capítulo 29
—¿Y bien? me vas a decir que ocurre contigo—inquiere, después de que el mesero del restaurante al que me trajo tomé nuestra orden.
Trato a toda velocidad se ordenan mi mente pero todo están abrumador y apabullante todas mis ideas estar dispersas que no logro organizarme para decir algo coherente y el hecho de que este nerviosa hasta la mierda no ayuda en nada.
No esperaba que volviera ahora, claro que sabía que tenía que volver en cualquier momento pero es que, ni siquiera había pensado en cómo actuar una vez que el volviera.
¡Dios! no se que hacer o decir estoy demasiado nerviosa, tan aturdida… Agobiada.
—No ocurre nada —trato de sonar despreocupada al tiempo que aprietos mis puños bajo la mesa con tanta fuerza que mis uñas se clavan en la piel blanda de mis palmas —. ¿Qué tal tu viaje?—suelto, antes de que él pueda decir cualquier otra cosa tratando de desviar el tema hacia otro lado, uno mas seguro.
Alexander me mira un rato largo y tendido como quien no puede decidir si dejarlo pasar o seguir insistiendo hasta que le diga si —o no —me sucede algo. Al final me dedica una mirada irritada y un suspiro cansado sale de sus labios.
—No quiero hablar de negocios esta noche —explica —. Mejor cuéntame que tan tus días sin mi —sus ojos verdes se oscurecen varias tonalidades y hay miedo… ¿Inseguridad?.
El alivio que viene a mi cuerpo por el hecho de que no insista llega casi de una forma enferma, el nerviosismo previo empieza a disiparse poco a poco ya que la conversación a tomado un rumbo mas seguro.
—Te eche de menos —admito, porque es la verdad me hizo falta, mas de la que me gustaría o estoy dispuesta aceptar —. Que hay de ti ¿me extrañaste?.
Me muerdo el labio inferior con fuerza en realidad espero su respuesta, aunque ya me lo dijo varias veces no me canso de escucharlo decir que me extraño mucho. Alexander me observa curioso al tiempo que ladea la cabeza ligeramente hacia un lado y me regala una sonrisa de esas que me roban el aliento permitiéndome ver su perfecta dentadura al tiempo que mi corazón se salta un latido.
—Como un jodido loco —no me pasa desapercibido el tono lascivo de voz.
Tengo que bajar la mirada hacia la mesa, porque irónicamente siento como me ruborizo ante su comentario.
—No sabes lo que me pone verte ruborizada —susurra, y su voz se escucha más ronca que hace un momento —.¿Segura que estas bien, bonita? te noto extraña.
Alzo la mirada para encontrarme con sus hermosos ojos verdes que me observan inquisidores haciendo que mi cuerpo vuelva a tensarse al instante.
—Bueno… Estaba pensando, hace unos días en la terapia con la doctora Wilson mientras esperaba mi turno sin querer escuche la conversación que una chica tenía por teléfono —empiezo, y Alexander levanta una ceja entre curioso y divertido —. La chica decía que tenía miedo que su novio se enterara de que estuvo con otro chico sin que le explicara que las cosas no son como parecen.
Creo que empiezo a hiperventilar a la espera de alguna reacción y se que tal vez no me explique bien, pero en mi defensa mi cerebro está demasiado abrumador tratando de ordenar mis ideas.
—Vaya ese si es un gran problema —dice, resuelto —. Si fuera nuestro caso, jamás podría volver a verte de la misma manera, nunca te lo perdonaría Emma. Me gusta la exclusividad y será mejor que dejemos de hablar de esto que solo de pensarlo mis demonios se despierta.
Un nudo se instala en mi estómago antes de tragar duro por sus palabras, abro la boca para decir algo y justo en este momento el mesero llega el mesero con nuestra comida.
Los cortes finos de bistec de solomillo termino rojo inglés se ven delicioso y huele aún mejor, el mesero lleno mi copa con un vino rosa pálido para después llenar la de Alexander.
—Comamos, muero de hambre —dice, serio y con el ceño fruncido —. Te vez mas delgada ¿has estado comiendo bien?.
Se que no es del todo una pregunta, si no más bien una afirmación. Soy consciente de que he perdido un par de kilos en el mes que estuvo lejos, así que le dedico mi sonrisa mas cálida antes se asentir con la cabeza y tomar los cubiertos para empezar a comer.
El estómago se me cierra y se que no podré engullir más que unos pocos bocados, igual que en la hora de la comida con Penny. Mi estómago ruge acto seguido corto un trozo y lo engullo haciendo que el sabor estalle en mi boca en cuanto siento el sabor de la salsa de especias que cubre la carne, esto sabe delicioso. Corto varios pedazos y los engullo hasta que de pronto lo siento, el sabor de la sangre en el último trozo de carne que me meto a la boca.
Dejo se masticar al instante, mi boca empieza a salivar demasiado y la saliva se empieza hacer caliente antes de que las nauseas me invaden de una forma arrasadora.
—¿Todo bien Em? te has puesto muy pálida—tan pronto la pregunta sale de sus labios yo, ya me he puesto de pie para dirigirme al baño lo mas rápido que mis piernas en estos tacones —que ahora me arrepiento de haberme puesto —me permiten.
Empujo a una chica que va saliendo y suelta un insulto en el proceso, pero lo ignoro porque estoy demasiado ocupada buscando un espacio disponible que no me toma mucho encontrar, me introduzco en el espacio desocupado cayendo de rodillas frente al inodoro y las arcadas no se hacen esperar.
Después de lo que se siente como una eternidad por fin dejó de tener arcadas y me limpio la boca con el dorso de la mano antes de ponerme de pie, siento las piernas lánguidas e inestables.
Camino hasta el lavamanos para enjuagar mi boca con un poco de agua acto seguido me salpico un poco de agua en la cara mientras me veo en el espejo justo arriba del lavamanos y la imagen que me recibe es la de una persona que ha muerto y no se a dado cuenta de ello aún, es por eso que pellizco mis mejillas para darles un poco de color lo que no funciona mucho teniendo en cuenta que no he dormido ni comido buen desde hace mucho.
Soy un desastre, pero ahora más que nunca se que Alexander no lo entendería, me rechazara estoy segura.
Paga cuando por fin salgo del baño Alexander esta hablando con una mujer —que por cómo va vestida parece que trabaja aquí — y parece que le pregunta algo, me echo andar en su dirección a paso lento pero decidido, estoy apunto de llegar a ellos cuando se dan cuenta de mi presencia y los ojos verdes dd Alexander se encuentra con los míos.
—Gracias —murmura, amablemente hacia la mujer que está con él quien luego de asentir con la cabeza antes de retirarse.
—¿Estas bien? me tenias preocupado ¿necesitas que te lleve al hospital? —pregunta, preocupado.
—Sí, tal vez algo que comí en la oficina me cayó mal—hago una seña con la mano restándole importancia.
El hombre frente a mi no parece muy convencido de mi declaración, pero aún así no replicar en su lugar deja escapar un suspiro de pesar.
—Vamos —pone la mano en mi espalda baja antes de hacerme caminar hacia la salida.
**
El camino de regreso a casa es incómodo ya que es en absoluto silencio, le doy vistazos de tanto en tanto, se que esta furioso por la manera en la que aprieta la mandíbula y la forma en la que aprieta el volante con tanta fuerza que sus nudillos se vuelven blancos, pero también se que esta preocupado, eso lo se por las múltiples veces que me pregunto en los últimos quince minutos si estoy bien.
Cuando llegamos a su casa voy directo a su habitación esa que se ha vuelto mi refugio este ultimo mes. Mis tacones repiquetean en el suelo mientras pienso que en la manera en que manejaremos todo esto. Necesito darle una explicación o no dejara de insistir en que algo me sucede.
—Ya me vas a decir que demonios te pasa —inquiere, cerrando la puerta detrás de él.
Me giro para encararlo con el corazón latiendo a toda marcha y la respiración dificultosa, cierro mis manos en puños para evitar que note que estoy temblando.
Soy incapaz de moverme, soy incapaz de respirar si quiera. Mi cerebro a desconectado con mi cuerpo y soy incapaz de hacer otra cosa que no sea estar aquí parada en medio de su habitación con la vista en él con las ilusiones reducidas a pedazos y la vida destruida.
Sus ojos verdes son una tormenta de tonalidades oscuras, mientras mantiene la mandíbula tan apretada que temo que se vaya hacer daño.
—Emma habla conmigo, por favor —empieza a dar pasos hacia donde me encuentro.
Me envuelve en sus brazos y yo hundo la cara en su pecho aspirando el olor tan delicioso de su perfume mezclado con crema de afeitar y jabón de baño, mi cuerpo tarda unos segundos en reaccionar a su abrazo pero cuando lo hago extiendo mis brazos rodeando su cintura apretándolo con fuerza como si quiera fundirme en él.
—¿Qué pasa bonita? puedes decírmelo yo lo resolveré te lo prometo —susurra, contra mi oreja y un escalofrío me recorre la columna vertebral.
Quiero con todas mis fuerzas decirle. Decirle que estoy cansada, que tengo miedo, que no soporto estar en mi propia piel porque en sus brazos me siento segura, me siento protegida, sin embargo se que en el momento en el que lo haga —o el lo descubra —él se alejara y eso me dolerá más que cualquier cosa que me pueda hacer Daniel.
Estoy atrapada en mi propia mente, vulnerable que ha pensado mas veces en dejar de existir en este último mes de lo que me gustaría admitir.
Y se que eso me vuelve una cobarde de mierda, pero esa es a la única conclusión que llega mi cabeza todo el tiempo, pero siempre ahí algo —alguien — que no me permite hacerlo: Miranda.
Tengo tanto miedo a sí rechazo, a que le de asco y me aleje de él.
No puedes decirle que te violaron, si tu te tienes asco imagínate el. No. Puedes. Decirle.
Estoy aterrada con la idea de perderlo, de perder lo único bueno que me ha pasado en años, no lo soportaría. Porque nadie me a hecho sentir tanto como Alexander lo hace nadie jamás me ha hecho sentir importante, poderosa y adorada como él, jamás nadie ni siquiera me a hecho sentir tan irritada con él.
Y a todo eso tengo que sumarle el maldito contrato que no deja de dar vueltas en mi cabeza.
No puedes depender de el emocionalmente. Mi subconsciente me reprende y se que tiene razón, se que no puedo hacerme esto cuando esto puede acabar en cualquier momento y acabar con mi vida, pero justo en este momento no podría importarme menos.
Necesito aferrarme algo —alguien— en este momento o me voy a terminar de destruir. Ya ni quiera se que diablos pienso, todo es tan confuso que no pienso con claridad.
—Solo abrázame por favor —musito, apretando mi agarre alrededor de su cintura —. Te extrañe mucho.
—No mas que yo bonita, no más que yo —deposita un beso en mi cabello acto seguido me aparata con cuidado para observarme con detenimiento.
Sus nudillos rozan mi mejilla e instintivamente cierro los ojos absorbiendo su tacto, se siente tan bien. Sus labios rozan los míos repentinamente haciéndome pegar un respingo.
Me toma unos segundos reaccionar a su contacto, mis labios se empiezan a mover al compás de los suyos, sus manos se vuelven en mi cintura y aprieta con fuerza de modo que quedo al ras de sí cuerpo, su cadera choca con la mía al tiempo que mis manos se enredan en las hebras oscuras de su cabello.
Su lengua se abre paso en mi boca profundizando el beso. Uno lleno de ansiedad, necesidad… anhelo.
Mi cuerpo se tensa al instante en el que su mano aprieta mi trasero y un gruñido escapa de sus labios. El horror, el miedo, la repulsión, el asco y el nudo en mi estómago no hacen mas que llegar a mi como un camión de carga que me golpea y me deja sin aire.
No eres digna de el, ya no. La vocecilla en mi cabeza me susurra una y otra vez como un mantra.
Me aparto bruscamente tratando de recuperar el aire después de su beso arrollador, pero estoy tan aterrada, tan aterrada que me odio a mi misma por no poder corresponder a su deseo… A su necesidad.
Alexander me observa confundido y con la respiración agitada.
—¿Qué pasa? —dice, casi sin aliento —. No me deseas —. Su voz es apenas un susurro que suena a reproche… Suena ¿herido?.
Me siento incapaz de pronunciar palabra mientras el me observa expectante a lo que sea que vaya a salir de mi boca, luce descompuesto, desconcertado y herido por sobre todas las cosas.
No, no, no, no, esto no está pasando. No. Está. Pasando. Maldita sea.
Dolor, humillación, vergüenza todo caen contra mi como balde de agua fría y un puñado de piedras de instalan estómago.
—Alexander… Yo…
—Tú ¿qué?, Emma —interrumpe, en un bramido cuan animal herido.
Clavo la mirada en el suelo para que no pueda ver las lágrimas que se acumulan en mis ojos, no puedo hacer esto. No puedo hacerle esto.
Me abrazo a mi misma tratado de buscar un poco de consuelo. Un sollozo intenso rompe el silencio en el que se ha sumido la habitación de Alexander vagamente escucho que me llama, pero soy incapaz de entender con exactitud que es lo que dice, es como si su voz pasara por un túnel, uno muy largo y oscuro túnel.
Parpadeo varias veces para poder alejar las lágrimas de mis ojos y levanto la cabeza sólo para darme cuenta que todo me da vueltas a mi alrededor todo pierde enfoque y sin que pueda enviarlo mi cuerpo deja de responderme, sintiéndose cada vez mas liviano.
Dejo de resistirme, porque estoy cansada, cansada de luchar contra lo inevitable, contra la corriente que no hace mas que darme revoluciones que solo me dan unos minutos para respirar y sin querer evitarlo me dejó ir a en la inconsciencia de manera serena.
No hay nervios, ni incertidumbre… Solo paz.
Doble actualización solo porque el martes quedo pendiente un capítulo.
Aquí otro poquito de Alemma.
Redes sociales
Instagram- ana_dn95
Twitter -anadiaz240695
Threads- ana díaz
También hice un grupo en Facebook por si quieren unirse el link lo pueden encontrar en mi perfil.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro