Capítulo 4
JACKSON
-¿Qué es lo que sueles comer por aquí?- apresure mis pisadas hasta llegar a su lado.
Acarició su mentón, examinó la isla, curiosa y pensativa luego; sus preciosos ojos que logran dejarme sin aliento, me observaron.
Rozó sus dedos con mi mano y dándole un fuerte apretón, tiró de ella.
A los pocos minutos caminando nos detuvimos frente a unos árboles, frunci el ceño extrañado, ¿Qué hacemos frente a unos árboles comunes y corrientes? No veo ninguna fruta que salga de ellos.
Pero mis palabras se quedaron atrapadas en mis labios al ver como Isla apartaba la maleza de entre ellos dejando ver lo que se ocultaba del otro lado.
Delante de mis ojos deleitandose frente a todo su esplendor; había una imponente cascada de aguas cristalinas, de las cuales desembocaban enormes y filosas rocas hacía la superficie, acompañadas de una gran variedad de palmeras.
A través de las aguas se podían apreciar distintas y exóticas especies de peces. Abrí la boca de impresión y mis ojos no perdían ni el más mínimo detalle.
No puedo creer lo que estoy viendo, todo esto es maravilloso, e incluso, irreal de no ser porqué estoy parado frente a ello.
Completamente hipnotizado por las vistas, atravieso los árboles logrando pasar al lugar, siendo seguido de cerca por los pasos de Isla, acaricio las rocas con algo de musgo sobresaliendo de ellas, sintiendo la rugosidad en mi palma y me arrodillo frente al río metiendo una mano, notando la calidez que desprende el agua.
Isla se me acerca y con un gesto pide que la siga. No dejo de mirar para todos lados, esto es increíble, en todos mis viajes jamás había visto semejante paisaje y con la compañía adecuada lo hace todo mucho más agradable y perfecto.
Escala una roca empinada y algo alta, a mitad de camino baja la vista hasta donde estoy yo y estira la mano para que la tomé. Algo inseguro comienzo a escalar hasta llegar a su lado.
Inconscientemente despego la vista de la roca y miro hacia abajo, trago saliva ¿en qué momento escale tanto? Mis viajes se basaban en recorrer y conocer lugares, al igual que costumbres, de otros continentes; pero jamás he tenido que enfrentarme a animales salvajes, correr por mi vida para no ser devorado y sujetarme bien de una resbaladiza roca para no caer y en un descuido, terminar como una pasa de uva si algunos de mis brazos se llegase apenas a soltar.
Isla al notar mi temor, toma mi mano con firmeza y me sonríe logrando con ese simple gesto tranquilizarme, tira de mi acercandome más a ella y juntos subimos hasta la cima.
Termino de trepar y tiro con fuerza de Isla ayudándole a subir, caminamos hasta la otra punta y desde aquí puedo observar como se ve la mayoria de la isla, a lo lejos se logra ver mi barco y unos puntos como si fueran hormigas moviéndose. Río internamente al comparar asi a mi tripulación, y sigo deleitandome con la vista del gran exótico lugar.
Creo que extrañare esta isla, sus paisajes, sus misterios y todo lo que queda todavía por descubrir en tan poco tiempo. Solo me quedan unos cuantos días aquí y luego tendré que volver a Londres, y eso me hace recordar una cosa...¿Qué será de Isla cuando me vaya? Me gustaría que viniera conmigo pero no estoy seguro de que quiera abandonar su hábitat.
Porque por muy primitiva y abandonada que luzca esta isla, todo lo que hay aquí y en sus alrededores, eso es su hogar.
Pero al menos no pierdo nada preguntándole.
-Isla me quería preguntarte algo importante...- Isla me obliga a apoyarme sobre mis rodillas y con su pequeña mano tapa mi boca, chista para que guardé silencio y su vista se desvía hacía abajo.
Frunzo el ceño y curioseo hacía donde mira ella, pero no veo nada. Su mano se retira delicadamente sintiéndo como si fuera una caricia a mis labios y al instante lleva esa misma mano a su boca ordenandome a que no hablé y esperé.
