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Se dice que los ojos son las ventanas del alma. Los de un ángel poseen mucho más que simples verdades, reflejan los recuerdos desde su nacimiento, la chispa que los trajo a este universo existía en esos orbes preciosos y Miguel se deleitó maravillado con el cambio que observaba en Jimin. Podía sentir su divinidad, la pureza de su ser, pero existía algo más en su interior, ajeno a su naturaleza.

— ¡No te atrevas a herirlo! – alzó la voz el demonio, demostrando por primera vez un destello de debilidad o quizá una pizca de compasión —. Es mío. Me pertenece – gruñó entre dientes, dando un quejido bajo en su intento de quitar el arma que estaba atravesando su cuerpo.

— ¿Así que dices llamarlo tuyo? Según recuerdo, este ángel es un equivalente a un trueque temporal. Prometiste devolverlo luego de terminar los mil años de tortura por el pago de liberar mil almas puras.

— Aún no han pasado esos mil años. No importa lo que pienses hacer con él, sigue perteneciendo – sin tener mucho cuidado, olvidando ser precavido se removió hasta hacer que la lanza tocara cerca del espacio de su corazón, dejándolo sin aliento.

Un sollozo bajo provino de Jimin al tener una vista pequeña del estado en el que se encontraba Yoongi al mismo tiempo que podía percibir el dolor ajeno como propio, haciendo reaccionar al demonio para mantener la calma y pensar mejor cómo no dañar al ángel. El bonito rostro de Jimin se contorsionó en una mueca de dolor, la cual buscó ocultar al bajar la cabeza.

Los dedos de Miguel le levantaron el rostro, tomándolo desde la barbilla, no había delicadeza en ese gesto, no al menos como había sido tocado por Yoongi, pero tampoco fue rudo con el ángel al inspeccionarlo, dándose a la libertad de conocer un poco más de lo que ocurría entre esos dos; sin embargo, el que Jimin le rehuyera la mirada le hacía más difícil el trabajo.

— Mírame, ángel enviado – obtuvo rebelión después de ese mandato, pues Jimin cerró los ojos con más fuerza, negando lentamente. Las murmuraciones junto con los insultos que soltaba Taehyung fueron molestas y bastó con un gesto del arcángel para que las cadenas se ciñeran a su cuerpo haciéndolo quedarse sin aire mientras que la placa dorada casi se fundiera con su piel para evitar que cualquier otro sonido proviniera de él —. Vamos, alma pura y a la vez corrupta, solo deseo ver la verdad.

El silencio fue casi asfixiante, Jimin miró por un microsegundo hacia Yoongi quien ya le estaba devolviendo la mirada algo angustiada, con el rostro bañado en perlas cristalinas, sus gestos tensos le hacían saber que solo se estaba conteniendo por él. Debía concentrarse para mostrar lo que necesitaba que el otro tomara de sus recuerdos. Traer a luz todo lo malo, los años de castigo, aunque en cada uno de ellos siempre se hallaba la imagen de Yoongi custodiando, no de manera amenazadora, sino más bien con el fin de cuidarlo.

Con un poco más de fuerza ejercida, Miguel logró hacer que ese rostro bonito le enfrentara, no encontrando temor, más bien se podía respirar algo de ira e impotencia. El arcángel alzó su ceja, no entrando a discusión por conocer más allá de lo que ocurría por esa cabeza, decidiendo tomarlo por sí mismo. El destello de los recuerdos era muy opaco, el terror invadiendo cada espacio de su cabeza, absorbiendo todo rastro de luz.

La aprensión de ser separado de Jungkook al ser seleccionado como el cordero de sacrificio.

El pavor que lo invadió al escuchar la voz de Yoongi por primera vez al mencionar que él sería el elegido.

Las horas de agonía desde su descenso de los suelos del cielo hasta el infierno.

Las vivencias aterradoras de no saber si saldría con vida de cada pesadilla, cada pluma que le fue arrancada con tanto odio, estaba siendo amplificado para que la visión de Miguel se viera saboteada. Si a Jimin le habían tomado tres plumas, el arcángel veía las puntas de las alas descubiertas con un grupo de esbirros bailando a su alrededor, regodeándose por tener una de esas blancas plumas.

Los sellos en su espalada ardían como latigazos en llamas, pues Yoongi podía manifestar de mejor manera sus poderes a través de esa unión de ambos estando cerca.

— Fascinante, ¿sufriste todo eso y aun así estás aquí? – cuestionó con ironía, no creyendo que esa lealtad con el ángel caído se debiera a una devoción voluntaria —. Esa oscuridad que implantó en ti no te permite ver más allá de lo que es considerado como correcto, ¿no es así?

— ¿Qué hacemos con él, mi señor? – el agarre en el cuerpo de Jimin se ajustó más como si con aquello el ángel subordinado lograra imponer su autoridad.

— Lo llevaremos hacia la redención, limpiaremos todos esos pecados y culpas – su dedo terminó de pasear la yema de su dedo por la barbilla de Jimin hasta hacerle alzar la cabeza —. Creo que es el mejor fin para un ángel como este.

— ¡Aléjate de él! – gruñó Yoongi, gritando alto al ser apuñalado por otro más de los seguidores de Miguel, quien tenía la orden de someterlo si llegaba a moverse de manera amenazante.

— La salvación de Dios es para todas esas almas que se arrepienten incluso en su último aliento de vida – Miguel soltó su agarre en el rostro de Jimin. El ángel dejó salir el aire que no era consciente que estaba reteniendo, temblando constantemente —. Haremos que cada uno se arrepienta. Incluso los peores demonios tienen derecho a un juicio. ¿No les parece? Podemos empezar con este inquieto de por aquí.

Las cadenas que rodeaban el cuerpo de Taehyung, sometiéndolo a movimientos escasos, se engrosaban cada vez que intentaba forcejear. El arcángel quitó la placa dorada de los labios del demonio mestizo, siendo recibido por un escupitajo que cayó en su ropa, denotando la falta de fuerza que poseía el demonio, aunque su fuerza de voluntad seguía intacta.

— ¿De qué pecado eres culpable, demonio? – la mirada de Miguel fue intensa, casi parecía querer asesinarlo con ella, pero Taehyung había vivido entre muchos gestos iguales, algunos incluso lo intentaron en reiteradas ocasiones.

— Este demonio fue protegido por el ángel – habló el líder de los ángeles, dando parte de lo que habían descubierto, dudando unos pocos segundos antes de acercarse más al arcángel, quien frunció su ceño —. Mi señor, este guardián tiene el don Dominaris – susurró en secreto, con un hilo de voz casi imperceptible.

— ¿Cómo has dicho? – su subordinado asintió y afirmó lo que acaba de decir —. Imposible.

— Lo vimos con nuestros propios ojos y escuchamos claramente cuando le ordenó a un ángel ponerse de pie y hacer lo que le pedía, enviándolo hacia una de las puertas del infierno – la mirada de Miguel recayó de nuevo en Jimin.

— Fue obligado a hacer eso – alzó la voz Taehyung obteniendo la atención de todos —, utilizamos pequeños trucos tentadores para que persuadiera a ese ángel.

— ¿Sí? – cuestionó el arcángel sin creer una sola palabra de Taehyung, chasqueando sus dedos, invocando nuevos rayos de luz divina que atravesaron las nubes oscuras, iluminando el manto nocturno como si se tratase de un anuncio —. Entonces nuestro Padre estará encantado con lo que llevaremos ante él para purificarlo una vez más del daño que le infligió su estadía en el infierno.

— ¡No te atrevas! – espetó con furia Yoongi, tomando su espada con dificultad, invocando llamas negras en la hoja afilada con la cual fue capaz de fundir y cortar la lanza divina. El cuerpo de su custodio cayó al suelo en dos mitades como consecuencia de estar en el rango de su corte —. Déjalo en paz.

— Te atreves a exigir luego de cometer la peor de las traiciones al asesinar a un ángel.

— No es un pecado por el que no se me haya castigado en el pasado – escupió con furia, sosteniendo su peso sobre el costado menos lastimado.

— Esta vez será diferente – una sonrisa oscura se dibujó en los labios de Miguel —. El ángel vendrá con nosotros.

— ¡No! – reclamaron ambos demonios, Yoongi intentó ponerse de pie motivado por los sollozos de Jimin.

— Sométanlos, ninguna criatura del pecado puede imponerse ante las leyes del cielo – sus órdenes fueron obedecidas, comenzando a llevarse a rastras el cuerpo de Taehyung, quien seguía negándose a cooperar.

Jimin intentó usar un poco de ese poder con el que había luchado previamente, la tierra tembló bajo los pies de todos, agrietando gran parte, creando una fisura de donde emanaron algunas llamas del infierno, las cuales buscaba que fueran de utilidad para proteger a Taehyung. Aunque en su vago intento de mantener aquello, su captor fue capaz de darse cuenta de lo que estaba haciendo.

El arcángel alzó una de sus cejas al percatarse de dónde provenía esa invocación, el curioso espécimen de ángel que había moldeado Yoongi comenzaba a ser molesto y no le fue difícil hacer un corte expansivo con su espada. Las llamas se disiparon rebotando para terminar con un objetivo diferente. El demonio principal, quien bloqueó ese poder tirado a traición.

— Parece que te has dedicado a hacerlo tu pupilo, ¿acaso te crees con el poder para hacerlo? Si mal no recuerdo, ese es un juicio por el cual no has pagado, querer hacerte pasar por el Todopoderoso.

— ¿Crees que quiero ser como él? – se burló de manera irónica, notando la molestia ajena —. Te engrandeces escondiéndote detrás de las faldas del padre y no respetas las propias leyes con las que se fundó el infierno.

— ¿Debería importarme eso cuando el que está haciendo lo correcto soy yo? – un chasquido de dedos más y sus subordinados siguieron acatando la primera orden.

Sometieron con facilidad a Taehyung, quien se siguió removiendo hasta que el peso del cuerpo de su captor lo tuvo dando el rostro al suelo, quejándose ante la brusquedad con la que estaba siendo tratado; podía estar agradecido por todos los años viviendo junto a Jungkook, pues las cadenas no le lastimaban de ninguna forma más que por el apretado ajuste.

— No permitiré que te los lleves – empuñó su espalda, la cual emanó un aura oscura, atrapando el desamparo y dolor de los alrededores, acrecentando las llamas en la hoja de su espada hasta expandirse y crear un pentágono alrededor de Yoongi —. Esas almas corruptas como las llamas son mías.

Su poder se concentró en liberar a ambos, es fuego expansivo cortó todo a su paso, llegando a dejar un recorrido chispeante, quemando todo lo que se atravesaba. La orden de Miguel se escuchó alta y profunda para hacer que sus seguidores salieran del alcance de ese ataque, al mismo tiempo con un gesto de puño, y utilizando su poder, atrapó el pequeño cuerpo de Jimin por los aires, dejando a Taehyung a su suerte para ser calcinado por las llamas oscuras de su propio rey.

Los destellos de luz dorada rodearon el cuerpo de Jimin para aprisionarlo, impidiendo que sus movimientos le permitieran resistirse. Los sellos lunares en su espalda comenzaron a escocer, ardiendo en carne viva, rebelándose ante la naturaleza divina. Sus alas se plegaron para esconder las ampollas que se llenaban de su sangre. Atrapó su labio inferior entre sus dientes, ocultando el leve sollozo, evitando que su agonía fuera evidente.

No llores mi ángel, te liberaré...

Un grito ahogado lleno el eco de la noche, su cuerpo temblaba al lograr incorporarse de rodillas al suelo, jadeando desesperado por calmar la punzada que le recorría el costado. Su mano se colocó en ese espacio, encontrando un agujero profundo que lo atravesaba de lado a lado, su carne estaba quemada gracias a las llamas de su espada, pero eso mismo le evitaba sanar con rapidez.

El demonio se encontraba en medio de un abismo entre las nubes oscuras, abriéndose paso para dar inicio a un juicio final, rodeado por la hostilidad etérea del cielo. Las alas de los ángeles se mantenían listas para emprender el vuelo, flotando alrededor suyo como espectros luminosos luego de verse amenazados, pero Yoongi no veía nada más que una cosa: el reflejo de lo único puro que existía en su amarga existencia, cautivo, envuelto en cadenas de luz, alejándose con un rostro angustiado, flotando en una prisión de cristal que colgaba del vacío celestial.

—Devuélvanlo —gruñó, su voz profunda resonando como un trueno que rompía la serenidad del cielo, la tierra bajo sus pies tembló, se agrietó entre fisuras profundas emanando llamas rojas —. ¡Él no pertenece al cielo, y mucho menos con ustedes!

Los ángeles formaron un círculo alrededor de él, sus espadas resplandecientes brillaban con el fuego del juicio, tragando duro e intentando mimetizarse junto a su máscara imperturbable, tensando su gesto para no demostrar que se sentían intimidados por el ángel caído. Sus ojos, fríos e implacables, no mostraban ninguna misericordia ante el cumplimiento de la orden que Miguel había dado. No importando si morían como lo hicieron sus otros dos compañeros.

El arcángel rio bajo, burlón y regocijándose ante la vista que tenía de Yoongi ¿en serio estaba discutiendo por un ángel? ¿Dónde había quedad ese hermano suyo desinteresado de cualquier creatura que no fuera sí mismo?

— No es tuyo, ser repugnante del averno — respondió Miguel con un tono sereno, aunque sus ojos resplandecían con el fuego divino, las comisuras de sus labios aún estaban alzadas, demostrando una burla hacia el vago intento de Yoongi por quedarse con ese ángel corrupto —. Este ángel es un alma pura, y no lo ensuciarás con tu toque profano. Su amor por ti es un pecado que debe purgarse.

El demonio sintió una punzada de rabia atravesarle el pecho al escuchar esas palabras despectivas, ¿no ensuciarlo cuando lo había hecho suyo en carne? ¿Purgarlo de su pecado cuando el propio ángel había sido su perdición? ¿Quién había corrompido a quién? Su amor por Jimin no era pecado. Se trataba de lo único puro que había conocido y que de manera deliberada le había sido arrebatado por siglos. Apretando los puños, sintió cómo la oscuridad crecía a su alrededor, las sombras latiendo a su voluntad, dispuestas a obedecer a su llamado.

— ¡Si lo lastiman, destruiré el cielo con mis propias manos! — rugió, y con esas palabras, desató una furia que arrastró vientos oscuros y llamas rojas que provenían de lo profundo de la pequeña grieta abierta por Jimin, emanando con fuerza desde el infierno, arrasando con todo a su paso —. El cielo lo desterró como ángel y el infierno ha decidido tomarlo como su propiedad, el corazón que alimenta las llamas que sentencian a todas las almas pecadoras ahora le pertenece.

— Entones tendremos que replantear tu existencia para arrancar de raíz todos nuestros problemas.

Los ángeles atacaron primero, lanzándose hacia él con la rapidez de relámpagos y la letalidad de un rayo. Sus espadas eran arcos de luz que cortaban el aire, buscando destruir la oscuridad que representaba el ángel caído que había causado tanto dolor en el pasado y ahora era el provocador del mayor de los desastres en el cielo. El demonio, con sus ojos encendidos en fuego, desenvainó su espada de sombras, el arma negra como la noche desaparecía todo rayo de luz, rechinando contra las de los ángeles. El choque era brutal, chispas de luz y oscuridad esparciéndose como estrellas colisionando entre ellas y cayendo del firmamento.

Gritos de furia y guerra llenaron el espacio en el que Yoongi se enfrentaba, mientras que Miguel se dedicó a observar, elevándose unos metros en el cielo al lado de Jimin con el fin de vigilar que nadie se atreviera, ni él mismo, de liberarlo; pronto su espectáculo de masacre, sangre dorada y cuerpos heridos se vio interrumpido debido a un ataque por la espalda. Unas garras afiladas se encajaron en la carne debajo de sus alas, al mismo tiempo que era empujado a caer al suelo en llamas.

— Maldito arcángel del juicio – gruñó con furia la voz de Hoseok al estrellar el cuerpo de Miguel contra el suelo, inmovilizando apenas por tomarlo desprevenido – ¿cómo te atreves a retar al infierno mismo por tu arrogancia?

— Samael – le llamó con ese tono venenoso, arañando la tierra debajo de sus manos, intentando con desesperación ponerse de pie o al menos quitarse de encima el cuerpo que lo estaba sometiendo —, debí imaginarme que llegarías aquí, aunque esperaba que fueras tan cobarde como la última vez.

— Para ser el arcángel de la guerra pareces no conocer el límite y el valor de dar un paso atrás con el fin de proteger lo que amas.

Una carcajada alta e incontrolable brotó de Miguel, tomando su último intento de libertad al desplegar sus alas, aunque las garras del demonio seguían aferradas a él, eso no evitaría que con la fuerza de sus movimientos se lo quitaría de encima, con la ayuda de su espada la cual blandió en contra del ser oscuro. El corte que provocó la hoja fue certero en el brazo, obligando a su captor a alejarse.

— Dices amar algo cuando eres la peor de las escorias traicioneras, deberías arrastrarte sobre la tierra que piso – el choque de espadas lanzó chispas y un ruido estrepitoso entre ataque y ataque —. El gran Tentador de la verdadera primera mujer, el provocador de arruinar la gran obra de nuestro padre por seguir la locura de un ángel corrupto.

— Creo en la libertad de las decisiones y esas estúpidas creaturas no eran más que marionetas de tu Padre...

— Eran perfectos – gruñó y atacó —. Obedientes —. Otra estocada más que fue bloqueada – lo tenían todo.

— No eran más que una imagen retorcida del Creador. Adán, el primer hombre, fue enviado a reproducirse como una bestia salvaje y no soportó ser desobedecido... Un abusador de su poder al regir sobre todas las otras criaturas se creía lo más poderoso – sus colmillos sobresalieron de sus labios al sonreír de lado al mismo tiempo que la hoja de su espada bloqueaba el ataque de la contraria —. Dices que eran perfectos, pero Eva solo era un monigote hecho a pretexto de las inconformidades del primer hombre.

— Era todo lo que él pedía. Se le concedió dominio por sobre todo incluso sobre esa pareja suya que debía mostrar respeto. Por eso esa sucia mujer, Lilith, no era digna de tenerlo...

La mirada de Hoseok se oscureció aún más, su espada se encendió en llamas rojas con la sola mención de Lilith como una cosa cualquiera que podía ser reemplazada. Hecha a un lado por el aborrecible deseo de una creatura inferior que decidió ponerse sobre ellas y no darle el mundo entero. Con gran furia empuñó su espada, dirigiendo gran parte de su poder a dar un ataque certero al cuerpo frente a él.

Miguel alzó una ceja, bajando la guardia al notar la sonrisa del demonio, para seguido salir despedido por los aires debido a la onda expansiva de poder, la cual se arremolinó en una columna de fuego rojo en forma de serpiente. Su pecho ardía y las llamas se envolvieron a su torso, como lo haría el reptil, buscando asesinarlo, pero con sus alas disipó el fuego y al mismo tiempo el impacto contra el suelo. Su mirada se conectó con la de Hoseok quien se encontraba a bastante distancia, extendiendo su brazo hacia el arcángel quien pronto sintió una picadura fuerte en su antebrazo, la serpiente que lo había mordido se hizo humo ni bien introdujo su veneno.

Las marcas que dejaron sus colmillos terminaron por convertirse en la silueta de una flor del infierno, haciéndole yagas profundas, brotando de la herida sangre roja y venenosa. La mano de Miguel rodeó el área afectada, en la cual colocó un brazalete de oro divino, encerrando así el veneno para que no le recorriera el cuerpo, jadeando en bocanadas grandes al sentir alivio.

— No vuelvas a pronunciar el nombre o insinuar algo respecto a la mujer que amo o hacia alguno de mis hijos – el tono oscuro en la voz de Hoseok remarcaba cada palabra que decía como una sentencia al peor de los castigos en el infierno —. ¿Entendido? – cuestionó regresando a acercarse al rostro ajeno.

— ¿Te atreviste a tener hijos con...? – su pregunta fue silenciada debido a las garras de Hoseok ciñéndose en su rostro, rompiendo piel, presionando con mayor fuerza, provocando dolor.

