Capítulo 8: Entre decisiones y despedidas
Al día siguiente, Zèphir decide enfrentar sus pensamientos y encontrar claridad. Envía un mensaje a Annette, invitándola a un lugar especial: El Jardín Botánico de Brooklyn.
No es un sitio que él visite con frecuencia, pero siente que necesita un espacio tranquilo para hablar con ella. Cuando Annette llega, lo encuentra sentado bajo un cerezo, con una expresión perdida en sus pensamientos.
Annette.—se acerca con una sonrisa.— Así que tienes un lado romántico. No lo hubiera imaginado.
Zèphir.— la mira con un atisbo de sonrisa.— No soy tan predecible como crees, mas sí necesitaba un lugar así, para lo que voy a decir.
(Annette se sienta a su lado, y por un momento, solo observan las flores alrededor, dejando que el silencio hable por ellos. Finalmente, Zèphir rompe la tensión)
Zèphir.— Annette, hay algo que quiero preguntarte, antes de que sea demasiado tarde. Si tuvieras que elegir entre quedarte aquí o regresar a tu pasado ¿Qué harías?
(Annette lo mira, sorprendida por la pregunta, aunque intenta responder con sinceridad, se da cuenta de que sus propias dudas la persiguen)
Annette.—suspira.— No lo sé. A veces, pienso que vine aquí para demostrarme algo, no obstante, también me pregunto si estoy huyendo de lo que realmente importa.
Zèphir.—asiente lentamente.— Yo siento lo mismo, mi familia me pide que regrese, pero aquí es donde siento que puedo ser yo mismo. Y ahora... siento que tú eres parte de eso.
(El peso de sus palabras, deja a Annette sin habla por un momento, aunque quiere corresponder, algo dentro de ella la detiene; como si temiera que cualquier promesa se rompiera con el tiempo)
Esa misma tarde, mientras Zèphir está solo en su apartamento, recibe otra llamada de Étienne. Esta vez, la voz del abogado es más firme.
Étienne.—sin rodeos.— Tu abuelo está empeorando, Zèphir. Si no regresas ahora, podría ser demasiado tarde para despedirte.
(Zèphir, siente un nudo en el pecho, aunque su relación con su abuelo siempre había sido complicada, la idea de no verlo antes de su partida lo llena de culpa)
Zèphir.—con voz quebrada.—¿Por qué...siempre tiene que ser tan complicado? Yo... necesito tiempo.
Étienne.—con frialdad.— El tiempo, no está de tu lado. Piénsalo bien, Zèphir, no solo se trata de él, sino también de todo lo que está en juego para tu familia.
(Cuando la llamada termina, Zèphir se sienta en su escritorio, incapaz de contener la tormenta de emociones. En su mente, las palabras de Annette y las de Étienne chocan como olas furiosas)
Mientras tanto, Annette encuentra una caja antigua en su apartamento, escondida en la parte más alta de su armario. Dentro, encuentra cartas, que nunca envió a su madre después de mudarse a Nueva York. Una en particular llama su atención:
La carta.—dice.—Querida mamá, sé que nunca entendiste, por qué vine aquí, pero siento que tenía que hacerlo. A veces, me pregunto si alguna vez encontrarás las palabras que dejé aquí, o si simplemente se perderán, como yo me pierdo en esta ciudad...
(Mientras lee la carta, Annette siente que la distancia, que puso entre ella y su familia, también es una barrera que la separa de entenderse a sí misma. Por primera vez en mucho tiempo, considera la posibilidad de volver a casa, aunque sea para cerrar un capítulo)
Esa noche, Zèphir la invita una vez más, para conversar. Esta vez, su tono es diferente, más grave. Cuando Annette llega, él está mirando las luces de la ciudad, como si intentara grabarlas en su memoria.
Annette.—se acerca, preocupada.—¿Qué pasa, Zèphir? ¿Por qué me trajiste aquí?
Zèphir.—sin mirarla, con voz suave.— Voy a regresar a Francia.
(El corazón de Annette se detiene por un momento. Aunque sabía que esto era posible, escuchar las palabras en voz alta la golpea como un martillo)
Annette.—intenta mantener la compostura.— ¿Cuándo?
Zèphir.—finalmente girándose hacia ella.— En dos días. Mi abuelo... no puedo ignorarlo más.
(Annette asiente lentamente, sintiendo que las palabras se atascan en su garganta. Quiere decirle que lo entiende, pero la idea de perderlo la consume.)
Annette.— Supongo que esto es un adiós, entonces.
Zèphir.—dando un paso más cerca de ella.— No quiero que lo sea. Pero no sé cómo seguir dividiendo mi vida entre dos mundos.
(La distancia entre ellos se reduce, hasta que sus miradas se encuentran, Zèphir levanta una mano para acariciar su rostro, y en ese instante, todo lo que no han dicho se vuelve irrelevante. Se besan, un beso cargado de deseo, pero también de despedida)
La mañana siguiente, Annette despierta con una determinación que no había sentido en mucho tiempo, toma su guitarra y se dirige al bar donde trabaja. Esa noche, escribe una canción nueva, una que habla de amor, despedidas y el miedo a dejar ir.
Annette.—canta.— París y Broadway, dos caminos que no saben cruzar, mas entre luces y sombras, tal vez aún nos podamos encontrar...
(La audiencia aplaude con fuerza, pero Annette solo piensa en Zèphir, en si esa canción será la última que él escuche antes de partir)
Por su parte, Zèphir prepara sus maletas, pero no puede evitar mirar por la ventana, esperando que algo, o alguien, lo detenga.
Annette y Zèphir enfrentarán sus decisiones, aunque ninguno de los dos está completamente seguro de lo que quiere, ambos saben que el tiempo se agota.
(Se muestra un avión despegando en el horizonte.... ¿Zèphir estará en aquel avión o el destino aún tiene algo más reservado para ellos?)
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