capítulo 33
—Soy una estúpida —susurro, limpiándome las lagrimas que bajan por mis mejillas —. Se que es mi culpa por no hablar con la verdad, pero es que tenia tanto miedo de su reacción.
Liam me observa con ternura mientras sostiene mi mano en un gesto reconfortante. Hice que el doctor lo revisara también debido a los golpes y todo parece estar en orden para mi tranquilidad.
—No eres estúpida, Emma ni vuelvas a decirlo jamás. Sólo no tuvieron la confianza suficiente para abrirse realmente el uno con el otro—deposita un beso en mi frente—. Ya veras que cuando hablen todo…
—No —lo corto —. Me niego a volver a permitir que se burle de mi.
La punzada de coraje mezcla con indignación se mezclan en mi interior y se niegan a dejarme desde que salí de la oficina de Alexander. No puedo evitar sentirme estúpida por creer que de verdad se preocupaba por mi… Por nosotros.
—Por favor trata de tranquilizarte, el doctor dijo que era muy peligroso para los bebés que siguieras sometiéndose a situaciones de mucho estrés o emociones fuertes.
Empiezo a tomar profundas respiraciones para tratar de mantener la calma, pero el nudo en mi garganta no desaparece en ningún momento. Tuve una amenaza de aborto y el obstetra me advirtió que si no me cuido mi embarazo —de por sí riesgoso — no llegará a término y yo no puedo permitir que pase eso, menos por una imprudencia mía.
Detuvieron el sangrado para después hacer una ecografía para asegurarse que todo estaba en orden y gracias al cielo todo estaba bien, sólo fue un susto.
—El oficial Brown necesita tu declaración para procesar al infeliz que te lastimó —dice, con cautela.
La sola mención de Daniel hace que un escalofrío me recorra el cuerpo y por instinto me llevo las manos al vientre de manera protectora.
Abro la boca para contestar pero cualquier cosa que vaya a decir muere en mi boca cuando la puerta de la habitación se abre de golpe —lo que hace que de un pequeño respingo en mi lugar — dándole paso a un furibundo Alexander con el ceño fruncido y desde aquí puedo ver la vena del cuello saltada.
Mi corazón hace un ridículo salto al tiempo que siento que un montón de piedras se asientan en mi estómago, por un momento su mirada se queda clavada en la mía provocando una sensación de incomodidad por la manera glacial en la que me observa, no es hasta que arroja mi bolso cerca de los pies de Liam y alza una hoja de papel que siento como mi cara pierde color.
La prueba de ADN. Tiene la maldita prueba.
¡Mierda!.
—¿Me puedes explicar que en el infierno significa esto, Emma? —sisea, con desdén en mi dirección —. Todavía tienes el cinismo de ofenderte por algo que ni siquiera paso hace mucho tiempo y que en nada te concierne.
El corazón se me estruja con violencia, sintiendo como las lágrimas pican en el fondo de mi garganta, hoy iba a contarle todo lo que por semanas me a estado consumiendo lentamente pero es como si el destino quisiera jugarme una mala broma porque cada que quiero decírselo algo pasa.
—Todo tiene una explicación —digo, con un hilo de voz.
—¡Me estuviste bien la cara todo el maldito tiempo! —escupe, enardecido—. Ahora entiendo que te mereces todas y cada una de las cosas malas que te han pasado, eres una basura.
—Alexander lo mejor será que hablen cuando estés más calmado, ahora solo estás diciendo estupideces —sugiere, Liam claramente tratando de contenerse.
—¡¿Por qué?! ¿¡Por qué lo hiciste?! y yo preocupado por ti —lo ignora dejando ir una carcajada cargada de ironía —. Y yo buscando la manera de llamar tu atención, de hacerme presente en tu vida para que me voltearas a ver. Como pude ser tan imbécil para no darme cuenta.
Mi pecho se estruja con violencia y esta vez no puedo evitar que las primeras lágrimas rueden por mis mejillas. Quiero explicarle que las cosas no sin como el lo imagina, que nunca lo engañe porque ser la receptora de la ira de Alexander no es ni un poco agradable.
—No es lo que tu crees —apenas logró decir.
Sus ojos se ven rojos por la ira y la imagen que me da hace que un escalofrío me recorra entera nunca lo había visto así de furioso.
—Cállate, todo lo que sale de tu boca es una maldita mentira para envolverme como lo hacías siempre —escupe, cargado de resentimiento haciendo que quiera abrazarme a mi misma.
—No, no, no te juro por mi vida que las cosas no son así Alexander.
—Eres una cualquiera, por eso no querías que te tocada, por eso estabas distante todo este tiempo porque ibas y te revolcabas con otro—la mirada que me dedica me hace encogerme sobre mi misma —.Dime ¿te divertiste mucho viéndome la cara de idiota?. No dudo que esta maldita prueba de paternidad sea otra más de tus mentiras para quedarte con mi dinero.
Cada palabra que sale de su boca son como dagas filosas llenas de veneno que impactan contra mi pecho sin piedad, el nudo en mi garganta se aprieta un poco más y llegados a este punto son incapaz de contener las lágrimas.
—Cuidado con lo que dices, Alexander te puedes arrepentir de las mierdas que estas diciendo—advierte, Liam con los puños apretados.
—¿Qué? contigo también se revuelva o es que eres el padre de sus engendros —sus últimas palabras son como un puñetazo en el estómago que me deja sin aire—. Cuanto le pagas tu, porque a mi me salió costosa la zorra con cara de inocente.
Le hago una seña a Liam con la cabeza para que lo deje pasar, no tiene caso que diga nada esta cegado de ira y no entiende de razones. Se pasa las manos por el cabello al tiempo que deja ir un grito de frustración y tira de las hebras oscuras de su cabello.
—Déjame explicarte— hablo por fin y el detiene su caminata para darme su atención llena de incredulidad.
—¿Que vas a explicarme? ¿me dirás como planearon todo tú y tu amante mientras se revolcaban?.
Un sollozo se me escapa mientras sigue impactando sus dagas envenenadas.
—Sabes que me estas lastimado ¿verdad?.
—Y esto es solo el principio, Emma todo lo que has vivido ahora no será nada comparado con el infierno que te haré vivir.
—Estas siendo muy injusto y no estas dejando que te explique.
—Claro, así como tu me diste la oportunidad de explicaré. No sabes como me arrepiento de haberme enamorado de la persona que creí que eras, del espejismo que se hizo mi cabeza de Emma Smith.
Dejó de escuchar todo lo que esta diciendo y en mi cabeza solo hacen eco las palabras me enamore de ti mientras caigo en un pozo oscuro y muy profundo.
—Eso no es verdad —digo, hipando.
—Eres la peor persona que he conocido en mi vida, eres una maldita mentirosa, hipócrita, interesada ni siquiera puedo llamarte prostituta porque eres mil veces peor que cualquiera de ellas tu simple presencia me genera asco, repudio. Quiero te vayas al infierno con todo y esos hijos tuyos con los que pretendías engañarme.
Todo se acaba de romper en pequeños pedazos que escuecen hasta lo mas profundo de mi ser, no tiene caso decir la verdad a estas alturas esta demasiado consumido por la ira y en el proceso esta acabado conmigo. Giro mi cabeza hacia Liam que parece listo a saltarme encima en cualquier momento pero un gesto con la cabeza negado hace que el gesticule un <<dile>> y en respuesta vuelvo a negar.
—Vete Alexander, ya no tenemos nada de que hablar —digo, tragándome el nudo de sentimiento que tengo en la garganta dispuesta a no soportar uno mas de sus insultos.
—Oh, claro ya no me necesitas, para mi esta más que claro que tienes tus métodos para conseguir lo que quieres.
—No te voy a per…
—No me interesa nada de lo que salga de tu maldita boca que solo sabe decir mentiras —espeta —. Sólo te advierto que voy a mandar hacer otra prueba de paternidad y seguro como el infierno que si sale positiva voy hacer todo lo que este en mis manos para que nunca puedas estar cerca de ellos, jamás los vas a ver crecer Emma y te vas arrastras para que te diga donde están, pero eso no lo sabrás nunca.
—No te atrevas si quiera a intentarlo o…
—¿Qué?. No tienes oportunidad contra mi, eres una loca desquiciada con antecedentes de suicidó cualquier juez con dos dedos de frente me dará la custodia.
Siento que el aire de la habitación no es sufienciete para mis pulmones, el estómago se me revuelve y la amenaza de sus palabras hacen que el miedo se instale en mis hueso.
—¡Lárgate! Si ya terminaste de decir estupideces, no quiero seguir escuchándote.
La puesta de la habitación es abierta dándole paso al doctor quien se acerca a revisar mi presión arterial antes de girarse hasta el hombre que acaba de prometer acabar conmigo
—Les voy a pedir que salgan de la habitación, el estado de la paciente es crítico y cualquier emoción fuerte o que la someta a mucho estrés puede ser fatal en su estado.
Los ojos de Alexander mandan dagas en mi dirección mientras yo trato de tomar sufienciete aire para que la sensación de ahogamiento se vaya.
—Yo ya me iba, no tengo nada que hacer aquí —dice, en dirección al doctor con la voz ronca por las emociones, para después girarse hacia mi —. Te advierto que voy hacer valido el contrato por infidelidad. Se acabó, Emma.
—No se puede acabar lo que nunca empiezo —alcanzo a decir antes de que llegue a la puerta.
—Espera la notificación de mis abogado —amenaza antes de salir de la habitación.
Una vez la puerta se cierra lo dejo que las lágrimas acompañadas de los sollozos salga al tiempo que el miedo de que cumpla sus palabra me atenaza el cuerpo.
—Tranquila, Emma esto no es bueno para los bebés, Alexander habla desde la herida y lo que sea que esté pensando que paso —me abraza Liam.
El doctor me da indicaciones antes de ordenarme calmarme porque esto está poniendo en riesgo la vida de mis hijos.
**
Por fin después de lo que parece una eternidad —así lo siento yo— y que su viaje se extendiera mas de lo previsto tengo a mi hermana en casa, se siente bien no estar sola en el silencio del apartamento que solo me hace pensar cosas que me lastiman.
Estamos acostadas en la cama de mi habitación comiendo helado napolitano con chocolate liquido y chispas de colores, mientras me cuenta como fue su estadía en Italia.
Me cuenta sobre todos los lugares que conocieron enseñándome fotos en su teléfono, de lo increíble que fueron los días que tuvieron para ellos dos y claro, de su horrenda suegra, en cambio yo le cuento todo sobre como me entere que estaba embarazada, de los malestares que he tendido le cuento todo omitiendo a Daniel que gracias al cielo esta encerrado y ya no podrá hacerme daño. Dos días después de salir del hospital fui a dar mi declaración de todo lo demás se encargo Liam que no me a dejado sola ni un solo momento.
—No puedo crees que en pocos días cumplirás cinco meses, te vez hermosa Em —dice, estirando la mano para acariciarme el vientre bastante abultado —. Aun no puedo creer que no me dijeras del embarazo.
—Quería darte una sorpresa —contesto, encogiéndome de hombros para después llevar engullir una cucharada de helado.
—Quiera darte una sorpresa —. Contestó sonriendo viendo los movimientos de su mano en mi.
—Y vaya que me sorprendiste —dice, con fingida indignación —. Lo que me tiene bastante sorprendida es no haber visto Alexander, se que no están juntos por el comunicado que dio pero ¿tu estas bien?.
Hace poco mas de dos meses Alexander anunció el término de nuestro compromiso, no dio explicaciones ni dijo los motivos solo pido respetar su privacidad, claro que para mi las cosas han sido diferentes ya que la prensa me acosa y más por las muchas especulaciones que salieron tras la noticia de embarazo, dejé de salir a la calle por miedo a que me aborden con sus preguntas.
De Alexander no he vuelto a saber nada, por lo menos no directamente como prometo aquella vez al salir de la habitación del hospital mando a sus abogados solicitando una —otra— prueba de paternidad expedida por un juez, eso y la demanda por la penalización millonaria por incumplimiento en una de las clausulas del maldito contrato
No voy a mentir y decir que no me duele, porque lo hace. Me duele como la mierda toda esta situación, no he hecho más que llorar en todas estas semanas que he pasado sola, si no fuera por Liam que me ayudo con la multa ahora estaría yo en la cárcel, a cambio yo le di mis ahorros prometiendo que en cuanto pudiera le regresaría hasta el ultimo peso, por su puesto se negó pero insistí y le hice saber que así no me sentiría tan mal por todo lo que esta pasando, así pues, a regaña dientes tuvo que acéptalo.
—Sabes que me gustaría hacer ahora mismo —digo, evadiendo su pregunta porque no quiero llorar ahora.
—No soy adivina todavía hermana —contesta, divertida dejando mi vientre y volviendo la atención al helado.
—Quiero ir a ver a nuestros padres —le informo dejando ir un suspiro.
Miranda detiene su mano en el aire con la cuchara que iba directo a su boca, para voltear a verme sorprendida como si me hubiera salido un tercer ojo o algo así.
—Emma —suena cautelosa —. No haz ido a verlos desde que murieron —eso último lo susurra y finjo que no sentí esa punzada en el corazón.
Se que ella los visita de una vez al mes, pero a mi se me hacía algo imposible hacerlo es como si nunca me hubiera resignado a que ellos se fueran y solo pensara que en algún momento los vería aparecer en mi puerta diciendo cuanto nos extrañaron, un sentimiento amargo me embarga pero trato de mandarlo lejos porque llego la hora de avanzar… De vivir.
—Lo se Miry es solo, que me siento fuerte y con ánimos de ir a verlos. Entenderé si no quieres acompañarme.
—Estas loca —me interrumpe —. Por supuesto que quiero ir contigo, no te dejare sola —ahora suena ofendida —. Tu nunca me has dejado sola. Justas siempre ¿recuerdas?.
—Oh, por favor para me harás llorar, las hormonas me tiene muy sensible —me abanico la cara con mano tratando de evitar que mis ojos se cristalicen.
—Lo lamento Em, mejor dime ¿cuándo quieres ir?
—Ahora.
—¿Ahora?.
Asiento con la cabeza en un gesto afirmativo.
—Y tal vez pasar unos días con la abuela.
Miranda debe de pensar que me volví loca por la manera en la que me observa.
—¿Segura que te sientes bien?—inquiere, un tanto extrañada.
—Estoy buen, solo quiero enfrentar mi pasado para poder disfrutar mi presente, no puedo vivir huyendo siempre Miranda.
—Bien te creo, pero si en algún momento ya no estas de acuerdo solo dime y nos regresamos —asiento en acuerdo antes de que ella deje ir un suspiro —. Llamare a Carlos, para ir en si auto.
Yo me pongo a llenar una mochila con unas cuantas prensas de ropa y un par de horas después estamos en camino a Illinois para por fin cerrar ese capítulo en mi vida. La doctora Wilson sugiero hace un par de semanas hacerlo para así poder dejar el paso atrás y creo que tiene razón ya que solo he huido de el todos estos años.
Estoy nerviosa, ansiosa y me da temor no poder hacerlo pero me siento feliz porque con el simple hecho de ya ir en camino es un gran avance para mi.
Miranda conduce en silencio respetando mi espacio y que tiene miedo de mi estabilidad emocional justo ahora por las miradas preocupadas que me da de reojo de tanto en tanto. Me acarició el vientre distraídamente viendo por la ventana.
—Será un viaje un poco largo Em, así que pasaremos a descansar en algún hotel mas tarde —me informa rompiendo el silencio sin despegar la vista de la carretera.
—Como ordene mi capitana —se ríe ante mi respuesta y yo decido mandarle un mensaje a Liam para informarle que voy camino a Chicago.
Luego de mensajear con mi amigo y decirme que me cuide mucho sin dejar de recordarme que si necesito algo no dude en pedírselo, dejo el teléfono en el porta vasos antes de que el sueño empiece a embarcarme y como no si desde que estoy embarazada no hago más que comer, sentir náuseas y dormir.
Casi suena como una ventaja estar desempleada solo que no lo es porque ahora no tengo un trabajo que me de ingreso para mis hijos y ahora tampoco cuento con mis ahorros. He mandado muchos currículos pero todos me descartan cuando saben que estoy embarazada, eso esta empezando a desesperarme y hasta ahora solo hago pedidos de repostería para venderlos por Internet.
Si bien eso no me genera mucho dinero ahorro cada dólar para cuando llegue su nacimiento, de por sí tener un bebé es algo costoso y difícil tener cuatro es todo por cuatro, pero eso no impide que me sienta feliz y dichosa por ser su madre y ser tan valiente por permanecer conmigo.
Ahora me permito sentir la felicidad que tiempo atrás no me permití al saber de su existencia y también me siento dichosa por mi primer bebé que pese a no haberlo conocido ahora se que lo hubiera amado ferozmente como ya lo hago con sus hermanos que crecen dentro de mi.
El sonido de mi teléfono me llega a lo lejos antes de que unos movimientos en la pierna me hagan abrir los ojos para encontrarme con Miranda que tiene ña vista clavada en la carretera.
—¿Qué pasa?—digo, en medio de un bostezo—. Justo ahora no eres la tía favorita de mis bebés —me froto un ojo soñolienta con la mano.
Eso último la hace reír volteando a verme brevemente.
—Lo siento pequeños futuros diablillos pero el teléfono de su mamá no deja de sonar y me esta poniendo de los nervios, a demás si soy su tía favorita porque seré la que los consentirá siempre.
Y como para probar un punto el teléfono empieza a sonar una vez más haciendo que me estire a tomar mi bolso para buscar el aparato y cuando veo el nombre que brilla en la pantalla me paralizó.
Trago en seco.
Mi corazón hace un baile extraño y siento como si un montón de piedras cayeran en mi estómago, hace un par de meses que no se nada de Alexander y el que este llamando ahora como si quiera quemar mi teléfono con tantas llamadas ni puede significar nada bueno. Dejo que la llamada se pierda pero al instante empieza a sonar de bueno.
—Si no piensas contestar por el amor de Dios puedes apagarlo, es muy molesto y me esta volviendo loca.
No le contestó en lugar de eso me quedó mirando el teléfono viendo como termina la llamada y vuelve a empezar otra, pasa así como tres veces
Hasta que la incertidumbre y insistencia de Alexander me hacen respirar hondo ya que la última vez que hablamos me dejo más que claro que no quería volver a tener ninguna clase de trato conmigo, eso sin contar el asco que le daba mi persona.
Y eso que no sabe la verdad. Me recuerda la vocecilla insidiosa en mi cabeza.
—¿Hola?—contestó, después de pensarlo mucho.
—¡¿Por qué en el infierno no contestas?!—brama, del otro lado de la línea y yo tomo un profundo suspiro —. Ya te estabas tardando en huir como la maldita cobarde que eres—prieto el teléfono con tanta fuerza que lo nudillos se me ponen blancos —. A donde diablos crees que vas, ni creas que te vas a deshacer de mi tan fácilmente, te recuerdo que tienes una orden del juez para la prueba de paternidad…
Siento tantas ganas de gritarle sin embargo trato de mantener la compostura porque no quiero que Miranda se de cuenta y se preocupé.
—¿Que quieres Alexander? —contestó, con toda la calma que puedo reunir en este momento.
—A dónde estas yendo con mis hijos, si es que son míos claro esta —y lo pierdo, no le voy a permitir ni un solo insulto más.
Cualquier rastro de control se va a mierda porque el sabe que fibras tocar en mi para que explote. No respondo en lugar de eso finalizó la llamada.
—Miranda puedes detener el auto por favor —pido con falsa calma.
—¡Que! ¿Cómo? ¿Aquí?.
—Sí. —Emma no hay nada cerca.
—Por favor—insisto, haciendo que apriete las manos sobre el volante — discúlpame Miry sólo detén el auto un momento.
—¿Te sientes mal? ¡Oh Dios mío!, sabia que este viaje no era buena idea ahora te sientes mal y no hay nada en kilómetros…
—¡Sólo detén el maldito auto! esto bien, sólo necesito hacer una estúpida llamada.
Se calla abruptamente antes de orilla el auto aún lado de la carretera y cuando lo apaga salgo de este encendiendo la pantalla del teléfono solo para darme cuenta que tengo cinco llamadas más de Alexander, ni si quiera me di cuenta en que momento le quite el volumen al aparato infernal.
Tomo una gran bocanada de aire antes de presionar el botón de llamada que está aun lado de su nombre.
Una.
Dos.
Tres… Veces timbra antes de que un muy pero muy furioso Alexander me conteste del otro lado del auricular.
—Así que además de ir y enrollarte con otro te…
Se que habla desde la herida porque en su cabeza yo lo traicione pero eso no le da derecho a herirme siempre que quiere.
—¡Cállate!. Ya cállate la maldita boca de una puta vez.
—Por fin muestras las garras Emma…
—Mira Alexander me tienes harta — lo interrumpo una vez mas —. Con tus estupideces y reclamos sin razón, no tienes un jodida idea de nada, no tienes derecho alguno de reclamar nada ni estás en posición de exigir nada cuando llamaste engendros a tus hijos, porque aun que no quieras llevan tu sangre y los desprecias aun antes de nacer —agradezco a mi voz por no fallarme —. Me dijiste todo lo que tenias que decir ya me quedo claro que te doy asco, que soy una persona despreciable y lo peor que te pudo pasar ya déjame en paz.
—Soy un hombre de palabra, Emma y no te voy a dejar en paz hasta…
—¡Ya! —gritó, harta de todo esto y por un momento creo que me colgó por el silencio que se genera, por lo que separó un poco el teléfono de mi oreja solo para comprobar que sigue la llamada en curso —. Quieres una verdad Alexander, bien te diré una: me violaron —la voz se me quiebra un poco en el proceso.
Le cuento como pasaron las cosas, desde que salió esa mañana del apartamento y todo lo que paso después, le cuento del miedo que tenia a su rechazo y que aunque no es un motivo para haber guardado silencio lo hice, le hago saber el infierno que fue mi vida en ese momento y que yo misma sentía asco, desprecio por mi misma y por último le cuento que el motivo de la prueba de paternidad fue por que quería saber si estaba embarazada de él o había sido producto de la vez que me atacaron.
—Lo irónico de la situación fue que no te quería decir nada porque no quería que te alejaras y aun así te fuiste de mi vida —Le hago saber cuando he terminado de decir todo lo que me había guardado.
No lo dejo contestar en su lugar finalizó la llamada sintiendo como se afloja un poco la carga que traigo bajo los hombros acto seguido aviento el teléfono lejos antes de regresar sobre mis pasos para volver a subir al auto donde se reproduce una canción de Adele con la respiración vuelta un asco pero eso se sintió como si los eslabones de la cadena que cargo se empezaran aflojar poco a poco.
—¿Estas bien, Emma? —pregunta, mi hermana cuando cierro la puerta mordiéndose el labio inferior.
No respondo en su lugar dejo salir las lágrimas pero en comparación de otras veces no son lágrimas de tristeza si no de liberación, me siento más liviana y eso me gusta.
—Estoy mejor que nunca —digo, en medio de un sollozo.
—Emma me estas asustando ¿quieres que volvamos?.
—No. Vamos a ver a nuestros padres confía en mi.
No muy convencida vuelve a encender el auto poniéndolo en marcha una vez más, pero esta vez cantamos juntas las canciones de Adele mientras conduce y así entre risas, llanto y cantos desafinados seguimos nuestro camino a ver a nuestros padres.
Temprano para que no se desvelen, que tengan un excelente inicio de semana.
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