Capítulo 2
Él sonrió ante mi pregunta y se llevó la mano a la barbilla. Era un gesto que hacía muy a menudo, este hombre tendía a la reflexión y la melancolía mucho.
- Hagamos un contrato. -. Propuso. – Si vienes conmigo a Mondstadt, te daré lo que quieras a cambio -. Me dijo. Me pareció muy atrevido por su parte, teniendo en cuenta que no tenía ni un mora. Justo entonces cortó mis pensamientos – Menos mora. En términos de mora, no tengo mora. -. Reímos y asentí.
- Acepto el contrato -. Me tendió la mano y yo la estreché con seguridad.
- Si me disculpas, creo que voy a retirarme. Mañana partiremos temprano, debo descansar y avisar al personal de la funeraria sobre mi ausencia. Tu habitación también está preparada. Buenas noches, querida Amelia. -. Dijo, comenzando a caminar hacia las escaleras que daban al pasillo de las habitaciones del personal.
- Buenas noches, señor Zhongli. Hasta mañana -.
Me hizo un pequeño gesto con la mano y le vi desaparecer al girar por el pasillo de la planta de arriba. Me quedé observando sus andares. Ciertamente, eran dignos de un Dios. Cuánta elegancia, creo que él se la ha debido llevar toda entre los dioses. Suspiré, perdida en mis pensamientos. Decidí subir a mi habitación también, Paimon debería estar enfadada, habíamos tardado un rato.
Efectivamente, al llegar a mi habitación, Paimon me esperaba de brazos cruzados levitando sobre la cama y con cara de pocos amigos. Se viene bronca, pensé. Cerré la puerta tras de mí y me rasqué levemente la ceja, sin saber muy bien cómo comenzar mi discurso.
- Perdona, Paimon. Es que Zhongli…- Me cortó.
- ¡Es que, es que…! Desde que apareció ese Dios del dinero pobre te has vuelto loca, Amelia. Llevo 4 horas esperándoos. ¿Dónde estábais? Solo habíais ido a dar un paseo por Liyue y mira que la tenemos muy vista ya…-. Me replicó. Tenía razón.
- Perdona, en serio… hemos ido a cenar. – Confesé y su cara empeoró. No debería haberlo dicho, sé lo mucho que le gusta comer fuera. – Y bueno, hemos empezado a hablar y se nos ha hecho tarde. – Hubo un silencio en el que su mirada me mataba - Pero te voy a decir algo que te va a gustar – Sonreí, segura – En compensación, te voy a invitar a comer en el restaurante de Sara -. Ella enarcó una ceja, confundida.
- ¿Sara? Pero ella está en Mondstadt -. Asentí.
- Mañana partimos, así que deberíamos dormir -.
- ¿¡En serio?! -. Me dijo, emocionada. – Espera…- Me miró, con cierto recelo - ¿Quiénes vamos? –
- Tú, yo…y Zhongli -. Ella suspiró, molesta.
- ¡Amelia! -. Le tapé la boca, para que no gritase tanto.
- Paimon, lo siento. Pero no grites. Te juro que te invitaré a lo que quieras. Puedes comer lo que quieras cuando lleguemos allí, pero ni una palabra ni malas caras a Zhongli, por favor…-. Le agarré los mofletes para hacerle una sonrisa en la cara, mientras ella aún me mataba con la mirada.
- Está bien…- Suspiró y se libró de mí – Paimon se va a dormir -. Dicho esto, se tumbó en la cama y se dio la vuelta – Te perdono, pero espero que me compres tres pollos asados con miel y limón -.
- ¿¡TRES!? -. Me alarmé, era un dineral.
- No grites, Amelia -. Dijo, para molestarme y esbozó una sonrisa después negó con la cabeza – Es broma. Te perdono, aunque tal vez sí te salga un poco cara -. Rió maliciosamente – Buenas nocheeees…- Se tapó hasta el cuello y me dio la espalda de nuevo. Suspiré y negué con la cabeza. Empecé a cambiarme y ponerme las prendas para dormir cómodamente, hecho esto me metí en la cama. Mañana me voy de viaje con Zhongli… Una sonrisa se apoderó de mi cara ante este pensamiento. Estaba soñando despierta ya. ¿Qué le podría pedir? Me invadió una pequeña risa tonta. Amelia, duerme, mañana hay que madrugar mucho. Después de varios minutos soñando despierta, conseguí conciliar el sueño.
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