capitulo 38
Capitulo 38
Lev:
Volteo la silla de hierro y me siento en ella, apoyando los brazos en el respaldo mientras suelto el humo del habano en el rostro del maldito traidor que me mira con los ojos brillantes y enrojecidos por las lágrimas que intenta contener. Tiene la cara amorotonada, un ojo hinchado, el labio roto, al igual que la ceja de la cual una larga y fina gota de sangre, resbala hacia un lado de su rostro perdiéndose en su cuello. Las manos las tiene amarradas desde las muñecas a los posa brazos de la silla en la que también lo tengo engrilletado desde los tobillos.
«Solo por si acaso»
No hay escapatoria, este lugar lo compre hace ya muchos años, cuando empecé a cazar a todos los bastardos degenerados que pretendieron poner sus manos sobre lo que no debían. Perdí la cuenta de a cuántos prototipos de posibles esposos para Kat, han pasado por este viejo aserradero. Un lugar alejado e inhóspito, en medio de la nada, completamente alejado de la ciudad y a no menos de 50 kilómetros del pueblo más cercano. Por lo demás, solo nos rodea un gran lago y más naturaleza boscosa. El lugar ideal para hacer lo que quieras, con quién quieras y claro, sin ser interrumpido.
Vuelvo a soltar el humo del habano mirando al infeliz que se queja en su silla. No puedo culparlo, el alambre de púas en sus muñecas debe estar cortándole la carne y eso debe arder como la mierda.
El olor a sangre, y sudor que desprende se mezclan con el temor que intenta disimular lanzándome una mirada amenazante, que no provoca más que hacerme reír para mis adentros. «Es solo un imbécil » Me digo a mi mismo. «Pero es un imbécil que puso en peligro la vida de Kat, y casi hace que te rompas el maldito cuello.» La vocecita en mi cabeza me recuerda los recientes acontecimientos, y me saco el cigarro de la boca para mirarlo, detallando al mal nacido.
Recuerdo los ojos asustados de ella cuando desperté, el que toda la maldita familia estuviese ahí... incluso me tomo un momento reaccionar y entender lo preocupados que estaban por mi.
"—¿Cómo que por qué? Estábamos todos preocupados por ti."
"—Siempre has sido torpe."
La voz de Kat y luego Sasha, me hace sonreír levemente, el recuerdo de las miradas tensas y luego el alivio en sus ojos cuando me vieron salir de la habitación tomado de la mano de Kat. Ellos estaban preocupados, por mi... y eso me hace hervir la sangre. No tenían que hacerlo, yo soy quien debe protegerlos a ellos, yo soy quien debe erradicar las amenazas, y esta vez falle. Me tomaron desprevenido, tal y como años atrás cuando le dispararon a Sasha, pero no volverá a pasar, voy a deshacerme de todos estos hijos de puta se una vez y para siempre, no puedo darme el lujo de poner a la única familia que he conocido en peligro. Kat estuvo en riesgo, aunque ella no lo sepa.
Si ella hubiese estado conmigo en mi motocicleta cuando tuve el accidente, podría haber salido herida, de cierta forma agradezco el que se haya molestado conmigo, porque si algo malo le hubiese pasado a ella, nunca me lo habría perdonado. Cuando el Pakhan, Sasha y yo revisamos las cintas de vigilancia que nos enseñó el jefe de seguridad de la mansión, en donde aparecía el imbécil que tengo enfrente arrodillado cortando los cables de los frenos de mi moto, la ira encendió automáticamente mi deseo de matar. El día anterior Kat había estado en la piscina tomando el sol, sentada con los pies en el agua, leyendo y ese bastardo había estado en el área. Ni siquiera debería estar allí, Otto, el chico que tengo ahora frente a mi, es solo un guardia que vigila el primer anillo de seguridad que da a la mansión, los que vigilan esa área nunca pasan del segundo anillo. Solo los hombres de más confianza para el Pakhan están autorizados a merodear cerca de la familia y solo porque es estrictamente necesito mantener vigilancia las veinticuatro horas del día. Así que ver al imbécil cerca de Kat, solo me hizo enfurecer más. El pudo intentar algo en ese instante y la sola idea me hace arder la sangre. Aunque pensándolo bien, nadie sería tan imbécil, habían más guardias en la lejanía, bastaría solo un grito de Kat y un ejército lo habría aplastado como una cucaracha, pero aún así, la imagen de el acechándola me enfurece.
