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Capítulo 3: Amaneciendo


Llegaron a la habitación y al entrar vieron lo que sería la cama nupcial cubierta de pétalos de rosas y velas encendidas a todos los alrededores. Una botella de champan yacía frente a la cama con dos copas de vidrio. Ambos cruzaron las miradas cual rayo para sonrojarse intensamente.

–Pasen una agradable velada– se despidió la sirvienta para cerrar la puerta detrás de ella. Quedando a solas, por primera vez en años.

Sonic se remitió a permanecer en silencio para inspeccionar la habitación. Una cama de caoba hermosamente tallada, la cual vestía sabanas de seda y algodón fino con bordados dorados. Un gran ventanal dejaba entrar la noche a su recámara, en donde la luna parecía esconder su luz de ellos; incluso la luna era tan miserable como él, escondiéndose de su mirada de desesperanza y abatimiento.

Sonic observó un hermoso diván de terciopelo rojo posicionado frente a la ventana, cual sillón de loquero, y vaya que en se momento necesitaba uno; sentía que había perdido la cabeza al aceptar dicha misión.

–Cuanta opulencia– habló Amy rompiendo el silencio, provocando que el erizo volteara a verla. –Asumo que esto debe ser normal para una princesa– continuó mientras con sus manos tocaba el suave cubrecama.

–Supongo– respondió el erizo alzando los brazos en señal de desinterés, recorriendo el lugar para detenerse delante la chimenea frente los pies de su cama. –Soy yo, ¿o se esforzaron demasiado para que "consumáramos" nuestro matrimonio?– cuestionó Sonic desconfiado.

–Para ti todo es una sugerencia para el sexo, así no lo sea– expresó Amy rodando sus ojos molesta.

–¿Disculpa?– espetó ofendido por su comentario –¿Es mucho pedir querer expresar mi amor físicamente con mi novia?– se quejó.

–¿Expresar tu amor?– repitió Amy para verlo con molestia –Se puede expresar de muchas formas Sonic, el sexo no es la única alternativa.

–Lo olvide, para ti eso nunca fue una alternativa conmigo– enfatizó irritado para caminar hacia un lado de la cama y así con su mano tirar al suelo todos aquellos pétalos que ahora sólo lo sulfuraban.

–¡Una chica tiene el derecho de esperar al indicado!– reprochó la eriza para imitar al erizo del lado contrario.

–¡Oh claro, pero Scourge sí era el indicado, ¿no es cierto?!– le reclamó.

Amy detuvo su accionar mientras una expresión de pánico se posaba en su rostro para que su pasado vinera a acecharla. Su mirada se quedó fija sobre él, mirada que no pasó desapercibida. El erizo la vio de manera intensa con una clara expresión de decepción y molestia.

–¿Pensabas que no lo sabía?– inquirió Sonic para verla despectivamente –¿O en serio creías que un erizo como Scourge mantendría un encuentro contigo en silencio en mi presencia?

–Pero...– logró decir Amy estupefacta –E-Eso sólo fue...

–No sé y no me interesa– interrumpió dolido para tomar un par de almohadas y una manta ligera que cubría los pies de la cama.

–¿Qué haces?– preguntó Amy.

–Me voy a dormir, estoy exhausto de todo... y de todos– habló desganado para así lanzar los almohadones al diván y dejarse caer en él.

–Bien– soltó Amy para sentarse en la orilla de la cama, sintiendo como la culpa le hacía compañía. Realmente esperaba que de todas las cosas que había hecho después de su ruptura esa fuera la única que él jamás supiera. –Pasa una...

–Noches– soltó para darle la espalda y taparse con la sabana. Era obvio que no quería seguir escuchándola.

Amy lo imitó, quedándose en aquella gigante cama para sí sola. Durante el viaje en limosina había estado preocupada sobre el hecho de dormir en la misma cama, pero era obvio que no había sido algo por lo cual preocuparse en lo absoluto.

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Escuchaba un ruido molesto, el cual hizo que entreabriera sus ojos. Amy vio de reojo a la ventana, en donde los primeros rayos de sol se asomaban en el horizonte. La temperatura había descendido y el frío se hacía notar, se acomodó nuevamente en la cama cuando de nuevo aquel sonido que la había despertado se volvió a escuchar. Un gimoteo se escuchó cerca de ella, obligándola a sentarse sobre la cama y así ver a un erizo titiritar por el frío, sin embargo, parecía muy cansado como levantarse y buscar una sabana extra.

Amy lo vio padecer bajo las bajas temperaturas y sin realmente pensarlo mucho, levantarse y buscar entre una cómoda una sabana más adecuada. Caminó hacia él, deteniéndose frente del erizo quien dormía profundamente. Nunca imaginó en su vida que alguna vez lo vería dormir nuevamente; antes podía pasar horas viéndolo descansar plácidamente sintiéndose la eriza más afortunada del mundo; siendo ahora todo lo contrario.

