No soy esa mujer.
Solo vienes a mi cuando intentas buscar un poco de calidez, como las flores al sol.
Pero yo no soy esa mujer.
No quiero que tomen de mi sin más, no quiero que vengas a mi solo cuando nadie más va a ti.
Supongo que aún te lo permito porque en mi vive aún una chica enamorada de la tú del 24 de septiembre de 2018, pero solo en ese momento importé para ti ¿no? Solo cuando querías tocarme y besarme; para todos los demás días era una salva que usabas del repuesto.
Y tengo estas amistades que construí después de que me botaste cuando ya no te servía; ellos me mostraron como se ve el amor. Ellos siempre me tienen en sus pensamientos como yo a ellos, no me cambian por amores ni sexo casual, respetan los acuerdos y son leales a su palabra a pesar de si nos enojamos unos con los otros; porque el amor no es un estado de ánimo que cambia de hora a hora.
Supongo qué hay bondad en ti, pero tengo que ser honesta; estás contaminada de tanta mezquindad, cierta inmadurez (y nada tiene que ver con tus gustos) y egoísmo hiriente. De la chica que dejé en esas gradas un martes gélido, ahí fue cuando se perdió; no sé si de mi o de ella, pero solo sé que donde quiera que su bondad, que su fragilidad, que su empatía y humanidad esté, tardará en volver.
No puedo seguir aceptando ser tu segunda opción incluso en la amistad; y si lo pienso bien yo siempre puse demasiado, el doble, en todo esto.
Porque tú eres de esas mujeres que toma, y yo de las que da.
Pero no soy el tipo que se queda a recibir migajas y contentarse.
No soy esa mujer.
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