⊱𝔖𝔢𝔭𝔱𝔢𝔫𝔡𝔢𝔠𝔦𝔪⊰
Las palabras de Jimin fueron atrevidas, mostrando una actitud sagaz, aunque por dentro todo vibrara en un extraño sentimiento de emoción y orgullo. A la vista de todos, el aura de ángel cambió como si la propia presencia de algo oscuro lo rodeara, manifestándose ante ellos, aunque nadie mencionó nada al respecto, ni siquiera cuando los observó por sobre su hombro esperando que alguien se revelara; tanto Lilith como Hoseok se regalaron una mirada rápida al notar un brillo naranja en la espalda del ángel, mostrando las fases lunares, el sello con el que Yoongi había encerrado su propio ser y despertado en Jimin aquello que mantuvieron dormido por mucho tiempo.
Era suyo, nadie le arrebataría al ángel que por derecho le fue dado y porque por decisión propia había decido quedarse, quizá incluso mucho antes de siquiera ser consciente de la conexión que mantenían.
— ¿Se quedarán ahí parados o prefieren seguir escuchando los gritos de dolor del resto de heridos? – los escalofríos que le recorrían la espalda lo hacían sentir incómodo y su asombro se reflejó en sus ojos al notar que ninguno parecía molestarle su actitud —. Es decir... solo quiero poder asegurarme de que funcionará lo que.
— Está bien, Jimin. No tienes que excusarte – el ángel mordió su labio inferior, para luego asentir a secas y reanudar su camino.
La sonrisa de todos se amplió aún más al ver que el ángel tomaba la delantera para guiarlos a los aposentos de Yoongi, llevando un paso bastante acelerado, no importándole si le seguían o no. Taehyung no dudó en dejarse llevar ante lo divertido que era toda la situación y alcanzarlo, por supuesto que tomado de la mano de Jungkook, no dejando pasar la oportunidad de alardear la preferencia de su amado ángel.
Si bien llegaron a perderse por uno de los pasillos debido a que Jimin no comprendía muy bien el palacio, fue Hoseok quien levantó cortinas de humo para atravesarlas y hacer más sencillo el camino. El ángel lo vio con mala cara en cada una de las ocasiones al pensar que se estaba burlando, aunque no dudó en pasar por las cenizas para demostrar que no temía del poder de un demonio. Jungkook se encargó de cubrir a Taehyung de nuevo con sus alas, aunque el mestizo no lo necesitara, el que su ángel lo protegiera en cada ocasión le hacía sentirse verdaderamente embobado.
Taehyung había sido un espectador toda su vida de sus padres, justo como en ese mismo momento dónde Lilith se encontró muy protegida por su adorado demonio tentador, con la diferencia que ahora el demonio mestizo podía ser tan protagonista como deseaba y más. Con Jungkook siempre existía ese factor sorpresa que le brindaba un adicional a sus deseos.
— ¿Qué ocurre? – cuestionó Hoseok al notar la duda plasmada en el rostro angelical de Jimin ¿en serio iba a permitir que tantos invadieran el espacio de Yoongi?
— No estoy muy seguro si esto es buena idea – titubeó sobre sus pasos, retrayendo su mano, la cual ya había alzado para abrirse paso en el lugar —. No es mi habitación, quiero decir-
— Jimin, para tu información muchas de las cosas que pertenecen a Yoongi ahora son tuyas o bien tienes permiso de tenerlas – Lilith sonrió de lado al notar el asombro en el bonito rostro del ángel – solo confía en ti mismo y las cosas se te darán a voluntad del poder que corre por tus venas.
— De lo contrario seré yo el que se abra paso en esa habitación – una risa baja provino de entre los labios de Hoseok, recibiendo un pellizco por parte de Lilith haciéndolo sisear y desear más de aquellos tratos, aunque la reprimenda por parte de su amada le dejó más que claro que debían concentrarse —. No dudes más, Jimin. Solo acércate.
La puerta de la habitación estaba cerrada, no parecía ceder ante nadie, haciendo que el ángel tragara duro, tambaleándose, dando una inhalación profunda y temblorosa. Los sellos en la espalda de Jimin ardieron al abrir la estructura pesada, aunque aquella hazaña no fue lo que les sacó un jadeo de sorpresa a todos, sino más bien lo que se encontraba en el interior. El suelo estaba lleno de musgo verde, bastante vivo a decir verdad; las flores del infierno se veían bellísimas, el aroma que despedían era tan dulce y embriagante que todos se sintieron reconfortados.
— ¿Cómo es posible que todo esto se encuentre aquí? Quiero decir la última vez que estuvimos cuidando de ti no se veía así – señaló Lilith intentando hacer ver a Jimin lo obvio —. Esto es mucho más de lo que ha ocurrido aquí en el infierno. Es más de lo que yo misma he intentado que tengan las almas dolientes en su recorrido hacia su condena. Los lirios del infierno no logran sobrevivir por mucho tiempo.
— Esta flor es muy especial – Jimin se adentró a la habitación, casi hipnotizado por lo que se hallaba en el medio de esta, robándose su atención, casi caminando por inercia —, la flor del infierno fue de las primeras creaciones de Yoongi, él la creó frente a ti para saber si serías digna de tener más, de lo que te esperaba a las afueras del jardín.
— Pensé que había sido la primera a la que le mostró esa creación – sus brazos se cruzaron sobre su pecho, alzando una ceja para demostrar su indignación ante la risa burlona de Jimin.
— Fuiste la primera, pero yo siempre estaba un paso atrás de él, así que terminé escuchando y viendo muchas cosas.
— ¿Qué es eso en el medio? Parece una piedra extraña – cuestionó Taehyung tomando la mano de su ángel para adentrarse al lugar, Jungkook parecía un tanto inseguro, pero eso no le evitó animarlo para ir dentro —. Es un cristal.
— No cualquier cristal – una sonrisa surcó los labios rojos de Lilith al mismo tiempo que veía a Hoseok ingresar con el demonio a cuestas, el demonio le sonrió estando de acuerdo con lo que diría – es un regalo de nuestro no muy blando señor del infierno.
— ¿Un regalo? – tres voces al unísono cuestionaron aquello, pero fue Hoseok quien finalmente se decidió a hablar, soltando el cuerpo del demonio en el suelo.
— Es la piedra en la cual permaneciste durante los primeros años de tu castigo – los ojos de Jimin se iluminaron con nostalgia al escuchar aquello, acercándose a esta misma para verla a detalle – siempre que despertabas del sufrimiento estabas envuelto entre tus alas como un capullo sobre esa misma piedra.
— Y ¿el cristal? – sus dedos se alzaron para tocarlo, era inevitable para el ángel no ser llamado por ese gigantesco objeto que dejó de ser traslúcido para mostrar colores intensos. Verde, morado, azules, rojos, naranjas, todos mezclándose hasta dejar a la vista una luz brillante.
La claridad llegó a Jimin como un golpe fuerte, acelerando sus latidos hasta hacerle escuchar su corazón en los tímpanos, percibió el bombeo de la sangre corriendo por sus venas, haciéndose obvia en las yemas de sus dedos, luego de haber tocado el cristal. Sus ojos se cerraron con fuerza, dando paso a que miles de recuerdos se hicieran presentes, esta vez desde dos puntos de vista, todo el dolor que padecía en cada una de esas pesadillas solo eran parte de una prueba más.
Pudo ver cómo después de dejarlo en un sueño profundo, Yoongi siempre se quedaba cuidándolo, con los brazos cruzados sobre su pecho, no porque no le interesara su sufrimiento, si no más bien era una manera de obligarse a sí mismo para no cometer una locura sacándolo de ese castigo. Las garras le rasguñaban la carne, la sangre oscura corría como un río contaminado, mientras que el propio rey del infierno veía y padecía todo lo que Jimin estaba viviendo.
"Cuídalo... Hoseok"
Una simple orden que no tenía otro fin más que salvarse a sí mismo de alejarse de esa habitación para no quitarle el castigo y, sin embargo, Jimin siempre lograba salir de ello dándose cuenta de que todo aquello no era verdad por más doloroso que parecía; no importaba la prueba siempre lograba salir de una u otra manera por sí solo aunque en otras ocasiones solo se debía a que percibía una fuerza mayor que murmuraba... Resiste.
"En el pasado nuestros recuerdos fueron borrados... Esta vez procuraré jamás olvidar lo que me trajo a ti..."
La voz de Yoongi lo hizo estremecer, era como si el propio cristal hablara con él, reflejando la luz de las llamas del infierno para recrear un espectáculo de iluminación gracias a pequeños cristales incrustados en las paredes.
— ¿Qué es esto? ¿De dónde salió?
— Está formado con tus lágrimas, todas esas que derramaste por los años de agonía, quizá incluso de siglos pasados – la mirada de Jimin paseó por todo el lugar, intentando grabar cada imagen en su mente, sintiendo la vibración de un segundo latido —. Es su regalo para ti.
— Supongo que en su regreso tendrá mucho para explicar – la voz de Lilith hizo eco en el lugar, parecía tranquila, aunque pronto su instinto le advirtió de algo o más bien del actuar de Taehyung —. ¡No pises el agua!
— Hey, estoy bien, puedo caminar solo – se quejó en el momento que Jungkook notó el agua cristalina que estuvo a punto de pisar —. ¡Bájame!
— No puedo hacer eso, morirías si llegas a tocar las lágrimas divinas – la mirada aterrorizada de Taehyung se desvió del rostro de su ángel hacia el agua que parecía inofensiva —. El cauce está hecho con lágrimas de Jimin hyung.
