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Sufriendo internamente, caminaba por los pasillos de mi nueva academia, mientras escuchaba a lo lejos la voz del director que estaba dandome el recorrido.
Como si se volviera a retomar un mal patrón, volví a fallar en la tarea de acercarmele al azabache; aunque era de esperar que él se retirará del lugar mucho antes que yo, pero no importaba ya, me he decidido a no volver a repetir los mismos errores del pasado, y si tengo que investigar todo relacionado con él para poder acercarmele en otro lugar que no sea la iglesia ¡Lo haré!
Volviendo al presente, siempre me he preguntado si valdrá la pena seguir el sistema de estudio del gobierno, ya que en lo único en lo que me va a ayudar es a conseguir un trabajo que seguro me va a hacer infeliz, haciendo que termine con una vida igual de infeliz ¿Y si mejor creo una secta?
Salí de mis pensamientos al llegar a la última parada del recorrido; el cual era mi salón. Entramos sin prisa alguna al lugar, siendo recibido por la profesora que anunciaba mi llegada. Luego de unas palabras, la mujer pidió que me presentara, sin problema alguno y con mi mejor sonrisa hice lo que se me pidió, provocando murmullos de emoción y alguna que otra mirada de desagrado.
-Bienvenido -soltó la mujer-. Puedes sentarte a la par de Hideki-Kun.
Ella señaló con la mano un escritorio vacío que se encontraba en una esquina al fondo del salón, y sin perder tiempo, camine hacía donde se me había indicado, escuchando los murmullos y llevándome las miradas de los alumnos a medida que pasaba; por más raro que suene estaba a costrumbrado a ello así que le reste importancia.
Al llegar, me senté en aquella silla y me acomodé en el lugar, para luego dirigir mi vista hacía la persona que estaba a mi lado. Un chico de cabello negro, ojos castaños, tez blanca y con un semblante que reflejaba lo aburrido que se hallaba, estaba al lado mío y se encontraba viendo a la nada con su rostro recargado en su mano derecha. Por alguna razón este chico se me hacía familiar; aunque la verdad no recordaba donde lo había visto, le reste importancia y dirigí mi vista al frente.
Como era de esperarse, me encontré rodeado por varios alumnos cuando la clase llegó a su final, y me vi atrapado en un interrogatorio de su parte. Por educación, me limitaba a responder sus preguntas ordinarias con una sonrisa; aunque internamente lloraba. Pasado un rato, las preguntas se vieron frenadas cuando el chico a mi lado; el cuál no había dicho palabra alguna, recalcó el hecho de que probablemente me estaban incomodando; en parte tenía razón, los demás al escuchar estas palabras empezaron a renegarle, haciendo que este rodará los ojos y volviera a la posición en la que lo encontré. Iba a intervenir para que dejarán las halegatas contra él, pero al escuchar su nombre, todo me cuadro.
-¿Saijo-Kun? -Solté sin querer.
El chico me vio por un momento, y luego me sonrió extendiendo su mano hacía mí-: Saijo Hideki, para servirte.
-Azumaya Junta -respondí, estrechando nuestras manos.
El timbre sonó, anunciando el comienzo de la siguiente clase, haciendo que todos; con un suspiro, volvieran a sus lugares.
A veces puedo llegar a ser tan distraído ¿Cómo no me di cuenta? El chico sentado a mi lado era una de las personas que siempre estaba con aquel azabache, era uno de sus hermanos. Quería golpearme la cabeza contra el escritorio por haber dejado pasar algo tan importante, menos mal no hice algo que me dejara en mal ante él, ya que si eso hubiera ocurrido seguro hubiera afectado en mis planes; creó que le agrade... espero. Bueno, ahora el otro punto importante, si uno de los hermanos del azabache estudia aquí, probablemente él también se encontraba en el lugar ¡Si eso era así podría estar más tiempo cerca de él! ¡Azumaya Junta que suerte tienes!
La voz del que estaba a mi lado me sacó de mis pensamientos felices, haciendo que dirigiera mi vista y mi atención hacía él. Este no cambiaba su posición, a excepción de que ahora me miraba y levantaba el cuaderno de ejercicios del curso con su mano izquierda.
-No creó que brillar en clase este permitido -soltó.
-¿Eh? ¿Brillar en clase? -dije, sin entender a que se refería.
Él negó con la cabeza, y respondió-: El profesor acaba de pedir que hiciéramos pareja con el compañero de al lado, por lógica estás a mí lado así que creó que somos compañeros de trabajo.
Sonreí ante las palabras dichas, y asentí con mi cabeza, haciendo que el chico juntara su mesa con la mía. Primero lo primero, debía ganarme la confianza del hermano de mi tesoro, no por conveniencia, sino para llevarnos bien y demostrarle que su hermano iba a estar con una buena persona.
