capitulo 13
Lev:
Con la chica inconsciente en mis brazos me dirijo hacia la salida del club, y tan pronto cruzo la puerta, junto al guardia, Yakov se me atraviesa. Paso por alto que trae la chaqueta desarreglada, al igual que el cabello y el labio sangrando.
—¡Sombra! ¿Qué ha pasado? —Fija la mirada en Kat y pasa saliva —Las cosas se complicaron demasiado aquí fuera, solo la dejé un minuto y...
La mirada fulminante que le dedico lo hace cerrar la boca y pasar saliva, la ira emana de mis poros como vapor caliente y mi mandíbula está tan apretada que mis dientes casi crujen por la presión.
En este momento estoy tan furioso que soy capaz de matar a cualquiera, y lo haría, empezando por el imbécil que no se que demonios estaba haciendo en mi club, pero Kat esta primero, y me urge sacarla de aquí.
—¡Las llaves de tu coche! ¡Ya! —Ladro al límite de mi cordura y sin dar explicaciones.
Apresurado se mete las manos en el bolsillo y saca el juego de llaves que le arrebato de las manos, mientras ajusto mi agarre sobre la chica que mantiene la cabeza recostada a mi pecho y divaga incoherencias.
—Yago estuvo aquí—señalo y baja la mirada a Kat que me toca la cara como una niña pequeña—Si vuelve a entrar, si pasa por la puerta si quiera, me llamas de inmediato.
—Como ordene.
Lo escucho murmurar a medida que me alejo y sigo mi camino hacia su coche. Kat mueve la cabeza adormilada cuando su mano cae de mi rostro, y cuando la deslizó con suavidad en el asiento del acompañante del Audi deportivo, la escucho murmurar algo similar a una protesta juntando el ceño, le coloco el cinturón de seguridad y cierro la puerta antes de rodear el coche. Con la chaqueta que me quito la cubro del frío y enciendo la calefacción, piso el acelerador y el motor ruge cuando salgo a toda velocidad del estacionamiento hacia la carretera.
Mientras recorro las calles mi mente viaja la velocidad de la luz, no hay forma alguna de que la lleve en este estado a la mansión, y definitivamente no puedo volver con Sasha o querrá salir a cazar a ese bastardo. Y en este momento, por mucho que quiera rebanar el cuello a ese hijo de puta, no pienso volver a dejar sola a Kat.
No tenía idea de que Yago había regresado a Rusia, se marcho hace años y creí que no volvería a verlo jamás. «No después de lo que hizo.»
El bastardo es un experto seduciendo y manipulando mujeres, « fue entrenado para eso» pero cuando no obtiene lo que quiere, se vale de cualquier artimaña o método poco ortodoxo, como drogarlas para luego abusar de ellas, o entregarlas a algún traficante. Cuando lo descubrí intenté deshacerme de el, pero no lo encontré, poco tiempo después supe que se había metido con la chica equivocada. «Idiota» mira que intentar abusar de una de las hijas de Vladimir Petrov, hay que ser demasiado imbécil, el hombre es un sádico, y es prácticamente quien controla el área mas baja y repugnante de la ciudad; las jaulas de pelea, y apuestas, es una escoria pero no mortifica mujeres, ni se mete con niños, y también es uno de los ex socios del Pakhan. El hombre puso precio a la cabeza de Yago y el bastado escapo como el cobarde que es antes, de que yo mismo pudiera poner mis manos sobre el. Por lo mismo, el hecho de que esté en la ciudad no me gusta y muchísimo menos que se haya acercado a Kat.
«¡Maldito hijo de perra!»
"—Mírala Lev, mira como jadea, le gusta. Solo ve... Podrías ser tu, pero eres un jodido cobarde. ¡Una vergüenza para nuestra familia!
Ella sigue llorando y cierro los ojos cuando el cinturón le presiona el cuello haciendo que sus labios se separen con un gemido que hace pitar mis oídos.
