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Capítulo 46 - Big Belly Burger.



Sin que él se diera cuenta —o eso creía ella— Linda tomó otra papa frita de la pequeña bolsa que estaba en la mesa.

"¡Increíble! ¡Manos fuera de mis papas!" —exclamó Barry, tomando la bolsa de papas y poniéndola al lado de su teclado mientras intentaba concentrarse en un documento. "Esta es la cuarta vez que te digo que no lo hagas y..."

"Y es la cuarta vez que no me importa," —respondió Linda, despreocupada, dándole una gran mordida a su hamburguesa. Un poco de salsa cayó de su boca a la servilleta, pero solo le sacó una sonrisa. "Hmmm... Barry, dame de esas también," —dijo, señalando las papas francesas en una bolsa separada.

Barry negó con la cabeza, y en lugar de extenderle una, se metió una en la boca con lentitud exagerada, mirándola a los ojos mientras masticaba con una expresión triunfante.

Linda arrugó la nariz y, sin previo aviso, le dio una patada en la espinilla. Barry ni siquiera parpadeó.

"Recuérdame," —suspiró Barry, rodando los ojos en un intento de contener la risa, "una vez más, por favor, ¿por qué estoy almorzando contigo... en mi oficina?"

Linda asintió como si estuviera a punto de darle una respuesta profundamente filosófica. "Pues, es algo simple. Cisco está demasiado ocupado para verme hoy," —dijo, tomando un sorbo de su bebida. "Y Caitlin... bueno, ella está en Nueva York con Henry," —añadió con un tono dramático, observando de reojo la expresión de Barry al mencionarlo. "Así que no tenía a nadie más a quien molestar... y tú eres el único que me deja comer hamburguesas sin juzgarme."

"Déjame adivinar... ¿Cisco te está obligando a comer esas cosas veganas?" —preguntó Barry con tono comprensivo.

"Como no tienes idea," —bufó ella, resignada. "Además, Allen, admítelo: adoras mi compañía. Aunque jamás lo dirías en voz alta."

Barry suspiró con exageración y se metió un trozo de pollo en la boca. "Sigue soñando, Linda."

Ella puso cara de ofendida, y, sin perder el ritmo, tomó un puñado de papas fritas de su bolsa y se las lanzó a él.

"Te lo mereces."

"Qué madura." Barry atrapó una papa en el aire y se la comió solo para provocarla.

"Como sea," —dijo Linda, tomando una papa y apuntando hacia él—, "tercero y más importante: estoy aquí para asegurarme de que no te encuentres con Iris."

Barry abrió los ojos, sorprendido. Recordó que Iris había regresado a la ciudad y, después de una relación llena de idas y venidas, había decidido cortar contacto definitivamente.

"Gracias por el recordatorio," —murmuró sin ganas, mirando sus papeles como si fueran lo más interesante del mundo.

"De nada." Linda sonrió con malicia, satisfecha de haber tocado un nervio.

"¿Sabes? Pensándolo bien, creo que prefiero la compañía de Cisco," —dijo Barry, cogiendo su celular como si realmente estuviera considerando llamarlo. "Quien, por cierto, debe estar muy preocupado por su no-horrenda novia."

"Muy gracioso, Allen," —replicó Linda, con una ceja levantada.

Sin embargo, Barry hizo un ademán para marcar el número de Cisco, lo que provocó que Linda lo mirara con una expresión desafiante. "Adelante, hazlo," —dijo, sacando su propio celular. "Yo le diré a Cisco lo que pasó aquí esta mañana... Moon Pie."

Los ojos de Barry se abrieron con sorpresa. "¿Moon Pie? Linda, ni se te ocurra."

Ella sonrió, disfrutando su victoria. "Tú decides, Moon Pie. Apuesto a que Cisco estaría encantado de saber por qué te llaman así."

Barry soltó un suspiro de derrota y dejó el celular sobre la mesa. Linda le palmeó la mano con fingida ternura y le ofreció la última bolsa de papas. "¿Quieres una?"