— Deja de exagerar, tonto ángel, simplemente se lastimaría y agonizaría de dolor, por lo que dure su regeneración – se encogió de hombros al notar que el ceño de Jungkook se frunció más estando en desacuerdo con aquello, abrazando más el cuerpo de Taehyung —. Aunque tampoco quiero ver a mi hijo sufriendo por ser desequilibrado.
— Estoy bien, sobreviví a escuchar cadenas divinas, al poder de un arcángel y casi morir por negarme a comer – una mirada fulminante sirvió como advertencia por parte de Lilith para callarse. Taehyung se abrazó más al cuello de Jungkook, disfrutando estar en sus brazos —. Qué bueno que esa fea tobillera tuya ya está escondida entre tu piel. Y ese último eslabón ahora se encuentra en un mejor lugar para ese arcángel, no podrá obligarte de nuevo a estar encadenado – susurró contra la piel del cuello ajeno haciéndolo estremecer —, puedes bajarme, tendré cuidado. No soy tan débil.
— Aun así quiero protegerte, así qué te quedarás aquí.
— Taehyung – le llamó Jimin, obteniendo una mirada con el ceño fruncido —, Jungkook tiene razón es mejor no arriesgarse, ninguno de tus padres está tocando directamente el suelo – con un gruñido bajo el demonio mestizo se acurrucó más en el agarre del ángel, podía sacar ventaja de ser impulsivo y lamer el cuello de su amado no sonaba nada mal —. Hoseok, ¿crees que el agua de aquí ayude a sanar al resto de heridos?
— Por eso mismo trajimos a este de aquí – Lilith señaló aquel cuerpo inerte que apenas y respiraba, lo escucharon, quejarse bajo al tocar directamente una gota del rocío – ¿estás seguro de que quieres esto? Las lágrimas divinas son mortales. Debo recordarte cómo quedaron las manos de nuestro señor después de que cierto ángel llorara en sus manos.
— ¡Eran otros tiempos! – la voz de Jimin retumbó, provocando que algunas gotas cayeran del techo.
Hoseok cubrió con una de sus alas a Lilith, no poniendo mucha atención en las que cayeron sobre su piel, sacando leves líneas de humo, causando llagas pequeñas, las cuales no parecieron molestar al demonio, restando importancia al sacudirlas con su mano. Jungkook no se quedó atrás, cubriendo completamente a Taehyung, sus miradas se encontraron en una complicidad bastante traviesa con el mestizo aprovechando la situación para robarle un beso en su capullo de plumas casi oscuras.
El calor que emanaba de las alas de su ángel le recordaban todas esas noches en las cuales dormían acurrucados y sus labios no perdieron el tiempo en buscar la piel delicada del cuello ajeno, sacándole un estremecimiento.
— Será mejor que aprendas a controlar tu temperamento, pequeño ángel. Por si no te habías dado cuenta, posees el corazón del primer ángel caído y no es alguien que sea muy tolerante a las cosas. El poder se puede salir de control con facilidad – Lilith se sacudió el polvo imaginario para mostrar su incomodidad con la situación. El ala que la cubría le dejó una leve caricia antes de plegarse y desaparecer, caminó unos cuantos pasos, alejándose de las rocas donde podría caerse, notando la mezcla de líquidos —. Parece un agua bastante particular, la del cauce.
— Yoongi dijo que mantenía vivo todo el ecosistema de aquí mismo y nace debajo de la roca – señaló el lugar para que todos notaran las líneas finas donde brotaban los hilos finos y cristalinos —. El lecho donde me curó estaba en ese sitio, derramé demasiada sangre y estoy seguro de que él también.
— Es curioso, combinó ambos lugares para darte este espacio para ti solo y terminó creando una habitación peligrosa para todos en el infierno – con elegancia y haciendo que la falda de su vestido moviera algunas flores se giró hacia su amado demonio. Todos observaron a Hoseok que se había quedado callado por mucho tiempo —. Entonces ¿esto funcionará?
— Debemos probar, además el cauce no solo tiene lágrimas, sino también está mezclado con la sangre de Yoongi y del ángel – agregó Hoseok, quien ya estaba tomando un poco entre sus manos —. Intentemos salvar a este – señaló con su cabeza el cuerpo moribundo a su lado —. Jimin necesito que sostengas el cuerpo y alguien más me ayude a darle de beber del agua.
Jimin se acercó hasta el demonio, dudando antes de tocarlo, no sabiendo muy bien si tendría alguna reacción hacia el contacto con él, pero los quejidos agonizantes lo obligaron a actuar, girando el cuerpo para colocarlo boca arriba, no teniendo alguna reacción negativa. Entre movimientos temblorosos y débiles logró que la cabeza contraria quedara sobre sus piernas.
De una de las rocas, Hoseok la convirtió en un recipiente apto para darle de beber el líquido, mientras que Lilith se encargó de abrir los labios del demonio, con un asentimiento los tres estuvieron de acuerdo en que pondrían a prueba aquello.
El líquido rozó la punta de la lengua del demonio, despertándolo entre movimientos violentos que obligaron a Lilith a invocar serpientes que lo mantuvieron inmovilizado. Hoseok siguió vertiendo aquel líquido que mezcló con mucho cuidado, asegurándose de haber tomado partes similares de sangre y lágrimas.
— Sosténgalo con fuerza – ordenó Hoseok, haciendo a un lado a Lilith para que no le hiciera daño entre los movimientos violentos y convulsivos – Jimin, detén su cabeza o escupirá el líquido.
— Es lo que intento – sus manos se ciñeron aún más al cuello ajeno, su mirada desesperada se conectó con la de Jungkook, quien ya había hecho uso de sus múltiples dones para hacer que las serpientes que mantenían el resto del cuerpo obedecieran la orden de inmovilizar con mayor fuerza. El ángel asintió como única respuesta ante su comunicación silenciosa – ¡Detente y obedece a mi voz!
El cuerpo del demonio se arqueó al mismo tiempo que exhaló un grito silencioso. Sus ojos se abrieron tanto que incluso sus venas se marcaron en su rostro, el negro cubrió su iris volviendo a un estado normal. Tomó unas inhalaciones más, una más profunda que la anterior, hasta que finalmente su respiración fue pausada. Las heridas que segundos antes le estaban quitando el aliento de vida comenzaron a cerrar, el escozor de las llagas abiertas que dejaban a su paso las lágrimas solo provocaba que todo lo dañado se borrara dejando el trabajo fácil a la sangre de reconstruir el cuerpo.
— ¿Funcionó? – cuestionó Taehyung, curioso por saber lo que estaba pasando. Un jadeo alto proveniente del cuerpo que antes se retorcía, teniendo al demonio despierto, confundido, observando hacia todas partes.
— ¿D-dónde estoy? – su voz estaba quebrada debido a los esfuerzos anteriores, pero se veía bastante bien.
— Vivo, es lo que nos interesa – la sonrisa de Lilith se amplió al sentir la euforia creciendo en su interior – y ahora solo debemos hacer lo mismo con el resto de demonios heridos.
— ¿Hay más como yo? – preguntó con algo de temor, obteniendo un asentimiento por parte de todos, solo reconocía a dos de ellos, pero el hecho que un ángel estuviera ahí le traía un poco de calma y al mismo tiempo lo hizo reaccionar —. ¿Dónde está mi compañera?
— Te encontraron casi muerto – respondió a secas Hoseok adelantando en ser el primero en tomar la palabra para que nadie más soltara información —, los que te rescataron te trajeron aquí esperando que te recuperemos y nos digas lo que ocurrió. Por ahora solo concéntrate en que te encuentras a salvo.
— No lo entienden si él sigue ahí, la asesinarán.
— Si es otro demonio de seguro ya se encuentra aquí – agregó Lilith con firmeza obteniendo una negación frenética al mismo tiempo que intentó moverse, pero las serpientes seguían estando en su sitio y Jimin no dejó que se lastimara con los movimientos agresivos —. Deja de moverte, por ahora interesas tú.
— Ella es quien me preocupa, esos ángeles la comenzaron a atacar por defenderme – esas palabras hicieron que todos se dedicaran una mirada cómplice, comprendiendo que lo que habían mencionado los arcángeles solo era la punta del iceberg. ¿Cuántos más había en la misma situación? – están buscando a todos los que han roto las reglas, los que protegen a los demonios, los que han cometido el pecado de estar unidos a otro ser.
— ¿Eso es lo que dijeron cuando los encontraron? – cuestionó Hoseok, obteniendo una afirmación junto con un gruñido y más movimientos para liberarse.
— Estaban buscando todo eso. Querían saber si conocíamos al ángel con el libre albedrío de la protección que infringió las reglas y al demonio que lo tentó para hacer algo tan atroz.
Jungkook se tensó en el momento que escuchó esas palabras, era obvio que los estarían buscando, llevaban mucho tiempo haciéndolo, pero fue tan cuidadoso que estaba seguro de que el ataque que recibieron ellos por parte de ese arcángel solo había sido un golpe de suerte y perseverancia al mantenerse vigilando ciertos lugares.
Quizá estaba abusando de su confianza, pero podía apostar que el arcángel ni siquiera los reconoció como los pecadores que buscaban, o probablemente se cegó tanto al encontrarlo que no fue consciente de que ya había cumplido con su labor.
— ¿Acto atroz? Es por eso que me andan buscando – la mano del ángel tapó los labios de Taehyung, obligándolo a permanecer en silencio, aferrándolo a su cuerpo para evitar que hiciera algo más.
