capítulo 27
El sonido estridente y familiar invade mi oídos haciendo que me remueva en la no tan cómodo cama de hospital sacándome del profundo sueño que me fue propiciado por el sedante.
El sonido se detiene y un con los ojos cerrados me vuelvo a perder en la inconsciencia, no se cuanto tiempo pasa cuando el sonido vuelve a escucharse a la lejanía es muy débil el sonido por lo que no le tomo importancia, pero al cabo de unos cuantos minutos vuelve a sonar con fuerza despertándome totalmente.
Abro los ojos poco a poco debido a la pesadez que siento en los parpados y tengo que parpadear varias veces para adaptarme a la luz, por un momento me siento desconcertada, perdida no se donde me encuentro por lo que trato de sentarme y es entonces cuando el dolor se dispara en todas las direcciones posibles, un sonido ahogado cargado de dolor se me escapa y todo lo que a pasado vuelve a mi como un camión demoledor.
Siendo cada vez más consiente de lo que sucede a mi alrededor, recorro con los ojos la habitación de hospital hasta que chocan con los de Liam, quien se encuentra sentado en el sofá frente a la cama. Estoy segura que tengo moretones en la cara y mi ojo derecho esta a medio cerrar por la hinchazón pero ninguno de los dolores físicos que siento se compara con este dolor agonizante, lento y tortuoso que siento dentro y que me desgarra el alma.
Me da una mirada de disculpa apenado al tiempo que sostiene mi teléfono en sus manos, el cual no deja de soñar. Siento el miedo paralizarme por completo, el aire se me atasca en la garganta.
Quisiera levantarme para arrojar el maldito aparato al piso para que deje de sonar… De torturarme.
—¿Quién es? —inquiero, con la voz temblorosa en dirección a Liam quien observa el teléfono con una mueca.
—Alexander —dice, con aburrimiento mostrándome la pantalla donde brilla su nombre.
En este momento siento como toda la sangre se agolpa en los pies, mi corazón se salta un latido y un nudo de ansiedad me atenaza las entrañas. La llamada se pierde, pero al instante la pantalla se vuelve a encender con otra llamada de él.
—Responde, por lo que las quieras, me esta volviendo loco — Liam dramatiza y una sonrisa casi inexistente aparece en mi rostro ante su comentario.
Se levanta para caminar el par de pasos que nos separan para dejar el teléfono en mis manos.
Me siento tan abrumada, tan inestable que no me siento capaz de hablar con nadie en este momento. Se a la perfección que tengo que hablar con él, pero no puedo —quiero — hacerlo, no aún.
Si algo he aprendido es que vida no se detiene bajo ninguna circunstancia, lo se porque nada se detuvo cuando mis padres murieron, todo siguió su curso, todos siguieron con su vida… Solo me detuve yo.
Y no quiero que eso vuelva a pasar, no me quiero dejar consumir una vez más por la oscuridad, no voy a permitir que esto me destruya porque cuando toca recoger tus piezas todas tiene un dolor diferente.
Me va costar mucho, me va a doler seguro mas de lo que espero, seguro tendré más días malos que buenos pero no me detendré esta vez.
—Si no responder no dejara de llamar y lo sabes. Si no quieres que se entere de nada no le des motivos para sospechar que algo pasa —espeta, Liam con seriedad.
Me muerdo el labio al tiempo que los ojos se me llenan de lágrimas que amenazan desesperadamente con salir, ante el terror que me atenaza el cuerpo de solo pensar en el hecho de Alexander enterándose de todo lo que paso.
Trago duro.
La importancia y la frustración que siento en este momento son tan grandes que me dan ganas de gritar, pero todo lo que hago es apretar la sabana con tanta fuerza que mis nudillos se ponen blancos.
Maldigo en voz baja por mi suerte de mierda y esta vez las lágrimas gruesas y pesadas ruedan por mis mejillas mientras el nudo en mi garganta se aprieta un poco más.
El teléfono a dejado de sonar hace un par de minutos, pero se que seguirá insistiendo sin embargo me lo único que hago es clavar la vista en un punto fijo en la pared por lo que parece ser una eternidad tratando de hacer acopio de todo el valor que claramente no tengo.
Suspiro.
Yo puedo hacerlo.
Yo puedo hacerlo.
Yo puedo hacerlo.
Yo puedo hacerlo.
Yo puedo hacerlo.
Tomo el teléfono y juego unos segundos con el pulgar sobre el icono que tiene su nombre, antes de tomar un profundo suspiro y presionar llamar.
Una…
El corazón me late con tal fuerza que temo que en cualquier momento se me va a salir con el primer tmbrazo.
Dos…
Tres…
Al tercer timbrazo contesta la llamada provocando que todo mi cuerpo entre en tensión, pero pese a que me siento del carajo me las arreglo para sonar lo más natural posible.
—Hola —mi voz sale ronca y casi quiero golpearme por eso.
—Maldita sea, Emma —suelta exasperado y puedo notar el enojo mezclado con preocupación en su voz, casi puedo verlo con el ceño fruncido
—Lo siento —murmuró, tratando de no hiperventilar en el proceso.
Intento decir algo más pero no puedo y que tengo que tragar saliva varias veces tratando de que el nudo que se a instalado en mi garganta disminuya un poco.
—¿Lo siento? —repite, incrédulo —. ¿Eso es todo lo que dirás? tengo jodidas cuarenta y ocho horas tratando de localizarte y a ti lo único que se te ocurre decir es: Lo siento.
Mi cuerpo se siente agarrotado por la tensión en la que me encuentro, parpadeo varias veces para tratar de ahuyentar las nuevas lágrimas que se agolpan en mis ojos, así que tengo que hacer un esfuerzo descomunal por sonar lo más tranquila posible antes de pronunciar lo siguiente —:
—Lo lamento Alexander, en verdad pero el día que te fuiste de viaje intentaron a saltarme de camino al trabajo y he estado en el hospital en observación por un golpe en la cabeza —miento, pero sueno tan segura que yo misma me sorprendo.
Me siento terrible por mentirle, pero no quiero ni imaginar su reacción, de sentir su rechazo es por eso que prefiero decirle una verdad a medias. Cuando se fue si tomar algo que no le pertenecía por lo que lo que dije no está tan lejos de la realidad
El silencio que le sigue a mis palabras es tan denso como abrumador, no dice nada y eso sólo hace que mis nervios estén apunto del colapso, la sola idea de que no me crea me aterroriza de una manera que no puedo explicar.
Miedo, ansiedad y terror es lo que me provoca esta situación, se han acentuado en mis huesos haciendo que me remueva desde los cimientos.
—Bonita lo siento tanto ¿estás bien? ¿te lastimaron? —la voz cálida de Alexander me estruja el pecho y el enojo que impregnaba su voz hace unos minutos a desaparecido por completo.
No, no, no lo último que quiero es que se preocupe y vaya a querer indagar o tome una decisión precipitada.
Después de hablar con Alexander unos veinticinco minutos, contándole —casi— todo se queda mas tranquilo, dijo que no quería —podía— quedarme sola en el apartamento, que iba a mandar a John por mi para llevarme a su casa.
Ni siquiera tengo la fuerzas para protestar y en el fondo lo agradezco ya que no podría volver a quedarme sola en el apartamento, no sin pensar que en cualquier momento Daniel podría volver hacer daño.
Necesito tener un poco de paz, mis nervios la necesitan desesperadamente. Liam por otro lado dice que se sentirá más tranquilo sabiendo que yo no estaré sola y que promete estar disponible siempre que lo necesite.
**
Un par de horas después el médico me da el alta y gracias al cielo John ya me está esperando cuando salgo de la habitación, no puedo evitar notar como el chófer de Alexander aprieta la mandíbula cuando me ve salir caminado un poco encorvada y seguramente viéndome como la mierda, pese a eso me hace sentir relativamente un poco mas tranquila verlo aquí porque se que Daniel no es tan estúpido como para venir por mi ahora.
Me siento bastante confundida aun, tanto que son incapaz de ordenar mis ideas en su totalidad, todo ha pasado demasiado rápido.
El trayecto en auto es silencioso y apabullante, John me da miradas por el espejo retrovisor y no me pasa desapercibida la manera en la que aprieta el volante con fuerza. Así pues, luego de llegar a la casa de Alexander el hombre que me recogió en el hospital me presenta con la persona que hace limpieza —Sonia—, quien me lleva a la habitación de Alexander donde me vuelvo un mar de lágrimas, una maraña de sentimientos encontrados.
Me siento tan perdida en este momento he perdido el rumbo, me siento vacía, usada… Sucia.
No se que haré para enfrentar mi nueva realidad ahora que me han vuelto a destruir una vez mas desde los cimientos.
Tal vez sea el karma que me esta recordando que yo no merezco ser feliz después de haber matado a mis padres o tal vez sea el hecho de que estoy maldita o alguna cosa de esas.
No Emma no vayas a ese lugar del que te a costado tanto salir. La voz en mi cabeza habla y trato de ahuyentar los pensamientos negativos.
Eso sólo me hace sentir enferma, abrumada y dolida en maneras que jamás pensé que me podía sentir.
Luego de lo que parece sentirse como mucho tiempo — y que al mismo tiempo no es suficiente — escucho el golpeteo de la puerta, no me muevo me limito a quedarme aquí acostada sobre el mullido colchón en posición fetal con las lágrimas escurriendo por mis mejillas, ni quiera me molesto en hacer el intento de hablar pata saber quien toca.
—Señora, ¿va a cenar? —la voz de Sonia llega a mis odios, pero ni siquiera me digno a contestar algo.
La puerta se habré pero no me doy vuelta para encarar a la mujer que amablemente vino a preguntarme si voy a cenar, seguro que piensa que soy una mujer de lo más grosera y desagradable, pero ahora no me siento con ánimos para nada que no sea dejar de existir.
No se cuanto tiempo pasa hasta que la puerta vuelve a abrirse y cerrarse anunciado que Sonia se ha ido.
Estoy acostada en la cama, pero no puedo moverme por más que trato de hacerlo mi cuerpo no se mueve ni un centímetro y eso me llena de ansiedad y frustración.
Mi respiración es dificultosa y mi corazón late tan rápido dentro de mi caja torácica que duele, de pronto siento como unas manos ásperas recorren mis muslos hasta llegar a mis bragas.
Llegados a este punto estoy tan aterrada que creo que me va a dar un infarto, no logro ver la cara de la persona que me esta tocando, pero se que es él.
—Lo vas a disfrutar tanto como la última vez —su asquerosa voz inunda mis oídos y soy plenamente consciente que el hombre que de alguna manera me mantiene inmovilizada es Daniel.
No, no, no, no otra vez. Por favor no otra vez.
—¡Suéltame!—gritó, con todas mis fuerzas—. ¡No! ¡Por favor!— suplicó, pero él ni se inmuta.
Sigue tocándome, sigue basándome con su asquerosa boca, yo gritó, gritó —con todas mis fuerzas—pero es inútil nadie me escucha, nadie viene a salvarme.
El abusa de mi, y se va dejándome hay como si no valiera nada, como si no importara nada.
Abro los ojos de golpe gritando por la horrible pesadilla que se sintió aterradoramente real, bañada en lágrimas, el sudor frio me recorre la frente y una desesperación que provoca que mi corazón lata a una velocidad inhumana, como si en cualquier momento me fuera a perforar el pecho.
Las sabanas las tengo sujetas con tanta fuerza entre mis manos que siento los dedos agarrotados, Sonia y John se encuentran observándome a una distancia prudente como si estuviera loca, pero es un alivio verlos ya que eso quiere decir que no me encuentro sola.
Estoy segura que acaban de llegar por la expresión descompuesta de sus rostros, no me dicen nada —supongo— esperaban alguna señal de mi parte que les indica que pueden acercarse o que estoy bien.
Pero no puedo parar de llorar, no soy capaz de formular palabra alguna, el aire apenas y llega a mis pulmones y mi cuerpo tiembla reviviendo las imágenes en mi cabeza una y otra vez.
Él vendrá por mi, no me dejara en paz, no volveré a estar segura nunca más… Una vez más el ha sido el causante de mi desdicha y una vez más fue mi culpa. Susurra la voz en mi cabeza una y otra vez volviéndome loca.
—Señora, ¿se encuentra usted bien? —el todo suave de Sonia sólo me hace querer fundirme con el colchón y desaparecer.
Me siento de golpe y junto las rodillas pegándolas a mi pecho mientras me rodeo las piernas con los brazos antes de meter la cabeza en medio de ellas al tiempo que lloro con fuerza.
No puedo seguir observando sus rostros viéndome con una emoción que no puedo descifrar ya tuve suficiente con sus rostros de sorpresa al ver mi cara golpeado e hinchada, ahora otra clase de preocupación me atenaza el cuerpo ante el hecho de que puedan llegar a decirle algo a Alexander.
Lo último que quiero es un rechazo por parte de el o que empiece a verme de otra manera.
Si de por sí es difícil repetirme una y otra vez que no me ve con lastima por todo lo que sabe de mi, si se llega a enterar de lo que paso ni lo podría soportar.
¿Por qué te importa tanto lo que el piense?. La voz en mi cabeza se ha vuelto una completa tortura.
Unos brazos me envuelven por la espalda haciendo que mi cuerpo se tense ante el contacto haciéndome pegar un brinco en mi lugar, alzó la cara solo para darme cuenta que es Sonia la que me abraza.
—Todo va a estar bien— susurra, con calidez y mi corazón se llena de una sensación de calidez.
Mi respiración que hasta hace unos momentos estaba atascada en mi garganta empieza a fluir poco a poco, mientras me permito llenarme del abrazo de Sonia, que se siente tranquilizador y por un momento me permito imaginar que es mi mamá quien me abraza y susurra que todo va a estar bien. Quiero creerle, porque lo necesito desesperadamente.
No se cuanto tiempo pasa pero es el tiempo suficiente para que todo el terror, ansiedad y desesperación desaparezca de mi sistema. Hacia ya mucho tiempo que no me sentía así de vulnerable, así de inestable. Hacia tanto tiempo que no me sentía como una niña asustada corriendo a esconderse.
Lamento no haber podido actualizar ayer pero la terapia estuvo fuerte y no me sentí con ánimos, en fin espero disfruten mucho el capítulo.
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