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⊱𝔔𝔲𝔞𝔱𝔱𝔲𝔬𝔯𝔡𝔢𝔠𝔦𝔪⊰

Dulce y delicado tacto que le acarició, percibiendo un calor distinto, dejándole una sensación nostálgica, como los rayos del sol de esa primera mañana en la tierra de los hombres. Jimin se deleitó con la imagen contraria, con Yoongi estando sumido en un profundo sueño, con el rostro relajado, la piel tan pálida y tersa, sus labios siendo apenas una línea fina que lo llevaría al delirio total.

Los recuerdos de lo que fue su encuentro carnal se le figuraba en réplicas pequeñas, dejando un delicioso recorrido eléctrico en su piel, las líneas de su cuerpo, en cada rincón de su alma. Quería quedarse ahí mismo, donde nadie le haría daño, donde solo existían ellos dos, el lugar que vio nacer su amor a partir de reuniones clandestinas llenas de curiosidad por parte del ángel hacia su superior.

Si Yoongi hubiera desistido de sus planes para robar más poder, ellos no habrían tenido que separarse, mucho menos habrían sido desterrados, pero todo aquello ya había quedado en el pasado y procuraría cuidar su presente. Dejó de interesarle su miedo hacia el final de los mil años, no le interesaba si lo daban por muerto, todo estaría bien mientras estuviera a su lado.

— Parece que intentas adormecerme en un hechizo eterno – murmuró con voz ronca Yoongi, sorprendiendo a Jimin quien se detuvo de seguir dejando caricias en su cabello – ¿por qué te detienes?

— Pensé que seguía dormido.

— Lo estaba, pero tus pensamientos inquietos me hicieron despertar – sus ojos se conectaron, ambos en un precioso azul mediterráneo – ¿qué te tiene así?

— No quiero regresar, me quiero quedar aquí... con usted, como lo prometió antes.

— Estoy muy seguro que esa no es la razón principal. Este lugar es nuestro, lo proclamamos como así milenios atrás y lo confirmamos durante la última semana donde nos fundimos en uno mismo – se incorporó lentamente, dejando a la vista su desnudez, donde Jimin llevó su mano, acariciando la cicatriz en su pecho —. Si este lugar fue abandonado de la mano de Dios, debe ser por algo, ¿no lo crees?

— Porque lo proclamó como suyo desde mucho antes de la rebelión – cuestionó con genuina inocencia y destellos de emoción al obtener una murmuración afirmativa.

— Sí, lo más probable es que mientras toda la guerra se libró – su mano acarició con gentileza el rostro ajeno, sonriendo al no padecer ningún dolor por tocarse – haya sido aquí donde te envié para refugiarte. ¿Ya me disculpé contigo por todas tus lágrimas derramadas en mi ausencia?

— Lo hizo.

— Bueno, creo que no es suficiente. Tendré que torturarme a mí mismo para purgar la culpa – la sonrisa a medias de Jimin le advirtió que eso no sería necesario —. ¿Qué ocurre?

— No quiero irme de aquí nunca, solo deseo quedarme aquí con usted – el ángel tomó la mano que Yoongi había dejado en su mejilla, disfrutando el calor que emanaba de esta misma —, solo ser nosotros. No Lucifer, no el ángel desterrado...

— Pero ya somos solo tú y yo. Contigo soy solo yo siendo tuyo – ronroneó el ángel caído, acercándose a dejarle un beso en la mejilla que se encontraba descubierta – así como tú eres solo mío.

Yoongi se sentía en una nube efervescente, con el viento trayendo a él la esencia de Jimin, sintiéndolo en su propio interior, y él siendo percibido en el cuerpo ajeno. Ambos compartían un mismo cuerpo, estaban unificados, su existencia se limitaba a la del otro. Nada le haría daño a Jimin, no mientras su pequeño ángel contuviera en su interior el corazón del rey de los demonios.

Se hallaba completamente enamorado, el sentimiento de estar en una burbuja flotante le pareció casi de ensueño. Había escuchado tantas veces el amor devoto que le tenían los hombres a Dios que él mismo llegó a dudar de esas palabras que tanto decían.

Es como si todo tuviera sentido porque él estaba ahí, aunque no fuera capaz de verlo, lo podía sentir en cada fibra de su ser, desde la sangre corriendo por sus venas, sus alas que se crispaba con la brisa del lugar, en el hormigueo constante que dejaba el tacto ajeno. Aunque este amor distaba de todo eso, porque si bien se asimilaba a los sentimientos de devoción, esto era distinto.

Solo para él y su ángel, era algo de ellos, para ellos y solo de ellos.

Nadie podría vivirlo porque para hacerlo tendrían que ser primero la mano derecha de Dios, ser desterrado y castigado de la manera más cruel; así mismo deberían ser un ángel protector, desterrado y exiliado sin un propósito, amado profundamente por el único dueño de los infiernos, ser reclamado, castigado y entregado a las garras del ser más oscuro para luego corromper toda esa coraza donde se mantuvo protegido su amor.

Esperando ese momento.

Anhelando el reencuentro.

Deseando unirse como tantas veces lo quisieron hacer.

— ¿Qué haremos ahora, mi señor? – cuestionó con cierto temor el ángel, obligando a que Yoongi abriera sus ojos para verle de manera confusa —. Hablo de que ya han pasado quinientos años, es la mitad de mi estadía.

— Y quién dijo que después de eso debes irte. ¿Es que acaso quieres apartarte de mi lado?

Su mirada se endureció y en vez de notar esa ira acumulada, Jimin observó solo miedo, un terror creciente que obligó al propio ángel a casi abalanzarse sobre el cuerpo ajeno, negando frenéticamente, haciendo que perdieran el equilibrio para caer de manera delicada sobre la superficie natural.

El ángel negó de manera silenciosa ante aquel pensamiento de su señor, acunando el rostro, dejando caricias delicadas con el fin de borrar esas facciones duras que obligaron al hermoso rostro contrario a contraerse en una mueca casi de horror. Le besó los labios con gentileza, solo rozando su piel en pequeños encuentros que acrecentaban el hambre voraz de Yoongi.

Atrapó el labio inferior de Yoongi entre los propios, estirando apenas y soltando al segundo siguiente, le besó las comisuras, las mejillas, siguió por el puente de la nariz y terminó con uno en cada párpado.

— Mi señor, yo jamás desearía irme de su lado, ¿acaso no ha escuchado cuando dije que quería quedarme aquí?

— Quedarte aquí y estar a mi lado no es lo mismo – habló firme, aunque con cierto toque cálido, con sus dedos enredándose en las hebras rubias del ángel – temo perderte otra vez.

— No lo hará, es por eso que tengo tanto miedo de salir de este jardín.

— Mi pequeño y precioso ángel, no me hice el señor del infierno, por temer a algo más. Me rebelé incluso de mi propio castigo, el reino al cual solo se me había desterrado lo gané con el respeto de los otros.

— ¿Qué sucede si...?

— Si algo nos ocurre, juro entrar en guerra con todos en el cielo solo para rescatarte y recuperar lo que es mío. No lo olvides, si está en mis manos poner el mundo a mis pies para entregártelo, lo haré.

El rubor en las mejillas del ángel fue casi instantáneo, como ver un pétalo de flor posándose sobre la piel blanquecina. Yoongi poco a poco comenzó a perder esa imagen suya tan angelical para regresar a lo que era, esa figura oscura con alas negras conformadas por piel tensa, recubiertas con un plumaje espeso, los cuernos sobresaliendo de su cabello oscuro y el azul mediterráneo se oscureció hasta hacerlos como el ónix.

Jimin lo vio ponerse de pie, alzando la mirada hacia el cielo que comenzaba a pintarse con los colores del alba, entrecerrando los ojos como si se concentrara en ver más allá de lo que podían alcanzar a tener a la vista. El ángel no perdió más tiempo para estar a su lado, abrazándose al torso desnudo de Yoongi quien le rodeó con los brazos, envolviéndolos a ambos entre sus alas.

— Será mejor que dejemos nuestro refugio – susurró contra la sien de Jimin, dejando un beso corto, no sin antes pasear la punta de su lengua por esa piel, la cual proclamó como suya —, ¿me dejas vestirte con algo más apropiado?

— De acuerdo.

Llamas azules envolvieron sus cuerpos para cobijarlos y darles prendas a ambos, no porque existiera el morbo hacia los ojos de otros, sino por el recelo de Yoongi de no estar dispuesto a mostrar más allá de la piel de Jimin. Su ángel había cumplido todo el tiempo con esa imagen pura y casta, utilizando ropa que le cubría completamente; él, por su parte, había preferido usarlo para cubrir sus cicatrices.

Quizá en el pasado disfrutaba de hacer alarde de ellas, mostrándolas a todo ser que habitara el infierno, cada alma desterrada veía la imagen de Lucifer con el cuerpo agujereado en el torso por las lanzas sagradas, goteantes de su sangre tóxica, pero ahora, había conocido la manera de obtener respeto sin necesidad de grandes espectáculos.

