Capitulo 9
Capitulo 9
Lev:
Abro la puerta trasera del BMW, para el perro que salta dentro, meneando la cola. Le quitó el lazo azul de la correa y le revuelvo el pelaje con las manos, antes de enrollar la correa en mi mano y cierro la puerta, mientras por el rabillo del ojo veo a Kat, que sube del lado del acompañante. Volteo y dejo su maleta en el porta equipaje. Me tomo un segundo para respirar observando el equipaje y suspiro.
«Dos semanas.»
Lleno mis pulmones de aire, antes de dejar salir una exhalación cargada, a la vez que cierro el maletero.
El silencio reina en el vehículo, mientras me deslizó en el asiento del conductor y le extiendo a la chica a mi lado, el arnés del perro que se ha acomodado sobre sus patas, en el asiento trasero.
—Gracias.
Una sola palabra sale de sus labios y por un instante observo su rostro. Sus largas pestañas pobladas, sus labios rosados y su piel perfecta. El cabello lo lleva suelto y la hace lucir más madura, pero no es eso lo que hace evidente que ha habido un cambio en ella. No encuentro las palabras para describirlo, y no sé, si se deba al hecho, de que se ve aún más hermosa de lo que era. «Si es que eso es posible.» Pero definitivamente hay algo más, algo que no logro descifrar aún. O tal vez solo es que estoy demasiado feliz de tenerla aquí otra vez.
Cuando la persona que envié a encargarse de su seguridad, me informo que Kat pensaba regresar, la sangré se me congelo y mi pecho se estremeció de ansiedad. He contado las horas y los minutos desde que supe que volvería a verla. Mi pequeña e impulsiva Bambi, tomando decisiones de último momento, tan propio de ella.
—No es nada. Pareces un gran perro. —Respondo mientras enciendo el motor del coche y ella me mira enarcando una ceja.
De inmediato me doy cuenta de mi error y sintiéndome un perfecto idiota, volteo hacia ella.
—Es decir... Blue, el es un gran perro. No tu-Explico y enarca aún más la ceja—porque, claro que estaba hablando del perro, no creas que me refería a ti, solo...
«¡Mierda Lev!»
De pronto se ríe a carcajadas y asiente, pero a juzgar por como juega con sus dedos en la correa de blue, sin dejar de reír, se siente tan nerviosa como me siento yo. Lo cual en ella lo acepto, es parte de su personalidad. ¿pero en mi?
—Se lo que intentabas decir Lev.—Vuelve a reír y cada que lo hace, el calor se extiende por mi pecho, calentando cada helado rincón.
Reprimo todo lo que puedo una risa, pero fracaso por completo y acabo carcajeándome de mi mismo, mientras sacudo la cabeza y enciendo el radio.
Kat abre su ventanilla y hago lo mismo dejando que la brisa fresca de la tarde, se cuele dentro del vehículo, alivianando el ambiente, mientras "one number away ", de Luke Combs suena y le subo el volumen, sintiendo los ojos de Kat que se fijan un instante en mi y luego en el radio antes de volver a apartar la mirada hacia la ventanilla.
Se siente irreal que esté aquí, y mientras recorro la carretera rodeada de campo, me siento liviano, de a ratos no puedo contenerme y la observo de forma disimulada. Cuando saca su teléfono aprovecho su distracción, para detallarla un poco mas con la mirada. Está demasiado concentrada tecleando algo en su celular y no nota mi escrutinio, pero temiendo volver a hacer el ridículo o incomodarla, hago todo lo posible por mantener la mirada en el camino, incluso cuando ella suspira tirando la cabeza hacia atrás del asiento, y cierra los ojos.
—¿Todo en orden? Luces cansada.
«Claro que está cansada Lev... fue un vuelo largo.»
—Si, solo estoy cansada. —Responde aún con los ojos cerrados.
Vuelve a suspirar y con la cabeza aun echada hacia atrás, ladea el rostro y me mira, al tiempo que hace un gesto con la mano señalando mi rostro.
—¿Qué te paso ahí?
Me tocó la zona del pómulo, justo bajo la vieja cicatriz. Y por un momento pienso en que responder, ya que confesarle que ebrio, me metí en una pelea callejera, no está en mis planes. Y conociéndola como la conozco, no le hará gracia. Ni es un tema de conversación que quiera implementar con quien acaba de regresar, luego de años de ausencia.
—No es nada. Aún me estoy adaptando a mi nueva casa.—comento casual- algunos muebles deberían estar mas altos.
