⊱𝔇𝔲𝔬⊰
Jimin se sentía aturdido durante todo el viaje, solo escuchaba gritos de dolor, sufrimiento, alaridos que a cualquiera le erizarían la piel, mas a él lo único que le hacía sentir era pesar por todas esas almas que se lamentaban por dejar atrás una vida. El pequeño ángel también se estaba sintiendo devastado por dejar atrás a Jungkook.
En los orbes estrellados llenos de lágrimas y aquel último grito de su compañero le hicieron lamentarse mil veces, ¿qué sería de él? El menor no conocía a otros ángeles, le había sido asignado desde su creación, apenas se relacionaba con el resto, no reconocía con facilidad a las diferentes legiones de ángeles, todo eso era un desastre, aunque ahora mismo no podía pensar tan claramente, no cuando de pronto llegó a él un aroma dulce y delicado, fueron segundos confusos.
La esfera de humo en la que viajaba se detuvo, suspendido en un espacio desconocido, podía percibir el calor de un lado y el frío en el otro. Las voces que estaban en el exterior le hicieron saber que no estaba del todo solo. Entonces, ¿si era custodiado por guardianes?
- Es mío...
Esa voz en lo lejano lo hizo estremecer, pues, no importaba cuantos milenios habían pasado, él podía reconocer la voz de... él...
Sus dedos intentaron tocar aquel humo oscuro, formado de cenizas que lo rodeaban con el fin de no dejarlo escapar, mas Jimin no buscaba aquello, solo se quería asegurar que no estaba equivocado en sus suposiciones; aunque ni bien lo tocó, el caos volvió a reinar.
La nube negra que lo estaba envolviendo lo ahogaba, no podía ver, le hacía arder sus ojos, la piel que portaba comenzaba a doler y burbujear, como si intentara desprenderse de él mismo, como si lo obligaran a salir de ese objeto físico para aparecer como su forma divina.
Dentro de ese reducido espacio fue rociado con un líquido que lo llenó de dolor, ahora era consciente, había atravesado las puertas del abismo y su cuerpo físico había sido dejado atrás, para descubrir el resplandor que de él emanaba, aun así no sintió miedo o desamparado, debía ser fuerte, sería lo más valiente que le fuera posible.
De pronto pudo sentir cómo su luz era tomada por algo más que lo estiraban, halaban de él mientras que todo aquello de lo cual nunca sufrió lo comenzaba a padecer, dolor y angustia se apoderaban de él con el correr de los segundos, mientras que aquellos demonios seguían intentando quitarle una parte de él.
- Este es diferente - mencionó una voz que le causó escalofrío mientras que podía sentir su cuerpo siendo tironeado de un lado al otro - esa luz me quema.
- No seas llorón, una luz no puede lastimar - mencionó otro que se encargaba de despojarlo de lo que fuera terrenal, mas Jimin no poseía nada de eso - ¿qué mierda pasa con esta alma?
- ¡Deténganse, sucias bestias! - se impuso una nueva voz ante aquellos dos que no dejaban de torturar a Jimin, con un simple movimiento de su mentón disipó la nube oscura, dejando ver lo más blasfemo que había pisado el infierno - qué carajos se supone que es esto.
Jimin sintió que su cuerpo no respondía estando frente aquel demonio, era bastante alto, con una mirada filosa que escudriñaba todo su ser, podía sentir que intentaba quemar su alma, algo que era imposible de hacer con el ángel.
Las garras de aquel ser oscuro comenzaron a crecer, haciendo que brotara un líquido negro, con olor pútrido, Jimin pudo notar cómo cada gota que caía al suelo era letal, pues ni bien lo tocaba, todo se desintegraba, con lentitud fue acercándose hasta el ser divino, inspeccionando sus reacciones, alzó una de sus garras para despojarlo de aquel cuerpo, cosa que logró gracias al gran golpe que le propinó, resultando en lo que esperaba; el ángel mismo descubrió su imagen divina tomando la forma de un joven con aura brillante, alas blancas y esponjadas.
- ¿Qué hace una cosa como tú aquí? - interrogó de inmediato, habiendo obligado a Jimin a dejar su fachada, comenzando a rodearlo, tocando sus alas, lastimándolo cada vez que arrancaba una pluma -. No perteneces aquí, ¿quién te envió? ¿Cómo entraste y por qué no estás...?
- Hoseok - la voz imponente de Yoongi se hizo escuchar revelando la imagen del Tentador frente a sus súbditos que miraban con curiosidad al ángel, obteniendo una reverencia inmediata por los demonios de menor rango - ¿qué se supone que estás haciendo?
- Esta escoria entró a nuestras tierras, no tengo la menor idea de cómo lo hizo.
- Yo lo traje - mencionó sin más Yoongi observando al ángel que parecía haber quedado mudo, lo recordaba menos materializado, solo como una luz, en lo lejano de sus memorias existía la imagen de unas mejillas rosadas y ojos inocentes -. Es mío.
- Trajo un ángel al infierno, ¿cómo es que...? - el demonio que intentó preguntar más respecto al tema desapareció en una bola de fuego. Todos se quedaron sorprendidos ante la reacción de su señor.
- ¿Alguien más quiere acompañarlo? - no hubo una respuesta, solo un eterno silencio acompañado de un suspiro por parte del demonio mayor que ni siquiera estaba asustado.
- ¿A qué viene esto de que esa cosa es tuya? - señaló con su garra goteante el demonio hacia Jimin que se encogió, temiendo ver a otra parte que no fuera a la representación oscura del gran arcángel que un día conoció - ¿qué pretendes que hagamos con él? ¿Será una especie de concubina extraña?
- Nada de eso. Enciérralo en una de las celdas de los lamentos, pagará por el castigo de mil hombres que serán liberados.
Hoseok se sorprendió al escuchar eso, nunca habían hecho algo como eso, su gesto se endureció de solo pensar que su amo estaba dispuesto a liberar a las almas de mil hombres, ¿con qué motivo?
A paso rápido se fue acercando hasta su amo, quien sin inmutarse miró sobre su hombro, teniendo a Hoseok a escasos centímetros de distancia, alzando una ceja, lo invitó a decir eso que estaba a punto de salir de su boca.
