O7
Ojos cerrados, cuerpo tranquilo, alas relajadas, corazón muerto, alma perdida.
El viento fresco lo golpeaba con suavidad, mitad de otoño, las hojas caían con gracia serena, creando un ambiente de completa paz que servía como un método de relajación y reflexión.
Una paz que pocas veces sentía, y cuando lo hacía, odiaba profundamente que lo sacaran de su burbuja delicada. Como ahora mismo, sus oídos captaron el golpeteo suave de alas haciendo su trabajo. Un gruñido ronco hizo temblar y escapar a las pequeñas lagartijas e insectos que se encontraban en su hogar debajo del suelo, y sobre este, el enorme intruso abría sus ojos oscuros.
—Arcángel, le he traído noticias alertantes del señor Park.— Seungkwan murmuraba con falsa seguridad. En un juego de piedra, papel o tijeras, lamentablemente había perdido entre sus compañeros y le había tocado interrumpir al interrumpible momento de descanso de su señor.
Ah, solo esperaba que las noticias de su mano derecha calmase el mal temperamento que siempre portaba el ser angelical.
Cuando este solo le miraba expectante, prosiguió.
—Desde hace un mes el señor Park no se ha reportado al ángel guardián asignado, sabemos que a veces suele desaparecer, pero cuando envié a Shinwon para que preguntara por el vampiro en su bar favorito, se nos fue informado que no lo había pisado desde hace tres semanas.— El entrecejo del Arcángel se frunció, y Seungkwan tembló.—, los ángeles del norte anteriormente habían mandado amenazas al señor Park sobre que deje de pisar su territorio, así que entre mis compañero llegamos a la conclusión de que probablemente ellos son los causantes de su desaparición.— Finalizó, inhalando profundamente con temor cuando las alas añil se agitaron con agresividad. Retrocedió unos metros.
—¿Rastros?— Preguntó con voz dura, sus alas desplegándose y agitándolas para elevarse. El viento lo golpeó aún mas duro, empezó a alejarse en dirección contraria al ángel, quien lo seguía detrás.
—La última vez se le fue visto con otro vampiro desconocido, las cámaras del estacionamiento del bar lo captaron y ahora mismo están buscando el nombre y la dirección del chico.— Respondió Seungkwan, siguiendo al arcángel que parecía mas molesto cada segundo. Cuando ladeó su cabeza para mirarlo, sus ojos eran plata pura.
—Bien, dile a Changbin que prepare un equipo en caso de que sea difícil rastrearlo.— Ordenó con voz fuerte.—, las relaciones con Juyeon están tensas, no necesito otro problema más. Largo. — Una orden más y quedó solo en los cielos con esa misma extraña sensación que su cuerpo no dejaba de sentir.
Anhelo.
No era algo con lo que se sentía cómodo, pero era inevitable, y lo odiaba con cada fibra de su ser. Su corazón anhelaba algo que no existía. No necesitaba debilidades, la última se había desvanecido hace años y los rastros y cenizas que habían quedado parecían adheridos a su piel.
Y como cada una de las veces que ese sentimiento lo encontraba y se colaba a el sin permiso, Moonbin lo tomó, deseando estrujarlo y desecharlo.
Mordiéndose las uñas, Jinyoung siguió golpeando su pie contra la rama, nervioso y tembloroso.
Como un brujo de más de doscientos años, se suponía que debía tener más seguridad de sí mismo y menos miedo en su sistema, pero su propia personalidad se lo impedía. Contando hasta tres, dejó salir el aire retenido en sus pulmones y se removió sobre la rama del enorme árbol viejo como sí mismo, tratado de ver al interior de la hogareña cabaña, se agradeció a su mismo yo del pasado por haber hecho esos enormes ventanales que ahora mismo le permitían ver lo que había dentro del hogar.
Dos adultos en el interior que parecían discutir y un niño que jugaba con dos cachorros de lobo fuera de la cabaña.
Jinyoung sonrió, el niño había crecido bien. Pensó en su mente.
Su entrecejo se arrugó al detectar una presencia extra, su bosque agitando las hojas de sus arboles con furor, la barra invisible de protección vibró algunos segundos, y entonces se relajó cuando detectó quien era.
—¡Hyunjin!, ¡llegas tarde, sonso cabezón!
Tan torpe como era, el ángel guardián se tambaleó sobre una rama, casi cayendo y siendo salvado por sus propias alas.
Haciendo uso de ellas, se acercó hasta el brujo y se dejó caer a un lado suyo, acomodándose en la gruesa rama que parecía soportar ambos pesos.
—¡Lo siento, Jinie!, ¡pero mis compañeros me retuvieron para hacer un tonto juego de piedra, papel o tijeras y me retrasé! — Se excusó, guardando su alas sobre su espalda y sacudiendo su cabello lleno de hojas secas propio del otoño.
—¡Da igual!, ¿qué conseguiste?— Apuró Jinyoung, sus ojos nunca se despegaron de la vivienda y del crío que ahora miraba al cielo, cuando un montón de pájaros pasaron por sobre las nubes y bajo ellas, la añoranza se reflejaba en sus ojos. El leve ardor de su pecho se intensificó.
La confusión reinó en la expresión de Hyunjin ante la pregunta, pero inmediatamente sus engranajes cerebrales se unieron.
—¡Oh!— Acercándose al oído del brujo como si fuera a contar un secreto, murmuró —. Se han dado cuenta de que el señor Park esta desaparecido, y según lo que escuché de Shinwon, ya están rastreando a Sanha, ¿qué debemos hacer, Jinie?— Se preguntó triste, sus ojos mostrando lo atormentado que se sentía.
—Si puedes, retrasa todo lo posible el rastreo, Hyunjin, sabes que aún no es tiempo de que el humano de heridas cicatrizadas y el arcángel del alma rota se reencuentren, ¡o si no todo se echará a perder!, ¿entendido, Hwang?— Demandó, volviendo a su hábito de morderse las uñas.
—Entendido, Jinie. Realmente, ¿no hay otra forma de que el caos no empiece?— Sugirió con rostro triste, observando la bonita escena del humano abandonado abrazando al niño angelical.
—Sabes que no, Hyun— Se lamentó el brujo —. El niño de alas poderosas tiene que usar una vez más su don adulto en su padre, y entonces tendrá que despedirse.
Un puchero adornó su cara.
—Es triste que la profecía demande que el humano tenga que morir para que la guerra no estalle.— Susurró afligido, sin dejar de observar al niño.
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