«¡Basta! ¡Por favor! ¡Basta!»"
El pitido del claxon me saca de mis recuerdos y parpadeo viendo la luz verde que me indica que avance, giro a la derecha en la primera calle y luego sigo varios metros más, hasta que me sumerjo en el edificio de vidrios negros, rodeado por los arbustos perfectamente podados y la gran cerca de hierro.
El motor sigue encendido cuando llegó al estacionamiento cerrado y me mantengo allí, con las manos en el volante, inmóvil, al percatarme de que acabo de traerla a mi apartamento. Vuelvo a ver a la chica que mantiene el rostro hacia el otro lado, cubierto por la capa de cabello y salgo del coche para tomarla en mis brazos y dirigirme al interior de mi piso.
—Señor... buenas noches. —Saluda el portero del edificio. Un hombre de casi setenta años, que no despega la vista del periódico de la mañana, mientras se concentra en el crucigrama que está haciendo.
El anciano no es muy hablador y eso es lo que me agrada de el, pese a ser reservado, mantiene el edificio en orden y supongo que el hecho de que el y su esposa, vivan aquí, tiene mucho que ver con eso.
—Buenas noches Roger, necesito que le pidas a Rebecca que venga a verme.
El hombre levanta la cabeza un momento, y enarca una ceja antes de asentir y volver su atención al crucigrama, sin inmutarse por la mujer que llevo en mis brazos cuando paso frente a el.
Con el codo, presiono el botón del ascensor, doy un paso dentro y marco la clave de acceso de mi piso en el panel digital.
No me gustan los lugares pequeños, detesto los ascensores y es por eso que mandé a adaptar uno más grande que da directo a mi apartamento; el dueño del edificio no estaba feliz con la idea por lo cual, tuve que comprarle todo el maldito edificio para instalar el jodido ascensor. Los vidrios ahumados permiten que vea hacia afuera pero no al contrario, así que sigue siendo privado y a la vez, me quita esa insoportable y asfixiante sensación de sentirme encerrado.
Llegamos al piso catorce, y las puertas se abren dando acceso al frío y vacío apartamento que he llamado hogar desde hace casi dos años.
Este lugar no se parece en nada a la mansión de los Ivanov, que pese a ser un lugar enorme, es cálido y lleno de vida, y posee ese clásico toque hogareño que la señora Kiara se esfuerza por mantener. En cambio esto... incluso rodeado de lujos se siente vacío y frio. Lanzo las llaves del vehículo sobre la mesa de vidrio junto a la entrada, mientras me dirijo al dormitorio.
Cuando al fin dejo a Kat sobre mi cama, me siento a su lado y le reviso el pulso, pese a estar drogada no parece estar grave, sus pupilas a penas están dilatadas cuando las reviso, pero la preocupación y la culpa aun tiene mi corazón latiéndome acelerado. Posiblemente el infeliz le suministro algún cesante leve para dejarla semiinconsciente. La sola idea de el, o cualquiera tocando a Kat, me hace hervir la sangre y aprieto los puños sobre mi rodillas intentando mantenerme en control.
—Lev...
Mi nombre abandona suavemente sus labios y desplazo la mirada hacia ella, apartándole con mis dedos el cabello del rostro, detallándolo un instante.
Su respiración es suave y parece simplemente adormilada, pero cuando su ceño se junta y mueve la cabeza como si algo le molestara, paso saliva, una lágrima le recorre la mejilla y en el momento en que susurra un «Por favor no.» todo mi cuerpo se tensa haciendo que el corazón se me agite.
«¿Por favor no?»
—Lev...
—Está bien pequeña, aquí estoy.—Susurro tomando su mano y sacude la cabeza deslizando la lengua entre ellos.
—Tengo calor...—gime con la voz entrecortada-y mucha sed.
Ahora tiembla, pero está empezando a sudar, sus labios lucen secos y poco a poco su respiración comienza a volverse agitada y su piel más pálida.
