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-¿Seguro que no es molestia?
-Para nada. Ya le avise a mi hermano y dijo que no había problema ¿Quieres? -me ofreció un pocky.
-No gracias.
Levantando los hombros, y demostrando con su expresión poca importancia, empezó a masticar otro dulce, mientras seguíamos caminando.
A los profesores siempre se les ocurre nuevas formas de hacer que el estudió sea más difícil de lo que debería ser, y ese es nuestro caso con el profesor de ciencias. Este profesor tiene grandes ideas para hacernos llorar de la presión, y en esta ocasión tuvo un poco de piedad, ya que nos avisó de ante mano que iba a realizar un cuestionario. Dicen por allí que la unión hace la fuerza, y eso es lo que haríamos con Hideki. Planeabamos estudiar juntos; o al menos hacer el intento, para poder obtener un resultado positivo, y de paso haríamos acordeones como plan B.
Con un piedra, papel o tijera, decidimos a dónde ir a ejecutar el plan, y terminamos con destino a la casa de Hideki.
No había nadie en el gran y lujoso apartamento por el momento, así que no tendríamos que preocuparnos por distracciónes no deseadas; aunque no es difícil encontrar algo con que desviar la atención. Mientras hablábamos de células y tejidos del cuerpo, cureoseaba la sala de estar en donde me encontraba.
En algún dado momento, Hideki preguntó–: ¿Qué tanto miras?
-Nada -negué con la cabeza-. Es un lindo apartamento.
-No es la gran cosa.
-¿Siempre han vivido aquí?
-Mn –asintió con la cabeza–. Esta es la única "casa" que he conocido.
-¿No han pensado en cambiarse?
-Mn –negó–. Mis padres compraron el apartamento antes de casarse, así que mi padre se niega a mandarnos a otro lugar; y no es como si mi madre pudiera decir mucho.
-¿Tu madre también trabaja?
-¿Tienes hambre?
-¿Eh? N-no.
-¿Qué acaso no comes?
-No es que no coma, es que tú comes mucho –replique.
-¡Como lo normal para mi edad! –alegó.
-¡Querrás decir el doble! ¿Cómo es que eres delgado?
-Existe el ejercicio ¿Sabes?
-¿Entonces equilibras el comer como cerdo con el ejercicio?
-¿¡Quién come como cerdo!?
Hideki estaba a punto de saltar sobre mí y estrangularme cuando el sonido de la puerta abrirse y cerrarse se escucho, acompañado del ruido de alguien dejando cosas en el suelo. Con un "Ya llegué", un hermoso azabache se asomó por la sala; mientras se quitaba los audífono que traía puestos. Hideki le dio la bienvenida y recalcó el hecho de lo pronto que había llegado, el azabache iba a contestar pero se detuvo al verme.
Al notar esto, el azabache menor hablo–: Él es el compañero de clase del que te hablé.
De inmediato me puse de pie, y con mi mejor sonrisa, me presente–: ¡Mucho gusto! ¡Mi nombre es Azumaya Junta! ¡Soy compañero de clase de Hideki-Kun! -al terminar, hice una leve reverencia y me volví a incorporar. Me maldecia por haber hablado de manera rápida y escandalosa, pero estaba emocionado de por fin volverle a cruzar palabras con el inalcanzable azabache.
Mis sentimientos se mezclaron en desconcierto al notar que el azabache me miraba de pies a cabeza con una expresión fría, casi como si me estuviera analizando. Sentía que estaba viendo atravez de mi impura alma y estaba juzgando todos mis pecados, me sentía un ser asqueroso e insignificante ante esa hermosa mirada azul... ¿Había dicho algo malo?
Su expresión fría y su mirada analítica cambiaron de golpe, y con una sonrisa, dijo–: Con que tú eres el famoso Azumaya Junta. Mucho gusto, soy el hermano mayor de Hideki-Kun, Saijo Takato.
Las ganas de pegar un grito estilo fangirl eran inmensas, ¡Él me estaba sonriendo! ¡Y me estaba hablando! ¡Mis oídos estaban siendo bendecidos con su melodiosa voz! Si no tuviera autocontrol, seguro estaría desmayado en el suelo con un sangrado nasal.
-Oye ¿Qué tienes? –llamó la atención Hideki–. ¿Por qué estás brillando?
-¿Cómo es posible que alguien brille de manera literal? –balbuceo el azabache, entrecerrando los ojos–. Como sea, perdonen la interrupción, no me hagan caso y sigan haciendo lo suyo.
-¡Hai! -exclamé.
-Mn.
Dandome una última sonrisa, el azabache se encaminó rumbo al pasillo que supongo llevaba a las habitaciónes.
Estaba viviendo una fantasía, me encontraba en el mismo lugar que el azabache, y este me había prestado atención, sentía que podía morir sin ningún resentimiento.
-Em... Junta-kun.
-¿Si? –respondí en modo automático, ya que mi atención estaba fija en el pasillo por el que el azabache se había ido.
-¿Podemos continuar?
-¿Continuar...
No se que cara tenía, ni sabía la forma en la que estaba hablando, pero al escuchar las palabras que eran más bien una orden de parte del azabache menor, caí en cuenta que parecía un idiota–: ¿Puedes dejar de ver el pasillo como si quisieras cogertelo, y devolver tu trasero a donde estaba?
-¿Corgermel... ¡Ah! ¡Si! ¡Si! -contesté, volviéndome a sentar, sintiendo algo de vergüenza.
-¿Qué pasa contigo?.. Bien, continuemos.
Con Hideki seguimos estudiando y haciendo uno que otro acordeón por si surgía alguna emergencia, y aunque no éramos interrumpidos, mi atención siempre se desviaba cada vez que el azabache hacia acto de presencia en la sala de estar. Él no hacía mayor cosa, ni siquiera nos miraba, pero simplemente no podía evitar dar miradas disimuladas hacía donde él estaba, por supuesto que su hermano se daba cuenta de esto y siempre me pegaba; ya sea con un libro o con su mano, para que volviera mi atención al trabajo central.
Aún recordaba la primera vez que Takato-San me habló, en aquel entonces teníamos catorce... bueno, yo tenía catorce y él quience, y no hablamos mucho, pero a pesar de eso, su voz había quedado grabada en mi mente, ahora la voz que solia recordar había cambiado, su voz era más grave y profunda, pero seguía teniendo un tono dulce y carismático en ella. Definitivamente su belleza y atributos habían aumentado.
Pasado un rato, el de ojos castaños se detuvo, y suspiró.
-¿Pasa algo, Hideki-Kun? –Pregunté, al notar su acción repentina.
Inhalando, el chico llamó–: ¡Totaka-Chan!
-¿Qué pasa? –respondió el azabache, que estaba reposado en la isla de la cocina.
-¡Tengo hambre!
-¿Qué quieres qué haga al respecto?
-... Pues alimentarme.
-Bien, pediré algo. Azumaya-Kun –llamó.
-¿¡Hai!?
-¿Qué quieres comer? –Preguntó.
-¿Yo?
-¿Por qué él? Yo soy el que te está pidiendo ser alimentado.
-¿Qué es esa pregunta? Azumaya-Kun es tu invitado, debes de ser hospitalario. Que mal educado, no recuerdo haberte criado así –regaño de manera suave, haciendo que el azabache hiciera un puchero y me viera con cara de pocos amigos.
Riendo de manera nerviosa, y tratando de evitar la mirada llorosa pero mortal de mi amigo, contesté–: Lo que ustedes pidan estará bien, no es ni una molestia.
-¡Quiero pollo airfryer! –gritó el chico a mi lado, con sus manos levantadas.
El azabache bufó y negó con la cabeza–: ¿Seguro que está bien, Azumaya-Kun?
-¡Hai!
-Bien, entonces lo pediré.
Mientras que mi amigo festejaba sin hacer mucho escándalo, yo contemplaba encantado al azabache que se dirigió hacia donde estaba el teléfono de la casa ¡Si esto era un sueño, definitivamente no quería despertar!
El sonido de la puerta hizo que los hermanos detuvieran sus acciones y dirigieran su vista y su atención a la dirección del sonido. A causa del inesperado ruido, el ambiente había cambiado abruptamente, y algo no se sentía bien.
-¿Iba a venir hoy? –habló Hideki, con un tono neutral.
