━━━Capítulo Seis ~ Marcas Permanentes
06
Marcas Permanentes
Areum caminaba por el pasillo con su séquito de compañía, ella le había pedido al emperador Park tener cuatro doncellas, tres soldados a su cuidado y un eunuco.
Un séquito como el que tenía el consorte real; sin embargo, Hyunjoon no lo usaba, apenas y salía con Miyaki y Jiha sus doncellas. A veces incluso salía sin ninguna, caminando con tranquilidad por los pasillos, saludando y deteniéndose a conversar con los trabajadores del palacio, preguntándoles sobre sus familias.
Hyunjoon era alguien amable, que se sentaba en la cocina para conversar con sus sirvientes, siempre con una tasa de té, y riendo. Él era tan amable que siempre se permitía conversar con personas ajenas a la familia real o nobles.
La concubina sonreía y entró al pabellón donde estaba la habitación del Park. Los sirvientes del emperador dieron una leve reverencia a la mujer al ser la concubina.
—Vine a ver al emperador.
—Eso no es posible, concubina Lee—dijo el eunuco presente.
—¿Qué? ¡¿Cómo que no puedo entrar?!
Y en eso la puerta corrediza fue abierta, y Hyunjoon se vislumbró en el umbral. El doncel portaba una capa ropa con bordados de oro que pertenecía a Sunghoon, pero que en esos momentos servía para cubrir sus ropajes de dormir.
—No se preocupe eunuco Yoo. La concubina Lee puede entrar a ver al Emperador, ya que yo ya me estoy retirando—anunció Hyunjoon mirando a la mujer que apretó su mandíbula notando la marca de dientes en el cuello blanquecino del consorte—. Por cierto, el emperador asistirá a un desayuno con la Reina Madre; creo que el desayuno que ha traído ya no es necesario.
Y Areum miró a su doncella para decirle que se retirará con la bandeja de comida, que le llevaba al Park.
—¿Qué hacía aquí tan temprano, Consorte?—preguntó la Lee con una mueca.
—El emperador me fue a buscar a mis aposentos la noche pasada, y dormí con él—respondió Hyunjoon mirando fijamente a la concubina que le observaba con rabia.
Cualquiera se daría cuenta que entre esos dos el odio era muy palpable.
Tras de Hyunjoon pronto apareció Sunghoon, que tenía una sonrisa arrogante en su perfecto rostro.
—¿Qué haces aquí, Areum? No te he mandado a llamar.
La concubina mostró su rostro inconforme por aquellas palabras, pero pronto volvió a sonreír.
—Venía a darle el desayuno como los últimos días, pero el consorte me ha dicho que asistirá a desayunar con la Reina Madre—la fémina se acercó a Sunghoon y le sonrió coqueta—. ¿Desea que le acompañe?
—No—dijo Sunghoon cortante, antes de mirar a Hyunjoon—. Ve a tu pabellón y prepárate para el desayuno.
—Sí su Majestad—y Hyunjoon hizo una leve reverencia ante Sunghoon para alejarse. El emperador dió una orden a una sirvienta para que acompañara al doncel.
Luego que su esposo desapareció de su vista el Park miró a uno de sus eunucos.
—Eunuco Yoo, un hanbok azul con bordados de flores y ribetes de oro debe estar en el área de las costureras. Necesito que lo busque y vaya a dejárselo a mi esposo—ordenó Sunghoon y el eunuco asintió a la orden antes de hacer una reverencia y retirarse.
Sunghoon colocó su atención en Areum que tenía las mejillas enrojecidas ante la molestia de estar siendo ignorada.
—¿Qué te pasa?
—¿Por qué no me ha dicho que sobre el desayuno? Debo ir a prepararme de mejor mane...—pero la carcajada de Sunghoon detuvo las palabras de la Lee—. ¿Emperador?
—¿Quién te dijo que vas a asistir? Es un evento familiar—respondió Sunghoon apoyándose en la pared—. Solamente para la familia imperial, y si no lo sabes, eres una concubina.
Areum quedó muda ante eso. Jamás pensó que el emperador pudiera decirle algo así. Nunca lo espero. Colérica solamente hizo una reverencia antes de retirarse. Sabía que las palabras del emperador servirían para que los sirvientes se burlaran de ella.
—Areum, espera—ordenó Sunghoon y la fémina se detuvo a mitad del pasillo. Sunghoon le hizo un gesto para que volviera con él, acción que la joven hizo.
—Dígame Emperador.
—Puedes caminar conmigo antes del desayuno. Cuando el desayuno comience puedes ir a comprar lo que te guste al pueblo.
—¿De verdad, Su Majestad?
—Sí.
Y Areum se preparó para caminar junto a Sunghoon, hacía la salida del pabellón del dormitorio del emperador.
Areum solo veía como Sunghoon iba en silencio con una sonrisa. En el cuello del Park se veía una mordida. Y ella no debía ser adivina para saber lo ocurrido, y que el ánimo tan feliz del emperador era debido a su noche sexual con el consorte.
Ambos se internaron en un pabellón en el cual Areum jamás había estado. Era el salón de arte de la familia imperial. Divisó diferentes pinturas de la reina madre, antiguos emperadores, y de Sunghoon. Pero una que llamó su atención fue la de un joven de cabellos cortos. Un joven que conocía y que era su rival.
—Esta pintura es del consorte Hyunjoon, ¿verdad?—preguntó Areum señalando la pintura a lo que Sunghoon asintió.
—Sí, fue del momento en que se casó conmigo.
—El cabello del consorte es...—no supo como continuar, no era común ver a un doncel con el cabello corto y sobre su rostro.
—Él corto su cabello cuando tuvimos la batalla contra mi padre, fue una forma de demostrar que enterraba su pasado, algo íntimo para él.
Areum no dijo nada y simplemente siguió a Sunghoon que había vuelto a caminar luego de tomar de un lugar una pequeña caja. La Lee estaba curiosa pero simplemente siguió al Park.
Park Jongseong era alguien que se consideraba tenía la peor suerte en el amor. Desde niño había amado a Kim Hyunjoon, amor que no fue correspondido ya que Hyunjoon amaba a otra persona. Luego el Kim se casó con Sunghoon, y él no tuvo de otra más que permanecer a su lado, era la forma de cuidar al doncel.
Se encontraba esperando al príncipe Shihao para conducirlo al huwon de la Reina Madre, por petición de Hyunjoon. Para él era algo agradable, ya que había conocido a Shihao desde adolescentes. Pronto lo vio junto a otra persona.
—Sea bienvenido, príncipe Shihao—saludó Jongseong haciendo una reverencia, antes de fijar sus ojos en el bello doncel al lado de Shihao.
—Hola, Jongseong, te ves bien para ya tener casi 24 años—el Park esbozo una pequeña sonrisa—. Te presento a Haoran, mi guardia personal y el futuro general de la caballería del ejército de mi padre.
—Es un placer conocerle—saludó el doncel haciendo una reverencia—. El príncipe me ha contado sus acciones en batalla.
—El placer es mío—respondió Jongseong sonriendo levemente ante el doncel que jugó nervioso con la empuñadura de su espada.
—Haoran, cálmate—dijo Shihao interponiéndose entre Jongseong y el doncel—. Ni se te ocurra, Jongseong, Haoran es muy joven aún—dijo el príncipe seriamente—. Vamos antes de que me arrepienta de ver a Sunghoon.
—Príncipe, ya hablamos al respecto, no puede ofender al emperador—regaño Haoran sujetando la manga dorada del ropaje de Shihao—. Disculpe, él a veces habla sin pensar bien.
—Eso lo sé desde hace años—comentó Jongseong—. Vamos, por aquí, los príncipes están emocionados por conocer al famoso amigo de su madre.
Y los tres se encaminaron al pabellón de la Reina Madre. Haoran sonreía mirando a Jongseong, cosa que Shihao notaba y se veía molesto.
Hyunjoon se encontraba sentado, su hanbok enviado por su esposo, lucía su belleza como la de una rosa abriendo sus pétalos.
—Madre, ¿padre vendrá?—preguntó Seungjo sentado junto a sus hermanos, la princesa Migyung estaba sentada junto al doncel.
—Debería venir pronto—exclamó Hyunjoon acomodando la diadema de la princesa.
—¡Papi!—exclamó Migyung viendo a Sunghoon llegar junto a su séquito, el emperador se acercó y acarició el cabello de su hija.
Taesan apartó la mirada de su padre. Todos podían perdonar a ese hombre, pero él no lo haría.
—Bienvenido hijo—saludó Mina.
—Buen día madre.
Sunghoon tomó asiento a la cabeza de la mesa. Los niños hablaban entre ellos, mientras Mina hablaba con Hyunjoon.
Sunghoon endureció la mirada cuando vio al príncipe Ren Shihao aparecer siendo guiado por Jongseong.
—¿Qué hace él aquí?—preguntó por lo bajo, sin esperar que Shihao lo hubiera escuchado.
—Fui invitado por el consorte real—anunció Shihao haciendo una leve reverencia ante la familia real del imperio coreano—. Es un gusto conocer a los príncipes al fin—exclamó Shihao notando los ojitos brillantes de los príncipes.
—¿A qué se debe su visita en mi reino, príncipe Shihao?—preguntó Sunghoon acercándose a su esposo.
—Vengo a recordarte algunas marcas que dejaste en algunas personas que entregaron todo por tí. Personas que ahora has traicionado—exclamó Shihao sonriendo mordaz.
Hyunjoon bajó la mirada sabiendo a lo que se refería Shihao. A las marcas que permanecían en su cuerpo luego de ser encarcelado cuando tenía 15 años.
Una actualización
pequeña al fin.
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