A veces repaso mi libro de memorias mental. Siempre me detengo un poco en aquella fotografía de las dos riéndonos hasta el dolor de abdomen en una estación de metrobús.

En cuanto la risa destructiva acabó, me miraste, me sonreíste y así con tu delicadeza me tomaste del mentón y me besaste como si no hubiera un mañana.

No sabes el impacto de ese recuerdo en mi mente; ¿Como lo dejamos ir tan fácil?

Durante este año solo pensé frente al psicólogo "¿Ella no era feliz conmigo? Se fue tan abruptamente, pero me sentía tan conectada, pensé que ella también."

Y cuando te miro venir por el pasillo toda sonriente y me abrazas y besas directo a la mejilla con tanta ternura siento como si aquellas flores que "maté" hace un tiempo ya, quisieran brotar, quisieran salir en ramillete por mi boca hasta ti.

Pero prometí a mi misma no hacer esto de nuevo, y soy fiel a mis propias promesas.

Pero cuando te miro dormida sobre mi chaqueta térmica con los rayos del sol dándote de lleno a la cara; no hay belleza más pura, no hay momento más glorioso para mi.

Admito que en mi, todo se encuentra tal y como lo dejaste.

Pero no estoy buscando persuadirte ni aprovecharme, no deseo ser embustera con tu corazón. Solo entiende, el amor que te tengo es casi como un animal enjaulado, muerto de hambre cuando te tengo cerca.

Hoy solo quería decir algo sobre esto, porque es intenso y necesito derramarlo, dejar salir toda esta energía vibrante de mi...

Antes de que explote en tu bello rostro.