capítulo 36
Todo lo que a escuchado en la habitación en el último par de horas es el sonido de mis gemidos, sus gruñido gutural, nuestros jadeos y el sonido del choque de nuestros cuerpo al encontrarse. No pensé que mi apetito sexual creciera de esta manera, no hemos parado en toda la noche y aún no me siento satisfecha.
Soy como una especie de moustro sexual, por otro lado Alexander no se a quejado en desde que nos encerramos aquí y, es una suerte que tenga una condición física excelente. Cualquier inseguridad que puede llegar a tener acerca de los cambios físicos que a tenido mi cuerpo en estos últimos meses a desaparecido en las últimas horas, y es que, Alexander se a encargado de hacerme saber con besos, caricias y murmullos lo hermosa e increíble que le parezco.
Solo espero que Ruth no haya vuelto en las siguientes horas porque de verdad que fuimos ruidosos, incluso ahora que estamos volviendo de un orgasmo arrollador con los rayos del sol filtrándose por la ventana nuestras respiraciones con erráticas.
Volteo a ver al hombre que se encuentra tumbado a mi lado gloriosamente desnudo, con el cabello apelmazado por el sudor de todo el esfuerzo físico, los pómulos sonrojados y los labios hinchados: muy bien follado. Como seguramente me veo yo.
Mi cuerpo aun sufre los espasmos del orgasmos cuando Alexander se pone de rodillas para susurrarle —sabrá Dios qué — a mi barriga que de inmediato se empieza a mover.
Me quedo en silencio porque justo ahora mi vos se ha ido y no se cuanto tiempo tarde en recuperarla.
—Te vez hermosa —dice, con una voz que apenas reconozco como suya cuando se incorpora —. No tienes idea de lo increíble que te vez. Nunca me cansarme jamás de verte.
Me regala una sonrisa ladeada antes de desperdigar un montón de besos en el lugar donde salta mi estómago. Sintiendo como pequeños pero contundentes aleteos de mariposas en mi estómago que me tienen con una sonrisa idiota en el rostro.
—Esto es maravilloso ¡Dios! tu eres maravillosa por llevar contigo a cuatro que crecen cada día —da un último beso antes de que la cama se vuelva hundir a mi lado, volteo solo para verlo acostado de lado con el codo en el colchón y la mano sosteniendo su cabeza, mientras que con la otra me acaricia el estómago —. Emma, yo no puedo estar lejos de ustedes.
Trago duro.
Ahora que la calentura no me domina la realidad me golpea con fuerza y no puedo dejar de pensar en la información que obtuve a medias y que el se niega a darme. Yo tampoco quisiera que se alejara, pero ambos necesitamos espacio.
—Alex necesito tiempo para pensar, no podemos pretender que todo lo que paso se borre. Me hiciste mucho daño. Te hice mucho daño no puede pretender que finjamos que nunca pasó, porque no es así. Como pretendes que estemos juntos si ni siquiera eres capaz de confiar en mi.
Genuina tristeza se desliza en sus facciones al tiempo que deja ir un profundo suspiro.
—Lo entiendo pero no lo aceptó —su voz suena baja y dolida mientras habla —. Por eso voy a contarte sobre esa personita que era parte de mi y que nunca pude conocer.
Sus palabras me toman tan de sorpresa, que lo siento como un golpe violento en el estómago que me deja sin aire. No necesito repararlo a detalle para saber que esto toca una fibra en su alma que lo afecta demasiado.
—No quiero que te sientas obligado a decirlo por compromiso Alexander —digo, porque es cierto —. Si en algún momento tu te sientes listo para decírmelo yo estaré aquí, dispuesta a escucharte.
Se mejor que nadie lo que se sienten que te saquen las palabras con tirabuzón y aunque, sí, muero por saber que paso, no quiero que bajo ningún motivo se sienta presionado u obligado hacerlo.
—Estoy listo, Emma —dice, con determinación —. Estoy listo para dejar ir mi paso y luchar por mi familia. Ustedes.
El silencio se extiende entre nosotros largo y tirante, el hombre aún lado de mi se pasa una mano por el pelo antes de dejar ir un sonoro suspiro, entonces empieza hablar.
—Conocí a Ofelia cuando era muy joven, en el primer años de la universidad —comienza con un hilo de voz y mi corazón se salta un latido porque se que esto va a ser demasiado doloroso —. Ella aún no era una modelo reconocida, pero siempre decía que llegaría a la cima y nunca lo dude, su belleza deslumbraba a cualquiera —suelta, una risa irónica antes de ponerse de pie y ponerse el bóxer por lo que me cubro con la sabana antes de que se hacerlo nuevamente sobre el borde de la cama —. Desde el primer momento me atrapo, empezamos hablar y poco tiempo la invite a salir formalmente yo estaba, como cualquier pareja teníamos intimidad pero nunca hablamos de nuestros planes a futuro, mucho menos de tener hijos.
Hace una pequeña pausa.
—Yo era impulsivo e irresponsable en ese tiempo, siempre me llamaron la atención las armas y llegué a pensar en entrar a la milicia, pero entonces mi padre me negó cualquier posible ayuda, porque el quería que yo fuera su sucesor cuando el se retirara —emboza una sonrisa triste —. Salí de casa ese día para ir a un bar a beber mi peso en alcohol… Ahí lo conocí a él. El maldito austriaco loco, lo había visto en varias clases conmigo pero jamás le había hablado, él dijo que me había estado observando que era bueno con las armas de largo alcance y yo era justo el perfil que buscaban, me ofreció trabajo… Acepte, porque era una manera desafiar a mi padre, para celebrar bebimos toda la noche hasta que quede inconsciente y para cuando desperté no estaba aquí, en estados Unidos. Desperté en la maldita Austria.
Una carcajada carente de humor sale de él.
—Desaparecí un año. Un año en el que me prepare y perfeccione mi puntería y un sinfín de cosas de las que no puedo hablarte—dice, después de un rato —. Todo ese tiempo estuve incomunicado de mi familia por el adiestramiento extremo que llevamos, yo destaque de entre cientos de hombres para un equipo especial: хамелеоны, no se sabe cuantos somos en realidad ni el origen de todos—deja ir un suspiro —. Hice muchas cosas que te no podrías imaginar jamás y de las que no me arrepiento en lo absoluto. Cuando volví lo hice con el dinero que me pagaron trabajado para ellos y busque a Ofelia, le conté todo lo que había pasado el tiempo que desaparecí como es obvio estaba furiosa y al principio no quiso saber nada de mi —se moja los labios con la punta de la lengua —. No insistí, la deje asimilar la situación y compre mi casa, esa en medio del bosque porque no quería que nadie me molestara. Iba de fiesta en fiesta bebiendo todo lo que me embriagara y viajando cuando se me requería, porque una vez que se entra a ese mundo solo hay una manera de salir.
—¿Eres… un mafioso? —pregunto, la respiración se me atasca en la garganta ante lo que pueden —o no —significar sus palabras.
—No, Emma. No soy un mafioso. Soy un francotirador profesional y trabajo para una organización austriaca—dice, parpadeo varias veces tratando de continuar.
—¿Por qué no me lo dijiste? —no quiero me suene a reproche pero lo hace de todos modos.
—Porque no sabia cuales eran tus intenciones, siempre pensé que solo fingías ser así para que bajara la guardia y me apuñalaras por la espalda.
Sus palabras generan una clase de resentimiento en mi sistema que no se va. Él de verdad guardo silencio porque siempre espero lo peor de mi, esperaba que lo traicionara. Mi pecho se estruja con violencia al descubrir que de verdad nunca a confiado en mi.
—Yo seria incapaz de hacerte daño —musito, a medio camino del llanto y la ira.
Alexander me mira con aprehensión y el gesto de disculpa que pinta su cara hace que todo en mi duela demasiado.
—Lo sé, bonita. Ahora lo sé. Lamentablemente me di cuenta demasiado tarde que tu no eres igual a todas.
No digo nada y el silencio se instala entre nosotros mientras trato de contener el moustro de coraje e indignación que me invade por completo. Al ver que no dice nada le hago una señal con la cabeza para que continúe incapaz de confiar en mi propia voz.
—Ofelia me busco tiempo después y volvimos a estar juntos y mientras yo me alcoholizaba hasta perder la conciencia ella hacia casting para entrar a una buena compañía de modelaje. Se volvió una rutina: follabamos, bebía e iba y trabaja cuando me llamaban. Claro que en el sexo siempre fui precavido y ella tiene control de natalidad, pero supongo que las cosas a veces suceden.
Traga saliva y su gesto se descompone un poco más, pasa las manos por las hebras oscuras de su cabello antes de deslizarlas por su cuello en un gesto que se me antoja derrotado.
—Fue entonces cuando todo se fue a la mierda, Ofelia estaba feliz porque había movido un par de contactos gracias a Noah y la aceptaron en una de más mejores agencias de modelaje del país, iba hacer su primer debut — me mira a los ojos y el dolor es palpable en su voz —. Ese día ella se fue temprano a la agencia y quedamos en que yo la alcanzaría en la noche, pero no pude hacerlo porque me necesitaban, en su lugar le mande un costoso collar de diamantes, un enorme ramo de flores y una tarjeta de disculpas. Nuestra relación siguió así un par de años en los cuales ella se hizo de un nombre mientras yo viajaba por meses a diferentes países y ella lo aceptaba, lo entendía o eso creía… Pero me empecé a sentir solo pese a que ella dormía a mi lado todas las noches, Ofelia cambio y se intereso en otras cosas mientras yo seguía viviendo de excesos.
Su voz se escucha como si en cualquier momento pudiera echarse a llorar desconsoladamente y a mi se me hace un hueco en el estómago al escuchar sus palabras.
—Mi vida era un desastre. Un reverendo y absoluto desastre, pero me negaba a dejarlo, me negaba a volver a buscar a mi padre por orgullo. Recuerdo que semanas atrás ella empezó a estar extraña, distante pero yo se lo atribuí a su carga de trabajo, después de eso empezamos a discutir por todo, Ofelia siempre estaba de mal humor, hasta que un día en medio de una discusión me grito que estaba embarazada de un bebé que ni siquiera quería, de un bebé que solo seria un estorbo en su carrera… Eso fue un golpe a la realidad. No estaba preparado para ser padre —suelta una risa irónica —. Ni siquiera había como cuidarme a mi mismo, mucho menos proteger a otra persona. Me volví loco —pasa las manos por su cara en un gesto mortificado antes de continuar —: Grito muchas cosas y yo en el calor del momento también dije muchas cosas de las que no me siento ni un poco orgulloso.
Alexander se gira hacia mi para acunar mi rostro entre sus manos de modo que puedo verlo con detenimiento dándome cuenta que sus ojos se han vuelto rojizos por las lagrimas contenidas. Sintiendo mi propio corazón latir desenfrenadamente tratando de asimilar la cantidad de cosas que me esta diciendo.
—Yo estaba tan enojado; tan molesto que solo tome mi maleta y me fui a Australia — infinita tristeza invade el rostro de Alexander cuando me suelta —. Me fui porque necesitaba pensar, saber que es lo que iba hacer porque estaba claro que aunque no era el momento no dejaría desprotegido a mi hijo… Solo que no sabia como hacerlo aun —su cabeza esta gacha ahora, ni siquiera se molesta en mirarme —. Quería hacer las cosas bien y luego de dos semanas volví, compre un anillo costoso y le propuse matrimonio, quería que fuéramos una familia los tres, pero ella no. Se negaba a dejar su carrera para hacerse cargo de un hijo que en primer lugar no quería —su voz suena extremadamente ronca por las emociones —. De algún modo la convencí de que nosotros valíamos la pena, que éramos su familia y que nunca la íbamos abandonar, pero ella solo me jugo el dedo en la boca… Ella ya había tomado una decisión. Una decisión en la que no me tomo en cuenta. Solo quería seguir viviendo las mieles del éxito mientras yo trabaja y hacia mucho dinero que ella podía gastar en cosas costosas—sacude la cabeza en una negativa —. Y aún así, acepto casarse conmigo, porque yo creí que de verdad lo que lo quería intentar —la incredulidad es palpable en su voz ahora —. Luego de eso, me tuve que ir a Rusia un mes y cuando volví… Cuando volví la escuché hablando con alguien, diciendo que hacía mucho que se había desecho del bebé hace ya varias semanas de hecho —sus ojos están cargados de ira, dolor, frustración e impotencia cuando me miran—. Lo hizo cuando me fui a Austria, cuando me lo dijo, y, aún así me dejó creer que ella quería hacer esto.
El corazón se me estruja con violencia y lágrimas gruesas y pesadas corren por mis mejillas al imaginarme a un Alexander más joven asustado por la un embarazo que no deseaba, pero por el que estaba dispuesto a darlo todo.
—Como era de esperarse la confronte y ella solo gritaba; que yo tampoco quería esto, que lo hizo por los dos y que nada cambiará. Dijo que yo se lo había pedido con mis acciones y mi falta de interés para con ellos… Pero yo te juro que jamás se lo insinué si quiera. Tenia miedo: Joder sí. Pero sería incapaz de pedirle que lo abortara. Le grite muchas cosas, la corrí de mi casa y como es obvio lo que sea que había entre nosotros termino, porque tengo que reconocer que en realidad jamás la ame.
Llegados a este punto, puedo ver el dolor que le causa el recuerdo de lo que sucedió y yo me llevo la mano a la boca reprimiendo un sollozo.
—Sentía que había tocado fondo. La desesperación y lo decepcionado que me sentía de mi mismo pudieron más que el orgullo y busque a mi madre. Ella de inmediato habló con mi padre y me dieron su apoyo incondicional… Jamás les dije lo que paso, a nadie de hecho eres la primera persona que lo sabe. Termine la carrera que había dejado a medias y tiempo después mi padre me dio la dirección del corporativo. Ofelia como era de esperarse me busco infinidad de veces por todos los medios posibles jamás respondí ninguno de sus llamados, como eso no funcionó empezó a mandar mensajes diciendo que todo había sido mi culpa y ella había hecho lo que hizo porque no quería que nuestro hijo tuviera un padre ausente como yo, que me destruiría como yo la destruí a ella. La foto que viste en Internet fue porque ella le pagó a un reportero por una nota de un compromiso que no existía, ese día ella me abordo a fuera de un restaurante porque sabía perfectamente que no le haría un desplante en público.
No digo nada al respecto dejo que diga todo lo que tenga guardo, porque se por experiencia propia que hablar de lo que nos duele nos libera poco a poco.
— Emma—dice, con la voz enronquecida pero con suavidad acercándose a mi cuerpo tanto como puede y pegando su frente a la mía —. Jamás trate de utilizarte o remediar mi error porque una vida no sustituye a otra. Es que no te puedes dar cuenta, niña tonta que tú sin siquiera planearlo lograste derrumbar todo lo que con tanto empeño me esmere en conseguir, que te haz adherido a mi con tanta fuerza que me enamore como un imbécil y juro por lo mas sagrado que jamás me volví a plantar la idea de ser padre hasta que sucedió y eso no hace mas que llenarme aquí — toma mi mano y la pone de lado izquierdo dejándome sentir el latir desbocado de su corazón —. Me llena de una sensación tan abrumadora como aterradora y me gusta Emma. Quiero hacerlo quiero ser padre y quiero aun más hacerlo contigo.
No digo nada porque ahora no sólo son lágrimas son sollozos y mocos los que se unen a la fiesta, seguramente mis ojos están tan hinchados como los suyos y mi rostro tan enrojecido como el de él. Este momento esta lleno de tantas emociones que siento que es demasiado.
— Por favor no te quedes en silencio y dime algo que me estoy volviendo loco —pide, y suelto una risita en medio de todo el llanto.
No digo nada de inmediato pero lo abrazo con toda la fuerza que mis brazos me permiten, él demora unos segundos en corresponder mi abrazo y a pesar de estar desnudos se siente como una manera mas íntima de estar expuestos pues ahora los dos nos hemos desnudado el alma.
— Yo... Yo también estoy enamorada de ti — logró decir —. Pero sigo firme en que necesitamos tiempo Alexander, esto no tuvo un buen comienzo... Todo empezó como una farsa, un maldito contrato que jugó en nuestra contra y que lo volvió tan real como lo es este momento — deja un casto beso en mi sien aún abrazados —. A demás no se muy bien que signifique todo eso de los austriacos mafiosos y tu siendo un maldito francotirador de élite para criminales, Alexander eso es muy peligroso.
—Te diré lo que sea que quieras saber sobre eso, bonita no habrá más secretos entre nosotros. De verdad quiero hacer esto contigo.
—No se si estar juntos sea lo mejor, ni siquiera nos conocemos de verdad. Tal vez con el tiempo poco a poco, luego de que asimile tu trabajo extracurricular…
—Creo que estamos muy adelantados ya que en menos de cuatro meses vamos hacer padres de cuatro —dice, socarrón.
—Sí, pero estoy demasiado abrumada Alexander ¡Eres un criminal!.
—Yo lo llamaría más como un vengador… ya sabes como los de marvel esos que acaban con los malos.
—No es gracioso —me cruzo de brazos cuando se aparta.
—No me estoy riendo, es la verdad. Créeme ningún de los hijos de puta que he matado merecían piedad.
—¿Estas escuchando lo que me estas diciendo? —digo, alarmada poniéndome de pie —. Si alguien quiere tomar represalias vendrán por ti… Por mis hijos ¡Dios!...
—Emma tranquila —me interrumpe tomándome el rostro en sus manos para que lo mire—. Nadie sabe quiénes somos en realidad, nuestras identidades siempre han sido secretas. Somos camaleones así que están seguros y si por algún motivo eso sucede primero los mato antes dejar que los toquen.
—No se, Alexander por esta y muchas razones creo que lo mejor será ir poco a poco.
— Sabes lo irónico que suena eso en este momento después de haber follado toda la noche— se aleja para mirarme de arriba abajo.
Toda mi respuesta es encogerme de hombros, porque estoy demasiado aturdida pero lo dice con tanta seguridad que aunque parezca una locura le creo.
— Bien Emma, será como tu quieras aunque yo sigo pensando que es absurdo, sólo quiero estar cerca de ustedes, al pendiente de los bebés estar presente siempre para ellos y para ti — dice y suena tan sincero que una calidez se instala en mi pecho y su sonrisa se vuelve maliciosa —. Pero los amigos no follan Emma —informa subiendo su mano por mi costado hasta acunar mi pecho en su mano. Gimo.
—No lo haremos — digo con la voz afectada —. La próxima semana tengo cita con el ginecólogo para saber el sexo de los bebés.
—Bien iré contigo —musita, empezando a besar mi barbilla hasta el punto donde mi cuello y mi clavícula se unen.
Y quiero protestar, pero ahora soy como pólvora, que a la más mínima chispa esta explota. Se que aún quedan muchas cosas por hablar pero… A la mierda todo yo de verdad quiero estar con él.
Una vez más volvemos a ser besos, caricias, suspiros rotos, gemidos, sensaciones y en comparación con otra veces esta vez esta llena de sentimiento, de palabras no dichas.
Bueno Alexander no es una blanca paloma, la verdad es que es un asesino bastante letal.
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Los tecueme.
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