Me pongo de pie y casi corriendo tomo del closet una de mis playeras y una toalla de mano, la cual humedezco en el lavabo del baño antes de volver a la habitación. Me acerco y vuelvo a sentarme a su lado, para limpiarle el sudor de la frente y la garganta con el paño húmedo.
Gime con el contacto de la fría tela mojada contra su piel y con extremo cuidado, medio la siento en la cama sujetándole la nuca y la espalda.
Recuesto su cabeza a mi hombro, sintiendo como su aliento me calienta el cuello, enviando señales e imágenes erróneas, nada apropiadas para el momento, las cuales me obligó a apartar de mi mente para centrarme en la chica que tiembla en mis brazos.
Tras dejar salir un suspiro, le quitó como puedo la blusa sin mirarla, trago saliva y apartó de mi mente la idea de que estoy quitándole la ropa, de inmediato le coloco mi playera y con suavidad la recuesto nuevamente en el colchón, la tela de mi camiseta le cubre parte de los muslos y la bajo un poco mas para cubrirla, mientras meto mis manos debajo y desabrocho los botones de sus pantalones, sin apartar mis ojos de su rostro semi dormido.
Terminó de cambiarla y la cubro con las cobijas, beso su frente y medio sonríe, su mano atrapa mi brazo y aun con los ojos entrecerrados intenta enfocar la mirada en mi.
—¿Lev?
—Soy yo, estoy aquí, no voy a dejarte.
—No me... siento bien.
—Lo se pequeña, lo lamento. No debí dejarte sola, pero todo estará bien, traeré agua para que te hidrates, una doctora vendrá a verte y estarás bien.
Acaricio su mentón y asiente suavemente antes de que su mano pierda fuerza poco a poco liberando su agarre de mi brazo.
Así que tras darle una mirada rápida y con ese pinchazo de preocupación que no me abandona, salgo del dormitorio para buscar algo de agua para que beba. Tomo una botella con agua del refrigerador justo cuando el timbre suena y me apresuro a abrir.
—Hola muñecote. ¿Me necesitabas?
La mujer de cabello ondulado y pelirrojo me saluda y bajo la mirada al bolso con el logo de una cruz roja estampada en el.
—Gracias por venir tan de prisa.—Digo y enarca una ceja pasando a mi lado como si nada. Recorre con la mirada el apartamento mientras me mantengo aún al lado de la puerta y la escucho suspirar.
—¡Dios santo! A este sitio le hace falta un toque femenino. —Se queja—Paredes grises, piso de loza negro y... ¿muebles en cuero oscuro? Hay demasiada testosterona por doquier. Y te vendrían bien algunas plantas.—Senala y reprimo una sonrisa, rascando mi nuca, hasta que se voltea y me guiña un ojo.
—Roger dijo que trajiste una chica, supongo que por eso me has llamado.
Asiento y le indico por dónde debe avanzar, seguimos el camino hacia las escaleras que dan al pasillo hasta mi habitación y le hago un gesto afirmativo con la cabeza para que pase.
Una vez dentro, observa el entorno y nuevamente sacude la cabeza en desaprobación dejando salir un suspiro mientras se acerca a Kat, que yace inconsciente en la cama.
—¿Qué le ha pasado?—Pregunta la mujer acercándose a ella, tomando un estetoscopio del bolso.
—La han drogado. Alguien puso algo en su bebida, solo me distraje un momento y... —hago una pausa pasándome la mano por el cabello y la mujer que revisaba el pulso de Kat me mira por encima del hombro, enarcando una ceja.
—Así que después de todo, si tienes una chica, he...
No respondo, solo asiento lento y me acerco al otro extremo de la cama, dejo el agua sobre la mesa de noche y me acuclillo, tomando la mano de Kat.
—¿Puede ayudarla? —La esposa de Roger me sonríe y asiente.
—Claro que si, su pulso parece estar bien. La revisaré. ¿Te importa esperar fuera? Luces demasiado tenso, me distraes. Se bueno, ve y prepara un poco de café para esta viejita. ¿Si?
Suspiro y apartó el cabello de la frente de Kat, vuelvo a ver a la mujer y asiento. Probablemente estoy distrayendo a la doctora así que me pongo de pie y me dirijo a la salida, pero antes rebusco entre la ropa de Kat su móvil.
Debo avisar a la señora Kiara que su hija no llegara, o se volverá loca de preocupación. Volteo sobre mi hombro y al fin salgo del dormitorio dejando a la señora Rebecca trabajar. La mujer debe tener cerca de sesenta y tantos años, pero es amable, la conocí cuando intentaba subir por las escaleras una gran planta importada de la india.
La maldita cosa parecía un árbol, y el pobre de su esposo Roger no sabía ni cómo pararse cuando la mujer no dejaba de gritarle que lo mataría si machucaba las hojas, el rostro del anciano por primera vez pareció tener expresión cuando se puso pálido y sentí tanta lastima por el pobre hombre, que les acabe ofreciendo usar mi ascensor privado. Para mí sorpresa la señora Rebecca al otro día se presentó en mi puerta con una gran tarta de limón y nueces, en forma de agradecimiento. Intenté negarme, pero insistió que me ayudaría con la resaca. «Admito que no fue mi mejor época» Bebía demasiado y me la pasaba de pelea en pelea, pero sobre todo había vuelto del alcohol, mi sedante personal.
Suspiro recostándome en la encimera de la cocina, presiono el botón de la cafetera y luego observo el teléfono rosa en mi mano. «Rosa» claro que si.
Sonrió mientras desbloqueo el celular y agradezco al cielo que no tenga clave. Busco el número de la señora Kiara entre los contactos y cuando doy con el contacto con la palabra "Mami" y un corazón adjunto, tecleo un texto.
Mensajes:
Yo: Hola, llegaré tarde, no me esperen.
Adjunto una carita sonriendo, para disimular y suspiro dejando el aparato en la encimera. No me gustan las mentiras, y definitivamente no me gusta mentirle a las personas que me importan, pero en esta ocasión es necesario. La mamá de Kat siempre se preocupa por todos nosotros, pero Kat... es su bebé, ella la adora y si se entera de lo que paso se volverá loca de preocupación.
El aparato vibra y lo tomo, desbloqueo nuevamente la pantalla y junto el ceño leyendo el mensaje.
Mensajes
Mami: ¡Oh por dios! ¿Pasarás la noche con el? Por favor cariño, Lev es un buen chico, pero aún así no olviden usar protección y...
Quito el mensaje que no termino de leer, y vuelvo a bloquearlo, dejándolo sobre la mesa. El aparato vuelve a vibrar y suspiro tomándome el puente de la nariz, antes de tomarlo para apagarlo pero la pantalla se ilumina con el nuevo mensaje que aparece en la ventanilla de arriba.
Yer: Hola preciosa, no he sabido de ti. Voy a volverme loco estás dos semanas a solas con Lily. ¿Cómo van las cosas en Moscú? Espero verte pronto. Adiós.
La rabia me hace apretar el aparato en la mano y sin pensarlo, borro el mensaje, busco en los contactos y bloqueo el número. «Vete al infierno maldito.»
Tras apagar el teléfono lo deslizó en mi bolsillo y tomo una botella con agua del refrigerador, la cual me bebo en dos grandes sorbos, antes de terminarla de golpe. Debería romperle el cuello a ese bastardo, también a Yago, y a todos los que intenten tocarla, de hecho lo haré con todos los que la miren... si... eso es, eso voy a hacer. «Malditos buitres.»