- No podemos hacer eso, no podemos liberar las almas de mil hombres.
- ¿Te atreves a cuestionarme? ¿A decidir lo que podemos hacer o no? - Yoongi alzó una ceja, sonriendo de lado, dejando ver esa aura oscura al no obtener respuesta por parte de su casi mano derecha -. Que el ángel sufra todo lo que esos mil hombres deben pagar. Quedas a cargo de esa tarea.
- Pero señor...
- ¡Es una orden!
Las tierras del infierno temblaron haciendo que el fuego se alzara en grandes llamaradas, aquellos castigados fueran vilmente quemados, todos los demonios en el lugar estuvieron atentos a lo que sucedía en el reino, pues nadie se atrevía a molestar a Yoongi, sin embargo, aquellos ángeles caídos, fieles seguidores del Tentador eran los únicos que podían estar a la altura de siquiera reprochar un mandato.
- No lo estoy cuestionando, pero por favor, ¿Desde cuándo nos interesa salvar las almas?
- La condena o la salvación no depende de nosotros. ¿No lo entiendes Hoseok? Cada alma aquí está traída solo para cumplir un castigo que alguien allá arriba no quiere llevar a cabo. Responde esto, quién es del juicio final.
- Él.
- Exacto es algo que lo sabemos perfectamente, nosotros solo creamos un lugar de diversión donde nos burlamos de esas almas arrepentidas que no pueden manejar el dolor de lo que hicieron en vida porque a alguien se le ocurrió que eso era malo.
- ¿Por eso comenzaremos a salvar almas? ¿Quieres llevarle la contraria? ¿Tan aburrido te encuentras?
Yoongi enfrentó a Hoseok de una manera escalofriante, si bien llevaban siglos conociéndose, estando del mismo lado en ocasiones tenían encuentros como ese donde las disputas escalaban con facilidad, en especial cuando se trataba de sus más allegados.
- ¿Te atreves a desaprobar mis razones?
- Sí, es lo que nos dejó en esta situación desde hace milenios, ¿no es cierto?, cuestionar, estar en contra e incluso preguntarnos a nosotros mismo si debemos seguir a alguien ciegamente.
- Solo quiero divertirme, Hoseok, no salvaremos almas, encuentra las más pecadoras que hayan hecho atrocidades y esas serán las que enviaremos.
- ¿Y él? ¿Qué tiene que ver?, no estará cumpliendo el castigo de nadie si solo enviamos a los que queremos.
- Ese es el punto, su sacrificio será en vano - Hoseok sonrió ampliamente, sintiéndose nuevamente satisfecho con la respuesta de aquel amo y señor de las tinieblas - por eso debes llevarlo a tener su primer castigo, que se encarguen de que esas bonitas alas suyas se vuelvan nada.
El Tentador dio algunos pasos alejándose del lugar, había pasado demasiado tiempo en la tierra rodeado de hombres que simplemente le hacían aburrir, nada que una buena dosis de tortura no arreglara, en especial cuando se trataba de algo nuevo como un ser celestial siendo despojado de toda su divinidad.
Tenía muchos planes con ese ángel, él mismo llevaría a cabo los castigos más crueles, después que Hoseok lo preparara para él, le haría sufrir, lo llenaría de miedo hasta no dejar nada de lo que una vez pudo haber sido. Estaba más que emocionado por saber cuánto podría resistir el pequeño ángel.
- D-disculpen - la voz dulce del ángel hizo que todos volvieran su atención en él, haciéndolo encogerse en su sitio cuando tres miradas llenas de desdén, ira y lo que parecía ser ¿lujuria? Se posaron sobre su cuerpo - señor Lucifer... no sé si me recuerda...
- ¿Recordarte? - mencionó Yoongi sintiéndose curioso porque desde hacía mucho tiempo nadie lo llamaba de esa manera, además del creador, por supuesto - ¿por qué crees que te recordaría? ¿Estuviste en la rebelión? - Jimin negó, bajando la mirada - ¿fuiste parte de mis fieles seguidores? - otra negación más, esa actitud sumisa comenzaba a cansarle así sin más terminó rompiendo la distancia con el ángel, tomando la barbilla ajena en un fuerte agarre, causando dolor en el rostro ajeno - mírame cuando te estoy hablando.
Las garras de Yoongi comenzaron a aparecer, teñidas de sangre putrefacta, el calor que emanaba de ellas eran propias del fuego con el que se habían consumido cientos de cuerpos, de la cual provenía el líquido negruzco que las cubría.
Jimin sollozó al sentir el escozor en su piel, quemaba horrores, ¿cómo era posible que él estuviera percibiendo eso? Ellos como ángeles no sufrían ni de frío o calor, hambre o sed, todo lo que fueran necesidades humanas no las padecían.
- ¿Cómo siquiera podría recordar a un sumiso como tú? Eres la réplica perfecta de todo lo que quiere tu señor. Ángeles vacíos, temerosos de él, llorones, malditamente sumisos, como tú hay muchos.
- L-lo siento... no quise... - la mueca de dolor de Jimin deleitó en demasía a Yoongi, cómo se iba a divertir con ese ángel.
- ¿Duele no es verdad? - un asentimiento lento fue su única respuesta acompañada de un jadeo porque con cada movimiento las garras se encarnaban más en su piel -. Dime, pequeño ángel, recuerdas cuando tu Dios advirtió lo que sentirían aquellos que fueran abandonados de su mano. ¿Qué sintieron esas primeras creaciones al salir del jardín del edén? ¿Lo sabes?
Eran palabras grabadas en sus recuerdos de cada una de esas veces donde los hombres fueron castigados, Dios quitaba su protección divina haciéndolos padecer hambre, sed, frío, calor... miedo... Jimin se asustó por primera vez en su existencia, estaba ¿siendo dejado de lado? ¿No tenía la gracia de Dios? ¿Cómo resistiría ese tormento?
No, él soportaría todo, había hecho una promesa, regresaría con su pequeño protegido, debía ser fuerte, por más miedo o temor que habitara en él, nada de eso lo detendría. El agarre en sus mejillas fue más fuerte, quemando aún más.
- ¡Responde cuando te hablo!
- L-lo siento. Los faltos de fe... sentirán miedo..., pero yo - Yoongi apretó aún más su agarre hasta rasgar la fina carne falsa, no obteniendo sangre, la poca luz divina se corrompió, mientras que las garras del tentador comenzaban a desintegrarse al mismo tiempo que se sanaban.
- ¿No tienes miedo, pequeño ángel?
- N-no - los ojos del ángel se llenaron de lágrimas que no tardaron en caer hiriendo a Yoongi cuando cayeron sobre sus garras, las cuales comenzaron a doler, el humo que salía con cada gota que entraba en contacto con las manos de Yoongi, el sufrimiento que sentía podía casi compararse con el de Jimin -. No siento miedo, solo... solo...
- Deja de hablar, cuando lo haces pareces querer suplicar piedad y eso es algo que no tengo - Yoongi se acercó hasta el oído de Jimin - ¿tienes una idea de lo mucho que nos divertiremos? Te demostraré lo cruel que puede llegar a ser el cielo que conoces - dejó una lamida húmeda, caliente, lasciva sobre la piel contraria para luego lanzarlo al suelo, chasqueó sus dedos y envuelto en llamas, hizo desaparecer al ángel.
Hoseok se percató que la mano de Yoongi seguía lastimada, con agujeros profundos de donde aún salía humo, más el señor de las tinieblas no se inmutó ante el dolor que estaba sintiendo, más bien lo estaba disfrutando, saboreando cada escalofrío que producía la agonizante punzada.
Las lágrimas de un ángel eran igual de poderosas que el agua bendita con la que los hombres ungían muchas veces a sus hijos, sin embargo, estas tenían un plus al provenir directamente de un ser celestial. No era lo mismo el exponerse a lágrimas diluidas con agua terrenal a una de esas gotas cargadas de divinidad.
- ¡¿Qué hacen todos perdiendo el tiempo?! Vayan a sus tareas asignadas - alzó la voz enviando a todos a sus respectivos puestos, obteniendo una respuesta inmediata.
- ¿Dónde están los hijos de Lilith? - mencionó sin más Yoongi observando su garra perforada, una peor que la otra, porque si bien solo lo había tomado con una mano, la otra quedó en el suelo a merced de todas las gotas que caían, nada que no se curaría pronto, iban sanando con lentitud. La oscuridad que había salido de él para que se incrustara en el ser celestial debería haberle causado demasiado dolor, Obteniendo más que unas simples lágrimas, quizá faltaba escucharlo gritando de manera agonizante para quitar ese mal sabor de boca - ¿qué tan obedientes serán con un solo llamado tuyo? ¿Crees que estén cerca?
- Por ahí supongo, ¿por qué? Pensé que no te agradaban.
- Los detesto, pero pude ver lo que oculta el pequeño ángel, su fuerza no la obtiene de Dios, una enorme ofensa hacia su señor, ¿no lo crees? - el contrario sonrió de lado -. Llámalos a todos, el primero que responda al llamado será el elegido.
- ¿Qué pretendes hacer? ¿También quieres jugar a elegir la oveja perfecta?
- Nada de eso, solo quiero el demonio perfecto para la tarea, no a esos idiotas que les gusta hacer que los hombres se suiciden, que las mujeres casadas maten a sus esposos, que violen niños. No quiero nada de eso...
- Entonces a quién quieres.
- ¿Recuerdas la travesura que hiciste Tentando a Eva para que conociera el fruto de la vida? No te gustaría ver como alguno de tus hijos se divierte con eso Samael.
Pasaban muchos siglos desde que escuchó su anterior nombre, había sido llamado como el Veneno de Dios, aquel que se atrevió a rebelarse contra el creador, siguiendo la rebelión del señor Lucifer, tentando a la segunda mujer creada para que pecara, haciéndolos caer de la gracia de su señor, obteniendo como resultado que más ángeles se unieran a ellos cuando vieron lo egoísta que podía ser el creador.
Una sonrisa enorme se asomó en sus labios, dejando ver que ya tenía en mente a cuál de todos enviaría a ver a Yoongi, ambos se envolvieron en llamas para aparecer en el palacete de las tinieblas, donde en cada paso que daban iban dejando un camino de la propia sangre putrefacta.
- Parece que el tierno ángel logró herirte, al igual que tú a él - murmuró Hoseok tomando la garra herida, no obteniendo ni una sola respuesta - deberías quedarte aquí por un tiempo, al menos mientras sana.
- Me encargaré de hacerlo sufrir tanto hasta robarle el sentido, haciéndolo olvidar su motivación y fuerza.
- ¿Y esa sería?
- Amor - mencionó con desdén - por eso necesito a uno de tus hijos.
- ¿Piensas que uno de mis hijos tentará a Dios?
- No, uno de tus hijos tentará a un pequeño ángel, uno muy indefenso, abandonado, dejado a la merced del mundo por el egoísmo de un juego de azar, su existencia es insignificante para el creador, pero no para Jimin.
- ¿Jimin?
- Ese es el nombre de mi ángel.
La suerte y el azar habían escogido a un dulce ángel protector de los humanos para cumplir la dura tarea de cumplir el castigo de los mil Hombres. Yoongi no podía creer lo magnífico que se veía, era demasiado perfecto a imagen del creador, pero él se encargaría de volverlo nada.
Podía saborear la sangre divina derramándose y él regocijándose al tenerla, no había sentido ese extraño dolor desde que fue desterrado, las lanzas que se incrustaron en su espalda para dejarlo anclado al suelo del infierno lo habían torturado durante un centenar de años, hasta que una a una las volvió propias, el dolor y sufrimiento se convirtió en nada, sus mejores armas para que otros padecieran lo que él debía pagar.
Las condenas de los hombres fueron insignificantes, pero mientras más obtenía menos lanzas iban formando parte de su cuerpo. Entonces comprendió que no era simplemente llevar el castigo, el fin de todo aquello, era sufrir, llevar una carga pesada que te haga desfallecer hasta perderte a ti mismo, no era una condena eterna asignada, solo eran otra prueba más.
Justo en este momento, en el más oscuro de los lugares se encontraba aquella pobre entidad divina, tendría que pagar una condena que no era propia, basada en el egoísmo de un Dios que no le importó sacrificar a cualquier otro con tal de "salvar" almas olvidadas.
Yoongi se refugió en su propio trono, cerrando sus ojos, concentrándose en ver la llegada de Jimin hacia su habitación asignada, porque si bien frente a todos dijo que lo torturaría, jamás mencionó que se le trataría como las otras almas.
El pequeño ángel se encontraba aturdido, cegado por la nube oscura que lo envolvió, no estaba acostumbrado a ser llevado de un lado a otro de esa manera, aun así, con sus ojos cerrados, siendo privado de lo que le rodeaba en su mente, rondaban imágenes extrañas, conversaciones, dolor, sufrimiento, desolación y un enorme vacío que llegaba a asustar hasta el más valiente.
- ¿Quién es nuestro nuevo huésped? - la voz de Lilith lo hizo perder concentración y la imagen del bello ángel sufriendo desapareció.
- Nadie que deba importarte.
- A mí me parece que sí - la mujer se acercó hasta Yoongi quien suspiró cansado de solo ver la presencia ajena, quien en vez de alejarse tomó asiento en el regazo de la entidad oscura - dime, ¿por qué de pronto haces todo este alboroto por un ángel?
- No estoy haciendo ningún alboroto y por favor bájate de mí - la empujó sin más no importándole si la lastimaría o no, sin embargo, aquel juego le encantaba a Lilith, colmar la paciencia de Yoongi para sacar la verdad era su especialidad.
- Si no fuera importante no estarías tomándote tantas molestias - se quedó en el suelo, estando de rodillas, con una imagen muy sumisa, completamente falsa, por supuesto; abrazó las piernas de Yoongi recostando su cabeza sobre el regazo, dejando caer su larga cabellera - Hoseok me dijo que quieres a uno de mis hijos.
- Sí.
- ¿Se puede saber para qué? ¿Acaso quieres que corrompan al bello ángel para que falle en la misión de cumplir la condena de esas almas? - ella alzó la mirada, aleteando sus largas pestañas, mas todo aquel teatro no le duró cuando notó que el señor de las tinieblas tenía los malditos ojos cerrados - ¿por qué me ignoras?
- Quizá así dejes de colmar mi paciencia.
- Solo quiero saber por qué de pronto tienes un ángel aquí, lo encerraste en una de las habitaciones donde solo tú y los demonios poderosos tienen poder para entrar y ahora quieres que uno de mis hijos se presente frente a ti.
- Basta Lilith no me cuestiones...
- ¿Por qué? Acaso quieres ser igual que Dios, un ser incuestionable y que a la mínima resistencia te destierra o quita su gracia.
- ¡Solo quiero que el ángel sufra! Tiene un maldito niño que lo persigue a todas partes y esa es su fuente de valentía, quiero romperlo en miles de fragmentos y para eso necesito a uno de tus hijos ¿es tan difícil solo hacer lo que se te pide?
La mujer se colocó de pie, alejándose algunos pasos, detallando de manera impasible lo alterado que estaba Yoongi, nunca actuaba de esa forma, no a menos que ameritara el estar de así de incontrolable.
Pudo notar las garras del ente oscuro derramando líquido, con unas grandes perforaciones en el inicio de la mano, parecían no sanar como debería, cosa que la asustó verdaderamente, volviendo a acercarse una vez más a él, tomándole con delicadeza el área lastimada.
- ¿Qué te ocurrió?
- Pequeños detalles divinos.
- ¿Fue el ángel? Ese ser insignificante te hizo eso.
- Mucho cuidado con tus palabras, no sabes cuán poderoso puede ser alguien o al menos ser el poseedor de algo que llega a lastimarte.
- Me da igual si te molesta que ofenda a esa cosa enviada por el creador, te lastimó y no estás sanando de manera correcta - Lilith rasgó la tela de la falda de su vestido para luego comenzar a vendar el área, apretándola lo más fuerte que pudo para que dejara de derramar el líquido vital - quédate quieto, traeré una flor del infierno para curarte.
- No es necesario - alegó colocándose de pie, mas su intento de salir del lugar fue detenido por la mujer, quien lo miró con completa seriedad - tengo almas que torturar, un ángel al cual hacer sufrir, un infierno al cual mandar.
- Tienes demonios fieles a ti que harán lo que pidas, tú debes descansar mientras se curan tus garras - Yoongi desvió la mirada mientras que Lilith envolvía de nuevo ambas manos - deja que te cuidemos ¿sí? Envía a Hoseok a custodiar el castigo del ángel, los demonios torturarán las nuevas almas, el infierno no se moverá sin que tú lo sepas, yo enviaré a alguno de mis niños para que puedas hablar con él, pero antes déjame curarte.
- De acuerdo, pero que sea rápido.
- Tardaré lo que deba tardar, ahora siéntate, mi señor, yo cuidaré de ti - le acarició la mejilla con cuidado y un poco de coquetería, era su naturaleza mostrarse tan femenina para atraer a cualquiera, mas esos ojos ónix nunca la miraron de manera lasciva - ahora iré por lo necesario para sanar tus heridas.
El tentador no se opuso a aquello, Lilith no estaba equivocada, tenía fieles seguidores que harían todo lo que les mandara, si bien era cierto, todos le temían por lo poderoso que era, por lo fácil que podría arrasar con todo a su paso si le venía en gana, pero cuando se trataba de cuidar a los suyos, de no permitir que estuvieran fuera de su cuidado era imparable.
Sin embargo, en pocas ocasiones como esa, siempre encontraría alguien que se preocupaba de manera desmesurada por él, aunque no lo mereciera, aunque su trato no fuera el mejor, aunque ni siquiera le importara en lo más mínimo el sentir de los otros, pero ahí estaban, cuidando también de él.
Mientras tanto, en una habitación alejada, sintiendo un frío insoportable, Jimin por primera vez se veía abandonado en un lugar lleno de oscuridad, ¿por qué Dios? ¿Por qué lo había abandonado así?
Se abrazó a sí mismo intentando consolarse, buscar dentro de él mismo, eso que le daría la fuerza para seguir adelante. A su mente llegaron momentos hermosos compartiendo con Jungkook desde el primer día que le fue entregado como ángel a su cuidado, debía enseñarle todo para hacer bien su trabajo, pero jamás esperó que ese pequeño Querubín le robara el corazón.
El grito desgarrador del menor pidiendo por él le hizo temblar, obligándolo a esconder su rostro entre sus rodillas, encogiéndose aún más como si con eso su propia existencia por fin dejaría de doler.
Las lágrimas de Jimin formaban pequeños cristales preciosos como diamantes en bruto cada vez que una gota salada caía al suelo lleno de cenizas infernales, creando algo verdaderamente singular, jamás antes visto y algo que impresionó al demonio que lo observaba desde las sombras.
Hoseok al igual que Lilith estaban intrigados con la llegada del nuevo invitado de honor, era muy fácil solo quedarse observando el comportamiento del ángel, quien no dejaba de llorar constantemente. El demonio era capaz de leer sus pensamientos gracias a que eran invadidos por el temor, se había doblegado ante el miedo y eso solo era la llave para que todas las atrocidades se abrieran paso en su ser, bebiendo hasta la última gota de su existencia.
- Quieres por favor dejar de llorar - habló cansado desde las sombras, sobresaltando al pequeño ángel que levantó su mirada, paseando sus ojos turquesas por toda la habitación - estás causando un desastre con tus lágrimas.
- ¿Uh? - el ángel observó hacia abajo, notando los miles de cristales que reflejaban la única luz tenue en todo el lugar - ¿Quién eres?
- ¿Es lo único que te interesa saber? - la voz del demonio se escuchó como un eco en toda la habitación, esta siempre era de sus partes favoritas, romper a la persona para saber sus miedos más profundos y así daba inicio a la tortura eterna - te encuentras en una habitación oscura, abandonado a tu suerte, con el infierno esperando devorarte y tú preguntas quién soy.
- Me gustaría saber quién es la persona que está conmigo, para así... no sentirme solo.
Hoseok no podía dar crédito ante aquello, ¿por qué no podía hacerlo caer ante el miedo y la incertidumbre? ¿Dónde quedó aquel vacío en el que se sumergía el ángel?
- Sé que no es el señor Lucifer, así que...
- ¡Cómo te atreves a llamarlo de esa manera! ¿Acaso buscas burlarte, ángel? - Hoseok salió de las sombras con esa mirada de infierno, reflejando las llamas ardientes, mientras que hacía temblar al pequeño ángel, quien aún mostraba su forma divina, con esas estúpidas alas - nadie lo llama de esa manera. ¡Nadie!
- Entonces, ¿cómo debo dirigirme a él cuando lo vea?
- ¿Qué dijiste? - el demonio sintió ira al escuchar aquellas palabras, no solo el plan de tortura se estaba retrasando, sino que ese tonto ángel se atrevía a decir que vería de nuevo a Yoongi, al señor del infierno, a quien con suerte algunas almas lograban verle.
Si bien era cierto, Yoongi mismo había mencionado que lo torturaría de manera inimaginable, pero Hoseok estaba más que enterado, su señor no se presentaba frente a nadie a menos que estuvieran sumidos en un sufrimiento cegador, no hablaba con nadie a menos que fuera necesario y las pocas palabras que cruzó con el ángel eran un completo enigma.
- Me gustaría saber cómo dirigirse apropiadamente hacia el señor... para la próxima vez que...
- No lo verás.
- Pero yo creí.
- ¡No lo verás!
Jimin se encogió ante aquel grito, las paredes temblaron, el polvo del techo comenzó a caer sobre su cabeza y aquellas joyas preciosas comenzaron a ser enterradas debajo de tierra negra e infértil.
- Tuviste suerte de dirigirte a él y que solo sintiera curiosidad por tu enorme estupidez al hablarle, pero de aquí en adelante, por el resto del milenio que te quedes aquí, nunca lo verás, ni siquiera se dirigirá a ti.
- ¿Por qué? - era algo curioso, verdaderamente curioso, Jimin hacía preguntas, cuestionando el lugar en el que estaba, la persona con la que estaba hablando - ¿de verdad no se recuerda de mí?
- ¿Cuál es tu insistencia con ese asunto? Si fuera verdad que siquiera reconociera tu simple existencia no te habría mentido allá afuera no lo crees, pero no es así, no te conoce, no sabe quién eres, así como poco a poco serás olvidado por el resto de ángeles e incluso por el creador.
- N-no es verdad.
- En mil años pueden pasar muchas cosas y la luz de un pequeño ángel es nada comparado con el poder de los grandes arcángeles, ¿cuántos ángeles protectores nacen de la luz? ¿Cuántos querubines has visto que reemplazan una y otra vez? ¿Acaso recuerdas a esas pobres almas celestiales?
- Y-yo...
- No por supuesto que no lo haces porque el creador es egoísta, que les evita sentir el dolor del abandono, el sufrimiento de la partida y los deja sin un solo recuerdo.
- Eso no pasará conmigo, yo fui enviado para una tarea especial.
- Pronto te olvidarán, pasará un centenar de años y nadie recordará lo que ocurrió contigo - lágrimas volvieron a rodar por las mejillas rosadas del ángel, para esta vez crear una laguna a su alrededor - no habrá ni una sola alma celestial que se recuerde, no existirá ningún guardia que te espere a la salida del infierno, ni siquiera sabrán en dónde estarás.
- Jungkookie, él sí me recordará...
- ¿El Querubín indefenso? Te olvidará aún más rápido, es joven y posiblemente ya habrá sido asignado a otro compañero para proteger a esos estúpidos humanos.
Podía quizá dudar del resto de ángeles con quienes no compartía más que unas simples miradas, quizá lo creería posible de los poderosos arcángeles que tenían a miles a su mando y no tendrían tiempo de memorizar el nombre de cada subordinado, pero no su Jungkook, él no sería capaz de olvidarlo.