— Hyung, calla – susurró contra el oído de Taehyung, quien se negaba a quedarse en silencio – es de nosotros, de quien habla, no levantes sospechas, queremos que ese demonio siga molesto para que esté de nuestro lado.
— ¿Dónde aprendiste a ser tan egoísta con los otros?
Jungkook se encogió de hombros, haciendo sonreír a Taehyung, quien decidió obedecer a las palabras de su adorado ángel.
— Me obligaron a verla sufrir para que yo hablara y mencionara que la había tentado a pecar y luego – tragó saliva tan duro como si el nudo en su garganta se tratase de una piedra gigantesca —... cuando no dije nada intentaron hacerle daño borrando sus recuerdos conmigo. Me atacaron con sus armas.
Intentó moverse de nuevo, quitarse de encima los animales que lo sostenían, pero el toque gentil de Jimin sosteniéndole el rostro lo hizo regresar a una posición más tranquila. La mirada del ángel le recordó a esos mismos ojos benevolentes de su compañera.
— Sé... Entiendo que sufriste demasiado, pero ahora estás a salvo – arrulló la dulce voz del ángel mayor llamando la atención del demonio —. Por ahora... Descansa – murmuró Jimin, pasando su mano sobre los ojos del demonio, quien cayó en un sueño profundo. El ángel alzó la mirada aun teniendo dudas de cómo sería visto, pero lo que encontró fueron sonrisas amplias llenas de satisfacción y una más de orgullo iluminando el rostro de Jungkook.
— Lo hiciste hyung – lo vio avergonzarse por el acto que había cometido, pero eso no dejaba de lado que utilizó su don para ayudar, al menos se intentaba convencer de aquello para no caer en la culpa —, pensé que no lo harías. Los salvaste a ambos.
— ¿Qué significa, ambos? – cuestionó Taehyung al sentirse curioso.
— Este demonio compartía una unión con un ángel, su compañera. No tan fuerte como la de ustedes dos – los sermoneó Hoseok, haciendo que el mestizo desviara la mirada con desinterés – esto nos deja claro que todos los ángeles que estén muriendo debido a su conexión con un demonio se salvaran.
— Espero que eso ayude – la voz de Jimin fue baja y con un poco de culpa, pues al escuchar aquello parecía un acto egoísta.
— Seguro que lo hará, hyung. Estoy orgulloso de que actuaras por esta vez – le animó el ángel, dándole una sonrisa.
— Se tardó demasiado en hacerlo, no veo la terquedad de no utilizar lo que tiene – un pequeño empujón le fue propinado por Jungkook – ¡Oye! No provoques – se quejó Taehyung, siendo nuevamente callado por Jungkook para evitar recibir una reprimenda por ir mencionando un secreto tan grande, aunque esta vez el demonio mestizo utilizó un arma letal. Placer. Paseó su lengua por la palma que le impedía hablar, pero aquella sensación húmeda fue percibida en otra zona, obteniendo su libertad —. No vuelvas a cubrirme la boca.
— Es un secreto que te confié solo a ti – gruñó entre dientes intentando contener a Taehyung.
— ¿Le dijiste sobre...? – Jungkook comenzó a negar lentamente, para luego hacer una mueca de culpa y al fin asentir – tú, querubín inconsciente y poco responsable.
— Oye, oye, un momento. A mi conejito de invierno solo lo insulto yo.
La discusión comenzó a ser demasiado ruidosa entre ambos, parecía más una riña entre quién tenía más confianza con el pequeño ángel, mientras este se veía dividido entre Taehyung y Jimin. Las serpientes que habían estado obedeciendo una orden silenciosa deshicieron su agarre, convirtiéndose en simples ramas muertas, objetos de los cuales habían sido formadas.
Hoseok se aseguró de que el demonio estaba vivo, que aquella orden que había recibido del ángel solo le había provocado un estado de calma para poder recuperarse. Las heridas estaban sanando con mayor rapidez, incluso el color de la piel estaba mejorando, lo vio pasar a un estado más natural, un tanto más tenebroso, con las pequeñas garras y un cuerno sobresaliendo de su frente. Verdaderamente se encontraba bien.
Dio un último vistazo hacia la fuente de la cura, quedando completamente seguro de que harían beber el líquido a todos los que necesitaran. Un escalofrío le recorrió el cuerpo al escuchar de nuevo la voz de Jimin alzándose sobre la de Taehyung, para luego ser acallados por Jungkook. Esos ángeles no eran comunes como lo habían pensado, incluso su hijo, el más rebelde de todos, había caído bajo los encantos de ese adorable querubín.
— Paren de discutir, ¿okay? No viviré el resto de mi existencia cargando con este tipo de encuentros – Jungkook frotó su frente con algo de frustración y para nada arrepentido de haber usado un poco de su don —. Las peleas no llevan a nada cuando no hay una buena razón, en especial cuando se trata de utilizar un don.
— ¿Así que fue el poder de un don lo que ocasionó todo esto? – cuestionó riendo incrédulo Hoseok, envolviendo el cuerpo del demonio en una nube de humo y ceniza para trasladarlo a otro lugar, dejándolos a ellos en la habitación.
— No es cualquier don – respondió Taehyung, al mismo tiempo que era bajado con cuidado sobre una piedra, fuera del alcance del agua – ese ángel tiene el poder que nuestro señor quiso robar y no se le permitió...
El silencio llenó la habitación, acompañado del correr del agua. Un estremecimiento invadió a Hoseok y Lilith, sus miradas se conectaron como si intentaran asegurarse de que habían escuchado bien lo que mencionó Taehyung. Incluso había nombrado ese don, el cual el Creador había ocultado de Yoongi para que no lo obtuviera y ahora lo veían materializado en un ángel.
— ¿Todo este tiempo lo has tenido? – Jimin asintió ante el cuestionamiento de Hoseok, quien necesitó unos segundos para recobrar la compostura – ¿le has dicho a él que lo tienes?
— No. Es decir, no nací con este don, solo recuerdo que luego de un tiempo... lo tenía, fue después – se detuvo a pensar mejor sus palabras, estaba alterado, aunque no solo era él —. Esos dones no son dados de nacimientos, los entregan como un regalo, nadie me dijo que yo poseía algo como eso, lo supe cuando me negué a que alejaran de mi lado a Jungkook y los ángeles de menor rango obedecieron – jugueteó con sus dedos de manera nerviosa, desviando la mirada de todos los que le observaban con incredulidad —. Yoongi no sabe nada de esto.
— Perfecto, eso quiere decir que un ángel controló a su gusto y gana al Rey del Infierno – los pasos de la madre de los demonios resonaron yendo hacia la salida —. Si no se lo dices tú se lo diremos nosotros – lo señaló haciendo que el ángel se encogiera en su sitio —. Mierda, estoy tan molesta. ¿Tú también tienes algo como eso?
— Bueno, yo— — Jungkook titubeó y tropezó con sus propias palabras, pues el mencionar algo respecto a sus dones era un acto insolente y merecidamente de castigo.
— Estás molesta con Jimin, no con Jungkook, madre.
— Cómo puedo saber que ese ángel no te embrujó.
— ¿A mí? – se señaló con incredulidad —. Yo, el demonio de la tentación. La lujuria hecha carne. ¿Estás hablando de mí? – Lilith desvió la mirada al quedarse sin palabras o argumentos para poder seguir la discusión con su hijo. Taehyung agradeció haber tenido la habilidad de evitarle el mal rato a su amado.
La reacción de la madre de los demonios no dejó del todo tranquilo a Taehyung, quien sabía por propias palabras de Jungkook que sus dones sí eran de nacimiento, solo debía despertarlos en su madurez angelical. Un milenio de vida era símbolo de hacer que los ángeles más vulnerables se convirtieran en armas letales para asesinar a cualquiera o bien para proteger de manera ciega.
Jungkook le sonrió de lado, percibiendo su malestar, dejándole un beso en la frente, todo estaría bien mientras ambos callaran sobre los múltiples dones que le habían sido atribuidos, de los cuales había desarrollado perfectamente gracias a su insistente y terco ser que lo obligaba a proteger.
— Da igual con quien estés molesta – interrumpió Jimin, obteniendo un ceño fruncido por parte de Lilith —. No he utilizado y tampoco utilizaré mi don contra alguien solo por un deseo egoísta.
— Por eso nuestro señor quería tomar el resto de dones para él, porque ustedes, los del cielo, son unos egoístas, no explotan en beneficio de nadie sus dones y mucho menos de manera correcta.
— Basta, no es momento de discutir – Hoseok lanzó una mirada hacia ambos para evitar crear más conflicto —. Esa disputa es algo que no se resolverá estando aquí, además tenemos cosas más importantes. Salgamos antes que todo esto colapse por su inestabilidad.
No hubo objeción ante las palabras de Hoseok, todos estando de acuerdo que no era el momento o bien no tenían el tiempo necesario para perderlo. Ni bien pusieron un pie fuera de la habitación, un humo oscuro los envolvió, llevándolos hacia una de las salidas menos conocidas por todos, la cual llevaba al interior de una cueva en las cercanías del cráter de un volcán activo donde se habían estado refugiando la mayoría de demonios.
Cumpliendo con las órdenes de Hoseok, quienes estaban cuidando de los heridos y alguno que otro ángel infiltrado, todos fueron llevados hacia el palacio del infierno, a una de las salas comunes, donde todos serían atendidos con un brebaje que los recuperaría. Taehyung se le facilitó convencer a muchos de ponerse de pie para que se llevaran a los que estaban peor.