***
Han pasado tres horas desde que la señora Rebecca se ha marchado, dejo un suero conectado al brazo de Kat para hidratarla y afortunadamente parece que todo ira bien. Le tomo una muestra de sangre para saber cual fue la sustancia con la que la drogaron, pero aún así me aseguro que dado su experiencia con casos de gente intoxicada, los síntomas de Kat son leves, por lo cual afortunadamente significa que la dosis de lo que sea que le hayan dado, fue leve. Con un par de horas de sueño y una buena hidratación debería estar como nueva en unas cuantas horas.
Me acerco a revisar el suero conectado a su brazo, Rebecca dijo que una vez que se terminara podía quitarlo, así que con suavidad apartó la aguja del brazo de Kat y luego coloco una bandita encima del pinchazo. Deslizó la llena de mi pulgar sobre el y suspiro tomando su mano la cual me llevo al rostro recostándola en mi frente para sentirla.
Vuelvo a mirarla, allí entre mis sábanas, usando mi ropa, dormida en mi cama y el pecho se me infla de orgullo, pese a las circunstancias, y lo ocurrido, no puedo dejar de lado el hecho de que me gusta verla en mi cama, tenerla aquí me hace creer que existe una mínima posibilidad de que sea mia.
—Lev...
La miro cuando susurra mi nombre aún en medio del sueño y sostengo su mano con más fuerza, cierro los ojos un instante en el cual los dos años de su ausencia, pasan de pronto por mi mente. El vacío, la soledad, el desespero de no saber si volvería a verla, la culpa por haberle roto el corazón... todo vuelve junto con el nudo que se me forma en la garganta y que hace latir mi corazón acelerado, con una sensación que no había sentido en mucho tiempo. «Miedo» Miedo a perderla otra vez, miedo de su ausencia y del vacío que siento cuando no la tengo cerca.
Deslizó la lengua entre mis labios para humedecerlos y abro los ojos para verla, acaricio su mano y me inclino hacia adelante, sus labios están entreabiertos y recordando como se sintieron la vez que me beso, el deseo de volver a sentir tal calidez me embriaga haciendo que me acerque, mi boca se detiene a escasos centímetros de la suya y rozo mi nariz con la suya, suspira y su aliento calienta mis labios.
«Esta mal» Repite la voz en mi cabeza, y lo sé, se que está jodidamente mal, se que ella no es para mí, pero también se que mi corazón y mi alma son suyos. Su nombre está tallado a fuego en mi negro corazón. Lo que soy, por muy oscuro y peligroso que sea, le pertenece a ella.
Suspiro y me apartó de sus labios antes de cometer una imprudencia, en cambio beso su frente y cuando lo hago se estremece.
—Frío.... hace frío...—Susurra en medio del sueño y cubro su cuerpo con las mantas, intento alejarme pero entonces noto que su mano sujetaba la mía.
Me acomodo a su lado recostando la espalda en el respaldar de la cama y la acomodo cubriéndola para que no tenga frío. Su mano sostiene la mía y se remueve en la cama hasta que acaba con el rostro hundido a un lado de mi abdomen, justo contra mis costillas, su mano rodeándome la cintura y me tenso al percatarme de que acaba de inmovilizarme. Nunca me ha gustado el contacto, pero las reacciones de mi cuerpo cuando se trata de ella no dejan de sorprenderme, porque nunca se ha sentido mal. Al contrario, se siente natural y seguro. Cómo la caricia de un ángel.
Temiendo despertarla y repitiéndome que debo dejarla descansar, me mantengo en mi sitio, allí, sentado junto a ella, mientras la observo dormir acurrucada a mi, pero a salvo.
***
Mis niñas, ¿Cómo están? Espero que super.🫶
Lev ya casi no puede contenerse cerca de Kat. 🥹
Menos mal que nuestra niña está bien 🥹
Los celos de Lev... 😮💨 Y eso que no hemos visto nada. No sé pierdan el próximo capítulo, se vienen cositas importantes y un capítulo decisivo.
No olviden seguirme en redes. En Instagram: themorganking23 y en mis cuentas de Facebook: themorganking
GRACIAS POR LEER BELLAS.🖤💖
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