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capítulo 25


Después de salir de aeropuerto Alexander prácticamente me arrastro al estacionamiento ignorando a Liam quien también se encontraba con nosotros. En el camino de regreso me pide que le cuente los detalles de lo que sucedió con Daniel y así lo hago: le cuento todo, desde el momento en el que apareció en mi vida hasta ahora.

No dice nada mientras relato con lujo de detalle y una vez que termino de hablar tampoco dice nada. El auto se sume en un silencio que lejos de ser incómodo, pare ser necesario. Es como si dejáramos que el peso de las cosas se asentara sobre nosotros

El tema de Miranda también me tiene angustiada, hay algo en mi pecho que no me deja estar tranquila por completo y la sensación de saber que no estará me llena de zozobra.

—¿Qué pasa? —dice, una vez que apaga el auto en el aparcamiento de mi edificio.

—Sólo me siento extraña —admito, cuando entramos a la recepción.

—Buenas noches señorita Smith —saluda, Dan el conserje del edificio —. Le dejaron un paquete.

Dan ha sido muy amable desde que me mude, lastima que no puedo decir lo mismo de los vecinos, estos me hacen extrañar a la señora Scavo de ni antiguo edificio.

—Gracias Dan.

Tomo el folder color manila antes de caminar hacia el ascensor.

—Te alcanzo en un momento, tengo algunas cosas que hablar con Dan —inquiere, Alexander para después darme un beso y seguir al ascensor.

Para cuando entro a mi apartamento lo primero que hago es quitarme los Stilettos junto a la puerta y dejas las llaves junto a folder en la mesita que se encuentra cerca de la puerta.

Estoy agotada la carga de trabajo cada vez es mas grande, el asunto de Daniel me tiene hastiada pero es un gran alivio poder hablar con alguien más y por es por eso que pese a que extrañare a Miranda es una suerte que no esté aquí, al menos mientras no le ponga un alto a Daniel.

Me quito el blazer blanco antes de sacarme la blusa por encima de la cabeza acto seguido llevo mi mano a mi espalda deshaciendo el broche de mi sujetador. Siento una mirada penetrante clavada en mi mientras bajo la falda por mis muslos quedando solo en un cachetero de encaje color rojo.

—Justo ahora no se si eres un ángel o el demonio de la lujuria —la voz de Alexander suena bastante ronca a mis odios.

Reprimo un jadeo sintiendo la humedad crecer entre mis piernas, me giro encontrándome con sus ojos —esos que tanto me gustan — que me ven con adoración, los cuales me contemplan con adoración deteniéndose más tiempo de el necesario en mis pechos, lo que provoca que mis pezones se endurezcan bajo su atenta mirada.

Alexander el la definición de precaución, si no se tiene el suficiente cuidado corres el riesgo de caer fuerte y duro por él.

Acorta el espacio que nos separa anclado sus manos en mi cintura dejándome al ras de su cuerpo antes de bajas sus labios y dame un besos que me arranca suspiros.

—Me quedare contigo hoy, ya sabes para que no estés sola —vuelve a besarme apretando las mejillas de mi culo, lo que me permite sentir la erección sobre su pantalón.

—Claro. Es solo porque no me quieres dejar sola —jadeo, cuando deja una estela de besos desde mi boca a mi cuello.

—Y porque tengo algunas ideas que nos involucran—susurra, en mi cuello.

—Supongo que esas ideas no involucran ropa.

—Siempre tan inteligente —atrapa el lóbulo de mi oreja entre sus dientes.

Mi corazón se empieza acelerar un poco cuando su camisa se va haciendo que la fricción de mis pezones contra su pecho sea deliciosa, se inclina un poco para tomarme de los muslos de modo que envuelvo mis piernas alrededor de su cintura mientras camina hacia sentarse al borde de la cama.

A veces odio la facilidad con la que hace que el mundo desaparezca a mi alrededor, es sorprendente la manera en la que despierta partes de mi que creía extintas y sobre todo el me hace sentir vulnerable en cantidades que ni siquiera yo sabía que podía serlo.

Un gemido realmente ruidoso sale de mi cuando sus dientes atrapan mi pezón haciendo que me espalda se arquee en el proceso. Las palabras se acaban y no hace falta que digamos nada más, pareciera que nuestros cuerpos tienen un lenguaje exclusivo, mi corazón late de manera desenfrenada ahora y esta sensación de excitación que se está volviendo tan familiar al estar con él.

Sus manos trazan caricias suaves en la piel de mis caderas enviando corrientes eléctricas que hacen que su pantalón se moje con mis fluidos, pero a él parece no importarle porque sigue con sus atenciones.

No me desagrada la idea de él y yo, es simplemente el hecho de que me parece algo sorprendente de que alguien como él duerma a mi lado y que de hecho hay días en los que al despertar su sonrisa es una de las primeras cosas que me recibe al abrir los ojos.

Da pequeños besos húmedos, mordidas y caricias por mi cuello, mandíbula y hombros haciendo que mi cuerpo se sienta sobre cargado mientras disfruta de mi como si tuviera todo el tiempo del mundo.

Besas mis labios de manera feroz lamiendo primero mi labio inferior para después trazarlo con la lengua antes de abrirse paso en mi boca en un beso demandante.

Bajo mi mano entre nuestros cuerpos y me mueve un poco hacia atrás para poder trabajar en la hebilla de su cinturón, una vez que logro deshacerla quito el botón y bajar la bragueta para liberar su nada decepcionante erección, recibiendo un gruñido en respuesta.

El beso se vuelve más demandante, más urgente… Arrollador al tiempo que mi mano se envuelve en el falo endurecido empezando hacer movimientos de arriba abajo pasando mi pulgar por la punta húmeda.

Nos separamos de tanto en tanto para no morir asfixiados y creo que los dos estamos al borde del colapso por la manera desesperada y torpe en la que nos movemos. Sus manos bajan a mis caderas antes de escuchar el crujir de la tela de mis bragas.

—Bonita, si no te penetro ahora me volveré loco.

Estoy por protestar pero Alexander es mas rápido tomándome de las caderas alzándome un poco antes de descender por su longitud gimiendo al mismo tiempo.

Nos miramos a los ojos por un momentos tomando profundas respiraciones y tratando de comprender la manera tan intensa y abrumadora que eso nos genera.

Podría solo correrme con el dentro de mi, pero la desesperación por moverme esta tan grande que así lo hago empiezo con movimientos lentos, de atrás hacia adelante sintiéndolo en cada parte de mi cuerpo.

—Eres —me toma de las caderas marcando el ritmo de mis movimientos —. Sorprendente —empuja sus caderas desde abajo haciéndome rodar los ojos —. Aún no puedo creer que seas real… Que seas mía.

No importa cuanto tiempo pase o las muchas veces que follemos sus palabras siempre me harán sentir el calor subir por mi cara, pero esta vez en comparación con otras no es por vergüenza es por excitación.

Una carcajada sonora se escucha antes de que una vez mas empuje sus caderas hacia delante encontrándose con las mías que ahora suben y bajan.

—Te he dicho que me encanta, lo incapaz que eres de ocultar cualquier emoción— sisea con los labios apretados.

Se acaban las palabras, ahora solo somos besos, caricias y respiraciones temblorosa. Su boca deja mis labios arrastrándose por mi mandíbula a mi clavícula hasta llegar en medio de mis pechos donde se entretiene lamiendo, chupando y mordiendo haciendo de esto una dulce tortura que me tiene aumentado el ritmo de mis movimientos y gimiendo realmente alto.

¡Dios mío! debería ser ilegal que este hombre me guste tanto. Una de sus manos se desliza entre nuestros cuerpos hasta llegar a donde me he vuelto un manantial un gruñido de aprobación sale de el al notar la manera en la que me encuentro, busca entre mis pliegues hasta encontrar el nudo de nervios para después presionar haciéndome jadear con fuerza.

En este momento Alexander podría pedirme lo que sea que yo no me negaría en lo absoluto. Solo le basta hacer un par de movimientos circulares antes de un nudo de anticipación se forme en mi vientre. Ahora soy toda gemidos, respiraciones entrecortadas, jadeos y una que otra palabra incoherente mientras me muevo sobre él.

Tiempo después siento mis músculos agarrotados, todo mi cuerpo esta tenso y muy sensible a todas sus atenciones. Sus caderas se vuelven participantes activas embistiendo desde abajo al tiempo que mi cuerpo empieza a tener pequeños espasmos y lo aprieto en mi interior dejándome ir en un orgasmos arrollador que me tiene en el cielo o el infierno aun no lo decido.

Soy vagamente consiente de Alexander poniendo mi espalda contra el colchón ya que me encuentro muy ocupada envuelta en la bruma de placer.

—Bonita —me llama acomodándose entre mis piernas —. Esto se va a poner muy agitado—se acomoda en mi entrada —. Y me temo que esta vez no seré delicado. Me estas volviendo loco en todos los sentidos —empuja hacia delante enterrándose tan profundo en mi que me hace gemir con fuerza.

Y como dijo no es nada tierno ni delicado es duro, rápido, contundente lo que me tiene dando un concierto pues con el si que soy realmente ruidosa, clavando mis uñas en la piel de sus hombros.

Sus manos se aferran con fuerza en la piel de mis caderas y estoy segura que eso dejara alguna marca por lo fuerte de su agarre, pero justo ahora estoy concentrada en perderme en el huracán de emociones que me hace experimentar en este momento.

Somos un desastre de jadeos, gruñidos, sudor la vista que me regala ver a Alexander perdido de deseo con el pelo apelmazado por el sudor, la mandíbula apretada y los ojos completamente oscuros es… Ni siquiera puedo explicarlo.

Alexander levanta una de mis piernas mientras cambia el ángulo de sus embiste lo que lo hace ir aún más hondo en mi y yo pido cada vez más.

Sus estocadas se vuelven más profundas y contundentes lo que me causa una leve sensación de dolor e incomodidad, pero nada que no pueda manejar. Es vergonzosa la manera en la que suenan nuestros cuerpos al chocar y aún más vergonzoso el océano en el que me he convertido.

—Si te lastimo solo tienes que decirme que me detenga — su voz es increíblemente ronca y pastosa lo que me tiene desconcertada incapaz de conectar lo que el me esta diciendo.

Niego con la cabeza como pidiéndole que no pare y el en respuesta levanta mi otra pierna de modo que mis tobillos quedan en sus hombros.

Esta posición es un poco incomoda pero me encanta, me encanta tanto que me da miedo. Mis manos se aferran a la sabana antes de que Alexander con la mandíbula apretada hable una vez mas —:

—No te contengas bonita, quiero que grites que me hagas saber lo mucho que te gusta eso y quiero que lo hagas muy fuerte.

Y lo hago, por dios, lo hago con tantas fuerzas que en cualquier otro momento esto me abría avergonzado pero ahora no puedo dejar pedir más y hacerle saber lo mucho que me encanta todo esto.

—¡Ah!... ¡Dios!... ¡Ah!...

Sus manos aprietan mis muslos, sus embestidas se hacen mas fuerte, haciendo que el ruido de nuestros cuerpo al chocar por el vaivén se haga mas presente en toda la habitación volviéndolo algo obsceno, eso me hace sentir una sensación de placer y dolor al mismo tiempo.

Gimo una y otra vez con fuerza y eso parece  gustarle. Aprieto con fuerzas las sábanas y en cuestión de segundos un segundo orgasmo me invade por completo haciendo que las paredes de mi vagina se contraigan enviado espasmos a todo mi cuerpo apretándolo en el proceso.

Alexander tarda unos minutos mas antes de que su cuerpo se tense echando la cabeza hacia atrás dejando ir un gruñido antes de soltar mis piernas y dejarse caer encima de mi jadeante en busca de aire aun dentro de mi.

Rueda hacia un lado dejando ir una profunda respiración, somos dos cuerpos sudorosos con las respiraciones echas un asco.

—Eso ha sido alucinante —habla y tengo la sensación de que habla más para el que para mi lo que me tiene sonriendo como boba.

No soy capaz de formular palabra alguna ¿Cómo podría? Por lo que muevo mi cabeza en señal de estar de acuerdo con lo que acaba de decir. La satisfacción bien podría emanar de mi cuerpo al tener al hombre imponente descansando encima de mi cuerpo.

Me da un beso en la frente antes de hacerme prisionera de sus brazos y no es que me queje la verdad es que se siente muy bien este momento que no quiero pensar en otra cosa que no sea él y yo. Y es increíblemente aterrador el poder que puede llegar a tener este hombre sobre mis emociones.

Alexander se gira quedando sobre la almohada antes de tenerme prisionera en sus brazos y no es que me queje la verdad es que después de una excelente sección de sexo lo último que puedo hacer es quejarme.

Los toques en la puerta me no me dejar perderme en la inconsciencia por lo que me remuevo en entre sus brazos tratando de ignorarlos pero vuelven a tocar esta vez con las insistencia.

Me levanto con cuidado y de mala gana para no despertar a Alexander maldiciendo cuando los golpes en la puerta se vuelven más fuertes.

Camino hacia la puerta con solo con la camisa del hombre que descansa en mi cama, seguro tengo el cabello hecho un desastre y me veo como alguien muy bien folla y eso espero porque justo así me siento: Como una mujer bien follada.

Al abrir la puerta  frunzo el entrecejo en señal de confusión al ver al ¿vecino?.

—Buenas noches —digo, desconcertada al verlo aquí a esta hora —. ¿Pasa algo? ¿puedo ayudarle?.

—Vaya descaro. ¿Qué le parece que es esto? ¿un motel? —brama, al tiempo que me echa una mirada de arriba abajo viéndome con desdén y furia.

El calor empieza a invadir mi cuerpo y a comparación de hace un momento atrás ahora si es de vergüenza lo que siento. Abro y cierro la boca pero en realidad no se que decir.

—Yo…

No puedo creer que mis gemidos se escucharan hacia otros apartamentos en todo caso ni siquiera pensé en mis vecinos.

Tierra trágame.

—Es una desvergonzada, este es un edificio decente y sus gritos de mujerzuela no nos dejan dormir —habla, dando dos pasos en mi dirección —. Para la próxima dígale a sus clientes esto no es un prostíbulo.

Me siento tan avergonzada en este momento que la palabras se me quedan  atascadas en mi garganta ni siquiera soy capaz de mirarlo a los ojos.

Mis ojos empezaron a llenarse de lagrimas.

—¿Todo bien Señorita Smith? —la voz de John me jadear levantar la cabeza.

El hombre de no mayor de 40 años de pelo castaño que esta enfrente de mi se gira para mirar a John y después otra vez a mi con clara indignación.

—Este es tu próximo cliente de la noche —inquiere, molesto en mi dirección.

Se que tal vez no fue apropiado de mi parte pero su actitud no es mas que desagradable. Y el claramente es un asno machista que se cree con derecho de gritarme y juzgarme solo por se mujer porque estoy muy segura de que si Alexander hubiera abierto la puerta esto fuera muy diferente.

—¿Pasa algo?— la voz ronca y pastosa de Alexander detrás de mi me hace que pegara un pequeño brinco en mi lugar.

No necesito verlo para saber que estaba furioso. Lo se, los ojos de mi vecino se abren mas pero su expresión no es de sorpresa si no de enojo.

¿Por qué la tierra no se abre y me desaparece en este momento?.

Mi pulso se acelera tanto que lo siento palpitar con fuerza detrás de mis orejas, un nudo se instala en mi garganta y siento como algo pesado cae en mi estómago, esta situación a pasado de ser vergonzosa y ser completamente incómoda.

—Veo que no pierdes el tiempo—dice, con ironía—. Cuantos más hombres veras esta noche zorra.

Las manos de Alexander me envuelven por la cintura pegándome hacia él, su cuerpo esta completamente en tensión pero pese a eso se inclina a depositar un beso en mi mejilla antes de hacerme a un lado y clavar la mirada amenazante en el hombre frente a mi.

—Me importa una puta mierda quien sea, pero si ahora mismo no sacas tu cabeza del culo y le pides una disculpa a mi mujer lo lamentarán —sisea, furibundo.

—Si no quiere que venga aquí —me ve de arriba abajo con desdén —.  Que esta señorita no grite como una perra cuando se la foll…

Mi vecino no termina de formular la oración porque todo pasa muy rápido, Alexander estampa su puño en la cara del sujeto que cae al suelo.

Estoy petrificada en mi lugar y bastante sorprendida por el giro de las cosas.

—Te voy a explicar una cosa cabeza de esperma —lo toma de la camisa para que lo vea a la cara —. La próxima vez que te dirijas a ella lo harás con respeto ¿entendido? —pregunta, irritado a lo que el hombre en el suelo asiente —.No es mi culpa que tu seas incapaz de complacer a una mujer al grado de hacer que sus gemidos se escuchen por todo el edificio y si no te gusta tapete los oídos imbécil. Ahora lárgate de aquí si no quieres que acabe de romperte la puñetera cara.

Y justo en este momento me doy cuenta que tiene su pantalón a medio poner sin camisa y seguro yo parezco una idiota aquí para sin hacer —decir —nada pero se ve terriblemente aterrador y al mismo tiempo tan sensual que tengo que apretar las piernas sintiendo como me vuelvo a humedecer.

Alexander se gira hacia mi una vez que el hombre se marcha caminando los pocos pasos que nos separan dándome un abrazo y es justo cuando me doy cuenta de las lágrimas que caen por mis mejillas. Su mano empieza acariciar mi cabello suavemente.

—No le hagas caso, es un imbécil—susurra en mi oído aun abrazándome con fuerza.

—Señor aquí están las cosas que me pido—. La voz de John se escucha detrás de Alexander.

Alexander le indica que deje las cosas en la sala y una vez que se marcha luego de recibir indicaciones nos trasladamos a la habitación donde Alexander me abraza hasta que el sueño me vence.

Feliz inicio de semana. Otro capítulo de Alemma.

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