No era como el Creador, él no necesitaba hacer alarde de proezas partiendo mares, aunque las pestes sí que habían sido un gran detalle dejárselo, porque claro, él no era un padre que odiaba o se enojaba y, sin embargo, se había llevado todo el crédito. La diferencia era que cuando Dios hacía algo verdaderamente malo, castigando a los hombres, estos le terminaban siendo devotos.

— Mi señor – habló el ángel, no dejando de acariciar el torso que se había quedado desnudo, con las yemas de los dedos apoyadas en las cicatrices – ¿por qué aún se sienten latentes sus heridas?

— Son cicatrices que jamás sanaran – susurró dejando un beso en el cabello dorado de Jimin, alejándolo apenas para observar la vestimenta con la que lo había cubierto, estando satisfecho al verlo con una camisa de cuello de tortuga en color blanco y pantalón negro ceñido a su cintura —, no te preocupes por esto he aprendido a vivir con ellas.

La mano de Jimin se alejó lentamente para darle paso a las llamas azules que vistieron el torso ajeno, con una camisa de botones abierta en el medio. Yoongi le acarició las alas a Jimin, ocultándolas con facilidad y dejándole sobre sus hombros un abrigo color café. Los tiempos del hombre habían cambiado de nuevo, pero en cada una de sus épocas le encontraba cierta fascinación por lo creativos que podían llegar a ser para vestirse.

— Ahora estamos listos para salir de aquí – el ángel asintió, aun no estando muy seguro, recibiendo un beso más en sus labios, terminando con una agresiva mordida que le sacó sangre. El líquido fue tomado con la punta de la lengua del demonio, quien se saboreó —. No veo la hora de poder alimentarme de nuevo de ti.

— Eso quiere decir que repetiremos lo que hicimos aquí.

— No solo aquí, tengo pensado hacerlo contigo en todas partes, en el palacio, en los pasillos, en la habitación, salones, en cualquiera de los niveles del infierno o en el mundo de los hombres sobre las playas más bellas.

— Promete que se sentirá igual de bien – el demonio asintió, al mismo tiempo que paseó su lengua en un recorrido lascivo por sus labios —, entonces yo tampoco puedo esperar a que se repita. ¿Puede ser ahora?

— Buen intento, mi precioso ángel, pero debemos volver – el ángel abultó sus labios, sintiendo cierto fastidio al escuchar la risa de Yoongi quien lo tomó de la mano para guiarlo hacia la salida.

El propio jardín del Edén los despidió como si se tratara de un lugar atrapado en el tiempo que se regeneraba una y otra vez, reviviendo escenas del último recuerdo, como ecos constantes donde había sido reemplazado los sonidos agonizantes del llanto de Jimin, ahora por algunas risas, una que otra frase murmurada con el fin de adorar el cuerpo que se dejó tomar entre las manos del demonio.

El fuego del infierno había encontrado la gasolina divina que lo mantendría vivo hasta el final de los tiempos. Las paredes de la cueva que antecedía a la entrada al jardín formó una pared con llamas azules, nadie más entraría a ese lugar, pues la sangre que una vez había sido corrompida se encontró con la inocencia de una bella criatura. La locura se había apoderado de Yoongi hasta el punto de estar dispuesto a entregarse él mismo al cielo con tal de no perder a Jimin.

El agua que se había iluminado con la luminiscencia de las algas, los pequeños organismos y las reacciones químicas, iluminaron nuevamente las paredes de la cueva. Jimin jadeó sorprendido en el momento que Yoongi lo alzó en brazos para llevarlo él por todo ese lugar y lo que antes habían sido destellos verdes, azules y amarillos en su llegada, ahora se iluminaron en intensos rojos y naranjas.

— No dejaré que tus pies toquen estas aguas a menos que sean para que me guíes en nuestro regreso – el ángel se recostó sobre el hombro de Yoongi, maravillándose con los colores del agua.

— Los colores reflejados en el agua me recuerdan un poco a mi hogar.

— ¿Tu hogar? – cuestionó, divertido el demonio, avanzando despacio por el lugar, apretando el pequeño cuerpo del ángel – ¿cuál sería ese?

— Usted – arrulló sin pensarlo más, sacándole una sonrisa a Yoongi —, el infierno, su palacio, la habitación... todo sitio que contenga su esencia lo será.

— Que curioso el mío eres tú – la sonrisa de Jimin se ensanchó tanto que provocó que sus ojos se cerraran en pequeñas lunas. Yoongi suspiró casi enamorado y un tanto aprensivo al no querer dejar a su ángel en un lugar tan desprotegido.

— Mi señor – el tono de voz del ángel era la debilidad de Yoongi, y al mismo tiempo un detonador de todas sus inquietudes —. Yoongi, dime qué es lo que te tiene tan mal. Lo dijiste, podemos sentirnos, somos uno.

— No es nada, mi bello ángel – dejó un beso en su frente esperando que con el gesto el ángel olvidara todo, pero no fue así, lo supo en el momento que Jimin hizo puños su ropa, afilando la mirada, reflejando ciertos destellos dorados —. Hablo en serio, ángel, no es nada.

— Mentiroso – lo acusó intentando removerse para que lo liberara del agarre, pero Yoongi aferró más su agarre —. Está pasando algo y no me quiere decir, yo lo sé.

— Entonces limítate a suponer y déjame encargarme del peligro – la mirada de Yoongi fue dura, casi cortante, haciendo temblar a Jimin, esos ojos que lo veían con devoción también podían ser cambiantes y verse de esa forma —. Te pondré a salvo una vez estemos en mi palacio y tú en mi habitación.

— Exijo que me diga lo que está ocurriendo. Ahora.

El señor del infierno gruñó al sentir cómo su cuerpo obedecía a un mandato silencioso, todo siendo cumplido por la voluntad del corazón desbocado de Jimin que estaba asfixiando al propio. Su pecho ardió, la sangre en su cuerpo se heló, obligándolo a acatar lo que se le pedía.

Sus miradas se conectaron al mismo tiempo que Yoongi bajó a su ángel en la entrada de la cueva donde los murmullos iniciaban, y el aire frío que antes ingresaba a la cueva ahora había sido reemplazado por calor, uno abrasador, fuente del propio amor que esperó durante tanto tiempo, para finalmente consumarse entre llamas durante todo el tiempo que se entregaron en cuerpo y alma.

La delicadeza de las facciones de Jimin contrastaban y chocaban con ese semblante duro que ahora deformaba sus gestos en unos cargados de súplica y molestia. El ángel caído tomó uno de los mechones dorados entre sus dedos para colocarlo detrás de la oreja de su dueño, haciéndolo estremecer.

— Si así lo exiges – concedió Yoongi. La yema de su dedo recorrió el rostro de su ángel, desde detrás de la oreja, pasando por la mandíbula hasta llegar a sostenerle la barbilla —. Tal parece que el cielo quiere reclamarte de vuelta antes de que se cumpla el trato.

— No pueden hacer eso – el horror con el que lo había mencionado hizo sonreír a Yoongi ¿este era el mismo ángel que suplicaba que los años de tortura se terminaran antes para poder salir? —. ¿Quién puede estar pidiendo algo así?

— Tal parece que mi hermano más cercano se cree con el poder de declarar una guerra o bien de tener poder sobre ti y cierto ángel pequeño.

— ¿Jungkook? – jadeó con sorpresa al notar que el otro asentía sin pensarlo mucho —. No pueden, me rehúso a que intenten hacer algo contra usted. El que quieran regresarme solo sería con el fin de atacarlo y poner en riesgo a Jungkook es...

— Solo es una forma de hacerte salir del infierno para que te entregues a ellos – Jimin alzó la mirada hacia el cielo, con su aura tiñéndose de rencor e ira. Quizá en otras circunstancias o en otros siglos, Yoongi habría amado esa sensación de un ángel despreciando el cielo, pero ahora era todo lo contrario —. No permitiré que te alejen de mí, ¿de acuerdo? Ángel, mírame – exigió —. Tu protegido está a salvo, ¿recuerdas?

— Quiero verlo – pidió de manera firme – necesito asegurarme que se encuentra a salvo – su angustia mermó en el segundo que su señor asintió como respuesta a su petición.

— Lo harás, pero por ahora será mejor regresar a nuestro hogar, del cual no saldrás a menos que esté a tu lado o alguien de mi confianza.

El ángel asintió frenéticamente, teniendo un semblante lleno de emoción y casi con los ojos llenándose de lágrimas, debido al alivio que sintió de recibir una afirmativa ante la idea de ver a Jungkook, ¿cómo estaría? ¿Habrá pasado bien esos 500 años? Seguro que ya habría llegado a su madurez, tan solo esperaba que el tener acceso a todos sus poderes angelicales no le hayan traído problemas a su lindo protegido. Por todas las estrellas nacientes, cuanto extrañaba ver esos ojos azules y su cabello blanco como la nieve con esas mejillas rosadas todo el tiempo.

Yoongi no tardó en hacer que una entrada al infierno se abriera paso entre la tierra. El suelo en el que estaban parados tembló al mismo tiempo que se rajó, quebró y derritió debido al calor de las llamas que se hicieron ver en un rojo intenso, el aroma a azufre les invadió las fosas nasales. Jimin cubrió su nariz, sintiendo un tanto de molestia hacia el olor tan molesto.

— Pensé que ya te habías acostumbrado, mi precioso ángel.

— Creo que esto es algo a lo que no me acostumbraré.

Sus palabras se atoraron una vez más en su garganta al sentir el aroma a putrefacción, reconocía ese olor, no porque eso reinara en el infierno, sino más bien como un recuerdo de todos los seres que habían muerto en ese lugar y aún no descansaban. Estar en la entrada y lo más cercano al cielo traía consigo tener la presencia de todas las almas del purgatorio.

El infierno eterno para quienes incumplieron algo en vida, o bien no pueden atravesar la puerta y ascender, era como la muerte, aun estando sin aliento de vida. Yoongi alzó en brazos al ángel que parecía no poder moverse, tampoco lo culpaba por aquello, pues en ese valle habían muerto demasiadas hordas de ángeles que combatieron en la rebelión.

No tardaron en atravesar la puerta hacia el infierno, siendo sellada entre palabras susurradas a la tierra, con una promesa por parte del señor de las tinieblas, protegiendo ese lugar como propio, no permitiendo que otra alma más pusiera un pie en su jardín, en su paraíso, en la tierra, en el medio del caos y el cielo.

— Pronto estaremos en el palacio.

— ¿Podré ver a Jungkook entonces?

— No comas ansias, mi precioso ángel, todo a su tiempo.

Todos los demonios estaban enterados de su llegada, haciendo que la travesía para llegar hasta el oscuro palacio fuera como una tranquila caminata donde Yoongi pudo apreciar los esfuerzos de cada subordinado por llevar a cabo sus tareas; no era algo de lo cual estar orgulloso, pero era gratificante notar que todo se daba como debía ser, sin nada pasando a sus espaldas, a menos que fuera un castigo para impresionarlo con los resultados.

Apretó más el cuerpo de su ángel, dejando a todos más que sorprendidos por su actuar, en especial en el momento que lo vieron depositar un beso en el cabello ajeno y a Jimin acurrucándose más en el agarre del señor de los infiernos como si se tratara de un blando nido de plumas.

¿Acaso la piel del señor del infierno no era tóxica?

¿Qué no el castigo de su señor era jamás poder tener contacto con otro fuera del infierno?

¿No había lastimado al ángel de tal manera que casi lo pierde?

Sí, podía escuchar cada cuestionamiento en su cabeza, cada especulación ante su interacción, pero sabía perfectamente que se quedaría en eso nada más en habladurías, no en levantamientos, porque ¿qué podría hacer un pequeño ángel en un infierno rodeado de demonios? La respuesta era obvia para los ojos de Yoongi, pero no para el resto y eso era algo que disfrutaba, pues Jimin podría ser su mayor debilidad, sin que nadie se enterara de eso.

— Casi llegamos, mi ángel. Pediré que traigan a tu protegido aquí mismo.

— ¿Puede hacer eso? – cuestionó con sorpresa y su mirada destellante de terror —, pensarán que es una especie de destierro o un ataque.

— Me temo que el cielo ya ha atacado – Jimin tragó duro temiendo lo peor —. Él está bien, y según nuestras propias leyes podemos tomar eso como ventaja llevándonos un trofeo.

— Jungkook no es ningún trofeo.

— Lo sé, pero ellos no saben que es importante para ti o por qué lo estaremos llevando. Además, no seré yo quien lo reclame, confía en mí.

Los guardianes de su palacio le dieron la bienvenida, abriendo las puertas de par en par, sin cuestionar la forma en la que llevaba a ese ángel entre sus brazos, lo había visto antes haciendo lo mismo, pero en cada una de ellas siempre evitaba el contacto, en esta ocasión, su señor mantenía una cercanía distinta. El silencio los recibió ni bien cruzaron la entrada principal, y le fue muy fácil moverse entre cortinas de humo a través de los pasillos.

Le estaba pareciendo divertido jugar un poco con la tolerancia de Jimin hacia ese tipo de acciones, aún estaba riendo bajo ante la rabieta del ángel para ser bajado de sus brazos, cuando notó la presencia de Hoseok, acercándose lo más rápido que pudo.

— Mi señor – se arrodilló en su presencia, cosa que hizo tensar a Yoongi quien bajó al ángel, pues ese tipo de bienvenidas no traían buenas noticias – me temo que hemos estado esperando con impaciencia su regreso. Sé que dijo que esperáramos sus instrucciones-

— ¿Qué ocurre?

— Hemos recibido múltiples ataques. Los ángeles guardianes que mantenían una relación cercana a los demonios de menor rango fueron retirados y en el proceso varios de los nuestros han sido heridos o bien exterminados.

— ¿Qué significa eso? – cuestionó Jimin, dando un paso hacia el frente, colocándose al lado de Yoongi quien le dedicó una mirada inquieta, sus manos llegaron a rozarse en un ligero cosquilleo para hacerse saber que no estaban solos – ¿por qué los ángeles protectores tendrían relación con los demonios?

— Jimin – le llamó Yoongi de manera firme, obteniendo su atención – no eres el único ángel que ha tenido que lidiar con demonios, sin embargo, hay varios de los tuyos que han decidido mantener más cercanía con sus compañeros.

— Ustedes son enviados para proteger a los hombres, nosotros para potenciar esas ideas que no se consideran tan puras – siguió Hoseok con una voz calma – donde exista el bien, estará el mal, donde se encuentre un hombre tentando ante su propia naturaleza se hallará uno de los nuestros llevándolo a su propio límite, probándolo hasta llevarlo a un límite y conocer de hasta dónde es capaz de actuar.

— Pero eso es horrible, los obligan a pecar y ser malos.

— Los hombres son así por naturaleza, mi hermoso ser de luz – le consoló Yoongi, tomando el rostro ajeno entre sus manos, algo que llamó la atención de Hoseok —, si todos fueran dignos de esa bondad, entonces no existiríamos con un propósito y ustedes tampoco. El creador puede ser un egoísta, pero se regocija en tener a todos bajo sus pies idolatrando su presencia... recuerda el hombre fue hecho a imagen y semejanza de alguien.

— No puede ser así, él es perfecto.

— Nadie lo es, pequeño ángel – interrumpió Hoseok, cruzándose de brazos, dedicando una mirada bastante observadora hacia la pareja frente a él —. El creador puso en ellos los comportamientos primitivos, no logran discernir entre los extremos y aquellos pocos que lo hacen son señalados como anarquistas por no estar de acuerdo con ninguno de los extremos.

— Sucede lo mismo con nosotros, con ustedes – su voz ronca parecía intentar adormecerlo en un suave tono. El demonio enredó una de sus garras en el cabello rubio, terminando por acariciar el rostro de Jimin —. Es por esto mismo que ahora esos mismos ángeles y demonios están bajo la mira de alguien.

— Entonces, Jungkook-

— No, él no es un ángel protector, ¿recuerdas? Dijiste que aún no tenía un propósito marcado.

— Aun así, él estaba con un demonio.

— Mitad demonio – agregó Hoseok, con un tono desinteresado, el cual buscaba ocultar un poco lo que había ocurrido, la mirada afilada de Yoongi se clavó en su fiel seguidor, descifrando lo que había detrás de esa actitud defensiva respecto al protegido de Jimin —, Taehyung es mitad demonio.

— ¿Cómo puede existir algo como eso? – cuestionó con un tono cargado de desagrado y un poco incrédulo, obteniendo un ceño fruncido por parte de Hoseok —. Creí que los hijos que ustedes engendraban con las mujeres estaban destinados a ser demonios desde su concepción.

— Bueno, digamos que mi hijo es un tanto diferente, en este caso – Jimin no comprendía muy bien lo que estaba escuchando, regresó su mirada hacia Yoongi quien no se veía alterado —, tranquilo ángel de nuestro señor de los infiernos. Tu niño está en buenas manos.

El cuerpo de Jimin se tensó, girando sobre sus talones para encarar a Yoongi tomando la ropa entre sus puños, acercándolo tanto como le era posible, no obteniendo una reacción negativa por parte del demonio, tan solo una mirada desinteresada. La súplica silenciosa fue acatada, no sin antes tener un suspiro pesado por parte del amo del infierno.