-Se supone que no -contestó el azabache, casi en un susurró-. Hideki-Kun ¿Por qué no llevas a Azumaya-Kun a tu habitación?
-¿Qué? No, no puedo dejart...
El de ojos castaños iba a reclamar, pero el azabache lo interrumpío, volteandolo a ver–: Hideki-Kun.
La mirada severa del azabache hizo que el menor frunciera el ceño y gruñera por lo bajo, resignandose a tomar las cosas que estaban sobre la mesita de centro.
-T-te ayudo –ofrecí. No sabía lo que pasaba, pero considero que no era momento para preguntar.
Tal parece que el de ojos azules notó mi desconcierto, y con una sonrisa tensa que intentaba lucir natural, dijo–: Perdona Azumaya-Kun, pero había olvidado que tendríamos otra visita. No quiero que el ruido los interrumpa, así que pienso que lo mejor será que vayan a la habitación de Hideki-Kun.
-No se preocupe Saijo-Kun, entiendo -respondí, devolviendo la sonrisa.
-Sigueme –llamó la atención Hideki, que ya había empezado a caminar.
-H-hai –solté con desconcierto.
Mi instinto pedía quedarse con el de ojos azules, pero por más que quisiera, no estaba en posición para hacerlo. Volteé a ver al azabache, para darme cuenta que este se encaminaba a la entrada del apartamento.
Llegamos a la habitación de mi amigo y nos adentramos en esta. Coloque las cosas que traía en los brazos sobre el escritorio, mientras fingía no darme cuenta que Hideki ponía seguro a la puerta.
-Puedo dejar esto aquí ¿Verdad? –pregunté sonriendo, disimulando la inquietud que sentía.
-Si –se limitó a responder, acercandose también al escritorio, y de igual forma, colocando lo que traía en sus brazos sobre el escritorio–. ¿Quieres sentarte en la cama o en la silla?
-En la cama está bien –Contesté.
-Como gustes –el chico se dejó caer en la silla, y se acercó al escritorio–. Ya nos falta poco ¿Verdad? Terminemos rápido.
-De acuerdo.
-Junta-Kun.
-¿Dime?
-Perdona las inconveniencias.
-¡Ah, eso! No te preocupes.
-¿Qué tipo de música escuchas?
-¿Música? Pues... cualquiera género está bien ¿Por qué?
-¿No tienes un gusto en específico?
-... Me gusta el rock, supongo –contesté.
-¡Mn! Nada mal ¿Quieres que ponga música?
-... si tú quieres.
-Bien –el chico tomó su teléfono y lo encendió–. ¿Algo que recomendar?
Un ruido fuerte proveniente de la sala se escucho, haciendo que el de ojos castaños se tensara y se quedara quieto, viendo a la nada.
-¿Has escuchado la música española? –llamé su atención.
El chico parpadeo repetidas veces, y volvió su vista a la pantalla del teléfono –: No.
-La guitarra por si solo tiene buenas melodías, puedo mostrarte algunas, son buenas para estudiar.
-Está bien –contestó, dandome su teléfono.
Al escoger una melodía y reproducirla, Hideki subió el volumen y seguimos estudiando.
Pasado no mucho tiempo, se escuchó que alguien tocó la puerta de la habitación. El chico detuvo lo que estábamos escuchando, y sin dar respuesta, la persona detrás de la puerta habló. Era la voz del azabache, el cual informó que iba a salir y que nosotros pidieramos la comida, mi amigo dio como respuesta un "Mn", luego de eso ya no se escucho nada.
El cuestionario del día siguiente vino como lo esperábamos, como patada en el trasero. Fue buena idea hacer acordeones, ya que aunque nos arriesgamos a ser descubiertos y que nos suspendieran el cuestionario, sin ellos no hubiéramos podido salir de el, a pesar de todo lo que estudiamos; espero que las llantas del vehículo de ese profesor se pinchen de camino a su casa.
No volví a ver a mi hermosa divinidad a noche, y no me había molestado en preguntarle a Hideki si todo estaba bien, ya que este actuaba como si nada hubiera pasado, así que no quise incomodar tocando el tema... Pero aún así, me sentía preocupado.
Continuara~
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