Jungkook junto con Jimin se aseguraron de que los ángeles no temieran ante lo que ocurriría por ser llevados al infierno, con la bendición del ángel mayor estarían protegidos para quedarse en el infierno en resguardo de sus almas. Hoseok se encargó de hacer que más guardias custodiaran el lugar, asegurándose que los traslados se llevaban a cabo sin encontrar contratiempos y Lilith creaba alucinaciones para hacer más llevadero el dolor.
— Si no fueras tan egoísta, habrías ordenado a todos que se levantaran para ir por la cura – las palabras cargadas de veneno de Lilith llamaron la atención de Jimin quien estaba ayudando a un ángel para ponerse de pie, siendo custodiado por uno de los demonios que lo había protegido.
— No es un don que haya utilizado antes para mi propio beneficio, jamás lo utilicé porque es algo demasiado cruel – la voz de Jimin parecía más un susurro que no quería ser escuchado —, es un don que va en contra de la voluntad de cualquiera, rompe con el libre albedrío para obedecer sin objeción a quien lo porte.
— Jimin hyung nunca utilizaría ese don con fines egoístas – habló con firmeza Jungkook tomando el cuerpo del ángel herido entre sus brazos, haciendo el trabajo pesado, siendo elogiado por Taehyung una vez este llegó a él.
— Ese ángel es demasiado correcto y perfectamente libre – murmuró en alto Lilith, estando un tanto más segura de la naturaleza de Jungkook. Regresó la mirada hacia Jimin quien la ignoraba e intentó pasar a un lado de ella —. Por más que intentes negarte, me parece que es un don que puedes utilizar muy bien. Se supone que ustedes son más sabios que nosotros para hacer uso de esos regalos divinos – la mirada despectiva de Lilith no hizo vacilar a Jimin al negar y no caer ante sus provocaciones.
— Esto no es algo que se tome a la ligera. Los dones entregados a los ángeles muchas veces son solo una carga, algo que no debe usarse.
— Como vasijas esperando a ser utilizados para el fin que los tomaron – Jimin asintió a secas, como si pensar en aquello representara una sentencia de muerte —. Ustedes, los seres que lo siguen, son criaturas extrañas, ciegas y tontas. Yoongi nunca toma partido en algo como eso, sus súbditos siempre actúan por su propia libertad y si hay una pelea, se encarga de enfrentarla él mismo.
— Lo sé, él siempre ha preferido llevar sus batallas. Protege y deja de lado a todo aquel que sea un eslabón débil – se observaron por algunos segundos, antes de escuchar que los esbirros ordenaban desalojar el lugar con mayor rapidez, llamando la atención de Lilith —. Te necesitan en la entrada, yo seguiré aquí.
— Mucho cuidado, ángel del infierno – la vio alejarse, estando seguro de que la madre de los demonios no quería dar por terminada esa conversación.
Jimin avanzó lentamente hacia los últimos heridos, uno de ellos negándose a ir hacia la entrada. Era un ángel, posiblemente estaba tan horrorizado por la sola idea del lugar al cual lo llevarían, que eso provocaba estar renuente a ponerse siquiera de pie. Sus pasos se hicieron más rápidos al escucharlo gritar de dolor, pronto teniendo la compañía y el aroma característico de la sangre mestiza de Taehyung, le hizo regresar la mirada hacia un lado, obteniendo una sonrisa de lado.
— ¿Te importa que te acompañe con ellos, hyung?
— Serías de mucha ayuda, Taehyung – quizá su intención no había sido halagar al demonio, pero ver cómo sus mejillas se ruborizaban, borrando esa sonrisa burlona para tener un semblante nervioso, le pareció tierno.
No hubo hostilidad en ningún momento, incluso después de su pequeña broma, ¿Jungkook le había dicho algo? Había notado un cambio especialmente extraño desde que se emocionó sobre los dones de nacimiento; se vio tentado por calmar su curiosidad, de preguntar el porqué de su inusual mutismo respecto al tema, se giró hacia el demonio mestizo quien hizo lo mismo a unos pasos de aquel ángel herido.
— ¿Te ha incomodado lo que dije antes? – cuestionó bajo, obteniendo una negación rápida. Taehyung mordió su labio inferior hasta hacerlo sangrar, no interesándose en lamer el hilo rojo – escucha, yo solo... bueno me gustaría-
— Lo que tengas para preguntar, puede esperar – su expresión fue fría, evitando completamente cualquier interacción que les hiciera perder tiempo. Intentó seguir con su camino, pero la mano de Jimin le rodeó la muñeca – ¿qué ocurre? No dije nada como para que te molestes. No me interesa si crees que-
— ¿Por qué no dijiste nada después de que saliera a luz lo de los dones? – presionó aún más su agarre, estando al borde de obligarlo a hablar, pero Taehyung se deshizo la mano que le sujetaba con mucha facilidad.
— Eso es muy fácil. No estoy dispuesto en poner en riesgo al ser que amo – aquello sorprendió a Jimin, dejándolo boquiabierto, ¿había escuchado bien? —, Jungkook es importante y lo protegeré de cualquier cosa que lo haga estar en peligro, incluso si eso mismo soy yo. Lo he hecho durante todos estos años y se volvió una jodida necesidad, así que no fastidies.
Aunque quería hacer pasar por enojo aquella manera de actuar, lo cierto era que se sentía un tanto desestabilizado. Jimin le había aceptado, podía notarlo y que le tratara con tanta amabilidad lo desencajaba. Eso solo le hacía recordar al tiempo en el que comenzó a interactuar con Jungkook, conociendo sus naturalezas. Taehyung deseaba que le tratase de la misma forma que el resto de asquerosos seres, pero se encontró con un verdadero ser de luz.
Jungkook era el reflejo de la bondad de Jimin y eso molestaba a Taehyung. O quizá solo se trataba de celos.
El mestizo terminó de avanzar hacia ambos heridos, reanudando su tarea de ayudar para que todos se encuentren a salvo y con un simple gesto animó a Jimin para acercarse junto a él, haciendo una mejor pareja de rescate. El ángel debía admitir que el demonio mestizo fue de mucha ayuda al convencer al otro demonio que se encargó del cuidado del ángel para hacerle entrar en razón al ser celestial. Jimin se vio obligado a tomar el rostro ajeno, haciendo que su atención cayera solo en él.
— Solo escucha mi voz. Todo estará bien, una vez pierdas el miedo te dirigirás a la entrada.
Con un asentimiento, el ángel obedeció, poniéndose de pie con la ayuda del demonio, quien lo alzó en brazos para unirse al grupo que ya estaban ingresando. Taehyung alzó una ceja, sin perder la sonrisa, intentando aligerar la carga de Jimin al utilizar su don contra la voluntad de alguien; aunque el ambiente se volvió más pesado cuando sus sellos hicieron arder su espalda.
El ruido del hierro siendo desenvainado le hizo estremecer, negándose a regresar la mirada hacia otra parte que no fuera el suelo, pero sí que fue lo bastante rápido como para evitar recibir el impacto de la espada que había sido lanzada; la velocidad del objeto se asemejaba a la misma con la que ese arcángel hacía atacado. De nuevo estaba siendo perseguido por un arma divina, dirigida hacia Taehyung, quien no dudó en intentar defender a Jimin de esos ángeles que se alzaban sobre ellos.
— Dominiaris. El control absoluto sobre todas las criaturas – la voz de uno de ellos retumbó en sus oídos – interesante don para un ángel simple que fue elegido para sufrir en el infierno.
— Qué curioso encontrar un ángel ayudando a un demonio, para así ser llevado hacia la entrada del infierno – soltó aquel ángel que había lanzado el arma; sin embargo, Taehyung no se contuvo en lanzar él mismo devuelta la espada envuelta en llamas con el fin de herir a su dueño —. Un demonio temerario intentando cosas imposibles.
— Taehyung, vete – ordenó Jimin, interponiéndose entre el grupo de ángeles que comenzaron a rodearlos.
— ¿No preferirías utilizar tu estúpido poder en estos momentos en vez de enviarme con los otros?
La discusión no tuvo otro objetivo que ser una distracción para que Taehyung lanzara sus dagas con veneno hacia los ángeles que seguían estando sobre sus cabezas, no importándoles que a unos metros estuviera la puerta del infierno, quizá era porque ya habían estudiado la situación. Nadie sería hostil con ellos estando ahí, pues la prioridad era salvar al resto de demonios.
— ¡Jimin! – gruñó molesto al no hacerles ni cosquillas con sus ataques.
— Deja de ordenarle cosas, demonio asqueroso – murmuró otro ángel llamando la atención de Taehyung – ese ángel no puede usar sus dones contra nosotros. Tiene un sello que contiene el último don para que no pueda usarse en nosotros.
— Tanto poder para estar limitado. Y yo que pensaba que solo eran unos egoístas, ahora veo que no solo poseen cadenas visibles – el demonio mestizo lanzó nuevamente sus dagas, logrado acertar a uno de ellos, quien apenas se vio afectado.
— ¿Ya terminaste de intentar atacarnos? – el pequeño ataque de Taehyung lo detuvieron con bastante facilidad —. Eres una asquerosa abominación entre los demonios, una combinación putrefacta de los hombres y un demonio.
— ¿Creen que eso me afectará? He escuchado esa mierda toda mi existencia, ¿qué buscan aquí?
— A ti – respondió a secas el ángel que parecía ser el líder. Tanto a Jimin como Taehyung se les cortó la respiración, regresaron la mirada hacia atrás, sabían que estaban lo suficientemente alejados para que nadie los viera —, aunque ahora que vemos este precioso espécimen de ángel protector, sería una mejor cacería para llevarlo con nuestro Arcángel ¿no lo creen?
El resto de ángeles rieron bajo, desenvainando sus armas, algunos poseían espadas, otros sostenían dagas parecidas a las de Jungkook; el dolor en los oídos de Taehyung fue insoportable cuando uno de ellos sacó grilletes y cadenas divinas. Jimin le cubrió con sus manos, protegiéndolo, utilizando su propio poder para cuidar aquel ser que era tan importante para Jungkook.
— No lo escuches – susurró, sintiendo angustia al escucharlo gritar bajo por el sufrimiento que representaba el tintineo – Taehyung, haz oídos sordos, esto no te hace daño.
— ¿Por qué lo usas conmigo y no con ellos? – se quejó el mestizo aliviado de por fin no ser víctima de aquel tintineo incesante, molestando al ángel que movía la cadena con el fin de dañarlo —. Deberías intentarlo al menos.
— Son más fuertes que yo – el mestizo alzó una ceja con incredulidad, preparándose para quejarse —, luego te explico la diferencia.
Un estruendo los obligó a devolver la atención ante la legión que los estaba amenazando. Taehyung no tuvo dudas en colocarse frente a Jimin, quizá no podría hacer mucho contra los diez ángeles, pero al menos intentaría llevar a salvo al ángel hacia el interior de la cueva, al menos a mitad de camino donde podrían encontrarlos sus padres o bien Jungkook.
— Aléjense de él – gruño Taehyung, al mismo tiempo que levantó una cúpula de magma de las rocas solidificadas alrededor de ellos, Jimin se aferró al cuerpo contrario, quejándose cuando sintió una gota del material caliente en su espalda —. ¿Estás bien? – un asentimiento le confirmó lo que necesitaba —. Entonces será mejor que esas piernas tuyas se muevan tan rápido como les sea posible.
— ¡Atrápenlos! – se escuchó a través del material que opacaba el ruido externo.
— No puedo andar tan rápido con este calor y el suelo volviéndose lava – se quejó Jimin al verse casi frustrado, pues sus alas no podían expandirse para ayudarle a volar y el suelo se volvía poco estable. No era como Taehyung quien podía caminar perfectamente —. Vete, me quedaré aquí.
— ¿Enloqueciste? No te dejaré aquí, Jungkook jamás me lo perdonaría y Yoongi me convertiría en cenizas.
Se escucharon el blandir de espadas, algunos gritos, gruñidos y una que otra maldición. No podían avanzar tan rápido como desearía Taehyung, uniéndose a las maldiciones en cuanto una de las cadenas junto con grilletes atravesaron la cortina de lava, derritiéndose debido al calor y no encontrar a su acusado. El demonio se vio obligado a levantar un poco la cúpula que los cubría, pero ni bien sucedió aquello una lanza atravesó la lava, sin herir a ninguno.
— Taehyung quita la cúpula.
— El calor te afectó, ¿cierto? Por si no te diste cuenta es lo único que nos protege de que nos atraviesen con sus armas.
— Confía en mí, necesito volar para sacarnos de aquí – Taehyung intentó quejarse, aceptando a regañadientes con un simple asentimiento al notar que Jungkook se encontraba siendo detenido por Lilith para evitar que cometiera una locura —, a mi cuenta te aferraras a mi cuerpo, mis alas serán como un escudo.
— Así que de ti aprendió ese truco del capullo de alas – el demonio sonrió de lado por recordarse así mismo de que Jungkook poseía muchas de las habilidades gracias a Jimin —. Bien, a la cuenta de tres.
Un conteo rápido en sus mentes, un asentimiento de cabezas y la lava cayó hacia los lados de manera lenta, demasiado para lo que Jimin había esperado, pues sus alas ya estaban listas para volar, pero el calor le lastimaba. Un grito escapó de los labios del ángel al notar que una espada se dirigía hacia ellos entre uno de los espacios de la cortina de lava, siendo bloqueada por otra más, la cual pertenecía a Hoseok. El choque de los materiales provocó chispas que cayeron en el cuerpo de Taehyung, quien finalmente bajó la cúpula de lava.
Las alas de Jimin se desplegaron, para elevar los dos cuerpos con algo de dificultad por el peso extra que representaba Taehyung, aunque eso no lo detuvo de alzar el vuelo lo más rápido que le fue posible; quizá fue muy optimista al pensar que no lo estarían esperando en altura, obligándolo a tomar un vuelo más bien evasivo contra las dagas, lanzas y cadenas que intentaron derribarlo de una u otra manera.
A unos metros de ellos fue divisible otro par de alas tintadas en las puntas con algunas manchas negras, ese cabello blanco que solo podía pertenecerle a Jungkook estaba sobrevolando para alejar a los otros cuatro ángeles que intentaban bloquear el camino de Jimin. La angustia de verlo luchando a duras penas invadió la mente del ángel, jamás había estado frente a ángeles más fuertes y la última vez resultó muy malherido.
— Intenta acercarnos al grupo que ataca a Jungkook – alzó la voz Taehyung, rasgando su antebrazo para dejar correr su sangre, y sacando de la extremidad una daga larga – tenemos que asegurarnos que no le hagan daño.
— Nos capturarán – un encuentro entre dos espadas detuvo su vuelo, jadeando y desviándose del lugar, ahora siendo consciente que varios demonios habían salido para darles la oportunidad de escapar.
— Acércame a mí, no me importa que me asesinen.
— Jungkook moriría si algo te pasa.
Jimin intentó usar parte de los poderes de su sello, ese que le permitía canalizar parte de la oscuridad que compartía con Yoongi, aunque le fue demasiado difícil hacer que su mente cooperara, sí que logró hacer brotar raíces espinosas del suelo las cuales estaban dirigidas a atacar a sus persecutores.
— ¡Eso es, hyung! Sigue así – vitoreó el demonio con una risa eufórica, obteniendo una sonrisa del ángel. La mano de Taehyung seguía goteando su sangre, derramándose sobre las plantas que había creado Jimin para así bañarlas en ese líquido venenoso —. Necesitamos acercarnos un poco más, que las espinas nos protejan.
— Okay – accedió, sintiéndose un poco más confiado de cómo estaban llevando la batalla, buscando así un espacio de vuelo óptimo – ¡Sujétate fuerte!
Entra cada giro y curva, los brazos largos espinosos iban capturando a uno que otro ángel, o bien bloqueando el paso. Dieron otra vuelta más, estando cerca de la cueva, ignorando los gritos y quejas de Taehyung al no lograr enterrar su daga en uno de los ángeles debido a que se desviaron del camino.
— ¡Regresa ahí! No he terminado con ese.
— Estamos cerca de la entrada de la cueva. No volveré ahí, ¿olvidas que queremos huir de ellos? – Taehyung gruñó bajo, removiendo en su sitio para luego abrazarse al cuerpo del ángel, resignándose.
El apoyo de más esbirros y demonios los hizo sentirse protegido, dándose a la libertad de saborear la victoria; plegó sus alas para caer en picada, girando y evadiendo cada cuerpo que se atravesaba hasta llegar casi al suelo, donde de nuevo se elevó, logrando que dos ángeles terminaran cayendo en la trampa de espinas venenosas. Taehyung tocó apenas la roca volcánica para hacer que se derritiera, atrapando a sus persecutores en un río ardiente.
Un leve vistazo para luego sonreír les robó segundos preciosos de su atención, quizá si los oídos de Taehyung no hubieran estado protegidos por Jimin habría sido el primero en percibir lo que se avecinó sobre ellos, y muy posiblemente todo se debió a la confianza excesiva, cargada de soberbia lo que les hizo ignorar el peligro. Incluso el grito de Lilith no fue lo suficientemente alto para alertarlos de que iban a una trampa.
— Te tengo – gruñó el ángel que se había encargado de custodiar la entrada a la cueva, logrando ajustar sus cadenas en la muñeca de Taehyung y otra más en el tobillo de Jimin halando con fuerza de la misma para hacerlos caer —. Serán juzgados por las leyes que nos rigen para no colaborar con las criaturas del infierno. Iudex.
Iudex, se refería a la palabra sagrada de juicio. Jimin no dudó mucho más en comprender que esos ángeles estaban bajo el mando del gran Arcángel Miguel, el encargado del juicio, la protección y utilizar la fuerza para hacer cumplir la ley de Dios.
Yoongi... te he fallado...
Los eslabones se expandieron por ambos cuerpos, cada argolla formándose de acuerdo a los pecados por los que se les juzgaría. Las que aprisionaron a Taehyung se reforzaron con facilidad, haciendo que el ángel le viera con asco, no llegando a imaginar la clase de atrocidades que había cometido para que la cadena divina lo tomara de aquella manera. Jimin fue sometido con un collar atado por una cadena a unos grilletes en sus muñecas, intentando tomar la mano del demonio que ahora se convertían en garras afiladas.
El cabello rojizo de Taehyung se envolvió en llamas, dejando a la vista sus cuernos, sus ojos se tiñeron de rojo con destellos azules y dorados. Un grito a lo lejos provino de Jungkook, quien pudo percibir el sufrimiento del demonio, siendo herido apenas en su brazo por distraerse. El demonio extendió su mano hacia el ángel, gruñendo bajo al ser sometido entre las cadenas, teniendo como última visión a su amado atravesar el cuerpo de otro ángel con sus dagas, con sus cuatro alas envueltas en llamas rojas desplegándose para dejar salir su poder contenido Sus plumas se volvieron oscuras haciéndolas parecer como carbón al rojo vivo.
— Jungkook – fue un susurro cargado de dolor, con sus garras intentando alcanzar a su ángel, quien seguía luchando contra todo aquel que le impedía avanzar.
