capítulo 26
Nota de la autora: ajá, gente dejo esto por aquí porque este es un capítulo que contiene violencia y temas sensibles, así que lee bajo tu propio riesgo. Sin más que agregar disfruten su lectura.
La sola idea de pasar un mes lejos de Alexander me hace sentir extraña en maneras que no logro comprender, me he acostumbrado tanto a su cercanía que me aterra y me parece abrumador pensar que esto me esté afectado de esta manera, de la forma en la que lo hace aunque se que es un viaje de negocios de improviso.
Pero estas últimas semanas que han pasado desde que estamos juntos y Miranda se fue a Italia a estado tan cerca de mi, tan al pendiente que siento que algo cae a mis pies con la sola idea de no verlo merodeando todos los días por mi apartamento.
Y es que prácticamente vivimos juntos desde que mi hermana se fue, poco a poco a traído ropa, sus cosas personales por lo que ahora de me estruja el corazón que se vaya. Dejo ir un profundo suspiro al tiempo que me dejo caer sentada al borde de la cama.
—No me hagas ese gesto mimado que me dan ganas de mandar todo al carajo y que darme contigo —dice, y suena torturado.
—No puedes hacer eso —hago un puchero.
—No, no puedo —se escucha resignado —. Trataré de regresar lo mas pronto que pueda bonita —hace un gesto de disculpa.
Se que debe ser un viaje muy importante por la urgencia con la que tiene que viajar a Londres y es que hace dos días recibió una llamada de un contacto que tiene guardado como cuervo y después me dijo que tenia que irse.
La sola idea de pensarlo lejos me incomoda sobremanera y eso me asusta. Me asusta porque no quiero crear una dependencia como lo hago con Miranda, este es uno de los temas principales que trato con Renee entre otras cosas. Ese tema siempre me a costado mucho abordarlo porque desde el accidente me da pánico perder a las personas que quiero, el solo pensar en quedarme sola me da ansiedad.
Parpadeo un par de veces tratado de deshacer el nudo en mi garganta antes de asentir en acuerdo. Justo ahora me odios a mi misma por acostumbrarme a él, a su calor por las noches, sus besos en las mañanas, las charlas en las madrugadas, los domingos de quedarnos en casa viendo Netflix.
Se detiene de seguir haciendo su maleta para pararse frente a mi al tiempo que cruza los brazo sobre su pecho
—Estaré bien — aseguro —. Ve con cuidado.
Aunque por dentro quiero gritarle que no se vaya, que se va hacer mucha falta y que por alguna razón inexplicable tengo un dolor en el pecho como un presentimiento que no se va.
Me muerdo el interior de la mejilla para no decir nada, no puedo ser así de egoísta y pedirle que se quede cuando lo han solicitado con tanta urgencia. Y es que, a pesar de todo no me siento con derecho alguno de hacerlo porque esto —lo nuestro — es muy reciente y aunque no lo fuera los dos tenemos una vida que no podemos poner en pausa por esto que no sabemos si va a funcionar.
La ironía me invade al pensar en el contrato que firme y del cual me olvide de leer las letras pequeñitas, porque estoy segura que enamorarse del enigmático, arrogante e imponente hombre de negocios que es en la oficina y ese mismo hombre es el cariño, atento, detallista cuando estamos a solas. Y es que yo he aprendido amar cada una de sus facetas.
Sabía perfectamente que esto era demasiado peligroso, que yo no podría con un reto como este, pero me alegro de haberlo tomado porque la sensación de feliz y paz me que da Alexander lo vale. No me siento orgullosa de no ser del todo honesta con Alexander pero la realidad es que me aterra lo que pueda pensar acerca de los motivos por los que acepte el trato. No podría soportar que me rechazada.
Se que en teoría no se nada de Alexander mas que lo que todo el mundo sabe y las cosas no están balanceadas porque el sabe mucho de mi, de hecho sabe más de mi que cualquier otra persona.
—Prometo que te llamaré todos los días —susurra, contra mis labios cuando se inclina hacia mi.
Su aliento golpea contra mis labios y sus manos me rodean la cintura haciendo que me levante para que me pegue a su cuerpo. Todos los vellos de la nuca se me erizan y mi corazón se llena de una sensación de alivió y calidez.
—Prometo extrañarte todos los días —lo digo porque es verdad no habrá ni un solo día en el que no lo extrañe.
Dejo ir un suspiro y el en respuesta suelta un gruñido y una maldición antes de darme un beso húmedo que me tiene con ganas de que vuelva a la cama conmigo.
—Debo soltarte porque si no lo hago perderé el vuelo—dice, pero no se mueve mi un milímetro por el contrario me besa con más ganas.
Minutos después deposita un beso en mi frente antes de que me estruje entre sus brazos y presiento que también le está costando trabajo dejarme ir. Luego de uno segundos me deja ir para tomar su maleta y caminar hacia la puerta.
—Cuídate mucho —pido, con un hilo de voz tratando de deshacer el nudo en mi garganta.
Me observa por encima de hombro mientras me decida una sonrisa que se me antoja triste y sin mas sale de la habitación, segundos después se escucha la puerta principal abrirse antes de volver a cerrar.
Todo se queda de silencio mientras yo me quedo aquí quieta sin mover un músculo tratando de guardar la sensación de sus manos sobre mi piel. Cierro los ojos y suspiro llevando una mano al pecho como tratando de calmar el dolor en el pecho. Ni siquiera me pongo ropa decente, me quedo con el camisón y el alborozo puesto.
El sonido de los golpes en la puerta me sacan de mi ensimismamiento y el corazón se me estruja al pensar en que Alexander pudo haber olvidado algo, sin quererlo una sonrisa se desliza en mis labios al pensar que es el.
Avanzo de inmediato hacia la puerta principal saliendo de la habitación. De inmediato el miedo se apodera de mi al abrir la puerta y ver a la persona que se encuentra parada frente a mi, tiene la cara con señales de violencia no tan recientes pero están hay, tiene las pupilas dilatadas y la mirada perdida, el corazón empieza a latirme de formar antinatural.
El hombre frente a mi lleva una chaqueta de negra de cuero, el vello facial considerablemente largo y su mirada esa que siento que me atraviesa hace que el terror y el pánico me impidan mover un músculo.
—Por fin se fue ese idiota —dice, de li más tranquilo—. No sabes cuanto tuve que esperar para este momento.
Su voz aunque suena aterradoramente serena lo que hacer me estremezca hasta la médula.
—Lárgate —logro pronunciar y en respuesta Daniel ladea la cabeza hacia un lado antes de darme una sonrisa siniestra.
Cuando por fin mi cerebro logra conectar con mi cuerpo luego de una eternidad, trato a toda velocidad de cerrar la puerta para evitar que entre, pero el es más fuerte y rápido por lo que la empuja evitando que se cierre. Tiemblo de pies a cabeza sintiendo como el aire me empieza a faltar y soy muy consiente de que el hombre delante de mi no esta en sus cabales.
—Pensaste que mandar al imbécil con el que te cuestas a golpearme me iba amedrentar —habla, con desprecio —. Ahora veras como el golpe que le voy a dar le va a doler más a él que lo que dolieron sus estúpidos golpes.
No se de que mierda habla, pero estoy demasiado abrumada para pensar con claridad. Su mirada a pesar de ser penetrante está perdida y hace que un escalofrío de puro terror me recorra entera, empieza a dar pasos en mi dirección por lo que retrocedo hasta que Daniel cierra la puerta detrás de él.
El corazón me late con violencia dentro de mi caja torácica, siento el pulso golpea con fuerza detrás de mis orejas y me siento tan aterrada que ni siquiera me di cuenta en que momento Daniel quedó frente a mi.
El hombre frente a mi mueve la boca pero son incapaz de escuchar nada de lo que esta diciendo, mucho menos soy capaz de soltarme del agarre tan brusco que hace contra mi brazo es… Es como si me hubiera entumecido.
Mis ojos se llenan de lagrimas en el momento que mi cuerpo impacta con el suyo, rodeándome con sus brazo para después susurrar en mi oído.
—No sabes cuantas ganas tengo de hundirme en ti — y es junto en ese momento algo en mi hace clic.
—Suéltame— exijo, pero mi voz se quiebra en el proceso.
—¿Por qué? si esto apenas va a comenzar Emma —habla, rosando su nariz con mi oreja causando que mi cuerpo se tense al instante y el estómago se me revuelva.
Sus manos suben por mis muslos desnudos hasta llegar a mi trasero y apretarlo con fuerza, trato de liberarme y lucho con todas mis fuerzas pero es completamente inútil el es por mucho más fuerte que yo.
—Te voy a recordar lo que es estar con un verdadero hombre y de paso le voy a dejar un mensaje al tipo ese que se cree con el derecho de reclamarte como su mujer — todas las alarmas se encienden dentro de mi ante sus palabras.
—Suéltame Daniel, hablo enserio—exijo, con la voz firme.
—Yo también —empieza a lamerme el cuello.
—¡Ayuda! ¡ayudenme, por favor!—grito, con tanta fuerza que la garganta me duele acto seguido siento su puño estrellarse contra mi cara.
De pronto todo se vuelve negro a mi alrededor, mis piernas se sienten lánguidas y su voz se vuelve cada vez las lejana, tanto que apenas puedo escuchar lo que dice mientras siento que me desvanezco.
No se exactamente cuanto tiempo pasa cuando puedo volver hacer consiente, pero cuando lo hago estoy demasiado abrumada, tanto que apenas puedo hilar lo que esta pasando a mi alrededor. Me duele la cabeza y mis extremidades se sienten pesadas.
Cuando por fin logro unir los puntos y la claridad me llega de golpe, me encuentro el suelo desnuda y sus manos ¡Dios! Sus manos me recorren los muslos con desesperación al tiempo que su boca succiona uno de mis pechos.
—Por favor —suplico, removiéndome tratando de quitármelo de encima —por favor suéltame Daniel —mi voz es apenas un hilo, lágrimas gruesas y pesadas corren por mis mejillas.
Trato de defenderme una vez más. pateo, doy manotazos incluso lo muerdo y arañó pero es inútil y es entonces cuando otro golpe me es dado en la cara esta vez el sabor metálico de la sangre explota en mi boca paralizándome por completo.
—Cállate estúpida —sisea, furioso —. Esto también lo vas a disfrutar —habla deshaciendo la hebilla de su cinturón.
Apenas puedo registrar lo que esta pasando, el cuerpo de Daniel presionando mi cuerpo contra el suelo frío de mi sala mientras me acaricia con sus asquerosas manos y murmura cosas obscenas, mientras yo le ruego a Dios que algo ocurra antes de que Daniel me logre hacer algo que no quiero.
El hombre enfrente sobre mi busca entre mis pliegues antes de introducir sus dedos en mi con tanta brusquedad que un dolor desgarrador me atraviesa—haciendo que grite —para después quedarse instalado en mi sistema.
—Por… Por favor para, me lastimas —logro decir entre sollozos.
Pero es inútil no me escucha, tal parece que nada de lo que digo logra llegar a sus odios mientras me muerde el cuerpo haciéndome daño. Su mirada está perdida y los movimientos de su mano se vuelven más rápidos haciendo el dolor más intentos, pero el parece fascinado por la escena que protagoniza.
Pánico, terror y ansiedad me embarga por completo. Cierro los ojos con tanta fuerza como si eso hiciera que lo que esta pasando desapareciera, quiero que esto sea una maldita pesadilla y que al despertar Alexander esté durmiendo a mi lado.
El sonido de la cremallera de Daniel siendo bajada me hace abrir los ojos de golpe solo para verlo bajar su pantalón junto al bóxer y entonces soy consciente de que no hay algo que pueda hacer para evitar lo que esta apunto de hacer.
Entonces se abre paso entre mis piernas con brusquedad de modo que su miembro recorre mis pliegues quedando en mi entrada.
—Para... No quiero— me muevo tratando de alejarme sin éxito alguno.
Una bofetada me voltea al cara al mismo tiempo que su mano jala mi cabello con fuerza entonces, se hunde en mi haciendo que grite de dolor por la brusquedad sintiendo como si me desgarrara por dentro.
—Cállate, maldita zorra si bien que te revuelvas con él —dice, entre jadeos mientras me abofetea y muerde con tanta fuerza que me saca sangre.
Me sostiene los brazos con tanta fuerza que siento que me los va a partir por la mitad y sus embestidas son cada vez mas bruscas haciendo que el dolor que eso me genera se intensifique. Daniel susurra en mi oído sabrá Dios que y yo pierdo la naciendo del tiempo, es como si me desconectara de mi propio cuerpo.
Las lágrimas no dejan de salir mojando mis mejillas, hace ya un rato que deje de luchar… Es imposible, me siento tan miserable e insignificante y no dejo de pensar cual de las cosas que he hecho fue tan mala para merecer esto.
No se tampoco cuanto tiempo pasa hasta que siento el cuerpo que tiene prisionero al mío tensarse antes de dejarse caer encima de mi provocándome asco. Asco es todo lo que tiento en este momento y como para probar un punto una arcada viene a mi.
Sus asquerosos labios me dan besos desde el cuellos hasta mi oreja y para cuando llega a mi boca muevo la cabeza hacia un lado. Pero me sujeta bruscamente de la barbilla abarcando hasta mis cachete y me inmoviliza una vez mas.
Me besa aun dentro de mi y yo por impulso aprieto los labios con fuerza, entonces aumenta la fuerza de su agarre contra mi cara haciendo que pegue un grito ahogado de dolor que le permite introducir su asquerosa lengua.
No se cuanto tiempo pasa. Pero para mi es una eternidad, una completa tortura cuando el se aparta de mi para levantarse.
—Te lo dije cielo, eso estuvo maravilloso — dice, con suficiencia.
No respondo nada, porque hace ya un par de minutos atrás no soy capaz de pronunciar sonido alguno, todo se queda atascado en mi garganta. No me puedo mover, no puedo decir nada solo estoy aquí sintiéndome nada, sintiéndome la mas miserable, la mas poca cosa del mundo.
Me siento tan extraña que me incomoda estar en mi propia piel. Justo en este momento siento como su pie se estrella en mi costillas, haciéndome girar para quedar recostada sobre un lado para quedar en posición fetal. Mi boca se abre para dejar escapar un grito pero no sale nada.
—Te hice una pregunta, zorra de mierda — otra patada es dada mi estómago sacando todo el aire de mis pulmones.
Daniel parlotea unas cuantas cosas mas que no logró entender y tampoco me interesa mientras me da dos patadas antes de salir del apartamento, no sin antes amenazar con volver si me sigo negando a regresar con él.
Mi cuerpo se empieza a relajar cuando la figura del hombre que acaba de atacarme sale por el marco de la puerta, y es entonces cuando logró tomar un poco mas de aire, en mis oídos se escucha un pitido que me tiene aturdida pero no me muevo ni un centímetro.
Puedo sentir un liquido escurriendo por mis piernas, me siento tan mal física y emocionalmente que quiera gritar, gritar tan fuerte hasta que esta sensación de asco hacia mi misma se vaya.
Me quedo aquí en el mismo lugar desnudo y hecha un ovillo, con los ojos pesados de tanto llorar eso, sin contar lo hinchados que se encuentran por los golpes y estoy muy segura que mas tarde se volverán moretones.
Abrazo mis piernas sintiéndome tan vulnerable, tan indefensa y al mismo tiempo me siento sucia, asqueada de mi misma.
El sonido de una llamada se escucha a lo lejos pero justo ahora eso no puede importarme menos, cierro los con fuerza un momento y me es imposible volver a abrirlos. Los siento tan pesados que me mantengo así sin moverme.
No se cuanto tiempo pasa cuando escucho que la puerta del apartamento se abre y al instante mi corazón empieza a latir de una manera descomunal, mi cuerpo se tensa y una vez mas el terror me invade por completo.
—¡Emma! ¡Carajo!— la voz que me habla me parece familiar, pero justo en este momento no puedo pensar en otra cosa que no sea en lo miserable que me siento.
No me muevo ni un musculo me quedo quieta en el suelo, sangrando desnuda, cuando la persona portadora de aquella voz me envuelve en sus brazos.
—¿Emma que paso? ¿quien carajo te hizo esto? — entonces, puedo reconocer la voz de Liam.
La oleada de alivió que me embarga es casi enfermiza, pero me da permite sentirme segura mientras lágrimas nuevas bajan por mis mejillas.
—Vas a estar bien, Em voy a llevarte al hospital— envuelve mi cuerpo con algo antes de levantarme en brazos haciendo que me queje —. Lo siento.
Me acurruco en su pecho, como si de una niña indefensa se tratara antes de que empiece a caminar conmigo en brazos. No he podido decir nada al respecta solo estoy en shock.
No soy consiente de prácticamente de nada de lo que me dice de camino al hospital, donde todo se vuelve aun mas confuso, veo enfermeras corriendo de aquí para haya y un señor que supongo que el doctor que se acerca a mi para hacerme preguntas pero no soy capaz de responder.
Lo único que logro escuchar es que tienen que esperar a que llegue la policía para que puedan levantar un acta y hacerme los exámenes pertinentes.
Mis ojos no dejan de derramar lágrimas, mi cuerpo esta totalmente adormecido, siento un pinchazo en mi brazo y después todo se empieza a volverse oscuro a mi alrededor, las voces se apagan y entonces me dejo ir.
**
Poco a poco empiezo a escuchar voces lejanas y siento como su hubiera dormido una eternidad, pero a pesar de eso me siento cansada muy cansada.
—¿Eso fue exactamente lo que paso?.
—No lo se oficial, cuando yo llegué a su apartamento ella estaba en el suelo desnuda y sangrando — la voz de Liam se nota afectada pese a que no puedo verlo.
Empiezo a abrir los ojos despacio, para poderme a acostumbrarme a la luz del cuarto, cuando los dos hombres que están enfrente de mi se dan cuenta de que estoy despierta se giran hacía mi.
—Señorita Smith, lamento mucho lo sucedido. ¿Podría decirme que fue lo que pasó? ¿reconoce a su agresor? —pregunta, el oficial amablemente.
Parpadeo un par de veces antes de que los recuerdos de la noche anterior lleguen a mi cabeza con fuerza, los ojos se empiezan a llenar de lágrimas y un nudo se instala en mi garganta.
No digo nada, solo me abrazo a mi misma y es entonces cuando me doy cuenta que llevo puesta una bata de hospital, bajo la mirada sintiéndome tan avergonzada que no soy capaz de verlos a la cara.
—Esta bien Señorita Smith, ya esta a salvo nadie le hará daño de nuevo.
—Yo saldré un momento, necesito avisarle a Alexander lo que esta pasando— informa Liam caminando hacia la puerta.
Y es justo en ese momento donde algo en mi se activa y el aire empieza a ser insuficiente en la habitación, el pulso golpea con mucha fuerza detrás de mi orejas y mi corazón late tan rápido que me duele.
—No... Por favor no le digas nada a nadie— hablo, en un hilo de voz apenas audible.
Liam se detiene en seco, para girarse sobre sus talones y clavar su mirada en mi con una ceja enarcada.
—Emma, él y tu hermana tienen derecho a saber lo que paso. Ahora mas que nunca necesitas su apoyo—puntualiza, en un tono suave.
Se que tiene razón, se que ellos tienen derecho a saberlo pero no. No quiero que se enteren, no quiero se sientan lastima por mi. No otra vez ¿Por qué me pasan estas cosas? ¿Por qué?.
—Por favor — suplico, en voz baja—. No les digas nada.
Da un suspiro, para después asentir.
—Esta bien Emma, no diré nada… por ahora, pero yo me quedare contigo hasta que este mejor—sentencia.
Y se que no habrá poder humano que lo haga cambiar de opinión, pero por ahora me conformo con que no hable con ellos.
—Prométeme, que no dirás nada ¡prométemelo! Liam.
—Lo prometo. Pero ahora el oficial tiene algunas preguntas y quiero que se las contestes.
Asiento y entonces empiezo a contarle todo lo que sucedió justo como ocurrieron las cosas sin omitir el nombre de Daniel porque quiero que pague por lo que me hizo, también le cuento que el fue el que incendio mi antiguo apartamento y todo lo que ha estado pasando desde que apareció de nuevo en mi vida.
No quiero que Alexander se entere, me da miedo que me rechace, que sienta repulsión y desprecio por mi.
Después de un rato el oficial se marchar y dos crisis de ansiedad me golpean con fuerza, jamás me habían dado tan seguido. Me hacen más exámenes y encuentran rastros de semen en mi. Daniel fue tan estúpido que ni siquiera uso un preservativo.
Me informan que los mandaran al laboratorio, y otra crisis me amenaza, entonces me sedan y todo se empieza a poner negro a mi alrededor hasta que no se mas de mi y lo agradezco porque ahora odio estar en mi propia piel.
No tengo nada que agregar a este capítulo, pobre mi Emma.
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