Barry la miró con cansancio, pero acabó sonriendo. "Definitivamente, esto fue un exceso."

Linda sacudió la última envoltura de su hamburguesa Big Belly con un gesto despreocupado. "Segunda... primera... qué más da, ¡comida es comida!" —exclamó, claramente satisfecha. "Vamos, Allen, no fue demasiado. Solo fueron dos hamburguesas con queso doble."

"Más las mini hamburguesas sin pepinillos, las cuatro bolsas de papas fritas, tres de papas francesas, dos cajas de nuggets y unos cuantos aros de cebolla," —enumeró Barry con tono dramático.

"Exacto, ¡el mejor almuerzo de todos hasta ahora!" —Linda rodó los ojos mientras observaba cómo Barry juntaba todos los restos de comida en un lado. "Mira, si quieres sentirte mejor, estamos tomando agua como bebida, y mi antojo ya quedó saciado."

"Oh sí, eso me hace sentir mucho mejor, Linda," —replicó Barry con sarcasmo mientras recogía los envoltorios y caminaba hacia el contenedor de basura en la esquina de su oficina. Después se acercó a la ventana, disfrutando por un momento de la vista de la ciudad de Vancouver.

Linda rompió el silencio. "Entonces... ¿cómo te ganaste el apodo de Moon Pie?"

"Pues," – dijo Barry girándose hacia la silla que estaba libre, al lado de ella. "Tenía tres años cuando..." – vio la mirada expectante de Linda, cuando se dio cuenta de lo que estaba a punto de hacer, dándole armas para que lo fastidiara aún más de lo que ya lo hacía. "¿Por qué te digo esto? Sabes que, no es tu asunto"

Ella simplemente, comenzó a reírse sola, ante su actitud, hasta que Barry se unió a ella, llenando el ambiente de carcajadas estruendosas. Pero con el pasar de los segundos la risa de Linda se calló, por completo. "Hey, vamos, tampoco es para..."

Muy pronto, Barry se dio cuenta de que ella estaba tratando de contener algo, y su rostro poco a poco se encontraba notoriamente pálido. "¿Linda?" – pregunto Barry, apresurándose hacia ella, percatándose de los gestos en su rostro. "¿Linda?"

Sin desperdiciar mucho oxígeno, se las arregló para murmurar algo parecido a la palabra baño, "A la derecha" – dijo Barry, señalando la puerta. Linda sin pensarlo dos veces, corrió hacia el retrete vomitando.

"Espera, ¿quieres un poco de agua? Tengo un remedio para las náuseas en mi botiquín."

Linda hizo un gesto de negación con la cabeza, apretando los labios. "¿Remedios? ¿Allen, no te tomaba por una abuelita?"

"Es lo que hay," —respondió él encogiéndose de hombros, conteniendo una sonrisa mientras buscaba en su escritorio—, "o... siempre puedo llamar a Cisco para que venga a ayudarte."

Linda lo fulminó con la mirada y salió disparada hacia el baño. Barry se quedó riendo, escuchando el eco de sus pasos apresurados.

"Definitivamente, la mejor comida del día," murmuró para sí mismo mientras tomaba otra papa de la bolsa que había dejado ella en la mesa.

***

"Entiendo, no te preocupes, debe ser eso seguramente," —dijo Caitlin, cruzando los brazos sobre la mesa mientras observaba la pantalla de su computadora. Linda, desde su apartamento, se veía cómoda, con una expresión de satisfacción en el rostro. A su lado, Barry estaba apoyado contra la pared, con los brazos cruzados y luciendo un poco cansado, pero con una chispa de diversión en sus ojos.

"Te lo dije, no era buena idea comer tanta comida rápida," —comentó Caitlin, lanzándole una mirada a Barry.

"Aww, ¡qué linda, se preocupa!" —murmuró Linda en tono dramático, pero lo suficientemente fuerte para que Barry la escuchara.

Barry rodó los ojos, como si este tipo de comentarios ya fueran parte de su vida. "¿Cuántas veces más te tengo que decir que no es buena idea?" —le preguntó, fingiendo agotamiento.