— Necesito que lo traigas – ordenó Yoongi a Hoseok, quien intentó mantener su fachada seria —. No me interesa que Taehyung se niegue o tenga una rabieta. Es una orden, lo haría yo mismo, pero debo vigilar lo que está ocurriendo, ¿entendido?

— Bueno, hay un pequeño detalle con eso-

— Hoseok – la voz de Lilith se unió a la de ellos, con sus pasos ágiles, sin importarle las miradas curiosas —. Yoongi, no pensé que regresarías tan rápido, parece que todo salió muy bien con tu ángel.

Jimin en otro momento se habría escondido detrás de Yoongi, pero ahora se sentía extrañamente envalentonado, manteniéndose firme frente a la madre de todos los demonios, con esa apariencia seductora, mirada afilada aunque algo melancólica y algunas marcas amoratadas en sus antebrazos.

— Algo ha cambiado en ti, pequeño ángel – alzó la comisura de sus labios obteniendo un ceño fruncido de Jimin – parece que ahora estás donde siempre debiste estar, ¿no es así mi señor?

— Basta, no lo asusten – Yoongi lo acercó a su cuerpo, tomándolo por los hombros solo para pegar la espalda contraria contra su torso, haciéndolo estremecer al percibir algo duro a la altura de su trasero – está conmigo, lo que quiere decir que está con nosotros. Por ahora limítense a no hacerlo sentir incómodo y protegerlo de cualquiera que intente pasarse de listo.

— Bueno, eso debiste pensarlo mucho antes cuando enviaste a mi bebé a cuidar de un ángel – Lilith se cruzó de brazos, poniendo toda su voluntad para no abalanzarse sobre ese ángel que había vuelto de cabeza al infierno y al cielo —. Taehyung le gusta aferrarse a sus nuevos juguetes, pero este no parece ser como los otros.

— ¿Jungkook está con tu hijo? – con una voz cargada de esperanza, el ángel se soltó del agarre contrario, avanzando hacia Lilith quien se sorprendió ante la repentina cercanía – ¿dónde están? ¿Sabes si se encuentran bien?

La mirada de la mujer fue bastante seria, al mismo tiempo transparente para Yoongi quien tenía una pregunta plasmada en el rostro, dejando sus labios en una línea fina, llevando su mirada hacia Hoseok que se alzó de hombros.

— Tu ángel se encuentra aquí mismo en el palacio – el aura oscura que cubría el cuerpo de Yoongi no tardó en hacer que el ambiente se sintiera más pesado, Jimin regresó la mirada hacia él temiendo que aquello significara algo malo —. No fuimos nosotros los responsables de su repentina estadía.

— Espero una explicación completa – murmuró entre dientes Yoongi, con una mirada oscura, la barbilla tensa y sus puños comenzando a apretarse cada vez más.

— Solo sé que fue herido, Taehyung lo trajo aquí para protegerlo, como le fue encomendado, mi señor – el sarcasmo venenoso en ese tono de voz se vio opacado por el rostro angustiado de Jimin.

— ¿D-dónde...?

— En la habitación de Taehyung – respondió Hoseok, afrontando las posibles consecuencias de la ira de su señor, quien no pudo molestarse a su gusto, pues Jimin le regresó una mirada entre aterrada y exigente.

— ¿Usted lo sabía? – cuestionó con un dolor plasmado en ese tono de voz acusatorio, pero Lilith no era tan tolerante como lo estaba siendo Yoongi, girando al ángel para enfrentarla.

— Dos cosas, ángel. La primera – alzó su delgado dedo frente al rostro de Jimin – estás hablando conmigo aprende a enfrentar las situaciones y segundo ¿crees que si nuestro señor conociera eso te lo ocultaría? – el ángel jadeó al sentir el dedo de Lilith puyando su pecho justo en ese espacio donde dos latidos se podían percibir, sacándole un gruñido a Yoongi —. No puede ocultarte nada, así como tú a él no le puedes mentir. ¿Se unieron?

— No tengo por qué hablar de eso contigo, pero sí conversaremos sobre la estadía indefinida de Jimin – los huesos de Yoongi crujieron entre los movimientos del demonio que intentaron aflojar su cuerpo, liberando tensión, observando a la pareja simplemente asentir ante su orden —. Ahora llévanos con el querubín.

— Define, Querubín – se burló Hoseok, descruzando sus brazos, dando un paso hacia delante.

— Jungkook es un querubín – habló firme Jimin, frunciendo su ceño – aunque no estoy muy seguro si mantendrá su estatus luego del despertar de sus poderes.

— Hay algo que intentan ocultarme respecto al protegido de mi ángel – no era una pregunta, más bien estaba hablando como una petición que debía acatar la orden silenciosa – ¿qué ocurrió con el querubín?

— Oh, créame, mi señor ya no es un tierno querubín – la risa baja de Lilith no dejó tranquilo a Jimin quien no perdió tiempo en seguirle el paso a la mujer.

El recorrido por los pasillos fue silencioso, aunque Jimin podía estar seguro de que el mutismo de Yoongi no era porque se mantuviera con serenidad, notaba las interacciones entre Hoseok y el señor del infierno, quien en más de una ocasión gruñó bajo, se detuvo en el medio de su recorrido con la respiración agitada. El pecho del ángel se apretó ante el malestar ajeno, cosa que pudo controlar con facilidad, mermando el malhumor del demonio.

Yoongi mismo se sintió desconcertado al sentirse envuelto en una especie de aura colmada de paz, regresándole la mirada a Jimin quien siempre lo recibía con una sonrisa a medias y la mano extendida para que no se separara tanto de él.

El roce de pieles se sentía cálido, suave y bien. Jodidamente correcto estar tocándose mutuamente sin tener el agonizante castigo de repelerse constantemente, lastimando al otro, era la gloria en el propio desierto, tanto así que Yoongi no se privó de llevar el dorso de la mano del ángel para besarlo en cada uno de los nudillos y finalmente dejando una que otra mordida.

— No sé cómo lo haces, pero me traes calma – la voz de Yoongi se sintió como una caricia para los oídos de Jimin quien sonrió al tener a su señor descansando su frente en su hombro —, creo que me harás muy débil.

— Es más fácil ahora que está aquí – le hizo que lo encarara, dejando ver sus bonitos ojos, sonriéndole – prometo no decir que se ha vuelto vulnerable a mi lado.

— Estoy seguro de que podrán saberlo sin necesidad que se lo digas – dejó un beso en el cabello dorado, afilando la mirada hacia Hoseok quien se encontraba abrazado al cuerpo delgado de Lilith frente a la puerta de la habitación de Taehyung —, de mis debilidades me encargaré después, ahora será mejor que entremos a esa habitación.

— Okay.

Las puertas se abrieron gracias al gentil toque de Lilith, quien solo dio un vistazo en el interior, asegurándose de que todo se encontraba como lo había dejado sin momentos vergonzosos. Conocía a su hijo, el príncipe de la tentación, aunque si lo pensaba bien las horas que pasó con él, no se veía al Taehyung de pasado, ese que destrozaba el alma de los hombres con horas de tortura sexual hasta asesinarlos en el medio del éxtasis.

Sus ojos se clavaron en la escena desconcertante, una visión que jamás esperó encontrar. Un espacio lleno de calma, justo como se había quedado hasta su partida, con la única diferencia de que ahora Taehyung se hallaba despierto, observando a su ángel postrado en la cama, haciendo gestos molestos, frunciendo su ceño, apretando sus puños y murmurando cosas que no podían comprender por la distancia que los separaba.

— Así que esta es la razón por la que no puedo percibir su presencia – gruñó Yoongi al notar que Lilith se encontraba reforzando el sello de protección de la habitación – ¿algo más que debamos saber?

— Solo un par de cosas, pequeñas. Bastante insignificantes de hecho. Nada que sea relevante o afecte en demasía al ángel.

— ¿Afectarle? – reprochó Jimin de inmediato, frunciendo su ceño hacia Lilith, la mirada de la madre de ese demonio al lado de Jungkook se desvió con desinterés y arrogancia. No obtendría nada de ella le quedaba claro.

Jimin llevó su mirada hacia el cuerpo que ahora descansaba en ese lecho. El cuerpo de Jungkook se veía más grande de lo que recordaba, el subir y bajar de su respiración era muy lento, pero no le alarmó, por el contrario, podía notar que se hallaba en un sueño divino de esos que tomaban luego de haber atravesado por un evento traumático.

Dio unos cuantos pasos más cerca. La criatura de apariencia demoníaca le miró por sobre su hombro con molestia y bastante irritado, para luego perder todo rasgo amenazador al percibir que Jungkook se removió entre las sábanas. Movimientos demasiado débiles, pero que daban esperanzas de que la combinación de sus sangres funcionaba.

— ¿Qué ocurrió? – se atrevió a cuestionarle a Taehyung, acercándose al demonio mestizo, tomándole la mano como un acto inconsciente, jadeando al sorprenderse de poder tocarlo y que en lugar de sentir dolor, ahora lograra ver algunos de sus recuerdos, los más dolorosos para ser exactos – ¿qué eres?

— La puta del infierno. La blasfemia de mi madre. El grano en el culo de mis hermanos – escupió con veneno, alzando su mano hacia el cuerpo de Jungkook, tocando apenas el tobillo con la cadena —, pero para él, solo era Taehyung.

Mordió su labio tan fuerte que incluso su colmillo se encajó en la suave carne, sangrando de inmediato, sacándose un hilo rojo, sorprendiendo a Jimin, pues aunque era un demonio, el líquido vital de su cuerpo era similar al de un hombre, no tenía el hedor de la putrefacción como el de todos los seres del averno. La curiosidad lo invadió, necesitando saber más de ese cuerpo que en su mente había sido hurtado.

Rozó sus dedos con los contrarios que ahora estaban sobre la cadena divina en el tobillo del ángel; las imágenes distorsionadas invadieron la mente de Jimin agotándolo de inmediato, obligándose a sí mismo a dejarlo de lado.

Los brazos de Yoongi lo rodearon para sostenerlo, haciéndolo sentir seguro ante su actuar imprudente, aunque Taehyung no se vio perturbado por lo que había ocurrido y mucho menos de sentirse invadido porque alguien más husmeara en sus memorias. En realidad estaba más concentrado en poder hacer que Jungkook despertara.

— Ten cuidado, mi precioso ángel – ronroneó en su oído, aferrándolo más contra su cuerpo – tus poderes se están combinando con los de tu sello lunar y con los míos llevados por tu voluntad, tendrás que aprender a controlarlo.

— Eso fue...

— Lo llaman el Ojo Divino u Ojo de Dios... quedó prohibido para el uso del resto de los ángeles, pero no para mí y ahora tú también, aunque solo en pequeñas dosis y eventos del pasado.

— ¿La clarividencia fue algo que tomó del Creador?

— Él me lo concedió, aunque no en su totalidad, no como él. Puedo ver lo que sucedió y lo que pasará, pero nunca tengo un desenlace acertado, siempre él debía ir un paso antes.

— Entonces usted sabía cómo terminaríamos.

— A decir verdad, no – aquello sorprendió a Jimin, ¿por qué, teniendo ese don, no lo había utilizado con su trato? Parecía que Yoongi también podía leerle la mente porque lo vio sonreír con algo de gracia y burla antes de responder —. Estaba tan aburrido de nuestros encuentros que decidí castigarme a mí mismo para no ver más allá de lo que ocurría, tampoco me dejé llevar al tenerte conmigo, quería sorprenderme y vaya que lo hiciste.

— Siempre odié su don, mi señor – murmuró con voz apagada el mestizo que seguía con su mirada fija en el ángel – nunca me permitió divertirme, sabía lo que haría antes de siquiera hacer un movimiento.

— Eres el hijo de Lilith, el que estuvo con Jungkook todos estos años – el demonio asintió en una respuesta seca a la pregunta de Jimin – ¿cómo es posible que hayas estado con él sin hacerle daño o traerlo aquí?

— Soy un mestizo, mi madre me concibió cuando mi padre poseía un cuerpo carnal. Fui el resultado de una gestación normal, como la de un tierno bebé hombre – dejó escapar el aire que se atrapó en sus pulmones al saber que ahora debía explicar por qué Jungkook estaba ahí y eso le hizo hervir de cólera, cubriendo sus brazos con llamas rojas —. Y Jungkook está aquí porque tu estúpida gente decidió atacarnos.

— ¿Quién les atacó? En dónde.

— Fue ese hermano suyo, mi señor – murmuró con veneno el nombre con el que lo llamaba cuando necesitaba algo de Yoongi – quiso asesinarme y llevárselo mientras me alimentaba. Jungkook se dio cuenta y me protegió, terminó muy herido. ¡No lo toques!

Se alarmó al notar que Jimin se acercó al cuerpo de Jungkook quitando la manta con la que había estado cubierto todo ese tiempo porque aunque estuvieran en el infierno, aunque fuera uno de los lugares menos fríos, el delicado cuerpo de su ángel no había dejado de temblar. Quizá parecía una cosa absurda, algo más bien ridículo, pero el demonio mestizo no sabía de qué otra manera poder cuidar de él.

Yoongi detuvo a Taehyung cuando este intentó alejar a Jimin, obligándolo a solo ver lo que haría, estando a la expectativa. Jimin terminó de bajar la sabana, dejando a la vista el cuerpo contrario, con la respiración lenta. El pecho de Jungkook se veía diferente con músculos más grandes, unas líneas onduladas y curvas en color dorado serpenteaban desde sus manos hasta llegar a su clavícula del lado derecho y del lado izquierdo hasta llegar por detrás de la oreja.

Su cabello había crecido dejando largos mechones pegados en su frente, sus facciones también habían cambiado dejando a la vista una imagen madura. La mirada de Jimin paseó por todo el cuerpo ajeno sin segundas intenciones más que inspeccionar si algo iba mal con su recuperación.

— ¿Qué es esa cadena divina? – dirigió la mirada hacia Taehyung, quien no había apartado su atención del otro ángel – ¿por qué tiene eso?

— Es el castigo que le impusieron después de que te fuiste. Es tan terco que terminaron atándolo a una nube para que no bajara del cielo a buscarte.

— ¿Cómo hizo para cortarla? Y por qué la tiene así – la yema del dedo de Jimin tocó el brillante material que se combinaba con la piel del ángel.

— No tengo idea de cómo hizo para soltarla, cuando lo encontré ya no tenía ninguna cadena, solo esa estúpida tobillera y la tiene así desde siempre, supongo.

— Esto está mal, además el último eslabón no está roto, quiere decir que el ángel que le impuso este castigo puede volver a crear su cadena.

— Sobre mi cadáver y todas las almas malditas del infierno dejaré que ese arcángel lo toque de nuevo – gruñó el mestizo, creando un círculo de llamas rojas alrededor de Jungkook, el fuego no le hizo daño a Jimin, pero sí que lo sorprendió haciéndolo retroceder, dándole paso a Taehyung para acercarse de nuevo al ángel, cubrirlo y abrazarse a él – solo quiero que despierte. Dime que lo hará.

— ¿Cuánto lleva así? – cuestionó sintiendo una opresión en el pecho al pensar que no pudo proteger a Jungkook y al mismo tiempo sentía satisfacción porque pudo ver que había encontrado su propósito y era cuidar la parte humana de Taehyung —, si se encuentra en un sueño divino no tardará mucho.

Paseó su mirada hacia el resto del cuerpo del ángel para asegurarse que todo estuviera bien, no importando los cambios físicos, solo quería estar tranquilo, que nada más grave había ocurrido. Jungkook era un querubín muy especial, razón por la que las heridas de cualquier arma divina no le harían el mismo daño que tendría otro ángel.

La razón para que Dios tomara esa decisión, para que ningún otro ángel pereciera contra las armas divinas que estaban destinadas a proteger, se encontraba justo detrás de él, colocando una mano gentil sobre su hombro y otra posesiva alrededor de su cintura, ciñéndose a su espalda y dejando un beso en su nuca.

Jimin miró por sobre su hombro, encontrando la mirada fría de Yoongi sobre el ángel postrado en la cama, como si intentara comprender algo en todo aquello. La piel de la espalda de Jimin ardió un poco, recorriéndole como llamas intensas en toda su espina.

— Mi dulce ángel, aunque quieras proteger y sanar a Jungkook, tus sellos lunares no lo permiten – Jimin se giró en su sitio, quedando encerrado entre los brazos de su señor, quien le sonrió apenas —, no tienes ese don, no puedes hacer uso de lo que no tienes.

— Ya lo sé, pero eso no me evita querer hacer algo – su ceño se frunció con recelo al ver que Taehyung se acercaba a Jungkook, acariciando los cabellos blancos con demasiada gentileza, notando con horror la marca en su clavícula —. ¿Qué es eso?

— Es una marca, ¿qué no es obvio para ti, cuidador? – habló con desinterés el demonio mestizo, no estando dispuesto a dar explicaciones de su dieta inusual y el acuerdo que el propio Jungkook hizo con él.

— Sé perfectamente que es una marca, pero no la tenía cuando nos separamos.

— Fue hace 500 años la última vez que estuvieron juntos – la voz de Taehyung tenía ese tono agresivo, aunque su rostro inexpresivo enmascarara cualquier emoción —, supera el hecho de que ya no eres su protector, yo he estado con él durante todo este tiempo.

— Has pasado solo la mitad de su vida.

— Tú tienes la otra mitad, no veo cuál es el problema – sus manos hicieron puños en la sábana que había estado cubriendo el cuerpo de Jungkook, mientras que la otra buscó refugio en el tacto con el ángel —, ya no es tuyo, es mío. Él lo decidió así que, limítate a cumplir tu tarea de sanarlo y si no puedes, solo lárgate.