— Tú eres ese demonio que habíamos estado buscando, el que corrompió al ángel con el libre albedrío – gruñó el ángel, dándoles un golpe contundente para dejarlos inconscientes – Serán llevados con nuestro Arcángel para que él tome el juicio de ambos.
Un gruñido fue lo que llamó la atención de aquel que se encontraba en la sala del juicio, donde esperaban poder aclarar la situación, pero lo que tenían frente a ellos le causó asco al mismísimo Rey del infierno, pues ni bien se abrieron las puertas detrás del Serafín, la silueta de una montaña de alas manchadas con sangre oscura y dorada, tendidos en el suelo y siendo observados con desinterés por Miguel fue lo que le hizo hervir la sangre.
Seokjin detuvo el andar impulsivo de su hermano desterrado, intentando que aquello no terminara en una pelea prematura, Namjoon se colocó frente a Yoongi, pues aunque no llevaba una buena relación con el arcángel del juicio al menos tendría mayor protección y razón para proteger a quienes lo acompañaban en caso de que Miguel intentara algo.
— Ah. Gabriel – le llamó con un tono entre burlón y cargado de superioridad, observando a sus espaldas la pila de ángeles, comenzando a avanzar al encuentro de su hermano —, ¿a qué debo tu aparición?
Lo tomó por los hombros para intentar abrazarlo de manera hipócrita, incluso llegando a insinuar de darle un beso en cada mejilla, pero Namjoon evitó aquel acto que le recordaba al traidor de los hombres, ese que seguía encerrado en el infierno por haber entregado al único hijo de su Padre, a quien había enviado a salvar a los hombres.
— ¿Qué ocurre? Sé que hemos tenido nuestros encuentros, pero no es para tanto – desvió la mirada hacia atrás, encontrando a dos siluetas más, Seokjin se encontraba con un semblante bastante curioso, no muy propio de él – Chamuel, oh, disculpa lo olvidé, Seokjin.
— Miguel – le saludó a secas, extendiendo más sus alas con el fin de interponerse entre Yoongi y Miguel, aunque el arcángel se veía más interesado en acercarse a su hermano, no importándole empujar a Namjoon para ir a su encuentro.
— Mi adorado Seokjin, has vuelto a la gracia de nuestro Padre – la tensión en el cuerpo del arcángel fue notoria, en especial porque los labios de Miguel se posicionaron sobre cada mejilla y por último contra los belfos gruesos, revolviéndole el estómago y obligándose a sí mismo a mantener la calma de la situación —. El cielo no ha sido lo mismo sin ti. Espero que te hayas divertido en la tierra de los hombres, teniendo la compañía de Namjoon, espero fuera suficiente lidiar con su testarudez como para no irte de nuevo.
— No te atrevas a tocarme de nuevo – los dedos largos y delgados de Seokjin le tomaron con fuerza el mentón a Miguel, apretando fuerte, dejando en claro su disgusto ante el acto —. La próxima vez que oses siquiera a acercarte a tocar mi piel, yo mismo me aseguraré de que recibas latigazos para pagar el precio de tus culpas.
— Tan rudo y al mismo tiempo imponente, mi precioso Seokjin. Una lástima que te hayas decantado por nuestro hermano, yo te habría dado todo lo que pidieras.
— Namjoon, mi pareja escogida, es quien me da lo que quiero – antes de que el arcángel soltara más palabras, Seokjin se encargó de alejarlo con toda su fuerza, terminando por doblegar el cuerpo de Miguel.
— ¿Es así? – jadeó aun tratando de recuperarse – Entonces, ¿por qué regresas siempre a mí? – el batir de las alas de Seokjin arrastró a su arrogante hermano hacia atrás hasta toparse con una armadura fría y dura, teniendo la fuerza de un agarre en sus hombros.
El agarre de Namjoon fue fuerte, aunque el cuerpo de Miguel no se opuso para girarse al encuentro de los ojos ajenos cargados de ira. Una de sus cejas se alzaron con arrogancia, esperando esa reacción, por supuesto que los había vigilado el suficiente tiempo para conocer sus encuentros pecaminosos y carnales.
— ¿Qué sucede Gabriel, no fuiste lo suficiente para Seokjin?
— Si estamos aquí mismo es por una razón de la cual estoy muy seguro que eres consciente – su hermano no se inmutó, al contrario, la comisura izquierda de su boca se alzó para dibujar una sonrisa ladina.
— Y cuál es esa razón.
El gesto arrogante se borró al ver que algo se arrastró por el brazo de Namjoon, trepándose por el fornido cuerpo, enrollándose ligeramente y siseando de manera amenazadora, se trataba de un animal repulsivo, el aborrecido por tantos milenios por prestar su imagen para dañar la creación en el Edén. El color de la serpiente fue lo que dejó sorprendido a Miguel, pues era de un intenso y brillante dorado. No atacó en ningún momento a su hermano, incluso cuando llegó al cuello de este, donde solo lo recorrió para acomodarse como si se tratara de un collar.
Intentó alejar aquella maldición del cuerpo de Namjoon, pero la serpiente siseó en su contra como advertencia para que no se acercara antes de transformarse en un perfecto adorno brillante en el cuello del arcángel. Miguel dio dos pasos hacia atrás, entrecerrando sus ojos para comprender lo que ocurría, pero la presencia con un aura pesada lo detuvo y lo obligó a girarse, encontrando a escasos centímetros ese rostro, con esos ojos ónix tan penetrantes que se iluminaron con llamas infernales.
— Hola, hermano – su voz fue tan ronca, imponiendo miedo en el cuerpo contrario, lo pudo saborear en la punta de su lengua, la cual paseaba por sus labios, aunque como era de esperar del gran arcángel Miguel, no retrocedió —, ¿qué ocurre, las serpientes te arrancaron la lengua?
— ¿Qué haces aquí? – gruñó bajo, acercándose más con el fin de intimidar. Patético. ¿Acaso era posible hacer temblar del miedo al rey del infierno? —. Fuiste desterrado del cielo con el fin de negarte la entrada.
— Creo recordar que la condición fue que no regresara por mis propios medios y adivina qué – hizo una pausa un tanto larga para aprovechar la cercanía y así llegar hacia el oído ajeno – nuestros hermanos han impuesto un juicio que los serafines aceptaron.
Se alejó lentamente, deleitándose con la tensión de Miguel, que por esta vez dudó en las palabras de Yoongi, tragando duro, respirando de forma entrecortada y tomando distancia. Buscó con la mirada a Seokjin quien debería estar detrás del ángel caído, llevándose la sorpresa de que no se encontraba ahí, desesperado paseó su mirada por la sala donde finalmente lo encontró junto a Namjoon revisando los cuerpos de la pila de desechados.
El collar que había estado apretando el cuello de Yoongi se soltó para por fin caer al suelo, haciéndolo jadear de gusto porque la ley sobre su juicio al fin estaba siendo impuesta, por supuesto que no existía un juicio, no se le podía culpar dos veces de lo que una vez cargó como su mayor pecado. La cadena que había estado atada a la argolla del cuello era la misma que se convirtió en la serpiente que trepó por el cuerpo de Namjoon para forjar un regalo de gratitud y protección.
— Si dices que esto es por la razón de un juicio, entonces deberías llevar esas cadenas ajustadas a tu cuerpo. ¡Esto es traición! – gruñó hacia sus dos hermanos, a quienes no les interesó poner atención a su rabieta, elevando la ira de Miguel al ver que estaban poniendo en pie a uno de los ángeles que parecía estar vivo – ¡Deténganse ahí!
Desenvainó su espada, lanzándola hacia Namjoon, sabía perfectamente que este evitaría el ataque y el arma terminaría con la vida de ese ángel traicionero que casi muere para proteger a un demonio, el cual quedó en un peor estado. Sin embargo, la reacción del arcángel no fue de alejarse del ataque, por el contrario, él también sacó su propia espada para bloquear el ataque.
— Namjoon – gruñó bajo, la ira haciéndole hervir la sangre, intentando acercarse a la pila de ángeles junto a sus hermanos, pero la silueta de Yoongi se colocó frente a él, sonriendo arrogante, dejando caer los grilletes de sus muñecas los cuales desaparecieron.
— Que asquerosa rata traicionera eres – declaró el ángel caído, masajeando apenas sus muñecas, alzando sus mangas para dejar ver sus manos cubiertas de piel oscura —, creí que nuestro Padre te enseñó modales. La conversación la llevas conmigo y no puedes atacar así a tus hermanos sin un fin.
— Están ayudando a esos traidores.
— Qué curioso, porque aquí el único que encaja perfectamente con eso eres tú, Miguel, – sus colmillos sobresalieron sobre sus labios y sus cuernos se hicieron notar entre su cabello oscuro —. Creo que esta conversación será mejor llevarla sin máscaras. Lleven a esos ángeles a un lugar seguro – ordenó a viva voz hacia sus hermanos, sin quitar la vista de Miguel, quien gruñó ante el mandato.
— Tú no riges en este lugar.
— Y quién dice que lo estoy haciendo. ¿Crees que pedir rescatar las almas que tú mismo condenaste al infierno es un pecado o una traición a los cielos? No me hagas reír, falso intento de Mano Derecha.
La hoja de la espada divina de Miguel comenzó a brillar en una luz dorada, lista para atacar y dar su juicio final en aquella batalla, no permitiría que un desterrado se burlara de ellos.