Vuelvo la mirada hacía abajo al escuchar el crujido de unas hojas y lo primero que veo son unas bolas de pelo marrón pasar tan rápidamente entre los árboles que no puedo lograr distinguir que fue exactamente lo que vi.
Agudizo mi vista y cuando lo veo comprendo su silencio, dos cachorros de osos se mueven velozmente oliendo todo el lugar, haciendo que su nariz se mueva repetidamente causándome ternura. Lloriquean y huelen unos minutos la tierra para posteriormente dirigirse a los árboles y frotar sus espaldas sobre el tronco de estos.
Miran en todas direcciones, y emiten pequeños gruñidos para luego abandonar el lugar perdiéndose entre los matorrales.
Pasando unos segundos Isla se sienta cruzando sus delicadas piernas sin dejar de mirar el horizonte, imito su acción poniéndome más cómodo y entonces habla.
-To...todos los días, cuando el sol está en su punto más alto ellos sa...salen a merodear por la isla.
-¿Qué es lo que buscan?- pregunto con la curiosidad desbordando de mis ojos.
Al instante, como por acto reflejo sus ojos me escrutinian con intensidad, sin dejar de observar mis gestos y movimientos.
-La pre...pregunta sería, ¿A quién buscan?- su mirada vacía y melancólica se pierde observando el paisaje- To...todos los días salen a buscar a su ma...madre. Un día, cuando ellos te...tenían meses de nacidos, su madre salió a buscar comida y nunca más re...regreso. Desde ése momento los o...oseznos recorren el lugar oliendo algún rastro que les dé con ella ¿Ob...observaste que lloriquean y refriegan sus lomos en los ár...árboles?
Asenti con un nudo extendiéndose por mi garganta. Ella rió amargamente.
-No lo ha...hacen por comezón en la espalda, ellos llo...lloran llamando desesperadamente a su madre y se refriegan por si la osa lle...llegasé a pasar por ahí pudiera oler sus esencias y buscarlos don...donde quiera que estuvieran.
-¿Qué fue lo que pasó con su madre?
Chasqueó la lengua y su rostro se tornó pensativo.
-N...no lo sé, ese día ella estaba alterada por al...alguna razón y sus crías estaban inquietas- suspiró con resignación- los de...dejó en la cueva y salió a buscar eso que tan...tanto misterio le daba. La seguí, juro que la seguí pero cu...cuando menos me di cuenta ya la había perdido de vista.
Sus ojos se cristalizaron pero al instante pasó su puño por sus parpados con furia antes de que salieran sus lágrimas. Admitía que esa historia era triste y melancólica, de solo ver a los cachorros desamparados y solos, hacía surgir un sentimiento extraño en mí y deseaba llevarlos conmigo para que no sufrieran aún más. Pero aún así sentía que algo le estaba faltando a ésta historia, un detalle del que me estaba perdiendo.
-La encontraste- afirme convencido- es por eso que estás tan triste ¿La encontraste muerta?
-No- sus cabellos se movieron al compás de su negación- nun...nunca más la encontré- hizo una pausa y un sollozo salió de su garganta- Ella era mi me...mejor amiga- abrí los ojos sorprendido- ella fue la que me cuidó des...desde que tengo memoria, me protegió como una madre y si...siempre fue la primera y la que más se preocupó por mí.
Eso en verdad me sorprendió, ahora entiendo su pesar. Ella prácticamente perdió a su madre y ni siquiera pudo encontrar su cuerpo para, al menos, asegurarse si esta con vida o no.
-Por ello si...siempre vengo por aquí- siguió hablando- para cuidar desde lo lejos a sus cachorros y pro...protegerlos de que nada les pasé. Es una promesa que me hi...hice a mi misma y hasta ahora siempre he cum...cumplido a mi palabra.
Un silencio incómodo se produjo por unos minutos, en verdad no sé que responder ante su confesión. Una emoción inexplicable se extiende por mi pecho al saber algo más de ella y de su historia, ahora puedo comprender una parte del sufrimiento y dolor que tuvo que soportar en su vida, ella poco a poco está comenzando a confiar en mí.