— Pensé que había quedado claro cuando dije que no permitiría una falta hacia ellos – la sangre divina comenzó a emanar entre cuentagotas, quemando los dedos de Hoseok quien no se vio afectado ante ese tipo de dolor – ¿Dónde está Taehyung?

— ¿Quién?

— El demonio que se llevaron junto al ángel del infierno...

De pronto el suelo tembló debajo de ellos, retumbando y trayendo consignó más fuego del infierno. Hoseok desvió su mirada hacia el lugar donde había sido provocado aquello, dándose cuenta de que Yoongi había clavado su espada en la tierra para calcinar a muchos de los ángeles que lo estaban atacando; una media sonrisa de satisfacción le surcó los labios, aunque esos segundos de distracción le robaron una preciosa ventaja al dejar que Miguel se recuperara por completo de la picadura venenosa.

Lo apartó con facilidad, empujándolo hacia la profundidad del bosque, donde el demonio detuvo aquello al clavar sus garras al suelo, derrapando con estas hasta sostenerse con firmeza, alzando la mirada hacia el arcángel que ya empuñaba su espada para arremeter contra su hermano, el ángel caído.

— ¡Yoongi!

El señor del infierno regresó la mirada hacia el lugar donde lo llamaban, gruñendo bajo al ver que Miguel regresaba hacia él cargado de furia, blandiendo su espada. Él hizo lo mismo preparándose para bloquear ese ataque, no esperando que entre ellos dos cuerpos más cayeran, uno de ellos chocando su espada con la del arcángel, haciendo el aire, se cortara en una ráfaga furiosa que arrastró los escombros alrededor.

Namjoon había bloqueado ese ataque, mientras que Seokjin se estaba encargado de atacar y proteger a Yoongi del resto de ángeles subordinados de Miguel, los cuales habían aparecido en gran cantidad. Las legiones bajo el orden de ambos arcángeles estaban en el campo de batalla para defender y asegurarse de que Jimin se mantuviera a salvo de sus captores.

De igual manera, los demonios habían acudido al llamado de guerra con el fin de vengarse de esos ángeles que les habían atacado sin razón aparente, lastimando a sus amados. Todos siendo alentados por la voz líder de un querubín enamorado de un demonio mestizo

Un estruendo más se escuchó, acompañado por un temblor en el suelo, esta vez provocado por la figura de lo que parecía un ángel con apariencia poco convencional. En una sus manos, sus dedos habían sido reemplazados por garras largas, las marcas doradas arremolinadas por ambos brazos brillaban con intensidad, sus alas oscuras se desaparecieron ni bien alzó la mirada conectándola con Miguel.

— Gran arcángel Miguel – habló lento, pausado, bajo y oscuro. La voz de Jungkook estaba cargada de un aura diferente. Furia, rabia acumulada y la desolación de sentir a Taehyung siendo sometido. Sus pasos fueron decididos y rápidos.

— ¿Tú eres...?

— Su jodido castigo del cielo si no me dice dónde está Taehyung.

La espada de Miguel chocó una vez más con la de Namjoon y ni bien se libró de su hermano, apenas pudo bloquear el ataque de Jungkook, quien había empuñado sus dagas, una tan oscura como la hoja de obsidiana de Yoongi y otra dorada como la hoja de los arcángeles. El ángel arremetió con mayor fuerza a todos los ataques de Miguel para así obligarlo a caer, alejándolo del demonio de su hyung.

— Ya era hora de que llegaran y no me dejaran con todo el trabajo – habló finalmente Yoongi para ser escuchado por Seokjin y Namjoon quienes parecían como poseídos por algo más que la furia, la determinación de sus miradas eran como dagas afiladas contra todos los que intentaban atacarlos – ¿por qué tardaron tanto?

— Ese jodido niño ángel-demonio fue un dolor de cabeza – se quejó Namjoon al mismo tiempo que se quitó a su oponente – insistió en venir porque se robaron a Taehyung. ¿Dónde está Jimin?

— De vacaciones en el paraíso de los cautivos, ¡¿Dónde más crees que puede estar?! – gruñó con furia el demonio, terminando por cortar a la mitad el cuerpo de otro ángel, dejándolo caer hacia un lado —. Ustedes quédense aquí, yo intentaré subir con él y rescatarlo. Mantengan controlado a Miguel.

Uno de los ángeles trató de atravesarle el costado con un golpe certero, pero el demonio se movió con la velocidad de un rayo, girando y enterrando su espada en el pecho del ser celestial. La sangre de luz dorada brotó, iluminando el espacio con un brillo efímero, pero el demonio no se detuvo. Arrancó la espada y dio un paso hacia el siguiente que intentó hacer la misma hazaña que el anterior, esta vez encontrándose cara a cara con la espada de Namjoon y Yoongi, siendo este último quien terminó con la vida del ángel, conociendo muy bien a su hermano, no lo dejaría cargar con un pecado como ese. Matar a un igual era la mayor de las faltas.

Su vista viajó hacia la prisión en lo alto donde Jimin se estaba encargando de someter a un ángel, ahorcándolo con un látigo dorado, con el cual estaba casi seguro que lo habían amenazado. La furia le revolvió las entrañas, y con una mirada cómplice dirigida a Namjoon asegurándose que le cuidaría de cualquier ataque a traición, desplegó sus alas para alzar vuelo, no logrando avanzar más allá de unos metros sobre el suelo cuando nuevamente más ángeles le interrumpieron el paso.

— Alto ahí, señor del infierno – alzó la voz uno de los ángeles que lo detuvieron, rodeándolo entre cuatro – tenemos órdenes de no dejarle tocar a ese ángel corrompido.

— ¡No saben lo que están haciendo! Parecen estúpidos muñecos sin vida siguiendo órdenes vacía — gritó mientras el cielo mismo parecía retorcerse en respuesta a su rabia, lanzando rayos, iluminándose como si se tratara del llamado y el poder del Creador cuando se encontraba molesto —. ¡Él eligió amarme, eligió estar a mi lado! Y terminaré con la existencia de todo aquel que piense siquiera detenerme.

Otro ángel descendió desde las alturas, golpeando con la fuerza de la gigantesca tormenta que se avecinaba sobre ellos, su espada creó un halo brillante que buscaba partir al demonio en dos. Él lo bloqueó, sus músculos tensándose bajo el impacto, y con un rugido, lanzó al ángel por el aire. Sin dejar que el ser celestial se recuperara, el demonio alzó su brazo, llamando al fuego negro de las profundidades. Llamaradas oscuras se arremolinaron a su alrededor, brotando de la nada, consumiendo las alas de un ángel que se acercaba demasiado.

— ¿Por qué insistes en esto? – vociferó uno de los ángeles al mando de las legiones de Miguel, siendo este su segundo al mando y una tremenda piedra en los riñones, porque no había dejado de enviar sus ataques constantes desde las alturas —. Señor Lucifer, ¿cuál es el punto de todo esto? Hace toda esta rabieta por un simple ángel al cual se le castigará, hay muchos otros que sufrirán lo mismo, qué tiene este de especial.

