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Nota: Antes de leer este capítulo quiero avisarles que puede llegar a ser algo confuso al principio o algo así, de todos modos si les entran dudas pueden preguntarme y trataré de responderles sobre eso.

Relámpagos adornaron el cielo, las nubes grises cubrían la mayor parte, burlándose, la lluvia no tardó en caer, calmando las fuertes llamas azules de la cabaña que no tardaron en hacerse pequeñas conforme las gotas de agua bajaban. Marcando tan dramático momento, los truenos retumbaban en los oídos de cada persona que se encontraba ahí.

Una sonrisa cruzo el rostro de Park Minhyuk, cuando a lo lejos, y a manos de la furiosa bruja, el humano caía inconsciente.

—Bien hecho.— Murmuró el vampiro sacando sus filosas garras negras, acercándose a pasos largos, disfrutando la sensación que le recorría en ese instante. — Muy, muy buen trabajo, Yoojung.

Minutos antes y a muchos metros de aquella escena, un niño temblaba debajo de la cama en la que estaba, casi sintiéndose ahogado, pues el humo del fuego apagado del exterior se filtraba en el pequeño cuarto de jardinería. El grito de su padre resonaba en su cabeza cada segundo como una cinta terrorífica, sus enormes ojos redondos iban de un lado a otro con cada sonido, atento y apretando a su peluche en su pecho. Justo en ese instante, un gato negro se infiltraba a la habitación, haciéndole pegar un brinco en donde se encontraba.

—Señor gato, ¿estás bien...? — Susurró bajito, estirando su mano para que el animal se acercara a el. —¿Has visto a papá? — Preguntó cuando el gato se arrimó a él, ronroneando.

Contemplando con detalle los ojos salvajes que emitía un maullido, Myungjun tapó su boca con ambas manos, las lágrimas volvieron a decorar su rostro.

—¡No, no, no, mientes!, ¡Papá no está muerto, gato tonto!, ¡cállate! — Gritó empujando al animal, quien soltaba un chillido indignado.

Ruido de botas entrando al pequeño cuarto le hicieron retroceder sorprendido y hacer silencio, completamente pegado a la pared, sus ojos redondos se habían abierto en grande mientras divisaban aquellas botas marrones mojadas caminar por el piso de concreto, lentamente y como si buscara algo. Aún bajo la cama, aferraba el peluche muchísimo más a su pecho, el gato a su lado se erizó.

Las botas se detuvieron justo frente a él, murmurando una grosería, la persona pareció suspirar. De repente, Myungjun vio la punta de unas alas blancas rozar el piso.

¿Él es como yo?, se preguntó mientras inconscientemente se inclinaba hacia delante, buscando ver más de aquellas alas blanquecinas que se sacudían alertas.

—Sé que estas aquí, niño, no te haré daño.

Congelándose, el niño parpadeó confuso, y para cuando prestó atención, unos ojos le veían desde el piso junto a una cabellera castaña. Soltando un chillido asustado, el gato a su lado se espantó y salió corriendo por la orilla, abandonándole.

Agachado, el ángel guardián le tendió una mano al crío asustado, tratando de mostrarle confianza.

—Te voy a ayudar, solo sal de ahí.

—¿Me llevarás con papá? — Desconfiado, preguntó.

—Si, toma mi mano. — Susurrando dudoso, Hyunjin sonrió cuando el niño tomó su mano.

Lamentablemente no había llegado a tiempo, pero aún había oportunidad de que aquella profecía por la que tanto se habían ocupado se cumpliera. Con aquello en mente, sin asustarle, sacó un pequeño colgante que impulsaría los dones del niño, dejándolo deslizarse por su cabeza, hasta su cuello.

Sanha se arrastraba por la tierra con furia, mirando como el humano caía inconsciente, apretó su rifle entre sus manos resbaladizas por la lluvia, y cuando tuvo la posición, como pudo, disparó, gruñendo cuando la bala solo rozó a la mujer que parecía un jodido demonio. Observó como Minhyuk se acercaba, atacándola y enterrándole sus garras en el estómago de la bruja, más no logro destruir lo necesario cuando una ráfaga de viento tumbó al vampiro estampándolo contra un tronco, dejándolo noqueado unos momentos.

