Capítulo XII: Operación Salvemos a Amelia.
Amelia:
-Ya lo dije: es ridículo.
-Vale, el plan se aborta. -Dijo Elizabeth- De todas maneras, como dijo Ian, sacar a Amelia por la ventana con un helicóptero es absurdo.
- ¿Por qué es absurdo? Es perfectamente posible.
-Aurora, comenzando por el hecho de que un helicóptero no puede acercarse a una ventana de esa manera y que arriba no hay espacio para que se estacione... no, no se puede. -Expliqué cansada.
- ¿El techo de la sala de arte? -Sugirió ella.
-El Internado se hundirá en el infierno si yo no soy sacrificada. No hay opciones, ¿Condenarás a todos aquí para salvarme?
- ¡No puedes resignarte! -Dijo Chiara- Debe haber una manera de evitarlo.
-Ya acepté ese destino, no hay qué hacer.
- ¿Otro exorcismo? -Preguntó Ian bostezando.
- ¡Podemos contarle la verdad a todos! ¡Advertirles sobre lo que va a ocurrir!
-Aurora, ¿De verdad piensas que alguien va a creer que este Internado se va a hundir en el infierno si Amelia no es asesinada? -Preguntó Chiara- Nos tomarán por locos, además, considera que ya nadie quiere oírnos por el simple hecho de apoyarla.
-Si sabemos que todo esto pasa por el director, ¿Por qué no hacemos algo al respecto? Podemos demandarlo. -Sugirió James.
- ¿Crees que no se nos ocurrió? -Preguntó Chiara- Ya me imagino las risas de los policías al escucharnos.
-Y alguna parte del contrato dice que el diablo evitará que la policía interfiera. -Les recordé- No hay manera. Aparte no es posible hacernos con el contrato.
- ¿Y si el la noche del sacrificio sacamos a Amelia y al mismo tiempo destruimos el muro del internado para que todos puedan escapar?
-Ya no te esfuerzes Aurora. -Suspiré- No es posible salvarme.
-Oigan... ¿No dijo el demonio que si Amelia intenta escapar los pasillos se volverán un laberinto a sus ojos? -Preguntó Ian.
- ¿Hasta ahora lo captas, genio? -Rodó los ojos Chiara.
-Dijo "a sus ojos". -Repitió Ian ignorándola- Me pregunto qué pasaría si alguien la acompañara como su guía mientras intentan escapar, ¿Esa persona se vería afectada también por el encanto o lo que sea?
-Es lo más probable. -Dije algo insegura.
- ¿Y si mejor le vendamos los ojos a Amelia y le atamos la mano a una cuerda unida a un dron para guiarla desde afuera? Las máquinas no tienen ojos o cerebro qué engañar. -Anotó James pensativo- Por lo que en teoría son inmunes a encantamientos que engañan a la vista.
-Quedamos en lo mismo: los demás en el Internado. -Repetí- No se trata solo de mí.
-Maldita sea, ¡Quememos el Internado de una vez! -Gruñó Ian- Si deja de existir, no puede hundirse en el infierno y ya no habrá Cuarto Maldito dónde matar a Amelia...
Por casi un minuto, nadie profirió un solo sonido, tal era el silencio que se había apoderado de mi cuarto que podíamos escuchar nuestros corazones palpitar. Ian comenzó a removerse incómodo en su cama ante las miradas de todos hacia él y cuando ya no lo soportó más... suspiró.
- ¡Ya díganme si hay alguna clase de fantasma detrás de mí o si tengo algo en la cara, pero que sea ya! -Exclamó exasperado.
-Ian, ¡Eres un maldito genio! -Profirió Chiara- Si incendiamos el internado y no logran controlar el fuego, todos se verán obligados a salir, ¡No podrá quedar nadie adentro! Y si el Cuarto Maldito se quema entonces mucho mejor... ¡Y cuando el Internado caiga en el infierno no habrá nadie en su interior! ¡Habremos ganado la partida!