— Lo amo.

— ¿Amor? —se burló el ángel, su voz pareció como un canto distante para los oídos de Yoongi quien estaba prestando más atención a la jaula que mantenía cautivo a su ángel, la cual repentinamente había dejado de tener guardias a su alrededor —. No conoces el significado de esa palabra, criatura de la oscuridad. No puedes salvar lo que está destinado a perderse.

El demonio soltó una carcajada amarga, más parecida a un rugido que a un sonido humano. Los recuerdos de su amor se avecinaron como las cascadas donde por años se reflejó, borrando sus memorias; revivió todas esas veces que había tocado el rostro celestial con esas mejillas rellenas, sus labios pomposos, rosados y jugosos al besarlo; el suave tacto al acariciar sus alas brillantes al verlo dormir, cada imagen le inundaron, alimentando su furia.

— ¡Mi amor es más verdadero que cualquiera de sus falsas leyes! —gritó con toda la fuerza de su ser. Las llamas oscuras que lo rodeaban crecieron hasta envolver el espacio entre los ángeles, empujándolos hacia atrás.

De repente, aquel ángel que había osado con burlarse e incluso retarlo, tomó la decisión de darle un fin diferente a esa conversación, cegado por la furia y la arrogancia de ser él quien llevara la cabeza del ángel caído convertido en demonio, descendió del cielo con una lanza luminosa en la mano. Sus alas eran más vastas que las de cualquier otro, y su mirada tenía el peso de la eternidad. Un digno seguidor y mano derecha de Miguel.

— No puedes ganar aquí, demonio. Él es nuestro ahora, y tu amor... tu amor será su ruina.

El demonio sintió la desesperación crecer en su pecho al esquivar aquel ataque, encontrándose con más obstáculos, pero no podía darse por vencido. Giró su espada, el filo oscuro centelleando mientras apuntaba a la prisión de oro en la cual ahora podía observar claramente cómo Taehyung apartaba cualquier ángel que decidía estropear sus planes de liberar a Jimin, donde se mantenía aún encadenado y un poco débil, sus ojos suplicándole sin palabras por la salvación.

Sabía perfectamente que ese demonio mestizo había utilizado el ataque de las llamas solo como una escapatoria, porque el pecado no podía consumirse con fuego. Yoongi se dio a la libertad de soltar el aire contenido, tomándose unos segundos más para acabar con el molesto seguidor de Miguel.

— Tus intentos por llevarlo contigo se verán frustrados.

— Lo liberaré o haré que mueran muchos de ustedes al intentar ser un obstáculo en mi camino.

Con esas palabras, se lanzó hacia el líder, su espada de obsidiana, ardiendo con una furia incomparable, bañada en su sangre oscura. El ángel respondió, su lanza de luz cortando el aire con una fuerza abrumadora, pero el demonio ya no tenía miedo. Ya no importaba qué o quién se interpusiera entre ellos. El amor que sentía por Jimin era todo lo que le quedaba, y ese fuego sería suficiente para acabar con el mismísimo cielo.

La batalla final comenzó con una explosión de luz y oscuridad, el destino del amor prohibido pendiendo de un solo hilo en el corazón de las nubes. Truenos, relámpagos y el cielo rugiendo entre choques de espadas llamaron la atención de Seokjin y Namjoon quienes estaban manteniendo controlados a todos los ángeles que intentaban estorbar en el camino de Yoongi, aunque la visión de su hermano enfrentando más ángeles en el cielo los hizo enfurecer.

— Estoy harto de esto, parece que Miguel tiene bajo su cargo miles de legiones – gruñó Seokjin en completa frustración, porque ahora los ángeles no les importaba atacarles con toda su fuerza, y ellos no estaban midiéndose para usar su poder.

— Los demonios también están ayudando a quitarnos de encima a todos estos – la respiración de Namjoon estaba agitada por todo el esfuerzo, observando hacia su costado donde Hoseok asesinaba a diestra y siniestra a la mayoría de ángeles que ellos solo dejaban malheridos —, parece que están empeñados en terminar lo que nosotros no.

— Pues razón tienen porque cada vez que se ponen en pie, son más molestos – ambos arcángeles pegaron sus espaldas con la contraria mientras se defendieron de dos guerreros, a los cuales bloquearon sus ataques, y con un giro en sus espadas los dejaron indefensos, para luego invocar poder divino y lanzarlos por el suelo —. Si seguimos así solo nos agotaremos.

— ¿Tienes pensado algo?

— Por supuesto que sí.

Entregó su espada a Namjoon quien siguió luchando contra todo aquel que se acercara a ellos, Seokjin alzó la mano para invocar su lanza divina, esa que no había utilizado con ningún fin de castigo contra los suyos o sus hermanos. El arma dorada, tan brillante como los propios ojos del arcángel que la invocaron, resplandeció frente a todos, llamando rayos que atravesaron las nubes oscuras.

Pronto el poder del arcángel se concentró en el centro de su lanza, canalizando la fuerza natural de los rayos que iban cayendo y atrayendo; un gruñido ronco salió de los labios de Seokjin al anclar la punta de su arma contra el suelo, tomando la mano de Namjoon para hacer que se elevaran unos metros del suelo, segundos antes de que la descarga eléctrica barriera con todo a su paso y alcance.

Los cuerpos de ángeles cayeron de inmediato, incluso los que estaban en la lejanía, los cuales fueron vilmente asesinados a sangre fría por los demonios y a manos de Hoseok quien blandió su espada contra aquel ser celestial que intentaba resistirse a su poder. Sus miradas se conectaron, con un gesto afirmativo, asegurando que se encontraban bien.

Un golpe seco se escuchó a lo lejos, provocado por la caída de Miguel rodando en el suelo, al mismo tiempo que Jungkook jadeaba por aire y lo volvía a embestir, gritando a viva voz que le dijera la verdad. El arcángel se había burlado de él mencionando que el demonio al cual decía querer encontrar, había sido calcinado por el fuego de Yoongi. La furia del ángel se acrecentó, golpeándolo constante, cortando la piel que se hallara a su paso, dando estocadas para clavar alguna de sus dagas en el cuerpo ajeno, no logrando más que algunos cortes profundos en la carne.

— Eres terco, pequeño querubín – el arcángel se secó el sudor que caía por su frente, empuñando su espada, anclando la punta sobre la tierra árida para así incorporarse con mayor facilidad, apoyándose en esta misma —. Te dije que está muerto.

— ¡Mientes! – impulsó su cuerpo con rapidez hacia el frente, alcanzando al arcángel, cayendo sobre el cuerpo ajeno, sacándole un jadeo al estamparlo contra el suelo, su pie descalzo presionó el medio del pecho, dejando a la vista la tobillera incrustada y combinada con su piel —. No se conformó con castigarme. Se aprovechó de mi ignorancia, de mi falta de conocimientos en lo que nuestros poderes nos brindan y se atrevió a despojarme de mis alas anunciando que sin eso no podría ir a ninguna parte.

— Eras un desobediente.

— ¡No tenía derecho! – con un pisotón fuerte le sacó otro jadeo doloroso al arcángel, ahora acercándose, apoyando su peso completo sobre el cuerpo ajeno, cruzando las hojas de sus dagas en el cuello, presionando contra la suave piel, olfateando la sangre ajena —. Agradezca que no lo quiero matar, solo deseo encontrarlo.

— No puedes hacerlo, no está en tu naturaleza. ¡Agh! – un grito alto salió de sus labios al sentir el filo de una hoja rasgando ligeramente su cuello. Jungkook se acercó a ese espacio herido, tan cerca como para dejar tenso el cuerpo contrario.

— A los querubines como yo no nos mueve la naturaleza, nos motivan los deseos y anhelos – tomó una inspiración profunda, sintiendo náuseas con el aroma de la sangre emanando, gruñendo bajo – y usted debería estar alabando a nuestro Padre y Creador porque mi naturaleza lo aborrezca. Lo preguntaré una última vez, ¿dónde está Taehyung?

Sus miradas se conectaron, la respiración agitada de Miguel rompía con la poca serenidad de ese reducido espacio donde se encontraban, sus labios se entreabrieron para responder de nuevo al pequeño ángel al cual ahora no podía reconocer con ese nuevo aspecto oscuro, pero el grito de alguien les llamó la atención.

— ¿Qué hace ese demonio con la jaula del ángel? – Miguel entrecerró sus ojos para enfocar mejor su vista, solo notando las alas oscuras del demonio.

— Taehyung – la voz cargada de esperanza de Jungkook al pronunciar ese nombre irritó a Miguel y la distracción que tuvo el ángel de regresar la mirada hacia el cielo fue lo que le permitió al arcángel sacárselo de encima.

La hoja dorada de la espada de Miguel resplandeció una vez, la empuñó con su sangre, bañando el oro con su líquido traslúcido y divino, lanzándola en dirección hacia la jaula que encerraba al ángel, al cual apuntó con odio, ya que fue capaz de notar los intentos de obtener su libertad. No la tendría, no hasta tener un juicio y purgar sus pecados de nuevo.

Jungkook golpeó con el mango de su daga en la nuca del arcángel, para luego arremeter y apuñalarlo en el hombro con la otra hoja corta, esa que estaba formada de obsidiana y no lograría sacar gracias a la propia naturaleza del arma. El ángel emprendió vuelo detrás de la espada lanzada, intentando detenerla, siendo más rápida de lo que esperaba.

— ¡Taehyung, ten cuidado! – la mirada del demonio apenas se desvió de su tarea, observando con anhelo a Jungkook para luego fruncir su ceño al notar el arma yendo directo hacia ellos.

En un ágil movimiento, el demonio mestizo esquivó el arma, la cual chocó contra los barrotes de la jaula suspendida en el aire, sacando chispas, dejando el área sin una sola fisura, como si no hubiera ocurrido aquello.

— Maldito arcángel – riñó con furia Taehyung, con sus garras envueltas en llamas rojas —, arrogante lameculos divinos.

— Taehyung, ayúdame para salir de aquí – el tintineo de los barrotes siendo sacudidos por Jimin llamaron la atención del mestizo gruñendo hacia la nada, pues a esa distancia no se podía observar a nadie, solo a Jungkook que volaba con determinación hacia su encuentro —, tenemos que buscar una cerradura.

— ¡Eso hago! – se quejó en alto el demonio, intentando buscar de nuevo alguna abertura, sintiendo crecer su furia al notar que una flecha había sido lanzada hacia ellos desde la distancia, la cual bloqueó y desvió al contraatacar con fuego —. Asquerosos ángeles – Jimin le miró con algo de indignación —. Sabes a lo que me refiero, nos están atacando cuando lo que hago es rescatarte de la locura profética.

— Hyung – la mirada de ambos se volcó sobre Jungkook quien sonreía amplio al llegar hacia ellos, aunque a quien terminó por robarle un beso fue a Taehyung, derritiéndolo casi literalmente porque el demonio se encendió en llamas al percibir la mordida demandante en su labio – fue asombroso como esquivaste esos ataques.

— Has eso de nuevo, por favor – su mirada afilada notó cierta sustancia embarrando y manchando el cuerpo del ángel, pasando la yema de su dedo por la piel calidad – ¿por qué tienes sangre?

— No es mía – obtuvo una respuesta cargada de incredulidad, con cejas alzadas y Taehyung se cruzó incluso de brazos pidiendo una explicación —, lo juro. Es del arcángel Miguel.

— ¿Ese hijo de perra te lastimó? – comenzó a inspeccionarlo de inmediato, buscando heridas abiertas, rasguños, cualquier indicio que le demostrara que podía estar lastimado, pero Jungkook negó lentamente quitando las manos ajenas de su cuerpo.

— Estoy completamente bien, fui yo quien lo apuñaló cuando lanzó su espada.

— ¿Lo apuñalaste? – cuestionaron los dos, aunque Taehyung solo sentía excitación al pensar que su dulce conejito de invierno había asesinado a alguien, no cualquier ser celestial, un arcángel, el que los persiguió e incluso hirió.

— No podía permitir que los lastimara, aunque no logré ser tan rápido – su labio se abultó, demostrando su frustración, recibiendo un beso desenfrenado, robándole el aliento, quejándose bajo al sentir que el colmillo del demonio mestizo rasgaba su piel para succionar la gota de sangre – ¡Auch!

— Eres jodidamente caliente, ¿tienes una idea de lo excitado que estoy de solo escucharte? – gimió alto al abrazarse al cuerpo del ángel, frotando su erección contra la pierna de Jungkook —. Quiero que me folles y enseñarte más trucos.

— Hyung – le riñó, obteniendo ese color carmín en sus mejillas al sentirse avergonzado. El sonido de una explosión rompió su burbuja efervescente en el cielo donde se hallaban —. Seguiremos esta conversación, luego – recibió una queja junto con un puchero abultado —, entre más rápido saquemos de aquí a Jimin hyung, más pronto tendrás lo que deseas.

— Pero ya lo intenté, no tiene cerradura.

— Por supuesto que no, el arcángel Miguel te aprisiona sin opción a tener libertad a menos que él lo decida – Taehyung asintió comprendiendo esas palabras porque durante lo poco que fue privado de su libertad, ni bien el arcángel notó que moriría debido al ataque de Yoongi, las cadenas que lo aprisionaron se soltaron —, tenemos que encontrar la razón de su juicio.

— Un pecado... — susurró Jimin más como un pensamiento para sí mismo, no encontrando algo por lo que se le inculpara, ¿acaso su juicio era por amar a la única creatura más poderosa del cielo después del propio Creador? ¿Se podía ser tan egoísta? De ser así, no podían juzgarlo —. Non bis in idem.

— ¿Qué cosa? – cuestionó Taehyung, alzando una ceja, observando a Jimin a través de los barrotes, los cuales intentaba fundir con el fuego que emanaba de sus palmas.

— No tengo pecado por el cual ser acusado – habló más alto, esta vez con mayor convicción en sus palabras, logrando que los barrotes cedieran ante las manos del demonio mestizo. Jungkook sonrió de lado con un aire de orgullo al notar que lo había logrado —. Soy libre de cualquier juicio por amar al señor Lucifer, señor y amo de los infiernos.

Qué cruel podía ser el cielo para los amantes prohibidos y qué justo era en sus juicios al no condenarlo por la simple acusación de amarlo. La prisión había sido formada para juzgarlo por corrupto, mas no por sentir afecto por Yoongi, logrando así que desapareciera cada una de sus ataduras.

Desplegó sus alas, provocando que los barrotes se rompieran, con la ayuda de Jungkook y Taehyung obtuvo al fin su libertad, extendiendo a todo lo que daban sus alas, dejándolas respirar, mostrándose tan oscuras como las de Yoongi. Estaba siendo liberado de todos los juicios y leyes del cielo, alzando el vuelo entre las nubes grises al lado de su, no tan pequeño protegido, acompañado del hijo menor de la madre de los demonios.

Sin perder el tiempo, su vista viajó hacia el grupo de ángeles que atacaban de manera implacable a su amado ser oscuro. El choque de espadas era acompañado por el calor de las llamas, el olor a ceniza y humo fue algo que le trajo nostalgia, era un perfume embriagante que lo hacía pensar en su hogar. Jimin invocó su propia arma, una lanza corta con doble punta, segmentada en una más fina y la otra se asemejaba a una hoja de hacha, esta última punta siendo su nueva adquisición.

Se abalanzó en dirección al ángel que se enfrentaba a Yoongi, empuñando con fuerza su arma, la cual estaba guiada por el deseo de proteger y salvar a aquellos que amaba. Una lanza especial, la cual el portador solo podría utilizar en caso de enfrentarse a alguien con tal de terminar con una injusticia, justo como lo que estaba ocurriendo, pues ese ángel había encontrado un punto débil en el demonio, su única herida por la perforación de la lanza de Miguel.

— Mi señor – alzó la voz estando lo suficientemente cerca como para lograr su cometido, llamar la atención de ambos, aquel ángel incluso giró su cuerpo para enfrentarlo, sin esperar el impacto contra su pecho, con la punta de la lanza atravesando su carne y el hacha cortando todo a su paso —. Ríndete ante los pecados que has cometido.

Empujó más su arma contra el pecho ajeno, el ángel no reaccionó, el shock lo tenía perdido en la neblina entre el dolor y el cumplimiento de la orden de Jimin. Sus músculos perdieron tensión, la agonía de no poder respirar suficiente aire lo desesperó. Pronto a su sufrimiento se le sumó un calor insoportable que le quemó la piel del cuello; garras encajando en sus brazos y el aliento cálido de alguien detrás de él que lo sostenía con firmeza.

— Muere en tu pecado...— susurró en su oído el demonio, sonriendo diabólicamente al mismo tiempo que deslizaba la hoja de obsidiana por el cuello, profundizando el corte, bañando el cuerpo del ángel en su propia sangre que brotaba como el cauce de un rio, llevándose su aliento de vida.

Yoongi llevó la mano hacia el frente, donde Jimin aún empujaba la lanza con esa mirada perdida entre la furia, el desconcierto y algo en el fondo que parecía indescifrable. El demonio soltó el agarre en aquella arma, la cual desapareció, ni bien el ángel dejó de sostenerla, haciendo reaccionar esos bonitos ojos azules con destellos dorados. Fue fácil notar el temblor ajeno y fue aún más sencillo para el señor del infierno sacar su espada del cuello del cuerpo sin vida al cual atravesaba.

La cabeza de la mano derecha de Miguel cayó hacia un lado de manera grotesca, casi chocante para los ojos de Jimin al notar como el peso muerto caía en picada. El terror le invadió el rostro al ángel al sentirse culpable por lo que había hecho, pronto teniendo las manos gentiles de Yoongi, sus dedos huesudos acariciando sus mejillas, la palma suave dejándole un calor que le recorrió la piel, aferrándose al cuerpo del demonio, siendo recibido en un fuerte abrazo.

Los labios cálidos de Yoongi le recorrieron la piel del cuello a su adorado ángel, sacándole suspiros profundos cuando con sus colmillos se atrevió a morder, como si necesitara aquello para asegurarse que era real, que lo tenía entre sus brazos y nadie más se atrevería a arrebatárselo de su lado o siquiera insinuar que lo suyo se trataba de una aberración.

— Joder, pensé que te perdería de nuevo – su voz ronca era tan reconfortante, al igual que sus manos paseando por el cuerpo de Jimin. Disfrutó un poco más el tacto, frotando la punta de su nariz por la curva del cuello del demonio, quien jadeó al sentir un cálido beso debajo de su barbilla —. ¿Cómo fue...?

— Eso no importa, juro que luego podrá castigarme todo lo que desee por mi desobediencia a no quedarme en el resguardo del infierno, pero por ahora déjeme disfrutar de usted, mi señor.

— ¿Bromeas? Cuando regresemos al infierno te encerraré en la habitación.

— ¿Castigo o un honor a mi valentía?

— Eso depende de qué lado lo veas – sus labios no resistieron a seguir alejándose de los contrarios, robándole el aliento en un dulce encuentro ansiado, sabiendo a rocío de la mañana, a la gota de agua que necesitaba en ese desierto vasto —. Volvería a incendiar el cielo en tu nombre con tal de que nadie más se atreva a separarte de mi lado.

Su gozo no fue tan prolongado como le habría gustado, porque su propio instinto le advirtió que estaban en la mira de algo o más bien de alguien. Abrazó el cuerpo de su ángel para envolverse en una cortina de humo y cenizas, justo a tiempo para que la lanza enviada desde unos metros abajo no los tocara.

La silueta de Miguel, sosteniéndose el hombro por el cual aún brotaba su sangre, le hizo fruncir el ceño a Yoongi, gruñendo bajo y exasperado por no terminar de librarse de él. Para fortuna del amo y señor del infierno, ahora teniendo entre sus brazos a Jimin, intacto, con su corazón latiendo fuerte entre ambos cuerpos, era capaz de tomar incluso el poder del ángel.

Invocó el arma de Jimin, la punta delgada y puntiaguda fue envuelta con una serpiente que se fundió con el metal divino, la parte plana se volvió oscura, alargada y teniendo ganchos en el final de la curva perfecta para engancharse en la carne y desgarrarla. Dejó un beso en el cabello de su ángel, quien sentía el escozor en su espalda, con los sellos lunares brillando en un rojo intenso hasta dejar salir llamas doradas de esas líneas finas.

En un solo movimiento cargado de fuerza, furia y poder, Yoongi descargó su rabia hacia Miguel quien no se veía perturbado por el nuevo ataque, quizá cegado por su propia arrogancia de no aceptar la derrota, pues todos o al menos la mayoría de sus seguidores habían sido asesinados o bien habían huido. El arma divina lanzó por los aires su corte letal, alcanzando su objetivo, obligándolo a detenerse, obteniendo un corte perfecto en diagonal sobre su pecho.

— Ríndete, absurdo intento de Mano izquierda de Dios – alzó la voz el demonio, al mismo tiempo que descendía para estar cerca del cuerpo suspendido de Miguel, que seguía sosteniendo su pecho donde brotaban hilos gruesos de su sangre —. Todo este caos fue provocado por causa tuya.

— Eso no es cierto. Todo lo que ha ocurrido durante el último mileno solo han sido causas y efectos. ¡Esto es todo por tu culpa! – el sudor se le derramaba por la frente, mantenía la respiración agitada, tragando duro y el temblor en su cuerpo demostraba que se encontraba exhausto y muy malherido. La daga que permanecía clavada en su hombro estaba envenenada y con el correr de los minutos se expandía por su cuerpo.

— ¿Me culpas por tu propia arrogancia? – cuestionó Yoongi, alzando una ceja ante el mínimo movimiento que insinuaba una amenaza hacia él o Jimin, aunque solo quedó en un interno fallido, pues un quejido sustituyó toda la agresividad —. No te haces responsable de tus propios pecados y pretendes culpar a otros, vaya enseñanzas las que has tomado por parte del Creador.

Las manos del arcángel se hicieron puños y su poca fuerza de voluntad para atacar de nuevo se vio frustrada al tener la punta de una espada picándole en el centro del pecho.

— Ni siquiera lo intentes, Miguel – declaró con firmeza Namjoon, manteniendo su mirada apacible, con completa determinación de hacerle daño a su hermano —, acepta tus culpas.

— Lo sabía, siempre has estado de su, ¿no es así, Gabriel?

— Estamos del lado de lo justo – espetó Seokjin colocándose del lado derecho de Miguel apuntándolo con su arma para acorralarlo, frunciendo su ceño e impidiéndole moverse – no hagas esto más difícil, todos tus seguidores han sido asesinados o bien se refugiaron para no ser atacados en el medio de la batalla.

— Chamuel – habló con incredulidad, la rabia, consumiéndolo al sentirse traicionado por el único hermano por el cual habría dado todo —, ¿estás con ellos? Del lado de los pecadores, dispuesto a seguir a Gabriel en su traición. ¿Nos darás la espalda? ¿A nuestro padre... a mí?

— Jamás fue tuyo – una voz profunda a su lado izquierdo le hizo regresar la mirada, teniendo a Hoseok sonriendo amplio, lamiendo su labio inferior, acorralándolo de la misma manera que el resto, apuntándolo con su espada —. Seokjin siempre amó a Namjoon, cosa que jamás comprenderé, siendo que es tan aburrido.

Namjoon arrugó su ceño hasta hacer sobresalir tres líneas pronunciadas hacia el demonio, alzando sus cejas en una queja silenciosa de su burla en un momento inapropiado. Hoseok se encogió de hombros, borrando la pequeña sonrisa cuando notó que Miguel usaría la ventaja de su distracción para huir. Sus movimientos lentos lo hicieron retroceder muy apenas, pues terminó chocando con dos cuerpos, uno más fornido que el otro.

Las manos de Jungkook apresaron los brazos de Miguel para inmovilizarlo, y ambos arcángeles junto con el demonio siguieron rodeándolo y apuntando con su arma para que no intentara una estupidez como huir. Pronto unas manos delgadas con dedos huesudos se pasearon de manera lasciva como si se trataran de dos serpientes, reptando por su pecho el aliento cálido en su oreja lo hizo estremecer.

— Creo que esta daga le pertenece a mi conejito de invierno – ronroneó Taehyung, tomando la empuñadura del arma, pero en vez de sacarla la empujó aún más y con su propio poder hizo correr más rápido el veneno, manifestándose en líneas negras en la piel del arcángel, para luego rasgar la carne dejando salir más sangre y al fin desencajarla —. La tomaré para purgarla de tu asquerosa sangre.

— Serán castigados por el juicio de Dios – sus palabras eran arrastradas con el poco aliento que contenía su pecho, con la carne ardiendo por el veneno, una agonía similar a la que recibió con la mordida de la serpiente que le atacó por mandato de Hoseok —. Todos serán eliminados de este plano astral por la mano de nuestro Padre.

El cuerpo tembloroso del arcángel era sostenido por Jungkook quien no estaba dispuesto a dejarlo libre y mucho menos darle la oportunidad de no pagar por todo el dolor que les había hecho padecer; Yoongi se acercó más hasta Miguel, quien ya no podía sostener su cabeza en lo alto, el demonio podía sentir la furia acrecentando el rencor que había resguardado por tantos siglos, pero el toque de Jimin junto con la sensación de tranquilidad que le trasmitía lo persuadía para no asesinar al otro.

Sin esperarlo y bajo la atenta mirada de quienes rodeaban al arcángel, fueron testigos de los grilletes que aparecieron en los brazos, muñecas, cuello, torso, tobillos; fue despojado de sus alas, un acto más para el orgullo de Miguel quien se sentía confundido al sentir lo pesadas que eran las piezas doradas que adornaban su cuerpo representando una sentencia divina.

Todos quienes rodeaban a Miguel se sorprendieron de distinta manera, excepto Yoongi quien gruñó molesto por la intervención divina, poco oportuna, molesta y bastante desconsiderada. ¿Quería quedarse con el crédito de toda esa batalla? ¿Acaso el Creador no había cambiado? Años haciendo padecer a otros para al final robarse protagonismo de algo que él jamás hizo solo observó.

— Miguel – una profunda voz se escuchó proviniendo desde las alturas, donde pronto las nubes le abrieron paso a una figura que para los ojos de la mayoría del grupo reconocía. Jungkook y Taehyung no conocían la imagen del Creador y ambos fruncieron sus ceños al no comprender de quién se trataba, aunque por su voz el menor de los ángeles sí que podía poner en duda lo que estaba frente a sus ojos —, hijo mío, ¿qué has hecho?

— Padre – jadeó el nombre, en un tono esperanzado, alzando la mirada hacia el frente, no logrando ver con claridad el rostro, llenándose de gozo al saber que sería salvado por el Creador del Universo – has venido en mi llamado y mi súplica. 

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