capítulo 24
Mi cuerpo soñoliento se empieza a remover en el mudillo colchón debajo de las suaves sabanas blancas, donde mi cuerpo ya había estado antes pero ahora es totalmente diferente a la primera vez. Esta vez la sensación me llena de algo cálido que me calienta el cuerpo.
Mi cuerpo choca con algo blando y firme a la vez, una mano se apodera de mi cintura tirando de mi hacía atrás, se perfectamente de quien se trata y una sonrisa boba se me dibuja en el rostro al instante.
El sol brilla en lo alto, lo se porque varios rayos de luz se filtran atraves de la cortina de la ventana, las pocas horas de sueño que he tenido hacen que sienta los parpados pesados y me niego abrirlos. Siento que me he ejercitado como nunca antes en mi vida y es que Alexander me llevo al cielo o al infierno aun no lo decido.
Mi cuerpo se acopla perfectamente al hueco que hace si cuerpo para que me abrace con firmeza.
Me giro boca abajo y él desliza su mano hasta mi trasero, trato de volver a perderme en la inconsciente porque si esto es un sueño un no quiero despertar, pero los besos suaves que recorren mi espina dorsal me lo impiden.
¿Y es que no se cansa nunca? yo me siento como si me hubiera golpeado un camión.
—Podría acostumbrarme a esto, bonita —su voz ronca, pastosa y profunda resuena en mi oreja para después dar un pequeño beso justo detrás del la oreja.
Mi corazón se estruja al escuchar sus palabras, mi cara arde ruborizada al tiempo que sus dientes atrapan el lóbulo de mi orejas, pero con todo y eso soy incapaz de abrir los ojos de pronto me siento pudorosa lo cual no tiene ningún sentido y la emoción se va haciendo cada vez grande cuando los imágenes de las últimas horas se vuelven cada vez mas claras.
—Creo que podrías hacerlo —hablo, en un hilo de voz casi inaudible sonriendo contra la almohada.
Soy plenamente consciente de que estamos desnudos bajo la sabanas y que de hecho tengo la espalda descubierta, pero lejos de incomodar me gusta… Lo disfruto.
—Buenos días —murmuro, aun soñolienta dándome la vuelta con una sonrisa pintada en el rostro.
—Excelente día, preciosa —planta un beso en mis labios y en un segundo ya esta encima de mi.
Deja mis labios para darme un beso con la boca abierta en la curva de mi hombro, siento la piel pegajosa por la sesión de sexo que tuvimos.
Alexander vuelve a mis labios antes de presionarse contra mi entrada, hace algunos ruidos suaves como gruñidos en mi boca y luego la mete hasta el fondo de un solo empujón. Aún está muy apretado, pero los restos de su semen ayudan un poco y me contraigo a su alrededor tratando de adaptarme.
Muerde el mismo lugar donde me beso en el cuello mientras suelta embestidas lentas pero profundas haciéndome gemir placenteramente. Me pellizca un pezón como si supiera exactamente lo que quiere mi cuerpo.
—Emma, te follare desde aquí hasta el último día de mi vida —jadea, cambiando el ritmo se sus embustes.
Y yo quiero decirle: sí. Hazlo. Haz conmigo lo que quieras. Pero lo único que puedo hacer es jadear, gemir y decir cosas incoherentes que estoy segura que en cualquier otra situación nunca diría.
El sonido de la puerta se escucha entre la bruma del éxtasis en el que me encuentro envuelta, en cambio Alexander esta demasiado perdido embistiendo mi cuerpo, mientras chupa, muerde y succiona todas las partes de mi cuerpo que quedan expuestas.
—Vale, vale tenemos que parar… —sus ojos están nublados de deseo y es una tortura decirle que pare —. Están tocando la puerta.
—Esto tendrá que ser rápido —anuncia, jadeando y alzando mis piernas frente al el para poner ambas piernas sobre su hombro derecho —. Joder.
Un gemido realmente escandaloso escapa de mi cuando el nuevo ángulo toca el lugar correcto en mi interior al tiempo que enrolla ambos brazos en mis rodillas alzándolas ligeramente de modo que mi culo queda apenas unos centímetro levantado del colchón.
Veo el momento en el que se rinde cuando me sujeta con fuerza embistiendo con fuerza, profundo y contundente mientras la mete tan adentro como puede y entonces siento como su polla empieza atener espasmos.
Yo gimo. Él jadea.
Y entonces el calor se extiende en mi interior y yo me contraigo con el orgasmo que hace que me unte los muslos de fluidos. Alexander se deja caer y me muerde el hombro perdido en su propio orgasmo como si se asegurada de que estoy aquí, de que soy real.
Los toques en la puerta se hacen más fuertes y Alexander se deja caer aun lado aun jadeante yo no estoy mucho mejor que el ya que aun estoy levitando entre el delicioso placer.
La puerta se abre con brusquedad y yo me siento de golpe viendo a la persona que nos interrumpió, él hombre a mi lado se queda estático viendo a la pelinegra parada en la puerta. Los ojos verdes de la chica nos observa con asombro.
—Oh, tienes unas bonitas tetas ahí —dice, en mi dirección y de pronto soy muy consiente de mi desnudes por lo que me cubro a toda velocidad con la sabana que se encuentra entre mis piernas.
Un millar de emociones se disparan en mi interior haciendo que el calor suba de mi pecho a hasta mi cara, todo rastro de placer a desaparecido por completo. Hago puños la sabana mientras la jalo más hacia mi para cubrirme y salir de aquí, pero su mano me detiene poniendo su mano en mi brazo.
—¿Qué haces aquí, Grace? —pregunta, entre sorprendido y molesto —. Y sí, son unas hermosas tetas —le doy una mirada venenosa llena de advertencia.
Que vergüenza.
De pronto la cara de la chica —creo — se da cuenta de la escena que acaba de interrumpir y su cara empieza a tornarse de un tono carmín.
—No sabia que estabas ocupado.
Siento como algo se quiebra en mi interior cuando sus palabras salen de su boca y no se si mi cara refleja mi incomodidad, pero lo único que hago es aferrar mis manos a la sabana.
Esta situación pasa de ser incomoda a ser insostenible. Mi mente ha creado mil diversos escenarios sobre la chica que está frente a nosotros y cada una es peor que la otra.
Alexander carraspea tomando una de mis manos y entrelazado sus dedos con los míos antes que con su pulgar empieza atrás se círculos en el dorso de mi mano, como si quiera tranquilizarme.
—Grace —dice, con advertencia —. Sal de aquí. Ahora.
—Solo si prometen desayunar conmigo —se cruza de brazos.
La jovencita hace un puchero ridículo, hasta hace todo el acto de sacar su labio inferior poniendo ojos de cachorro.
—Grace —esta vez el tono de Alexander es mas demandante y autoritario.
La chica —Grace — rueda los ojos antes de alzar las manos como si le estuviera apuntando con un arma antes de salir de la habitación
Mi corazón no deja de latir a toda marcha y la sensación de zozobra e incertidumbre me invade por completo, estoy realmente avergonzada.
—Lo siento — y para ser sincera no se ni porque me estoy disculpando.
Alexander se arrodilla frente a mi con el ceño fruncido antes de que tome mi barbilla con su manos —esa que no tiene entrelazada con la mía — obligándome hacer contacto visual con él.
—¿Por qué exactamente estás pidiendo disculpas? — pregunta con una ceja enarcada y estoy segura que basta con un poco de diversión.
Abro la boca varias veces para decir algo pero no sale nada de ella, es hasta graciosa la manera en la que trato de pronunciar alguna palabra, pero estas parecen inexistentes en este momento.
—No tienes nada porque disculparte, bonita —deja un beso en mi frente.
—¿Quién es ella? —pregunto, y odio que en mi voz se filtre el coraje que empieza a invadirme.
Una carcajada ronca sale de su boca cuando las palabras abandonan mi boca y lo observo irritada sin saber que carajos le causa tanta gracia.
—Ya te dije que me amo esa incapacidad tuya de esconder cualquier clase de emoción y no tienes una idea de lo que me pone verte celosa —y para probar un punto se aprieta la dureza entre sus piernas —. Grace es mi hermana menor, no sabía que venía, se supone que llegaría hasta dentro de un mes.
Siento como la incertidumbre que hasta hace unos momentos me atenaza se va disipando poco a poco. Ya había tenido la oportunidad de ver una foto de su familia —hermana— en otra oportunidad pero supongo la foto que vi fue de hace mucho tiempo, ya que ahora es totalmente diferente.
—Necesito una ducha —declaro, dejando caer la cabeza en la almohada.
—Me encantaría tener bañarme contigo pero se que si no bajamos pronto mi irritante hermana vendrá a molestar de nuevo —dice, con fastidio —. Así que me bañare primero.
Sale de la cama con cara de pesar y niego con la cabeza y muy a mi pesar estoy sonriendo, entonces se encamina completamente desnudo hacia el baño.
Me quedo aquí acostada con el pelo enmarañado, desnuda, pegajosa y con la mirada clavada en el techo blanco se la habitación sonriendo como una chica chica de va al colegio.
Una vez más mi mente revive los recuerdos de las últimas horas y la sonrisa en mi rostro se hace mas grande —como si eso fuera posible —ante el hecho de que fui suya y el mío. Al recordar el rose de sus manos recorriendo mi piel, sus besos explorando cada centímetro de mi cuerpo, las palabras susurradas.
No se cuanto tiempo pasa recordando pero creo que es demasiado porque la voz de Alexander me saca de mis pensamientos abruptamente.
—Espero que esa sonrisa sea por mi— su cuerpo aun gotea agua y por todo lo sagrado jamás me cansaría de esta vista.
—Tal vez — me encojo de hombros.
Se acerca a la cama con solo una toalla envuelta en su cintura para plantan un beso que empieza lento e inofensivo pero que con el pasar de los segundos se vuelve intenso, arrollador y me desarma.
—Creo que lo mejor será que me vaya —hablo rompiendo el beso y no queriendo retrasarlo más con su hermana.
Alexander me observa con los ojos dilatados y la respiración echa un asco, muy similar a la mía.
—No. Vamos a ir desayunar con Grace o no dejara de molestar nunca. Es demasiado persuasiva a veces —dice, resignado —. Pero si me preguntas que es lo que prefiero hacer te diría que encerrarme aquí contigo una semana.
Sorprendentemente aún soy capaz de sonrojarme luego de todo ese sexo las últimas horas.
—No tengo ropa para un desayuno. A demás tu rompiste mi ropa interior.
—Cuando se quemo tu apartamento —dice, como si se sintiera apenado —. Mande a comprarte ropa, pero ni había tenido la oportunidad de decírtelo. Toma una ducha, en el vestidor esta toda la ropa escoge lo que quieras.
—Gracias —digo, sin aliento —. Pero no tenias que hacerlo…
—No, no tenía que hacerlo, pero lo hice porque quise, porque me importas, porque me preocupo por ti y quiero que estés bien. ¡Por el jodido cielo! si me dejaras te daría el mundo.
No necesito decir que esto me aterra en demasía, ver a este Alexander expresivo es maravilloso y me tiene sin palabras. No digo nada mas ¿Cómo podría?, en su lugar bajo de la cama con dirección a la ducha, no sin antes darle un beso húmedo que lo deja gruñendo.
**
Han pasado dos semanas desde aquella noche en la casa de Alexander, hemos regresado al trabajo como habitualmente pero Alexander se porta mas cariño, mas atento a pesar de que por nuestras múltiples ocupaciones nos vemos muy poco en la oficina, entre reuniones y juntas nuestro tiempo dentro de la oficina para nosotros es limitado.
Sin embargo sus detalles me hacen sentirlo cerca todo el día, pues todas las mañanas me recibe un detalle en mi escritorio ya sea arreglos de flores con notas deseándome un buen día, cajas con chocolates, café. Todos los días me sorprende con algo nuevo y eso mantiene suspirando a cada nada haciendo que mi corazón se llene de una sensación placentera.
Pero pese a nuestras agendas ocupadas al caer la noche nos reunimos para crear nuevos recuerdos.
Esto se esta volviendo una costumbre, una costumbre necesaria y muy adictiva. Alexander me <<ayudo>> a conseguí un apartamento ya que me vivir en el apartamento de mi cuñado lo ponía como energúmeno, la verdad es que no entiendo porque le cae tan mal si Carlos es un amor de persona.
Por otro lado nos dejábamos ver mas en público, somos la pareja del momento todas las revistas de espectáculos tienen notas sobre nosotros, las cadenas televisivas están al tanto de todos nuestros movimientos como pareja, algo que me incomoda porque me siento invadida con respecto a mi privacidad.
Con respecto a la su puesta boda Alexander agregó una cláusula nueva al contrato donde decía que vamos a estar casados dos años y después de eso veríamos si seguíamos casados o nos separamos. Lo se, es una forma muy extraña se empezar una relación pero todas son diferentes ¿no?.
Se que tal vez esto se esta volviendo demasiado peligroso, pero ahora no quiero pensar en las consecuencias solo me quiero dejar llevar. Hacia muchos años que no sentía esta emoción de alegría que me da el tener a Alexander en mi vida. Y eso es perturbador.
—¿Que tanto piensas bonita? —la voz ronca de Alexander me trae al aquí y ahora.
—En nada en especial —miento.
Claro que no todo es color de rosa Daniel sigue con sus acosos por mensajes, llamadas y sus tan inesperadas apariciones eso me esta volviendo loca y cada vez es mas constante.
He tratado de encontrar la manera de decírselo a Alexander y buscar una solución juntos pero siempre en el último momento me arrepiento.
—Eres terrible diciendo mentiras, ¿lo sabias?—suelta, una pequeña carcajada ronca.
—No es eso, es solo.
Dile, ahora es buen momento para contarle lo que pasa. La voz en mi cabeza me incita hablar
—Esta bien, bonita. Si no quieres hablar ahora, no te quiero presionar a nada ¿pero sabes que cuentas conmigo? ¿Verdad?.
—Lo se —y un nudo se forma en mi garganta —. Sólo estoy preocupada, Miranda se irá de viaje a Italia con Carlos… Y jamás nos habíamos separado por un periodo tan largo como este.
Es cierto jamás había estado tanto tiempo lejos de Miranda, se que va a estar bien y que Carlos la cuidara, pero es solo una sensación bastante extraña en realidad.
El gesto de Alexander se torna sombrío sin opinar nada, mientras conduce hasta el apartamento donde vamos a tener una pequeña cena de despedida y después los acompañaremos al aeropuerto.
—Hay una persona que me esta acosando —digo, luego de un rato en silencio viendo como el hombre que conduce aprieta los dedos en el volante —. Daniel, mi ex. Apareció hace un para de semanas y…
Alexander detiene el auto con brusquedad en el aparcadero del edificio bajando primero que yo con gesto inexpresivo. Subimos en silencio en el ascensor hasta que entramos al apartamento donde su genio se termina de arruinar cuando nota que entre los invitados esta Liam.
Me siento como una estúpida por contarle algo como lo de Daniel, seguro se enojo. Debe tener asuntos más importantes que atender que a un ex novio loco.
—¡Por fin llegan tengo hambre!—habla, Miranda un poco ansiosa—. No conocía esa faceta tuya de impuntual—dice, en dirección al hombre que me acompaña trata de bromear, lo se y eso solo ocurre cuando esta nerviosa.
Le dedico una mirada de advertencia a hermana antes de sentir el cuerpo del hombre a mi lado junto al mío antes de que su brazo envuelva mi cintura.
—Las cosas buenas siempre tardan en llegar —la suficiencia y la arrogancia no pasan de desapercibida en su voz.
Mi hermana le hace un gesto desdeñoso con la mano restándole importancia antes de que nos haga pasar a la mesa.
Saludo a Liam sintiendo la mirada penetrante de Alexander en mi espalda cuando le doy un abrazo. Por su puesto que don enojón apenas les da un leve asentimiento en señal de saludo.
Estoy por sentarme junto de Liam cuando siento un tirón en mi brazo que me hace sentar dejando a Alexander en medio que tiene los labios apretados en una línea recta.
Con disimulo me acerco a su oreja para susurrar unas palabras—:
—Ahora el que se ve caliente celoso eres tu —susurro, tratando de quitarle el mal humor.
No puedo evitar que mi cara se caliente ante la vergüenza de mis palabras pero últimamente son como una mujer sin filtro. Enserió es como si no pudiera retener las palabras en mi boca.
—Vamos, Alex no me digas que ahora te a salido lo posesivo y celoso —lo molesta mi hermana.
Alexander tensa los músculos y aprieta la mandíbula, pero se relaja un poco cuando pongo mi mano sobre la suya.
—Claro que no. Yo estoy seguro de la mujer que tengo a mi lado — y como para probar un punto me da un casto beso en los labios.
La comida Italiana que prepararon Liam y Carlos está deliciosa, claro que eso no quita que el ambiente se sienta tensa, pese a que tratamos de disipar la pesadez varias veces.
La sensación de tristeza no puedo apartarla de mi a pesar de que debería estar feliz, el solo hecho de que Miranda se va por tanto tiempo hace que mi corazón se estruje en mi pecho. Trato de disimular en toda la cena pero cuando llegamos al aeropuerto todas las barreras caen y no puedo evitar que mis ojos se llenen de lágrimas sin derramar.
Por el altavoz anuncia su vuelo haciendo que mi hermana y mi cuñado se despidan antes de desaparecer por el pasillo de abordaje.
—Ella va a estar bien ¿verdad? — no es una pregunta.
—Lo estará— asegura—. No bonita, no llores estará bien.
—Lo se, no es solo eso. Lamento haberte hecho enojar con mis cosas absurdas, se que tienes asuntos más importantes que atender…
—No estoy molesto porque me dijeras. Estoy molesto porque no me lo dijiste antes, jamás pienses que algo sobre ti carece de importancia porque no es así. Quiero saber todo lo que te pasa las veinticuatro horas del día, si lloras, ríes, lo que te molestas todo.
Alexander me envuelve en sus brazos en un abrazo que se siente como mantener todas mis piezas juntas antes de humedecer su camisa con mis lágrimas por las sensación tan abrumada de protección que me genera.
Solo puedo decir que Alexander es todo lo que esta bien en la vida.
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