En las cámaras se lo ve pasar cerca y observarla desde un lado de los arbustos, mientras ella leía sentada en una tumbona frente a la piscina, y luego acercarse al borde donde dejo las piernas reposar en el agua, completamente ajena al bastardo que la espiaba. Mi pequeña Bambi ni siquiera lo noto, incluso cuando el hijo de perra le tomo varias fotografías con la cámara de su celular.
«¡Mátalo!»
Las voces no se apagan, y el asesino sanguinario que vive en mi, me pide... no, me exige que derrame la sangre del infeliz que tengo frente a mi.
—¿Dónde esta?
No necesito mencionar el nombre de la persona a la cual me refiero, y por la mirada que me da el hombre ensangrentado que jadea agitado, se que sabe exactamente de quién estoy hablando.
Alza el mentón, y el cabello rubio humedecido le cae sobre el rostro cuando me mira y una sonrisa idiota y tensa tira de sus labios manchados de carmesí.
—No soy idiota. —Farfulla con dificultad.— Cuando te diga lo que quieres saber, me matarás.
«Muy perspicaz para ser un simple cadáver.»
—Le tomaste fotos a mi mujer, espiaste en su casa e intentaste matarme.—enumero— Te matare de todas formas.
Una risa nerviosa se forma en su patético rostro y estrecho los ojos cuando lo veo menear la cabeza de un lado al otro.
—Mátame de una vez sombra, no voy a decirte nada. No lo haré porque no se dónde está, pero si se algo...
Levanta la cabeza y fija sus ojos en los míos, la mirada oscura que me dedica me dice que no saldrá nada bueno de su boca.
—El dijo...— Jadea— que su destino será como el de Clara, y que la enterrara, así como tú enterraste a su hijo.
Las palabras abandonan sus labios tan rápido como mi trasero el asiento de la silla. Mi puño impacta con una violencia desmedida en el rostro del hijo de perra, arrastrándolo hacia atrás con un fuerte chirrido de la silla, haciendo que caiga con silla incluida de espaldas sobre el concreto. La ira me descontrola y acabo apoyando mi bota en el cuello cuando se ríe.
—Estas jodido sombra, Alexei te conoce, no debiste matar a Yago. Cuando la princesa muera, solo abra un responsable y ese serás tu. —Me escupe sonriente y luego suelta una carcajada. —Que me mates no cambiará su final, porque...
Mi bota presiona su cuello y las palabras mueren a medio camino, los músculos me queman y siento que todo mi cuerpo es una enorme masa de piedra rígida y pesada cuando presiono la garganta de Otto con mi pie, viendo como lucha por respirar. Con mi pie aun en su garganta, me inclino agachándome hacia el, le sujeto por el cabello y lo miro a los ojos.
—Si Alexei me conoce tanto como cree, entonces sabe que nadie la va a tocar jamás —Espeto sin poder contener la ira— Especialmente el, porque le voy a separar la cabeza del maldito cuerpo.
Aprieto más fuerte su cuello con mi pie, y luego me saco el cigarro de la boca, suelto el humo en su cara y sin aviso presiono el cigarro en la pupila del bastardo que se sacude cuando entierro mi habano en su ojo, luego me pongo de pie y tomo de la pata de la silla donde cuelga una cadena, el sigue quejándose mientras lo arrastro por el suelo, pero me da igual, me hartó. Y no dirá nada útil, porque simplemente no lo sabe, Alexei solo lo ha utilizado como a un peón más, para que haga su voluntad y me lo escupa en la cara. El contaba con que lo encontrarán y sabía que lo iba a matar. Intenta intimidarme dándome a entender que puede comprar incluso a la gente del Pakhan, y tal vez pueda que si se verdad, nadie es de confianza al cien porciento, pero hay una persona que se que nunca se venderá y esa es la razón por la que le he confiado la seguridad de mi mujer. Del resto me encargo yo.
Alzo al bastardo con ambas manos y azotó la espalda de la silla sobre la plancha de madera, medio levanta la cabeza aturdido, y su ojo sano se abre por completo mientras se retuerce mirando la sierra industrial frente a su entrepierna.
—¡No! Hijo de perra demente, suéltame loco infeliz —Gruñe aterrado y no respondo, mientras me volteo a conectar la máquina.
Me ha hecho enfadar, pocas veces pierdo la paciencia pero últimamente he tenido muchas cosas en la cabeza y a decir verdad, si me duele tanto la cabeza ahora mismo, la culpa es de este hijo de perra que casi hace que me rompa el cráneo.
—Dijiste que te daba igual morir.—Digo cuando me acerco con el interruptor metálico en la mano—Pero hay muchas formas de morir Otto, y creo que no lo pensaste muy bien cuando abriste la boca.
Grita y maldice mientras se sacude en la silla, sabe que llegó su fin, en especial cuando presiono el botón rojo y la enorme y filosa cierra se pone en marcha, la plancha empuja el cuerpo del bastardo en dirección a la hojas filosas que se utilizan para cortar troncos y me mantengo allí, observando al bastardo que poco a poco y en medio de frutos y lamentos, es cortado a la mitad. Y cuando el filo empieza a separar su cuerpo en dos, no me molestó en apartarme, la sangre me salpica la camisa, el cuello, el rostro y los pantalones, pero de todas formas me mantengo allí, en silencio mientras mi mente repite que una amenaza ya ha sido neutralizada.
***
Cuando pongo un pie dentro de mi apartamento, lanzo las llaves del coche sobre la mesa de vidrio junto a la entrada. Mi motocicleta está inutilizada hasta dentro de dos o tres días y no me ha quedado otra opción mas que usar uno de los coches que pocas veces me molestó en usar. Siempre me ha gustado el sonido liberador de una buena motocicleta, el aire que azota mi rostro cuando voy conduciendo, la libertad que se respira. «Si ... supongo que estoy algo demente después de todo.»
Me quito la chaqueta y la lanzo sobre la cama, la tela camisa azul oscuro, está salpicada de sangre y acabo por lanzarla a la papelera antes de meterme dentro del baño desabrochando el cinturón de mis pantalones. Una vez en la cabina de hidromasaje, enciendo el aparato y los chorros de agua hirviendo golpean contra mi espalda agarrotada, me lavo el cabello y me quito la sangre del cuello, manos y brazos, por un momento me miró las manos, las mismas manos con las que acaricio y recorro la piel de Kat, sin las mismas que uso para matará a sangre fría, pero es necesario, no puedo dejar que nadie la lastime, toda mi vida la gente dudado a esto, a mantenerla a salvo, no voy a fallar ahora.
Suspiro mientras el agua aún me cae encima. Mi puño y mi frente se pegan a la pared mientras dejo que el agua haga lo suyo por un instante.
«No va a tocarla, nadie va a tocarla. »
No soy un hombre que le tema a algo, anteriormente lo fui, pero ya no. Aunque aún recuerdo al pequeño debilucho que se escondía por los rincones de la mansión, el que se asustaba en medio de la noche y mojaba la cama, aquel pequeño al que incluso tuvieron que ponerle una cama extra en la habitación de Sasha, porque solo así dejaba de despertar en medio de gritos en la madrugada.
La señora Kiara jamás me regaño por eso, solo sugirió que sería bueno que durmiera con Sasha para que entre ambos espantáramos a los fantasmas que me asustaban. Recuerdo que no le respondí, nunca lo hacía, porque aunque ella era extremadamente dulce y cariñosa, también le temía, supongo que en aquel tiempo todo me aterraba, pero ya no, hoy no siento miedo a nada, no temo a la oscuridad, no le temo a los fantasmas y definitivamente no le temo a los monstruos porque... yo mismo me he convertido en uno. Solo hay una cosa en la vida a la que le temo y eso es a perder a Kat. Si a ella le ocurriese algo, alguna vez...
El sonido de unos pasos fuera del baño me ponen alerta, junto el ceño saliendo de los pensamientos intrusivos de mi mente y tomo una toalla con la que me envuelvo la cintura, agarro una Glock que guardo debajo del lavabo y con mis pies descalzos recorro todo el lugar, hasta la habitación, mi cabello gotea agua que cae sobre mi pecho, y cuando una sombra atraviesa la habitación a un lado de mi lo sujeto del cuello y lo arrastró hacia la pared clavando el cañón de mi arma en su cien.
—Mmm... ¿Entonces te gusta rudo amor?
Parpadeo y aparto de inmediato el arma, mirando alucinado los bellos ojos azules de la mujer que me mira y sonríe frente a mi. «Kat»
—¡Dios santo amor! Casi...
Apartó mi mano de su cuello y se ríe buscando mis ojos, mientras lanzo el arma encima de la cama.
—Casi, nada. No ibas a hacerme daño.
La miro y suspiro, claro que no iba a hacerle daño, no a propósito, pero pude lastimarla.
—¿Cómo entraste? —Pregunto confundido.
Kat levanta el juego de llaves que recuerdo le entregue una vez a Sasha, por su acaso y sonrío detallando como sus ojos me recorren el torso desnudo. Pasa saliva cuando soy un paso hacia ella y levanta la mirada.
—¿Disfrutando la vista?—La provoco—¿Te colaste en mi apartamento para atraparme así? —Me señalo y se ríe pero niega rápidamente con la cabeza.
—N-no... claro que no.
Su voz ahora suena nerviosa y me arranca una sonrisa, cuando la veo deslizar su lengua entre mis labios.
—Vine porque...
Su voz se corta cuando mi dedo recorre su hombro, suavemente descendiendo por su brazo hasta su muñeca, dónde tomo su mano y la coloco sobre mi pecho húmedo y desnudo. «Necesito sentirla.»
Siempre he odiado que me toquen, pero que ella lo haga, siempre ha despertado un embriagador sentimiento de paz en mi. Desde que éramos pequeños, nunca comprendí como su toque no me formaba un problema para mí, al contrario era una necesidad y me hacía sentir... normal.
—Te fuiste y no dijiste nada, aún estás recuperándote y...
Baja la mirada a mi muñeca dónde ya no llevo la venda y junta el ceño antes de volver a mirar mi rostro.
—Me ocupaba de algo, lamento haberte preocupado, no...
—¿No pudiste esperar para matarlo verdad?
El tono de voz cambia a una de reclamo y cuando aparta su mano de mi, como si acabase de recordar el motivo que la trajo aquí, se que está molesta.
—Necesitaba asegurarme que estabas a salvo, no puedo dejar que un demente que se ha colado en tu casa ande así como así por ahí, es peligroso para ti y...
—Lo se, pero pudo hacerlo alguien más, no tenías que ser tu. Aún no estás bien. —Se cruza de brazos y me mira enarcando una ceja antes de señalarme— Y te recuerdo que ese demente casi te mata a ti también. Y tú en lugar de estar descansando, te vas a perseguirlo.
Parpadeo observando a la pequeña mujer que me regaña como nunca nadie lo ha hecho y por tonto que parezca y aunque me provoca gracia al ver su expresión molesta, me contengo temiendo que acabe por ser ella quien me rompa el cráneo. La lámpara de mi mesa de noche está muy cerca y ella está de verdad muy molesta.
«Si claro Lev... como si una niña tan dulce como Kat fuera capaz de hacer algo así.»
—Estoy bien amor, lo prometo, mejor dejemos este tema y dime cómo te ha ido a ti la reunión y ...
—Te has puesto en riesgo—Me regaña, cortando mis palabras otra vez— Cuidas de mi, y te amo por eso, ¡pero te olvidas que tú también importas!
Una bofetada me habría sacudido menos. Escucharla decirme que me ama, no deja de ser una sacudón de adrenalina cada vez que pronuncia esas palabras.
—Amor... no...
—No me digas amor, estoy molesta contigo.
Sus labios forman un mohín adorable y no puedo evitar suspirar dejando caer mis hombros antes de volver a acercarme y atraerla con mi brazo rodeándole la cintura.
—¿Qué tan molesta del uno al diez?
Deslizo mi nariz por su mejilla y dejo un suave beso en la curva de su cuello.
—Oh, no. ¡No está vez, Sakharov!—Intenta resistir pero se ríe y me empuja suavemente del pecho, logrando que me ría junto con ella.
&Ya no te enfades conmigo. —me hago el tonto volviendo a tomarla de la cintura y beso su barbilla.—Tu lo has dicho, aún estoy convaleciente, necesito amor.
Enarca una ceja y suelta una risita, envolviendo sus brazos sobre mis hombros y pasándome las manos por el pelo. Sus ojos encuentran los míos y le sonrío provocándola, vuelvo a besar su mentón y deja salir un suspiro, antes de mirarme, estudiando mi rostro y apartar el cabello que cae sobre mi frente .
—¿Qué voy a hacer contigo?— Susurra recorriendo mi rostro con la mirada, sin dejar de peinar mi cabello empapado.
— Puedes hacer lo que quieras.— Le respondo y se ríe cuando la levanto, metiendo mis manos debajo de sus muslos y ella envuelve sus piernas en mi cintura mientras le pego la espalda a la pared para besarla.
Sus labios siempre serán mi hogar, y me voy a asegurar de que siempre esté a salvo, a si sea lo último que haga.
—Sabes... Estaba tomando una ducha justo cuando llegaste.—Murmuro sugerente sobre sus labios y asiente— ¿Qué tal si me acompañas? Aún me duele el brazo.
Se ríe sobre mi boca y sujeta el cabello de mi nuca antes de besarme otra vez con más fiereza mientras la llevo conmigo a cuestas otra vez en dirección a la ducha.
***
Chicas ¿como están?
Aquí dejo el capítulo 38, lamento mucho la demora, estoy con algunas cositas y no llegaba con la actualización. Espero que les guste, se nos viene la despedida ✨
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Pd: Menos mal que Kat, iba a matar a Lev 😏
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