capítulo 17
Hace un par de minutos que mi hermana y su novio se fueron a descansar y es el mismo tiempo que Alexander lleva sentado en el sofá que se encuentra frente a la camilla donde me encuentro mirándome como molestia desde su lugar.
-Tu hermana debería alejarse de ese tipo -suelta, tecleando en su teléfono.
-¿De Carlos? él es un tipo genial -lo definido -. Y quiere mucho a Miranda.
-No lo conoces.
-¿Y tu sí? -inquiero, curiosa y confundida a partes iguales.
-Sólo se que no es una buena persona. Los Bianchi no son unas buenas personas.
Mi ceño se frunce en confunción ante su declaración, Carlos no ha sido más que bueno con nosotras y soy testigo de lo mucho que ama a mi cabra loca. Pero esa aura extraña que se formo cuando Carlos lo vio es la misma que se formó cuando nos encontramos con Liam en Nueva York.
-Alexander si hay algo que deba saber...
-Te estoy diciendo lo que debes saber- me corta tajante, sin darme una mirada -. Ni el ni su amigo Liam son buenas personas, así que aléjate de ellos.
-No. No eres nadie para prohibirme a quien debo o no hablarles, menos sin una explicación.
Me da una mirada fulminante antes de volver la atención a su teléfono, son cerca las doce de media noche y todo parce indicar que no tiene intenciones de irse a descansar. Se ve cansado, preocupado, frustrado y sobre todo se ve muy enojado.
Le doy un repaso con la mirada y es hasta entonces que noto las manchas negras que tiene su camisa -imagino -que por el humo, lo que más llama mi atención es la venda que lleva en su mano izquierda. El corazón se me estruja con violencia.
-Estas herido -susurro, con la vista clavada en su mano.
-Estoy bien -dice, tajante.
Trago duro.
Un nudo se instala en mi garganta, las lágrimas pican detrás de mi garganta y es entonces que el peso de lo que paso cae sobre mis hombros. Pude haber muerto, si Alexander no llega puede haber muerto o Daniel me hubiera hecho daño.
-Gracias - digo, en un tono casi inaudible.
-No me des las gracias todavía, mejor dime quien fue el hijo te puta que te hizo eso -espeta, exasperado.
Un hormigueo extraño se apodera de mi estómago ante sus palabras y por un momento me planteo decirle lo que paso, pero luego recuerdo que en realidad no somos nada, que todo es una farsa y que en realidad yo no soy su responsabilidad.
Aparto la mirada cuando sostenerla se vuelve algo insoportable y el gruñe alto ilegible antes de empezar hacer llamadas
**
No se en que momento me he quedado dormida, pero ahora un murmullo lejano me llega a los oídos, trato de ignorarlo pero llama mi atención la familiar de la voz ronca que llega a mis oídos. Trato de agudizar el oído sin abrir los ojos para que parezca que aún sigo dormida.
-¿Qué me has hecho, Emma? ¿qué se supone que me estás haciendo? -murmura, Alexander tomando mi mano.
Siento la caricia de su mano entrar en contacto con mi mejilla y es entonces que abro los ojos de golpe tomándome con unos hermosos ojos verdes que me miran con intensidad, se ve cansado y tiene ojeras bajo sus ojos pero eso no quita que se vea impresionante. Un nudo de anticipación se instala en mi estómago cuando Alexander empieza acortar la distancia entre nuestros rostros.
Cierro los ojos cuando su aliento se mezcla con el mío, acto seguido sus labios entran en contacto con los míos, se queda así un par de segundos como dándome la oportunidad de apartarme, pero no lo hago, no quiero hacerlo. Tenerlo cerca y no poder tocarlo cuando quiera es como una completa tortura, es por eso que ahora no pierdo tiempo y paso la lengua por su labio interior antes de empezar a mover los labios sobre los suyos.
Es un beso lento, dulce... Profundo lleno de tantas emociones que un nudo me atenaza las entrañas cuando su lengua se abre paso en mi boca. Bien podría el mundo irse a la mierda ahora mismo y no podría importarme menos.
Mis manos inquietas van a su cabello y las suyas acunan mi rostros para hacer mi cabeza ligeramente hacia un lado y mantenerme así justo como el quiere haciendo el beso más profundo -si es eso posible-, húmedo, ansioso.
Todo se a desvaneciendo a mi alrededor y solo somos Alexander y yo en este momento...
Un carraspeo nos hace separarnos de golpe. El beso nos desconecto del mundo que no escuchamos la puerta abrirse, mi respiración es inestable y cuando volteo a ver Alexander una oleada de vergüenza me embarga al verlo con los ojos dilatados, los labios hinchados -como seguro los tengo yo-por nuestro contacto urgente y el pelo revuelto por mis manos.
Alexander se yergue en su altura para encarar al hombre que acaba de entrar a interrumpirnos.
-Buenos días, oficial- Alexander entendiendo su mano.
-Buenos días, señor Williams. Soy el oficial Brown, vengo hacerle una preguntas a su prometida para levantar un acta de lo sucedió y así poder empezar una investigación -estrecha la mano que Alexander le ofrece.
Siento que un puñado de piedras se han instalado en mi estómago cuando el nerviosismo empieza aparecer nuevamente en mi, no quiero que se habrá una investigación. No quiero que nadie sepa lo que esta pasando, seguro la presa lo averiguara y estaré en todos lados como la chica con un pasado trágico.
No quiero eso.
-También necesito que usted de su declaración -dice, el oficial al hombre que paso la noche conmigo.
-Por su puesto...
-No quiero levantar cargos -lo interrumpo.
Veo como la cara de Alexander se deforma en cuestión de segundos dándole paso a la molestia cargada de irritación. Su gesto se endurece antes de darme una mirada de advertencia.
-Disculpe que insista señorita Smith, pero lo que sucedió ayer fue muy delicado no es para tomar a la ligera. Pudo haber perdido la vida -dice, pero lo único que puedo hacer es ver Alexander cada vez más descompuesto.
El oficial habla al tiempo que el hombre que me genera todo tipo de sensaciones abrumadoras y apabullantes empieza a caminar de un lado pasándose las manos por el cabello. Se por sobre todas las cosas que esta furioso pero yo no quiero hacer mas grande este problema y mucho que todo mi pasado quede expuesto ante la curiosidad y morbo de las personas, si de por sí así estoy en boca de todo mundo con todo eso del compromiso, no me quiero ni imaginar que pasa si mi pasado llega a salir a la luz.
Al final todo esto es un contrato, que en cualquier momento va a terminar y la única perjudicada seré yo, la única que se quedará a la deriva será yo, no puedo engañarme con algo que no esta pasando cuando todo a quedado claro desde que empezó.
De pronto se escucha un gran golpe que me saca de mi ensimismamiento y llama la atención del oficial, parpadeo aturdida por lo que mis ojos vez.
Alexander acaba de golpear la pared soltado un gruñido de frustración. Seguirá con una lentitud aterradora hasta que sus ojos conectan con los míos provocando que un escalofrío me recorra entera.
-¿Lo conoces? -sisea, caminando en mi dirección -. Conoces al hijo de puta que te hizo esto y lo estás encubriendo -me toma de los hombros y me aprieta con demasiada fuerza.
Mi corazón se estruja con violencia y hago una mueca de dolor ante la presión de sus manos.
-Me estas lastimando -digo, con un hilo de voz.
-Si entiendes que pudiste haber muerto -ignora la que he dicho -. Que un poco las y ahora estarías en una morgue y no en el hospital.
-Señor Williams, será mejor que suelte a la señorita y salga un momento -el oficial toma Alexander del brazo para apartarlo pero es inútil.
Los ojos verdes del hombre que me sostiene por los hombros bien podría echar fuego ahora mismo.
-Dame un maldito nombre, Emma o te juro que cuando lo descubra, porque lo voy hacer las consecuencias serán peores -su voz ronca y baja inunda mis odios haciendo que un escalofrío de puro terror me recorra el cuerpo.
Su agarre se vuelve mas fuerte cada vez y mis manos empiezan a temblar.
-¡Suéltame! me estas lastimando -mi voz suena inestable ahora.
-Aléjese de ella Señor Williams o tendré que arrestarlo-él oficial Brown alza la voz.
Alexander me libera de su agarre, pero esta tan enojado hecho que vuelve a golpear la pared con fuerza.
-Maldita sea, Emma. Por una puta vez podrías dejar de ser una niña mimada y comporta como la mujer que eres. Es que acaso no comprendes la gravedad del asunto -sus palabras son como dagas clavándose lenta y tortuosamente en mi piel.
Mis ojos se llena de lagrimas que no derramó mientras lo observo, yo mejor que nadie sabe la magnitud del problema en el que estoy metida, yo mejor que nadie sabe los alcances que puede llegar a tener Daniel y lo que podría pasar si mi pasado se divulga.
Quiero confiar en él... En Alexander, de verdad quiero pero no puedo. Mi respiración empieza a ser inestable cada vez más y la taquicardia tampoco ayuda demasiado. Lágrimas calientes ruedan por mis mejillas sin previo aviso viendo al hombre que me observa con detenimiento y decepción.
Minutos después entra una enfermera seguida del doctor a la habitación.
-Será mejor que salgan señor Williams, esta muy alterado y la paciente necesita descansar -dice, el doctor con calma.
Alexander hace caso omiso, en su lugar se dedica a fulminarme con la mirada, el oficial Brown se acerca con la intención de tomarlo.
-No me toques -espeta, en dirección al oficial -. Esta bien, Emma. Si no quieres mi ayuda no la tendrás - toma su saco que esta en el brazo del sofá y dale de la habitación dando un portazo detrás de él.
-Traigan un calmante- ordena, el doctor a una de las enfermeras que están petrificadas ante tal espectáculo.
-¡No!, estoy bien. Solo necesito descansar- susurro débilmente.
Trato de regular mi respiración al mismo tiempo que me ordeno dejar de llorar, para minutos después y no muy convencido el doctor sale seguido de la enfermera, el oficial Brown es el único que se queda en la habitación y quien me extiende una tarjeta de presentación con su número de contacto la cual tono.
-Llámeme si cambias de opinión señorita Smith- sin esperar respuesta sale de la habitación.
El corazón aún me late de manera irregular y me permito cerrar los ojos sintiendo un nudo en el estómago, por la manera en la que Alexander salió hecho una pantera de aquí, no quiero que piense que soy una malagradecida.
Observo la tarjeta que tengo en las manos y minutos después la puerta se abre dándole paso a mi hermana, quien aún luce preocupada.
-¿Cómo está la mejor hermana del mundo? -dice, con voz graciosa lo que me hace sonreír -. Me encontré Alexander en el estacionamiento, lo salude pero me ignoro ¿paso algo?.
-No te preocupes cabra loca, estoy bien y Alexander solo esta estresado por el trabajo -miento, y me da miedo la facilidad con la que digo mentiras últimamente.
Me sale tan natural que me aterra.
Mi hermana siente antes de empezarme a contar que Carlos se ofreció a darnos hospedaje en lo que encontrábamos otro apartamento.
-¿Te puedo hacer una pregunta?.
El ceño de mi hermana se frunce.
-Claro, ¿que pasa?.
-¿Alguna vez Carlos te a tratado mal? o ¿haz visto algún comportamiento extraño? -pregunto, con las palabras de Alexander resonando en mi cabeza.
La cara de mi hermana es de sorpresa y de inmediato me arrepiento de lo que acabo de decir.
-No. ¿Por qué me preguntas? ¿te hizo algo?-pregunta, alarmada.
-No, como crees. Ya no se ni lo que digo -entrecierra los ojos en mi dirección y se que no lo dejara ir -. Creo que pasar unos días con el será genial. No nos caería mal una figura masculina viviendo con nosotros.
