Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 13


(Nota de la autora: ADVERTENCIA. En este capítulo hay una escena algo subida de tono, si eres menor de edad y lees este capítulo, queda bajo tu responsabilidad. Os dejo con el capítulo 13, espero que os guste.) 

Mientras nos adentrábamos en el lugar, saqué el mapa de mi alforja para crear en mi cabeza la posible ruta trazada por el hombre al que buscábamos. La idea de este aventurero era llegar a la cima de la montaña, por lo que llegaba un punto en el que solo existían unos caminos muy concretos a tomar para poder llegar hasta allí.

Con la ayuda de nuestras visiones, fuimos buscando pistas de nuestro aventurero perdido y siguiendo su rastro. Cada 10 minutos más o menos debíamos parar y empezar a buscar una fuente de calor, porque de no ser por ello, me hubiese congelado a los 20 minutos de estar en Espinadragón, a pesar de ir bien abrigados y mantenernos en constante movimiento. Zhongli parecía encontrarse bastante mejor que yo, al fin y al cabo, él ya me advirtió de que su cuerpo no era igual al de los humanos. Me hacía sentir un poco mal, porque sentía que le hacía ir más lentamente, pero era eso o la hipotermia.

Al cabo de algo menos de una hora, encontramos rastros de pelea contra unos Hilichurs. Al parecer el aventurero al que buscábamos había vencido a estos monstruos en su camino, había aún algunas manchas de sangre que marcaban la dirección en la que el hombre había ido. Continuamos la marcha con paso ligero. Está empezando a anochecer, si no encontramos pronto uno de los campamentos de este hombre, tendremos que improvisar uno dentro de alguna cueva rápido...

Las noches de Espinadragón eran totalmente heladas. Nunca había tenido tal sensación de frío como la primera vez que tuve que pasar una noche en esta montaña. 5 minutos a la intemperie durante la noche en esta montaña, podrían acabar con cualquiera fácilmente. Para ser sincera, no sabía si encontraríamos con vida a este pobre hombre al que buscábamos, pero debíamos intentarlo.

Pensé que nuestro camino sería tranquilo, ya que simplemente debíamos seguir los pasos que ya había dado alguien anteriormente. Sin embargo, mientras caminábamos en dirección a la cima, un rugido aterrador me dejó por unos segundos paralizada. Cuando miré hacia atrás, pude ver a Zhongli interponiéndose entre un Lawachurl de hielo y yo.

Los Lawachurls eran criaturas enormes similares a un golem, podían ser de piedra o, en el caso de los de Espinadragón, de hielo. Precisamente este se encontraba ahora lanzando por los aires a mi compañero de viaje, ya que este había evitado que me golpease a mí de forma probablemente mortal teniendo en cuenta que todavía no me encontraba en plenas facultades.

Zhongli cayó sobre la nieve, al lado de un acantilado. El monstruo le acorraló contra el precipicio. Grité para llamar la atención del bicho, con la esperanza de que dejase a mi compañero en paz, pero al verse amenazado, el Lawachurl estalló en cólera, creando una onda expansiva a su alrededor que empujó también a Zhongli. En ese momento, mi cuerpo actuó solo. Corrí hacia el Dios y el que lo atacaba, como por desesperación, los elementos Geo y Anemo que había en mí reaccionaron solos, atacando al monstruo mientras seguía avanzando hacia Zhongli, que se estaba cayendo. Agarré su mano y ambos caímos por el acantilado. No podía con el peso de ambos. Estiré mi brazo, intentando agarrar cualquier cosa, pero la nieve me resbalaba y solo conseguí hacerme rasguños y herirme. Mierda, joder. Nos vamos a matar... Durante los pocos segundos de caída pensé aquello.

La caída duró menos de lo esperado. Esto hubiese sido bueno de no ser porque habíamos caído en un río helado. Por un momento sentí que el corazón me dejaba de latir. Al entrar en contacto con el agua de aquel río, sentí punzadas por todo mi cuerpo y se me cortó la respiración. Vi a Zhongli mirarme con temor. Él se levantó y me agarró con cierta violencia, diría que por la desesperación que sentía el hombre en esos momentos.

