capítulo 8
No, no, no, no maldita sea. Esto. No. Puede. Estar. Pasando.
Trato de mantener la calma, esto debe ser un error, igual y escuche mal. No he estado emocionalmente buen últimamente.
Aprieto mis puños a mis costados de modo que las uñas se me clavan en la parte blanda de la mano para evitar que mi manos tiemblen, mi cuerpo empieza a ponerse pesado y aprieto los dientes para evitar el huracán de emociones que empieza a formarse en mi interior.
¿Cómo es posible que sepa de algo que me he esforzado por mantener oculto?. Debe ser una maldita broma.
Inhalo y exhalo varias veces tratando de mantenerme serena y evitar que la opresión apabullante en el pecho tome control de mi. Me yergo sobre mi toda mi altura, levanto el mentón ligeramente para hacer contacto visual con él, sus ojos verdes se han oscurecido varios tonos. Y se, en este momento que lo que me dijo es muy enserio. Lo sabe.
¿Pero que sabe?.
¿Cómo se entero?... Mi teléfono claro. Reviso mi teléfono. Hijo de p…
Mi cabeza trabaja a toda velocidad hasta que el entendimiento llega a mi de una manera tan rápida que me abruma.
—¿Qué? No se de que habla —digo, con calma tratando de hacerme la desentendida porque es mas fácil fingir que no se de que habla que enfrentar la realidad donde el sabe eso de mi.
Mi voz suena estable y por la expresión de su rostro se que no me va a servir de nada fingir demencia. Su rostro es inescrutable y glacial cuando me observa con detenimiento ¿fascinado?. No le voy a dar el gusto de verme vulnerable, no le debo nada y por sobre todas las cosas no tiene derecho de preguntarme nada.
—Señorita Smith hablo enserio —La seriedad en su rostro hace que un escalofrío me recorra la espina dorsal provocando que me ponga aún más nerviosa—. Se que paso un largo tiempo en una institución de salud mental
Mi cerebro se bloquea. No se que decir ni como reaccionar y como una descarga de adrenalina al sentirme acorralada por el hombre que tengo enfrente observando todo mis movimientos con detenimiento me las arreglo para pronunciar—:
—¿Se atrevió a investigarme? O es que a caso tuvo la osadía de revisar mi celular —las palabras salen de mi boca con tanto veneno, coraje e indignación que veo el momento exacto en el que su máscara de seriedad se resquebraja un poco.
Hay un pequeño momento en que veo la duda cruzar su rostro pero es tan fugaz que no me atrevo apostar que de verdad estuvo ahí.
—Siempre investigo las cosas que me interesan —dice, como si esa fuera una maldita explicación válida —. Eso, y que llamaron para confirmar si cita con la doctora Renee Wilson.
La mortificación que siento en este momento es tanta que los oídos me empiezan a zumbar. La indignación, ira y vergüenza crecen en mi interior como un gran huracán que está apunto de destrozarlo todo a su paso.
—¡¿Y que le hace creer que tienen el derecho de meterse en mi vida?!—bramo, furiosa y llegados a este punto puede meterse su trabajo por donde las le quepa.
El suelo bajo mis pies se mueve y siento como toda la sangre se agrupa en mis pies al tiempo que siento la garganta seca. Me siento tan humillada, tan expuesta… Vulnerable que toma todo de mi no abrazarme a mi misma.
—¿Esta que a caso esta usted a la defensiva? —pregunta, con una ceja enarcada.
—¿Me está jodiendo? —digo, incrédula. Ya ni quiera me interesa mantener las formalidades —. Por su puesto que estoy a la defensiva ¡¿quién carajo te has creído ti?! O ¿¡que derecho crees que tienes?! Para atreverte a preguntarme cosas sobre mi vida privada —suelto, una octava más arriba de lo normal.
El abre la boca para decir algo pero soy más rápida levantando la mano en señal de que quiero que se calle y por fortuna lo hace.
—Esta de mas decir que puede quedarse con su trabajo de mierda. No quiero volver nada de ti, ni de tu compañía, ni de nada que tenga que ver contigo —escupo, girando sobre mis talones hacia las puertas dobles.
Camino hacia la salida— no sin antes haber tomado mi teléfono— tratado de mantener todas mis piezas juntas y mantener conmigo la poca dignidad que me queda.
No voy a tolerar sus estupideces. No ahora, no nunca. Estoy a unos cuantos pasos de salir de la oficina, cuando mi cuerpo es empujado con fuerza hacia delante de modo que impacta con la puerta, manos grandes, firmes y fuertes se estrellan contra la madera haciendo que pegue un pequeño brinco de la impresión.
Y de pronto me encuentro acorralada entre la puerta y su cuerpo. Todo pasa demasiado rápido, la ira previa se convierte en asombro, nerviosismo ansiedad. Tanta ansiedad que puedo sentir el palpitar detrás de mis orejas.
No puedo más, esto es demasiado. Me voy a desmoronar frente a él.
El aliento cálido de Alexander golpea mi oreja y es justo en este momento que las emociones toman control de mi y soy incapaz de controlarlas. Estoy en un punto donde lo único que mantiene mis piezas juntas son los brazos fuertes y varoniles que me mantienen acorralada.
—No vas a ir a ningún lado hasta que me digas Emma —su voz inunda mis oídos y siento como mi estómago se encoge en respuesta.
No me pasa desapercibido el hecho de que él también me a dejado de hablar de usted y otra clase de emoción desconocida se une al remolino que se está formando en mi interior.
—Suéltame —exijo, removiéndome inútilmente tratando de liberarme.
—Sólo dímelo y te soltarle —susurra, contra mi nuca presionando más su cuerpo contra el mío.
Maldita sea. Maldita sea. Maldita sea.
—No tienes ningún derecho de hacerme esto. No tienes ningún derecho de saber nada. ¡¿Qué rayos está mal contigo?! ¡¿cuántos malditos años tienes?! ¡¿cinco?!.
El olor a perfume caro mezclado con crema de afeitar inunda mi nariz, haciendo que la desesperación aumente un poco más.
—Sólo quiero saber porque. ¿Por qué una mujer como tu estuvo en un lugar como ese —su tono de voz refleja confusión y genuina curiosidad.
La resignación que me invade es tanta que se, en este preciso momento que no me dejara ir hasta que la de una explicación a la que no tiene de derecho y que no le quiero dar.
El nudo en mi garganta se aprieta un poco más dejando que en mis ojos se empiezan agrupar lágrimas de impotencia y resignación.
No llores, no llores, no llores. Me ordeno.
—Por favor solo quiero sabes —su voz es un susurro suplicante —. Prometo no juzgarte — la frustración en su voz me desconcierta y acentúa la tormenta de emociones que experimento.
Su voz refleja la incertidumbre que lo invade en este momento, me remuevo de modo que ahora quedo frente a él, cuando sus ojos conectan con los míos casi puedo apostar que he visto destellos de preocupación casi.
El corazón me late tan rápido que siento que en cualquier momento me va a perforar el pecho y salir huyendo de mi. Mi pecho se alza con rapidez debido a mi respiración irregular, pero con todo y eso me las arreglo para darle una mirada venenosa.
—Si tanto quieres una explicación porque no te la inventas tu y le das sentido —exclamó —. Puedes imaginar que estoy loca o que simplemente es un truco para llamar la atención —mi voz se quiebra ligeramente pero agradezco a mis piernas por no flaquear.
Los ojos de Alexander se abren con asombro y aprieta la mandíbula con tanta fuerza que creo que en cualquier momento se la puede partir en dos, pero justo en este momento no podría importarme menos.
—Jamás podría pensar algo como eso de ti —su voz es como un puñetazo en el estómago que saca todo el aire de mis pulmones —. Se que debe haber una explicación… tiene que haber una razón —eso último lo dice más para él que para mí.
En este momento como si no fuera sufienciete todo lo que estoy sintiendo los recuerdos de aquellos momento duros me golpean con fuerza haciendo que lagrimas pesadas llenas de sentimiento, coraje e indignación empiezan a bajar por mis mejillas.
El niega con la cabeza como quien no puede dar crédito a lo que esta viendo.
No. No se lo voy a decir, no es nadie para cuestionarme, no le voy a dar el gusto de verme con lastima de que sienta compasión como las pocas personas que lo saben lo hacen.
—¿Por qué tendría que haberla? —me encojo de hombros, en un gesto que intento que sea despreocupado pero que sale fatal.
La mirada que me dedica me hace saber que no me cree una mierda. No sé cuánto tiempo pasa antes de que me deje ir, pero siento que ha sido una eternidad.
Un silencio incomodo y denso se instala entre nosotros por un par de minutos en el que yo trato de recuperar el control de mis emociones y cuando me siento un poco más estable y antes de que cualquier otra cosa pase abro la puerta detrás de mi saliendo a toda velocidad dando un portazo en el proceso.
La nueva secretaria de Alexander se levanta al verme salir hecha una furia pero no me molesto en darle ni siquiera una mirada. El camino a mi oficina a recoger mis cosas pasa como un borrón inconexo se que Penny me pregunto algo y que respondí pero no recuerdo que fue exactamente.
No se muy bien como es que llego a las puertas de metal del ascensor, lo que si se es que presiono el botón con tanta fuerza y tantas veces como si eso lo hiciera llegar más rápido. Ya no se si las miradas curiosas que me dan las personas alrededor de mi son de verdad o es una mala jugada de mi cabeza.
Esta tratando demasiado por lo opto por ir por las escaleras, prácticamente corro escaleras abajo como si mi vida dependiera de ello pero en mi mente todo esta pasando en cámara lenta siento que me muevo a la velocidad de un caracol.
El lugar que por años se a convertido en mi refugio se a convertido en ultimo en el último lugar en el que quisiera estar. No me siento segura y los recuerdos me atacan sin piedad, sin darme tregua un solo segundo.
El aire golpea mi cara cuando llego a salir y por acto reflejo hacia atrás, solo para comprobar que nadie viene tras de mi. Empiezo a caminar sin rumbo fijo sumida en mis pensamientos por las calles atestadas de gente.
No se cuanto tiempo llevo caminando solo se que fue demasiado ya que frente a mi esta el edificio de mi apartamento y el cielo se ha vuelto oscuro.
Suspiro cansada de todo.
Al entrar a mi apartamento siento que por fin puedo respirar con normalidad.
—Emma que bueno que llegaste. Mira quien ha venido a visitarnos —dice, Miranda emocionada.
Por un momento tengo el impulso de regresar sobre mis pasos, no quiero más sorpresas.
—Ruth —digo, sorprendida.
Ella es mi mejor amiga de la infancia y pese a que han pasado muchos años y ella vive en Illinois siempre nos hemos mantenido en contacto. Pero hace años que nos vemos desde que… bueno desde aquel trágico día que marco mi vida.
Se ve tan diferente sus mejillas regordeta ahora son más definidas, el cabello negro que antes era corto ahora lo tiene largo y es ella. Mi Ruth de siempre.
—¿Pero es que a caso mi rubia favorita no me va dar un abrazo? —su voz me saca de mi ensimismamiento, cuando abre los brazos.
—Oye —se queja Miranda.
Como en automático me muevo a envolverla en mis brazos y es un alivio que mi hermana no se haya dado cuenta del estado emocional en el que llegue, claro que no pasa lo mismo con Ruth quien se tensa y susurra un <¿estas bien?>.
Cuando nos separamos asiento solo para ella y claro que me hace saber que no me cree. Pasamos un rato hablando las tres recordando cosas no tan malas de nuestra infancia cuando nuestros padres vivían.
Ruth es una de las pocas personas que saben con exactitud lo difícil que ha sido todo este proceso para mi, es por eso que me observa con detenimiento y se que no a querido cuestionar nada porque esta mi hermana presente.
—¿Por qué no pasas unos días conmigo? —me pregunta mi amiga—. Tengo que hacer unas entrevistas a los ejecutivos del Corporativo Williams y me serviría muchísimo tu ayuda.
—Por mi ni te preocupes —se apresura a decir Miranda —. Yo me puedo ir a quedar con Carlos.
Ruth ríe yo por otro lado le doy mas una mueca que una sonrisa.
Te caerá bien desconectarte de todo, Miranda estará bien no estará sola. La lucha interna que libro me hace sentir asfixiada.
—Entonces ¿sí? —pregunta, Ruth recordándome que no es contestado.
—S-i… sí.
Miranda da un grito triunfal antes de correr a su habitación para empacar lo que se llevará a casa de su novio. Ruth se asoma por el pasillo cerciorándose que no este mi hermana por hay antes de encararme con el ceño fruncido.
—¿Estas bien? te vez de la mierda —dice, preocupada.
Niego con la cabeza.
—Te cuento cuando estemos en el lugar donde te estas quedando.
Asiente con la cabeza, eso es algo que siempre he amado de ella el hecho de que no me presione y entienda a la perfección el motivo por el que quiero esperar a estar en otro lugar me hace recordar porque siempre a sido mi amiga.
Dos horas después estamos encamino al lugar donde se está quedando Ruth sin embargo me puedo dar cuenta de las miradas de preocupación que me da cada dos por tres.
—¿Ya me puedes decir que carajos esta pasando? —dice, una vez que estamos dentro del apartamento que alquilo.
Y es justo en este momento que dejo que todo el peso de lo que paso en el día se asiente sobre mis hombros, me desmoronó por completo frente a mi amiga de la infancia. Estoy demasiado alterada como para poder decir algo legible solo lloro y tiemblo desolada como una niña que se a perdido y justo así me siento perdida y desprotegida.
—Iré a prepararte un té —habla, antes de ponerse de pie para ir a la cocina.
Después de un rato de llanto, sollozos y de sentirme insegura puedo hablar para hablar, para contarte todo lo que me está pasando.
—Me sentí tan humillada, expuesta. —reprimo sollozo.
— Tu jefe es un completo idiota Emma como se atrevió a hacerte esto. — espeta, furiosa.
—Necesito redactar mi carta de renuncia —informo, limpiando mis lágrimas con el dorso de mi mano.
—No podría estar más de acuerdo…
Lo que sea que estuviera apunto de decir mi amiga se queda en el olvido cuando la vibración de mi teléfono sobre la mesita de centro nos hace voltear la atención a el.
Estiro la mano para tomar el aparato para ver el nombre que brillaba en la pantalla y darme cuenta que es nada más y nada menos que el imbécil de Alexander.
Mis entrañas se estrujan con violencia antes de apretar el botón de apagado, lo que hace que la pantalla se oscurezca volviendo la atención haca Ruth.
—Voy por la portátil —anuncia —. Hay una carta de renuncia que redactar.
Trato de sonreír pero me sale terrible antes de verla desaparecer por el pasillo. Tiempo después tengo el documento listo y presiono enviar con asunto: de carácter urgente.
—¿Que piensas hacer ahora?—murmura, con preocupación al tiempo que me da una mirada fraternal.
—Buscar un nuevo empleo —respondo exasperada —. De lo demás no lo se. Solo quieras desaparecer del mundo por lo menos unos días.
Y es verdad hace muchísimo tiempo que no me siento así a la deriva. Su semblante refleja sorpresa y su ceño fruncido me hace saber que no esta para nada de acuerdo con mi declaración.
—No te agobies, por lo pronto aquí estás segura. Pero sabes que nunca he sido fan de salir huyendo de los problemas —explica, dejando salir un suspiro cansado —. Cuentas conmigo para lo que sea aunque no esté de acuerdo. Solo llamare a Miranda para que no vaya a cometer una indiscreción.
¡Miranda carajo! Lo había olvidado.
—Gracias —digo, con un hilo de voz.
Asiente antes de llevarme a la habitación extra que tiene el apartamento para que me instale.
Me siento aturdida, cansada y confundida. Todavía no puedo creer que esta mañana tenía una vida medianamente normal y ahora no tengo nada, todo se me diluyó entre los dedos.
Una vez que me tengo puesto el pijama cenamos hablando de como ha ido su vida en Illinois y de lo enamorada que esta de su novio Luis quien pese a la distancia han podido mantenerla en pie.
Cuando vuelvo a la habitación me hago un ovillo en la cama pensando en todo y nada a la vez, paso tanto tiempo en la misma posición que mis extremidades duelen.
Me hará bien desaparecer unos días. Con ese pensamiento tomó mi teléfono solo para notar que tengo cerca de veinte llamadas perdidas de Alexander, una punzada de dolor me recorre el cuerpo al recordar lo idiota que fue ¿por qué tenia que meterse en mis asuntos?
Presa de un impulso motivado por el coraje apago el teléfono, no quiero hablar ahora y menos si esa persona es Alexander entrometido Williams.
**
El sol entra atraves de las cortinas de la habitación, pero eso no es lo que hace que me despierte en cambio los golpes en la puerta si que lo hacen. Poco a poco abro los ojos desorientada y por un momento me alarmó por no reconocer el lugar, pero no tardo mucho en recordar lo que paso sintiendo el peso de todo caer sobre mi.
—Emma ¿estás bien? —la voz de Ruth llega a mi desde el otro lado de la puerta —. ¿Necesitas algo? —pregunta, preocupada abriendo la puerta en el proceso.
Mi ánimo a empeorado considerablemente, no tengo ganas de hablar con nadie, no tengo ánimos ni de respirar pero se que ella sólo lo hace porque esta preocupada por mi.
Así que tomo un gran respiro.
—Sí, me siento mas tranquila —miento, aun acostada —. ¿Ya te vas?.
—Sí —me hace una cara de disculpa —. Tengo que ir a cubrir el articulo del empresario Alexander Williams nominado al premio del empresario del año —hace una voz ridícula que me hace reír—. ¿Estas bien con eso?.
—Claro, solo es extraño.
De sólo acordarme de Alexander un millar de emociones empiezan a colisionar en mi interior.
—Genial, voy a conocer al hijo de puta que te estaba acosando ayer —una sonrisa tira de la comisura de sus labios.
—Por favor no quiero que hagas nada que ponga en riesgo tu trabajo.
Silencio.
—Ruth —la reprendo —. Maldita sea, prométemelo.
Ella levanta la manos en señal de rendición como si alguien le estuviera apuntando con un arma aunque tiene cara de querer matarlo
—Esta bien, esta bien tratare de no hacerle mucho daño.
—Ruth.
—Ya. Esta bien no le diré nada a ese imbécil, pero estamos desacuerdo que se merece una patada en las bolas por acosarte.
—Se lo merece —concedo, haciéndola reír.
Se va dejándome sola y así empiezan a pasar los días: encerrada en estas cuatro paredes, acostada en esta cama revolcándome en mi miseria porque la realidad es que no soy tan fuerte, no soy valiente y estoy cansada de fingir y aparentar algo que no soy.
Después de tantos años aun no logro entender que es eso que la vida se empeña en querer que apretada, no lo entiendo y por más que he tratado de salir de hoyo en el que me hundí hace años no puedo hacerlo.
Solo Dios sabe todo lo que he luchado contra mi misma por años pata no sucumbir ante la tentación de no acabar con todo una vez más.
Me siento mal por ser una amiga de mierda ya que Ruth por más que vienen animarme e invitarme a tomar algo mi animo no da más que para declinar sus oferta. Así que me he vuelto un fantasma en la casa de mi amiga que deambula por el lugar.
La mayor parte del tiempo la paso dormida, hasta esta mañana que la sábana contaba que me encuentro tapada es arrancada bruscamente de mi cuerpo y las ventanas abiertas con brusquedad dejando que el sol me pegue de lleno en la cara antes de sentir un periódico caer a mi lado en la cama.
—¡Bien Emma es suficiente! te di tu espacio para que pensaras las cosas y que te sintieras mejor, pero esto se a salido de control —espeta, furiosa mientras yo me encuentro más allá de lo confundida.
Pone las manos en jarras sobre sus caderas y apoya todo su peso en una pierna como una mamá que regaña a su hija.
—¿Qué pasa? —pregunto, aun soñolienta.
Tomo el periódico entre las manos para ver de que estaba hablando, y me quedo helada.
—¡Oh no!.
—¡Oh si nena!.
Es un artículo sobre mi. Sobre la fabulosa campaña de pañales ecológico que a sido todo un éxito junto con una declaración de Alexander donde dice que ha sido una suerte tenerme como parte de su equipo de trabajo y que espera que esta sea una de muchas campañas dirigidas por mi.
Y para remataron todo una foto mía junto a mis compañeros de la oficina. No digo nada por unos minutos no se que decir, leer esa nota me hizo caer en cuenta de la realidad.
¡Mierda!. Esto ya se salió de control.
—Menudo idiota.
—¿Esto es todo lo que dirás?.
—Que no acepte mi renuncia no es mi problema.
Me levanto como impulsada por un resorte de la cama para prender el teléfono que a estado olvidado por días en una esquina. Una vez la pantalla se ilumina empiezan a llegar mensajes por montones y llamadas perdidas de Alexander también hay algunos números desconocidos, un mensaje de Miranda de esta mañana felicitándome por la campaña.
—El imbécil de tu ex jefe es un verdadero energúmeno, lo poco que me tocado trabajar con el se la pasa en llamadas tras llamada preguntado si alguien sabe algo de Emma Smith. Esta como león enjaulado y no dudo que todo esto de la nota sea un anzuelo para que des la cara.
—Puede esperar sentado, no quiero saber nada de él.
—Te acostaste con él o porque la insistencia de encontrarte. Esta desesperado.
El sonido del teléfono de mi amiga suena cuando estoy apunto de decir algo.
—Voy a salir a contestar esta llamada es importante, pero voy a volver tienes cosas que explicar Emma, no te vas a librar de mi tan fácil —. Amenaza antes de salir de la habitación.
— Hola.
Oigo su voz alejándose antes de sentarme sobre la cama tomando profundas respiraciones tratando de pensar que hacer. Huir de la realidad nunca me a resultado bien y esta no es la excepción.
Necesito un baño, necesito salir este estado de indigente que vengo arrastrando desde hace unos días así con ese pensamiento me en camino hacia donde esta Ruth.
— Ruth, ¿tienes toallas limpias? me daré un baño — ella esta de espaldas y al escuchar mi voz gira sobre su eje para quedar de frente a mi.
La cara que pone es como si hubiera interrumpido algo muy importante así que sin perder tiempo pronunció —:
— Perdón, supuse que ya habías terminado la llamada — noto que se esta poniendo cada vez mas nerviosa y eso sólo me causa una sensación extraña.
—No. Nadie tengo que colgar —dice, a la persona del otro lado del teléfono para después finalizar la llamada.
—¿Que tienes? Parece que viste un fantasma.
—¿Sabes con quien estaba hablando?.
—Claro que no, no soy adivina —digo, con sarcasmo.
—Emma era Alexander me llamo para programar otra cita y cuando escucho tu voz se volvió loco haciendo preguntas, no se como en el infierno reconoció tu voz. Él vino una vez porque necesitaba unos datos para la nota así que sabe donde me estoy quedado. No dudo ni por un segundo que venga para acá en este momento.
Oh no. No estoy preparada para verlo a él.
Otra vez yo por aquí con otro capítulo de Alemma. Chicas mañana no abra capítulo ya que mañana toca actualizar la historia de Sonrisas Falsas, así que bueno nos leemos el lunes.
Ya saben para más actualizaciones y spoilers de esta y otras historias pueden seguirme en mis redes o en el grupo de fb.
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