Los ojos de mi hermana se iluminan olvidando mi cuestionamiento anterior y empieza parlotear de lo genial que será todo y se lo segura que se sentirá con él en casa.
Dejo ir un profundo suspiro sintiéndome en medio de un huracán, tengo que empezar arreglar mi vida, no puedo seguir así o terminare por volverme loca.
**
He pasado dos días en el hospital y Alexander no ha vuelto ni ha llamado, tengo que reconocer que eso genera una sensación de zozobra en mi, pero al mismo tiempo se que es lo mejor no podemos confundir esto. Pese a eso Alexander pagó la cuenta del hospital, lo que me mortifica aún más ya que no es su obligación.
-¿Nos vamos? -la voz de mi hermana corta el hilo de mis pensamientos -. Carlos nos espera abajo.
Asiento con la cabeza antes de ponerme de pie. Hoy me dan de alta y es el momento de enfrentar la realidad. Y con eso me refiero a la presa que no a dejado de merodear el hospital, es por eso que tenemos que salir por la puerta de emergencia.
El camino al apartamento de Carlos se vuelve largo y tedioso. Miranda y el hablan de los planes que tienen en un futuro se ven tan bien juntos, que me cuesta creer todo lo que insinuó Alexander de él y su familia.
Me alegra saber que mi hermanita encontró a una persona maravillosa que la ama y que no la dejara sola.
Yo me limito a mirar por la ventana del auto perdida en mis pensamientos. Necesito reponer mi teléfono, portátil, ropa y todo lo que se quemo junto al departamento.
Ya no se si reír o llorar. Solo a mi me pasan estas cosas.
Una hora después llegamos al edificio donde vive Carlos, este último se adelanta con las maletas una vez que aparca en el estacionamiento subterráneo.
Debo de admitir que este edificio está en una mejor zona que el nuestro y se ve mucho más elegante.
-¿Te encuentras bien, Emma? -pregunta, mi hermana con preocupación cuando ve que me quedo parada.
-Sí, solo estoy un poco cansada.
-Se que es difícil todo lo que viviste, pero quiero que sepas que siempre estoy aquí para ti. Que seas consiente de que estoy orgullosa de ti -sus palabras me hacen un nudo en la garganta por lo que solo asiento con la cabeza conteniendo las lágrimas -. Vamos dentro, para que descanses un rato antes de comer.
Nos encaminamos hacia el interior del edificio, pero el teléfono de mi hermana empezar a sonar por lo que camino solo un par de pasos más antes de detenerme a esperarla.
-Todo parece indicar que fue un asalto -dice, a la persona del otro lado de la línea -. No a querido hablar de eso y no la voy a presionar.
Mi corazón se salta un latido al sentirme como una niña a la que le ocultan cosas. Miranda se da cuenta de que la estoy escuchando y me hace una señal para que siga avanzando.
Subo por las escaleras cuando el ascensor tarda demasiado, Miranda entra minutos después de mi al apartamento con un gesto de disgusto pintado en el rostro. El apartamento de Carlos es más grande que el que teníamos y mucho más seguro también, ya que la vigilancia del edificio es de primera.
-Emma, marco Alexander y dijo que podías tomarte unos días sin ir a la oficina.
-Me iré a descansar un rato- suelto, ignorando lo que me ha dicho Miranda.
Carlos me indica la habitación que será mía temporalmente y agradezco una vez más su hospitalidad antes de irme a descansar un rato puesto estas últimas horas no hacen más que abrumarme como si no tuviera suficiente ya.
Hola de nuevo!! Aquí otro capítulo más de Alemma.
Sí. Niñas a mi también me desespera Emma de repente, pero hay que tener paciencia y entender que ella no quiere depender de un hombre, más si ese hombre no es nada de ella más que su jefe. Pero bueno, hay que tener fe.
Redes sociales
Instagram- ana_dn95
Twitter -anadiaz240695
Threads- ana díaz
También hice un grupo en Facebook por si quieren unirse el link lo pueden encontrar en mi perfil.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro