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Capítulo 18

Alexey

Cuatro horas antes...

Me levanté antes de que saliera el sol para resolver lo que me inquieta desde que recibí esa llamada en la madrugada. Tuve que levantarme lo más rápido posible porque el sueño reparador que estaba teniendo me abandonó.

Dejo caer la toalla y entro a la ducha dándole paso al chorro de agua fría que me termina de despertar. Una de las costumbres que no me veo abandonando es esta. Cuando ya me siento lo suficientemente limpio salgo, me paro delante del espejo y comienzo a cambiarme.

Me gusta hacerlo.

Mirarme al espejo desnudo me refiero.

Me gusta ver que a pesar de pertenecer a la Bratva no estoy lleno de tatuajes o heridas que me recuerden todas las vidas que he quitado o a todas las guerrillas a las que he tenido que hacer acto de presencia y que más de uno ha salido muerto por eso.

A diferencia de Anton que debe tener marcado hasta el culo porque es un psicópata que le gusta recordar sus aventuras y aunque tatuarse no es su deporte favorito, como nunca lo fue el de padre, ha él si le gusta tintarse.

Al nacer en una familia que desde siempre ha tenido el mando de la Bratva, me criaron con ciertas costumbres que no me he molestado en romper. El padre de Mijaíl no se cansa de decirnos que debemos de ser diferentes. Que a pesar de ser unos mafiosos hijos de perra nadie tiene que persuadirlo más radio de lo que canta un gallo.

Nuestra mejor mascara siempre será tener un aspecto físico tan normal como los demás y la mente tan sucia que si conocieran, aunque sea un poco como un granito de arena, tengan que llevarlo a un psiquiatra porque nosotros nacimos para dominar y debemos de hacerlo con las mejores ideas perversas que sean posibles.

Mi madre a pesar de no venir de una familia tan humilde con pensamientos humanitarios como es lo normal, tenía una mente tan pura que Sergey nunca la vió con buenos ojos porque para él ella sería una piedra en su camino porque era débil.

No tenía el corazón lo suficientemente dañado para su gusto.

Pero eso cambió cuando madre tuvo a Anton y lo secuestraron una pandilla de imbéciles que no supieron ni ocultar sus huellas. Todo lo que hicieron fue para llenarse la boca de que habían secuestrado al primogénito del Phakan.

Ella enloqueció según la historia que nos contaba padre.

Los cazó uno por uno y en cuanto los torturó como quiso y les sacó la información que requería para encontrar a su hijo tenían a mi hermano, los mató de la peor forma. Le abrió las heridas que antes les había hecho y echó acido del diablo a la vez que les corto el pene y los hizo comerlo.

Eso fue uno de sus engaños.

Los ponía a hacer las peores cosas que te puedas imaginar haciéndoles creer que después de eso ellos serían libres.

Nunca fue así.

Madre se labro un nombre de una manera sorprendente porque en la Bratva las mujeres no suelen tener ese protagonismo a diferencia de los hombres que nos gusta exhibir y debemos hacerlo por obligación.

Algunos dudaron del poder de padre porque se supone que el Phakan debe mirar por la seguridad de su familia mas que de todo y eso para ellos fue una falta tan grande que algunos no lo dejaron pasar. Él tuvo que imponerse y demostrar que en el secuestro esos hombres no sufrieron tanto como él los haría sufrir a ellos si seguían poniendo su nombre en deshonra.

Así fue como la relación de mis padres se ganó el respeto de mi querido abuelo paterno. Suspiro saliendo del paseo de los recuerdos y me pongo el traje negro Armani que nana Abigaíl me ha preparado. Cuando ya estoy listo salgo a la habitación y me detengo en la puerta mirando a mi chica dormir.

Jodanme si no me trae loco esta mujer. De solo recordar la forma en la que la chupe anoche ya tengo la polla como un tira piedra. Aunque quise cogérmela a lo bruto entendí que no es el momento.

Necesitamos más que una probada desenfrenada por la euforia del momento para que sacie mis ganas y se que la dejé con un montón de dudas, pero mas adelante todo le será descubierto y no sé si nos gustaran las consecuencias.

Me acerco y deposito un casto beso en sus rosados y suaves labios.

-Volveré en un rato, Milashka-le susurro al oído lo suficientemente bajo como para no inquietarla.

Me reincorporo y salgo cerrando la puerta lo más precavido posible porque lo que menos quiero es que se despierte y me encuentre yéndome infraganti.

Entro a la cocina y me satisface encontrar mi café negro ya encima de la mesa del comedor y el periódico de hoy con mis chicos listos para recibir órdenes.

-Buenos días, señor-dicen al mismo tiempo.

Asiento en señal de aprobación y saludo y me siento a la vez que quito el broche de la chaqueta de mi traje.

Tomo un trago de mi café y comienzo a hojear el periódico como mi abuelo Morel me enseñó cuando niño mientras estuve en su casa en Chicago.

Luego de informarme de todo lo que se mueve en rusia, EE.UU. y aquí me termino de beber la bebida caliente y miro a los hombres frente a mí.

Dalton y David son dos hermanos estadounidenses que contraté porque ya antes habían trabajado con Anton como guardaespaldas de su pequeña Chernóbil mientras estuvo de vacaciones donde su madre y con el paso del tiempo confirme que eran de los mejores del mercado.

Dos morenos tan altos como para incitar temor y un rostro tan serio que donde quiera que llegan es obvio que son unos matones y que el que se cruce en su camino tiene un pase directo con satán.

Es por eso que pongo a mis chicas en sus manos.

-Quiero que las vigilen sin darles tregua. No me importa que se sientan atosigadas. Pensilvania aun no me pertenece y no confío en nadie. Hagan lo que tengan que hacer para que su seguridad esté intacta en todo momento, creo que esto ya no es necesario repetirlo.

-No tiene que repetirlo jefe-confirma Dalton-Las señoritas están bien cuidadas.

Asiento una vez más y sin despedirme me encamino a la salida.

Cuando ya estoy en mi auto acelero y lo pongo descapotado porque me apetece coger aire puro antes de enfrentarme a lo que me espera. Juro que nunca me he sentido tan putamente nervioso como ahora.

Tengo que darle el mérito de que al principio me dejó sorprendido en gran manera su llamada y más con la exigencia que habló, sin embargo, me gustó, me gustó saber que ella no fue criada por alguien débil y que él quiere saber la clase de hombre que se está metiendo en las bragas de ella. Aparco frente al hospital y me pongo los lentes de sol que desde antes debí usar.

Que jaqueca con la luz. Le tiro las llaves al valet parking dándole una mirada de advertencia, él asiente temblando de los nervios que lo carcomen y no se me escapa la gran sonrisa de excitación que le provoca conducir un mercedes de último modelo. Me encamino a la entrada del hospital y también sonrío.

No por esa bobada, obvio. Sino porque el padre de Willow más que un príncipe azul, lo que se encontrará es que su hija lo que tiene es un demonio que se muere por corromperla.

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