Un jadeo salió de los labios de Taehyung, en su cuello se apretó el collar que había estado utilizando, convirtiéndose en una cobra negra, la cual no tenía problema con estrangularlo. Quizá en otros tiempos ese trato le habría encantado, estaría fascinado teniendo una erección palpitante, con su agujero palpitando en necesidad y la lujuria junto con el deseo creciendo desde su vientre hasta expandirse, pero ahora no. El tiempo con Jungkook le mostró otra clase de placer, otra manera de sentir y está acompañada de dolor, ya no era de su gusto.

— No te permito que le hables así a Jimin – un estremecimiento recorrió al ángel al notar la desesperación con la que Taehyung se removió en su sitio, cayendo al suelo, peleando por sacarse al animal de encima, el cual obedecía a Yoongi —. No me interesa la unión que tengas con el querubín, tus sentimientos hacia él no son válidos para que trates de esa manera a mi pareja.

— Mi señor – suplicó Jimin un tanto angustiado al ver que Yoongi en vez de ceder ante el sufrimiento ajeno imponía más dolor —, por favor no se descargue con él.

— No lo soltaré hasta que se disculpe – su mirada regresó a ser tan fría y oscura como antes, dejando en claro que no era una opción aquel castigo —, está en perfectas condiciones para hablar, pero se niega a obedecer. ¡Habla ya! ¡Discúlpate!

— Suélteme – gruñó Taehyung, aun removiéndose en el suelo, sintiendo la falta de oxígeno como un cosquilleo molesto. No quería sentirse bien con eso, no deseaba que su cuerpo reaccionara —. No me arrepiento de nada.

La cobra se ajustó mucho más a su cuello, provocando que la boca del mestizo se abriera, las venas de su rostro se marcaron y en sus ojos comenzaron a aparecer ramificaciones oscuras con líneas doradas. Yoongi observó aquello, algo perturbado, porque ahora estaba más que seguro que tendría que dar demasiadas explicaciones.

¿Miguel había encontrado a Taehyung con Jungkook porque eran su objetivo? Si su hermano convencía al resto de que aquello era un intento del infierno por atacarlos, tendría mil legiones fastidiando en las puertas del infierno.

— P-por favor... solo quiero que despierte – una lágrima oscura y roja rodó por el rabillo del ojo de Taehyung, cayendo en la piel de la cobra, quemándola de inmediato, el animal siseó agonizante ante el dolor, liberando un poco la presión que ejercía, dejándole la tarea fácil al mestizo de quitarla y al mismo tiempo quemar el cuerpo envenenado con su líquido vital —. No pienso disculparme por decir la verdad.

Con un simple gesto con sus dedos, Yoongi logró controlar la mente de Taehyung para que se arrodillara, con las piernas doblándose contra la voluntad del mestizo, resistiéndose entre quejas.

— Mi señor – la voz de Lilith se escuchó angustiada al mismo tiempo que era sostenida por Hoseok.

— No me obligues a que tú sufras su castigo – habló con frialdad, dando una mirada severa, continuando con el castigo de Taehyung – pueda que hayas protegido a ese ángel durante todo este tiempo, pero eso no te da derecho de faltarle el respeto a quien considera verdaderamente importante.

— Yo también soy importante para él – gruñó al mismo tiempo que su cuerpo se arrastró de rodillas hasta llegar frente a Jimin quien se sentía extraño al presenciar esa crueldad, debería estar aborreciendo eso, pero lo estaba ¿disfrutando? —, no merezco un castigo, no merezco ser menos... ¡Yo también tengo un papel relevante en su vida!

— Entonces discúlpate con Jimin, para no ser odiado por el ángel que amas, al despreciar aquel por quien fue criado, cuidado y castigado – Yoongi se alejó de Jimin poniéndose a la altura de Taehyung, tomándole el rostro con fuerza, sacando sus garras lentamente para rasgarle la piel —. Yo también amo a un ángel, sé cómo se siente compartir su corazón. Ahora discúlpate.

La respiración entrecortada de Taehyung acompañada de una mirada cargada de rabia duró por algunos segundos, observó a Jimin le veía serio y al mismo tiempo levantaba la mirada hacia Jungkook para asegurarse de que se encontraba tal y como lo había dejado, no estando peor, parecía que se mantenía en una especie de hibernación. El mestizo logró dar un vistazo por sobre su hombro al ángel, quien quizá a ojos de todos no se movería, pero él pudo sentir su incomodidad.

Regresó la mirada a ese ángel frente a él, con la mirada de Yoongi a la expectativa de lo que diría, hasta que finalmente bufó bajo, sintiendo que la presión en el pecho no le pertenecía.

— Lamento haber sido tan duro con mis palabras – Jimin asintió, abrió los labios, quizá para decir algo, pero Taehyung se le adelantó —, sin embargo, esto no quita que ahora tú también debes aceptar que estoy en su vida, así como yo lo hago contigo.

— Bien, puedo aceptar eso, solo si prometes que lo cuidarás – el ángel había comprendido que esa marca amoratada en la clavícula de Jungkook se trataba de una unión diferente —. No lo lastimes.

— Por mí aún sigue con vida.

— Y te estaré eternamente agradecido.

Se enfrentaron unos cuantos segundos más con miradas serias, con Taehyung sintiendo la amenaza de un nuevo castigo proveniente de Yoongi quien no dejó de manipular su cuerpo en todo momento para que no lastimara a Jimin. La tensión entre los tres siguió así hasta que un leve ronroneó y quejas se escucharon en la habitación, provenientes de Jungkook.

Sonidos que fueron lo suficientemente efectivos para que la voluntad de Taehyung cambiara de lastimar a Jimin a proteger a su adorado ángel, logrando que Yoongi perdiera el poder de manipularlo.

— H-hyung – su voz era baja, rasposa, aireada y con dificultad para pronunciar algo. Su garganta estaba seca, cosa que le dificultaba aún más el articular palabra alguna – hyung.

— Jungkook, aquí está hyung – Jimin fue el primero en aproximarse a la cama, siendo seguido de Taehyung, quien se detuvo luego de que escuchó un carraspeo por parte de Yoongi —, ¿estás bien? No te muevas o te dolerá todo.

— Hyung – sus ojos aún estaban cerrados, su ceño se frunció y esos gestos solo hicieron que el ansia se adueñara de Taehyung, estando a la expectativa de que ese encuentro terminara de una buena vez para él abrazarse al torso de Jungkook.

— Hyung está aquí – susurró Jimin, llevando su mano hacia el cabello ajeno, pero en un movimiento agitado, aun sin abrir los ojos Jungkook se negó a tener contacto —, hey, tranquilo, ahora estás bien, nada te hará daño.

— Tae... Taehyung hyung.

Los movimientos de Jimin por intentar calmarlo cesaron, regresando la mirada hacia el demonio mestizo quien no necesitó un segundo llamado cuando ya se estaba aproximando hacia el cuerpo de Jungkook, arrullándolo, comenzando a hablarle con un dulce tono que ninguno de los presentes habría esperado.

— Hyung.

— Sh, está bien Jungkookie, aquí estoy – tomó su mano, entrelazando sus dedos con los otros, atreviéndose a acercar su rostro para sentir los suaves movimientos que el ángel apenas lograba dar —. Me tenías preocupado. No me vuelvas asustar así y mucho menos si es para defenderme.

— Lo siento, es mi deber.

— No – la firmeza de su voz hizo sonreír a Jungkook para sorpresa de Jimin quien de nuevo había regresado a los brazos de Yoongi, observando la escena desde la distancia —, tú y yo nos protegemos. El uno al otro. ¿Por qué no me dijiste nada?

— Estabas débil – los ojos de Jungkook apenas se entreabrieron para tener una figura borrosa de Taehyung, pero eso le hacía sonreír, aún mantenía su cabello rojo intenso y esos ojos cargados de preocupación – no podía dejarte a mitad de tu comida, hyung.

— Tonto, no hagas eso – frotó su rostro contra el dorso de la mano de su ángel, sintiéndose a gusto con el tacto. La vista de Jungkook se aclaró, logrando ver mejor la marca violeta en el cuello de Taehyung.

— ¿Qué te ocurrió en el cuello?

— No es nada.

— Fue su castigo – interrumpió Yoongi, llamando la atención de Jungkook, quien regresó la mirada, sorprendiéndose al ver a Jimin entre los brazos del otro —. Te trajo aquí en contra de nuestras leyes, te dio de su sangre y se atrevió a-

— Yoongi – la angelical voz de Jimin provocó que el señor del infierno detuviera su discurso, al mismo tiempo que los ojos de Jungkook se llenaron de lágrimas – por favor, no quiero romperle el corazón, acaba de despertar.

— Jungkookie, mírame – le suplicó el demonio mestizo, tomándole el rostro con gentileza, acariciando con la yema de sus dedos las mejillas casi inexistentes – te tuve que traer al infierno recuerdas, todo estará bien ¿okay? – se acercó a centímetros de su rostro haciendo que el ángel contuviera la respiración – te di de mi sangre, combiné la de ambos para poder estar juntos, nada te hará daño de nuevo. Yo vivo en ti, así como tú en mí.

— Pero te lastimaron.

— No importa, nada de eso importa, no mientras estés despierto e ileso – Jungkook asintió lentamente, queriendo incorporarse —, no te muevas, aún estás débil – dejó un suave beso los labios ajenos, y dio un vistazo hacia su madre quien lo esperaba ya para poder saciar su hambre y así poder seguir alimentando a Jungkook —. Debo irme, pero estarás bien.

— Puedo quedarme solo, hyung. Olvidas que soy yo quien te protege a ti – el ángel miró apenas a Jimin quien tenía el labio tembloroso, con las manos rasguñando sus brazos —. Además, necesito también estar con Jimin hyung.

— Agh, no te quiero compartir – los ojos azules de Jungkook se pintaron de un bonito azul intenso con líneas rojas y oscuras, suplicando lo que el demonio mestizo ya sabía. Quería tiempo, debía aceptar que tendría que dejar a su ángel con ese ángel pareja de su señor —. De acuerdo, pero en cuanto termine de alimentarme vendré contigo y tendrás que comer ¿okay?

— Okay.

Taehyung dejó caer su frente sobre los labios de Jungkook, llenándose del aroma dulce y débil de su ángel, sintiendo el pulso yendo en disminución, se encontraba tan frágil, quizá siendo atacado por la misma naturaleza del infierno, protegido por la propia habitación, pero eso no lo salvaba del todo. El ángel dejó un beso largo y perezoso, susurrando lo mucho que había extrañado sentirlo.

Con una promesa de regresar tan pronto como le fuera posible, Taehyung se despidió para darle tiempo en privado a su ángel. Le costó horrores dejar de tocar esa delicada piel febril; le fue aún más angustiante notar que le sonreía como si nada hubiera sucedido, dio un último vistazo hacia Jimin asintiendo hacia él para asegurarle que podía ir.

Como si Jimin necesitara su permiso, se dio a la libertad de tomarse ese poder, aunque el propio ángel aceptó aquello tan bien que solo en ese instante se movió hacia el encuentro con Jungkook, sacándole un jadeo al casi tumbarse sobre él.

El señor del infierno gruñó bajo ante el sentir de su corazón, bombeando y estrechándose al mismo ritmo que el de Jimin debido a la emoción y nostalgia del reencuentro. Lo vio abrazándose, dejando caricias en el rostro ajeno, llorando de manera incontenible y con el ángel apenas respondiendo entre murmullos.

— Gracias, mi señor – susurró Taehyung apenas, llamando la atención de Yoongi – por aceptar.

— Aún no estoy muy seguro de qué tan feliz me encuentro contigo – cada palabra salió entre dientes y su mano sostuvo la muñeca ajena con tanta fuerza que casi le sacó un quejido al mestizo – ¿qué tan unidos están?

— No tanto como ustedes – parecía una acusación cargada de razón – nuestras sangres están combinadas, pero ninguno tiene una parte del otro.

— La sangre es igualmente poderosa. La debilidad de uno se reflejará en el otro, tendrán que trabajar muy bien en eso – Taehyung asintió, comprendiendo aquello, dejando sorprendido a Yoongi por su actuar tranquilo y controlado —. Parece que ya comenzó a influenciarte.

— Sigo siendo la misma puta escoria del infierno, solo que él me hace ser una mejor parte de esa escoria – sonrió con coquetería, pero el gesto no estaba dirigida al señor de los infiernos como lo hubiera sido en veces anteriores, este iba directo al ángel con quien cruzó miradas —. Estoy bien, mi conejito invernal, no gastes tus energías en algo tan tonto, ¿okay?

— Solo quiero verte bien – abultó su labio, aun teniendo la mano de Jimin contra la suya, quien se sorprendió porque Jungkook había sanado el moretón en el cuello contrario y el de la muñeca que se estaba produciendo por la presión del agarre —, por favor, señor Lucifer, Taehyung no hizo nada malo no lo castigue.

Un gruñido bajo salió de los labios de Yoongi, dejando de lado a Taehyung, quien masajeó su muñeca sintiéndola cosquillear, sonriendo de lado al ver que estaba ilesa. Con un susurro se despidió y salió de la habitación, siendo acompañado por Lilith que no dejaba de ver con mala cara a Yoongi por haberlo lastimado, pero este ni siquiera se inmutó.

— Estoy bien Jimin hyung, lo prometo.

— Pero tienes una cadena en tu tobillo y estás lastimado – le estrujó las mejillas aún más para que hiciera silencio, justo como lo haría en el pasado, teniendo la imagen madura del ángel – ¿por qué desobedeciste a la orden de quedarte en el cielo?

— Ese no era mi lugar, tenía que buscarte. Todos los ángeles me veían raro después que te fuiste y el arcángel Miguel siempre encontraba una forma de molestarse conmigo.

— Fue él quien te atacó, ¿no es así?

— Quería hacerle daño a Taehyung, pensó que me había hecho algo. No me atacó a mí, quería asesinar a Taehyung, lo vi en sus ojos, tenía esa mirada de guerra.

— Típico en él, siempre se cegó por la ira y sus juicios apresurados para exterminar todo lo que no le pareciera correcto – refutó Yoongi acercándose a la cama del ángel, quien se encogió al sentir el aura imponente y oscura, aunque familiar, como si una pequeña parte de Jimin le acompañara —. Ahora te quedarás aquí hasta que te recuperes. Esta habitación es especial, así que no tendrás problemas para habitarla, pero solo aquí, ¿entendido?

— ¿No puede hacer que ande con libertad por el resto del castillo? – cuestionó Jimin de inmediato, no queriendo recluir a Jungkook a una sola habitación conociendo el alma libre que era.

— Me temo que no, mi dulce ángel. Estas paredes están protegidas para que Taehyung habite sin dificultad, lo hizo el propio Hoseok y Lilith con tal de proteger a su bebé, así todo lo que su adorado mestizo quisiera se encontraría a salvo aquí.

— Está bien hyung, puedo quedarme aquí, y luego salir – interrumpió Jungkook tratando de incorporarse en la cama, siendo ayudado por Jimin —. Taehyung y yo vivimos en una pequeña casa alejada nosotros-

— No – negó el señor del infierno – no pueden salir, este ataque no fue coincidencia y prefiero que se queden aquí mismo sin importar que lleven cientos de años viviendo entre los hombres. Ambos se encuentran débiles y no me importará encadenarlos a la cama con tal de tenerlos protegidos.

— Pero, yo puedo proteger a Taehyung – el ceño de Jungkook se arrugó y las marcas doradas en sus brazos brillaron al mismo tiempo que emanaban calor – no puede negarnos salir solo por esto.

— Están intentando asesinar a Taehyung, la unión que tienen ahora es mucho más fuerte que solo compartir un poco de sangre, todo lo que le pase a Taehyung, tú lo sentirás. Si tú eres herido de alguna manera, el lado demoníaco de él lo soportará, pero la parte humana... dudo mucho que corra con la misma suerte.

Jungkook comprendió un poco más lo que significaba aquello, él era un ser celestial completo, su propia naturaleza le protegía, pero Taehyung tenía esa cadena aún más pesada que le obligaba a detenerse, siempre teniendo un límite, su lado que compartía con los hombres. Si fuera completamente un demonio no sufriría de esa hambre voraz, tampoco necesitaría esos rituales constantes para revitalizar su vínculo con el infierno.

Su cuerpo se sentía en llamas y las marcas le ardían, su respiración fue pesada hasta que finalmente cedió a lo que le decían. No pondría en peligro a Taehyung y si quedarse en el infierno los salvaría él afrontaría aquello, aunque no permitiría que su pequeño hyung cometiera una estupidez como ponerse en riesgo él mismo.

— Asumiré que tu silencio es la aceptación a todo lo que he mencionado – una respuesta afirmativa y seca le fue dada —. Bien, debo salir de aquí para conocer mejor el panorama del exterior. Puedes quedarte con él, mi dulce ángel.

— Lo cuidaré hasta que regrese, Taehyung. Luego de eso regresaré con usted – Yoongi asintió estando de acuerdo —. Gracias, mi señor.

— Solo asegúrate de no alterarte cuando regrese Taehyung con sus palabras venenosas, sé que lo hará para robarte la atención de él. Buscará fastidiarte para alejarte.

— No creo que haga eso.

— Sí, lo hará – confirmaron tanto Jungkook como Yoongi al mismo tiempo, sorprendiéndose de su afirmación, mirándose fijamente.

— Entonces tendrá que acostumbrarse a que no me iré cuando él quiera.

— Hyung, conozco a Taehyung. Te está dejando por ahora, aunque – se veía culpable, mordiendo su labio inferior y jugando con sus dedos después de soltarse del agarre de Jimin – yo también quisiera estar a solas con él cuando regrese, ¿comprendes?

— Vaya, te dejo solo 500 años y ya no quieres mi compañía – refunfuñó con cierto deje de diversión, riendo apenas cuando notó ese rubor en el rostro débil de Jungkook – está bien, me quedaré aquí hasta que regrese, pero tendrá que aceptar que nos turnaremos en tu cuidado. Eso también va para usted – señaló a su señor, quien rodó los ojos para seguido asentir como respuesta.

— Me iré ahora para que puedas compartir más tiempo con él – se acercó a Jimin, tomándolo por la nuca para acercarlo y el ángel cedió ante la petición, elevando el rostro, esperando con ansias un beso —. Regresa a mí cuando sea tiempo, ¿de acuerdo?

— Sí, mi señor.

— Buen chico.

La mirada de Jungkook se amplió yendo de uno a otro, ¿cómo fue que toda interacción pasó desapercibida por él? La vergüenza se apoderó de su rostro al momento en el que Yoongi dejó un muy suave beso en los labios pomposos de Jimin. Desvió la mirada sintiéndose extraño al ser testigo de aquellos gestos, su hyung no estaba siendo obligado a hacer algo e incluso podía jurar que lo había buscado.

El chasquido proviniendo de los movimientos lentos le causaron un escalofrío gustoso a Jimin, acompañado de la sensación gratificante que le dejaba el roce de sus labios. No podía parar, tampoco quería dejarlo ir, pero parecía que Yoongi tenía más fuerza de voluntad para cumplir con su deber, porque fue el primero en alejarse, no sin antes depositar un beso más en el cabello dorado.

Se alejó hasta salir de la habitación, Jimin no pudo quitar la mirada en el recorrido que había emprendido su señor para dejarlo a solas, teniendo una sensación de vacío, pero no de abandono, aún podía percibirlo en su interior y eso le dio tranquilidad. La sensación desapareció para transformarse en vergüenza debido a que la mirada de Jungkook le hizo caer en su realidad.

Acababa de besar al señor de los infiernos.

El ángel caído que se había proclamado señor de su propio castigo.

El demonio más poderoso, despiadado, frío, ególatra, y todos los adjetivos de alguien de quien huir, sin embargo, estaba ahí y lo había besado.

— Jungkook...

— Hyung...

Ambos callaron al mismo tiempo que hablaron a la vez, cohibidos, hasta que Jungkook le tomó de la mano, regalándole una mirada combinada de súplica, un poco de confusión y algo de tranquilidad.

— Hyung, ¿estás bien? – cuestionó con un temblor en su voz que no se molestó en ocultar, sorprendiendo a Jimin – quiero decir, eso... lo que acaba de suceder no fue.

— Él no me está obligando, es una larga historia – murmuró con nostalgia al recordar todo lo que había tenido que vivir para poder sacar todas sus memorias de ese espacio en su mente y corazón —, llevamos unidos por más tiempo del que pensaría y creo que incluso el estar aquí no ha sido una coincidencia.

— Pero fuiste elegido al azar, ¿cierto? Yo lo vi, ambos lo hicimos. Todas las legiones fueron obligadas a participar de ese horrible acto.

— Fue con las alas de Yoongi, algo que solo tenía su esencia y reaccionaría al ángel con quien tuviera afinidad... — Jungkook asintió, comprendiendo que lo que mencionaba su hyung no se escuchaba tan descabellado, aunque para ser sincero temía preguntar por qué el aura de ambos estaba compartida —, aunque tú no te quedas atrás. ¿Un demonio mestizo? Jungkookie, creí que la lección de los demonios no son para cuidar, había quedado clara.

El sonrojo en las mejillas ajenas fue instantáneo, casi igual que la risa que compartieron al recordar que un Jungkook mucho más joven, en sus primeros años de querubín, había sido engañado por un demonio disfrazado de un alma pura enviándolo al cielo y causando todo un caos en su primer intento de cuidar a alguien. Los serafines no habían estado muy contentos con aquello.

— En mi defensa – comenzó a hablar, levantando un dedo contra cualquier acusación que Jimin le diera. El mayor de manos alzó una de sus cejas, esperando lo que sea que diría, terminando con una sonrisa tonta antes de admitir la derrota – no tengo excusa. Yo no sabía que existían demonios así, con una parte humana.

— Yo tampoco lo sabía, pero él debió ser sincero contigo y decirte lo que era.

— Eso no habría evitado que me acercara – ambos hicieron silencio por unos segundos, esperando a que el otro tomara la palabra —. Aunque es alguien muy encantador – Jimin alzó una de sus cejas, completamente incrédulo – hablo en serio, es muy curioso, divertido, a veces hace berrinche y no fue fácil descubrir que me había mentido, pero hyung, una vez que lo conoces, es...

El brillo en esos bonitos ojos azules le hizo apretar el pecho a Jimin, conocía ese sentimiento de necesitar ser comprendido, suplicar no ser juzgado, él mismo había sido criticado por quedar cegado ante la belleza de ese arcángel rebelde.

— Okay, entiendo es todo lo maravilloso en el mundo.

— Y mi protegido, yo lo escogí.

— Sí, sí, sí es tu protegido. Están unidos de por vida, lo cual no me deja tranquilo porque eso será eterno.

— A mí me hace feliz – la voz de Taehyung llamó la atención de ambos ángeles, obteniendo una sonrisa amplia con arrugas y una nariz adorable por parte de Jungkook – no me alejaré de él si eso es lo que intentas hacer.

— Por supuesto que no – negó lentamente Jimin, no poniendo resistencia a levantarse de su sitio, extendiendo su mano hacia Taehyung, quien se mantuvo de brazos cruzados —, vamos ven – el mestizo chasqueó la lengua para luego comenzar a acercarse, tomando la mano del ángel, quien se la apretó —. Gracias por cuidarlo y mostrarle al resto del mundo, algo que no hice.

— Así que era tu culpa el que se mantuviera así de inocente, y yo que pensaba que esa era su naturaleza.

— Tae – le llamó Jungkook con esa mirada gentil que lograba derretirlo, el demonio abultó su labio de manera caprichosa intentando que su ángel le consintiera —, por favor no discutas con él.

— Él empezó.

— Es importante para mí, al igual que tú. No quiero que los dos seres más importantes en mi vida me hagan sentir dividido, por favor no me hagas escoger.

— Está bien – bufó, regresándole la mirada a Jimin quien le seguía sosteniendo la mano —, lo seguiré cuidando no porque lo pidas, sino porque... es mío, ¿okay? Y yo soy suyo y espero que entiendas eso.

— Lo entiendo y acepto.

La sonrisa de suficiencia que le dio Taehyung casi le pareció tierna. El demonio se soltó del agarre de Jimin para ahora sí acunar el rostro de Jungkook, robándole un jadeo al besarlo de manera desprevenida, mordiendo su labio inferior, succionando la carne, rasgando con su colmillo la piel hasta hacerlo sangrar. El ángel se quejó por el acto.

— Auch, eso duele – intentó alejarlo, colocando sus manos en el pecho ajeno, pero lo único que obtuvo fue que la ropa que tenía el demonio mestizo se abriera mostrando su pecho – ¿qué haces? Espera-

— No te muevas, te extrañé. Luego puedes alimentarte tú también.

— Creo que esta es mi señal para salir – murmuró Jimin siendo completamente ignorado por Taehyung, quien provocó que Jungkook solo estuviera atento a su beso.

El mayor de los ángeles tomó distancia y ni bien fue percibida su ausencia, Taehyung no dudó en subirse a horcajadas sobre Jungkook, siguiendo con el beso que era todo menos gentil. Jimin decidió no mirar más, ya habría tiempo para que se comentaran todo lo que habían vivido, por ahora su pequeño, no tan pequeño, protegido, necesitaba descansar o recuperarse de una forma extraña junto a Taehyung.

Mi señor, ¿dónde está?

No hubo necesidad de insistir más y mucho menos esperar por más tiempo para obtener una respuesta, pues en menos de lo que tardó el humo de cenizas envolverlo y llevarlo hasta el otro extremo del palacio, ya se encontraba en los brazos de Yoongi.

— Justo aquí, mi dulce ángel.

Jimin se acurrucó en el calor ajeno, no terminando de sentirse tranquilo porque podía percibir la inquietud ajena y no era para menos, pues en el reflejo de la cascada que tenían frente a ellos, dentro de esa enorme antesala redonda pudo observar imágenes de distintos ataques comandados por el propio arcángel Miguel.

El rostro de Hoseok no le trajo tranquilidad, aunque apenas lograba verlo, sabía que estaba verdaderamente preocupado. ¿Qué estaba ocurriendo en el exterior?

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