El rostro lleno de terror de aquel ángel llegó a su mente y la sensación de haberle fallo lo invadió, sus palabras habían sido que todo estaría bien, que regresarían juntos a la tierra y darían un paseo de esos nocturnos que tanto amaba el pequeño protegido de Jimin.
Lo había engañado, le había dicho una insulsa mentira para que no estuviera nervioso, incluso cuando tuvieron una última oportunidad de despedirse sus palabras fuera que volvería, ni siquiera él mismo podía saber si lo haría verdaderamente.
El dolor lo hacía revivir toda la escena de nuevo, agregándose escenarios irreales, donde Jungkook le daba la espalda, donde ni siquiera lo reconocía, donde nadie pensaba en él, ni una sola plegaria era dirigida a su misión. Su entrada al infierno también la repetía constantemente y cada vez se volvía insufrible.
Esta vez sintiendo como el humo se adentraba en sus pulmones, ahogándolo, sus ojos ardían y escocían, dejándolo ciego, lleno de temor, aquellos demonios que lo recibieron tomaron sus delicadas alas, intentando arrancarlas de su cuerpo halando uno a cada lado sin tener éxito más que el provocarle dolor.
- Pobre y tonto ángel, ¿qué habrá sentido nuestro señor de las tinieblas con ese castigo del creador? Arrancando sus plumas solo por un acto egoísta, por no elegir a su sirviente poderoso - Hoseok estaba haciendo su trabajo, el de agregar más peso a la condena que comenzaba a llevarse a cabo en aquella habitación - ¿puedes sentir el dolor que te arranquen una pluma a la vez? ¿Es doloroso? ¿Qué tan agonizante puede ser?
Las palabras se hicieron verdad y ahora no solamente eran dos demonios intentando quitar sus alas, ahora se les unía una horda de ellos, cada uno riendo de manera horrible hasta hacerle doler los oídos por lo chillonas que eran las voces que se metían en su mente.
Podía percibir cómo sin su permiso se paseaban por su cuerpo, haciéndose ceniza, apareciendo en diferentes sitios, no dándole paz un solo segundo, pluma a pluma, los demonios se encargaban de arrancarlas, nunca se terminaban, donde una era quitada crecía de nuevo volviendo al ciclo sin fin.
Estaba hecho, el demonio sonrió de lado al ver cómo el ángel comenzaba a ser nada, sufriendo en su soledad y abandono, todo estaba dentro de la cabeza del pobre Jimin, cualquier otro que no fuera capaz de ver la condena eterna tan solo vería a aquel ser divino sentado en el suelo oscuro, llorando sin cesar, creando una pequeña laguna a su alrededor.
Las gotas saladas que caían desde los ojos preciosos de Jimin seguían convirtiéndose en diamantes en bruto, pero ni bien la superficie se veía cubierta por ellos comenzaba a transformarse en agua cristalina, tan transparente que se podía ver como el suelo oscuro era reemplazado por las piedras preciosas.
El pequeño cuerpo del ángel se contraía constantemente mientras seguía abrazando sus piernas, con la mirada perdida hacia arriba, parecía calmo, mas en su interior estaba verdaderamente sufriendo. Era el primer paso para destruir un alma, hacerlo desde lo más profundo, como un cáncer que crece poco a poco hasta ser nocivo.
- Verdaderamente, una criatura singular - murmuró Hoseok, al notar aquellos ojos turquesas bien abiertos sin parar de llorar - eres muy fuerte, otros ya se habrían doblegado, pero tú estás soportando todo el dolor.
El ser oscuro se paseó por todo el lugar, era el espacio de condena más tranquilo en el que jamás había estado, era muy pacífico. Observó una vez más a Jimin, como lo había llamado Yoongi, acariciando los cabellos dorados, robando un poco de sus memorias, solo para fines especiales.
Lo que vio le hizo ampliar los ojos, soltando de inmediato las hebras doradas, alejándose unos cuantos pasos.
- Interesante, me pregunto si todo esto lo puedo usar a mi favor - de pronto el ambiente dejó de ser cálido, volviéndose gélido, escarchando la superficie cristalina en la cual se encontraba el ángel.
Una risa hizo eco en la habitación, Hoseok no tardó en conocer el aura ajena, regocijándose al saber que no tardó tanto en estar ahí, podía ser muy obediente cuando se lo proponía. Quizá fue ese pequeño detalle de solo llamarle a él, mencionando que lo necesitaba específicamente, no al resto de sus hermanos.
El demonio menor amaba ser el centro de atención, joder si no se emocionaba cuando clamaban su nombre porque él era el responsable de algo.
- Al fin te apareces ¿Dónde estabas?
- Por ahí, divirtiéndome.
- No se supone que tu madre los envió a castigar humanos.
- Bueno, torturarlos es divertido, ¿Sabías que hay hombres que golpean a sus mujeres embarazadas? Esos idiotas se ciegan por sentimientos - el demonio menor se hizo presente frente a Hoseok, sin importarle aquel ser raro que irradiaba luz - aborrezco que hagan esas cosas no es divertido.
- Tu madre no tolera a esas bestias.
- Porque le recuerdan lo que padeció, ya lo sé - mencionó de manera cansina, conociendo muy bien el relato, aquel de la pérdida del hijo mestizo de su madre Lilith - no hablemos de eso, me pongo de mal humor, mejor dime para qué me llamaste.
- Hay una misión especial - la sonrisa del menor se ensanchó tanto que haría temblar a cualquiera, en especial cuando este pasó su lengua por sus labios de un lado al otro, casi gimiendo de placer - te he escogido a ti para que te presentes ante el señor de las tinieblas, si él te considera apto tendrás una nueva diversión para ti.
- ¿Qué clase de diversión?
- Un juego con un pequeño ángel - eso llamó su atención, sacándole una sonrisa ladina -. Ahora sal de aquí, sabes que no tienes permitido entrar a estos lugares y preséntate como se debe, anda ya, desaparece de mi presencia y en especial de aquí.
Con un chasquido de lengua junto con una risa, el demonio menor desapareció dejando a Hoseok frente a Jimin, de nuevo, de verdad le era imposible no acercarse a este ángel tan particular, era como estar frente a esa "primera" mujer del jardín del edén el cual él mismo tentó a que comiera del fruto del conocimiento.
Aún podía saborear su piel húmeda, la desnudez de esta le hizo fácil mostrarle a Eva lo que ocurría si tomaba un poco del Fruto Prohibido, qué dulce ese momento en el cual aquel acto fue llamado pecado, que excitante cuando las criaturas ignorantes del creador, las cuales él mismo había dotado de curiosidad, se rebelaron gracias al conocimiento.
No podían ir por la vida solo sabiendo lo que era el bien, ignorando el mal a su alrededor como si estuvieran metidos en una especie de burbuja, qué absurdo, quizá el creador quería solamente hacerlos unos tontos para tener algo, qué cuidar y entretenerse.
Yoongi no vio eso, él tuvo una visión más extendida de las cosas, sabía que Adán era una representación estúpida, el mal nacía de él mismo, en su actuar, en su pensar, incluso en su hablar. Lilith le había dejado muy en claro todas aquellas veces donde la tomaba por la fuerza, alegando que debía ser sumisa con él, entregarse a él.
Esta era la razón por la que Hoseok no dudó en corromper ese jardín perfecto, nada lo era, solo ocultaban la verdad a plena vista, pero algo de todo aquello llamaba su atención, porque lo vio, lo supo en el momento que tocó el rizo de Jimin.
Señor... Señor... señor...
Hoseok dejó libres los pensamientos de Jimin, haciéndolos circular en el lugar, esperando escuchar algo diferente, pero nada, ¿señor? Ese no lo iba a escuchar, no estando ahí y, sin embargo, le seguía clamando. Patético.
- ¿Por qué te esfuerzas por llamar a alguien que jamás vendrá por ti? Te dejó a nuestra merced, a tu suerte, ¿por qué creer...?
Señor Lucifer...
El demonio tomó la barbilla de Jimin, sacando sus garras para desgarrar lo que tuviera a su paso mientras apretaba cada vez más, aunque no pudo seguir con aquello, pues las lágrimas del ángel lo lastimaron. Dolía demasiado, ¿cómo es que Yoongi soportó todas esas lágrimas? Él ni siquiera logró soportar una delicada gota,
- ¿Por qué lo llamas a él? - rodeó al ángel, observándolo, mientras que aquella agua cristalina que se formó en el suelo se manchaba de oscuridad, al igual que cierto detalle en las alas del ser divino -. Interesante.
El demonio miró con cuidado, asombrándose de lo que ocurría frente a sus ojos, las puntas de las plumas inferiores de Jimin comenzaba a ponerse de un color negro, el rostro ajeno, el cual debía estar derramando sangre divina estaba completamente intacto, la oscuridad que absorbió del primer encuentro con Yoongi debería estar presente; en cambio, lo único que mostraba diferente eran manchas negras, con mucho cuidado y con sus garras tomó uno de esos objetos extraños, causando una reacción espontánea cuando la tuvo entre sus dedos.
Jimin dejó de abrazarse, comenzando a buscar algo, sin tener nada a la vista porque su propia condena lo cegaba. El demonio no le puso mayor importancia, pero con el objeto en sus garras podía seguir conociendo el pasado del ser angelical, retirándose por fin del lugar.
Hoseok se daría a la tarea de conocer un poco más a su víctima, la cual fue entregada en sus garras como un regalo, quizá podría hacerle una sorpresa al dueño del ángel.
Dueño que al otro lado del palacio, estaba como una fiera, furioso, haciendo temblar toda la estructura, incendiando todo a su paso mientras Lilith le seguía de cerca los pasos hasta alcanzarlo, obligándolo a regresar a su sitio.
- Quédate quieto.
- ¡Duele como la mierda!
- No dolería si hubieras accedido a relajarte.
- Y una mierda con eso - Yoongi siseó de nuevo cuando tuvo de nuevo a Lilith sosteniendo su mano lastimada con los paños llenos de una mezcla extraña - ¿tardaras mucho?
- No tanto - murmuró, estando concentrada en curar de nuevo las heridas que no dejaban de sangrar, al menos habían dejado de ser garras, hacía más fácil el trabajo de curarle porque podía ver claramente dónde se encontraba las perforaciones - mira esto, puedo ver a través de los agujeros.
Lilith sonrió divertida al alzar las manos de Yoongi con las enormes perforaciones donde podía meter sus dedos con facilidad, haciendo que el señor de las tinieblas rodara los ojos al ver el acto infantil.
- ¿Cómo soportaste diez lágrimas de estas?
- Fueron más - murmuró con cierto deje de molestia, pues quizá en sus manos ahora se veían solamente diez de esos agujeros, pequeños, medianos y dos grandes con los que jugaba Lilith, pero justo esos fueron donde recibió seis y siete lágrimas hasta formar la enorme abertura - ¿terminaste?
- Qué insistente eres - se quejó, volviendo a remojar los trozos de tela que eran parte de su vestido, la falda de este se encontraba completamente rasgado, qué mas daba era un vestido - tendrás que dejar los paños por un rato más, les puse un poco de los pétalos triturados de la flor.
Yoongi la observó, sin un ápice de emoción, su ceño se frunció al notar la desnudez ajena y con un chasqueo de dedos las llamas envolvieron el cuerpo de Lilith, quemando lo que restaba de la vestimenta, la sangre, la tela, los restos del remedio que utilizó dejando su blanquecina piel expuesta, mas ella no se inmutó.
La observó por unos segundos, preguntándose por qué todos la maldecían, verdaderamente era una creación digna de admirar, era perfecta en toda su imperfección, se suponía que la apuntaban como la reina del adulterio por engañar a Adán, con quien aun estando unidos, estuvo en reiteradas veces hasta quedar embarazada con el hombre y con demonios. A diferencia de lo que muchos hablaban, Lilith nunca estuvo con demonios hasta que llegó Samael, él había sido enviado por Yoongi como parte de su juego en la rebelión, pero también buscando venganza por el crimen que se había cometido contra su primera protegida.
Todos la señalaban, en los cielos no se dejaba de hablar de la mujer que se ocultaba en las sombras teniendo relaciones con Adán y seres oscuros.
Hipócritas, ¿por qué solo la señalaban a ella como la adúltera cuando el culpable de caer en sus encantos sin negarse a nada, aun teniendo una unión con la segunda mujer, hizo todo aquello? Era verdaderamente estúpido decir que Lilith representaba la femineidad de manera maligna. Quizá era impulsiva e incontrolable y lo fue aún más cuando perdió ambos frutos del acto carnal con Adán, en una de las tantas persecuciones.
El mismo Gabriel la obligó a quedarse en la orilla del mar rojo cuando tuvo el aborto al haber sido atacada por el resto de legiones de ángeles, era la perseguida, una víctima y había sufrido solo por no someterse a un hombre. El arcángel se dio cuenta de la injusticia que se estaba cometiendo, la cuidó tanto para que no volviera intentar ahogarse en las aguas frías, que su acto se volvió una complicidad entre ellos, cambiando esa vieja costumbre por simples rituales a la luz de la luna llena.
- ¿Por qué me ves así?
- Eres hermosa - una respuesta que nunca esperó recibir de él, la sorpresa en los ojos contrarios hicieron que Yoongi suspirara, comprendiendo que no estaba acostumbrada a aquello, vistiéndola de inmediato con otro vestido.
Llamas azules la envolvieron junto con humo negro, dejando sobre su cuerpo un precioso vestido tallado a su silueta de color azul con orillas negras, el escote le llegaba a la mitad de sus perfectos senos redondos, también tenía una abertura en la pierna izquierda hasta la altura de su muslo. Lo amaba, la manera en la que Yoongi la cuidaba era muy específica, parecía un indiferente, pero solo era una fachada.
- Curioso, dejaste mucho a la vista y nada a la imaginación. Con esto puedo seducir a cualquiera.
No le extrañó escuchar dos serpientes haciendo aparición, trepándose sobre ella hasta llegar a su cuello, eran pequeñas, para nada letales y lo fueron menos cuando se convirtieron en accesorios que cubrieron una gran parte de la abertura del pecho.
- Eso está mejor, ahora retírate, necesito descansar - Lilith sonrió antes de reverenciar delicadamente, caminando hacia la salida, moviendo sus caderas un poco de más, regresando la mirada hacia atrás de manera coqueta - vete, haz eso con alguien que caiga en tus encantos como Samael.
- Hoseok es muy bueno conmigo.
- Lo sé - susurró Yoongi regresando a su asiento, donde intentaría de nuevo concentrarse en cierta condena que debería haber comenzado, mas no encontró nada, era como si el ángel no existiera en sus tierras - qué mierda.
Se colocó de pie de inmediato, podría haber llamado a Hoseok para pedir una explicación, pero lo primero que hizo fue salir del lugar, así sin más. Entre las sombras, el mismo demonio que había salido de la habitación donde se llevaba a cabo el castigo del ángel, solo observó cómo su señor iba en dirección a ese lugar.
- Definitivamente esto es interesante.
Su sonrisa se ensanchó cuando unas manos traviesas se escabulleron sobre su cuerpo, la lengua de Lilith se encargó de dejar un recorrido húmedo en todo el cuello de Hoseok hasta terminar con un delicado beso como si el acto obsceno previo no fuera nada.
- Tú también lo notaste, ¿no es verdad?
- Sí, hay mucho detrás de esos dos - el demonio encaró a la mujer, alzándola de inmediato, para luego besarle los labios rojos llenos de sangre - quiere que uno de nuestros hijos se presente frente a él para una misión.
- Adivinaré... también tienen que ver con el ángel - una murmuración fue su respuesta, mientras que Lilith se quejaba por aquella petición - no quiero mis bebés cerca de Yoongi.
- Quiere tentar a un pequeño Querubín - susurró Hoseok contra la piel ajena, obligándola a sostenerse de los hombros ajenos cuando el demonio mordió tan fuerte que provocó que el líquido carmesí brotara del lugar, bebiendo cada gota.
- Ve más despacio - pidió mientras exponía más su piel, dejando que Hoseok succionara todo lo que quería - ¿por qué quiere seducir un Querubín?
- No es precisamente lo que él quiere - lamió una última vez el lugar sacándole un estremecimiento a Lilith - solo espera que teniéndolo en nuestro poder quebraremos al ángel, pero yo estaba pensando en algo más divertido. Dos ángeles tiernos, tentados por el mal, uno quedando a merced de nuestro señor y el otro siendo el juguete de uno de nuestros hijos.
- Me encanta - Lilith tomó del cuello a Hoseok apretando tan fuerte que sus uñas perforaron la piel - como mi bebé termine lastimado me descargaré contigo.
Sus bebés, era irónica la manera en la que los llamaba, siendo que eran siete demonios más que perfectos, adultos, perversos, sin compasión a nada, impulsivos, y luego estaba su último hijo que tenía todas las actitudes de su madre, seductor, coqueto, jodidamente provocador, le encantaba tentar a los hombres, cambiar de forma, transformarse a su gusto, fluía como lava volcánica, destruyendo todo lo que estaba a su paso.
Era perfecto para la misión, Lilith lo dudó un poco, pero no podía negarle la diversión a su pequeño bebé caprichoso, no cuando haría el trabajo de tentador, justo como lo hizo Hoseok.
Lilith caminó hasta la salida, llevando una cadena en su mano, la cual estaba atada al cuello de Hoseok, un artilugio que el demonio siempre guardaba y sacaba para que su amada lo tomara en el momento que quisiera, era su manera de demostrarle su devoción a ella. Podían tener un amo, pero eran libres de ayudarse mutuamente. El demonio, estaba más que encantado con la idea de tomar a Lilith y la mujer desbordaba deseo ante su dulce esclavo, quien felizmente la seguía de cerca, encontrándose en el camino a su adorado demonio menor.
- Divierte mi amor - la mujer dejó un beso en la mejilla de su hijo, quien estaba ahí para presentarse frente a Yoongi.
- Tú también... madre.
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