━━━Capítulo Cinco ~ Los celos del emperador
05
Los celos del emperador
Kim Hyunjoon caminó con suavidad, llamando la atención ante su belleza. Su séquito apenas y eran dos doncellas. Miyaki y Jiha, su otra sirviente.
Con elegancia entró al pabellón de la reina madre, y saludó a los sirvientes de su suegra. La doncella asistente de la reina madre le permitió el paso, y anunció que ya se encontraba ahí.
La puerta se deslizó a un lado y él entró sonriendo.
—Buena tarde Reina Madre—saludó acercándose para hacer una reverencia.
—Me alegra que hayas venido mi niño precioso—dijo Mina antes de palmear a su lado—. Ven siéntate con esta pobre mujer.
—No digas eso madre—refutó el doncel, tomando asiento junto a la fémina—. ¿Cómo se encuentra de salud?
—Bien, aún está mujer puede liderar algunas batallas. No como las que tú haz tenido, pero en algo puedo ayudar.
—¿A qué viene esto?—preguntó queriendo evitar más rodeos.
—El príncipe Taesan es el futuro de la nación. Haz educado a un futuro gobernante, mejor que cuando ayudaste a Sunghoon—la mujer hizo una pausa y el doncel la miró sin comprender—. Quiero que prepares todo si en algún momento él trono le debe ser arrebatado a mi hijo.
—¡Madre!
—Haz lo que digo. Sí, Sunghoon es tu esposo y el padre de tus hijos. Pero los que hemos sido consortes siempre cometemos un error:—la fémina miró a su yerno— apoyar siempre al emperador. Y nos damos cuenta tarde que hemos hecho lo incorrecto, justo cuando sostenemos el cadáver de nuestros hijos.
—Sunghoon no se atrevería.
—No puedes decir cosas de las cuales no estas seguro. Yo creía en SungKiu y era un monstruo, no se me olvida lo que te hizo—el Kim bajó la mirada—. Tampoco olvidó que mandó a matar a todos sus hijos. Asesinó a mi hijo mayor Serim, el verdadero heredero al trono. Y a los hijos de sus concubinas. Sunghoon mi hijo fue salvado solamente por el sacrificio del padre del ministro Jongseong—Mina hizo una pausa—. A lo que quiero llegar, es que no importa si amas al Emperador, la nación es primero. Los consortes son las madres del pueblo y debemos servir a ellos.
—¿Por qué quieres derrocar a Sunghoon?
—Está volviéndose incapaz solamente por la presencia de esa mujer en el palacio. Esa concubina Lee Areum lo tiene cegado, debemos evitar que por un capricho pueda destruir lo que has logrado reconstruir. No fui una buena consorte en mi tiempo debido a la influencia del emperador SungKiu, pero tú reparaste mis errores y brindaste la ayuda que se necesitaba. No dejaré que tú legado sea destruido por esa mujer. Lo pensaste, ¿verdad?
—Sí, lo he pensado.
—Hiciste lo correcto. A los eunucos de mayor edad yo les convenceré. Todo se debe mantener por lo bajo, así que solo confía en un círculo pequeño. Cuida a tus hijos y solo enfocate en ellos, y si esa concubina trata de provocarte, no te dejes.
—Supe que la golpeó y al emperador—y Mina rió suavemente.
—Los rumores en palacio circulan tan rápidamente; aunque, es cierto, no pude detener mi enojo ante la falta de cuidado con la pequeña Migyung. Esa mujer merecía más que un golpe, igual que Sunghoon.
—También la golpeé; sin embargo, me estoy arrepintiendo.
—¿Por qué?
—No debí lastimarla, quizás me alteré demasiado.
—Debiste golpearla, ella trató de robar tu título como madre de Migyung, eso era una falta de respeto. Eres demasiado afable, con una mujer que sin duda alguna te quiere quitar el título de consorte real. Y si la concubina Areum queda gestando y da a luz un varón, tu título peligrará, igual que el de Taesan.
—Madre, es que aún así no debí perder el control.
—De una manera u otra, crearán rumores sobre ti, y los que estuvieron presentes sabrán que la golpeaste por proteger a tus hijos, y tengo una idea para que no tengan dudas que el título de consorte es de tu pertenencia, y debe seguir así.
—¿De qué habla?
—Haré que Sunghoon te de un título mayor—y Hyunjoon le observó atentamente.
—¿Un título mayor?
—Emperador Consorte. Ese será el título que te dará el respeto que te mereces, y no importa si esa mujer tiene a un hijo varón.
Y Hyunjoon supo que las piezas en el tablero de janggi habían empezado a moverse.
La brisa entraba con suavidad por la ventana de su dormitorio. La noche había llegado, y él leía, ya que no podía dormir, debido al insomnio que le atacaba desde noches anteriores.
Hyunjoon detuvo su lectura cuando escuchó un ruido que llamó su atención. Apartó la mirada del papel frente a él, y se giró a su derecha justo cuando una espada era colocada sobre su cuello.
Por el rabillo del ojo pudo ver el jade negro en la empuñadura, y sonrió mientras trataba de tomar su abanico, pero un pie sobre su escritorio le impidió realizar aquella acción.
—Veo que el ser madre te ha debilitado.
—No me he debilitado ante el hecho de tener hijos—respondió el doncel tomando su taza de té.
—Detente—ordenó la voz masculina y grave del atacante. El doncel sostuvo su taza en el aire a escasos centímetros de sus labios, antes de que ésta le fuese arrebatada.
—¿Ocurre algo?
—Hierbas medicinales—el Kim acarició el filo de la espada, pero apartó su dedo luego de haberse cortado.
Parpadeó con suavidad, y mientras sus ojos estaban cerrados, su cuerpo fue empujado contra el suelo de madera de su habitación.
Abrió los ojos y sonrió mirando al hombre sobre él.
—Es lindo volver a verte.
—¿Lindo? Para mí es jodidamente excitante y eufórico el volver a verte—susurró el contrario acariciando la mejilla del doncel—. ¿Cuánto ha pasado desde la última vez?
—Ocho años. Te fuiste luego de la celebración del primer año del príncipe Taesan.
—Imagino que el príncipe ya debe estar aprendiendo a ser un buen monarca. No me sorprendería en verdad si ya sabe todo sobre su nación, no cuando eres su madre. Tú, un estratega de los más notables.
—Ya no soy un buen estratega. Estoy siendo asesinado lentamente—y el hombre se acercó muchísimo más al Kim, presionando su frente contra la del consorte. Sus respiraciones mezclándose.
—Lo sé. Me di cuenta con aspirar el aroma de tu té. ¿Qué tienes?
—No lo sé. No he querido atenderme por temor a que se enteren, y puedan empezar a planear para derrotarme. Olvidando mi enfermedad por un momento, ¿qué haces aquí?
—Me escribiste.
—Pero no era para que vinieras inmediatamente.
—¿Seguro? Yo creo que vine en el momento correcto. No dejaré que te sigas destruyendo por una nación a la que no perteneces por completo.
—Es mi nación. Soy el consorte del emperador de esta nación, mis hijos son los príncipes. Soy la madre del heredero.
—Aún todos esos títulos no te vinculan por completo a este lugar. Perteneces a mí palacio, conmigo, en nuestro hogar.
—¿Nuestro? Ya no es nuestro, dejó de serlo cuando me casé con Sunghoon, eso fue lo que dijiste.
—Apenas tenía 17 años, no pensaba con razón ante la rabia que sentía. Ira justificada ahora, nueve años después, en los que ese Park te hace sufrir con la presencia de su concubina.
—No hablemos de eso—susurró el Kim apartando el rostro, pero el hombre le sujetó otra vez para que lo mirase.
—Debiste escapar conmigo, cuando Sunghoon fue a enfrentarse al emperador SungKiu...
—Sí lo hubiera hecho, él no habría conseguido la victoria.
—¿Y qué? Estabas herido, y aún así lideraste esa batalla. Tu padre murió, y tus manos se mancharon de sangre. Hiciste lo que Sunghoon no pudo hacer...
—¡Calla!
El hombre más alto negó a las palabras del Kim, y se levantó para ayudar al doncel a levantarse, pero este apartó su agarre para acomodar sus ropas de dormir antes de mirarle.
—Me voy a quedar—y el doncel se giró para verle, claramente estupefacto por la noticia.
—¿Por qué lo harás?
—Cuidaré de tí, ya que tú, tonto doncel, das todo por los demás, y jamás te proteges. Además ayudaré a Taesan a entrenar, un buen príncipe domina la espada con gracia y valentía.
—Gracias, príncipe Ren Shihao—recitó el doncel, antes de hacer una reverencia, pero el contrario se lo impidió.
—Has sido mi amigo más íntimo, no hagas reverencias ante mí sino es estrictamente necesario.
—Está bien.
Y el mayor se aproximó a dejar un beso en la frente del doncel. Hyunjoon llevó su mano al rostro del contrario y la posó en la mejilla fría de éste.
—Pudiste ser mi emperatriz—susurró Shihao mirando los claros ojos de Hyunjoon que le sonrió.
—Ya las decisiones fueron tomadas, es momento de aceptar que jamás podré irme de aquí.
Y Shihao se inclinó contra el rostro del doncel, siendo la luna testigo de dos personas que en un momento de sus vidas, se amaban con locura.
Sunghoon bebía soju, mientras escuchaba a su eunuco dictar una variedad de cosas que no le importaban. Ya era de noche, muy de noche, y aunque Areum había insistido en quedarse a pasar la noche con él, no deseaba la compañía de la concubina en esos momentos.
—El ministro de exteriores ya ha arribado—dijo el eunuco, pero se detuvo al ver al emperador bebiendo—. ¿Se encuentra bien majestad?
—Sí, ahora, ¿qué mando a decir el ministro?
El eunuco algo dudoso extendió el pergamino al emperador, que fastidiado lo tomó para abrirlo y leer el contenido. Su ceño se fruncía a medida que leía, hasta que alzó la mirada.
—Envía todos los soldados a que resguarden el pabellón del consorte. ¡Inmediatamente!
Y el confundido eunuco asintió para salir. Sunghoon se levantó y se acercó a sus posesiones para tomar su espada y acomodando sus ropajes salió, aún cuando sus sirvientes no comprendían lo que había pasado.
Sí ese hombre había llegado, Hyunjoon se volvía inestable, no podría controlar a su esposo.
Su trono estaba en peligro.
Cuando los soldados rodearon el pabellón del Consorte Real. El emperador Park Sunghoon apareció, dió la orden de no atacar y con espada en mano caminó hacía la puerta de la habitación del doncel.
Vio a los sirvientes de Hyunjoon, pero con una mirada les ordenó no moverse. Abrió la puerta y entró. Las lámparas estaban encendidas, y a paso firme entró.
Sus ojos pronto se encontraron con los de su esposo. Hyunjoon lucía etéreo mientras estaba sentado frente a una mesa de té con un libro poemario en sus manos.
—¿Qué hace aquí emperador?—preguntó levantándose para hacer una reverencia—. ¿Ocurre algo?
Sunghoon solamente le pasó de largo para empezar a investigar en la habitación.
—¿Estuvo aquí?
—¿Quién?
—¡¿Ren Shihao estuvo aquí?!
—¿El príncipe Ren?—preguntó el doncel completamente confundido mirando a Sunghoon, que se acercó para sujetarle entre sus brazos.
—Él ha arribado junto con el ministro de exteriores. El emperador de China ha pedido que su hijo se mantenga una temporada aquí—y el Kim jadeó sorprendido—. Quiero que te mantengas lejos de él.
—El príncipe Shihao es mi amigo, no puedes impedirme verle—refutó Hyunjoon dejando ver su molestia.
—Y no lo haré, podrán verse, conversar, pero con más personas presentes, desconfío mucho de él.
—Shihao no es malo.
—No puedo opinar igual cuando masacró a todo un poblado por intenciones de rebelión, que solamente eran rumores.
Y Hyunjoon se apartó de Sunghoon, pero este no se lo permitió, ya que le sostuvo con más fuerza.
—Suélteme.
—No. Sabes bien que Shihao es malo, y cruel.
—No decías lo mismo cuando te ayudó a conseguir el trono—y Sunghoon sostuvo a su esposo por el cuello, sacando un jadeo en el Kim.
—Te ordenó mantenerte alejado de Shihao, él te desea. Te quería con él desde que éramos niños.
—No importa ya lo que haya ocurrido hace años, soy tu esposo. Y debo quedarme contigo, eso es lo que dicta nuestro matrimonio, al cual yo sí respeto.
—El tener una concubina fue idea de uno de los ministros.
—Algo innecesario ya que el heredero es fuerte y sano, y si no lo fuera tenías dos príncipes más de los cuales elegir para que heredarán—exclamó el doncel—. Te he brindado hijos hermoso, sanos y competentes para las funciones que el reino necesite.
—¿Y quién te dijo que elegí una concubina para tener más hijos?—y el de piel pálida y belleza etérea miró a su esposo sin comprender—. Posiblemente la haya elegido ya que tú no cumples con tus funciones como esposo, entre las cuales están complacerme.
—Falacias son las que dices. Te he complacido desde que nos casamos. He cuidado al reino, he perdido días de sueño, tengo tantas asignaciones, y aún así siempre consigo algo de tiempo para estar contigo, complaciendo y brindado mi amor hacia usted. Ya veo que solo necesitas alguien que esté abierta de piernas para ti todo el día.
—Cuida tus palabras, Hyunjoon.
—¿Estoy mintiendo acaso? Antes permanecíamos juntos, trabajábamos uno junto al otro apoyándonos. Comías con los príncipes y conmigo—el de ojos claros hizo una pausa—. Juraste ser el rey para hacerme feliz.
—Cálmate, Hyunjoon.
—Estoy aguantando las burlas de tu concubina, que hallan rumores sobre mí, que digan que me he vuelto un inútil. Estoy soportando todo por nosotros, para que nuestro reino no caiga.
—Hyun...
—¡Hago todo esto por el amor que te tengo!
Y Sunghoon presionó sus labios sobre los de su esposo. Al principio, Hyunjoon no correspondía, pero poco a poco lo hizo.
Se besaron, y Sunghoon llevó a Hyunjoon contra la pared, en donde presionó el cuerpo de su esposo contra aquella superficie. Hyunjoon se separó con sus belfos rojizos y la respiración entrecortada.
El park no lo pensó mucho cuando tomó su capa y cubrió a su esposo para sacarlo de su pabellón. Ordenó a uno de los soldados retirarse, mientras caminaba apresurado hacía su dormitorio.
El Kim no comprendía lo que pasaba. No hasta que al llegar al pabellón de Sunghoon, y entrar a su habitación, el Park le empezó a desnudar, mientras le besaba con un deseo palpante.
Esa noche sería de él y Sunghoon. Solamente esa noche podría bajar sus defensas.
En cambio para Sunghoon esa noche significaba volver a poseer aquel delicado y hermoso cuerpo. Amar a su esposo, y demostrar que solamente era de él.
¿qué les pareció
el capítulo?
Recuerden votar
& comentar, para
animarme a
seguir escribiendo
Ren Shihao es un
actor chino. Imagen
abajo, por si
no lo conocen.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro