⊱𝔖𝔢𝔵⊰
- ¡Señor! - le llamó una vez más Hoseok, intentando no perderlo de vista o al menos seguirle el paso, no esperaba que aquel llamado despertara la furia de Yoongi, quien lo arrastró hasta su presencia.
- ¿Qué? No te dije que te quedaras en la habitación con Jimin - Hoseok desvió la mirada, haciendo un mohín con sus labios, intentando que su señor le escuchara - ¡Responde!
- Lo hiciste, fue lo que me pediste, pero...
- ¿Pero? ¿Qué puede ser tan importante como para dejarlo solo sin supervisión?
- Aún estoy ahí con él, de acuerdo - Yoongi no había puesto suficiente atención que aquello solamente era una ilusión del demonio - hay algo importante que está ocurriendo con ese ángel.
- Ya lo sé y por eso quiero asegurarme de algo - hizo a un lado aquel espejismo de Hoseok, no interesándole el seguir con la conversación.
- Yoongi, él puede sentir el aroma dulce de la flor, de tu flor.
- Imposible...
- Lo mismo pensé, pero lo estoy viendo con mis propios ojos, él mismo lo mencionó que se sentía muy cómodo en el lugar que lo dejaste, solo porque sentía la fragancia dulce, ¿qué infiernos está ocurriendo?
Se quedó pensando seriamente todo aquello, si el ángel podía sentir la fragancia, entonces quizá y solo quizá estuviera buscando algo de él. ¿Una redención?
- Quédate con él, regresaré pronto, asegúrate de que esté cómodo.
- Y si pregunta de nuevo por ti.
- ¿Ha preguntado por mí? - aun después de sufrir de aquella manera lo estaba esperando y buscando, la respuesta a su pregunta fue inmediata con una murmuración afirmativa - entonces encárgate de hacer que no pierda el interés hasta mi regreso.
- Cuidado con lo que pides, podría no gustarte - sonrió amplio, alzando ambas cejas, pasando su lengua sobre sus dientes, saboreando aquel pecado.
- Me basta con que me espere y a mi regreso desee verme.
Con un chasquido de dedos hizo desaparecer la silueta de Hoseok, conociendo muy bien sus oscuras intenciones, aunque sabía muy bien que sería en vano, Jimin era un ángel demasiado puro, sin embargo, ahí estaba pidiendo por él, de cierta manera compartían algo que los unía de una forma que no había percibido antes ¿o quizá sí?
Yoongi recorrió cada nivel del infierno buscando la respuesta a eso que estaba sucediendo con su ángel, estaba sufriendo un castigo el cual no comprendía muy bien. La primera señal de aquello era que sus plumas estaban absorbiendo toda esa sangre oscura, las manos de Yoongi se pintaron de esa manera, de una sangre caliente, pútrida y oscura como sus propios ojos cuando absorbieron todo el pecado como propio.
Ese ángel no podía estar pasando por aquello, los círculos y niveles del infierno no aceptaban a nadie más que no estuviera cumpliendo un castigo, Jimin estaba ahí de manera obligada, ni siquiera debería estar soportando como hasta ahora.
Pronto todo tuvo sentido para el señor de las tinieblas, era un alma siendo rechazada en cada uno de los círculos que intentaban absorberlo, manteniendo cautivo durante un tiempo hasta que terminaba siendo desterrado; se suponía que se mantendría en el limbo, el primero de todos los niveles, no era tan malo estar ahí, podía tener control absoluto de lo que hacía, pero el limbo estaba siendo rechazado por el ángel, razón por la que despertó del primer castigo.
El sueño en el que lo indujo evitaba que cualquier otro de los círculos infernales lo atrajeran para castigarlo, la propia habitación en la que estaba encerrado no permitía que fuera sometido a otro castigo que no fuera impuesto. Su error fue llevarlo hasta el séptimo, cegado por el odio hacia esos seres que le entregan a esas almas que no pertenecen a él, decidiendo que sería un buen escarmiento ante las acciones del ángel.
- Mi señor - uno de los demonios a cargo de custodiar las puertas, se acercó de inmediato a él, tenía un semblante molesto, también un tanto irritado porque el solo hecho de tener ahí al mismo Diablo representaba problemas -. Hemos estado haciendo el conteo de condenados, parece que un alma se ha escapado del séptimo anillo.
- Imposible, estuve ahí mismo, no hace mucho, ninguno ha escapado.
- Dicen que le siguió mi señor, cuando usted mismo caminó hacia la salida esa alma le siguió - Yoongi se ensimismó, pensando que algo así era imposible, él mismo habría sentido esa salida -. Nos aseguramos de que no fuera un error, pero no la tenemos registrada, algunos están comentando que viene de la última de las puertas.
- ¿La mía? - aquel ser oscuro asintió en respuesta, haciendo que Yoongi desaparecería de su vista, envuelto en llamas, llegando hasta su propio lugar de condena, ese lugar vacío, oscuro y desolado donde pasó encerrado por mucho tiempo.
Sus gritos de dolor aún estaban haciendo eco en el lugar, así como su risa opacaba a cualquiera de los otros que sufrían el mismo destino. El último de los niveles estaba destinado para aquellos que habían llevado a cabo la alta traición. Un pecado imperdonable, uno que solo si llegabas a aceptarlo, a vivirlo y hacerlo parte de ti podías salir de ese mismo infierno en el infierno.
La traición jamás sería perdonada, ni siquiera el mismo Yoongi había perdonado aquello. La traición de muchas legiones que le eran fieles le dieron la espalda. El sonido de las lanzas divinas se escucharon, haciéndole arder la espalda; la traición de sus propios hermanos arcángeles, quienes en vez de cuestionar lo que estaban haciendo, a pesar de no estar de acuerdo, siguieron adelante con el creador, otro eco más de una de las lanzas.
La traición de él mismo, estando tan cerca de robar todo el poder si tan solo el creador no lo hubiera engañado con aquella simple frase, un Perdón que era igual de vacío como la expresión de decir que era su destino el ser igual a él. Nueve lanzas divinas las cuales lo empujaron hasta el final de ese asqueroso agujero.
Cada una de esas lanzas representaban sus pecados, todos y cada uno de esos fueron condena suficiente para marcar su exilio, destierro y caída.
La envidia hacia el creador lo había corrompido hasta ser un completo desertor de todo lo que hacía, sus cuestionamientos no eran respondidos, lo que deseaba obtener dejó de ser primordial para Dios y pronto se vio sometido a tener cadenas que lo detenían a seguir obteniendo más.
El conocimiento se volvió su mayor fuerza y la gula de tener todo para él fue lo que hizo que muchos dejaran de obtener aquella virtud, mientras que él decidía a quién y cómo obtendrían ese preciado regalo, a esos que veía capaces de cuestionar eran los bendecidos por su mano para obtener el conocimiento y la libertad.
La soberbia de ser el preferido de Dios fue su mejor arma, tanto como para sentirse intocable ante los otros. Asesinó a muchos ángeles pequeños, a otros los obligó a caer en un sueño profundo, haciendo que muchos de estos no recordaran nada, entre ellos estaba Jimin, el único que protegió, porque en ese pequeño ser había algo de sus propias convicciones, pero estaban compartidas con las del creador.
Estaba dividido, si él había sido capaz de notarlo, el resto de divinidades también y lo habrían desterrado junto con el resto de sus seguidores. Lo encerró con el fin de poseerlo y corromperlo, siendo avaricioso, así una vez tuviera el control de todo podría hacer que el resto cayeran ante él.
Lo llevó con él como un pequeño premio mestizo, una luz que se combinaba con oscuridad, la lujuria de saber cómo llegaría a complacerse con eso mismo lo cegó por completo y no veía la hora por la que más ángeles fueran de esa misma manera.
No contaba con que al dejar él mismo sus tareas y concentrarse en hacer su voluntad, muchos dudarían de sus convicciones, fue inconsciente al sentirse poco afecto a todo lo que le habían entregado para luchar por algo más, siendo condenado por la pereza de sus faltas constantes, aunque poco le importó en su momento; sin embargo, todo aquello no salió como esperaba, la traición de Namjoon fue la peor de todas, siendo él mismo quien lo enfrentó dándose el último golpe para que cayera en la rebelión.
Envidia
Gula
Soberbia
Avaricia
Lujuria
Ira
Pereza
Sus siete pecados fueron marcados por las primeras lanzas divinas que lo anclaban al suelo en el que estaba; la octava lanza fue de las primeras que aceptó en el momento que se enterró en su espalda. El pecado original de hacer que los primeros hombres desobedecieran, convirtiendo a Adán en un adúltero, engañando a ambas esposas con la otra, no se arrepentía de aquello porque sabía muy bien que esa tentación solo era una venganza para darle a Lilith el cumplimiento de su deseo al estar con el supuesto esposo que le habían entregado.
Aun así, la última lanza fue la más dolorosa, la que por años no pudo quitar, aún cargaba con ella, un pedazo de ella anclado en su espalda seguía ahí. Esa que llevaba por nombre traición.
Te perdono, amado mío.
¿Quién se atrevería a decir semejante blasfemia mientras atravesaba al mismo ser que decía amar?
Palabras vacías, eso eran nada más, las cuales Yoongi no aceptaba por ningún motivo. Su ira creció ahí mismo donde pasó encerrado tanto tiempo, recordando la última frase de su creador antes de lanzarle ese último golpe. ¿Perdón? ¿Hablaba en serio? Eso no podía ser verdad, él no lo había perdonado de nada, porque lo único que había hecho era negarle todo lo que una vez le prometió.
Y si era sincero, la traición no tenía perdón, porque si fuera cierto, si tan solo fuera una verdad absoluta de todo aquello, el mismo Yoongi seguiría al lado de Dios y no en ese lugar, siendo el amo y señor de todo el infierno, llevando a cabo actos atroces con tal de calmar su ira, con el fin de que al menos así le hiciera daño.
Pero nada funcionaba, porque se dio cuenta más tarde que temprano que él mismo se había convertido en la cortina de humo de las injusticias de Dios. Quería salir ya de ahí, estar en ese espacio solo lo ponía de mal humor haciendo temblar todas las paredes. El retumbar de su ira se pudo sentir en todos los niveles, escuchando claramente los gritos agonizantes.
- ¿Quién más pudo haber salido de aquí? - cuestionó a la nada, la voz haciendo eco en el lugar lo estaba aturdiendo - ¡¿quién se atrevió a salir de aquí?!
Señor Lucifer, lléveme con usted...
Esa voz, esa tonta voz de nuevo estaba saliendo a flote en sus recuerdos, la súplica de Jimin, no actual, sino del pasado, era el mismo tono que había usado para que lo regresara a su castigo, quería que lo dejara ahí para que él lograra salir y al fin encontrarse con ese estúpido querubín a su cargo.
- ¿Dónde estás? Sé que estás aquí...
Su voz estaba borrando cualquier eco del pasado, provocando que nuevos rebotaran en las paredes del lugar, mientras que él se dirigía a todas direcciones, por caminos que lo llevaban hacia la nada, buscando entre la oscuridad eso que había escondido durante años solo para él.
No quiero regresar, no sé quién soy...
Quería encontrarlo, estaba desesperado por tener entre sus garras aquella pequeña luz que le suplicaba no alejarse. Sus propias manos empezaron a sentir cierta calidez, era la misma sensación de lo que siglos atrás sostuvo. Sus dedos se movieron como si jugueteara con algo hasta que en su mano izquierda comenzó a percibir algo pesado y demasiado luminoso, lo podía recordar, mientras que en la palma derecha se encontraba algo pequeño, sin mucha luz y frío, casi helado.
¿Era eso? La oscuridad que había guardado él mismo ahora emergía de alguna parte, un dolor asfixiante e incapacitante lo atravesó, las venas de su cuello y frente se marcaron, de sus ojos brotaron lágrimas de sangre mientras que él daba paso a eso que ocultó por mucho tiempo. Los recuerdos lo invadieron en el momento en el que el trozo de lanza enterrado en su cuerpo dolió como si estuviera removiéndola, mientras que sus recuerdos volvían a él.
Sí, él había regresado a Jimin a un estado inicial, como si fueran sus primeros segundos de existencia, como una pequeña luz, solo que en esa vez sus ojos fueron bendecidos con la visión más inusual de un ángel; el motivo de su rebelión estaba causando cierto efecto, transformándose en algo diferente, mientras que aquella pequeña esfera dividida entre oscuridad y calor convivía en armonía en completo balance, él mismo lo separó cuando lo escuchó suplicar para no separarse, borrando así todos los recuerdos del ángel para que desapareciera en alguna parte del universo.
Su premio era tener esa parte de oscuridad del ángel solo para él, pero antes de soltar la luz entre sus manos había susurrado algo.
"Espero nunca olvides a quien le perteneciste un día, y que seas tú quien decida regresar"
Le dio el último soplo, como un beso de la traición, dejándolo libre y vagando por el universo hasta que lo encontrara alguien más, mientras que la oscuridad en su mano la guardó en lo profundo de su ser. Alzó su mano, la cual ya tenía sus garras bañadas de su propia sangre, dándose cuenta así que el dolor que sintió se debía a dos cosas.
La lanza divina de la traición había sido arrancada por él mismo, y la segunda era que aquel castigo había dado justo en el centro de su pecho, donde celosamente había resguardado esa parte de Jimin, la cual ahora sostenía con fuerza. Su propio cuerpo se debilitó al sentir que una parte de él era extraía de esa manera.
Sus garras habían atravesado su pecho, escarbando en sus entrañas, abriéndose pasó entre la sangre oscura hasta que de un solo tajo atrajo ambas cosas.
Señor Lucifer, lléveme con usted...
No era una voz de sus recuerdos, se trataba de la propia esencia de Jimin la cual se había atrapado en un bucle eterno. Lo reconoció de inmediato porque esa parte en él lo llamó. La sangre oscura que se derramó de la pluma solo era una representación del propio lugar donde estaba escondido y Jimin, el mismo ángel que solo deseaba cumplir el sacrificio por otro, ahora podía ser de él.
- Serás mío - susurró mientras que una sonrisa tétrica se extendía en su rostro, la risa acompañó aquel momento en el cual por fin era liberado de toda culpa o traición - mío... mío... - observó la oscuridad, era tan pequeña que no sería suficiente para que su ángel aceptara quedarse a su lado.
Con el filo de sus garras, se encargó de hacer un corte limpio en su antebrazo que estaba marcado con esas manchas oscuras, la sangre comenzó a brotar de ahí, siendo esta la que recién había extraído de Jimin. Extendió la palma de su mano donde esa pequeña oscuridad pedía de su atención, iniciando a alimentarla con la sangre, haciendo que creciera mínimamente.
- Acepta esto como un regalo, hasta que estés listo para aceptarme verdaderamente.
Tomó el trozo de lanza, el cual aún estaba cubierto por su propia sangre, notando que era tan grueso como su propio puño, quizá un poco más, una sonrisa de lado surcó sus labios al encontrar la razón de la forma que mantenía ese objeto.
No solo había atravesado su cuerpo, sino también el pequeño fragmento de Jimin, el cual para protegerse a sí mismo se envolvió en una esfera de sangre, posiblemente de ahí nacía la disminución del tamaño. Un fuego azul envolvió aquello que pronto pareció ser oro, hasta fundirse en una materia roja y brillante.
Le dio la perfecta forma de una botella en forma de alas donde introdujo la oscuridad de Jimin, resguardándola de todo.
- Te quedarás aquí, te alimentaré cada vez que pueda con mi sangre y muy pronto estarás de regreso donde perteneces.
Alzó su mirada, donde podía ver todos los anillos combinados, dejando en todo su esplendor los niveles de su propio reino, el cual gobernaba con todo el poder, tan temido y amado por igual. Sonrió de nuevo y con un último estremecimiento en su cuerpo se atrevió a dar una orden a sus súbditos.
No alejen o dañen al ángel, en la entrada.
Las hordas que estaban listos para dañar al pequeño ángel fastidioso se detuvieron, sintiéndose frustrados por la nueva orden, mas no replicaron y decidieron dispersarse a hacer otras labores, dándole paso así a cierto demonio en la superficie de por fin tener su encuentro anhelado.
Mi adorado mestizo... tu ángel ha llegado.
Taehyung escuchó eso perfectamente, saliendo por fin de las profundas aguas del mar rojo donde tanto amaba estar, donde había nacido hace milenios y era el lugar preferido de su madre para darse baños de luna. Tenían compartido ese espacio con ciertas diferencias de su madre, en su lugar el demonio mestizo tomaba aquellos largos momentos bajos las aguas en las noches de luna nueva, donde no se podía ver nada de ese brillante satélite, la noche en la que nació había sido bajo una de esas lunas.
Disfrutaba esos momentos donde el mar no era influenciado por la luna para causar grandes oleajes, era calmo, tan peligroso y al mismo tiempo engañoso gracias a que las aguas se mantenían tranquilas. El mar mismo era una representación de Taehyung, donde en la superficie parecía ser el más inocente, mientras que en la profundidad de su ser estaba lleno de remolinos peligrosos. Su cuerpo emergió completamente en la superficie del agua, sintiendo todas las gotas recorriendo su espalda, su cabello goteaba y se pegaba a su rostro.
La imagen de él mismo era cautivadora para cualquier pobre alma que estuviera bajo su mira, pero en esta ocasión, su objetivo ni siquiera le estaba dando una mínima mirada. Observó por sobre su hombro cuando percibió el aura divina, pero con cierto aroma a hombre, buscó entre la penumbra aquella silueta, esperando ver a un ángel con sus alas extendidas, mas no tuvo nada de eso.
Verdaderamente, era digno de ser llamado ángel, con esa apariencia tan inocente. Con una sonrisa de lado, atrapando su labio inferior entre sus colmillos hasta sacar una gota de sangre, lamiendo de esta, decidió que no perdería esa oportunidad con su adorado ángel.
Con un simple chasquido, su cuerpo se convirtió en espuma, siendo llevado hacia la orilla por el mismo movimiento de las olas, arrastrando su cuerpo desnudo, una vez tuvo contacto con la arena, escondiéndose detrás de una enorme roca, invocando llamas para vestirlo finalmente. Estando más que dispuesto a acercarse a Jungkook.
- Jimin hyung, sé que estás por alguna parte de este jugar - la voz del pequeño querubín era como una súplica que se la llevaba el viento salado a la orilla de ese mar - él dijo que estaría cerca de ti, pero ahora no estoy muy seguro de eso.
- ¿De quién hablas? - una melodiosa voz le hizo sentir escalofríos, comenzando a buscar a su alrededor a aquel que le había hablado.
- ¿Hola?
- Hola - de nuevo esa voz a su alrededor le contestó, haciéndolo sentir nervioso, sus pasos empezaron a guiarlo hacia atrás - ¿por qué te vas? ¿Te sientes asustado?
Pronto su espalda chocó con algo o más bien alguien, su nariz se movió de inmediato, pues el aroma de esa persona era extraño. Jungkook se giró en su eje para encarar a aquel que le estaba respondiendo y al mismo tiempo cuestionando encontrando a un chico muy peculiar.
Tenía el cabello largo y oscuro con algunos rizos que ondeaban al viento, haciendo hipnotizante el movimiento. Sus ojos eran cálidos como si te invitaran a confiar plenamente en él, se llenaban de cierto aire inocente y quizá travieso. Su rostro era precioso, con facciones delicadas y perfectamente perfiladas.
- Hola - pronunció nuevamente sin quitarle la mirada de encima. Jungkook se impresionó, tratando de encontrarle razón a ese encuentro, porque nadie lo había visto, había pasado veinte años, vagando por el mundo de los hombres sin ser visto por nadie - ¿por qué miras hacia todas partes? Te estoy hablando justo a ti, ¿estás bien?
- ¿Puedes verme? - cuestionó con ilusión, demasiada para el demonio mestizo, quien no pudo evitar sorprenderse al sentir el tacto del querubín, sin embargo, el ver el firmamento mismo de su nacimiento en sus ojos le hizo estremecer ¿ese pequeño fragmento del universo le había sido entregado a él? - ¿Puedes sentir que te estoy tocando?
- Sí, puedo verte y sentirte - la mirada del querubín se hizo vidriosa y al mismo tiempo algunas lágrimas amenazaron con salir - hey, ¿por qué parece que vas a llorar?
- He pasado mucho tiempo solo.
Alzó sus brazos como si quisiera abrazar el cuerpo contrario, deteniéndose al notar cómo la tensión se reflejaba perfectamente en el chico, se contuvo lo mejor que pudo, no controlando de buena manera sus manos, tampoco sabiendo muy bien dónde podía tocar o no decidiendo por fin que no lo haría.
- Lamento eso, es solo que, las personas que debían protegerme me abandonaron, así que no he tenido contacto con alguien más.
- ¿Te refieres a que no tienes familia?
- Bueno, es difícil de explicar - Jungkook se alejó unos cuantos pasos del chico, quien le veía como si estuviera conmovido por su encuentro, eso hizo que algo en el pecho del ángel se sintiera bien, por fin tenía alguien que lo veía, que podía conversar con él - mi nombre es Jungkook.
- Taehyung - le extendió la mano para estrecharla, haciendo que el contrario sonriera y tomara la mano ajena - ¿eres alguna clase de espíritu?
- ¿Cómo dices?
- Es solo que tu cabello y ojos me hacen pensar que eres una de esas criaturas - el titubeo contrario hizo que Taehyung fingiera su mejor rostro culpable - lo lamento si te asusté es solo que desde pequeño puedo ver lo que otros no.
- En serio - una murmuración afirmativa fue la respuesta para Jungkook, quien se sintió curioso de aquel extraño chico, intentó ver un poco más a través de su alma, buscando un motivo por el cual no tenía un ángel protector a su lado - ¿qué fue lo que ocurrió contigo para que puedas verme?
- Oye, eso es muy descortés.
Se cruzó de brazos de manera indignada, sentándose en la arena, observando hacia el mar, el cual no estaba siendo iluminado por nada más que las estrellas. A su lado le acompañó Jungkook, verdaderamente se veía como un ángel con esos rasgos bonitos, aunque lo esperaba aún más aniñado, se veía que estaba entrando en la madurez de su existencia.
Por su parte, Jungkook lo observó, manteniendo una sonrisa en su rostro, llevando su mano hacia la mejilla contraria, solo buscando contacto, notando la baja temperatura de Taehyung. No estaba marcado como uno de esos hombres a los cuales tenían prohibido cuidar, tampoco tenía algún rastro de haber tenido un ángel protector el cual lo haya abandonado, se veía demasiado solo como él. Dos almas solitarias en un mundo demasiado vasto.
El aroma que despedía era un misterio para el ángel, usualmente los hombres tenían un olor a sangre durante el resto de su vida, en ocasiones las mujeres que quedaban embarazadas despedían un ligero toque a cenizas, ya que se mantenían en el hilo de la vida donde podrían morir o vivir ambas partes.
Para el final de la vida de todos siempre se incrementaba el aroma a la ceniza y polvo, representando donde volvería el cuerpo material, pero en el caso de Taehyung tenía ambas esencias tan fuertes como si estuviera vivo y al mismo tiempo en sus últimos minutos de existencia.
- ¿Qué? No te piensas disculpar por haber sido tan grosero - se quejó de inmediato, quitando la mano impropia de su rostro, encarándolo con cierto reproche.
- Lo lamento, es solo que eres algo indescriptible para mí - Taehyung se quedó sin palabras, al menos por algunos segundos.
- Lo sé, soy demasiado bueno para estar en este lugar.
- También estás muy solo, así como yo - se acercó tanto a él como si no conociera el espacio personal, aunque el mismo Taehyung amaba romper esos espacios cuando estaba con otros, nadie nunca había hecho eso mismo con él, no sin otras intenciones - Taehyung tienes el reflejo de la luna en tus ojos. ¿Moriste en algún momento?
- No.
- ¿Seguro?
- Por supuesto que sí, por quién me tomas. Además, ¿qué significa eso de tener el reflejo de la luna es algo extraño de ustedes, las almas errantes?
- Bueno, según lo que yo sé es que algunas criaturas divinas, como los ángeles - susurró como si quisiera restarle importancia a que estaba delatando un secreto de ellos mismos, haciendo sonreír a Taehyung - tienen el reflejo de la constelación o las estrellas del día en el que nacieron.
- Algo así como tener grabado en tus ojos el cielo nocturno en el que naciste.
Una murmuración por parte de Jungkook dejó pensando al demonio mestizo quien observó la luna que estaba escondida entre las nubes, su madre le había mencionado que amaba ver sus ojos porque eran la mirada de la perdición. Se suponía que concentraba la oscuridad de su nacimiento en ellos, así que si el reflejo de la luna estaba en él, quizá se refería a algo más.
- Si se supone que los ángeles reflejan constelaciones, ¿por qué me dices a mí una persona normal que tengo el reflejo de la luna?
- Porque la tienes, lo puedo ver, aunque no sé la razón. No lo sé, eres un enigma para mí en estos momentos - mencionó aun sin quitarle la mirada de encima, sonriendo bonito ante los ojos pecaminosos de Taehyung que solo podían ver al otro, siendo sometido por él - eres un hermoso y precioso enigma.
- Eres muy extraño - lo vio arrugar su nariz, para luego alejarse de él, haciéndolo sentir frío tan pronto como lo hizo - ¿quién eres verdaderamente?
- Tengo prohibido decirlo porque los hombres reaccionarían mal ante la presencia de alguien como yo - se encogió en su sitio, abrazando sus piernas, dejando a la vista sus pies descalzos y aquel trozo de tela atado a su tobillo, cosa que robó la atención de Taehyung.
El mestizo recordaba verlo luchar en aquella última nube, todo el tiempo, volando una y otra vez, incluso aún recordaba ese momento en el que simplemente se dejó caer como si no importara nada; sus gritos de dolor lo hicieron levantarse de su sitio, como si algo le llamara a ayudar a ese ser divino que estaba atentando contra su propia existencia.
Para la mala suerte del ángel fue tomado desde lo alto por alguien más, Taehyung intentó saber quién estaba haciendo aquello, era su ángel, de su propiedad y lo estaban lastimando sin su consentimiento. Aunque no se habían encontrado, él sabía que le pertenecía, el mismo señor del infierno se lo había entregado en bandeja de oro.
Aquel trozo de tela perfectamente ajustado a su tobillo debía esconder eso que lo anclaba al cielo, intentó acercarse a eso, mas Jungkook se encogió en su sitio, colocando sus manos sobre aquello para ocultarlo.
- Jungkook, ¿en serio no eres un alma que vaga por la tierra? - el tono de voz inocente hizo que el ángel le regresara la mirada, esperando encontrar malicia o algo que le hiciera sentir desconfiado, mas no había nada de eso, solo la luna reflejada en los ojos ajenos - si no eres eso, entonces ¿qué...?
- Ya te he dicho que no lo puedo decir, tampoco debería estar conversando contigo o siquiera estar tan cerca de ti. Se supone que debería ser invisible para todos.
- Eso es muy cruel...
- Es un castigo por desobedecer - aquella frase enfureció al demonio, qué estupidez era esa, ¿tener libertad de ir y venir a donde sea estaba mal? - solo debo esperar y no hablar con nadie hasta que se cumpla el tiempo estimado.
- ¿Te prohibieron acercarte a alguien? - cuestionó de manera inocente obteniendo un asentimiento por parte del querubín - incluso no puedes hacerlo con una persona que puede verte y aun así sigue aquí a tu lado.
La sorpresa regresó a Jungkook al escuchar eso, notando que la sonrisa de Taehyung era cálida como si lo invitara a acercarse nuevamente, y fue justo lo que hizo el ángel, acercándose de nuevo.
- Es cierto, tú me ves.
- Sí, lo hago, tan claro como que tu cabello es blanco como la nieve y tus ojos tan azules como el cielo durante el día. - Taehyung se acercó aún más a Jungkook, quien lo veía con ilusión, casi podía saborear esa emoción en sus papilas -. Entonces si yo te puedo ver y sigo aquí, eso quiere decir que ¿puedes quedarte a mi lado? No tengo a nadie más, todos huyen de mí, me hacen a un lado por ser diferente y me odian porque puedo obtener la atención de otros con facilidad.
Aquello último había salido sin más como un pensamiento de odio hacia sus hermanos y todos aquellos que siempre buscaban hacerle la eternidad imposible, no podía coexistir en el mismo lugar con ellos, ya que siempre estaban buscando una manera de hacerlo de menos.
- Taehyung - el ángel le acunó el rostro - gracias.
- ¿Por qué?
- Por aceptarme y pedirme que me quede - pronto los ojos de Jungkook tuvieron algunos destellos dorados extraños que le hacían ver aún más lleno de divinidad - prometo protegerte de todos los que quieran hacerte daño.
- ¿Qué significa eso? ¿Te quedarás a mi lado?
- Hasta tu último suspiro de tu vida terrenal.
Jungkook había tomado la decisión por sí mismo de tomar a un humano como su protegido, aquel mandato que obtuvo desde su nacimiento, teniendo el libre albedrío de poder escoger el alma al cual protegería al fin se estaba haciendo realidad. Había aceptado ser el ángel protector de Taehyung, y al él estar solo sin su guía no estaba anclado a dar explicaciones de quién estaba ciudadano o bien que Jimin diera la noticia de que estaba cumpliendo con su misión.
Y así, junto a aquellas palabras que eran un juramento, Jungkook mismo se materializó en una forma más humana, seguía teniendo el mismo aspecto angelical, pero ahora Taehyung también podía olfatear en él la sangre recorriendo su cuerpo, haciendo que sus mejillas se tornaran rosadas, ¿ese líquido de vida podía habitar en un ángel? ¿La sangre podía ser parte de él?, sin embargo, pudo notar que era una muy diferente de la de los hombres. Su protector le regaló una sonrisa más, mientras que su nariz se movía de manera peculiar olfateando un aroma dulce emanando de él.
- Me estás poniendo nervioso si me dices esas cosas - argumentó Taehyung sonriendo amplio por el momento que parecía ser hasta cierto punto incómodo, le hacía cosquillear la piel el solo hecho de sentir el tacto ajeno - aunque creo que para ti es fácil decirlo, eres un espíritu así que confió en que me protegerás de todos ¿no es así?
- Lo prometo.
- ¿Eso significa que me acompañaras a todas partes?
- A todas - el demonio se abrazó el cuerpo, aparentando sentirse cohibido, insinuando que lo vería en su desnudez, mas el ángel solo ladeó la cabeza, confundido y borrando su sonrisa, preocupado por su reacción - ¿qué ocurre no te agrada eso?
- Dijiste a todas partes, ¿incluye la ducha o cosas así?
- ¿Te molesta eso? Puedo cubrirme los ojos, justo así - llevó sus manos hacia esos dos luceros brillantes, ganándose una mueca por parte del demonio, ¿en serio debía cuidar algo que era tan... puro? - ¿Te parece así?
- No será necesario, mejor te quedas fuera cuando yo necesite un baño.
- Okay.
La mirada de Taehyung se alzó para observar detrás de Jungkook, donde ciertas miradas estaban sobre ellos, fácilmente pudo escuchar lo que decían; estaban hablando sobre ellos, no, esas personas, solamente estaban viendo a Jungkook, a su pequeño ángel, al cual juzgaban duramente sin saber qué era lo que le ocurría, por qué tenía el pelo así, por qué de pronto estaba dando un espectáculo como aquel en la orilla del mar.
- Jungkookie, ¿puedo ser el único que te vea?
- Uh, ¿por qué?
- Porque quiero que solo seas mi amigo.
- Eres muy tierno cuando haces ese tipo de gestos - murmuró el ángel, haciendo que de nuevo su existencia pasara desapercibido para todas las personas, fue fácil de saber que ya no le veían, pues las críticas se volvieron jadeos asustadizos - ¿Quieres irte de aquí? - Taehyung asintió mientras mordía su labio, Jungkook dio un último vistazo hacia el mar, recordando la promesa de esperar, quizá con la compañía de él pasaría el tiempo más rápido - Entonces andando, ¿dónde quieres ir?
Taehyung le tomó de la mano o al menos la extendió solo para él, haciendo que el ángel cayera ante el encanto de esa preciosa sonrisa amplia. El demonio era precioso, tan encantador que era imposible de obviar, se estaba aprovechando de la inocencia del ser divino, con un solo toque entre sus manos fue suficiente para conocer mucho respecto a Jungkook.
Él no podía identificar quienes eran ángeles o demonios a simple vista, para saberlo debía acercarse tanto y así observar en el alma de cada uno una marca. Taehyung no tenía nada de eso, porque su parte humana había muerto hace mucho tiempo, cuando cumplió su primer milenio y todos sus poderes despertaron; así que no estaba marcado por un ángel protector y tampoco tenía una línea de vida qué seguir, ahora comprendía la razón para ser el elegido de cuidar al ángel. Estarían juntos hasta que se aburriera.
O bien cuando Jungkook lo descubriera... quizá incluso en ese momento lo convencería de quedarse a su lado.
Ambos se colocaron de pie, alejándose de la orilla del mar, comenzando a tener una conversación banal, cosas como una casa, un lugar al cual regresar era algo que Jungkook no ponía mucho interés, tampoco se había relacionado con hombres, él no era quien cuidaba las almas, así que no vio extraño el hecho de que Taehyung ni siquiera buscara un lugar donde dormir.
El ángel pudo percibir cierto aroma dulce, mientras que se iban alejando, llevó su mirada hacia abajo, reconociendo aquella flor roja que siempre encontraba en cada una de sus visitas al mar. Se detuvo tan de pronto que llegó a sentir un escalofrío similar a cuando estaban cerca de un demonio, observando alrededor para asegurar que nada de eso estaba pasando, molestando el buen humor de Taehyung, pues la paciencia no era una de sus virtudes.
- Jungkook, ¿qué haces? Muero de frío aquí.
- Mira - tomó entre sus manos la flor, el mestizo temió porque aquella flor dañara de cierta manera al ángel, ¿por qué se sentía tan nervioso que algo como la flor del infierno lo lastimara? - siempre las encuentro cuando vengo por aquí. Siempre las tomo y las guardo, ¿tú las conoces?
- Es una simple flor, no tienes que poner atención a eso.
- A mí me parece muy hermosa y elegante, tiene cierto toque misterioso - el ángel sonrió mientras acariciaba con gentileza los pétalos rojos - su aroma es muy llamativo y dulce.
- ¿Dulce?
- Me hace pensar en ti - el demonio se sintió halagado ante aquel cumplido, las flores del infierno eran algo que su madre le había enseñado a cultivar, siempre aparecían en su presencia - ¿sabías que el rojo es el color de la pasión y el amor?
- Para mí es el color de la ira y la venganza - sonrió de lado, haciendo que el ángel ladeara la cabeza, más eso no evitó que se sintiera a gusto.
- Curioso, no conozco esas emociones.
- Es porque has vivido en un mundo demasiado puro.
- ¿Y tú? - cuestionó sin más, comenzando a andar detrás del demonio, quien al verse atrapado en aquella conversación, avanzó más rápido - oye espera, no me dejes solo.
- Entonces camina más rápido.
- No puedo, no estoy acostumbrado. Además, si lo hago se destruirá la flor - Taehyung comenzó a caminar de espaldas, siendo incrédulo de que el ángel aún mantuviera eso entre sus manos.
- ¿Por qué aún la tienes? Solo tírala.
- No puedo hacer eso.
- ¿Por qué? - se detuvo molesto, dejando que por fin le alcanzara, teniendo a Jungkook caminando despacio hasta llegar frente a él - estás demasiado cerca, ¿no conoces el espacio personal?
Lo hizo sonrojar por lo avergonzado que se sentía, Jimin siempre le llamaba la atención cuando intentaba hacer un acercamiento con las personas. El espacio que debía tener con el otro era como una barrera, una molesta muralla que evitaba que su protegido los viera. Jungkook no conocía muy bien la razón para mantener tanta distancia, entre más alejado estas de algo menos podría empatizar.
Le gustaba poder percibir todo de manera intensa, quería seguir percibiendo todo eso que Taehyung le demostraba con cada actitud distinta. Actuaba inocente y al mismo tiempo un tanto tosco, como si no deseara tenerlos cerca, pero al mismo tiempo era una completa contradicción porque su propia aura llamaba al ángel a acercarse más... más... más...
A pesar de eso, descartó la idea de estar faltando a aquella regla, pues Taehyung lo había visto con un poco de reproche al no obtener lo que quería, si él necesitaba ese dichoso espacio, Jungkook se lo daría, solo un poco mientras se acostumbraba a él.
El mestizo, por su parte, habría amado acercarse como siempre lo hacía con el resto de hombres, seduciendo con su sonrisa, sus actitudes traviesas o incluso altaneras, sin embargo, tenía una fachada por cuidar y necesitaba que Jungkook confiara en él, al menos hasta que se acostumbrara. Siguieron avanzando algunos pasos más, el tintineo de unas cadenas hicieron que Taehyung se detuviera.
- ¿Qué ocurre? - cuestionó el ángel notando aquel semblante desconcertado.
- Creí escuchar algo.
- ¿Algo como qué? - el mestizo tomó sin más las manos del ángel, quien trató de seguirle el paso, irritando en demasía a Taehyung el sonido molesto de esas cadenas - Taehyung puedo percibir tu miedo ¿Qué pasa? Si no me dices-
- Has silencio - suplicó mientras silenciaba con su mano a Jungkook, ambos sintiendo un escalofrío recorrerles el cuerpo -. Creo que nos están siguiendo, pero no sé quién es.
Se quedaron en silencio y mientras Jungkook era liberado, el demonio seguía buscando a aquel que se atrevía a seguirlos. Las cadenas se escuchaban justo a su lado, eran molestas para los oídos de Taehyung, quien no pudo evitar cubrir sus oídos suplicando que aquello se detuviera.
Se acuclilló por un momento mientras seguía buscando entre las sombras a aquel que estaba haciendo ese sonido. Hasta que por fin se dio cuenta, aquellos pies descalzos que no llegaban a tocar el suelo, en uno de esos tobillos seguía estando el insoportable sonido de las cadenas divinas.
- Taehyung, ¿Estás bien? Dime qué puedo hacer para que no duela más - podía percibirlo, era capaz de saber que su hermoso protegido estaba siendo torturado con algo, sin embargo, no esperaba que el mismo Taehyung le sostuviera el tobillo justo donde cubría la atadura.
- Solo no te muevas, ¿Sí? - la mueca de dolor del ángel le hizo saber que su agarre le lastimaba ¿Por qué no decía nada o se quejaba?
- ¿Si me quedo quieto dejará de doler?
- Sí, no es nada - sonrió de lado sintiendo un ardor extraño en su mano, quitando de ahí su tacto - ¿seguro que eres un espíritu bueno? Esto no me había pasado con otros.
- Bueno, soy un poco diferente - se acercó de nuevo a él, tanto como para poder observar claramente cada facción.
- ¿Sí? ¿Qué tan diferente? - la vista del demonio se detuvo en la flor que sostenía Jungkook, le parecía extraño que siguiera viva, usualmente las que nacían gracias a él morían rápidamente - aún la tienes contigo...
- Oh, sí, de hecho quería hacer algo con ella. Espera ahí y cierra los ojos - el ceño fruncido contrario lo hizo reír - por favor - Taehyung mordió su mejilla interna, comenzando a sentir que su piel picaba ante tantos tratos extraños, él estaba acostumbrado a otro tipo de interacciones - ciérralos. Necesito comprobar algo.
- Bien.
Jungkook se movió solo un poco haciendo sonar de nuevo ese último eslabón de su cadena, comprendiendo el motivo del dolor de Taehyung, ¿el sonido lo lastimaba? ¿Era tan sensible como para poder escucharlo?
El ángel no comprendía que aquel sonido era lo que mantenía alejados a todos de él, porque para cada ser divino era una advertencia de alguien que llevaba un castigo, significaba que no podían acercarse, temiendo que fuera un alma torturada por el tentador. Los demonios lo escuchaban como sus propias cadenas, esas con las que los ángeles podían encerrarlos, así que les provocaba repulsión y dolor, el solo estar cerca de eso.
Jungkook no comprendía muy bien lo que ocurría o la razón del porqué sucedía, mas no fue ignorante que aquello mismo le hacía daño a Taehyung. Llevó sus manos hacia la atadura que cubría su tobillo, ajustándola mejor, pasando un trozo de la tela por el medio del eslabón.
Movió de nuevo su tobillo, agitándolo varias veces, no obteniendo una mueca más de dolor por parte de Taehyung.
- ¿Ya puedo abrir los ojos? - estaba irritado porque no sabía lo que estaba haciendo el ángel.
- Casi, puedes responderme algo - el mestizo se encogió de hombros y eso fue tomado como un sí. Jungkook alzó su tobillo moviéndolo con tal de que se escuchará de nuevo, esta vez esforzándose para que fuera lo suficientemente fuerte - ¿Sigues escuchando cosas?
- No.
- Bien, entonces creo que lo he solucionado - estaba más que satisfecho, era como cumplir su primera misión para cuidar de Taehyung - ahora no abras los ojos, tengo una sorpresa para ti.
El demonio mestizo mordió ligeramente su labio, la última vez que le dijeron eso le entregaron en bandeja de plata al ángel frente a él y su amo oscuro lo había atado y asfixiado. ¿Jungkook haría algo así? ¿Quizá usaría esa cadena misma para hacerla sonar? Comenzaba a pensar que sería delicioso el dolor provocado por el tintineo de ese último eslabón de la cadena. La piel le cosquilleó de la emoción de solo pensar que ese tierno ángel podría llegar a torturarlo como tanto le fascinaba.
Por su parte, el ser divino notó la emoción ajena y dando una última inhalación hacia la flor, sonrió, para seguido usar su don, multiplicando la flor, haciendo que un conjunto de flores blancas rodearan la roja, no se sentía satisfecho con su presente, pero le parecía adecuado.
- Listo, ábrelos - el mestizo hizo lo pedido abriéndolo de mala gana cuando no escuchó la cadena, torturándolo ¿dónde estaba su momento de asfixia? ¿No lo iba a siquiera amordazar con el retazo de tela atado a su tobillo? Se decepcionó y al mismo tiempo se confundió con lo que le era extendido, obteniendo un arreglo de flores frente a él - ¿qué te parece ahora?
- ¿Qué es eso?
- Un presente para ti.
- Con eso me quieres conquistar - las tomó de inmediato, mordiendo su labio inferior para evitar sonreír - si lo que quieres es seducirme lo tendrás que hacer mejor.
- ¿Eso es como protegerte? - una mirada llena de picardía le fue brindada, mientras que era tomado de la mano para comenzar a avanzar - ¿eso es un sí?
- Considera esta tu primera lección para divertirnos y saber cómo protegerme.
Ante la mirada de todos en los alrededores solo podían observar una sombra oscura, que dejaba un aire helado a su paso, siendo seguido por una luz demasiado cálida. Algunos demonios solamente se mantuvieron a la distancia, conociendo muy bien quién era ese ángel molesto junto a aquel mestizo.
Y, mientras todo aquello sucedía entre los hombres, cierto demonio aún estaba intentando encontrarle una razón a lo que sus ojos veían. El lugar donde Yoongi había proclamado como sus aposentos, ahora estaba floreciendo un campo de flores del infierno, las espinas que crecían en el suelo, eran cambiadas por simple musgo cada vez que Jimin se acercaba a una nueva flor.
- Hoseok, ¿esto lo haces tú? - cuestionó de manera curiosa el ángel, aun sintiéndose débil, pero verdaderamente intrigado por lo que estaba sucediendo.
- No estoy haciendo nada de eso, solamente tres demonios pueden hacer algo como eso y te aseguro que ninguno está aquí.
- Entonces eso quiere decir que el señor Yoongi dejó esto para mí, ¿por qué?
El demonio sonrió amplio, decidiendo acercarse más al pequeño ángel, quien aún tenía esa mirada tan pura e inocente.
- Sabes lo que es un cortejo entre divinidades.
- ¿No?
- Se dice que cuando dos divinidades, es decir, en el cielo, se quieren expresar su amor, dejan cosas que al otro le gustan, ¿tú eres afecto a este tipo de cosas?
- No. De hecho, Jungkook es quien disfruta de las flores - el demonio dejó de sonreír, intentando que su paciencia no terminara en un segundo.
- Podemos dejar de hablar de tu protegido, mejor piensa en Yoongi ¿qué te provoca él cuando lo ves? ¿Miedo? ¿Desesperación? ¿Sufrimiento? - el ángel hizo silencio mientras reflexionaba sobre cada una de esas palabras, le había tenido miedo cuando se encontraron, se había desesperado cuando pensó que jamás terminaría su sufrimiento y había sentido tanto dolor cuando le atravesó el cuerpo con sus garras - ¿obsesión? ¿Devoción? ¿Amor?
- ¿Amor?
El escalofrío que le invadió el cuerpo era parecido a sentir que algo le estrujaba en su interior, como el ansia de la anticipación ante una posibilidad inexistente le llamara. Llevó su mano a su pecho mientras que aún sostenía una de las flores, la cual a la vista de Hoseok era extraño. Las flores de Yoongi no podían ser cortadas por nadie, ya que inmediatamente morían, esa, por el contrario, se veía más viva que nunca e incluso más fragante.
Sus propios recuerdos de ver a Yoongi desde una distancia prudencial y suplicarle que le dejara a su lado llegaron a su mente, sin embargo, había algo que le impedía el seguir ilusionándose; existía un vacío en él, eso que no podía explicar con palabras lo hacía sentirse disgustado, porque luego de vivir tanto tiempo con ilusiones, el rostro de aquel ángel oscuro se volvía una mueca de asco hacia él.
Así que no podía ser eso, el señor Yoongi no se mostraría abierto a él después de tanto tiempo.
- Pareces confundido.
- No es verdad.
- Será que este pequeño cordero de sacrificio, está amando a su amo.
- Eso es imposible, él no puede sentir eso por mí.
- Y qué tal si no fuera así y cayera rendido ante un dulce ángel como tú - el demonio rodeó el pequeño cuerpo, evitando tocar una sola de las flores -. Intenta ver las cosas que hace por y para ti, ¿no hay algo que te diga que él está cambiando contigo?
Jimin lo pensó por unos cuantos segundos. Él se había preocupado cuando estaba sufriendo aquel dolor insoportable, pero eso no significaba que estuviera sintiéndose afecto a él, quizá solo se había salido de control... Sin embargo, por más fuera de control que estuvieran las cosas, le dijo que enviaría a alguien para cuidar de Jungkook, también lo envolvió en un sueño profundo en el cual descansó lo suficiente para recuperar su energía.
Le explicó todo el dolor que sufrían las almas que él nunca pudo proteger, llegando a comprender por qué estaban tan molestos los demonios cuando protegían un alma que casi fue suicida, esas mismas tenían una mitad en cada lado, al ser pecadores y llevar la alta traición marcada, pero eran perdonados por no intentarlo de nuevo.
Yoongi les daba una nueva vida a esas almas indefensas, los niveles en el infierno estaban plagados de personas que realmente disfrutaban hacer aquellos actos atroces y ellos solo se encargaban de provocarles dolor, tanto y más como lo hicieron en vida; así que ¿quién era el verdadero villano en la historia?
¿Yoongi seguía siendo ese ángel sabio que conoció tiempo atrás? Quizá él podría... quizá ellos dos...
- No lo pienses mucho... solo siente... - Hoseok pudo saborear en la punta de su lengua la incertidumbre y la tentación, estaba cayendo justo como aquellos dos hombres. Ser curioso le jugaba en contra, ser alguien que tenía algo que lo ataba a Yoongi era peligroso y el demonio estaba verdaderamente curioso de lo que sucedería si... - ¿Qué es lo que harías para llamar su atención y que él tenga este tipo de gestos contigo?
- ¿Crees que él... y yo? - Jimin llevó su mano a su boca, teniendo los ojos bien abiertos.
¿Él se recordaba completamente de su interacción en el pasado? ¿Podía ser posible que ahora sí tuvieran un tiempo para compartir? Hoseok se regocijó ante aquella expresión de Jimin quien regresó a su lecho de plumas oscuras, donde parecía observar todo de mejor manera.
Entonces llegará el día en el que la oscuridad encuentre su contraparte en la luz y la luz se verá opacada por la oscuridad para juntas crear el perfecto equilibrio...
Luz y oscuridad en uno mismo, eso eran ellos y Hoseok había visto por sus propios ojos que Yoongi y Jimin eran la representación de esas notas proféticas. Por cada ser oscuro, existía un ser de luz que hacía al otro mantenerse en control, ni la luz era tan poderosa para ocultar la oscuridad, ni la sombra más oscura era capaz de sobrevivir sin un lucero que le dé un sentido a su existencia.
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