"Ya, ya, relájate, no te pongas tan serio, Mr. Allen," —respondió Linda, encogiéndose de hombros con una gran sonrisa. "Estoy bien, Cait. Además, tuve un excelente enfermero que me sobó la espalda y hasta me cargó de vuelta a casa, ni las escaleras me dejó tomar. ¡Escaleras, Cait! ¡Escaleras!" —dijo con dramatismo, mirando a Barry con una sonrisa burlona.

Barry resopló, cruzando los brazos y fingiendo un aire ofendido. "Hey, yo solo estaba siendo cuidadoso. Al que parece que no le importa eso es a ti."

"De ahí por qué no me agradas," —murmuró Linda, mirándolo con una ceja levantada antes de regresar su atención a Caitlin. "Solo fue un simple mareo. Comeré más lento la próxima vez, lo juro."

"¿La próxima vez?" —Caitlin levantó una ceja, claramente cansada. "¿Es que acaso tú..." —sus palabras se desvanecieron cuando un dolor repentino le hizo tocarse la frente?

"¿Te sientes bien?" —preguntó Barry con tono preocupado.

"Si, es solo que ha sido un largo día."

"¿Cenaste algo?" – Caitlin negó. "Hazlo ahora, por favor." - Pero aprovechó para añadir, señalando a Linda, "Y tienes razón, ella debería comer más saludable."

Linda le lanzó una mirada fulminante. "¡Barry trajo todas estas cosas! ¡Fue su idea!" —acusó, señalando las bolsas de comida a su lado.

"¿Yo?" —Barry abrió los ojos, visiblemente indignado. "Pero si tu viniste a mi oficina pidiendo que por favor vayamos a almorzar."

Linda pensó en responderle, algo que involucrara a la persona a quien Barry estaba tratando de evitar, pero solo soltó un...

"¡Moonpie!" —Linda murmuró el apodo burlonamente, asegurándose de que Caitlin también lo escuchara.

"¡Linda!" —gruñó Barry, y su rostro se puso rojo al instante, claramente avergonzado.

Caitlin, tratando de contener la risa, miró a ambos, entre divertida y confusa. "¿Moonpie?"

Barry dejó escapar un suspiro, resignado. "Sí, mejor no preguntes."

En ese momento, se escucharon pasos fuera de la habitación de Caitlin y una voz joven que la llamaba desde la puerta. De repente, una cabeza apareció en la entrada.

"¿Doctora Snow? ¿Va a bajar a cenar con todos?"

"¡Hola, Annie! Dame un minuto, estoy en una videollamada," —respondió Caitlin amablemente, aunque se notaba lo cansada que estaba. La niña asintió y desapareció por el pasillo.

"Ya lo escucharon, chicos," —Caitlin regresó su atención a la cámara, mirándolos con una mezcla de cansancio y paciencia infinita. "Me tengo que ir. Por favor, no se maten entre ustedes mientras no estoy."

"¡Ah, y una cosa más!" —añadió con un suspiro mientras se volvía a sentar frente a la pantalla. "Cisco está en Los Ángeles, lo mandaron ahí hoy porque tenemos una mini crisis. Así que no quiero que lo molesten con quejas, ¿ok?"

"Todo bajo control, doctora Snow," —respondió Barry con una sonrisa tranquilizadora, claramente en tono de broma.

Linda alzó una ceja y, sin poder resistirse, comentó: "¿Control? Ajá, claro, porque somos adultos responsables, no niños de cinco años..."

Caitlin levantó un dedo, mirándola con seriedad. "Linda, cuando empieces a actuar como adulta, dejaré de tratarte como una niña... e igual va para ti, Barry, así que quita esa sonrisa de tu cara."

Barry, rindiéndose, levantó las manos en señal de paz. "Está bien, me callo." Hizo una mueca a Linda, quien no perdió la oportunidad de devolverle una sonrisa de victoria.

Caitlin asintió con un leve suspiro, sabiendo que apenas colgara, todo seguiría igual. "Bueno, ya basta de peleas por hoy," —dijo mientras finalizaba la llamada. Había sido un día largo, y lo único que quería era descansar después de lidiar con su trabajo, el viaje, y la crisis en la empresa.

Linda, todavía viendo la pantalla, murmuró una última vez para asegurarse de que Barry la escuchara. "Nos vemos, Moonpie."

Barry se quedó en la sala, riéndose suavemente. Mientras Caitlin bajaba las escaleras para cenar, se le escuchó murmurar entre risas: "Definitivamente, ¡ustedes dos son imposibles!"

"Lamento de demora, Annie."

"No se disculpe, que divertidos se escuchas sus amigos" – dijo Annie.

"Lo son," – respondió Caitlin, mientras ella se encontraba guiándola hacia las mesas de afuera donde un golpe refrescante de aire la choco. "Espero que no le moleste que no pueda acompañarla, pero..." – ella negó sentándose en su mesa. "El camarero se encargará de todo entonces, yo me tengo que retirar."

"Hasta mañana, Annie" – Respondió ella.

Eran casi las diez de la noche, y el restaurante del hotel estaba vacío, envuelto en una calma silenciosa. Caitlin se encontraba sentada en una mesa del balcón, observando las luces de la ciudad, cuando notó a alguien al otro lado del balcón. Era Henry, quien esperaba que le sirvieran su comida, mirándola desde su lugar con una sonrisa suave y cálida.

Sin hacerla esperar, Henry se levantó y se acercó a su mesa, deteniéndose junto a ella. "Hola," —dijo con esa sonrisa encantadora que parecía iluminarlo—. "¿Puedo tomar esta silla?"

Caitlin asintió, con una leve sonrisa. "Claro, Henry. Pensé que a esta hora sería la única en el restaurante."

"No, me temo que no," —dijo Henry con una risa ligera—. "Necesitaba almorzar y cenar algo, aunque sea tarde... y pensé que esta hora sería ideal para desconectar."

"Buena idea," —respondió Caitlin, relajándose un poco. "¿Ya pediste?"

"Sí," —respondió él, acomodándose en la silla frente a ella—. "Aunque creo que para cenar es algo un poco más... elaborada. ¿Y tú? ¿Qué pediste?"

Ella negó con la cabeza, algo tímida. "La verdad, solo pedí un café," —dijo en un susurro, sabiendo que eso sonaba algo absurdo a esa hora.

Henry se inclinó hacia adelante y la miró con una expresión divertida, cargada de ternura. "Luego te preguntas por qué no puedes dormir," —respondió con una ironía suave, su tono era más un suave reproche cariñoso

Caitlin dejó escapar una risa pequeña, dejando que el silencio se acomodara entre ellos. Ambos miraron por un momento la vista que daba el balcón al horizonte. La brisa nocturna revolvía los mechones de su cabello, y Henry la observaba con una expresión serena, como si solo quisiera disfrutar de ese instante compartido. No presionaba, solo estaba ahí, ofreciéndole su presencia.

"Te ves cansada," —comentó Henry suavemente después de un rato. "¿Ha sido un día largo?"

"Demasiado," —admitió Caitlin, suspirando. "Pero, aun así, estar aquí me ayuda a despejarme un poco."

Henry asintió, y por un momento se quedó callado, como si estuviera considerando sus palabras. Finalmente, dijo: "A veces me pregunto cómo haces todo... siempre estás cuidando de los demás, asegurándote de que todo esté en orden, y aun así, aquí estás, sin pedir nada."

Caitlin lo miró, con una expresión cálida y sincera. "Bueno, supongo que se me da bien," —dijo, restándole importancia, aunque sus ojos agradecían el gesto.

La camarera trajo el café de Caitlin y la cena de Henry. Él tomó un sorbo de su bebida y, con una sonrisa suave, comentó: "Si en algún momento necesitas una pausa, ya sabes dónde encontrarme."

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