El de ojos castaños resultó ser alguien muy agradable, aunque a medida que pasaba el tiempo, pude notar que nadie se le acercaba o se molestaba en hablarle; algo que se me hacía extraño, y al finalizar el día, el chico solo desapareció sin que nadie se diera cuenta. Pregunte por él a las personas que estaban conmigo, estas con preocupación me aconsejaron no juntarme con él, y como nunca faltan aquellos que les gusta hablar de otros o los que esparcen rumores, no tarde en enterarme de lo que pasaba.
Eran varios los rumores que rondaban alrededor de Saijo Hideki, rumores como que era un sociopata que disfrutaba torturar animales o que su familia estaba involucrada en el tráfico de órganos, habían tantas cosas que no pude evitar pensar que estaba perdiendo el tiempo escuchado tantas estupideces. No era la primera vez; y considero que no será la última, que escucho este tipo de cosas respecto a alguien que al final resulta no estar involucrado en ninguna de sus acusaciones, es simple, muchas veces la gente se deja llevar por algo que vio o se inventan este tipo de cosas para hacer quedar mal al acusado. No puede desmentir todo lo que dicen de él, pero puedo asegurar que no es ese tipo de persona.
Decidí pasar todo el tiempo que se me fuera posible haciéndole compañía al hermano del azabache para comprobar por cuenta propia si todo lo que decían era verdad, de todas formas ¿Quién necesita los riñones?
Cosas como saludarlo, hablarle cada que podía, almorzar con él y pasar el receso haciéndole compañía fue mi rutina durante dos días; lo único que no conseguí en ese lapso de tiempo fue acompañarlo a casa. Mi cercanía hacia él provoco varios murmullos entre los alumnos, pero eso era lo de menos, ya que al notar mi deseo de establecer una amistad, el chico me miraba raro e intentaba alejarse de mí cada que tenía oportunidad, pero no lo conseguía; al final se limitaba a soportarme en silencio.
-¿No tienes con quién comer? -preguntó, viendome disfrutar mi almuerzo.
-Estoy comiendo contigo -contesté.
-No me refería a eso -habló con voz baja.
-Si no tienes nada que hacer después de clases ¿Quieres venir a vagar un rato al parque conmigo? Seguro no habrá niños, asi que no tenemos que preocuparnos por esperar los columpios -con una sonrisa, metí otro trozo de comida a mi boca.
-¿Por qué?
-¿Um?
-¿Por qué haces esto?
-¿Hacer qué?
-¿Es una apuesta? ¿Una broma? ¿Ellos te están obligando a hablar conmigo para luego atacarme? Si te están obligando a hablar conmigo, parpadea dos veces.
-¿Por qué piensas que me están obligando a hablar contigo?
-No lo sé, tú dime -entrecerrando los ojos, el chico no bajaba la guardia.
Sonriendo, aclaré-: No me están obligando a nada, quiero hablar contigo.
-Eso no tiene sentido -susurró, mostrándose consternado- Estoy seguro que ya te dijeron todo ¿Quién quiere estar con una persona como yo? Con tan mala reputación ¿No tienes miedo de que todos los rumores sean verdaderos?
-¿Y son verdaderos?
La expresión del chico cambió de golpe, mostrando sorpresa por unos segundos para luego mostrarse decaído, y cabizbajo, negó con la cabeza mientras intentaba ocultar fallidamente el puchero formado por sus labios.
¿Cuánto tiempo llevan haciéndole daño? Aún no lograba entender la razón por la que hablaban tan mal de él, pero tampoco iba a preguntar, ya que eso era lo que menos importaba. Llamándole por su nombre, Hideki se limitó a soltar un "Mn" levantando un poco el rostro para verme, y con una sonrisa, le ofrecí lo que intentaba conseguir desde hace dos días, y lo que al parecer, él necesitaba desde hace tiempo.
Un par de segundos pasaron para que el chico exclamara un "Azumaya-Kun" con voz temblorosa, y me viera con ojos brillantes y llenos de lágrimas que amenazaban con salir, mientras sus labios temblaban nuevamente en un puchero. Con miedo de que estallara en llanto, busque la manera de calmarlo, terminando la situación con él usando el dorso de su mano para limpiar sus lagrimas, mientras vocifereaba con orgullo "¿Quién está llorando? Tú eres el que quiere llorar", le di la razón con una sonrisa y un asentamiento de cabeza; está chiquito hay que cuidarlo.
El día transcurrió con calma luego de eso, y con calma me refiero a que paso super lento. Sentía como cada segundo que pasaba envejecia sentado en mi lugar; a este pasó terminaré muriendo por falta de libertad, lo único que me ayudaba a soportar los largos minutos era pensar en mi azabache. En el transcurso de estos días no lo he visto en la academia, y como estuve ocupado intentando hacerme amigo de su hermano, no he tenido tiempo de buscarlo ¡Me niego a aceptar el hecho de que no estudiara aquí! Aunque probablemente eso era lo más seguro.
Tan pronto como sonó el timbre, saltamos de nuestro lugar junto con el de ojos castaños, y salimos corriendo directo a recoger nuestras cosas, Hideki había aceptado la propuesta de ir conmigo a vagar al parque, así que ese era nuestro siguiente destino. Nos preparábamos para irnos mientras hablamos de cosas triviales, mejor dicho, yo hablaba, ya que el de ojos castaños se limitaba a responder con "Mns" y "Ajas", mientras revisaba su teléfono; me sentía ignorado y aún así no cerraba la boca.
Al salir del lugar el de ojos castaños me pidió que lo esperara un momento, y sin darme tiempo de contestar, empezó a caminar hacia delante. Entecerre los ojos e hice boca de pez al ser abandonado de esta forma, pero cuando vi hacía donde, o más bien, hacia quien se dirigía el chico, deje de hacer caras y puse mi mejor semblante.
Observaba desde mi lugar como Hideki hablaba con su atractivo hermano, quien portaba un uniforme de otra academia, algo que me decepcionó; aunque ya lo venía venir, ¡Pero aún así me decepcionó!
Prestaba atención a cada movimiento del oji-azul que resultó ser más pequeño de lo que esperaba, ya que Hideki le ganaba un poquito mucho en altura ¡Tan lindo! Su expresión tranquila y su mirada que reflejaba amor y calidez ¡Suertudo Hideki! ¡Yo también quiero que me mire de esa forma!
Mientras envidiaba internamente al de ojos castaños, vi como una moto se detuvo al lado de ellos haciendo que ambos hermanos dirigieran su vista hacia la persona sobre esta, Hideki alzó un poco su mano en forma de saludo y el sujeto con el casco hizo lo mismo, acto seguido el azabache le entregó su bolso a su hermano con una sonrisa, mientras le decía algo que hizo que su contrario asintiera con la cabeza. El azabache se acercó al chico de la moto y quiso tomar el casco que este tenía en sus manos para poder ponerselo, pero al final el que le puso el casco al azabache fue ese sujeto. Luego de eso, el azabache se subió a la moto y despidiéndose de su hermano, se retiró del lugar con aquel sujeto; si antes sentía envidia por Hideki ahora siento envidia por ese tipo; aunque el termino envidia se queda corto.
-¿Qué tienes? –habló el de ojos castaños, quien se teletransporto sin que me diera cuenta.
-Nada ¿Por qué? –negué, aunque estaba seguro que algo en mi decía lo contrario.
-Es que tu aura dice lo contrario –comentó, revisando el bolso de su hermano.
-¿Mi aura? Debes de estar... oye ¿que haces?
-Revisó el bolso de mi hermano ¿No es obvio? –dijo, sin dejar su acción de lado.
-Si, pero, ¿Por qué?
-¡Aquí están! -exclamo victorioso, sacando una caja de pokis de la bolsa. Analizó la caja y luego susurró–: ¿De fresa?.. Joto.
-¿Él es tu hermano? -pregunté, utilizando mi mejor actuación.
El de ojos castaños asintió con la cabeza, mientras abría la cajita de dulces–: Tengo dos hermanos mayores.
-¿Qué edades tienen?
-Él tiene diecisiete y el otro tiene veinte –informó, tomando un dulce– ¿Quieres uno? –ofrecio.
-Gracias, pero ¿No son de tu hermano?
-"Eran" ¿Nos vamos?
El tiempo no espera a nadie y es injusto que esto no se aplique a ciertas situaciones, tales como la duración de las clases que nunca se acaban.
Sentado en el escritorio juntó a mi cama, me dedicaba más a equilibrar el lapicero en el hueco que tenemos entre el labio y la nariz, que a terminar las ecuaciones que debía entregar al día siguiente.
Pude notar como Hideki tiene una preferencia por el azabache, ya que cada vez que miraba algo que le gustara o le resultara agradable, siempre mencionaba al de ojos azules. No era que me molestará, al contrario, gracias a esto pude aprender un par de cosas de mi hermosa divinidad... Pero ahora que lo pienso mas detenidamente, fue raro, ya que en ningún momento menciono a su otro hermano o a sus padres, fue como si su única familia fuera el azabache. Consideró que es normal que los hermanos tengan alguna preferencia entre ellos cuando son más de dos ¿No? Aunque creó que no tengo derecho de opinar ya que soy hijo único... pero tampoco mencionó a sus padres, y aunque de alguna u otra forma sabía que no era cercano a su padre, no puedo imaginar que esto también sea así con... su madre... ahora que recuerdo, nunca he visto a la madre de los azabaches.
Escuche el mullido de mi gato haciendo que dirigiera mi vista hacía él, este se encontraba cómodamente en mi cama juzgandome con la mirada, haciendo que sintiera culpa por estar procrastinando y estar pensando en lo que no me incumbe. Con resignación, volví a consentar mi atención en el contenido de mi cuaderno, complaciendo a Mr. pickle; gato gilipollas que no puedo dejar de amar.
Que complicada es la aritmética, pero más complicada son las relaciones de las personas ¡En todos los sentidos!
Continuara~
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