Mis manos pican de repente y solo sé que quiero estrecharla en mis brazos para aliviar algo de su dolor, reconfortarla de alguna manera y borrar esa triste expresión de su delicado rostro para reemplazarla con una de sus hermosas sonrisas que tanto logran hacerme suspirar.
-¿Querías v...ver con que me alimentaba, verdad?- eleva su voz dando una sonrisa que no llegaba a sus ojos.
Supongo que no quiere hablar más del tema así que decido seguirle la corriente.
-Es verdad- acaricio mi mentón con una mueca de pensamiento fingida- intuyo que debes cazar algún animal y usar su piel para hacerte abrigos o mantas. ¿Qué especies son las que más sueles cazar?
Su entrecejo se frunce y abre su boca con indignación.
-¿Eso es lo que co...come tu pueblo? No puedo creerlo- responde con enfado- yo no como animales, ellos s...son mis amigos. Yo los cuido y protejo co...como ellos lo hacen conmigo.
Creo que metí la pata, no sabía que se lo tomaría tan a pecho lo de cazar. Supuse que al vivir en una isla, ella sola buscaría la forma de sobrevivir. Pero tal parece que me equivoqué y que su corazón y empatía ganaron a sus necesidades, ella misma buscó una solución para alimentarse y conservar a sus "amigos", que parecen según las circunstancias, no le caigo bien a ninguno.
-Bien, lo lamento Isla. No debí haber dicho eso.- levanto las manos con genuina culpabilidad.
Suspira y sus facciones se suavizan, sé pone de pie y arranca una rama larga y puntiaguda que se encontraba en un gran árbol a centímetros de ella. Me indica que me levanté e inseguro y callado me acerco a ella.
-Mira y aprende, asi es co...como me he alimentado desde que supe hacerlo.
Sujeta con seguridad y firmeza la rama, retrocede unos pasos y cuando esta al borde de la roca avanzó rápidamente y yo con preocupación intentando agarrarla por si llega a caer, pero antes de que siquiera pueda mover un músculo, sus piernas se mueven con velocidad y corren al mismo tiempo que su brazo se flexiona hacía atrás y con fuerza lanza la rama.
Observo incrédulo y fascinado como esa vara de madera se impulsa y atraviesa en su punto medio un racimo de bananas arrastrandolas hacía el árbol continuo y dejándolas colgadas en éste.
Una exclamación impresionada sale de mis labios, observo a Isla bajar apresuradamente, y al parecer, muy emocionada a la vez que me indica que la siga.
Llego a la orilla de la roca y el vertigo comienza a producir estragos en mí. Había olvidado la semejante altura en la que estabamos y si en un principio me costo un infierno subirme, no me imagino cuando tenga que bajarme.
Bajé la mirada para ver en donde se encontraba la chica de dorados cabellos y la divisé descendiendo llegando a medio camino, pero de un inesperado salto terminó de bajar cayendo elegantemente de pie y sin un rasguño.
Por poco y mi mandíbula se desencaja; además de hermosa, ella es magnífica, ágil, fuerte, veloz y un sin fín de adjetivos que no terminaría de llegar a describir.
-¡Vamos, rápido!- gritó desde el suelo y salió corriendo.
Puse un pie en un desnivel de la roca y comencé poco a poco bajar sujetandome muy bien de ella.
Ya casi faltando solo tres metros para llegar, vislumbre un pequeño hueco perfecto para meter mi mano y sujetarme, pero cuando lo hice sentí un hormigueo que se extendía por ésta. Era una sensación incómoda, como si algo estuviera caminando por sobre mi mano.
Asomé la cabeza al hueco y miré horrorizado como unos dos o tres escorpiones caminaban por encima de la mano y movían sus aguijones rozandome los dedos.
Grité y abruptamente retiré mi brazo, logrando perder el equilibrio y caer los metros faltantes, chocando la espalda en el suelo. Un jadeo salió de mis labios y gruñi adolorido retorciendome en el pastizal.
-Espereme, milady- susurre con pesar, aunque es seguro que ella no me escuchará y ya estuviera lejos de mi vista.
Intenté levantarme pero mi espalda dolía horrores, y la cabeza me palpitaba. Esperé unos minutos a recomponerme y logré escuchar unos pasos apresurados que se acercaban.
-¡Mira, las en...encontré!- entreabri los ojos y vislumbre a Isla con el racimo de bananas, dando saltos emocionada y sonriendo.
Por un momento me olvidé de mis dolores, y aprecie embobado esa preciosa sonrisa junto con el intenso brillo en sus ojos que la acompañaban, estaba seguro que estaba en el cielo y en este momento vino un ángel de ojos zafiros a llevarme con ella, que seguramente gustoso, acompañaría.
Pero una punzada en la cabeza me hizo volver a la realidad. Hice una mueca de dolor y exhale el aire que tenía contenido. Isla paró abruptamente y su alegría se transformó por preocupación y confusión.
-¿Qué te pa...paso, por qué estás en el suelo?- preguntó, acercándose unos centímetros más a mí- ¿Te caiste?
Responderle con la verdad solo sería dañar mi orgullo, por ello recurri a la opción más válida.
-No, solo que bajar me ha dejado cansado y quise recostarme un rato. Además mira que cielo radiante tenemos hoy- señalé hacía arriba, bajando lentamente el brazo para que no me doliera tanto.
Isla miró en la dirección señalada y frunció sus castañas cejas.
-Yo lo ve...veo igual que todos los días- sus ojos me inspeccionaron- ¿seguro que es...estás bien?
De un estirón salté hasta permanecer parado, sintiendo la tensión y el dolor en mis músculos, caminé hasta llegar frente a Isla y sacudi la tierra de mi gabardina.
Una de las cosas que más cuido es mi vestimenta, a pesar de estar constantemente viajando eso no es excusa para ir mal vestido.
Por eso siempre procuro que mi ropa éste completamente limpia y sana, además de solo ponerme las que son hechas de la más cara tela que existe.
Al fín y al cabo, aunque mal me caiga, sigo siendo un príncipe y como tal fui educado.
-Estoy completamente bien, ¿seguimos?- sonreí.
Continuó mirándome con duda y confusión, me inspeccionó de pies a cabeza. Todo esto ya comenzaba a ponerme nervioso.
-Además- continúe, intentando desviar su atención de mí- tenemos que seguir practicando su lectura y aprendizaje, mi lady. ¿Qué estamos esperando?
Por fín logré mi cometido. Sus ojos brillaron de emoción y dio unos pequeños saltitos como una niña. Aún con el racimo en sus manos, caminó hasta posicionarse frente a mí. Coloqué mi mano en su espalda baja para que avanzará.
Cuando yo quise seguirle el paso, unos ruidos de gruñidos hicieron que volteara, pero como paso anteriormente, no vi nada ni a nadie.
-¿Qué pasa?- se acercó Isla, confundida.
Volví de nuevo la vista al lugar pero seguía sin ver nada, seguro que sigo alerta por los sucesos de las panteras. Entrecerré los ojos y negué restandole importancia.
-Nada, mejor vámonos- y seguí a Isla, pero con un extraño presentimiento de que si había alguien escondido en la maleza.
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¡Hola! Espero que hayan disfrutado el capítulo.
Lamento haber estado tanto tiempo ausente, es que tenía que entregar mis últimos trabajos y exámenes.
Pero ahora que ya estoy libre y que oficialmente terminé las clases podré escribir y actualizar más seguido.
Ahora con las preguntas:
¿Cómo creen que reaccionará Isla al saber que Jackson se tiene que marchar?
¿Querrá ir con él o se quedará en la isla?
¿Y quién o qué es lo que persigue a Jackson?
Voten y comenten que les parece el capítulo. Además así me incentivan a seguir escribiendo.
Nos estamos leyendo en el próximo capítulo.
Milena🌸
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