oscuros - ¿qué planeas... ángel? ¿Acaso no recuerdas que eres tú quien está desterrado y enviado a sufrir un castigo?
- ¿Teme que huya?
- No - dijo a secas, alzando nuevamente su mano en un intento de tocar el rostro ajeno, cubriendo de inmediato su piel con llamas azules, las cuales dejaron a su paso unos guantes oscuros, permitiendo así poder tener contacto - sé que no te irás de mi lado. No puedes.
El sonido de unas cadenas siendo arrastradas contra el suelo fue lo primero que se escuchó para luego ser reemplazadas por un siseo extraño, acompañado de un silbido que fue escalofriante. Jimin desvió apenas su mirada hacia un lado, notando que se trataba de dos serpientes oscuras como la noche misma, las cuales se arrastraban demasiado rápido, parte de su cuerpo convirtiéndose en cadenas pesadas al entrar en contacto con la piel divina.
Se treparon a su cuerpo, haciéndolo sentir un frío aterrador, la piel lisa lo hizo estremecer, pues en un primer instante esperaba sentir que fuera húmeda, sin embargo, era carente de textura, aun así no temía el sentirlas aferrándose en toda la extensión de sus extremidades, torso, hasta llegar a rodear sus brazos. Yoongi mantenía enrollada la punta de las cadenas en sus manos, utilizando aquello para acercar al ángel, quien no estaba poniendo resistencia.
- ¿Crees que te dejaré?
- Ni aunque estuviera libre de estas ataduras, me alejaría de usted.
Las bestias fieles al señor del infierno aceptaron aquello, convirtiéndose en fuego oscuro, desapareciendo para convertirse en nuevas marcas oscuras sobre la piel de Jimin, las cuales curaron demasiado rápido, como si el propio cuerpo del ángel las absorbiera, justo como pasó con los rastros de sangre, la cual fue consumida por las alas puras del ser celestial.
La diferencia esta vez es que tomaron un nuevo aspecto, mostrándose como un hilo dorado que recorrió brazos, torso, espalda hasta llegar a los sellos con la imagen de la luna, entrelazados finalmente con los hilos de unión que Yoongi había creado. Era perfecto, Jimin estaba siendo el proceso de conversión más maravilloso.
- Llévame donde quieres, Mi Ángel...
Fue un simple susurro contra el oído del ángel, pero causó estragos en el cuerpo de Jimin, sintiendo que una corriente eléctrica lo recorría, haciéndolo suspirar cunado se le brindó la libertad que tanto anhelaba, colocándose de pie bajo la atenta mirada de Yoongi quien de inmediato tomo la mano que le era extendida.
La figura de ambos se vio envuelta en un aura oscura, pero llena de complicidad porque Yoongi mismo dejó a la libertad del ángel tomar el poder de llevarlos a donde fuera. Recabando en los deseos más profundos de aquel ser, utilizando la tentación para siquiera encontrar eso que ocultaba de todos y que era tan fácil para el demonio sacarlo a luz.
El infierno ardió mucho más, si es que eso era posible, porque en el momento que ambos dejaron el palacio, la bola de fuego que los transportó a otro sitio fue tan intensa como sus mismos sentimientos como para dejar una marca en el suelo, paredes y techo. Algo que no pasó desapercibido para el resto de habitantes.
- Parece que alguien está siendo tentado - la voz suave de Lilith hizo presencia en el pasillo donde anteriormente había estado su tan amado señor, junto al ángel desdichado - espero que todo salga tal y como lo deseas.
- Mi señora - alzó la voz uno de los súbditos que llegó de inmediato luego de ver aquel desastre - ¿qué ha ocurrido? ¿Se encuentra bien?
- Perfectamente - su mirada afilada se desvió hacia todos los ojos curiosos que intentaban entender lo que había sucedido -, si no tienen almas por torturar ni hombres por castigar, entonces les daré una tarea extraespecial. Necesito que encuentren y cuiden de mi hijo.
- ¿El mestizo? - se escuchó a lo lejos, con un deje de repudio. Lilith sabía perfectamente que Taehyung no era bien visto por muchos en el infierno, pero a ella no le interesaba, siempre haría que lo respetaran.
- Ese mestizo del que hablas con tanto desprecio, es un príncipe del infierno. Así que sí, todos tienen la tarea de resguardar que nada le ocurra o conocerán la ira de su padre.
Aquel padre se materializó entre las sombras del palacio, enviando a todos aquellos que osaron despreciar a Taehyung aún castigo infernal, sin esperar un juicio más que su propio anhelo de hacer callar a las escorias menores. Hoseok hizo resonar sus pasos, estremeciendo a todos los subordinados, obteniendo una reverencia.
- ¿Llamaste mi precioso lirio del infierno? - habló al estar cerca de Lilith a quien tomó de manera posesiva de la cintura, acercándola a su cuerpo, obligándola a sostenerse de alguna parte de sus vestiduras. Hoseok aspiró sobre la piel de la mujer, lamiendo en su cuello, sintiendo una de sus venas, palpitando -. Me encanta cuando te pones nerviosa.
- Qué tonterías dices, solo me excita que seas tan despiadado cuando se trata de nuestro hijo.
- ¿Acaso no era eso lo que deseabas que ocurriera?
- Siempre sabes lo que quiero - con la punta de su lengua saboreó los labios ajenos, separándose al instante para evitar que el demonio la besara, obteniendo más posesividad por parte de este con un agarre más fuerte que le sacó un jadeo -, aunque por ahora solo debes concentrarte en el cuidado de Taehyung y del infierno.
- ¿Sí? Y eso por qué.
- Nuestro señor le dio la libertad a cierto ángel de llevarlo a un lugar - el brillo en su mirada hizo que Hoseok alzara una de sus cejas -, esto solo puede significar una sola cosa.
- Si es así, esperemos que nadie intente nada estúpido contra él o Jimin, porque si eso ocurre no habrá alma que pueda hacer frente a su ira.
Ni siquiera el propio amo de los infiernos era consciente de lo que estaba por revivir, tampoco estaba en sus planes estar bajo los encantos de un ángel, el cual había sido entregado en bandeja de plato. ¿Había tenido otros planes para esos mil años? Por supuesto que sí, ¿esperaba que Jimin terminara igualmente perdido por él como para rogar por su presencia? En lo absoluto. O quizá un poco.
Sus ojos estaban conectados con los contrarios, la mirada tímida de Jimin era admirada por el abismo oscuro de los de Yoongi quien, encantado por la sensación de libertad, estaba más que gustoso de ir a dónde fueran, no importando nada.
Por favor... espero se me permita este único deseo.
Palabras inocentes que sonaron como eco latente en la mente de Jimin hasta llegar al ángel caído, quién se sintió confundido, ¿acaso estaba intentando cumplir un deseo? Podría jurar que el ángel quería imitar lo que había visto durante esos años, aquella idea de cumplir sus deseos con tentación pura.
Un trato... un intercambio entre el deseo y un pago cruel, pero qué más daba el hecho de cumplir un castigo, quizá Jimin lo comprendió mejor que cualquier alma y probablemente por esa misma razón le fue muy fácil llevarlos hacia el exterior, dejándolos frente a la entrada de una cueva.
- ¿Y esto? - los ojos del ángel brillaban como miles de estrellas en el manto nocturno, sacando a luz esa preciosa constelación de su nacimiento - Dónde nos trajiste.
- Estamos en un lugar olvidado por todos los hombres. Ignorado por todos los súbditos de Dios con el fin de mantenerlo puro, casto, sin romper el encanto de lo que un día fue.
- Suena, extremadamente familiar a decir verdad.
- Lo llaman tener un estado de pureza o virgen, es lo que los hombres llaman ideal para que una mujer conciba hijos de manera correcta.
- ¿Acaso hay una manera correcta para eso? ¿Qué acaso no utilizan el cuerpo para fornicar y de ahí que nazca las pequeñas criaturas que continúan con su asquerosa existencia?
- Sí - afirmó con un leve toque de pesadez, como si aquello le provocara emociones encontradas -. Por eso se le condenó al acto más puro de amor a ser llamado como pecado original, siendo los niños pequeños pecadores para luego obligar a los padres a purgar sus errores en ese niño.
- Como un reflejo del pecado que tienen ellos, es muy fácil hacer que otro cargue con tus errores, sin hacerte cargo. Muy familiar el acto a decir verdad - Yoongi alzó la mirada hacia el cielo, negando ante lo que sus pensamientos le hicieron recordar. ¿Era justo cargar con los errores de otros? -, es un tanto cruel de su parte hacer que todos aprendan a juzgar, ¿no lo crees?
Jimin lo observó con cierta gracia, porque ciertamente él había sido testigo de esos errores que habían sido impuestos sobre él como una carga hacia el poder que había buscado. El señor Lucifer había sido castigado por su atrevimiento, y el ángel al cual intentó proteger para poseerlo se convirtió en un extraño, ajeno a él y con el temor de encontrarse frente a frente. Las consecuencias de sus actos y el poder sin límite conllevaban responsabilidades de las cuales encargarse.
Una brisa fresca se asomó desde la cueva, dejando a su paso un rico aroma dulce, una sensación de familiaridad que invadió a Yoongi quien desvió la mirada hacia Jimin quien se encontraba sonrojado mientras lo tomaba de la mano, aventurándose a ingresar al lugar. Entre pasos lentos fue guiado a ese lugar, donde quizá y solo era una idea alocada, porque su mente le estaba jugando sucio, pero juraba que podía escuchar su propia risa haciendo eco en las paredes de piedra.
El cuerpo del demonio se fue despojando de todas las barreras que lo hacían poder pasar desapercibido entre los hombres, sus cuernos sobresalieron entre sus cabellos oscuros y largos, su piel se tiñó de negro en ciertas zonas como en los brazos, en su abdomen e incluso en el lado derecho de su cuello. Sus ropas se convirtieron en una fina túnica semiabierta que dejaba a la vista las cicatrices de las lanzas divinas.
Se sintió ligero, como si todo el peso de quien era lo dejará atrás en cada paso. No se había percatado que Jimin iluminaba todo a su paso hasta que llegaron a un pequeño lago oculto en la oscuridad, tocando con sus pies descalzos las aguas frías, caminando por estas sin dificultad, dándose cuenta de que no era él quien estaba haciendo todo eso posible, se trataba del ángel conduciendo entre encantos hacia su destino.
- ¿Qué es este lugar? - cuestionó el ángel caído, absorto de todo lo que encontraba a su alrededor, maravillado con la altura de la cueva, la cual estaba repleta de vida en el techo, mientras que el pequeño lago tenía su propio ecosistema brillando, sobreviviendo sin la mano o intersección de nadie -. No estoy muy seguro de que esto haya sido creado...
- Lo hizo solo - murmuró Jimin, deteniéndose en el medio de las aguas tranquilas, las cuales eran perturbadas por las ondas que creaban sus pasos -, nació de la destrucción, de los escombros, de algo que fue originado con otro fin.
- Entonces no fue creado solo.
- ¿Por qué dice eso?
- Jimin, todo tiene una razón de ser, un porqué de su existencia. No importa que esto sea producto de algo, no deja de ser un efecto de las consecuencias del paso del tiempo.
- Pero no por ello deja de ser bello, y propio - Jimin se acercó a Yoongi, quien se tensó ante la repentina acción - yo fui creado con un fin que nunca se cumplió. Me desterraron y me dieron una nueva tarea, para luego enviarme a las llamas del infierno con el fin de cumplir otra orden más. He pasado años a su lado, cambiando, aprendiendo, no soy el mismo. Usted tampoco lo es... jamás será nuevamente lo que un día fue, aunque el resto de ángeles lo vean con repudio.
- Por supuesto que no soy el mismo, tengo más poder que antes, libertad, tengo seguidores y soy...
- Una creación propia - interrumpió Jimin aquel argumento cargado de soberbia, desbordando de orgullo, algo que hizo tensar el cuerpo de Yoongi -. Dios lo creo para ser su mano derecha, su segundo al mando, el más conocedor de todos los arcángeles, ser ese guardián de la sabiduría. Ahora, como usted mismo lo dijo, es libre de ataduras.
Las manos temblorosas de Jimin se atrevieron a rozar las cicatrices en el torso ajeno, las cuales estaban siendo expuestas sin pudor, sin miedos o bien algún sentimiento de repudio por parte de Yoongi, quien se sorprendió que aquellas marcas cosquillearan con el simple roce de los dedos del ángel.
Su piel no ardía, tampoco supuraba veneno para repeler el ser tocado de más, al contrario, se sentía gustoso y buen receptor que esos gestos curiosos, de esos ojos que inspeccionaban con cuidado donde dirigía su próximo movimiento. Jimin percibía aquel toque como miles de alfileres enterrándose en la yema de sus dedos, sin embargo, era soportable, podía sobrevivir a un ataque como ese si con eso se aseguraba de alejarse de Yoongi.
Puedo soportar cualquier tortura de cien años... solo por un segundo de su tacto.
- ¿Continuamos? - susurró tan bajo que ni siquiera el eco de su voz fue capaz de chocar con las paredes amplias de la cueva, la cual poco a poco se iba sintiendo más fría - ¿confía en mí?
- ¿Debería?
- Yo lo hago con usted - sonrió de lado, siendo víctima de un estremecimiento, mientras que sus alas percibían la verdadera entrada al lugar, ardieron un poco, pero no le importó, estaba seguro de que podrían estar a salvo en ese espacio.
- Gran error. Uno muy terrible... - Yoongi se atrevió a acariciar el cabello ajeno, notando que sus garras ya no estaban, su piel dejó atrás las marcas negras, con eso último se aventuró a finalmente tocar la mejilla rosada de Jimin quien suspiró pesado al sentir el tacto frío, sin ningún efecto negativo más que el terror de no volver a tenerlo así de cerca -. Con esas palabras harás que lo que nadie nunca pudo.
El ángel ladeó la cabeza, confundido ante esas palabras, no encontrando una razón de ser. Yoongi tragó lento y la saliva le supo curiosamente dulce, el viento rozando con su piel fue como una caricia delicada, como si miles de pétalos se aglomeraran para dejarle una sensación aterciopelada; Jimin por su parte, esperaba pacientemente a que su señor siguiera hipnotizando con esas palabras acarameladas que le sabían a tentación.
- ¿Qué podría ser eso que un simple ángel como yo lograría en el gran señor del infierno?
- Harás que llegue a confiar en alguien que no sea yo mismo - deseaba romper con la maldición que obligaba a sus propios cuerpos a repelerse, anhelaba sentir el cosquilleo del contacto más como un dulce regalo a sus sentidos y no como un castigo.
- Entonces sígame.
La oscuridad les dio la bienvenida, desvelando a su paso todo lo que había estado oculto durante milenios. Yoongi podía reconocer ciertas marcas en las paredes, los sonidos de choques con espadas aún estaban grabados en los ecos repetitivos, los cuales eran reemplazados con nuevos sonidos.
El agua bajo sus pies se iluminaba gracias a que los peces, algas y algunas otras creaturas que habitaban el cuerpo acuoso reflejaban la luz destellante de Jimin, mientras que Yoongi provocaba reacciones químicas, aportando que los minerales extraños tuvieran efectos distintos, creando una especie de espectáculo visual con ondas luminiscentes en tonos rojos, azules, amarillos y verdes.
Finalmente, se encontraron frente a una cortina de plantas trepadoras de las cuales nacieron flores violetas con el solo toque de Jimin, dejando maravillado a Yoongi quien no sabía que tenía esas habilidades ¿o es que acaso el angel mno tenía miedo a ser descubierto creando vida?
- Qué osado te has vuelto, mi hermoso ángel. Creando cosas prohibidas.
- Estando aquí nada es prohibido, nada se rige bajo los mandatos del Creador, solo... - mordió su labio inferior, atrapándolo en un intento fallido de ocultar una sonrisa, abrazando internamente el sentimiento de emoción al regresar a ese sitio -, esto es, una reacción de la propia naturaleza, un mandato que quedó congelado en el tiempo. ¿Acaso no lo recuerda?
Yoongi no pudo mencionar palabra alguna, mas no se privó de tocar el pétalo de aquellas preciosas flores, las cuales solo se habían mantenido hibernando durante todo ese tiempo, y ahora los estaba recibiendo. La cortina de follaje les acarició el rostro para así abrirse paso a un espacio verde, tan vivo que era imposible creer que aquello abandonado a su suerte podía ser así de hermoso, sin el cuidado de alguien.
La mirada del ángel caído se desvió hacia los pequeños arroyos que alimentaban la vida del lugar, conteniendo en el fondo diamantes brutos, tan brillantes como los que existían en su propia habitación, la cual albergaba un abundante campo de flores del infierno.
- Jimin...
- ¿Recuerda este lugar, mi señor? - las yemas de los dedos de Jimin cosquilleaban con cada contacto que tenían por más pequeño que fuera, sintiéndose nostálgico al ver que los pocos cambios en el lugar eran la abundancia en las flores y la vegetación - ¿sabe en dónde nos encontramos?
No se detuvieron en la conversación, ya que, aunque Yoongi deseaba responder en ese instante, se encontraba más que perdido entre las memorias auditivas que llegaban a él, mientras que Jimin era atacado con recuerdos visuales.
- Desperté aquí, no sé después de cuanto tiempo, tampoco comprendía lo que había ocurrido - Yoongi hizo consciente que en el semblante ajeno existía un dolor profundo, y sus memorias solo le daban flashes llenos de lágrimas del ángel quemándole la piel, ¿era esa la razón por la que las esquinas de los ojos de Jimin tenían marcas oscuras? -. Extrañaba tanto sentirme completo, pero no podía encontrar la razón o eso que me faltaba.
- ¿Cuán largos fueron tus días de dolor? ¿Lloraste por mucho tiempo?
- Supongo que sí... Llegué a suplicar al Creador que me hiciera olvidar ese dolor, que borrara de mi memoria, eso que mi corazón aún lamentaba día y noche - murmuró, elevando la mirada hacia Yoongi esperando que el demonio saliera de ese trance en el que estaba atrapado - aun así lo seguí esperando. Sin saber o sin tener nada seguro, yo...
- Lo hiciste aún después... - calló sus propias palabras, estaba sintiendo demasiado, quería que el retumbar dejara de hacer estragos en su interior, mas se dio cuenta de que aquel repiqueteo no se debía a su propio sentir, se trataba de Jimin, de su propia esencia - tú...
- Señor Lucifer, usted me ocultó en este lugar, ¿no es así? - los ojos oscuros de Yoongi brillaron diferentes, creando un halo de color azul intenso en el iris - yo... creo que recuerdo sentir rencor porque me habían abandonado, no encontraba al culpable, pero recordaba perfectamente pedir y suplicar que no quería quedarme sin... usted.
Y como si se tratara de la peor de las avalanchas, Yoongi fue golpeado por aquella brisa cargada de recuerdos con aroma dulce proveniente de todos los lirios del infierno. Pudo recordar las lágrimas del ángel lastimando su piel, como primer indicio de que algo estaba cambiando en él.
Mientras más encuentros furtivos mantenían con el ángel, su castigo se volvía más duro, obligándolo a mantener distancia con aquello que tanto anhelaba, dejando de importarle el poder, para ahora poner toda su atención en el dulce ángel que se encontraba hambriento de conocimiento.
Qué cruel podía llegar a ser Dios cuando castigaba a aquellos que decía amar, se revelaban en su contra al tener un nuevo ser al cual ser devotos y con el fin de hacerlos comprender una dura lección los obligó a separarse de una forma demasiado cruel. No todo puede de la mano, tampoco podían tenerlo todo, se deben hacer sacrificios y él prefirió proteger aquello que tanto amaba contal, de ser único portador de todo el odio, castigo y torturas.
Jimin podría regresar a tener una vida como un ángel, mientras que él enterraría el amor que había surgido de ellos, el conocer que si estaban juntos podía hacer que su ángel dejara su esencia lo hizo casi aborrecerse. Sí, había sido testigo de la transformación del ser celestial, estaba aceptando esa oscuridad con tal de estar para él, y aun así, prefirió protegerlo de la ira del Creador, cargo con todo el peso de las consecuencias.
Se cegó en su propia locura, nadie le quitaría al ángel capaz de abandonar la creencia de un amor único para entregarse a otro, cambiando para poder estar a su lado, obteniendo cierta oscuridad, la cual él mismo resguardó, esa que ahora ardía en su interior.
- ¿Lo puede recordar mi señor? - suplicó Jimin acunando el rostro del demonio, asustando a Yoongi en el momento que a pesar de que su propia piel quemaba la contraria, el ángel no se retiró - quiero volver a pertenecerle... por favor.
El aliento cálido contrastaba contra el frío del ambiente, el murmullo de las hojas moviéndose al ritmo del viento estaba creando la perfecta atmosfera mientras que Jimin avanzó solo un poco más hacia Yoongi, quien se vio perdido en las sensaciones, apretando sus manos a su propio cuerpo para evitar lastimar al ángel. Él podía soportar el dolor, mas no el seguir lastimando a Jimin.
Los labios pomposos del ángel rozaron levemente los contrarios causando una corriente eléctrica que estremeció el cuerpo contrario, la piel sensible de sus belfos ardió deliciosamente con ese leve encuentro. Jimin jadeó ante la sensación, extrañando aquello, no queriendo borrar el recuerdo de sus besos, lo celestial que se habían sentido.
El retumbar de ambos corazones en el interior de Yoongi hicieron que esté mismo se abalanzara hacia Jimin, comenzando a besarlo, jadeando gustoso cuando su lengua nuevamente probó lo tersa de la piel, los leves puntos de sangre divina con los que podía deleitar sus papilas, la saliva ajena siendo el perfecto escudo para que el ángel no resintiera su tacto.
Quería poseerlo, no solo en alma y esencia, sino también de forma carnal. De manera inconsciente, sus manos se elevaron hacia su rostro para tomar las contrarias que aún se aferraban a él, entrelazando sus dedos, sintiendo el fuego, quemando sus palmas, con la piel deshaciéndose y cicatrizando como si se fundieran en una misma.
- Necesito... - mencionó apenas sobre los labios ajenos, dejando una sensación extraña con la humedad y el calor haciendo estragos en el cuerpo de Jimin - deseo tanto tocarte, que me permitas recorrer tu cuerpo - el gemido de Jimin fue una combinación de dolor y placer al sentir los labios del demonio succionando en su cuello.
La lengua caliente y húmeda del ángel caído se estaba encargando de nublar la cordura de Jimin, porque entre cada sensación de dolor se escondía el cosquilleo del placer; sin embargo, no fue consciente de que una lágrima rodó sin permiso por su mejilla encontrando como objetivo el rostro ajeno.
Yoongi se tomó unos segundos para lidiar con el dolor, dejando su tarea de seguir saboreando la piel ajena, llegando a juntar sus frentes, sintiendo la misma tortura del contacto con sus pieles, obligándose a sí mismo a liberar Jimin de aquello, alejándose en el segundo que el ángel regresó a sollozar.
- Mi señor... - lloró Jimin en vuelto en pánico al ver que se alejaba.
- ¡No puedo tocarte! ¡Deseo hacer y lo único que provoco es causarte daño! - observó con odio sus manos, sintiendo asco ante su propio cuerpo, quería arrancarse la piel quizá en un arranque de locura buscando así dejar de lastimar a Jimin - ¿Acaso esto es un castigo por no recibir el suficiente amor que quieres? - alzó la voz, lo suficiente para hacer estremecer el lugar, mirando hacia el cielo que se ocultaba detrás de las copas de los árboles - deseo tenerte, Jimin. Quiero saciar mi sed de ti.
- Entonces hágalo, yo también lo deseo.
- No podemos - se acercó nuevamente a él haciendo que la respiración de Jimin se contuviera en un jadeo ahogado - lo he intentado todo y nada funciona, siempre que terminas aceptando una parte de mí, pareces cambiar, evolucionando para hacerte más fuerte y así poder repeler mi existencia.
- Podemos seguir intentando, no importa si llega mi tiempo de irme, yo seguiré a su lado, encontraremos la forma de que me quede por lo que reste de mi existencia.
- ¿Eso es lo que deseas?
- Sí.
- Eso será muy difícil de lograr ¿crees estar listo y no arrepentirte de tus deseos? - una negación fue su respuesta, el ángel caído seguía siendo víctima de las emociones, y entre más sentía más grande se hacía la realidad de ser un poco más hombre, un poco menos un ser poderoso, llegando a ser solo él mismo -. Por favor no te asustes.
Jimin asintió apenas, quizá como una respuesta automática o probablemente como único recurso viable para que Yoongi finalmente lo tomara como parte de él, dejando de lado cualquier atadura, esperando que con eso cada recuerdo en las sombras se desvelara ante él porque el ángel sabía, vaya que lo presentía, que existía mucho más detrás de ellos.
¿Era posible que su elección al ser enviado ahí no fuera por casualidad? Y si no había sido una simple decisión de Yoongi si no más bien fue la mano de alguien más que tomó aquella oportunidad para los dos. Una prueba más, algo que demostrara que entre los dos, esos seres celestiales que fueron separados por el sacrificio, ahora tendrían nuevamente su final anhelado.
- Señor Lucifer...
- No - susurró muy apenas Yoongi, mientras sus ojos se mantenían cerrados, frotando su frente contra la contraria en un intento de buscar eso que le diera el impulso de seguir y escuchar a Jimin llamándolo por un nombre al cual ni él mismo reconocía como propio no le estaba ayudando - Jimin...
- Mi... se- Yoongi... - algo en interior del demonio se encendió al escuchar ese balbuceo.
- Dilo de nuevo - suplicó, con las manos haciendo puños al aire - dilo. Dilo. Dilo.
- Mi señor...
- No.
- Yoongi - un jadeo que salió de los labios delgados del nombrado, estuvo cargado de emociones -. Mi Yoongi.
- Mi ángel.
Se alejó dos pasos del ángel, quien se quejó en voz baja, suplicando nuevamente por su cercanía, mas la visión de Yoongi abriendo por completo sus vestiduras lo dejó anonadado, podía observar de mejor manera ese torso marcado entre cicatrices, músculos, marcas negras en formas de llamas que apenas se asomaba en el inicio de las caderas.
Siguió perdido en recorrer cada una de esas marcar hasta que su atención fue atraída gracias a que una de las garras afiladas de Yoongi atravesaron con facilidad el pecho ajeno, siendo su principal instinto el de detenerlo, pero el demonio se veía tan tranquilo con aquella acción que le aterró intervenir.
La mano, con sus afiladas garras, rasgaban todo a su paso, sacándole un jadeo a Yoongi al sentir que finalmente cortaba lazos con eso que debería permanecer en ese lugar, en ese espacio seguro, sin embargo, ahora sería custodiado bajo las alas de alguien más. Finalmente, aquel frasco, el cual había permanecido celosamente en su interior, fue extraído y extendido hacia Jimin.
- ¿Qué es eso?
- Esto es lo que una vez formó parte de ti. Eso que te hacía albergar oscuridad ante la mirada del gran Creador, lo guarde para que no lo descubrieran y así tendrías una vida sin condena.
La mano de Jimin tembló, invadido de incertidumbre, al igual que de duda, al no saber cuán seguro podía ser tomar eso que le era dado, mas aquel frasco que parecía no contener nada peligroso, de pronto se vio envuelto en llamas. Quiso seguir adelante con eso, pero Yoongi fue quien evitó que finalmente tomara el frasco.
- Espera, esto no debería estar ocurriendo.
- ¿Debo beberlo? ¿O introducirlo en mí? Quizá si usted lo hace no reaccionará de esa manera.
- No, esto debería aceptarte a ti... a menos que...
El ángel caído tomó más distancia, endureciendo sus facciones, asustando un poco a Jimin quien no quería romper con el ambiente tan íntimo que estaba creando ambos, pero parecía que eso que incomodaba el interior del demonio lo estaba haciendo colapsar, así como todo a su alrededor, pues los árboles se estremecieron y la fuente de agua que alimentaba todo comenzó a hervir, burbujeando constantemente.
Ante la fija mirada de esos ojos azules, llenos de estrellas destellantes, Yoongi tomó la decisión de ser él quien aceptara aquello, destapando una vez más el frasco, esta vez con la intención de beber su contenido. Acercó a sus labios el filo de la boquilla y empinando apenas el objeto, aquel líquido lleno de la esencia de Jimin resbaló con rapidez hasta tocar la lengua del demonio.
Le supo a años de tortura y sufrimiento, llenos de lágrimas, sangre, cenizas, abandono, junto con un desgarrador sentimiento de rencor. Era la esencia más pura de todos aquellos gustos magníficos, porque si bien era cierto, cuando tomaba un alma como propia, extraía hasta la última gota de dolor, esperando que con eso se purgaran todas sus propias culpas.
La sangre que corría en su cuerpo hirvió en desaprobación ante la nueva esencia, su corazón latía a un ritmo desenfrenado, su cuerpo tembló, sus rodillas flaquearon no logrando mantenerlo más tiempo de pie como era debido, mas su ángel fue lo suficientemente rápido para sostenerlo, tomándolo entre sus brazos.
- Mi señor...
- Estoy bien, solo es cuestión de tiempo. Aún no ha sucedido lo peor.
- Pero está sufriendo - las lágrimas se acumularon en sus ojos y Yoongi no pudo evitar llevar su mano hacia el rostro ajeno, provocando que esa gota cristalina se derramara finalmente por su dedo.
- Tranquilo...
Sonrió de lado, casi como si estuviera pasando el mejor momento de su larga existencia, llevando aquella lágrima divina hacia su pecho, haciendo más fácil el trabajo de abrir el torso, todo bajo la horrorizada mirada de Jimin quien intentaba contener la sangre derramándose, mas el contacto con esta misma lo lastimaba profundamente.
- No, no... mantén las manos alejadas hasta que termine.
Su voz estaba apagada, mientras que en su rostro se mantenía esa sonrisa tan característica de él cuando ocultaba todo frente a Jimin. Su interior era un completo caos entre el frío y el calor infernal que batallaban por mantener el control de él mismo, sin embargo, Yoongi encontró finalmente la manera de ponerle fin a aquello, eso que había aceptado a su ángel ya no le pertenecía.
Así que sin esperar más, cortó las líneas de vida de su propio corazón, sacándole un jadeo, su propio cuerpo se movía intentando seguir eso que estaba siendo extraído de su interior, pues aunque fuera capaz de hacer aquello, nunca podría evitar que lo que le unía a sí mismo fuera demasiado fuerte como para evitar ser despojado. El pánico en Jimin creció al verlo perder ese brillo de vida que segundos antes intentaba mantener, pero en cuanto intentó nuevamente intervenir por él, una exhalación fuerte salió de los labios de Yoongi.
Finalmente, envuelto entre cadenas divinas, y una cobertura de poder, se dejó ver una esfera traslúcida que contenía un corazón; ese que latía con fuerza aun estando fuera del cuerpo de Yoongi, quien aún con la sensación de vacío logró incorporarse lo suficiente y con la ayuda de Jimin, aunque su tambaleante cuerpo no le permitía estar erguido aún conservaba algo de fuerza. Utilizando esa última pizca de vigor que le quedaba fue capaz de extender hacia el ángel el órgano vital.
Era cuestión de tiempo para que su cuerpo reclamara nuevamente lo que le era arrebatado, así que todo dependía de la respuesta de su ángel, quien se mantuvo frente a él sosteniéndolo de los hombros, mientras que el mismo Yoongi buscaba equilibrio sosteniéndose con sus alas débiles y haciendo puños en el pasto verde.
- ¿La aceptas? - cuestionó, sin más, no perdiéndose el miedo de Jimin por no saber muy bien si tomar o esperar. Su mano se alzó, con sus dedos temblorosos, los cuales sentía cosquillear, deteniéndose en el segundo que escuchó los latidos del corazón y una extraña fuera que le pedía tomarlo - Jimin...
- ¿Qué es...?
- Mi corazón, algo tan bello y oscuro como tú, merece tener un objeto tan valioso como él mismo.
No podía creer lo que tenía frente a él, Yoongi se había arrancado el corazón para entregárselo con el único fin de ser aceptado, como si Jimin no lo hubiera hecho antes, pero ahora, con este acto tan puro y devoto, le quedaba más que claro que sus sentimientos eran recíprocos.
El llamado se hacía más fuerte, el viento sopló alrededor de ellos, los pétalos de las flores rojas los comenzaron a envolver en una danza divina donde los protegía de cualquier intruso. Las hojas de los árboles se movieron de tal manera que las copas tupidas abrieron paso a los reflejos de la luna.
Jamás se sintió tan correcto algo como el momento en el que Jimin tomó la esfera goteando de sangre oscura entre sus manos, abrazándola de inmediato como si fuera el mayor tesoro, el cual se le estaba confiando. Bastó ese pequeño gesto para que la luz plateada de la luna se convirtieran en halos rojos, dando paso a que todos los sellos en su espalda permitieran el paso libre del corazón de Yoongi.
Lo había aceptado en cuerpo, alma y esencia pura. Ni siquiera le dolió el hecho de que la esfera se introdujera en su pecho, abriéndose paso con facilidad hasta hacer hogar en un espacio oculto, justo como aquel ángel caído lo había hecho con él. Con el paso de los años sus sentimientos habían madurado hasta florecer en algo recíproco.
- Mi precioso ángel - arrulló Yoongi en el segundo que toda su vitalidad se alimentaba de Jimin, compartiendo una unión fuerte, no privándose de rozar las piernas ajenas, provocando un pequeño sobresalto-, jamás dudé de ti.
Su fuerza volvió a él, mientras que la propia esencia de Jimin corría por sus venas, alimentando su ser, logrando formar un nuevo órgano vital, pero esta vez mucho más fuerte, una unión perfecta entre él y Jimin, siendo uno mismo en el cuerpo del otro.
- ¿Qué ocurrió? - tartamudeó el ángel, sintiendo el latir del corazón en su pecho, mientras que Yoongi podía percibir el desenfreno de las emociones contrarias, era oficial, se habían vuelto uno mismo por decisión y aceptación - mi señor...
- Me aceptaste como tuyo, así como yo lo hice contigo - la mano de Yoongi se alzó, buscando poder tocar al ángel en una prueba definitiva de que aquello había funcionado. Su tacto cosquilleó, sus garras no aparecieron en ningún momento y finalmente sus dedos llegaron a tocar la mejilla cálida - con esto mismo, ahora tú tienes mi corazón, así como yo tengo el tuyo. Así estaré siempre en ti, y tú en mí. Tócame, Mi Ángel.
- Mi señor... - susurró Jimin, sus ojos se nublaban en lágrimas, extasiado de sentir la calidez de la mano ajena en su mejilla, sin dolor, sin tortura, sin un castigo por el cual debían permanecer alejados.
Sí... sí... sí.
Eran las únicas palabras que existían en la mente de ambos luego de no sufrir un gramo de dolor. Jimin se sentía maravillado, porque el calor que posiblemente lo estaría haciendo sufrir ahora formaba parte de su propio cuerpo. La mirada hambrienta de Yoongi no lo abandonó ni un segundo, aun si solo se mantenía rozando el dorso de su mano sobre su mejilla.
- Eres precioso - susurró con voz acaramelada, casi hipnotizante - tan etéreo. Deseo llenarme tanto de ti.
- Por favor hágalo, y cuando se canse...
- Jamás lo haré. Nunca tendré suficiente de ti - la mano izquierda del ángel caído se posicionó en la cadera ajena, apretando con posesividad, apretando con sus dedos la poca carne en ese lugar, estrujando no con el fin de lastimar, sino con el de provocar - sonaré egoísta, pero asumo que tú te aburrirás antes de esta destrucción y caos.
- No lo haré - se escuchaba muy seguro, estaba completamente cegado entre las caricias dulces y la dureza con la que la mano ajena se afianzaba en cada parte de su cuerpo - señor... - una murmuración afirmativa le hizo saber que tenía la atención contraria, obteniendo el más asombroso de los espectáculos, la maravilla de tener a un demonio rendido a su propia existencia.
Dicen que los demonios son feos y deformes, pero lo cierto es que eran los seres más hermosos, perfectos para cumplir con su misión de pasar desapercibido, ser una tentación para quien quiera que sea su objetivo, hipnóticos como la más pura de las drogas.
Cuando Jimin acarició los labios contrarios, fue capaz de sentirse en el mismo paraíso y entre sus caricias perversas, se dejó caer hasta el más profundo de los abismos. Los ojos oscuros de Yoongi se llenaron de estrellas y en el fondo de esa mirada se encontró con el peor de los castigos, un alma torturada que revivía día a día su propio infierno.
Por fuera se veía tan fuerte, pero por dentro, en el interior aún habitaba ese ángel caído, sufriendo en repetidas veces la fuerza del impacto de aquellas lanzas sagradas, clavándolo al suelo, perforando su cuerpo, no con el fin de encerrar lo físico, sino más bien su alma, su esencia seguía encarcelada dando gritos por salir y aun así, con todo ese dolor lo veía con tanta devoción, con tanto amor que Jimin no pudo negarse a no dejarse guiar por él.
Unir nuestras almas para encontrar la salvación...
Brazos fuertes lo rodearon, siendo tan cálidos como el sol de la mañana, ese que con sus primeros rayos calienta apenas las mejillas. Los ojos contrarios se fueron revelando frente a él, perdiendo el oscuro inmenso para mostrarse en un azul mediterráneo, como siempre lo fueron, como siempre debían ser, donde albergaba el universo entero, con estrellas y millones de constelaciones creándose.
Sálveme... sálveme... vengo rendido a sus pies para entregarme de nuevo...
Qué almas tan misteriosas eran los demonios, porque verdaderamente, todo lo que sabía sobre ellos se estaba cayendo a pedazos frente a sus ojos que reflejaban una imagen distinta, con esa sonrisa encantadora capaz de hechizar a todo aquel que se cruce en su camino obteniendo el boleto asegurado al infierno. Jimin no duraría en abordar en primera clase, en la primera fila y si se le permitía a su lado.
Quería ser egoísta, tan egoísta como se lo habían negado a ser en toda su existencia terrenal y divina. Lo anhelaba solo para él, ser solo de él, porque es alma tan misteriosa, mística y única, merecía tener la exclusividad de tener algo que nadie más podría reclamar, no cuando siempre le ha pertenecido, en todas sus facetas.
- Eres mío, Mi Ángel...
- Solo suyo, mi señor, mi devoción está con usted.
Hola personitas bellas, creaturas seguidoras del señor del infierno... regresamos con un cap tan bello que me emocioné en más de una ocasión, sentí cosas de seres celestiales y demonios jeje. Espero lo hayan disfrutado tanto como yo, pronto estaré actualizando, eso espero y si no me surge nada en el trabajo que me interrumpa...
Por ahora me despido de ustedes, espero ustedes estén bien, porque me hace feliz leerlos por aquí y cada que no veo a uno de ustedes digo, ¿qué habrá pasado con esa personita bella? ¿Se aburrió de mí? ¿Estará teniendo un mal momento? Así que les mando bonitas vibras envueltas en llamas rojas del infierno para calentar sus corazoncitos...
Purple hearts personitas bellas, manténgase saludables, duerman, coman, rían, lloren todo lo que sea necesario para sentirse bien... no dejen de ser felices y manden a la oscuridad a quienes les quieran robar su luz.
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