La decepción de ver a Seokjin sanando a los cuerpos débiles de esos ángeles, los cuales serían desechados sin más, le hizo hervir la sangre. Esas almas no le pertenecían a Yoongi, pero tampoco podían llevarlos solo así, no antes de poder presentarlos frente al Creador y demostrar todo el arduo trabajo que realizó.
Sus legiones se estaban encargando de traer más de esos traidores y hacerlos enfrentarse a su juicio final como los pecadores que eran. Sus movimientos no dudaron en avanzar hacia ese hermano suyo, el desterrado, el caído de la gracia de su Padre. Empuñó su espada con fuerza y envuelto en un grito de guerra, atacó sin más.
El temple de Yoongi no se inmutó sin importar que el ataque haya sido lanzado de manera directa e injusta, no habiendo hecho ningún movimiento más que evitar que hiciera daño a sus hermanos y a esos ángeles que se veían malheridos, todos y cada uno enlazados de una u otra forma a un demonio. Sus movimientos eran rápidos, bastante ágiles, llegando a tocar la hoja afilada con sus garras para desviar la dirección del ataque, bloqueando sin dificultad la espalda sagrada, moviéndose de manera elegante para evitar ser herido en demasía, pues su cuerpo podía ser una vasija vacía, pero un golpe grave afectaría a su precioso ángel.
— ¿Eso es lo mejor que puedes hacer, Miguel? Gritar y lanzar la espada a tu objetivo. — el rostro contrario se contorsionó debido a la ira, preparando un ataque más hacia el lado izquierdo de Yoongi, siendo esquivado con facilidad, aunque no esperaba un segundo ataque en las costillas el cual también fue bloqueado aunque esta vez la hoja logró rasgar parte de su camisa apenas dejando una línea fina en su piel —. Pareces muy satisfecho por hacerme daño.
— Deja de ser arrogante – gruñó al mismo tiempo que atraía su espada, rasgando más de la carne en el brazo de Yoongi, dejando a la vista un buen trozo de piel colgando, derramando sangre oscura – ¿a qué se supone que has venido aquí?
— Ya lo dije, vine para que se me juzguen, por lo que según tú soy el culpable – no le molestó el escozor en su brazo, se asemejaba a un hormigueo muy incómodo —. Llegó a mis oídos que tu justificación para tus actos es debido a mi culpa. Así que, ¿de qué pecado se me acusa?
— Ególatra, narcisista, petulante...— gruñó al mismo tiempo que daba estocadas seguidas que eran esquivadas.
— Que hermosos halagos – sonrió de nuevo al provocar la ira contraria de nuevo, teniendo la misma secuencia de ataques – ¿por qué eres tan aburrido? ¿No sabes pelear? Repites. Repites y sigues repitiendo. ¿Esa es tu nueva naturaleza? Imitar y repetir.
La garganta de Miguel ardió con el siguiente grito furioso, apretando su espada con mayor fuerza para nuevamente lanzar ataques. Estocada. Giro a la derecha. Estocada. Giro izquierda. Estocada. Ataque al centro. Bloqueo y empuje. Cada uno de esos ataques demandaban constante movimiento, cansando a cualquier portador de una espada tan pesada como la que sostenía Miguel. Su respiración se convirtió en jadeos fúricos que se convertían en gritos altos en todas las veces que Yoongi bloqueó el filo de la hoja con su brazo lastimado, provocando que la carne colgante cayera.
La mirada de Miguel fulminó a Yoongi quien, sin inmutarse, arrancó otra parte de la carne que apenas había quedado unida, lanzándola hacia el otro lado de la sala, justo donde habían estado Namjoon y Seokjin junto a los ángeles los cuales ahora ya no se encontraban ahí. Los ojos de Miguel se ampliaron al notar dónde había caído la carne que casi cercenó del brazo del ángel caído, ¿en dónde estaba la pila de cuerpos?
— ¿Dónde...? – su pregunta fue interrumpida al bloquear la sangre oscura lanzada hacia él. La hoja de su espada sacó un poco de humo debido al líquido venenoso.
— ¿Qué? ¿Te crees tan grande como para ser el único que puede arrojar cosas?
— ¡Me distrajiste para darle el paso libre!
— Eres bastante lento, así como tus ataques. Mi trabajo aquí está hecho, he descubierto al responsable de los ataques. Seokjin y Namjoon se encargarán de tu juicio.
No estaba interesado en perder más tiempo con Miguel y este parecía bastante fastidiado como para hacer una rabieta la cual no estaba de humor para presenciar. Quizá en el pasado la escucharía con tal de burlarse de su actuar, pero ahora no tenía una razón para seguir ahí mismo.
El crujir de sus huesos resonó en la sala, haciendo ver la estructura de sus propias alas, las cuales se cubrieron de piel oscura y plumas oscuras con algunas manchas doradas, ¿eso era efecto de su unión con Jimin? Se rio divertido ante la situación y con aquel humor restaurado, con un retumbar en las paredes, alzó el vuelo, esperando que Miguel fuera lo suficientemente testarudo y orgulloso como para quedarse ahí.
— ¡Alto ahí! No puedes dejar el territorio de nuestro Padre – intentó abalanzarse sobre Yoongi, tomando altura bastante rápido —. Te quedarás aquí hasta ser juzgado.
— Acaso tienes la cabeza vacía o tanto tiempo en las alturas te la lleno de aire – evitó el encuentro con el cuerpo de Miguel. Sus alas se plegaron para hacerlo caer y luego desplegarse y volar alejándose de ese espacio —. No puede ser tan arrogante como para seguir, ¿cierto? – se cuestionó a sí mismo, mirando por sobre su hombro para asegurarse de que lo había dejado atrás.
— Me encargaré yo mismo de llevarte ante el juicio divino.
— Por todo el infierno, en serio, sigue siendo terco.
Qué equivocado estaba al pensar aquello, quizá su castigo debía ser por mostrarse tan arrogante ante las reacciones contrarias, porque ahora tenía a su hermano persiguiéndolo entre las nubes más tupidas del cielo. Gruñó bajo porque no esperaba seguir con ese enfrentamiento absurdo, no dejándole de otra que tomar un vuelo evasivo, buscando el punto perfecto para caer en picada y desaparecer en alguna entrada del infierno.
— No escaparás esta vez. Deja de huir de tu destino, Lucifer...
— ¿Eso crees que hago? ¿Que acaso no soy el desterrado del cielo? – el aire fue cortado por el filo de una lanza divina, algo que le heló el cuerpo y le hizo molestar al percibir un ardor en la mejilla, sintiendo el líquido frío derramándose —. Oh, jugaremos tirando a traición, bien, que así sea.
Del mismo antebrazo que aún se estaba recuperando del ataque constante, con su garra regresó a romper las fibras de piel, los músculos, nervios para finalmente dejar expuesto el hueso, el cual al entrar en contacto con sus dedos comenzó a tornarse oscuro, rompiéndose con facilidad en el momento que Yoongi tiró del mismo. Del hueso extraído comenzó a formarse un arma, esa que había quedado oculta durante milenios. La hoja de obsidiana que sostenía el ángel caído sorprendió a Miguel, tanto así que se detuvo a mitad de su emboscada.
En la mano del rey del infierno se encendieron llamas oscuras, subiendo hasta el final de su brazo lastimado, sanándolo por completo; la carne se unió, la piel cubrió de nuevo la zona y la marca oscura regresó a estar presente. El fuego se concentró en el mango de la espada, formándose de un metal duro de un color grisáceo, perfectamente encajado en la hoja de obsidiana.
— Dejé de usar esta misma hace muchos siglos, pero ya que insistes.
— ¿Piensas atacarme con una espada maldita?
— Oh, no, por supuesto que no. Esta es la misma que el padre me otorgó para defender los cielos, la misma que fue usada para la rebelión.
— ¡Imposible!
— ¿Eso crees? – sonrió amplio yendo contra el arcángel, quien bloqueó el ataque directo, pero el choque de los materiales causó un impacto fuerte que lo empujó hacia atrás; sin embargo, Yoongi no dejó de ir a su encuentro – ¿a dónde vas? No querías pelear contra mí.
El cielo comenzó a teñirse de unos tonos grises de forma inquietante, un manto de nubes pesadas y estáticas acumulándose alrededor de ambos, logrando cubrirlos de la vista de todos. El sonido metálico de espadas resonaba como campanas de guerra amplificadas gracias a los truenos que creaban, el perfecto escenario para la pelea. Los choques constantes lanzaban chispas brillantes en el medio de un espacio vasto, donde las primeras estrellas parecían parpadear con temor en el prematuro manto nocturno.
El arcángel, con una figura imponente, desplegó aún más sus alas doradas, blandiendo su espada divina con una precisión mortal. Cada golpe irradiaba luz pura, pero su rostro estaba torcido por una expresión de frialdad, una máscara que ocultaba la ira de estar combatiendo de aquella manera. Del otro lado, Yoongi, con alas ennegrecidas y ojos llenos de una furia contenida, esquivaba los ataques con agilidad sobrenatural, mientras que su espada de obsidiana lanzaba chispas al chocar con la hoja dorada.
— Ríndete, Lucifer. Es inútil seguir luchando cuando el condenado al infierno siempre serás tú – el demonio empuñó su espada desde el mango, y la otra la pasó por el filo de su hoja, para rasgar su mano, cubriéndola de su sangre, atacando de nuevo de manera fiera y casi brutal.
— ¡Ya no tienes a quién engañar, Miguel! — alzó la voz, sus palabras permanecieron suspendidas entre la nebulosa, vibrando en el aire con el peso de una verdad olvidada —. Sé lo que hiciste, sé lo que ocultas. No soy yo el que debe temer al juicio, ¡eres tú!