Lo tapó suavemente, provocando que el constante quejido acallara y aquella expresión de incomodidad desapareciera de pronto, para que una expresión placida se pintara en su rostro; obligándola a sonreír.

–Felices sueños– soltó con suavidad.

La sonrisa inconsciente que se había formado se desvaneció al percatarse de la misma, retrocediendo un par de pasos asustada de sus propias palabras. Obvió nuevamente la existencia del erizo, o al menos eso intentó, para buscar su maleta y de la misma sacar su ropa y poder salir de ahí. Se suponía que siempre debían estar juntos como marido y mujer, pero si él yacía dormido podría tomar unos minutos de soledad y liberarse de la pesada carga sobre sus hombros.

Se vistió con una falda roja de paletones, una blusa de botones sin mangas y un pequeño pañuelo color caqui para que combinara con las botas color café. Usó la diadema que Tails le había dado y tan pronto como pudo salió de su habitación en busca de un espacio de paz y meditación; y sabía dónde encontrarlo.

Amy llegó a la cocina de la mansión luego de pasar por el estudio, la sala, el cuarto de arte y la bodega de vinos. Ahí, esbozó una autentica sonrisa para saltar de alegría y decir: –¡Esto es increíble!– gritó a los cuatro vientos y correr por la enrome cocina. Tenían dos hornos, dos refrigeradoras y todo utensilio de cocina jamás imaginado. Podría hacer pasteles, galletas, estofados, pastas o lo que ella quisiera. La cocina siempre había sido su mejor terapia.

–¡Es hora de cocinar!

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Sintió los rayos de luz caer sobre su rostro para así abrirlos somnoliento, viendo como el sol empezaba a posicionarse en lo alto. Sonic se sentó sobre el diván y al hacerlo, observar una sabana extra sobre la que ya tenía, extrañado. Buscó rápidamente con la mirada a la eriza rosa, percatándose de una cama desarreglada y una maleta sobre la misma con toda su ropa por doquier. Era obvio que ya no estaba ahí.

Sonic se puso en pie para así estirar sus músculos y concebir un momento de tranquilidad sin ella. Tomó su maleta por igual, pero a diferencia de la desordenada eriza, el sacó de ésta su ropa perfectamente arreglada y doblada, tomando así una playera blanca sin mangas, un pantalón verde azulado y un pañuelo color café. No pensaba seguir usando ropa de chico rico.

Vio la botella de champan aún sobre la mesa de noche, y sin pensarlo dos veces, abrirla y tomar directamente del recipiente. Sin lugar a dudas necesitaba de un buen trago si quería sobrevivir a ese día. Sonic siguió tomando el licor espumoso para regresar su atención a aquella sabana extra sobre el diván, deteniéndose.

–¿Yo tome esto?– se preguntó sin recordar haberse levantado en la noche –¿O será que...– silenció para ver a sus espaldas el tiradero de la eriza rosa –¡Si claro!– soltó divertido –Debo de ser sonámbulo o algo así– concluyó la incógnita.

Dentro de su maleta abierta vio la foto que Tails le había entregado para así posicionarla sobre la chimenea y verla intensamente. Si él no supiera la verdad podría jurar que era su foto de bodas y que eran un matrimonio feliz; aunque claro no podía ser nada más alejado de la realidad. Vio de reojo a sus espaldas y con rapidez cerrar la puerta, si lo que Tails decía era cierto, esa fotografía podría ser su único contacto con el mundo exterior.

Buscó el botón de encendido como Tails le había dicho para así encontrarlo substituyendo un tornillo, muy ingenioso; del marco salió una pantalla tan delgada como una hoja de papel, y así marcar directamente a su mejor amigo; obligándolo a sonreír.

Sonic vio como la imagen de un zorrito aparecía para que una expresión de preocupación al verlo del otro lado de la pantalla.

–¿Sonic?– llamó asombrado –¡¿Todo está bien?!

–¡Tails!– exclamó con una alegría que no había sentido en las últimas 48 horas. –¡Me da tanto gusto verte!

Amm...–murmuró extrañado por la actitud alegre del erizo –¿Está todo bien?

–Sí, todo bien– asintió –Es sólo que...– acalló borrando su previa sonrisa soltando un pesado suspiro mientras una expresión dura y pensativa se ponía en su rostro.

¿Sólo que qué?– insistió Tails.

–¡Me estoy volviendo loco!– explotó –¡No la soporto! ¡Dime que han avanzado en algo!

Sonic ustedes acaban de llegar a penas ayer, con suerte hemos podido reunir más información en tan poco tiempo – explicó el zorro cual hecho obvio –Además, no puede ser tan malo, Amy es...

–¡No, tú no entiendes!– interrumpió –¡Cederé mi lugar por quien sea en este momento!

Vamos Sonic, no puedes...

–¡Es una completa lunática!– se quejó –No sé como continuar con esto un día más, yo no...

–¡Sonic the Hedgehog!– llamó severamente –Lo hablamos en la fiesta, eres el héroe más grande de la historia, no puedes dejarte vencer por un mal recuerdo que...

–¿Uno?– cortó con una sonrisa irónica.

Ok, ok, por muchos malos recuerdos.

–Es más que eso Tails, es...– escuchó como pasos se acercaban a su habitación, podía ser Amy o cualquier otro y no podía dejar que nadie supiera sobre el secreto de aquella foto –Debo irme, hablaremos luego– se despidió velozmente terminando la llamada sin darle oportunidad de hablar.

El sonido se disipó, alertándolo, para que así caminara hacia la puerta y abrir la misma lentamente, viendo un pasillo vació. Fuera quien fuera, parecía haber desaparecido. Soltó un suspiro para así salir de la habitación, sería mejor reunirse con ella. Sabía que no podía hablar con Tails cada vez que tuviera un momento de quiebre, pero sin lugar a duda lo hacía sentir mejor. Aún recordaba su conversación antes de salir a la fiesta de la celebración de su compromiso.

Inicio del Flash Back

–Tails no puedo con esto, tiene que haber otra forma– dijo Sonic con desespere caminando de un lado al otro en la habitación ­–¡Podemos pintar a Shadow de azul y pasarlo por mí!

–Dudo mucho que Shadow permita algo como eso...– habló Tails viéndolo disconforme –Estoy seguro que preferiría terminar con cualquier forma de vida sobre el planeta antes de ser tu copia.

–¡Pues tal vez eso deba de pasar!– vociferó el erizo azul molesto –¡Tal vez es momento de un apocalipsis o algo!

–¿No lo dices en serio?

–Tan en serio como mi amor por los Chilidogs.

–Mírame bien Sonic– comandó el zorro colocando ambas manos sobre sus hombros –Haz enfrentado cosas peores y vencido, y de todos tus retos este será el más difícil, porque este enemigo no está afuera, no es Amy Rose... eres tú– explicó para que el erizo abriera sus ojos de par en par, tragando pesado –Aún recuerdo todo el dolor cuando ella se fue amigo– rememoró Tails cabizbaja –Recuerdo irte a traer a los bares, recuerdo le reclusión, recuerdo los viajes... recuerdo las lágrimas– murmuró para que el erizo le desviara la mirada –Y a pesar de eso, saliste adelante ¡Sé que puedes con esto Sonic!– ánimo su amigo –¡Después de esta aventura iremos tú y yo a tomar al nuevo bar de Vector!– dijo alegremente.

–¿Tú? ¿En un bar? ¿Hablas en serio?– cuestionó Sonic arqueando una ceja.

–Si tu haces este sacrificio, yo haré ese– habló sonriente.

–Me deberás mucho más que una ida a un bar para repagarme esto.

–Pues...– calló pensando en algo más tentador –Podríamos jugarle una mala broma a Shadow– tentó con una risa nerviosa.

–¡Wow Tails, en serio quieres que haga esto!– exclamó Sonic con asombro.

–Una pequeña...– murmuró tímidamente.

–Bien, lo haré...– accedió al fin –Seré tan convincente que incluso tú creerás en mi falso amor.

–¡Así se habla!– celebró el zorro –Ahora ve y espérala a los pies de las escaleras, y recuerda, ¡finge como nunca lo has hecho!

Fin del Flash Back

Esbozó una sonrisa ante el recuerdo; Tails era el único ser vivo que podía haber hecho que él aceptara un trato como ese y no hubiera secuestrado a Shadow para teñir su pelaje de azul.

–Aunque fingir es más difícil de lo que pensé– se dijo a sí mismo.

Un dulce aroma cortó cualquier pensamiento de su doble vida, para que el rugir de su estómago resonara con gran eco en el pasillo vació, no había probado bocado alguno desde la tarde de la boda el día de ayer. Sonic se dirigió hacia donde el dulce aroma nacía para llegar hasta un ala nueva para él; la cocina. Abrió las puertas y ver así una mesa llena de los más exquisitos postres.

–Esto se ve...– el ruido de un sartén caerse lo acalló para ver a una eriza cubierta de harina y masa sobresalir de la desordenada cocina –¿Amy?– llamó confuso.

–¡¿Sonic?!– exclamó con sorpresa, como si él no se supondría que debía estar ahí. –Veo que ya despertaste– dijo recobrando la compostura.

–Sí, yo...– silenció para ver todos los platillos, y escuchar su estómago rugir nuevamente, sonrojándose sutilmente, avergonzado –¿Tú hiciste todo esto?

–¡Ah! Sí, esto... esto me relaja.

–Lo recuerdo– murmuró divertido para ver aquellos postres frente a él –Esto se ve muy bien.

–Gracias, hice de todo un poco, ya sabes, por si...

–Buenos días– escucharon interrumpiendo la vaga conversación –Veo que ambos han despertado– dijo Blaze.

–Su majestad– reverencio Sonic.

–Por favor, llámame Blaze– pidió educadamente, dirigiendo su atención a la eriza al final de la cocina –Sra. The Hedeghog, no era necesario...

–¡Dime Amy!– pidió cual exigencia, interrumpiendo el enunciado de la princesa. La gata la vio extrañada y Sonic por su lado lanzó una mirada desaprobatoria. Era obvio que no podía dirigirse así con alguien de la realeza –Por favor...– corrigió –Llámanos por nuestros nombre de pila– pidió más cortésmente.

–Oh... de acuerdo– asintió la felina –Amy, no era necesario que hicieras todo esto– retomó –Mi cocinero es más que capacitado para poder cocinar lo que ustedes deseen.

–Sí, pero...

–Estoy segura que ambos disfrutaran de la comida del nivel de un hotel de cinco estrella que mi chef puede brindarles– cortó para seguir hablando.

–Entiendo, pero..

–Entonces no es necesario que vengas aquí– interrumpió nuevamente –Sonic y tú...

–¡Sonic sólo come la comida que yo cocino!– exclamó para que la gata por fin acallara; Tanto Blaze como Sonic la vieron con sorpresa por su argumento.

Amy se sonrojó intensamente lanzando su mirada a sus pies. Años atrás la sulfuraba la idea de pensar que alguien le podría quitar el derecho a cocinarle a él, pues era una de las cosas que más le gustaba... eso ya no era así; aún así su boca no se había refrenando en decirle eso.

–Oh vaya– habló Blaze nuevamente, provocando que Amy elevara la mirada, aún apenada –No imagine que serías una esposa tan dedicada– le sonrió complacida; parecía que su desliz de boca había dado un efecto positivo. –Muy bien, entonces te dejaré a cargo la alimentación de tu esposo; estoy segura que es un gesto que Sonic aprecia por igual, ¿no es cierto?– preguntó para ver al erizo quien tenía un rubor pintado en su rostro.

–C-Claro... No hay mejor comida que la de Amy– sonrió forzadamente para que la gata asintiera con la cabeza.

–De acuerdo, entonces los esperare en el comedor.

–Enseguida vamos su majestad– despidió Sonic para ver a la gata salir por las puertas.

Sonic volteó a ver a la eriza quien tenía su rostro tan rojo como un tomate, con su insistente mirada en sus zapatos manchados de harina. Sin decirle nada, se acercó a la mesa de platillos para percibir su incomparable aroma.

–Recuerdo que cada noche siempre tenías un platillo diferente...– musitó con un amago de sonrisa, provocando que Amy subiera la mirada y así verlo sorprendida. –Y cada mañana me despertabas con un banquete digno de la realeza– se hundió en sus recuerdos –Estoy seguro que subí un par de kilos en esa época gracias a eso– dijo entre risas.

Amy lo observó en silencio, recordando aquellos días en donde llegaba temprano a casa para probar un nuevo platillo y ver la mirada de asombro de Sonic ante cada nueva maravilla que ella había creado. No le importaba desvelarse o levantarse muy temprano, todo fuera por aquella gran sonrisa y beso que él le brindaba en cada comida.

–Me gustaba tu expresión...– murmuró Amy al fin, para que Sonic desviara su vista de la comida y la dirigiera hacia ella –Siempre ponías una expresión un tanto infantil... como un niño en navidad– explicó esbozando una sonrisa –Siempre ame esa mirada tuya sobre mis platillos– confesó.

–¿Y la tengo ahora?– preguntó Sonic un tanto más serio.

La sonrisa de Amy se borró para verlo a los ojos y una mirada de tristeza posarse sobre sus pupilas.

–Eso se perdió en algún punto de la relación, y jamás la recuperaste– espetó para quitarse aquel mantel manchado que envolvía su cintura –Como todo lo demás– concluyó caminando hacia la puerta –Vamos, nos esperan.

Sonic la vio salir de la cocina de nuevo con aquella dura mirada. Él sabía de lo que ella hablaba, después de todo, él no había sido el único que había matado la mirada de amor en sus ojos conforme la relación empezó a deteriorarse. Había sido una pregunta estúpida, y una respuesta que de alguna manera aún dolía escuchar.

–Que empiece el espectáculo– dijo para salir tras de ella.


¡GrAcIaS pOr LeEr!

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