Llamando su atención, y apoyándose de su pierna sana, se impulsó sobre la tierra mojada, derrumbándose sobre la mujer y tratando de hacer todo el daño posible. No sabía cuál era el método más efectivo para matar a una bruja, pero sabía que una cabeza cortada funcionaba para la mayoría. Con aquello en mente, y soportando el dolor que los golpes y rasguños que Yoojung le proporcionaba, llevó sus manos a la cabeza ajena mientras esta murmuraba cosas que no entendía, un dolor atravesó su cuerpo desde adentro, mas no se rindió.

Ego sum qui velis et defendere.... — La voz femenina completamente deformada resonó en su oído. Sus ojos se habían vuelto unos pozos negros.

A punto de enterrarle sus garras en el cuello para que fuese mas fácil arrancársela, Sanha se dio cuenta de la distorsión de su vista, de repente, motas borrosas en sus ojos le impidieron ver y saber que carajos estaba haciendo, al principio lo confundió con la lluvia colándose en sus ojos, pero estaba seguro de que no era aquello.

Un parpadeo, su vista se aclaro milagrosamente y ahora, sus manos estaban sobre Dongmin.

Un jadeo salió de su boca, quitando sus manos del cuello que empezaba a sangrar, los enormes ojos del castaño le observaban cristalinos, herido. Sanha retrocedió temeroso por haberle hecho daño, sus ojos se desviaron y de reojo, vio el cuerpo inconsciente de Dongmin aún en el piso, frunció el ceño, completamente confuso.

—¡No es él, Sanha, es una puta ilu... ¡AGH! — Gritó el vampiro mayor a unos metros, retorciéndose cuando no pudo esquivar el dolor que le perforaba las entrañas repentinamente.

Lamentablemente fue tarde para cuando procesó todo, y aprovechando el descuido, la figura de Dongmin se lanzó sobre él, lastimando más su rodilla herida. La bruja disfrazada de su amigo sonrió, y entonces enterró una mano dentro su pecho. Un alarido salió de su boca, mientras lágrimas salían de sus ojos al sentirla como tomaba y desgarraba su corazón.

No lo mataba, pero si lo destrozaba. Era una tortura dolorosamente lenta. Como si el cielo sintiese su sufrimiento, disminuyó su potencia, convirtiéndose en tan solo una llovizna lo que los cubría.

—Voy a matarte, vampiro idiota. A ti, y todos. — Le susurró el falso Dongmin, sus uñas hundiéndose en el congelado corazón. Sanha ni siquiera trató de gritar, como si su voz se hubiera ido, pensando que tal vez el dolor lo había adormecido.

—¡Papá!

Los filosos ojos llenos de odio desviaron la mirada, observando a una cría de ángel que avanzaba hacia él corriendo, detrás, un ángel adulto se detenía a una distancia considerable, como si estuviese esperando algo, pero lo que reflejaba en su mirada, era confusión, al ver a dos humanos idénticos.

Un humano falso, y uno verdadero, ¿cuál se supone que debía morir para que el caos no estallara?, se preguntó el ángel confundido, ladeando la cabeza mientras retrocedía, sin intervenir.

—¿Papá? — La duda palpaba la voz del niño, quien disminuyó su paso, inseguro y quedando a tan solo cortos metros de las tres siluetas que habían quedado estáticos.

Dongmin había abierto sus ojos, quienes parecían contaminados con una nebulosa haciéndole perderse entre sus recuerdos de hace minutos y en donde ahora estaba. Su cuerpo dolía, ardía, pero se alivió al ver que estaba vivo, su mirada se desvió hacia unos metros, donde su mejor amigo yacía en el piso sangrante, y...

Jadeó cuando logro ver a su mismo yo levantándose con lentitud, más no tardo en entender el por qué. La figura tenía sus ojos fijos en algo, y pese a la conmoción, observó lo que le había atraído la atención.

Su pequeño niño los miraba inseguro, las puntas de sus alas se arrastraban en el piso mientras retrocedía, conforme la ilusión que Myungjun no sabía que era, valiente, se acercaba. Los ojos de su padre le aterraban. Era él, pero al mismo tiempo, sabía que no.

—Corre... — Le susurró el humano herido con voz estrangulada, levantando su mano tratando de alcanzarlo, fallando.

Los ojos redondos y oscuros de su hijo le contemplaron con detalle, el terror había desaparecido de su sistema, probablemente por la fuerza que aquel collar en su cuello le prestaba.

No fue difícil para el niño que se pasaba horas admirando las facciones, la mirada amorosa y cálida de su padre, amándole, para saber quien era el real.

Y la figura del dulce humano, tan valiente y real como se ve, tendrá que ser asesinada, por fuego celestial que le quemará las entrañas por el propio niño mestizo, hasta su muerte...

Hwang Hyunjin, un ángel guardián que había sido reclutado por un aquelarre donde había conocido a Park Jinyoung hace mucho tiempo, comprendió que habían estado equivocados todo ese tiempo.

Lo terminó de aceptar mientras emprendía vuelo, acercándose a las nubes, un potente fuego que solo los arcángeles adultos poseían, salía de las manos del pequeño niño de cinco años, quemando, matando al demonio disfrazado de bruja y humano, calcinándose en gritos horrorosos, ardiendo en fuego celestial, y muriendo sobre la tierra de un bosque encantado.

... sólo su muerte acabará con los deseos infernales, sólo su muerte será la señal de tiempos tranquilos...

Y entonces desapareció entre el cielo gris, satisfecho.

Park Minhyuk era un vampiro mayor, lo suficiente para no quemarse la cabeza tratando de entender el por qué de cada situación, de cada batalla, de cada pelea. Así que entre el silencio temeroso, lo primero que se escuchó, fue su carcajada limpia. Sus risas, ignorando los rastros del dolor que persistían e iban desapareciendo, retumbó entre los arboles sanos y dañados, la cabaña que estaba hecha cenizas, mientras rodaba por el suelo de tierra.

Un rostro confuso se acercó a él, el rubio, cojeando mientras su herida de rodilla sanaba, una herida en el pecho que iba cicatrizando, y con la pierna buena, le dio una furiosa patada, enfadado.

—Cada uno de nosotros estuvo a punto de morir por una loca, ¡¿y tú sólo te ríes?! — Sin contestar, el mayor se arrojó sobre él.

A unos cortos metros de ellos, Dongmin abrazaba con fuerza al niño que se aferraba a su torso, murmurándole palabras tranquilizadoras, y llenas de amor. Ambos habían estado a punto de perderse, tan solo esa idea les carcomía y lastimaba el alma, obligándolos a asegurarse en sus corazones.

Un par de aleteos pesados y sonoros fueron captados únicamente por el oído de los vampiros adultos que se había separado rápidamente, observándose a los ojos, Sanha se levantó, asintiendo a las palabras no dichas, y acercándose al humano y al niño que tanto quería.

—Vamos... — Les incitó con suavidad, tratando de no alterarlos, y mucho menos al del frágil corazón.

—¿Qué sucede? — Preguntó en un susurro el castaño, tomando a su niño en brazos, quien sentía su interior revolverse de manera extraña, como si su espíritu angelical esperase algo con ansias. Con aquello haciéndole sentir incómodo, enterró su rostro en el cuello níveo de su papá.

—Se acerca, Dongmin.- Le respondió Minhyuk, levantándose con un gruñido. — Es mejor que le cuente primero que pasó, porque no se tomará bien que Yoojung esté donde debe estar, y después, hablarás con él.

Dongmin tan solo le contempló mudo, sus ojos desviándose al cielo que soltaba tan solo pequeñas gotas de agua, tranquilo como si no hubiera pasado nada, y asintió, caminando hacia el pequeño cuarto de jardinería que milagrosamente, al no haberle alcanzado las llamas de su hogar, seguía intacto.

La lluvia se detuvo abruptamente, la última gota cayó, y el cielo se iluminó de relámpagos que iban calmándose poco a poco. Anunciando que un ser poderoso se acercaba.

Y tan solo segundos después, la silueta de un arcángel de alas azul añil apareció en la vista de los cansados rostros, tan fuerte como se veía, este se dejó caer, hasta chocar contra la tierra, un fino aterrizaje marcó su entrada. Con una rodilla en el piso y la otra doblada, apoyó su antebrazo en esta, sus cabellos negros cubrían su rostro que observaba el piso. Hasta que levantó la mirada. Una mirada llena de plata pura.

Moonbin estaba aquí y no se miraba nada contento.

—¿Qué fue lo que pasó? — Su voz fue potente, autoritaria, observando el daño hecho a su alrededor.

Sus subalternos aterrizaron detrás y después de él, igual de confundidos que el arcángel.

—Llegaste muy tarde, te perdiste la diversión, Moon. — Con la gracia que caracterizaba su actitud, Minhyuk se acercó, sin temor.

—¿Dónde carajos estuviste, Park?, ¿crees que tengo suficiente tiempo para tus escapadas que retrasan la rutina? — Se mostraba molesto, y por supuesto que lo estaba.

—Yoojung está muerta, Bin. — Vaga y directamente confesó, derecho, sin dolor alguno y mirándole a los ojos.

Su silencio le contestó, su mirada atravesándolo, sus puños se enroscaron con furia.

Y tenía todo el derecho. Yoojung era el sello de uno de sus contratos más importantes. Sus negocios involucraban transportar materiales, y el territorio donde la bruja en el pasado había pertenecido era uno de vital importancia para el arcángel, les facilitaba el transporte y los robos disminuían. Tan sólo dio un par de billetes con la única condición de que uno de los suyos viviese con él, para evitar la traición. Si ella vivía, todo seguiría con normalidad, si moría, el jefe de aquel territorio atacaría y le prohibiría usar sus tierras. Tan sólo eso representaba el cuarenta por ciento de todo el trabajo del ser alado.

Y había una sola cosa por la que su muerte sería justificada. Por la que Minhyuk no había protegido al humano de la bruja aún teniendo la oportunidad.

—Lastimó a un doncel. — Excusó, firme.

Lastimar a las personas que nacían cada siglo, dañar a las únicas personas que podían resguardar a la raza angelical, atentar contra la vida de un doncel, era traicionar a cada ángel, y arcángel viviente y andante en la tierra. Y eso se pagaba con muerte.

Sus alas añil se agitaron, alargándose, mientras que con pasos lentos y amenazantes cortaba los pequeños centímetros que lo separaba con su mano derecha.

—¿Qué es lo que eso tiene que ver con tu desaparición?, Por que estoy confundido, y sabes cuanto aborrezco sentirme de esa forma. — Vociferó desafiante. Su postura intimidante le hizo tragar con fuerza al vampiro mayor. Pero no se mostró vacilante.

—Un doncel, y un vampiro me tomaron como... rehén. — Empezó tratando de no sentirse humillado. — Lo que querían era atraerte, no podían encontrarte, así que decidieron que tú los encontrarías. — Siguió sin quitar la vista de la ajena, pese a que era pesada. — Yoojung pareció enterarse, y esa perra se encargó de tratar de asesinarlos. Fin de la historia.

La mirada del arcángel era filosamente asesina, demostrando que no estaba para juegos.

Minhyuk realmente no tenía idea de como suavizar el golpe, así que tomando valor y usando toda la sutileza posible que había en su cuerpo, habló.

—Lee Dongmin está vivo, y es ese doncel. — Los ángeles que acompañaban se tensaron ante la mención que se les había prohibido, su vista urgente se dirigió hacia su jefe, temerosos de su reacción.

Minhyuk ni siquiera trató de esquivar el golpe que el puño del alado le proporcionó. Tan solo retrocedió por la fuerza y tomó su nariz sangrante, que no tardó en sanar. Observó los otros alados que lucían como estatuas, haciendo oídos sordos, consciente de que no iban a intervenir y que le miraban con lástima.

—¿Piensas que esto es una broma?... ¡responde! — No hubo piedad, otro puñetazo y cayó al piso.

Otra vez, ¿de verdad?, preguntó al cielo con ironía. La única diferencia es que sabía que aquella bruja no lo mataría, pero la mirada asesina que tenía el arcángel no le aseguraba nada. Si Moonbin se proponía degollarlo, Minhyuk no podía hacer nada, así que se apresuró.

—¡Dongmin está vivo, Moonbin!, ¡tu niño está vivo!, ¡tiene cinco añ... — El crack en su nariz después de otro golpe le confirmo que efectivamente, se la había roto. Joder.

—¡Cierra la puta boca si no quieres que te aplaste el puto cráneo! — Atinó a cubrirse con sus antebrazos al sentir un puñetazo más en su pecho, casi sintió el otro crack de sus costillas.

No está funcionando, se dio cuenta.

—¡Detrás de la cabaña! — Gritó para que le escuchase en la nube de cólera que le cubría los ojos plateados. —¡Está detrás de la jodida cabaña, Moon!, ¡míralo por ti mismo!

El puño se quedó en el aire, inclinado hacia él, Moonbin golpeó la tierra a un lado de su cabeza, un agujero del tamaño de su mano se dibujó en el suelo. Minhyuk supo que ese golpe probablemente le hubiese rebanado los sesos.

—Reténganlo. — Ordenó a los ángeles a unos metros, quienes no tardaron en obedecer la orden. — En cuanto me cerciore de tu mentira, Park Minhyuk, te cortaré cada pedazo de carne de tu cuerpo en público sin importar si eres mi mano derecha. — Soltó una ultima amenaza con dientes apretados, y se levantó.

Su ira se remarcaba en cada paso que daba, pasos lentos como si quisiera demostrar que no le importaba, pasos que conforme pasaba cada segundo, se iban volviendo inseguros, pasos que resonaban en su corazón que había empezando a latir de manera extraña.

¿Por qué tan siquiera estoy haciendo esto?, se preguntó, ¿por qué siquiera estoy pensando en esa mierda engañosa?, su cuerpo contradijo lo que pensaba, cuando sus pasos se aceleraron, sus alas se agitaron, ansiosas, mientras el camino se iba acortando, ¿por qué hago esto?

Dongmin, sentado en la cama mientras su hijo se acurrucaba, después de decirle que lo malo había acabado y que podía dormir, cuidándolo, tan solo se quedó ahí, mirando un punto fijo sin saber qué hacer, esperando, nervioso, ignorando lo débil que aún seguía, y sabiendo que en cualquier momento un arcángel atravesaría esa puerta. El solo pensamiento revolvía su estómago. Tenía miedo.

Tal vez estaría irritado por haberle hecho venir, tal vez molesto porque no quería verle otra vez, tal vez furioso porque le había molestado, tal vez se enojaría, o tal vez tan solo le ignoraría y lo abandonaría una vez más.

Millones de reacciones ligadas a la irritabilidad cruzaron por su mente, ideas iban y venía como un torbellino maligno, haciéndole dudar, haciéndole temer. Pero definitivamente no se esperaba el rostro de aquel arcángel que le robó el corazón, que tan bien recordaba, inerte, estupefacto, dudoso y sobre todo aturdido que le observaba desde la entrada de la pequeña habitación.

Ni mucho menos lo tembloroso, y pasmado que se veía.

—¿D-Dongmin?


Perdón por tardar con las actualizaciones de esta historiaaaaaa

Si ven algún error ortográfico o de nombre pueden decirme

¡Muchas gracias por leer!

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