- ¡Alto ahí cerebrito! -La cortó Elizabeth, que parecía en una lucha interna. Eso nos hizo recordar que ella tenía mucho qué perder si el Internado desaparecía- Perdonen... es que me cuesta trabajo procesarlo. He construido tanto aquí que... es difícil asimilar que ahora sea necesario destruirlo.
-Eli... -Dijo Aurora con suavidad mientras le colocaba una mano en un hombro y la veía a los ojos- Te hiciste una promesa: no dejar morir a Amelia. Si Amelia vive, el Internado desaparece, pero si muere, el Internado permanecerá y tú habrás fracasado en tu promesa. Se trata de una amiga, eso importa más, ¿No crees?
-Sé lo que prometí. -Gimió Elizabeth desviando la mirada- Solo que...
-Las decisiones difíciles requieren voluntades fuertes. -Aportó Ian elocuentemente.
-Silencio Thanos. -Ordenó Chiara- No es momento para referencias a Avengers.
-Eli, tienen razón; la prioridad es Amelia. -Dijo James- Los amigos son primero, además es una cuestión de honor para tí.
-Bueno... a fin de cuentas éste lugar nunca me gustó. -Suspiró mientras retiraba la mano de Aurora de su hombro antes de fruncir el ceño decidida- Pero si queremos que parezca un incendio más o menos normal, lo mejor es que empiece en las cocinas, es donde hay más probabilidad que algo así pase.
-Hay un sistema anti-incendios. -Le recordó Chiara.
-Nos encargaremos de que no funcione esa noche... porque tiene que ser de noche, cuando todos estén cenando, si están reunidos todos en el comedor, será fácil que Amelia se mezcle con todos los que vayan saliendo, luego escaparemos una vez que estemos afuera. -Explicó determinada. No pude evitar observarla con asombro, esa chica era una líder nata y ahora estaba tomando el mando de la situación- El incendio debe ser tan grande que no puedan controlarlo y obligue al director a ordenar que salgamos.
-Se necesitará mucho combustible para eso. -Intervino Ian- ¿En serio vamos a quemar el Internado? Suena como una decisión drástica.
- ¡Fue tu idea! -Le recordó Chiara sin poder creer lo que acababa de escuchar.
-No lo dije en serio.
-Espero que hayan terminado de interrumpirme. -Dijo Elizabeth severamente.
Antes de darme cuenta, lágrimas corrían por mis mejillas. Mis amigos estaban dispuestos a todo, incluso a sacrificar lo que tenían por mí. ¡Por mí! Una chica que habían conocido hacía poco más de un mes, despreciada por su familia y abandonada por todos... pero ahora lo veía con claridad: tenía una nueva familia, ellos.
Me recriminé por haberme resignado a morir sin pensar en la promesa de Elizabeth y el apoyo de todos. Chiara, Ian, Eli, Aurora, James e incluso Zed...
Después de todo, para ser familia no se necesita compartir la sangre. Sin poderlo evitar, sollozé emocionada y comencé a llorar ante las miradas desconcertadas de mis amigos. Como ya era costumbre, Aurora me abrazó para consolarme mientras todos me daban palabras de aliento.
A pesar de que no podía detener mi llanto, logré sonreír. Esta vez no lloraba por desesperación, dolor o tristeza, mis lágrimas se debían a la felicidad que sentía en aquel momento, cuando mis amigos me tendían sus manos para salir del oscuro pozo donde había caído.
*-*-*-*-*-*-*
???:
El sol finalmente apareció llenando de luz todo a su paso por el cielo. Oculto tras una negra cortina, Princeton lo vio ascender lentamente marcando el inicio de un nuevo día.
En su espalda desnuda se exhibía el tatuaje de un Dragón, mientras que su cuello lucía el símbolo de la Cabra. Ambos tatuajes fueron hechos la noche que se convirtió en El Ejecutor.
Inconscientemente, recorrió con sus dedos una larga herida que surcaba el pectoral derecho, inolvidable recuerdo de la vez que tuvo que matar a un hombre en un bar para defenderse de su injustificada agresión, el tipo quería pelear con alguien y lo había elegido a él. Por desgracia las cosas tomaron el camino del acero.
