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⊱𝔔𝔲𝔦𝔫𝔡𝔢𝔠𝔦𝔪⊰

El llamado de un ángel siempre sería escuchado incluso por los hombres egoístas que se aprovecharían de esos seres divinos para obtener algo de ellos, pero el sufrimiento de uno solo sería atendido por oídos misericordiosos, esos que no juzgan, de esos que acudirían en su auxilio, y eso fue lo que los llevó a estar en esa cabaña, donde el llanto de un ser celestial les caló en lo profundo de su ser.

Su camino se había desviado de su misión principal debido a tantos ataques y ahora, ambos arcángeles desconocían el paradero de Jungkook. Cada llamado era más agonizante que el anterior obligándolos a cumplir con sus responsabilidades, mientras que sus legiones se encargaban de recabar información.

Llanto. Dolor. Agonía y desesperación ...

Seokjin lo pudo escuchar, pero Namjoon era capaz de percibir el dolor del otro. La escena fue desgarradora, con sollozos ahogados, sonidos poco entendibles y el brillo del aura más pura apagándose. Lo habían encontrado al lado de un cuerpo al cual se aferraba, dejando salir su dolor en un llanto sonoro que lograba estremecer al más fuerte. No podían evitar que el dolor ajeno no les conmoviera.

En cuanto esos ojos casi vacíos y desamparados se conectaron con los de ambos arcángeles, les quedó más que claro lo que haría.

— Tenemos que sacarlo de aquí – fue casi una orden proviniendo de Namjoon, observando con recelo el cuerpo casi destrozado de un demonio, trayéndole a la memoria los años de rebelión en los cuales miles de cuerpos así se esparcían por el suelo —, Seokjin puedes hacer algo...

— Por favor, ayúdenme – suplicó el ángel, observando a Seokjin con la esperanza brillando en su mirada, como dos estrellas destellando en sus últimos estallidos de vida, para terminar apagándose – gran arcángel, se lo suplico. Sálvenlo.

— Sabes perfectamente que no podemos hacer nada cuando uno de ellos muere.

— No lo entiende – negó aferrándose más al cuerpo inerte del demonio, la opresión en el pecho de Seokjin se hizo más fuerte al comprender que existía una especie de relación entre esos dos, una muy fuerte —, solo quería protegerme de él.

— ¿Él? – cuestionó Namjoon acercándose al pequeño ángel que parecía cada vez más débil, con el cuerpo tembloroso – ¿a quién te refieres?

— El otro gran arcángel – tragó duro, estremeciéndose al contener su propia ira, sintiendo que la vida se le terminaba, su existencia pendiendo del hilo débil al cual deseaba seguir atado —... Miguel.

La mirada de ambos arcángeles se conectaron, no comprendiendo aquel comportamiento. Si bien era cierto se habían mantenido alejados de los conflictos, aún mantenían el control de sus legiones, quienes se encargaron de mantenerlos al tanto de los movimientos extraños. Namjoon y Seokjin se concentraron en construir un equilibrio entre sus tareas y la vida que disfrutaban al lado del otro, pero no habían sido informados de que se daría paso a una cacería de demonios o bien que alguno de los suyos hubiera estado en peligro.

Seokjin se acercó aún más al ángel, quien se negaba rotundamente a soltarse del cuerpo del demonio. La sangre oscura no le hacía daño, tampoco el contacto con la piel, y aunque las alas del otro se encontraban bañadas en brea pegajosa, no parecían hacerle daño, más bien lo hacía ver como una protección a algo. Su vestimenta tenía las orillas quemadas, quizá producto de los propios poderes del demonio. Ese líquido espeso debió funcionar para aislar al ángel del calor de las llamas.

— ¿Te importaría explicarnos lo que sucedió?

— Fue muy repentino, de pronto los cielos se abrieron y nos atacaron – su mano tembló en un intento de dejar caricias en el rostro que tanto había atesorado —. Lo protegí de ellos, pero tan pronto como intentó interponerse entre ellos y yo, me apartaron de su lado, me ataron con una cadena – la muñeca del ángel aún mantenía la marca de la quemadura de un castigo divino cumplido —. Dijeron que incumplí con la naturaleza de nuestras especies. No quisieron escuchar cuando intenté explicarles.

Sollozó de nuevo abrazando de nuevo el cuerpo, dándose cuenta de que aquello que siempre se mantuvo en un calor vivo ahora era un simple cajón vacío, no podía sentir el latido ajeno, mucho menos podía percibir ese lado oscuro que lo embriaga constantemente. Su mirada se apagó al mismo tiempo que caía en la cruda realidad de la muerte de su compañero.

— Vamos, te ayudaremos, debes salir de aquí – para Namjoon fue muy fácil poner de pie al ángel, tomándolo del brazo, no obteniendo mayor resistencia.

— Pero... y él...

— No hay nada que podamos hacer con él – la culpa le obstruía la garganta a Seokjin hasta que sintió el apoyo de Namjoon a su lado, a quien vio suplicante por encontrar una solución.

— Existe algo, pero no podemos arriesgarte a ti.

La mano de Namjoon se elevó hasta tocar el entrecejo del ángel, quien cayó en un sueño inmediato, siendo sostenido por el arcángel. No hubo palabras, solo acciones, el tomar el cuerpo inerte del pequeño protector fue un trabajo del cual se ocupó Namjoon y Seokjin no dudó en acercarse al cuerpo del demonio.

— Aún posee una pizca de su vitalidad – susurró Seokjin como un pensamiento en voz alta – ¿qué haremos? ¿Cuál es tu idea de salvarlo?

— Devolverlo al lugar que pertenece, a ambos, pero tendremos que borrar sus recuerdos, al menos los del ángel, para mantenerlo a salvo.

— Eso es muy cruel, no recordará a su amado y él...

— Es un demonio – interrumpió hosco Namjoon a la excusa de Seokjin quien endureció la mirada.

— No importa lo que sea, el amor y la unión entre ellos es fuerte, es lo que lo mantiene vivo. Así que si lo devolvemos al infierno más te vale solo bloquear los recuerdos de ese ángel – Namjoon intentó quejarse, pero se detuvo al notar el semblante serio de su amado, bastando un simple gesto para acallarlo —. Me encargaré de enviar a este ángel con los otros, ha sido el único consciente para decirnos lo que ocurre y no permitiré que le borres las memorias como si se tratase de un error.

Namjoon tensó la mandíbula dejando en manos de Seokjin el cuerpo inerte del ángel para luego con un simple toque bloquear aquellos recuerdos que incluyeran al demonio, para sorpresa del arcángel encontró demasiados años unidos, incluso el último recuerdo de ellos compartiendo esa misma tarde en la que fueron atacados lo hizo retroceder.

— Esto es más grave de lo que pensamos – su ceño se frunció, regresando a escudriñar en su mente compartiendo con Seokjin las imágenes —. Miguel tenía razón.

— Ninguna razón como el amar a tu compañero merece ser castigado con esta atrocidad – Seokjin alejó el cuerpo del ángel, dejando un beso en su frente, sellando sus recuerdos con una protección divina, nadie podría robarlos y estarían ahí tan pronto como se recuperaran ambos – lo enviaré así.

— Seokjin.

— No recites palabras que no son tuyas. Miguel se deja cegar por el deber, tú eres diferente, ¿crees que si esto no fuera contemplado por nuestro Creador no habría intervenido?

— ¿Cómo dices?

— Digo que nada pasa por azar, se le permitió a los demonios acompañar a los protegidos de los ángeles, relacionarse entre ellos y darles libre albedrío de actuar de acuerdo a lo que pensaran correcto.

Seokjin se acercó a Namjoon quien mantenía su cuerpo tenso, con sus músculos marcados, el cuello siendo adornado por esas venas palpitantes, la mirada afilada y esa barbilla alzada como si con eso lograse ganar algo. Un simple roce de la yema de los dedos de su amado fue suficiente para quitar esa máscara de rudeza, relajando los hombros, y soltar el aire, que de seguro ni siquiera era consciente de que lo estaba retenido.

— Llevaremos a este demonio donde pertenece, pero hablaremos con él. Necesita estar al tanto de lo que ocurre.

— Yoongi es-

— Nuestro hermano – el tacto gentil de Seokjin parecía anestesiar cualquier mal, pero solo se trataba de su propio don, ese que le fue brindado para evitar las riñas innecesarias en aquellos que comparte un vínculo —, debemos advertirle, lo que Miguel está haciendo.

— Y quién se encargará de decírselo a nuestro Padre – su amado elevó la comisura de sus labios y no hubo necesidad de palabras para hacerse entender – así que quieres que Yoongi enfrente su propio destino.

— Tengo la ligera sospecha que ese pequeño ángel enviado a sus garras no fue una simple casualidad.

Enviar el cuerpo de un ángel hacia el cielo fue tarea simple, pero en el momento que intentaron tocar al demonio les fue casi imposible. El único que logró moverlo fue Seokjin, asumiendo que aún poseía algo de la vitalidad del otro ángel. Namjoon no tardó en envolverlo en una especie de cápsula, esas mismas que utilizaron en el pasado para encerrar a todos los demonios que osaban atacar los cielos.

Namjoon los llevó al único lugar que conocía como la entrada principal del infierno, esa orilla del Mar Rojo, en la cual cumplió su deber de proteger a la verdadera primera mujer. La madre de los demonios, la reina de la lujuria y la encargada de hacer pagar a todos los pecadores que se atrevían a lastimar a una mujer embarazada, a esos que herían a los niños llevándolos a la locura.

Estaba completamente convencido que las puertas del infierno se abrirían para el demonio enjaulado en cuanto estuvieran cerca; podían ser una especie barbárica, algo tosca y cruel, pero jamás ignorarían a uno de los suyos, siempre tomarían represalias con cualquier excusa posible. No estuvo tan equivocado porque muy pronto el aroma a azufre se hizo presente, combinado con el olor característico de la sal y arenas del mar.

La figura de Hoseok acompañado de otros demonios los rodearon fue lo que le dio la certeza de que podrían obtener la ayuda que buscaban.

— Vaya, miren lo que ha traído el mar a nuestras puertas – los pasos de Hoseok dejaban muerte en su camino, el agua se pintó de negro, los peces comenzaron a flotar y parecía que el resto de demonios estaban gozando aquel acercamiento porque se veían un tanto ansioso por estar en el exterior – ¿A qué debemos el honor de verlos?

— Queremos hablar con él – demandó Namjoon, haciendo que la urna con el demonio se acercara para dejar a la vista su contenido, obteniendo jadeos y siseos molestos —. Esto no es obra nuestra, pero hemos encontrado a muchos de los nuestros en este mismo estado y otros no han corrido con la misma suerte de estar con vida.

— ¿Y esperas que amenazando con un rehén sedamos a tus peticiones? – espetó Hoseok, hinchando su pecho, aumentando el tamaño de su aura oscura, una que hizo estremecer a ambos arcángeles —. Los ataques no se han detenido de un tiempo para acá, siempre sin una razón y ahora aparecen ustedes con uno de los nuestros en sus últimos alientos de vida.

— Por favor, solo queremos salvarlo – suplicó Seokjin ganándose más de una mirada incrédula tanto de los demonios al frente como de Namjoon quien no podía dejar de adorar con devoción lo maravilloso que era su amado —, tenemos información sobre los ataques.

— Primero entreguen a nuestro hermano – uno de los demonios se atrevió a exigir aquello, obteniendo la aprobación de todos para que se cumpliera.

— Lo hemos traído con el fin de hacer un intercambio, queremos que viva, pero también queremos se cumpla nuestra petición – la mirada de Namjoon fue severa, esperando una respuesta de Hoseok, quien no tardó en encogerse de hombros y alzar apenas la comisura de sus labios.

— Entonces tendrán que acompañarnos.

En un chasquido de dedos, la urna con el demonio desapareció envuelta en llamas. El agua del mar comenzó a agitarse en olas salvajes hasta retraerse hacia las profundidades. El suelo submarino tembló, se agrietó y comenzó a retumbar, obligando a los arcángeles a tomarse de la mano, el gesto no pasó desapercibido por Hoseok, quien sonrió de lado reconociendo que algunas cosas no cambiaban solo se transformaban en lo que siempre debió ser como la relación de su señor con ese pobre ángel.

Las aguas del Mar Rojo abrieron paso en una explosión a una entrada extraña de la cual Namjoon no estaba enterado ¿Era esa misma por la que hicieron desaparecer a Jimin cuando se lo llevó? Los corales muertos adornaban alrededor del arco que se alzó frente a todos, lo hacía parecer escalofriante; los demonios que acompañaban Hoseok se colocaron detrás de ambos arcángeles, empujándolos cuando no se movieron con rapidez, fue un simple movimiento, pero Namjoon no perdonaría una agresión a Seokjin.

Tomó por el cuello a uno de esos seres oscuros quien le sonrió amplio, pasando su lengua larga por sus colmillos y labios, salivando extasiado ante el tacto. No estaba evitando ser castigado de esa forma, en vez de eso deslizó sus manos lascivas por el brazo de Namjoon con el fin de provocar la ira del arcángel, obteniendo lo deseado.

— Eso es... siempre quise saber lo que se siente tener un arcángel.

— ¡Ya basta! – un látigo dorado se enrolló en el brazo de Namjoon, mientras que Seokjin buscaba alejar a ese ser oscuro, tomando una daga sagrada para cortar la extremidad. El grito agónico del demonio no perturbó a los arcángeles, tampoco al resto de compañeros, quienes fueron detenidos con un simple gesto de Hoseok – aleja tu asquerosa existencia lasciva de él – aléjate de él o lo próximo que ruede por el suelo será tu cabeza.

El demonio se retorció, sosteniendo su extremidad amputada, quejándose continuamente por el sello divino que había dejado Seokjin en la herida abierta, no permitiendo que se regenerara. El arcángel tomó la mano de Namjoon, avanzando tan rápido como le era posible arrastrar el pesado cuerpo contrario.

Hoseok se limitó a sonreír y agitar la mano para hacer desaparecer al demonio menor en una llamarada entre gritos y sufrimiento; estaría bien con una dosis de descanso, aunque se sentía más que intrigado por el actuar de Seokjin, se decía que entre todos los arcángeles, este era el más calmado de todos, ¿acaso el amor lo hacía un ser irracional e irascible?

Le parecía divertido aquello, aunque no podía disfrutar más de ese momento, pues debía apartar a todos ante la entrada de esos dos arcángeles al infierno. Eran los únicos seres divinos que podrían entrar a ese reino, así como en el caso de los demonios solo los pertenecientes al destierro podían tocar de nuevo el cielo, porque aunque ahora eran herederos y príncipes de las tinieblas, una vez fueron ángeles a los ojos del Todopoderoso.

— Mi señor – una voz tenebrosa los recibió en la entrada, proveniente de lo que parecía una criatura deforme, con cuerpo amorfo, con tres brazos, una pierna y la piel cubierta de una brea oscura, junto con colmillos afilados – ¿A qué debemos el uso de esta entrada?

Los arcángeles vieron con asco cómo la saliva tóxica del demonio escurría por las comisuras y a través de los espacios entre sus dientes. Los veía como si se trataran de la próxima comida sustanciosa. La respiración se le agitó y entre más inhalaba se volvía cada vez más grande, cambiando el tamaño de su cuerpo.

— Trae con usted una carga importante.

— Son los hermanos de nuestro señor, así que no los molestes – con un simple gesto de Hoseok la criatura se encogió hasta disminuir su tamaño, gruñendo y refunfuñando al verse sin posibilidad de meterse con los arcángeles —. Necesito que los dejen pasar por esta puerta, no como exiliados, sino como invitados, conoces las reglas.

— Todo ser celestial poderoso que tiene intenciones oscuras será bienvenido – se relamió la boca para saborear la saliva que aún escapaba por sus dientes, deleitándose con las intenciones de ambos arcángeles.

— Nosotros no tenemos ninguna intención oscura, solo queremos hablar con Yoongi – reclamó Seokjin al sentirse ofendido por lo que escuchaba.

— Quizá no seas consciente – Hoseok le miró burlón —, pero los demonios tienen el don de conocer las intenciones de cualquiera, se alimentan de las más oscuras y disfrutan haciéndolas crecer, estos en particular son como drogadictos, hacen aumentar más esas ideas internas.

— Hoseok – le advirtió Namjoon con voz autoritaria – estamos aquí con un solo propósito.

— Muy noble a decir verdad, aunque no deja de ser algo cuestionable para su propia naturaleza correcta – la mirada de Hoseok barrió por todo el cuerpo de Seokjin quien se sintió confundido al tener tanta atención del demonio. Para los ojos de un ser del infierno era muy fácil observar las marcas del pecado en los hombres, así que le parecía extraño encontrarlas en ambos cuerpos.

— ¿Qué tanto observas? – inquirió Namjoon colocándose frente a Seokjin, evitando que fuera observado de manera obscena.

— Es curioso que los grandes arcángeles posean tanta libertad para tomar sus propias decisiones.

— El uso de la libertad de manera correcta no es un pecado – Seokjin intentó salir del refugio que representaba el cuerpo de Namjoon, pero este lo detuvo, no utilizando la fuerza, sino más con su propio lenguaje corporal —, no hemos hecho nada malo.

— Las marcas en su cuerpo de lo que el creador consideraba impuro en tiempos ancestrales no dicen lo mismo. Namjoon, esto es solo obra tuya o caíste por sus encantos.

— Basta Hoseok.

La sonrisa amplia del demonio fue solo un gesto cargado de altanería, satisfecho por haber alterado un poco a quien en un inicio había sido el cuidador de su amada. En propias palabras de Lilith, el arcángel era alguien demasiado correcto, jamás dejando que sus encantos lo distrajeran de su labor, aunque todo quedaba muy claro con el hecho de que su corazón se encontraba más que prendado de ese bonito arcángel protector del amor y las relaciones.

Avanzaron por uno de los caminos menos transitados, ese que su adorada Lilith había adornado con miles y cientos de lirios del infierno, tan rojos como la sangre que derramaban los pecadores, alimentadas por el sufrimiento de las almas, aunque había una buena parte que eran de Taehyung. Ambos arcángeles se taparon la nariz al sentir el aroma fétido del azufre de las flores cuando pasaron a su lado.

Definitivamente, no eran bienvenidos en el infierno, solo eran visitantes, simples seres que no estarían más de lo necesario en ese lugar. Todo quedó más claro cuando los muros del palacio del infierno se aparecieron frente a ellos, clara señal de que el propio lugar del sufrimiento los quería fuera, lo que sea que desearan hacer, debería ser rápido.

— Este sitio, ¿lo hizo él? – la voz de Namjoon estuvo cargada de sorpresa, no esperaba aquel espacio alzándose de esa manera – quiero decir, parece menos-

— ¿Aterrador? Verás, cuando Yoongi salió de su castigo, el propio infierno lo recibió con los brazos abiertos – entraron al palacio y todo el calor y sufrimiento fue reemplazado por un frío desolador, algo que provocó que Seokjin se ciñera al cuerpo de su amado compañero —. Durante algunos cientos de años solo podíamos escucharlo gritar desde el fondo del infierno. Su sufrimiento fue formando cada nivel de este lugar...

Sí, quizá la caída del ángel más hermoso y querido por Dios había provocado que todo ese sitio creara anillos en representación de los niveles en los que fue enterrado en el suelo con el fin de aprisionarlo, pero cada vez que se liberaba de las lanzas sagradas un nuevo espacio se iba formando. Los niveles más bajos estaban destinados para las almas más oscuras que lo acompañarían en su castigo, dejando a las menos culpables en la superficie.

Yoongi salió de ese agujero no como el guerrero que estuvo al frente de una rebelión, sino más bien como una imagen de un guerrero con cicatrices sangrantes, sosteniendo su espada y empuñando una lanza, la cual había utilizado para sostenerse de pie. Se hallaba débil, pero con la cabeza en alto, y eso fue sinónimo de vítores por parte de todos los que le esperaban.

— Al salir de ese fondo oscuro, todos nos inclinamos ante él y el propio infierno encontró a su rey – parecía que hablaba con orgullo, no era para menos ¿quién podría soportar milenios en una tortura infinita para luego vencerla y liberarse a sí mismo? —. En fin, este palacio solo alberga a sus súbditos más allegados, y visitantes especiales.

Los miró por sobre su hombro, encontrando la imagen de ambos arcángeles más que perdidos en la belleza de la oscuridad. Los detalles eran escalofriantes, pero no dejaba de ser algo digno de admirar. Gigantescas cúpulas se alzaban en las intersecciones de los pasillos, en cada una encontrando inscripciones en lenguas antiguas.

Al llegar a la sala principal donde los recibiría Yoongi, ambos, tanto Namjoon como Seokjin esperaban un lugar digno de la egocéntrica actitud del demonio, pero solo se encontraron con un espacio vacío, oscuro, que poco a poco fue cambiando. De las paredes comenzó a brotar un líquido extraño que se derramó en el suelo hasta formar pequeños cauces de agua cristalina, dando vida a la tierra infértil, recubriéndola de musgo.

Una que otra planta trepadora hizo hogar en las paredes, revelando flores blancas de fragante aroma, dando un ambiente distinto como si fueran bienvenidos los arcángeles. La vista de todo aquello era desconcertante, pero no para Hoseok quien ya esperaba tener a la vista al causante de todo eso, aunque siendo sincero no creyó ver que detrás del pequeño ángel de cabello dorado se encontraría Yoongi.

— ¿Por qué tan tímido, mi dulce ángel? – arrulló Yoongi, alzándolo en brazos, sacándole un grito agudo que desconcertó aún más a los arcángeles —. Solo se trata de mis queridos hermanos – se burló de ambos al verlos boquiabiertos —. No te harán daño y tampoco te alejarán de mí.

— Es que son... los grandes arcángeles.

— Y tú, el ángel del rey del infierno, ¿quién crees que es más poderoso? – sonrió con arrogancia al lograr sonrojar a Jimin, quien se sintió extrañamente cohibido —. Tu posición te hace incluso más poderoso en cuanto a mandato que a ellos aquí o en el cielo.

Un carraspeo llamó la atención de Yoongi. El demonio rodó sus ojos al notar que ambos hermanos intentaban mantenerse con una actitud impasible sin lograr ocultar lo incómodos que podían sentirse, ¿es que acaso era tan extraño o raro de creer que él podía ser así?

— Yoongi – Namjoon fue el primero en salir del asombro, acercándose unos cuantos pasos hacia él, no ignorando la escena que tenía frente a él. Era el demonio mayor tomando de manera delicada al ángel enviado para cumplir castigos, un ser que debía estar siendo torturado, ahora era objeto de obsesión de Yoongi – ¿qué es todo esto?

— Bueno, a Jimin le parece gustar más un ambiente que le recuerda el pasado, este lugar suele ser un reflejo de ti mismo, de tus anhelos o tus propios demonios – sonrió de lado al ver que Hoseok reía burlón, pues hacía 500 años ese lugar era tan oscuro, frío y desolador, era asombroso lo que un pequeño ángel lograba cambiar —, pero la pregunta aquí no es acerca del palacio imagino. ¿A qué han venido?

— Dices que no sabes lo que está pasando allá arriba – cuestionó Seokjin, entrelazando su mano a la de Namjoon, llamando la atención de todos —. Trajimos a uno de tus demonios que se encontraba muy herido.

— Lo sé – mencionó a secas el señor del infierno apretando el cuerpo de Jimin al propio, decidiendo que sería mejor dejarlo en un sitio más cómodo. Alzó una de sus cejas al notar que su silla había sido reemplazada por lo que parecía ser un lecho de plumas oscuras, plantas y musgo – ¿Mi silla también?

— No es mi culpa, usted dijo que podía cambiarlo como deseaba – sus palabras fueron silenciadas por un roce delicado en sus labios mientras su cuerpo estaba siendo colocado en el lugar – ¿me perdona?

— No hay nada que perdonar, aunque habría adorado que te observaran con más respeto desde mi silla, el trono del infierno en cuál solo tú podrías sentarte – el rubor en las mejillas de Jimin se debía a dos cosas. Las palabras de su señor y la mirada curiosa de los arcángeles – ahora, por favor, mantén la calma y déjame hablar a mí.

— Okay.

Giró en su sitio, observando de manera fría a todos, esa luz diferente en sus ojos con el destello del cambio de su color azul mediterráneo a los característicos ónix fue un tanto impactante para el resto. Con su rostro tenso, tal como siempre se había presentado al resto y no era para menos, estaba frente a su fiel seguidor y dos de sus antiguos hermanos.

— Dices que han traído a uno de los míos hasta acá, aunque eso parece una simple excusa, algo diminuta y poco creíble. Namjoon, pensé que recurrirías a otras alternativas para encontrar la entrada al infierno.

— Jamás permitiste que lo hiciera.

— Y con toda la razón – se acercó en unos cuantos pasos largos, quedando tan cerca del rostro ajeno que incluso podían compartir el aire del otro – ¿crees que habría dejado entrar a un traidor a mi reino sin una buena razón?

— Conoces muy bien mis motivos, respecto a ese tema – la mano de Namjoon se aferró más al agarre de Seokjin —, me necesitaba para protegerlo.

— Dejando desprotegido al ser que prometiste cuidar, aun sabiendo que las persecuciones hacia ella eran más que injustas.

— Lilith no estaba sola, jamás lo estuvo.

— Tiene razón – interrumpió Hoseok, haciendo que ambas miradas cayeran sobre él —, si no hubiera sido por su cobardía y lealtad a tu amado, yo no habría estado junto a ella.

Yoongi bufó bajo, alejándose dos pasos de ambos hermanos, sintiendo una extraña caricia en su cuerpo que lo obligó a mirar hacia atrás donde se hallaba Jimin, observando todo a la distancia. El señor del infierno entrecerró sus ojos, comenzando a percibir algo en el ángel que no se había rebelado ante él con anterioridad.

Su ángel tenía una especie de control hacia él, no uno como el que obligaba a un cuerpo a hacer la voluntad de alguien, más bien se trataba de uno que se adentraba en tus más profundas intenciones.

— Podemos dejar de discutir por el pasado y concentrarnos en el presente – la voz de Seokjin fue casi aterciopelada, colocándose entre Yoongi y su amado —, hermano, ha pasado mucho tiempo. No te veía desde hace muchos milenios, la última vez fue algo desagradable, tanto así que ambos nos sentimos mal de que fuera un encuentro tan corto e interrumpido por Miguel.

— ¿Encuentro corto? Dilo por ti, hermano – soltó una risa aireada, tomando más distancia de ambos arcángeles —, ese amado tuyo siempre me visitó solo para hablarme de ti, de lo hermoso que eres, lo débil que era para acercarse a ti y su impotencia de no poder meterse en tu corazón. Un completo cobarde con todas las letras, jamás cayó en mi tentación de acercarse a ti.

— No soy un cobarde por respetar la distancia y el respeto con Seokjin – reclamó de inmediato Namjoon, no tolerando la actitud altanera de Yoongi y su intento de avergonzarlo frente a su amado.

— Supongo que por eso tuve que dar el primer paso y así afianzar nuestro vínculo, de una manera más fuerte – negó levemente, sonriendo divertido. Quizá Miguel le había advertido que Yoongi era el mismo de siempre, pero eso era algo que no le molestaba en lo absoluto, por lo que se atrevió a acercarse hasta él y tomarlo de la mano, obteniendo una reacción tensa —. Yoongi escúchame, te lo suplico, algo malo está ocurriendo y no hemos encontrado la razón de lo que sucede.

— ¿A qué te refieres? – quiso quitar su mano del agarre, pero solo logró que el arcángel le tomara con más fuerza.

— Tanto ángeles como demonios han sido atacados, no hemos podido encontrar alguno que nos diga la verdad de lo ocurrido hasta hoy – desvió su mirada hacia Namjoon quien asintió para darle ánimos de seguir hablando —. Encontramos una pareja, demonio y ángel protector. Los atacaron...

— No dudo que haya sido por culpa del ángel.

— No entiendes – alzó la voz y con eso mismo apretó más agarre en su mano, logrando que Jimin se pusiera de pie, estando curioso de todo, acercándose y colocando su mano en el cuerpo tenso de Yoongi —, ambos estaban compartiendo un vínculo.

— ¿Estaban enamorados? – cuestionó Jimin, logrando que Yoongi le mirase por sobre su hombro, ¿en qué momento había roto la distancia? Seokjin se concentró en responder a la pregunta dando una afirmación murmurada —, eso es una violación a las reglas – la mirada del ángel cayó, aunque no por mucho tiempo, pues la mano libre de Yoongi le alzó el rostro.

— Es por eso que temías que dejáramos el Edén...

— Los ángeles y demonios deberían ser enemigos por naturaleza – agregó Namjoon con un tono plano que intentaba ocultar su nerviosismo ante la cercanía del ángel y Yoongi —, los demonios serán exterminados y los ángeles castigados cuando alguno de ellos incumple esta regla.

— ¿Por qué? Acaso está mal que se unan – murmuró de manera sarcástica Yoongi, recibiendo un asentimiento de los tres —. Es irónico que al ser un Padre de amor evite que ciertas especies se vinculen con otras.

— Lo hace incluso con los mismos hombres. Aunque solo es por la naturaleza, las uniones de ambos es imposible, imagina un demonio y un ángel, ¿qué saldría de eso?

El estremecimiento que percibió en su pecho no provenía de él, sino más bien de Jimin quien tomó distancia. Si bien era cierto en tiempos ancestrales la creación de los ángeles corría por cuenta del Creador, ahora era sabido que las parejas de ángeles para el nacimiento de nuevos seres celestiales eran llevadas a cabo por decisión de Dios, unirlos y bendecirlos para que de ambos se formara una versión con lo mejor de los dos.

Un demonio poseía dones oscuros y un ángel todo un ser de luz con dones que llevaban a poderes diferentes, la unión de ambos para la creación de un nuevo ser era imposible, de hecho sus propias naturalezas repelían la parte del otro. Esos conocimientos los tenían pocos, aunque si todo aquello estaba ocurriendo por las uniones, entonces todo debía ser obra de un solo arcángel.

A ojos del gran juez del cielo siempre existiría una mala razón para que ocurrieran ciertas cosas, lo invadía la ira y actuaba de manera irracional. Estaba exterminando las parejas vinculadas porque eso dejaría al cielo sin ángeles que poseían grandes dones para compartir. Los demonios eran posesivos y una vez unidos siempre pelearían, por eso que reclamaron como suyo.

— Así que las muertes de todos mis demonios y esos ángeles han sido provocados por Miguel – mencionó sin más Yoongi, logrando que Jimin se abrazara a él —. Esto no parece algo sin intención, parece que quiere llamar mi atención.

— No sabemos por qué, pero quizá esté enterado de eso – señaló Namjoon hacia la inusual pareja de un ángel y el señor del infierno – puede que estemos equivocados, o no.

— Si eso es así, entonces debería hacer una visita a mi hermano o bien a su Padre, ¿no lo creen?

— Mi señor – suplicó Jimin halando de su mano, obligando a Yoongi a encararlo – no lo haga, es una trampa, lo lastimarán en el momento que llegue.

— Prefiero mil veces que me hagan algo a mí y no a ti, o en su defecto a todos los que me sean leales. Aunque no me importaría dar el infierno para mantenerte a salvo.

Los jadeos de Seokjin y Namjoon hicieron eco en la sala, haciendo que Yoongi desviara su atención hacia los arcángeles que se sostenían el pecho. El infierno comenzaba a expulsarlos de ese lugar, no pertenecían ahí, les había permitido estar por un tiempo determinado, pero era momento de sacarlos.

— Jimin, escucha – le acunó el rostro, mientras esté negada intentando evitar que sus lágrimas salieran – quédate aquí, mantente a salvo con Hoseok. Arreglaré esto.

— No lo permitiré, me prometió que estaríamos a salvo aquí.

— Jamás dije que yo no arriesgaría mi propia vida para hacer que los cielos ardieran, incluso si el fuego del infierno se apaga, mi amor por ti no me permitiría existir sin ti.

— Lléveme con usted, ellos quieren ver un ángel torturado, mostremos eso... una imagen de mí con un castigo tan duro que no haya duda.

— Verán en ti tus recuerdos – habló Namjoon quejándose bajo por el calor y ardor en su cuerpo – debemos evitar que Miguel te haga daño, él intentará justificar sus actos con que Yoongi faltó a su palabra.

— Libere las almas que prometió – pidió Jimin, obteniendo una negación de Yoongi, el ceño del ángel se frunció en molestia – ¿por qué no?

— Es parte del trato, mil años de sufrimiento por el pago de esas mil almas.

— Podrías entregar la mitad – Seokjin intentó apelar a la idea de Jimin, podía ver el amor entre el ángel y el demonio, aunque Yoongi se veía más comprometido en protegerlo – sería dar un pago para que disminuya la cacería de los tuyos.

— Esto no es obra del Creador, es solo de Miguel, sería más fácil si ese engreído bajara para conversar, pero sé muy bien que lo está dejando hacer su voluntad bajo algún concepto extraño.

— Si quieres arreglar las cosas con Miguel, entonces te acompañamos – los arcángeles se tomaron de la mano, asintiendo hacia Yoongi, aunque este les viera con una mirada divertida —, permite que te ayudemos o te protejamos.

— No seré yo quien necesite eso, no mientras él se encuentre a salvo – dejó un beso más en la frente de Jimin antes de desaparecer de su lado para colocarse junto a Namjoon y Seokjin —. Hoseok, mantenlo aquí.

El ángel negó frenéticamente, intentando ir hacia él, pero Yoongi no lo permitió, pues ni bien notó que amagó con moverse de su sitio donde lo había dejado más que confundido, se envolvió en una cortina de humo y ceniza junto a sus dos hermanos. Desapareciendo ante la mirada de Jimin quien dejó salir un grito desesperado ante la impotencia de no poder hacer nada al respecto.

— Todo estará bien – le intentó consolar el demonio, no logrando aplacar sus sollozos altos —, no tienes que temer por nuestro señor. Además, lo único que busca por ahora es sacar a esos dos hermanos suyos y llevarlos como carnada hacia el exterior.

— ¿Con qué fin?

— Sabe que el arcángel de la guerra lo está buscando y el saber que desaparecieron Namjoon y Seokjin era su oportunidad de atraerlo.

— Es una trampa.

— Lo sabe – le concedió sin ningún remordimiento, aun si el ángel apretó sus puños provocando que todo comenzara a arder en llamas —, el hecho de que lo quieran exterminar no es algo nuevo.

— Pero eso no es justo, no ha hecho nada.

— Y por eso mismo te eligió a ti. Porque sabe que aun con sus pecados del pasado no lo juzgas, aun con toda la carga que tiene, conoces su ser – colocó su mano en el pecho del ángel provocando que las llamas se ahogaran con el propio jadeo de Jimin – justo aquí con tu corazón, el de ambos latiendo el mismo tiempo, su único fin ahora es protegerte.

La sola idea de tenerlo tan lejos, arriesgándose a un encuentro prematuro le carcomía el ser, ni siquiera intentando obligarlo a regresar obtenía lo que deseaba, aun si su espalda ardía con las marcas de la luna, todo eso era en vano porque parecía que todo jugaba en su contra para mantenerlo a salvo a él y no a Yoongi. Se dejó guiar por Hoseok, quien le invitó a ir con los demonios que estaban heridos, dándole una luz a Jimin. Quizá si ayudaba a sanar a todos esos seres, entonces obtendría cierta libertad.

Esperaba no necesitar huir al encuentro de Yoongi, solo deseaba que no le hicieran daño y tampoco ocurriera lo que estaba imaginando.

El retumbar de las paredes en el palacio, detuvo los pasos de ambos con Hoseok maldiciendo por lo bajo ante lo que estaba ocurriendo, aunque su amada le había advertido, esperaba que no se hiciera notar la presencia de Taehyung con su invitado especial.

— ¿Qué está ocurriendo?

— Solo es tu preciado protegido recobrando su vitalidad, no te preocupes, estoy seguro de que muy pronto lo tendremos de vuelta.

— Y podrá quedarse aquí.

— Me temo que sí – gruñó Hoseok, siguiendo con su camino, teniendo a Jimin corriendo detrás de él.

— ¿Eso es malo?

— Bueno, eso lo decidirás tú cuando lo veas de nuevo.

Se detuvo por unos segundos para comprender esas palabras. Observó hacia el pasillo por donde había llegado a la sala en la que se reunieron, le había parecido algo extraño el humor de Hoseok, siendo que antes se veía más abierto a su compañía y parecía que la incomodidad radicaba en el hecho de que Taehyung y Jungkook estaban encerrados en un mismo sitio.

Intentó confiar en que ese demonio mestizo no le haría daño a Jungkook. Lo había protegido todo ese tiempo, pudo ver en las memorias de ambos que tanto el demonio como el ángel estaban al tanto de que eran perseguidos, cuidándose mutuamente para que la naturaleza del otro no fuera revelada a algún hombre o bien ante el resto de seres del infierno o del cielo.

Otro retumbar hizo temblar las paredes, atravesando los pasillos largos, poco iluminados, envueltos en un aura oscura hasta llegar a los techos altos, se podía respirar un aire pesado cargado de muerte e ira. La puerta gigantesca, que se hallaba en uno de esos pasillos, resguardaba uno de los tantos secretos más recientes. Los intrincados relieves junto con la protección era lo único que separaba a todos de conocer lo que ocurría en el interior de esa habitación.

— Tienes que alimentarte – alzó la voz Taehyung, con su mirada llena de reproche, cargando en sus manos la bolsa de sangre y las agujas – esto te ayudará a recuperarte.

— Hyung, ¿es necesario?

— Sí – el ángel desvió la mirada, sopesando la discusión en la que se habían sumergido. Taehyung avanzó hacia él, tomando la mejilla pálida y algo fría, haciendo que lo encarara – comprende que esto es lo que te ha mantenido con vida después de la estupidez que hiciste.

— No lo fue para mí.

— Ya lo sé – el temblor en el labio de Taehyung le dejó en claro al ángel que hablaba en serio, no estaba desacreditando lo que había hecho, tampoco lo hacía de menos, como quizá se habría comprobado en sus primeros años de convivencia —. Entiende que la sola idea de perderte me destroza, ¿por qué no me impediste seguir bebiendo de tu sangre? ¿Por qué no insististe en que nos fuéramos de ahí?

— Porque no podía verte marchitar – la mano cálida de Jungkook se posó en la mejilla de Taehyung, haciendo que la lágrima que tanto estaba reteniendo corrieran libres – hyung, eres lo más importante que tengo.

— No decías eso frente a ese otro ángel – señaló con rabia, un poco de melancolía y dolor.

— Él sabe que es importante a su manera, a ti debo recordártelo para que lo tengas en claro – se acercó tan lento que para Taehyung se sintió una tortura mucho peor que el momento en que fue asfixiado, tenerlo cerca sin poder tocarlo era de los peores castigos que podía darle su ángel —. Mi adorado hyung, acaso no entiendes que mi estrella solo brilla por y para ti. Que sin importar cuánta luz te nieguen, yo estaré ahí contigo acompañándote. No iba a permitir que mi verdugo te hiciera daño.

— Habría preferido sufrir cualquier daño que ese asqueroso ser del cielo tenía preparado con tal de no verte así de herido.

— Bueno, ahora me tienes aquí – el aliento de Jungkook era como un soplo de vida, algo en Taehyung se encendió, como una llama pequeña respondiendo al oxígeno —, yo te elegí, Tae. Eres mío...

Eso no debía sonar tan posesivo viniendo de un ángel, de un ser que se supone es más desapegado, puro e inocente, semejante a una criatura recién nacida. El roce de sus pieles provocaba que llamas altas le recorrieran el cuerpo al demonio mestizo, los dedos delineando sus rasgos, esos ojos cargados de paz le hacían estragos incendiando su poca alma. Estuvo tan acostumbrado a la soledad, adicto al dolor, sentir placer en el sufrimiento ajeno, no dar explicaciones de sus acciones, no dejar que nadie entrara en lo profundo de su corazón que el simple hecho que Jungkook lograra mil reacciones en él le aterraba.

Sus miradas se encontraron de nuevo y algo vibró en sus pechos, eso que les reclamó por la distancia que mantenían sus labios, separados unos del otro. Con los ojos brillando en súplica para expresar todo lo que en su alma había.

— Entiende Taehyung, que mi existencia empezó y terminará contigo.

— No... tú entiende que sin ti no puede haber un yo. Jamás sentí esto, solo contigo...

— Hyungie, eres muy tierno cuando quieres – lo tomó del brazo, tirando a un lado lo que aún mantenía en las manos su demonio, subiéndolo sobre su regazo, haciéndolo jadear cuando lo apretó hacia su cuerpo, colocando sus manos en la espalda baja y por debajo de la bata abierta que estaba utilizando. Ronroneó gustoso al sentir la piel desnuda debajo de esa única prenda —. Desde que me dejaste ver la verdad de ti, siento que estamos más unidos.

— Podríamos estarlo mucho más – siseó Taehyung moviendo sus caderas hacia el frente, jadeando gustoso, juntando frente con Jungkook —, detesto que no te dejes llevar por mis provocaciones. ¿Por qué no entiendes que en tus manos soy un volcán activo?

Jungkook tomó el trasero redondo, con algo de fuerza, un tanto tosco, experimentando algo de lo que a Taehyung le gustaba sentir, conociendo sus gustos, sabiendo perfectamente que ese tipo de tratos despertaría algo en el demonio. El compartir sus sangres le había dado la oportunidad de saber el pasado del mestizo y durante ese tiempo inconsciente fue capaz de recopilar valiosa información.

— ¿Qué haces? No me toques así si no harás nada al respecto – un gemido gusto salió de sus labios al sentir una nalgada que le hizo arder la piel debajo de la ropa, sus dientes atraparon su labio inferior y se retorció aún más cuando una nueva palmada cayó en su otra nalga – ¿puedes hacer eso de nuevo?

— Solo si me dejas alimentarme directamente de ti – buscó hacerse un espacio en el cuello de Taehyung, mordiendo, lamiendo, raspando con sus dientes; sí, quizá no poseía colmillos como los del demonio mestizo para rasgar con facilidad la tersa capa, pero le conocía perfectamente —, por favor te lo ruego.

Su lengua se paseó por el cuello ajeno, dejando una sensación deliciosa, húmeda y electrizante. Taehyung no dudó en llevar una de sus garras hacia el lugar para abrir una herida lo suficientemente grande para hacer que Jungkook bebiera de ahí. La piel se rasgó, le ardió el contacto con la saliva ajena, el escozor de su propia naturaleza intentando curar con rapidez, pero su adorado ángel ahora podía morderlo, abriendo más la carne, permitiéndole alimentarse.

Las manos del ángel comenzaron a moverse por la redondez, amasando con fuerza, provocando que las caderas del mestizo se movieran hacia delante y atrás, un juego el cual habían hecho en muchas ocasiones atrás, con Taehyung jugueteando constantemente con el cuerpo ajeno mientras que se alimentaban de la sangre ajena.

Un grito ahogado salió del demonio, obligándolo a sostenerse de los hombros del ángel, aun confundido, por lo que acaba de ocurrir. Sus ojos buscaron ambos luceros azules al tomar el rostro ajeno entre sus manos, la sangre aún caía de la comisura de los labios de Jungkook, con cada belfo pintado en un precioso rojo intenso, la mitad de una de las mejillas se tiñeron del líquido vital y era la imagen más bonita que jamás haya presenciado Taehyung.

— ¿Qué haces mi bonito conejito de invierno? – Jungkook sonrió al mismo tiempo que aquel dígito que jugueteaba por sobre la ropa volvía a presionar el lugar sacándole un pequeño jadeo – no te atrevas a hacer algo así, si no lo terminarás.

— Quiero saber por qué te gusta tanto esto – su tono era inocente, con su rostro cubierto por el carmín, llevando sus labios hacia los del demonio, al mismo tiempo que la ropa de Taehyung cedía a romperse dejando la carne al aire —. Pude ver tus recuerdos, hacías esto todo el tiempo con hombres muy malos.

— Era solo un castigo. Joder – gimió alto al sentir la intromisión del dedo en su entrada, sin ninguna preparación, ni previo aviso. El ardor fue algo que disfrutó, sus dedos se ciñeron sobre los hombros ajenos – hey, despacio, llevo mucho tiempo sin esto.

— Pero era algo que te gustaba – se escondió de nuevo en el cuello del demonio, mordiendo y bebiendo lo último que la herida abierta le permitió, empujando su dedo en el interior del demonio, era muy cálido, apretado y algo en su pecho se sintió bien cuando Taehyung se sostuvo de él – ¿ahora es igual? ¿Te gusta?

— Mierda, Jungkook – le sostuvo el rostro con fuerza, bajando su trasero hasta obligar al ángel a quedarse quieto, vio un poco de miedo en esos bonitos ojos curiosos —, claro que me gusta, pero cómo es que viste mis recuerdos.

— No lo sé, solo ocurrió mientras dormía...

— Y decidiste que al despertar lo replicarías – tomó el cabello blanco entre sus puños, halándolo hacia atrás, evitando que Jungkook se acercara a él, teniéndolo bajo su control, aunque no pudo evitar gemir alto cuando el dedo en su interior se movió en círculos —. Mételo más profundo y presiona tan fuerte como puedas – otro gemido alto salió de sus labios. Llevó dos de sus dedos a su boca para imitar lo que hacía el ángel en su interior – más...

— ¿Más? – el rubor acompañó a la sangre en sus mejillas, pero el ángel hizo lo pedido, ingresando aún más el dedo, sintiendo las contracciones del cuerpo ajeno – ¿así?

— Sería mejor si fuera otra cosa, pero me puedo conformar con solo esto.

— ¿Otra cosa? – el demonio asintió al mismo tiempo que subía y bajaba lentamente, siendo muy poco el tener un dígito – puede ser ¿más dedos?

— S-sí, eso me encantaría – jadeó al mismo tiempo que se alzó apenas para caer en el regazo del ángel, con el dedo en su interior, llevándolo a tener más placer —. Mete otro, por favor, por favor... te lo suplico o mete tres, ¿sí? – suplicó alzando apenas su trasero sin dejar de moverlo alrededor del dedo que se había quedado quieto —. Por todo el jodido infierno, mete el puño si así lo quieres, pero solo méteme algo.

— Está bien.

Taehyung se quejó molesto en el segundo que Jungkook lo bajó de su regazo, casi se impacientó cuando lo tumbó contra la cama y lo vio levantarse, dejando caer la sábana, revelando esa anatomía angelical. Músculos marcados en el torso, pectorales fuertes, las marcas doradas recorriendo sus brazos, aunque había algo muy nuevo, una erección bastante grande, alzada con gracia, cosa que el ángel no había tenido antes.

Lo vio apoyar sus manos en el interior de sus muslos, apretando la carne, sacándole un gemido, tener a Jungkook con una mirada fija en él, de esa manera era algo nuevo, y fue fácil dejarse embriagar por aquello. El ángel comenzó a morder la delicada piel de las piernas, obteniendo jadeos, algunos movimientos ligeros que detuvo con un poco de fuerza.

— Quédate quieto, hyung, es difícil si te mueves.

— Jamás habías hecho esto.

— Pero... ¿Te gusta?

— Mierda, sí... ¡Sí!

Su voz hizo eco cuando una mordida más fuerte atrapó su carne, su erección palpitó más hasta hacerle gotear ese líquido blanquecino, se removió inquieto al sentir que los dientes ajenos mordían, jalaban y regresaban a morder un poco más fuerte, dando mordiscos pequeños. Pronto tuvo el rostro de Jungkook frente a él, sintiendo el peso ajeno sobre su cuerpo.

— Eres muy bonito hyung.

No hubo respuesta a aquel cumplido más que un gemido alto, la dura erección goteante de Jungkook se empujó dentro de la entrada con la que había jugueteado en muchas veces solo con sus dedos. La sensación invadió al ángel, sintiendo un cosquilleo incesante, sus alas aparecieron tan rápido como le fue imposible controlarse a sí mismo.

El pánico invadió a Jungkook al escuchar el pequeño grito de Taehyung, aunque no pudo hacer mucho para ayudarle porque en el segundo que intentó salir de ese espacio tan apretado, el demonio lo detuvo.

— ¿Te lastimé? Quieres que me detenga.

— Como lo hagas juro que te tomo yo por la fuerza – su respiración estaba siendo agitada, intentando recobrar el aire, procesando la presión en su interior que poco a poco le hacía obligar a su cuerpo acostumbrarse – ¿qué estabas pensando?

— Dijiste que metiera algo – sonrió de lado, sacándole una risa a Taehyung, quien le tomó el rostro entre sus manos, acercándolo hasta sus labios para depositar un beso – ¿estás bien?

— De puta maravilla, jamás esperé que hicieras esto – regresó a besar esos labios teñidos de rojo, mordiendo delicadamente hasta sacarle un jadeo —. Ahora quiero que te muevas.

— ¿Cómo?

— Viste mis recuerdos, no es así – lo vio sopesar un poco y supo el instante en el que encontró ese recuerdo, pues la mirada de Jungkook fue confusa. Taehyung le dejó una nalgada leve al ángel, haciéndolo saltar, provocando que la erección en su interior también se moviera, sacándole un gemido bajo —, muévete como si fueras a salir de mí y antes de estar fuera te vuelves a meter profundo.

Jungkook obedeció a lo que su hyung dijo, se arrastró lentamente como si estuviera a punto de levantarse, aunque de manera torpe y haciendo que su propio miembro doliera por el arrebato, siendo detenido por Taehyung, quien con sus manos empujó lentamente el cuerpo del ángel. El placer se hizo sentir en cuanto se detuvo en la entrada, dejando solo la cabeza de la erección dura.

El mestizo lo guio para que se empujara apenas rozando la cabeza en el límite de su entrada constantemente, haciendo que Jungkook se estremeciera, despertando en él esa necesidad de empujarse más profundo, no privándose de hacerlo. Sus manos se aferraron a las caderas de Taehyung, tomándolo con fuerza y empujándose profundo, saliendo apenas y volviendo a embestir con brusquedad, notando que aquello no solo lo disfrutaba él, sino también el demonio.

— Eso es, ahora sigue. No te atrevas a parar hasta que me folles tanto que sientas desmayarte.

Las palabras de Taehyung eran como un interruptor que logró cortar la delgada línea de la cordura del ángel, sintiendo su erección apretada entre las paredes internas del demonio. Se abrió paso una y otra vez buscando calmar su necesidad de estar dentro, pero entre más se empujaba más era la necesidad. La humedad, la tensión del cuerpo ajeno aprisionando su erección, el palpitar propio y de su amado demonio lo enloquecieron.

Las uñas del demonio se pasearon por la espalda ajena, encontrando muy estorbosas las alas de Jungkook, pero en cuanto las hizo puños, obtuvo un gemido ronco junto con otro embiste aún más fuerte que tocó profundo en ese punto de delirio que le hizo arquear la espalda.

— Joder, justo ahí, golpea ahí.

— ¿Golpear?

— Fóllame justo ahí y no pares – le sostuvo el rostro, mirándolo fijamente – no dejes de verme, piérdete en el placer y mueve ese bonito trasero redondo que tienes. Justo como hace un momento.

— Se sintió extraño, como un cosquilleo – la respiración de Jungkook era entrecortada y un gemido tembloroso le siguió como respuesta de sentir de nuevo las manos de Taehyung empuñando sus alas —. No hagas esos, es extraño.

— Oh, pero se sintió muy bien, ¿no es así? Como si una corriente eléctrica atacara todo tu cuerpo hasta parar en tu dureza, ¿verdad? – ronroneó muy bajo, abultando sus labios al mismo tiempo que asentía, apretando más sus puños en las suaves plumas. Jungkook mordió su labio inferior, afirmando a la pregunta de Taehyung —. Eso mismo siento yo cuando lo haces duro, ahora déjate llevar por esa sensación.

— Okay.

La entrada palpitante se humedeció aún más, se apretó tanto alrededor de Jungkook que sintió un extraño calambre proviniendo de su vientre. Sus caderas encontraron un mismo ritmo, mientras que el ángel se empujaba profundo y lento, aumentando al mismo tiempo que sentía crecer algo en su interior. No, no era su erección, aunque esta palpitaba de manera incesante al mismo tiempo que su corazón.

La sensación le recorrió como una electricidad. El cuerpo de Taehyung se tensó contrayéndose en el interior al alcanzar su propio orgasmo. El movimiento rápido de los vaivenes de Jungkook hicieron enloquecer al demonio, pues las plumas de sus alas comenzaron a colarse en el medio de sus cuerpos, haciendo que el roce en su erección se sintiera más que atendida.

La estimulación con ese delicado y suave vaivén lo hizo buscar frotarse contra Jungkook, alzando más sus caderas, una de sus manos rodeó su erección atrapando en el medio algunas plumas haciéndolo jadear. Lo que empezó como un goteo pequeño terminó en tiras de líquido blanquecino, un gemido alto, muchas maldiciones y gruñidos evitando que su ángel se detuviera, aunque este también se hallaba perdido en su placer y éxtasis. Se dejaron venir al mismo tiempo con la fricción constante en el interior para que Jungkook se viniera de manera abrumadora y Taehyung no logrando contenerse más.

Una vez más, el demonio pasó su garra por su clavícula y por la de Jungkook, quien jadeó, sin dejar de moverse, estremeciéndose por la sobre estimulación.

— Bebe, mientras sigues dentro – obedeció de inmediato, jadeando en el momento que ambos comenzaron a beber de la sangre —. Eres mío... mío... mío. Mataría por ti. Moriría por ti – susurró contra el oído de Jungkook, quien ya había terminado de beber y de derramarse en su interior, jadeando exhausto, dejándose caer sobre el cuerpo de Taehyung —. Jamás me abandones, no te lo permitiré.

— ¿Es una promesa? – se veía radiante, completamente revitalizado, con las mejillas rellenas, rosadas y algo manchadas de sangre, pero era perfecto, su ángel era perfecto —, porque yo ni aunque me encadenen de nuevo me alejaría de ti.

— Esto no es una promesa, es un juramento – Jungkook juntó frentes, riendo bajo y sintiéndose extraño al estar aún dentro de Taehyung, percibiendo la viscosidad de lo que sea que se vació en el interior del demonio ahora estando alrededor de su erección —. ¿Disfrutaste venirte dentro?

— Se siente extraño – intentó retirarse, pero las manos de Taehyung lo detuvieron, las piernas del demonio le rodearon las caderas obligándolo a caer de nuevo – quiero salir.

— Aún no, déjame sentir esto después de tanto tiempo – el rostro ajeno se contorsionó en un gesto extraño, mientras que se removió, sacándoles un jadeo – hey, quieto. Me gusta esta sensación de ti dejando de estar duro, ¿crees que si te provoco lo suficiente se levante de nuevo? ¿Qué ocurre?

— Me estoy mareando – susurró el ángel, dejando que su cuerpo cayera completamente sobre el de Taehyung, quien no se quejó —, por qué me siento tan exhausto.

— Es normal – sus dedos se enredaron entre las hebras blancas, Jungkook ronroneó gustoso por el gesto, encarando como pudo a Taehyung – ¿quieres salir de mí? – lo vio asentir – pero estás tan calentito ahí ¿no puedes soportar un poco más? – el ángel se quejó bajó, siseando al removerse por la sobre estimulación, aún no estaba acostumbrado, eso era algo de lo cual el demonio mestizo se encargaría a su debido tiempo —. Bien, te lo perdonaré solo porque es tu primera vez, la próxima tendrás que acostumbrarte.

— ¿Me dejarás hacerlo de nuevo?

— Claro que sí, todas las veces que quieras. Lo digo por ti porque en mi caso todo el tiempo estaré listo para recibirte.

— ¿Siempre que quiera?

Parecía que las energías del ángel habían sufrido una dosis de adrenalina con aquella mención, pues se levantó apenas para sostener su peso con sus brazos, encarando completamente a Taehyung quien asintió como única respuesta para luego jadear y gemir gustoso, mordiendo su labio inferior al sentir cómo su ángel salía. El líquido en su interior también comenzó a descender y esa sensación viscosa lo hizo sonreír aún más amplio.

Aunque lo que lo dejó más que feliz fue tener a Jungkook recostado sobre su pecho, abrazándose a su cuerpo, dibujando sobre su piel húmeda, quizá podía considerar ese encuentro como uno de los más tranquilos, pero jamás se había sentido así de lleno.

— ¿Por qué nunca me dijiste que podíamos hacer esto?

— Lo intenté, pero tu amigo jamás me vio atractivo como para ponerse duro.

— ¿Mi amigo? – cuestionó para luego jadear al sentir los dedos largos de Taehyung rodeando su flacidez.

— Me refiero a este amiguito de aquí, ese jamás reaccionó. ¿Qué cambió? – Jungkook se alzó de hombros sin levantarse de su sitio en el pecho ajeno. El demonio comenzó a dejarle caricias en el cabello que lo adormecieron —. En el pasado he dado mi cuerpo tantas veces que no me importaba dártelo a ti, pero jamás...

— ¿Qué ocurre? ¿Es malo el que pensaras hacerlo sin yo aceptar? – Taehyung negó ante aquello, no encontrando las palabras para explicarle al ángel lo que estaba pensando.

Tragó duro como un bocado amargo de realidad, quizá se debía al remolino de emociones de las cuales era víctima. El temblor en sus manos, en su labio, sus ojos nublados por la fina capa de lágrimas, todo fue contenido por Jungkook con su tacto gentil.

— Sabes que no puedo contar el sin fin de veces en las que utilice mi cuerpo, pero sí las veces que he recibido flores.

— Supongo que han sido muchas – la voz ronca de Jungkook demostraba lo exhausto que se encontraba, la energía drenada por el desenfreno del placer, toda esa vitalidad estaba alimentando a Taehyung, ¿Así es como funcionaba? —. ¿Recuerdas la primera vez que yo te hice un regalo con flores?

— Fue la primera vez que alguien me dio flores en vez de una cachetada o tomarme por la fuerza – el demonio rio divertido al notar cómo esos bonitos ojos azules se ampliaron de más – no te asustes. Me encanta que mi primer recuerdo de ti sea siendo tan inocente.

— Fuiste el primero en mucho tiempo en mirarme e interesarte. Además, te veías precioso. Fue también la primera vez que creaba algo para dárselo a alguien.

El silencio los envolvió creando una atmósfera tranquila para que Taehyung comenzara a pensar un poco más respecto a lo que ocurría, pues quizá muchos pensarían que era un completo ignorante de las leyes del cielo y el infierno, pero eso solo le facilitaba sacar información de todos sin que se dieran cuenta.

Había visto las marcas lunares en la espalda del ángel del señor del infierno, lo vio utilizar dones que no poseía, escuchó claramente cómo le era posible canalizar eso mismo a través de sus deseos, pero había algo más. Ese ángel debía poseer un don distinto al de todos porque quizá estaba muy distraído queriendo alejarlo de Jungkook, pero no ignoró la forma en la que dominó al rey del infierno.

— Jungkook – tuvo una respuesta murmurada – conoces cuál es el don de Jimin.

— ¿Un don? – el ángel alzó apenas su cabeza, dejando una sensación fría en el pecho de Taehyung ante la separación – hablas de un poder ¿divino?

— Llámalo como quieras, conejito – quitó un mechón que había caído por la frente ajena, logrando que Jungkook buscara más contacto en su mano, frotando su rostro ahí hasta dejar un beso en la palma – ¿entonces?

— Jimin hyung no tiene un don – el ceño fruncido de Taehyung le pareció divertido a Jungkook, dejó otro beso más en la mano de su adorado demonio y se acercó a él de nuevo – él es como yo.

— ¿Cómo tú...? Hablas de un ángel protector.

— No, hyung. Me refiero a que no tiene un solo don.

— Eso es imposible, eso quiere decir que tiene más de un don – la mirada del ángel no vaciló al asentir para confirmar sus palabras, la sorpresa lo invadió —, ¿tú tienes más de uno?

— Sí, mis dones cambian según mi tarea. Soy tu protector, tu guardián, así que puedo tomar los dones de uno de los arcángeles más fuertes, cambiarlos y luego dominar todos al mismo tiempo, pero es difícil. Aunque Jimin hyung solo tiene varios, es decir, yo poseo varias que son cambiantes, los de él son más bien fijos e impuestos. Es confuso y complicado de explicar.

— Tú dices que es confuso para ti, imagina yo que no estoy tan relacionado con las cosas de ángeles – se quejó el mestizo, acunando el rostro del ángel que no parecía inmutarse ante la situación – ¿qué dones tiene Jimin?

— Protección, claridad y ...

Taehyung amplió sus ojos al escuchar el tercer don, pudo ver los labios de Jungkook moviéndose para mencionar lo que poseía Jimin, eso explicaría perfectamente lo que ese ángel había hecho para salvarse de los castigos de su señor. La llegada de él no era una coincidencia, dudaba mucho que la persecución para encontrar a Jungkook y llevarlo de vuelta al cielo tampoco se trataba de un por menor.

¿Un simple querubín al cual cuidar? No, por supuesto que no, entre sus manos Taehyung estaba sosteniendo a un ser divino muy poderoso y fuera de esa habitación se hallaba el guardián de su precioso ángel.

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