Me observa un instante y le sostengo la mirada, observando esos ojos azules, que tanto he esperado y soñado volver a ver. Hasta que es ella, quien aparta la mirada y entonces vuelvo mi atención al caminó otra vez.
—Si... supe que te habías mudado. Asumo que querías algo más de... privacidad.
La forma en la que lo dice, me hace juntar el ceño y le doy una mirada rápida, observando como su expresión parece decaer por un instante.
«¿Qué fue lo que dije?»
—En realidad es un sitio demasiado grande para una sola persona.—Explico y está vez se gira de golpe mirándome con las cejas levantadas.—Pero, está más cerca de los clubes que debo visitar cuando tengo que trabajar.
—¿Vives... solo? —me mira aparentemente sorprendida y enarco una ceja, mirándola rápidamente—Es decir... mmm bien por ti, supongo. La soledad es buena, no todo el tiempo, claro. Pero lo es a veces.
La veo morderse el labio inferior y aunque no comprendo nada del porque, de este mini interrogatorio sobre mi nueva casa, el solo verla intentando contener una sonrisa, o el simple hecho, de que esté hablando conmigo, como si no hubiese pasado el tiempo, me hacen seguirle el hilo de la conversación.
—Por supuesto que vivo solo. Y estoy de acuerdo contigo, la soledad no siempre es mala, recuerda que la gente, nunca ha sido lo mío.
Aparta la mirada hacia la ventana, y su rostro se refleja en el vidrio, dónde la veo intentar esconder una sonrisa.
—Si... supongo que algunas cosas no cambian. ¿verdad?
«Si solo supieras pequeña.»
—Supongo que no. —Murmuro volviendo a mirar al frente.
***
Veinte minutos después, y tan pronto atravieso los grandes portones, Kat se endereza en el asiento, mirando todo a su alrededor con una enorme sonrisa en su rostro. Detengo el coche justo frente a la entrada y la observo mirar hacia la entrada principal, sin borrar la sonrisa de su rostro. El verla sonreír como lo hace, me resulta contagioso y en pocos segundos también estoy sonriendo. Apoyo el brazo en mi asiento, girándome para verla y le apartó un mechón de cabello de la mejilla con mi dedo.
—Al fin en casa pequeña Bambi—Digo contemplando su expresión—luces animada.
—Lo estoy. No tenía idea de lo mucho que he extrañado este lugar.
Ni siquiera se inmuta de mi tacto cuando le apartó el cabello del hombro y mi ceño se junta, cuando veo el pequeño tatuaje justo detrás del lóbulo de su oreja. «El cual obviamente no tenía la ultima vez que la vi.» El pequeño corazón, es casi diminuto y completamente negro, pero en ella luce demasiado adorable y delicado.
—A veces uno no sabe cuanto puede añorar algo, hasta que lo tiene demasiado lejos, como para alcanzarlo.—Murmuro con la mirada en el pequeño corazón negro.
Sus ojos se clavan en mi cuando me mira y le sonrió apartando mi mano.
—Hora de saludar a la familia pequeña. —Aviso y bajo del coche rodeándolo para abrirle su puerta, me agradece con una sonrisa y un asentimiento y se apresura a sacar la correa del perro al cual también le abro la puerta.
Blue salta del coche, sacudiéndose para todos lados, mientras lloriquea y salta aparentemente queriendo jugar, pero Kat está centrada acomodándose el bolso en el hombro, mientras el perro sigue saltando a su alrededor eufórico.
Espero que le coloque la correa para tomar su maleta, pero no lo hace, la guarda en el bolso y en cambio chasquea los dedos y le señala el piso, al animal que simplemente se sienta como una estatua, dejando fuera la rosada lengua que le cuelga a un lado del hocico. Alzo una ceja sorprendido por la hazaña del animal y de mi pequeña bambi, que ni siquiera tuvo que emitir palabra para controlarlo.
Sacudo la cabeza tras tomar la maleta del portaequipaje, y le hago un gesto con la mano para que pase primero, sus labios se extienden en una amplia sonrisa cuando mira la entrada de su casa.
—Vamos Blue.
Anima al perro palmeándole un lado del lomo y el la sigue moviendo la cola, pero completamente calmado. Y como si la orden fuera para ambos, también me muevo detrás suyo. Saludo con un asentimiento a varios guardias que rondan la propiedad y que abren grandes los ojos cuando ven a la chica que los saluda tan amable como siempre alzando la palma de su mano y regalando sonrisas a todo el que la mira.
«Luz.»
La palabra aborda mi mente mientras veo su espalda. Eso es Kat, un gran foco de luz brillante y cálida.
—Ya Micky... aquí no.
—¿Por qué no? Estamos solos Malyshka.
Ambos avanzamos dentro de la casa hacia donde provienen las voces que cuchichean y se ríen.
—Señora Kiar...
Kat me cubre la boca con la mano y me hace un gesto llevándose un dedo a los labios, en señal de que guarde silencio, a lo cual asiento cuando entiendo lo que pretende.
Sus ojos se fijan en los míos y por un instante se queda inmóvil, es demasiado pequeña a mi lado, pero aún así el tacto de su mano cubriendo mis labios se siente como una caricia perfecta y cálida, aún cuando está de puntillas. De pronto mira entre los dos, y acto seguido se aparta de golpe, aclarándose la garganta y sigue caminando; ambos rodeamos la gran mesa de roble lustrado, y nos adentramos por el pasillo hacia el área de la cocina, las voces han cesado y cuando llegamos a la entrada de la cocina me paralizó con la escena que nos recibe.
La señora Kiara está sentada sobre la encimera de la cocina, el Pakhan está de pie, acomodado entre las piernas de su esposa, mientras la besa sujetándola del cabello.
—¡Dios santo! voy a necesitar mucha terapia luego de ver esto.
Miro a Kat que se cubre los ojos con las manos y sus padres saltan de golpe, mientras que el Pakhan voltea hacia nosotros completamente sorprendido.
« Gracias al cielo, que están vestidos.»
—¿Pero que...? ¿Kat? —Indaga y su hija se aparta suavemente las manos de la cara, regalándole una sonrisa traviesa.
—¡Sorpresa!—Grita alzando las manos y dejando caer el bolso al suelo.
—¡Dios mío! ¡Es mi pequeña, es mi pequeña, Micky!—Chilla emocionada la señora Kiara, que sale disparada hacia su hija, que también se apresura para dejar que su mamá la abrace.
El Pakhan parece incrédulo y me mira por un momento, luego baja la mirada a la maleta en mi mano y encojo un hombro, luego mira al perro y vuelve a mirar a su hija cuando al fin su madre la libera y se voltea hacia el.
—¡Papi!
El Pakhan abre sus brazos para atrapar a la niña que se lanza sobre el, abrazándolo con fuerza, logrando que el la alce en brazos, como a una niña pequeña.
La escena se siente tan familiar, que no puedo apartar mis ojos de ellos, viendo como rodean a su hija, completamente encantados con la sorpresa de tenerla otra vez en casa.
La abrazan y la llenan de amor, en un instante que parece eterno, mientras los observo ajeno a la escena. Y mientras lo hago, no puedo evitar pensar en si de haber nacido niña, mis padres tal vez, hubiesen sido algo diferentes conmigo. Aunque pensándolo bien, posiblemente me hubiesen vendido como mercancía barata al mejor postor.
—Lev, lo siento no te vi, cariño. Entra. —Me saluda la mujer que aún tiene las mejillas sonrojadas, mientras me señala la silla frente a la mesa para que tome asiento y me sonrie.
Kat y sus padres se sientan y tras dejar la maleta junto a una pequeña encimera de mármol, también lo hago, ocupando el espacio vacío junto a la chica que no ha dejado de sonreír desde que llegó.
—¿Por qué no nos dijiste que llegabas? —indaga su mamá -¡Pudimos ir por ti!
—Era sorpresa, de hecho, fue una decisión apurada. No sé lo dije a nadie.
—¿Nadie en Rusia sabía que venías?—Pregunta el padre y ella niega con la cabeza.
—No. Ese es el punto de una sorpresa, papi.
De inmediato el Pakhan fija sus ojos en mi que volteo la mirada al perro, que se acerca y apoya su cabeza en mi pierna. Mi ceño se junta y lo observo cuando me mira sin mover la cabeza de mi pierna, logrando que le pase la palma de la mano por el lomo.
La familia sigue conversando y el tiempo pasa rápido cuando me mantengo en silencio, observándolos interactuar. Kat les cuenta de sus clases de danza, de la universidad a la que está yendo, de todo lo que ha hecho este tiempo y de sus aparentemente nuevos amigos.
—Lily sigue siendo un imán para los problemas, deberías verla enloquecer a su guarda espaldas y Jer... bueno el es algo callado, y no tan alocado como ella, pero es agradable.
Mientras Kat sigue charlando, bebo un sorbo de café, que dejo la esposa del Pakhan frente a mi, junto a unas arepas dulces, rellenas de queso.
«Nunca se lo he dicho, pero Sasha no se equivoca cuando dice que la comida de su madre, sabe como un manjar de los dioses.»
Miro la hora en el reloj en mi muñeca y suspiro, las horas han pasado rápido y cuando veo por la ventana el sol, que ya se está ocultando, la sensación de ansiedad que tenía días atrás vuelve.
No quiero marcharme aún, volver a mi apagado y desierto apartamento ,luego de compartir con casi toda la familia no es algo que me entusiasme demasiado, pero es justo que compartan tiempo a solas en familia. También tengo algo de trabajo que hacer, pero...
—¡Oye Lev! Prepare tu estofado favorito. ¿porque no te quedas a cenar?
La señora Kiara me saca de mis pensamientos y me rasco la nuca algo incómodo, cuando siento que todos me miran. El Pakhan asiente dándome a entender que me quiere aquí y vuelvo a mirar a Kat que en cambio parece distraída observando a su alrededor, como si buscará algo diferente en el lugar.
Supongo que el estar tanto tiempo lejos, le ha hecho extrañar hasta los más mínimos detalles de su hogar.
—En realidad, tengo trabajo, y...
—Tonterías muchacho. No hay trabajo que sea más importante que la familia.
Kat me mira y vuelvo la mirada al hombre que sigue mirándome hasta que asiento.
***
La cena transcurre entre risas y charlas amenas que se extienden hasta la tarde noche, todos parecen felices e incluso yo mismo me encuentro riendo a carcajadas con las anécdotas que cuenta Kat, sobre su estancia en los Ángeles, con los Larusso.
—¿Me estás diciendo que Larusso le teme a su esposa cuando se enfada?
—¡Te lo juro, papá! Cuando ella vio que el estaba herido enloqueció, Lily tuvo que interferir para que no siguiera gritándole al pobre hombre. La tía Lucy es un cielo, pero cuando se enfada es de temer. —Kat finge un escalofrío llevándose una fresa a la boca.
—Quien lo diría, el Capo de los Ángeles, está siendo dominado por una mujer. No puedo creer que lo mangonee como a un monigote, casi siento pena por ese bastardo engreido. Pero en fin, eso pasa cuando te dejas tomar por los huev..
—¿A si? ¿Y eso que tendría de malo? Su mujer estaba preocupada por el, ya no están en edad de salir a pelear por ahí o a lo que sea que hagan los hombres cuando salen de juerga, es natural su reacción.-Su esposa se cruza de brazos alzando una ceja y el Pakhan casi palidece.
—Claro Malyshka —Carraspea—completamente entendible. Es por eso que evito el trabajo de campo. Nunca te haría pasar un coraje así. -Le besa la mano y Kat me da una mirada cómplice, cuando su mamá cambia la expresión asesina, a una más relajada y sonriente.
—Lo se papacito, es que me he ganado el cielo contigo. —Besa su mejilla y apartó la mirada intentando no reír, cuando el Pakhan suspira obviamente aliviado.
Mi teléfono suena en mi bolsillo y lo tomo fijando la mirada en el nombre de la persona que llama, le doy al botón rojo, pero vuelven a insistir y dejo salir un bufido, poniéndome de pie.
—Lo siento. Tengo que responder. —Me excuso y salgo de la habitación en dirección a la sala.
—¿¡Qué!?
—Lamento la insistencia sombra, solo quería saber si todo iba bien y...
—¡Tu y yo hablaremos después, tienes mucho que explicar!—Farfullo entre dientes sosteniendo el teléfono pegado a la oreja.
—Bien. Lamento haberlo molestado, si necesita algo más, estoy a las ordenes.
La línea se corta y me tomo el puente de la nariz, dejándome caer un instante, sobre el sofá a mi lado. El teléfono aún cuelga de mi mano y me tomo un segundo para tirar la cabeza hacia atrás y cerrar los ojos.
Suspiro, y me relajo un instante. Ella está aquí, a solo pasos de mi, en la otra habitación, con su familia. Ha regresado y con ella, lo ha hecho esa sensación cálida en mi pecho.
Sonrió aún con los ojos cerrados y no logro contener el bostezo que se me escapa. Ni siquiera recuerdo cuando fue la última noche en la que he dormido bien. El cansancio me aplasta de golpe y mis músculos pierden fuerza mientras siento que me apago poco a poco.
¿Cómo están mis bellas y fieles lectoras? Aquí estamos nuevamente con otro capitulo de "El corazón del mafioso." Espero que les guste y nos vemos nuevamente el lunes próximo.
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