Un gemido lo hizo girar la cabeza hacia la cama donde estaba Michelle, que yacía dormida aún y de vez en cuando murmuraba en sueños, abrazaba una almohada que cubría sus pechos y una sábana roja la cubría de la cintura hacia abajo, su precioso cabello estaba enredado y disperso y cubría parte de su rostro perfecto.
Princeton entró a la ducha y tras desnudarse por completo, giró la llave dejando caer el agua helada por todo su cuerpo. Pronto, su cabello mojado cubría completamente su rostro mientras enjabonaba una esponja de baño para lavarse.
Luego de un rato, se observó en el espejo de la ducha. Vio todas sus cicatrices, algunas producto de los castigos de su tío y otras por accidentes sin sentido y sus propias peleas. Por un momento sonrió al notar que tenía un cuerpo bien definido y como diría Michelle, muy sexy. Si hubiese sido un chico normal, habría presumido de su cuerpo frente a las chicas y se preocuparía por cosas normales, como terminar su carrera, su futuro laboral, tal vez conseguir novia... sin embargo él no lo era y esas cosas no eran para él.
Salió de la ducha y se vistió lentamente. Michelle aún no despertaba. No importaba, ya la había dejado dormida muchas veces al marcharse, ya fuera en la Mansión Oscura o en donde se encontraran.
Antes de salir, recordó que olvidaba algo. Regresó a la mesa y alargó la mano para tomar el puñal. Dios, cómo odiaba cada átomo de esa arma... pero a pesar de ello la tomó y la guardó en su traje para finalmente salir de la habitación y dirigirse a la biblioteca.
Una ráfaga de viento en su espalda llamó su atención y lo hizo girarse cuando caminaba por el pasillo.
-He regresado, señor. -Anunció Lykhosatangan.
-Perfecto.
*-*-*-*-*-*-*
Amelia:
Aquel día desperté antes de que el sol saliera. Aunque me había quedado a dormir en mi habitación, no pasé la noche sola pues Aurora no lo permitió y se quedó conmigo. Claro que eso no evitó las pesadillas y los frecuentes sonidos de golpes en las paredes, aparte de las visiones de chicas con cuellos cortados de lado a lado o con una prominente herida en el corazón.
Aurora tenía la suerte (o la desgracia) de dormir profundamente, así que le era muy difícil despertarse. Yo nunca había tenido la necesidad de dormir mucho, por lo que no era raro que despertara temprano, en cambio Aurora podía dormir sin problemas hasta el medio día (ya lo había hecho un domingo, tuve que entrar a su cuarto a despertarla para que no faltara a su reunión con el Club de Música).
Repasé mentalmente el plan que habíamos hecho durante la noche, no había puntos ciegos. Todo tenía que salir bien.
Ciertos estudiantes sueñan con quemar su colegio y a veces lo expresan en voz alta, generalmente se trata de los que están sumamente hartos de hacer tareas, obedecer a sus maestros o simplemente les molestan las clases y preferirían estar haciendo cualquier otra cosa. En mi caso, yo no despreciaba las clases ni había fantaseado con quemar mi escuela, pero ahora las circunstancias me habían obligado a tomar parte en un plan que justamente trataba sobre hacer del Internado Princeton una bonita antorcha gigante. Eso sí iba a disfrutarlo, claro, si funcionaba.
"Por favor, siempre iba a arder en el infierno, solo estamos adelantando el proceso..." Justamente esas fueron las palabras de Ian cuando Aurora titubeó en estar de acuerdo con el plan (seguro que le gustaba mucho la sala del Club de Música).
Nuestra jugada (llamada Operación Salvemos a Amelia por Chiara) comenzaba en ese momento. Elizabeth y James nos reunirían la información necesaria además del combustible que usaríamos para provocar el incendio, el cual, tal como dijimos, iniciaría en las cocinas un par de minutos luego de la cena, antes de que todos se marcharan a sus habitaciones. Para prevenir tal cosa (algunos comían deprisa y se marchaban, otros se llevaban su comida a sus respectivos cuartos, algunos no cenaban, etc) Aurora convencería al Club de Música de hacer la presentación oficial de su primer álbum musical, así asegurábamos que todos estuvieran reunidos.