- ¡Amelia, aguanta! -. Le escuché rogarme prácticamente. Pasando mi brazo por encima de sus hombros, nos sacó a ambos de ahí. No me sentía las extremidades. No sentía nada. Solo estaba caminando por inercia y porque Zhongli tiraba de mí.

A unos metros, vi una cueva con un campamento. Creo que nuestro hombre perdido tuvo la misma poca fortuna que nosotros y también cayó aquí. Al menos habíamos encontrado su campamento y no moriríamos de frío. O eso espero...

________________________________________________________________________________

En ese momento, en los pensamientos de Zhongli...

No podía creer la forma en la que Amelia se había tirado hacia una posible muerte conmigo, tampoco podía creer que de todos los lugares donde podíamos caer, fuimos a parar a un río helado. Arrastrando a la pobre Amelia, notaba cómo el color vivo de su piel iba desapareciendo y se volvía pálido. Sus preciosos labios estaban morados por el frío. Estaba sufriendo una hipotermia, sin duda. Incluso a mí empezaba a calarme el frío en los huesos, es cierto que esta montaña era más helada de lo que esperaba. Maldita sea, tengo que darme prisa.

Llegamos a la cueva donde se encontraba el campamento. Ahí dentro no hacía ni la mitad del frío que fuera, en la montaña. Había una fogata apagada, parecía que era relativamente reciente. Dejé a Amelia en una esquina de la cueva, sobre un montón de paja. Le puse mi abrigo por encima, aunque estuviera mojado y me acerqué a la fogata. Creé dos piedras en mis manos para hacer chispas y volver a encenderla. Tras un poco, conseguí encenderla. Creo que con esto ella estará mucho mejor...

Una vez la fogata estaba encendida, saqué los sacos y algunas mantas que llevábamos para poder acampar fuera y me acerqué a Amelia.

- Amelia, ¿me oyes? ¿te encuentras algo mejor? -. La muchacha me miró y se apoyó en mi pecho. Asintió levemente. Todavía debe tener mucho frío... Sabía que tenía que quitarle toda esa ropa mojada, o si no el frío le iba a calar en los huesos. – Con permiso. -. Dije, antes de comenzar a quitarle, primeramente, mi abrigo y seguidamente, su ropa. Sentía mucha angustia por ella y aún así, esta situación me daba algo de vergüenza. – Si te dejo con esto, no entrarás en calor... -. Le expliqué, aunque al ver cómo me sonreía con ternura, entendí que no le hacía falta una explicación. - ¿Cómo se te ha ocurrido tirarte a por mí? -. Reí, con preocupación – Amelia, querida, deberías ser más cuidadosa. Podría haber sido mucho peor -. Le acaricié el pelo.

Cuando terminé de desvestir a la muchacha y extendí su ropa sobre unas piedras, cerca de la hoguera, seguidamente me acerqué a ella para ponerle una manta por encima iba a proceder a hacerle algún té o calentar agua con la intención de proporcionar más calor a su pequeño cuerpo, pero ella me agarró la mano, impidiendo que me fuese.

- ¿Estás bien? -. Me preguntó. Por un momento, mi ansiedad cesó y se volvió ternura. Ternura por la forma en la que se preocupaba por mí, aun encontrándose en ese estado. La abracé contra mi pecho.

- No te preocupes por mí. Quédate cerca de la hoguera, iré a hacerte un té -. Le expliqué y ella me miró con pena.

- Lamento no haber podido sujetarte, Zhongli... -. La muchacha se disculpó, no entendía el por qué.

- Más hubiese lamentado que te ocurriese algo, Amelia. No te disculpes, yo me encuentro bien y tú pronto te encontrarás mejor -. Le sonreí.

Después de haber calmado a mi compañera de viaje, me acerqué a mi alforja y saqué una pequeña bolsita que contenía mis polvos de té favoritos, además de agua para calentar. Puse el agua en un recipiente sobre el fuego y la dejé calentarse hasta que vi que empezaba a hervir. Hecho esto lo devolví a mi botella y le puse los polvos de té. Agité un poco la botella y me acerqué a Amelia para ofrecérselo. La muchacha agarró la botella, aún temblando. Bebió el té que le había preparado poco a poco. Pude notar cómo su cara mejoraba de forma considerable, sus labios y su piel habían vuelto a tomar un buen tono. Creo que lo estoy haciendo bien...

Cuando vi que dejaba de temblar, me levanté para empezar a desnudarme yo también. Al fin y al cabo, no era cómodo vestir unos ropajes húmedos y si los dejaba secar junto a los de Amelia, estarían perfectos a la mañana siguiente. Era consciente de que la mirada de ella estaba puesta en mí. Por una parte, sentía vergüenza, por otra me daba la sensación de que estaba bien. Simplemente, cuando terminé de desnudarme me acerqué a ella y me puse también bajo la manta para transmitirle mi calor corporal. Mientras lo hacía, miraba directamente a sus ojos, como pidiéndole permiso, pero no sentí ningún gesto de rechazo por su parte. Hacía bastante que no notaba mis pulsaciones ir de esta manera... estar vivo y sentirte vivo es, verdaderamente, maravilloso.

De nuevo, ella apoyó su cabeza en mi pecho y pude sentir su frente arder. Puse mi mano en su frente en señal de preocupación y acaricié su mejilla con delicadeza.

- Estás ardiendo, Amelia... -. Ella negó con la cabeza.

- Tranquilo, me encuentro mucho mejor ahora, es normal la fiebre. -. Le notaba algo tímida, supongo que era normal, yo también me encontraba así. Me levanté un momento y traje el saco de dormir.

- Creo que sería mejor que te metieses aquí dentro...-. Le aconsejé y ella aceptó sin poner pegas

- Ven... -. Me pidió, casi en un susurro. Tragué saliva, esta vez realmente nervioso y accedí a su petición.

En ese momento, ella se abrazó a mí. A pesar de que su frente ardía, el resto de su cuerpo aún estaba frío. Yo la abracé de vuelta para que entrase en calor, a sabiendas de que el hecho de tenerla así de cerca y los nervios estaban jugando contra mi cuerpo y yo no podía evitarlo.

- Lo lamento, de veras... -. Musité, con mucha vergüenza.

- Está bien. -. Me dijo ella, sin más y se hizo un silencio que me pareció eterno. Ella me miró entonces a los ojos y yo era incapaz de mantenerle la mirada. Solo quiero besarle y me odio por ello, porque no es el momento, no es el lugar y no es correcto, pensé.

- ¿Te sientes incómodo? -. Me preguntó ella en un susurro. No era necesario hablar más alto, porque estábamos completamente pegados. Yo negué con la cabeza.

- No, no es eso -. Dije, sin más.

- ¿Prefieres dormir en otro saco? -. Ella siguió preguntando y yo no sabía cómo explicarle la situación, cuando mi propio cuerpo la hacía evidente.

- No, no te preocupes, Amelia. Tú solo...descansa -. Ella me sonrió.

________________________________________________________________________________

En los pensamientos de Amelia...

Zhongli había estado cuidando de mí todo este tiempo y me había colmado de toda atención. Realmente me pregunto por qué avancé de aquella manera tan precipitada hacia él, sabiendo que no sería capaz de aguantar el peso de ambos. Simplemente algo en mí no pudo evitarlo, me sentía estúpida.

A pesar de la fiebre, ya podía moverme con naturalidad y mi cuerpo había vuelto a una temperatura aceptable. Podría decir, incluso, que me sentía tranquila, pero en ese preciso momento, mi corazón latía a una velocidad con la que nunca antes había latido. Creo que el propio Zhongli, que estaba pegado a mí, podía escucharlo latir.

Sentía que no era el momento, ni el lugar, pero mi mente no podía pensar en otra cosa que no fuera él y en tenerlo más y más cerca de mí. Deseaba, con todo mi ser, besarle y fundirme con él. Solo sabía que mi cabeza daba vueltas, pero ya no sabía si era por la fiebre o por la forma en la que notaba su cuerpo pegado al mío. No sé cómo puede una persona crear tal sensación en mí, pero siento que me vuelve completamente loca. Mi cuerpo también comenzaba a tener reacciones involuntarias, mordía mi labio inferior sin poder evitarlo y mi respiración era ahora más intensa, por la tensión que se palpaba en el ambiente.

- No, no te preocupes, Amelia. Tú solo...descansa -. Me dijo él y no pude evitar sonreír.

- No puedo -. Susurré, sin más y tras esto confesé – Estoy nerviosa -. Él, de nuevo, me apartó la mirada y me hizo una sonrisa de medio lado.

- No deberías -. Me dijo, mirando hacia el techo. Yo saqué mi mano del saco y la llevé a su mejilla, haciendo que me mirase. Noté que tragó saliva y se instauró el silencio.

Por unos momentos, fue como si todo se callase. Solo se escuchaba el silbar del viento de la helada Espinadragón. Noté cómo su mano rozó mi tímida cintura, pegándome aún más a él, como en un acto reflejo. Esta vez ninguno apartó la mirada, nuestros rostros empezaron a acercarse, casi sin querer. Cuando me di cuenta, mis labios y los suyos se encontraban a centímetros. Veía sus preciosos color ámbar alternar entre mis labios y mis ojos. Finalmente le noté suspirar.

- Con permiso... -. Susurrando esas palabras, unió sus labios con los míos, rompiendo por fin esa barrera de tensión. Suspiré de alegría y alivio.

Los primeros besos fueron tímidos, suaves, como si nos diese miedo hacernos daño el uno al otro. Él me miraba como si la diosa entre los dos fuese yo y no él. Me sentía algo abrumada ante la pasión que él desbordaba, pero no me molestaba en absoluto. Él comenzó a agarrar mi cintura con algo más de fuerza y nuestros besos comenzaron a ser más apasionados. Ya estaba completamente fuera de mis pensamientos cuando comenzó a recorrer mi cuello con sus labios e, irremediablemente, mi boca emitía algún sonido que no podía retener.

Sus manos recorrían mi cuerpo con un deseo y una pasión, que nunca yo ni nadie hubiese imaginado que Zhongli tendría dentro. Él también comenzaba a no poder retener los sonidos que salían de su boca, eso hizo que yo también comenzara, irremediablemente, a recorrer su cuerpo con mi mirada y mis manos, mis ganas de él tampoco se quedaban atrás. Cuando yo comencé a tener un poco de iniciativa, dando pequeños mordiscos por su cuello, noté que él se puso sobre mí, como luchando por dominarme, para continuar con su camino de besos, bajando desde mi cuello, siguiendo por mi pecho, hasta llegar a mi vientre. Sentí todo mi ser temblar. Sin embargo, en un segundo, él paró en seco. Fue como si toda esa bestia interior, a la que parecía estar dando rienda suelta, fuese atada en corto. Me miró a los ojos. Ahora, de la nada, parecía ser otra vez el tímido y correcto Zhongli, con el que siempre hablaba.

- Amelia... -. Le vi morderse el labio inferior – Creo que...no es el mejor momento -. Apartó la mirada – No me malinterpretes, no es por mis ganas, pero... -. Suspiró, algo agobiado. Acaricié su mejilla

- Zhongli, no te preocupes -. Besé de nuevo sus labios, para calmar su agobio – Entiendo lo que quieres decir... -. No negaré que no me hubiese importado que siguiera, pero él era una persona demasiado correcta como para que todo el acto se diera en este momento, en estas condiciones y, en cierto modo, creo que está bien así. Que lo bueno se haga esperar.

- Gracias... -. Volvió a besarme con ternura, como esos primeros besos que antes me daba – Yo... solo no quiero que sientas que me aprovecho de la situación, o de tu persona...ni mucho menos que mi intención es jugar con tus sentimientos y bueno... - Vaciló, con algo de vergüenza – Supongo que habrá un mejor lugar y momento, también... -. Me aclaró, aunque era algo que yo ya sabía, sus palabras sonaban con mucha verdad, intentando reconfortarme, Me causaba ternura la forma en la que continuaba justificando aquello, cuando ya le había dicho que todo estaba bien.

- Zhongli, de verdad, está bien así. -. Le sonreí. Él continuaba acariciando mi cuerpo, ahora, como si se tratase de algo muy frágil. Asintió y meditó sus palabras un momento, para acabar diciéndome.

- Descansemos, mañana debemos seguir con la búsqueda y tú debes estar recuperada o no podremos continuar -. Asentí, tenía razón.

Simplemente nos quedamos ahí, abrazados el uno al otro y aquella noche, a pesar de la fiebre y de encontrarme en una cueva, en medio de Espinadragón, dormí tranquila y me sentí bien, como hacía tiempo que no me sentía.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro