capítulo 22
El silencio se extiende entre nosotros tan denso que podría cortarse con un cuchillo y esta más que claro que es absurdo que el sienta celos por mi. De pronto el frío de la noche se está empezando hacer las intenso.
Una punzada de algo que no logro descifra me atraviesa de lado a lado, sintiendo la mirada intensa de Alexander sobre mi.
Y de pronto todo empieza a aclararse dentro de mi, todo parece volverse claro después de mucho tiempo de incertidumbre conmigo misma.
—Ya no puedo mas... —hablo, rompiendo el silencio contacto visual con él —. Ya no puedo hacer esto Alexander. Esto es mas grande que yo, creí que podía, que esto seria fácil pero ya me sobre paso. No puedo seguir fingiendo cuando estoy empezando a confundir la mentira con la realidad —mi voz se quiebra ligeramente y a estas alturas ya ni siquiera me molesto en tratar de ocultarlo —. No puedes pedirme que siga con esto, porque yo seré el daño colateral si seguimos con este juego que se ha vuelto peligroso, al menos para mi. Todo esto es absurdo, cualquiera con dos dedos de frente se puede dar cuenta que no encajamos juntos y es que solo miramos. No soy el tipo de mujer que va con el tipo de hombre que eres tú.
El rostro de Alexander cambia por completo de una expresión de enojo a un semblante inexpresivo por completo, sus ojos verdes se clavan en los míos por un largo rato y yo reprimo las lágrimas que pican en el interior de mi garganta.
Dejo escapar la incertidumbre, la angustia y la zozobra que me genera esta situación.
No dice nada, no articula palabra alguna, solo se queda hay inmóvil por un par de segundos, hasta que parece procesar todo lo que le dije minutos atrás.
—No puedo. No puedo dejarte ir y se que soy un egoísta por pedirte que te quedes —su voz es un susurro ronco casi inaudible —. No puedo permitir que te alejes cuando haces mi vida mas llevadera y se que no soy una buena persona, que he hecho cosas bastante cuestionables pero me niego a que salgas de mi vida.
Sus palabras me dejan helada, ¿ha que se refiere con cosas cuestionables?.
Cierro los ojos con fuerza y tomo aire.
—Esto va a terminar por destruirnos, es que no te das cuenta de lo peligroso de la situación
En este instante todo dentro de mi se hace añicos, todo mi interior se estruja y se revuelve con violencia e intensidad, tanta que me provoca náuseas.
—Claro que lo se—su voz ronca trae impresa un tono de dolor y desesperación mezclada que hace que mi corazón se estruje un poco mas—.Emma debes escucharme por favor, tengo que decirte la parte de este contrato que tu no sabes—sus ojos se clavan en los míos como dagas y eso me esta asiendo flaquear.
No. No puedo flaquear ahora que he tenido el valor de enfrentarlo.
El nudo que permanece en mi garganta se hace cada vez mas grande; pero, trago saliva y logro ignorarlo por un momento y dejo escapar una risa amarga y carente de humor.
—Quieres venir a darme una explicación... A estas alturas cuando ni siquiera tuviste la delicadeza de informarme que ibas a dar un anuncio formal, cuando hay más de cien personas allá dentro, después de haberte dejado chupar la polla por tu secretaría ¿es enserio, Alexander—digo, pero el dolor que impregnan mis palabras es tan grande que el gesto de Alexander se descompone.
—Todo esto tiene una explicación— dice, y puedo notar como su voz se quiebra ligeramente en el proceso.
—No quiero una explicación y para ser sincera a estas alturas sale sobrando. Hubiera preferido la explicación de porque tu secretaria te estaba dando sexo oral en tu oficina— sueno mas dura de lo que deseó.
El sonido de unos aplausos a lo lejos nos hacen voltear en dirección a donde proviene el sonido.
—Pero que escena tan conmovedora. Los tortolitos tienen problemas en el paraíso —una risa suave llena de burla sale de la mujer que se posiciona frente a nosotros —. Espero que estés terminando con esta mentira de una vez Alex — dice, la rubia con notoria molestia en su voz.
Debo de admitir que ella es hermosa y justo en este momento luce radiante, realizada... Tal parece que esta disfrutando este momento como nunca, ella hace contacto visual conmigo y su sonrisa se ensancha un poco mas dejando ver su tan blanca y perfecta dentadura.
—¿Por que diablos sigues aquí Ofelia? Creo haber sido claro cuando te dije que te largaras— suelta Alexander con exasperación.
Ella suelta una carcajada sonora llena de humor lo que provoca que una vez más Alexander se llene de esa aura peligrosa que surge cuando esta enojado, por el rabillo del ojo noto como aprieta la mandíbula con fuerza.
—Supongo que la estas poniendo al tanto de tu pasado amor—no me es indiferente el veneno con el que pronuncia la ultima palabra haciendo contacto visual conmigo.
—Eso no es de tu incumbencia Ofelia — veo como Alexander aprieta sus puños con fuerza— Te pido que te retires antes de que deje de ser un caballero contigo y te trate como realmente te mereces.
Ofelia lo mira divertida yo por otro lado estoy petrificada en el mismo lugar sin mover un músculo, las ganas de llorar que hasta hace un momento me invadían se han ido, pero a pesar de eso me siento miserable y no dejo de sentirme como una estúpida.
—Creo que será mejor que los deje hablar a solas.—hablo finalmente logrando formular una oración.
—No, por favor quédate— Ofelia me mira divertida con una sonrisa de oreja a oreja—. Estoy segura que lo que Alexander tiene que decirte te va a interesar mucho.
—Te lo advertí Ofelia.— sisea, Alexander.
Camina en dirección a ella y la toma del brazo bruscamente haciendo que suelta un quejido de dolor.
Pánico, horror y ansiedad se arremolina en el interior de mi pecho ante tal escena.
—¡Suéltame! imbécil— escupe, ella aun con una sonrisa en su boca—. Porque no le cuentas a tu "secretaria" el hombre que de verdad eres.
—Cállate—brama, furioso pero no eleva su tono de voz ni un poco.
—¡Dile!. Dile ahora mismo si no quieres que sea yo quién la que le diga toda la verdad y acabemos de una maldita vez con esta mentira— la cara de Ofelia ya no es diversión, y —supongo— intensificó su agarre porque ella suelta otro gemido de dolor.
—!Alexander! —una voz ronca y cálida se escucha detrás de nosotros.
—Alexander un demonio —la voz de el truena y mi cuerpo se eriza por completo.
—Bien, como quieras. El famoso e intachable Alexander Williams es un ser despreciable...
—Te lo advierto Ofelia, cállate de una maldita vez o no sabes de lo que sea capaz —la interrumpe
—No te tengo miedo y claro que se la clase de ser despreciable que eres— la seguridad en su voz es aterradora.
—Deberías hacerlo, si crees que soy una persona despreciable— si las miradas matar seguro Ofelia ya sería historia por la manera en la que la ve.
—¿Me estas amenazando? — esta vez su voz no suena tan segura como hace unos segundos atrás.
Y es que quien no dudaría con lo aterradoramente amenazante que luce.
—Te estoy advirtiendo. Tu sabes perfectamente que amenazar no es mi estilo—su voz está cargada con desdén y arrogancia.
—Ya basta Alexander, esta no es la educación ni los principios que tu madre y yo te hemos —Richard alza la voz un poco pero Alexander parece no escucharlo.
Y de pronto el gesto de Alexander se a tornado tan aterrador como preocupante, tan frio como iracundo.
—Alexander suéltala por favor— susurro en tono de suplica enrollando mis manos en su brazo.
Y como en automático Alexander la suelta y pasa las manos por su cara dejando escapar un suspiro entrecortado.
—Será mejor que entren Emma, los están esperando para servir la cena— sisea, Richard con completa molestia en dirección a su hijo—. Señorita Buen Rostro será mejor que se retire, su presencia en esta reunión ya no es agradable —dice, educadamente.
Alexander entrelaza su mano con la mía para caminar nuevamente hacia dentro del hotel y dirigirnos al salón pero la voz de Ofelia hace que él se detenga en seco.
—No voy a ir a ningún lado —refuta, Ofelia desafiante.
—Oh claro que te vas a largar de una buena vez—Alexander ríe—. O llamaré a seguridad para que te saquen a la fuerza—Fórmula aun sujetando mi mano y apretando un poco su agarre.
La cara de Ofelia en este momento es de terror puro, pero me intriga sobremanera todo lo que insinuó y porque Alexander le afectaba tanto lo que ella tenía que decir.
—Hijo por favor los esperan adentro. Yo me encargo de que se vaya.
Lo jalo para que camine no queriendo seguir armando un espectáculo en la calle y gracias al cielo camina conmigo. Todo el trayecto de regreso al salón lo hace en silencio y a lo lejos se vuelve a escuchar la música en vivo.
No es necesario que diga nada para saber que esta lo que le sigue de cabreado así como tampoco se me olvida la charla que dejamos pendiente, pero ahora estoy en el ojo de un huracán de emociones al tiempo que un sinfín de preguntas me asechan celosamente.
—¡Un aplauso para las futuros esposos!.—habla, la persona a través del micrófono, y todos los presentes estallan en aplausos y cuchicheos de aceptación.
Empieza una melodía suave y Alexander me lleva al centro del salón, una vez ahí me toma de la cintura antes de empezar a movernos de forma lenta al ritmo de la música delicada.
—Te vez terrible —dice, en un susurro que se me antoja cómico.
—Tú no te vez mucho mejor —digo, en tono burlón y ambos dejamos salir una sonrisa —. Ni creas que no retomaremos la charla que dejamos pendiente.
—No lo pense ni por un momento.
Una vez terminado el baile, sirven la comida y aunque todo está delicioso no pruebo más que unos cuantos bocados, aun no se han asentado por completo las emociones de hace rato.
No puedo dejar de darle vueltas a las palabras de Ofelia, no puedo dejar de pensar en lo grave que tiene que ser lo que sabe para que Alexander se haya puesto de esa manera. La mirada decidida que tenia en el rostro como si quiera romperle el cuello solo para que se callara de una buena vez. Un escalofrío me recorre solo de recordar lo aterrador, peligroso y letal que lucia.
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