Ian y Chiara serían los encargados de dañar el sistema anti-incendios de las cocinas, mientras que mi papel era simple: reintegrarme lo mejor posible a las clases, actuar normalmente y estar en el lugar indicado (en medio de todos los demás internos) cuando el incendio se desatara.
Por su parte, James introduciría todo el combustible y lo haría estallar con un detonante de cuenta regresiva que colocaría en el lugar correcto usando uno de sus drones, si por algún motivo no era posible, Elizabeth se encargaría del asunto, quizá con el método clásico de dejar un reguero de combustible y prenderlo con un fósforo o algo por el estilo.
Faltaba mucho para la hora de desayunar y más todavía para que iniciaran las clases, por lo que me di una ducha y luego comencé a estudiar. A pesar de mi situación, tenía mis esperanzas puestas en nuestro plan, pero para no darle demasiadas vueltas al asunto, era mejor tener la mente ocupada.
De mi hermano Alan había aprendido a desconectarme de todo a la hora de estudiar, aunque rara vez hacía uso de esa habilidad, principalmente porque no era necesario, pero en esta ocasión requerí de ella. Me había perdido más de una semana de clases y debía estar lista para reintegrarme, me pondría al día con los deberes y actuaría como si nada estuviera pasando.
Finalmente Aurora despertó y me dio los buenos días, tras un corto intercambio de palabras, se marchó a su propio cuarto para darse un baño y cambiarse de ropa.
Por mi parte, una vez que dejé mis libros y me dirigí a cambiarme de ropa para asistir a clases, noté bajo mi cama algunas cosas que resultaron ser mi laptop, un par de balijas con ropa, algunos accesorios, los paquetes de caramelos y el diario que me regaló Cheryl. Recordaba haber llevado algunas de esas cosas al baño antes del exorcismo, pero todo se había derrumbado, varias estaban milagrosamente intactas. Decidí que Aurora tuvo que recuperarlas y guardarlas mientras estuve castigada para devolverlas cuando mi cuarto estuvo reparado.
Después de un rato bajé a desayunar esforzándome por ignorar los murmullos a mi paso y las malas miradas de todos, se percibía que me detestaban y temían a la vez. Aurora me alcanzó en el pasillo que daba al comedor.
-Debiste esperarme. -Se quejó.
-Lo siento.
Caminamos juntas y luego nos reunimos con un adormilado Ian, a quien Chiara no paraba de pellizcar en las mejillas para mantenerlo despierto, aunque no paraba de bostezar. Parecía estar más cansado que nadie, seguramente no le iba nada bien lidiando con las pesadillas y los posibles sucesos sobrenaturales.
Retiramos nuestras bandejas de comida y nos dirigimos a la mesa de la esquina, la que normalmente ocupaba Zed, quien nuevamente brillaba por su ausencia.
-Anoche algo me arrojaba mis tenis cada que intentaba dormirme. No pude lograrlo. -Dijo Ian restregándose los ojos.
Elizabeth apareció minutos más tarde. Parecía incluso radiante, a pesar de sus ojeras.
-Pasado mañana, todo estará listo. -Anunció en voz baja- Para el cumpleaños de Amelia, todo deberá estar en posición, no hay forma de fallar.
Asentimos en silencio, yo todavía me preguntaba por qué debíamos esperar precisamente a esa fecha en vez de hacerlo antes, pero estaba decidida a confiar en mis amigos.
- ¿Por qué estamos en la mesa del emo? -Quiso saber Elizabeth.
-Eso quisiera saber yo. -Dijo Zed fríamente tras ella haciéndola sobresaltar. Él no parecía cansado, por mi parte, yo estaba segura de que sus ojeras no iban a desaparecer por mucho que descansara y que él prefería que así fuera para tener una apariencia más siniestra.
-Deberías sentarte. -Ofrecí.
-No desayuno hoy. -Dijo antes de dar media vuelta y marcharse.
-Si será antisocial. -Bufó Aurora unos segundos más tarde.
-Es mejor así, dejémoslo fuera del plan. -Ordenó Elizabeth- Hasta donde sabemos, su lealtad es solo consigo mismo.
*-*-*-*-*-*-*
El día me pareció demasiado largo, tal vez porque fue demasiado ordinario, sin nada que lo hiciera resaltar aparte de la fugaz aparición de Zed en la mañana y la pila de deberes que me asignaron.
Durante la cena, Aurora se reunió con el Club de Música, parecían algo resentidos con ella por apoyarme siendo considerada una adoradora de Satán y la culpable de sus pesadillas, pero le tenían mucho aprecio y sobre todo ella contaba con el apoyo de Jaden, que era el jefe del club (supuse que Aurora le gustaba porque la miraba de una manera bastante... peculiar), al parecer logró convencerlos de montar un pequeño espectáculo la fecha de mi cumpeaños (que obvio no mencionó). Pasaron bastante tiempo hablando de lo que necesitaban y cómo podían hacerlo, al final todos aceptaron con entusiasmo la idea y propusieron transmitirlo por redes sociales... por lo que después nos contó Aurora, esa noche el Club de Música había decidido darle una muestra de su talento a todo el Internado y a quien los viera en internet.
Planearon desde la construcción de un escenario adecuado hasta la correcta orientación de las mesas para que todos pudieran verlos, cuando se despidieron y se marcharon a sus cuartos, ya estaban pensando en incluir a los otros clubes y hacer un festival.
Claro, si algún club aceptaba unirse a su festival, tendrían que trabajar bajo sus condiciones (sobre todo respetando la fecha límite que el Club de Música o en este caso Aurora, promotora principal, había decidido bajo la excusa que quería dedicarle el evento a su hermana menor que cumplía catorce años ese día).
Así fue como al día siguiente durante el desayuno se hizo el anuncio y casi todos los clubes aceptaron con mayor entusiasmo del esperado la idea, para la noche ya se habían coordinado y tomado roles y como esperábamos mis amigos y yo, el Director tuvo que ceder ante la petición de casi la totalidad de los Internos dándoles concesiones para trabajar en los preparativos durante horas que normalmente eran de clases. Si le pareció sospechoso o no que mi amiga promoviera un evento para el día de mi cumpleaños, no lo sabíamos.
Yo solo veía cómo los del Club de Mecánica y el de Artesanía trabajaban en conjunto construyendo el escenario perfecto y los otros Clubes hacían lo suyo para no quedarse atrás. Yo solo podía sentir lástima pensando en todo el esfuerzo en vano que hacían aquellos chicos, el incendio acabaría con todo. Intentaba convencerme de que estábamos salvándolos a todos, pero no evitaba sentirme un poco culpable.
*-*-*-*-*-*-*
???:
Esperó unos segundos tras presionar el timbre de la casa, no le gustaba que lo hicieran esperar, menos ahora que sospechaba que tenía su tiempo estaba por acabarse. La puerta se abrió sin hacer ruido y apareció la persona a quien Princeton buscaba.
-Ya era hora. -Dijo molesto.
-No me culpes, tengo mucho trabajo. -Se disculpó James.
-Solo quiero saber si tienes los papeles.
-Desde luego, el abogado hizo un excelente trabajo. Pasa.
Princeton lo siguió al interior y sin esperar invitación se sentó en un sillón mientras James buscaba algo en un amplio estante.
-Aquí está. -Anunció extrayendo una carpeta del nivel inferior para luego tendérsela a Princeton- Todo está en orden, pero imagino que querrás revisarlo.
-Por supuesto. -Respondió el sombrío joven mientras analizaba cada página- Parece que efectivamente, está todo en orden. Según veo, tus contactos hacen muy bien su trabajo.
Tras esa declaración Princeton le tendió un sobre con dinero a James, que lo tomó y lo guardó sin contarlo, no hacía falta, además, dudar de Princeton podía ser fatal.
-Sé que no debería entrometerme, pero no deja de sorprenderme que hayas venido en mi busca para conseguir papeles de adopción. ¿Eliza Jullaysi Princeton eh? Me resulta interesante. -Comentó James alzando una ceja.
-Tengo otro trabajo para ti. -Dijo Princeton fríamente.
-Suena bien, ¿De qué se trata?
-Antes de eso... Sé que tu novia y los demás tienen planeado algo para ayudar a la chica Blackmount, quiero saber de qué se trata.
-Eso deberías preguntárselo a ellos.
-No tientes a la suerte Castle...
- ¿Por qué estás interesado en eso? -Preguntó James desconfiado.
-Tal vez porque también quiero ayudar a Blackmount. Aunque no lo creas, me interesa que sobreviva.
-No puedes creer que voy a confiar en ti solo porque dices querer ayudar.
-Si no me revelas la información que pido entonces será por la mala y tengo la fuerte sospecha de que no quieres verme enojado. -Dijo Princeton bajando la voz haciendo que sonara más amenazante. Ciertamente James no quería hacerlo enojar.
-Eres un Princeton, hasta donde sé, el último de su sangre, oh sí, los investigué cuando Amelia me contó esa historia sobre el primer director, Dennison Princeton... me enteré de cosas interesantes, como que existe un Guardián del Pacto y un Ejecutor... no me llevó mucho tiempo deducir que si el director es el Guardián... tú debes ser el flamante Ejecutor, o sea el tipo que debe matar a Amelia. ¿Por qué iba a confiar en tí? ¿Por qué ibas a ayudar a tu víctima a escapar? ¿Por qué contribuirías a que el Internado de tu familia se hunda en el infierno? -Despotricó furioso.
-Conoces mi identidad, ¿Por qué no se los dijiste entonces?
James titubeó unos segundos antes de responder.
-No habrían sabido qué hacer con esa información.
- ¿Y qué harás tú con tal conocimiento? -Le interrogó Princeton lentamente.
Por toda respuesta, su interlocutor sacó a la luz un revólver Mágnum 32 y le apuntó a la cabeza con ella.
-Ya veo. -Susurró Princeton.
-Sin Ejecutor, mi novia y sus amigos están a salvo.
-Diría que tu decisión es admirable, pero no vas a disparar. Sé que no sería la primera vez que matas a alguien, sin embargo, no vas a matarme a mí.
-No sabes nada de mí. -Gruñó James- No puedes estar seguro de eso.
-Sé bastante sobre tí, comenzando con el hecho de que no vas a disparar. -Repitió Princeton serenamente.
James abrió la boca para replicarle, pero lo único que salió de ella fue un súbito grito más de sorpresa que de dolor: el revólver en su mano de pronto estaba al rojo vivo y lo quemaba. Sin poder hacer más se vio obligado a soltarlo mientras se giraba hacia la mesa apresuradamente para vaciar un vaso de agua en sus manos, tras lo cual vio atónito cómo su arma volaba a la mano de Princeton completamente fría.
- ¿Dejarás de hacer idioteces? -Preguntó fastidiado mientras giraba la pistola en su mano al estilo vaquero- Es verdad, soy El Ejecutor y esa posición me confiere algunos poderes que nunca pedí. Detesto el legado de mi familia tan intensamente que estoy intentando destruirlo, aunque para ello deba irme al infierno. No soy tu enemigo ni el de tus amigos.
Acto seguido, le arrojó la pistola a los pies. James lo observó impresionado, no sabía qué pensar, ¿Aquello sería un truco? La verdad era que aquel tipo podía haberlo matado de haberlo querido y su instinto le decía que aún podía hacerlo sin necesidad del revólver.
- ¿Me contarás de qué se trata el plan para ayudar a Blackmount?
James estaba en una lucha interna y el otro estaba enterado de ello, odiaba que lo hicieran esperar, pero lo pasó por alto, necesitaba a aquel tipo con vida.
-Está bien, te lo contaré.
-Quiero todos los detalles.
-Vale.
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