Una risa arrogante salió de los labios del arcángel, estaba cegado en su propia corrupción, y con la convicción de ser el portador de la única verdad, lanzó un golpe vertical, pero el demonio se desvaneció entre una nube de humo y cenizas justo antes de que la hoja lo tocara, reapareciendo detrás de él. Un látigo de fuego brotó de sus manos, enroscándose alrededor de las alas del ángel, quemando las plumas hasta convertir la mayoría en cenizas.
— ¡Eres el mayor pecador, Lucifer! — respondió Miguel con una voz fría, quitando con movimientos bruscos el agarre de las garras de Yoongi, alejandolo con el batir de sus alas dañadas —. Esos ángeles... Estas almas no son tuyas para liberar. Son prisioneras por su traición, por atentar contra la luz.
El ángel caído empuñó su espada con furia, sus ojos oscuros como el ónix y llenos de rencor resplandecieron con las llamas del infierno, mostrándose ante el arcángel ante la acusación que estaba intentando hacer en su contra.
— ¿Traición? — mencionó entre dientes sin dudar al lanzarse hacia adelante de nuevo contra su objetivo, su espada atravesando el aire como una sombra hambrienta por llevarse consigo el aliento de vida de cualquier ser que se interpusiera en su camino —. No son traidores, son inocentes a los que condenaste por tus juicios injustos. Los pecados de los que se les acusa son inválidos. ¡Confiesa lo que hiciste o te haré sangrar hasta que lo hagas! Dame la satisfacción de llevarte en pedazos ante nuestro Padre...
— ¡No lo llames así! Él mejor que nadie sabrá juzgar mis acciones. Me dará la razón, seré aquel que estará ungido en su gracia y bendición.
Las espadas volvieron a chocar de manera casi brutal, cortando a su paso todo lo que se atravesaba, una ráfaga de energía estalló entre ellos, con el aire cargado de más estática, calor y frío alrededor ambos. Miguel alzó una mano llamando la fuerza de su don del juicio en formas de columnas de luz cegadora, descendiendo desde el cielo, atravesando las nubes oscuras como lanzas, buscando empalar el cuerpo de Yoongi.
El ángel caído esquivó cada uno de esos destellos asesinos, se giró con una gracia mortal entre cortinas de humo y ceniza, su espada bañada en su propia sangre se encendió con llamas oscuras cortando las lanzas como si fueran simples hilos de luz y no las mortales armas con las que una vez fue anclado al suelo del infierno.
— ¡No puedes esconderte tras tu divinidad por siempre! — gritó Yoongi, arremetiendo contra el arcángel con un corte descendente del cual apenas logró bloquear, siseando al sentir el penetrante calor de las llamas —. ¡Yo he visto el infierno que has creado aquí, el mismo cielo que tanto predicaste como un paraíso!
Una carcajada oscura resonó, aun murmurándola entre dientes, Miguel, se sentía poderoso, porque aunque no poseía el mismo don y gracia que Yoongi, sabía perfectamente que sus acciones serían perdonadas. Empuñó su espada con mayor fuerza y se envolvió en una luz más densa, tan ardiente que llegaba a igualar el fuego que cubría la obsidiana de la hoja contraria.
— El cielo es lo que hacemos de él, Lucifer. Si algunas almas han sufrido, es porque era su destino. Ningún paraíso es eterno para todos, no cuando son pecadores, desobedientes, indignos de estar en la gracia de nuestro padre. Y a los que intentan huir de su final, yo me encargaré de llevarlos a la luz eterna.
— ¿Destino? — escupió la palabra como veneno, bloqueando un nuevo ataque de Miguel para lanzarlo lejos de él —. Hablas de algo que no te corresponde decidir. No es destino, es tu avaricia, tu sed de poder. Yo he estado ahí y déjame decirte que la caída es más fuerte de lo que puedas imaginar.
Con un rugido que hizo temblar el agua y la tierra debajo de ellos, donde se estaba librando la pelea, el señor de los infiernos lanzó un ataque final. Su espada de obsidiana se envolvió de nuevo en llamas negras, dando una estocada en forma de onda expansiva, la cual viajó cortando el aire en dirección de terminar con su único objetivo, encajarse en el corazón de Miguel. Pero antes de que alcanzara a dar ese golpe fatal, el arcángel sonrió de lado, alzando una barrera de luz que lo envolvió por completo. El impacto sacudió todo el cielo, fragmentando la barrera en mil pedazos que cayeron como polvo brillante.
El cuerpo de ambos resintió el efecto rebote, se miraron por algunos segundos de manera desafiante, exhaustos, pero inmovibles, guardando las pocas energías para ya fuera atacar o bloquear un nuevo intento de ataque.
Yoongi respiró hondo, sus ojos aún ardían con intensidad, dejando ver el ónix reflejando el dolor del infierno. Las almas de los ángeles inocentes pendían en el borde del olvido, así como el de muchos demonios de los cuales las legiones bajo el mando de Miguel estaban sometiendo a una justicia cuestionable. No le interesaba salvar todas las almas, le importaba una y no se detendría hasta asegurarse que estarían libres de cualquier juicio o persecución, aunque eso significara quemar el cielo mismo para exponer la oscuridad que lo corrompía desde adentro.
— Tienes esa misma mirada de odio que la última vez que peleamos, aunque no entiendo por qué lo estás haciendo esta vez – escupió con veneno cada palabra, provocando a Yoongi para volver a blandir la espada, conociendo muy bien sus sucios trucos —. Los guerreros no van a una guerra sin una razón, Lucifer, tú no tienes una para luchar.
— ¿Quién lo dice, tú, el gran juez de los cielos? No me hagas reír.
— No seré yo quien te lleve a tu propio fin, eso lo harás tú mismo.
Miguel extendió la mano, causando la reacción que esperaba por parte de Yoongi, una pose defensiva con el fin de lanzarse nuevamente hacia él, lo que no esperó el demonio fue que el ataque de la lanza sagrada viniera por la espalda atravesándole directo en el centro con el objetivo de matar. El arma tan solo pasó por su cuerpo sin tocar nada en su interior, pero lo aturdió lo suficiente para no ser capaz de bloquear completamente la espada del arcángel, que se enterró en su costado, donde sus huesos crujieron.
Su mano libre se colocó sobre la hoja dorada, no importando el dolor que estaba sufriendo, intentando sacarla antes que el daño se reflejara en otro cuerpo. Jimin. El grito frustrado de Miguel, junto con la fuerza aplicada para que la espada atravesara complemente el cuerpo, no fue lo suficiente para quebrarlo.
— ¡Muere de una buena vez, pecador!
— No puedes asesinar lo que no existe – sonrió de lado, con su lengua paseando por su labio, la sangre comenzó a salir de su boca y esta le supo amarga —. Puedes encerrarme de nuevo en lo profundo del infierno, pero regresaré cada vez más fuerte.
Acompañado de un jadeo, los esfuerzos por sacar la espada dieron resultado y con eso mismo desapareció de la vista de Miguel, aunque no sin dejar un rastro el cual el arcángel siguió, utilizando de nuevo su lanza, esta vez logrando atravesarlo para dejarlo sujeto al suelo en el cual segundos antes había logrado aterrizar.
Sus miradas cargadas de odio por el otro se conectaron. La pelea sería eterna hasta que alguno de los dos terminara muy malherido, y hasta el momento la desventaja estaba contra Yoongi. La balanza de la justicia divina jamás estuvo de su lado, le quedó más que claro al siguiente segundo, al ver que más ángeles se colocaban detrás de Miguel, supuso que como buen cobarde había llamado a sus refuerzos, aunque no esperó, lo escuchó.
— Gran arcángel Miguel – le saludó con un tono cargado de respeto, el resto de ángeles se inclinaron con excepción de dos, todos esperando que su líder de legiones regresara su atención a ellos, pues les estaba dando la espalda – le hemos traído más traidores.
— Ahora no es momento – gruñó bajo, dejándose llevar por la ira, ansiando acercarse a Yoongi quien no podía moverse demasiado debido a la lanza y la debilidad en su cuerpo que le estaba carcomiendo la mente al negarse que sus peores miedos se hicieran reales —. Encárguense ustedes. Llévalos con los otros para ser juzgados.
— Pero, señor, estos son especiales.
— ¡Suéltame de una puta vez! – la voz profunda de Taehyung fue lo que hizo rabiar a Yoongi ¿cómo era posible que ese hijo de Lilith se dejara capturar junto con Jungkook?
— A callar – ordenó secó Miguel, regresando la mirada por sobre su hombro para saber quién estaba haciendo tanto escándalo, colocando una placa divina pegada a la boca de Taehyung, sorprendiéndose de ver al curioso ángel a su lado – y a quién tenemos aquí. No es el mismo ángel que enviamos hace 500 años para cumplir con un acuerdo.
— Jimin – fue más un susurro que se llevó el viento frío de la noche y el cruzar sus miradas solo marcó aún más el destino que tendría ese encuentro.
— Mi señor...
Hola personitas bellas y pecadoras, bienvenidas a la recta final de esta historia, el próximo capitulo será el decisivo y final. Desde ya les agradezco por todo el apoyo ta bonito que ha tenido la historia de todo corazón estoy muy agradecida con todas las personitas que han dado la oportunidad y se tomaron el timepo de leer esta historia.
Quizá tardé un poco para culminarla, pero me siento feliz de cómo terminé este proyecto mi primer Yoonmin...
Les dejaré por aquí la imagen de la habitación de Jimin y Yoongi
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro